Simmel deca que el interior de las personas que viven en la ciudad es
como la ciudad misma La actitud de los urbanitas entre s puede caracterizarse desde una perspectiva formal como de reserva. Si al contacto constantemente externo con innumerables personas debieran responder tantas reacciones internas como en la pequea ciudad, en las que se conoce a todo el mundo con el que se tropieza y se tiene una relacin positiva con cada uno, entonces uno se atomizara internamente por completo y caera en una constitucin anmica completamente inimaginable. En parte esta circunstancia psicolgica, en parte el derecho a la desconfianza que tenemos frente a los elementos de la vida de la gran ciudad que nos rozan ligeramente en efmero contacto, nos obligan a esta reserva, a consecuencia de la cual a menudo ni siquiera conocemos de vista a vecinos de aos y que tan a menudo nos hace parecer a los ojos de los habitantes de las ciudades pequeas como fros y sin sentimientos (1986: 253). Y de cierta forma, esos factores racionales y apticos es lo que segn Simmel hacen al urbanita libre. De cierta forma la ciudad se vuelve parte de nosotros, cambia nuestras perspectivas, percepcin, sentidos prcticos, etc.