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CAPITULO 1 GENERALIDADES Para nosotros la violencia emperé desile gue perdimos las tierras en el Tolima. Desde que nos toed andar de wn lado para otra. Primero fue f boleteo, luego la salida, evitande fa chusma, pidiendo trabajo, comida ¥ posada, con esta desconitanza en todas partes... Después en Villarrica nos toco aprender a escondernos de los aviones y las bombas. Luego en Rogotd, arrimados, a buscar trabajo, y ta policta tumbando ta cerca y el ranchiio a cada rato, decomisande lo que vendlamos en la plaza de mer cada, bueno tode es... La violencia para nosotros, fue de siempre, desde ef 46 hasta ahora. Toda nuestra yida haste héy fue vielencia. (Manuel... barrio Salvador Allende, Bogots.) -2.Nos toed salir por primera vez en et 46 y nos pasamos a Rioblanco, luego a otra jinca, mas tarde a Chaparral y después al Valle, Vivimos en Florida, en Santander, luego en Timba, La Liberia, en Cali en el 68 en Tamundi, en ef 69 en Galapa y después en Barranguilla, hasta que Hegamos agui en et 72 Claro que después de Florida se acabé ta violene cia... Pero empexé ef hambre... (Maria... bartio La Iguana, Medellin.) La dispersién territorial expansiva de Ia poblacién rural y su in- menso peso demografico constituyen dos rasgos esenciales para ca: racterizar la formacién espacial agraria del periodo 1850-1950. Un movimiento inverso y le concemtracion demografica urbana masiva, son los rasgos prineipales de la formacién espacial moderna. Pero en la formacion socio-espacial agraria encontramos unas tempranas probleméticas que se convierten luego en las semillas del peculiar modo de urbanizacion moderna. La “cuestion de las tierras’ se manifiesta por medio de los conflictos que surgen de la eolonizacion popular de Jos baldies de la naciom; las pugnas entre ocupantes de los predios y propietarios de titules y eserituras eaducos o adulterados, a veces comerciantes tenedores de bonos de deuda publica, Se dan tanto lag gontroversias juridicas como Ios enfrentamientos direetos y ar- mados, en la lucha entre trabajadores del campo contra especulado- res urbanos; entre peones, jornaleros, terrazgueros, finqueros, parce- leros, arrendatarios (un amplio abanico socio-laboral, unido por su deseo de tietras propias) y los candidatos al latifundio; entre agrieul- tura de pan coger, de consumo doméstico o local, y la gran agricultura de exportacion. En la aguda conflictividad agraria de las décadas de 1920 y 1930 se evidencia el efecto boomerang, por lo demas eminentemente dia- léctico, de la gran gesta popular de la colonizacién de los baldios de vertientes. Si al principio del ciclo el colono-trabajador actuaba como rompelatifundios Viejos, al concluir el proceso se habia convertido, objetivamente, en un amargado constructor de latifundios modernos. La parcela de autosubsistencia y productos de pan coger se transfox- maba en hacienda comercial, cuande no en plantacién de productos de exportacion; la tierra escapaba al productor rural y pasaba a las manos sin callos de un propietario no productor urbano. Entonces ahi radica un problema que venia desde principios de siglo, que se agudiza en forma, ereciente en los afios 30 y culmina ha- cia 1946-1950, con la expulsion de amplios sectores del campesinado de vertientes y la iniciacion de los grandes éxodos hacia las ciudades. Asi vemos por qué, en cuanto a método investigative se refiere, no se puede divorciar el habitat disperso del concentrado. Los habitats rural y urbano constituyen dos polos complementarios aunque anta- 551 génicos, dos elementos inseparables y wna unidad dialéetica; quizé este momento histérico de la urbanizacién sea aque) cuando estos nexos se hacen mas notables. ‘Ahora bien, aqui nos toca enlazar dos fendmenos inter-relaciona~ dos: el “cambio de mando” que opera a principios del siglo en bene cio de una nueva metropoli de deeisiones, los Estados Unidos y Ia ur- bamizacion moderna que se acclera en las décadas de Jos afios 1940-50 ¥ 60. No es dificil encontrar en los archivos nacionales y departamen- tales los deeretos y ordenanzas de los aflos 1910 y 1920 relatives a los préstamos dé los baneos neoyorquinos para adecuar los muelles de Barranquilla y Buenaventura, y desde 1945 en adelante para crear unos parques industriales, contratar en Nueva York planos directores ur- banisticos de Bogota, Cali, Medellin y otras ciudades, todos hechos de algin modo expresando un viraje, un cambio de érbita y 1a expansion externa del capitalismo indusirial norteamericano. Gorrelativamente, en el campo politico y juridieo, se suceden las Conferencias Paname- ricanas en Ja década del treinta, concluyendo con Ja novena, en Bo- gota en 1948, y con la creacién de un organismo supra-nacional, la Organizacion de Estados Americanos (OEA). Estos aconteceres se Dlasman en el territorio de miiltiples mane- ras, en crante al amoblamiento espacial, urbanismo, arquitectura ¢ ingenieria de obras piblicas. ¥, precisamente, es a partir —y después— del registro de estas huellas en el espacio, que calificamos el ultimo periodo como la fase historica de la urbanizacién intensiva y acele- rada, periodo que en términos generales cubre las déeadas de 1940, 1950 y 1960. ‘fomando como variable prioritazia a la. poblacién y considerando la relativa homogeneidad de los censos nacionales desde 1938, se ha dedicado especial y persistente atencién a la fenomenologia demogr4- fiea de los ultimos 40 afios. Sin entrar en detalles, se puede resumir indicando las tendenciss prineipales y agregar de otro lado algunas reflexiones. Bl andlisis de las cifras de los afics 1938, 1961 y 1964, relativas a la logalizacién de Ja poblacién, permite afirmar que en este lapso muy corto de 25 afios se salto de un pais Dasicamente rural, en su mayoria (en un 70% en el afio 1938), a uno findamentalmente urbano (en un 52% en el alio 1964, para Hegar al 67% en el censo de 1985). Es decir, que mas o menos se invirti¢ron las cifras de localizacién, de mo- do que hoy viven dos habitantes en la ciudad por uno en el campo. Lo que, entre otras cosas, significa que el trabajo de un campesino debe alimentar a dos eitadinos; mientras que hace unos cuarenta afios un citadine recibia oferta de alimentos por parte de dos campesinos. Con estas cifras observamos un proceso de inversion particular- mente intenso y rapido. Aunque se dio en otras paises, no tenemos muchos ejemplos de una velocidad semejante; pero no siendo un caso nico, no radica aqui Ja espectficidad del proceso colombiano de concen- tracién urbana de la poblacién. Mas que todo reside en a modalidad 552 del fendmeno, en el modo como actud este traslad®, en las condiciones en las cuales se realizd dicha concentracion de la poblacion. Fue un proceso forzado y no “natural”, si se puede decir, un movimiento im- puesto “a la brava”; operé por medio de una guerra campesina de cla- Ses, una auténtica guerra agraria; este periodo es el que ya de ive! hasta. 1965 y que se llama con él calificativo muy contuso de “la yioren- cia”. AL tin y al cabo no es mas ni menos que una guerra aguda de clases enel campo, insertada a nivel mundial en la Hamada “guerra fria’, osea wna manifestacion local de esta gran batalla entre capitalismo y eo- munismo. Ambos fenémenos se articulan y van paralelos, cronolégi- camente hablando, Violencia local y guerra fria mundial sé inician con Harry Truman y Mariano. Ospina Pérez y retroceden con John F. Kennedy y Alberto Lieras Camargo. Asi que una vez mas, para enten- ger las problemAtieas del pais, es preciso relacionarlas con el movi- miento mundial, hilarlas con determinadas politicas internacionales y continentales. Este es, esquematizado, el enfoque bajo el cual se analizo aqui esta cuestion de Ja urbanizacion del pais durante ese periodo; eso es lo que, a nuestro modo de ver, otorga una pecullaridad al proceso w bane en Colombia, Ocurre algo peculiar, que no tiene ese caracter en giros paises: ni en Ja intensidad, ni en la modalidad. Bi cruce y la “superposicion” de datos provenientes de varias uentes nos maican que el trasiado de poblacién rural, entre 1945 y 1965, afecté a por lo menos tres millones de campesifos y a otros habitantes de 4teas rorales, para no hablar de algunos 300.000 que no tuvieron tiempo de hur. Indagaciones estadisticas mas precisas, tomando tres variables: despoblamiento rural en su mayor intensidad y persistencia, zonas de mas alta preduccién cafetera y areas de maxima agudez y duracién de la “violencia”, convencen de la articulacion temporal y territorial de los tres fenémenos, La conelusién es evidente e indiseutible: la guerra agraria, pero com pretexto politico, que padece ei pais entre 1946 y 1965 impacta en forma més aguda a las sonas potencialmente mis Ticas de la nacién, en cuanto a produccién cafetera de exporta~ cig, En forma general afecta a regiones que coinciden con aquellus en las cuales se dio la colonizacion popular de tierras baldias y se forjé un pequefio campesinado parcelero. Se da en un memento de mas al- tos precios del grano en el mereatio mundial y en uns coyuntura po- lities de maximo antagonismo entre los sistemas capitalista y socia- lista; culmina con la expulsién del campesinado trabajador en fincas y parcelas y auspicia el paso a Ja reconstruceién Gel latifundio, pero con perspectivas de racionalizacion capitalista (agreguemos una breve dis- gresién relativa a la curlasa eoincidencia y al paralelismo que se dan en Jos Aumentos demograficos y los indicadores econdmicos: si hasta los afios euarenta la poblacién urbana erecia —en forma general— a una rata anual del 3%, ¢n la década del cincuenta subié al 6%. En cuanto al crecimiento del producto bruto interno, no pasaba de un 3.5% anual hacia 1945, aleanzaba a 6.6% anual entre 1950 y 1955). 554 Otza singularidad: dicho fenémeno no impacts tanto a las-urbes mayores (hablando en términos de tasas y no de cifras absolutas), sino que afecta a todo el sistema urbano nacional. Desde Iuego esta afirmacién va en contra de lo que se ha dieho y repetido al publico cin veces. La verdad es que las altisimas tasas urbanas del orden del 5 ¥ 6% anual, o mas, que se verifican durante cl periedo intercensal 1951-1964, actuan tanto en Bogota, Cali y Medellin, como en ciudades menores; se observan igualmente en centros que no pasan de 20.000 habitantes, lo mismo que en poblados que no aleanzan los 5.000; se verifican, en términos generales, en todo el mallaje urbano del. pais. Por Io tanto, es imposible seguir a los que afirman que este mo- vimiento Tue el producto de una atraceién ejercida por la industriali- zacion. No podemos aceptar esta tesis cuando todas las indagaciones, tanto generales como de casos particulares, demuestran que ocurrié todo 1o contrario: un desplazamiento demografico divoretado del re- ducido y muy localizado proceso de industrializacién. Es preciso dis gregar los elementos, separar la industrializacién, un proceso que ¥ por Su propio camino, que no es inglés, aleman y franeés, y la acumu- lacién demografica urbana, “que viene por otros caminos”, si se puede decir. Que se combinen después ambos procesos, eso es innegable; tienen nexos, se articulan, se relacionan, eso es obvi. Pero no se puede aceptar la tesis simplista y meeanicista afirmando que fue la indus- trializacion el motor de la eoncentracién demografiea urbana y ver- tiginosa del periodo 1945-1965, ¥ eso lleva a formular otro postulado, otra tesis, que ¢s la siguien- te: este proceso de acumulacion y concentracién urbana de poblacion (el cual para nosotros no es mas que ei elemento numérico, meramen- te cuantitativo, del fendmeno global de Ja urbanizacién) fue un sueeso artificial, incontrolado y completamente deformado; aqui los econo- mistas ¥ sociélogos siempre insisten sobre el hecho de que en Colom- bia la dependencia externa provoca unos fendémenos deformados. Ratificamos esta idea, en cuanto al objeto de estudio: la transferencia y acumulacion demografica urbana y el surgimiento de la ciudad moderna también se dan de manera deformada. Ni siquiera estan im- pregnadas dé es2 légiea interna que tuvieron como parte del desarrollo capitalista durante el siglo XIX en Inglaterra, Francia. y Alemania. Esta atraccion de la industria urbana, que se verified en Europa du- rante el siglo pasado, no oper6 en la urbanizacion eolombiana de los ultimos 30 ailos, Mas que atraccién hacia un sitio motor, que pide, que lama, lo que ocurrié fue una repulsion de un lugar que expulsa; lo que, de paso, obliga a distinguir y a diferenciar i ¥ qué es éxodo. Con Io anterior se ve como es indispensable estudiar Ia wrbanizacién colombiana a partir de sus caracteristicas peculiares y no aferrarse a los modelos que se dieron en Europa. La ciudad fran- cesa, inglesa o alemana, emerge de un proceso largo y de una gran prosperidad econémica; por el contrario, la ciudad colombiana brota de una breve explosion y en las maximas condiciones de pobreza. 555 Se esbozaron aqui a grandes rasgos unas caracteristicas demogra- ficas de la acumulscién urbana. Pero estos flujos, meramente evanti- tativos, implican y azrastran com ellos respuestas inmediatas, las iransformaciones cualitativas de las estructuras de recepcién. Lo que conduce a otra tesis: concluida Ja fase meramente cuantitativa de Ja urbanizacién, se inieia la segunda etapa cualitativa, de transformacion y adecuacién de las ciudades. En cuanto a método analitico se habia partido de la definicion basica y lapidaria mas generalmente aceptada, “Urbanizacién: con- eentracién ereciente de Ja poblacién en los centros urbanos”, insufi- ciente desde luego, siendo que considera la urbanizacién como mera categoria demogrifica y esta Gltima como simple medidor numérico. En otras palabras, los demégzafos se limitaban a constatar que tal ciudad, durante cierto perfodo, habia pasado de 10.000 a 100.000 habi- tantes, En el transcurso de este estudio se tuvo que modificar el uso de esta variable utilizada desde un angulo tan estrecho, que s6lo con- sidera lo cuantitativo y desconoce Ja variacién cualitativa, pues para nosotros io importante era examinar qué significado tenia para una ciudad semejante salto y hasta qué punt implicaba una metamorfosis en su morfologia, en su contenido material y en su estructura social Nos interesaba identificar la relacion cantidad-cualidad, encontrar los nexos entre aumento y cambio. En resumen, se puede decir que alli donde terminaba la labor del demégrafo, empezaba la nuestra. Las cifras de los.ultimos diez afios demuestran uma desaceleracién ¥ una disminucion en las tasas, Jas cuales son generalmente del 49% anual, y en muchos centros no pasan de un 3.%. Signifiea eso que disminuyé el erecimiento natural, vegetativo, seguramente como pro- ducto de las agresivas campafias antinatalistas “made in USA", Siendo que en ¢] periodo de 1947-1965 estos flujos migratorios eran tan inten- sos que superaban en muchas ciudades el crecimiento natural, ¢s evidente que un fogonazo de tal intensidad no podia sostenerse durante large tiempo; tenfa que ser tan breve como violento. En otras pala- bras, en muchas areas rurales la fuente se sec6, Entonces las cludades dejan de crecer con él intense ritmo anterior, lo cual permite un alto, un descanso y un respiro. Ya se pueden enfrentar o por lo menos registrar, Jos déficits de todo orden, y empezar @ obrar. Por eso consideramos Ja fase actual, desde mediados de la década del 60 hasta hoy, como la etapa de Ja transformacién, otra faceta eualitativa de la urbanizaeién. sea el periodo de adecuacién de ls morfologia urbana a las exigen- cias nuevas, surgidas de la presin demogrdfica que actué durante el periodo anterior. Esta transformacién era imposible en el mismo momento del impacto poblacional. Su intensidad y velocidad fueron tales que sor- prendieron a todo el mundo, hasta a sus mismos promotores, quiz& exceptuando al doctor Curric, que siempre se felicité de la “hemorra- gia" del campo. Pero de todos modos no habia manera de colmar estas numerosas brechas, como son: trabajo, vivienda, equipamientos publi- cos y sociales, salud, educacion, servicios publicos y redes; no habia S56 manera de enfrentar y resolver de Inmediato los problemas que sur- gfan, ni de adecuar la ciudad para ponerla al nivel de las nuevas exigencias: no habia recursos, ni presupuestos, ni técnicos, ni politicas, ni estrategias, ni programas. ¥ los déficits se multiplicaron, se sumaron, se acumularon en vivienda, salud, educacién, desempleo, desnutricién. criminalidad, déficit de eérceles y de aulas, de redes de energia, de agua potable y de buses. Este perfodo nos legs un pesado pasivo: montones de cuartos, de casas y calles que ya no son pueblos, pero que atin distan mucho de ser ciudades; una cindad deseuartizada, esparcida, con sus numerosos trozos botados em la geografia; pero una suma de cuartos, montones de casitas y Kilémetros de calles no conforman mas que un simulacro de ciudad; una ciudad, por Jos demas, sin memoria ni reeuerdos, sin historia ni quién se interese en adueflarse de su pasado; sin olor, ni sabor, tan Insipida eomo amnési¢a. Una ciudad radimentaria y mera- mente utilitaria, ignorando la creacién plastica, sin més estatuas que los bustos de dudosos “patricias” y proceres. Una amalgama que no pasa dé ser una proto-ciudad. No se sabe si la oligarquia es mas estupida, hipderita o cicga; cuando decreta que Bucaramanga es “La Ciudad de los Parques”, Pe- telra “La Perla del Ottin”, que Medellin es “hermosa” y Cali “una linda ciudad”. Tardardn todavia afios antes de llegar a su estabilizacion y otro tanto para sanear sus llagas y volverse bellas y gratas; pero eso to se lograra mirando hacia atré: resucitando un simulacro de Vivienda por medio de 1a autoconstruccién individual o de unos “lotes con servicios", que nos devyelven al rotundo fracaso de los afios 1958- 1960. Tampoco s¢ logrard renunciando a la industrializacion moderna ¥ regresando a los obrajes del siglo KVIII, por medio de las milagro- sas _micro-empresas. Ademis, el nuevo sector finaneiero raiz y de Ia construecién sur- gi6 del atraso y sé quedé raguitico, no se atreve al reto, a las desafios Peligrosos, pero novedosos y progresistas. Inculto ¥ de absoluto prag- matismo, sdlo se dedica a reproducir las recetas sin peligros: sigue eon la inmediatista rapifia periférica horizontal y expansiva, la cual enri- quece sin riesgos de la noche a la masiana; pero es incapaz de arties- garse a enfrentar las complejas labores de renovacién en las areas centrales. Sea como sea, la ciudad colombiana es costosa y seguira si¢ndolo siempre en aumento. Tendremos que pagar durante muehos afios, para conseguir rapidamente lo que en otras latitudes se adquirié poco a boco, en tin proceso de siglos. Lo que Europa pagé paso a paso, durante generaciones, “por eustas”, en Colombia lo tenemos que pagar hoy “de econtado”. En este panorama general de penuria, uno de los rasgos mas dra- méaticos, con amplia cobertura territorial y una persisteneia de cua- renta afios (desde los éxodos de 1946 en Boyaed y Santander, hasta la Popayan del postsismo de 1983) lo constituye la crisis del alojamiento ¥ Sus miltiples impactos en el espacio urbano. 557 Con la guerra rural y la crisis que afecta a partir de 1946 ala gran empresa popular de la colonizacién agraria, se inicia su sustitucion por medio de Ja colonizacién urbana: s¢ pasa de la colonizacién de baldios a la de Jos ejidos. Las tierras baldias de la nacion, Jas ejidales det cabildo, todas son publics, “del comin”; asi se comprueba como ambos procesos y fenémenos eolonizadores van estrechamente ligados y correlacionados: el ocaso del primero auspicia ¢] surgimiento del se- gundo. Goneretamente, lo que se plantea aqui es el nexo histérico y dialéctice entre la colonizacion agraria y la urbana, siendo esta tltima um rasgo earacteristico de Ja fase moderna de la urbanizacién (ver Grafica en la pagina siguiente.) En potas palabras, las tierras que circundaban al poblado, consi- deradas como “inconstructibles”, subutilizadas y despreciadas se inte- gran a la urbe moderna por medio de un verdadero proceso de colonizacion urbana popular, en el cual se observan muchos rasgos tipicos de 1a. colonizacién agraria del perfodo anterior, Asi que en su modalidad de vivienda —y més que todo vivienda popular por auto- construccién—, una parte importante de la urbanizacién moderna des- cansa sobre las modalidades peculiares de la colonizacién. Aunque opera en menor 0 mayor grado, en una u otra ciudad, se puede efirmar que la urbe colombiana. nueva, en gran parte, es producto del trabajo de Jos colones-destechados. “Eavasiones”, “tomas” y “oeupaciones” no pueden ser consideradas como asunto sensacionalista, de “orden publi co”, judicial o como un cémodo espanta-burgueses. Deben ser anali- zadlas sin prejuicios, como uno de los elementos que integran la fase actual del proceso de urbanizacién nacional. Asi podremos, quia, esta~ blecer una nueva categoria territorial historica de la urbanizacion: la eolonizacion popular urbana. La sefial de alarma de La Habana, la Conferencia de Punta del Este, el Punto IV de Kennedy, la Alianza para el Progreso y los progra~ mas de la OFA caracterizan a los afios 1960-1965 y el inicio de unas politicas urbanas del Estado. No es efecto del azar el surgimiente rapide de nuevas patologias sociales, todas concentradas en las ciudades y reflejo directo de las eareneias anotadas arriba, En cierto modo, entendemos este fenomeno eomo un sencillo trasiado de la “violencia”, gue concluyd en el campo, pero que pas ala ciudad: también se transfirié a la urbe la mayoria. Ja casi totalidad, de los conflictos sociales. La Incha de clases, legando de los campos, no se detuvo en Jas puertas de la ciudad: la inval La violencia urbana se manifiesta principalmente por un alo nivel de delincuencia y crimimalidad de origen eeonémico y por un pudri- miento moral, afectando a gran parte de la estructura social, Esta lumpeniaacién generalizada era de esperarse y, mds que esta situacién, Jo que sorprende es el asombro de 10s estadistas y de otros cireulos del poder. Mal podria hoy la oligarquia quejarse de lo que no es mas que Ja conseeuencia, levada a la cindad, de su politica en Jos campos desde Jos afios 40: con su tradicional y muy cémoda amnesia, quiere olvidar su responsabilidad histérica directa en la actual catastrofica situacién S58 SOLONIZACION MTGRACION conrticra, 190-1960 COLOMZACION URBANA, 1920-1840 MieRacion | COLONIZACION MIBRACION CONFLicTo. Ua colonicaciin urbana, fase moderna de Is uebanizactin urbana. Frente a esta Wtima sélo acta en condiciones de maxima crisis y cuando la caldera amenaza con estallar, pero a regafiadientes y sin conviceién: no eon doctrinas, politieas durables o estrategias de largo aleance, sino con medidas tapa-huecos tomadas en condiciones de emergencia. Con total miopia s¢ horroriza frente a elertas situacio- nes extremas, omitiendo decir que las suscité, y sélo reacciona con el cuchillo sobre el cuello. Tneapaz en su tiempo de entender 1a naturaleza del problema agrario, la oligarquia también se revelé en los Ultimes treinta afios, impotente para resolver las muiltiples contradicciones de la problema- tica urbana. Después de su fracaso para enfrentar la cuestién agraria, es muy dudoso que esté hoy en eapacidad de solucionar 1a cuestion urbana. La clase que domina adentro, esta sometida desde afuera; qui- za.su incapacidad para controlar la impetuosa. urbanizacion sea la mas elocuente prueba y demostraciOn de su ineptitud para administrar y dirigir el pais. S59 El manejo que se ha dado a los dos problemas mayores de Ja socie- dad urbana, el empleo y el teeho, ilustra lo anterior: incapaz de promo- yer Ja industrializacion urbana masiva, la clase dirigente trato de resolver el problema volteando el orden de prioridades. El producto directo fue crear una masa de propletarios de casas, desempleados ¥ por otra parte formar un verdadero ejército parasitario en el sector terciario, ereciendo tambien un “lumpen terciario de la miseria”. Mientras tanto se dio una breve ola. de industrializacién. Originada en Ja situacion interna de los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial y Ja guerra de Corea, sélo consideraba las necesidades de exportacién de capitales y en ningiim momento lo que convenia al pais. Experimenté un fugaz auge en toda la década del 50, pero decliné hacia 1965 y se extinguidé antes de 1970, y hoy en dia algunas de estas grandes firmas extranjeras miran hacia Venezuela 0 Eeuador y prepa- ran su trasteo. Ani ecabe sefialar un aspecto importante del cambio cualitativo urbanistico ligado o a industrializacién y al fortalecimiento del prole- tariado industrial, aunque numéricamente muy inferior al pletérico proletariado terciario de cuellos blances. Con base en Ja teoria urba- nistica “‘separatista”, de la eual tanto Le Corbusier como Sert 0 Wiener son apéstoles convencidos, se disefia un primer parque industrial en Bogota, sector Puente Aranda-Américas; luego esta ideologia Sale de Ja capital, se riega en Call-Yumbo, Medellin, Itagili, Envigado, Barranqui- lay otras ¢ciudades, ¥ con eso la industria, 0 por lo menos la arquitec- tura del trabajo, pasa a un nivel superior, practicamente desconocido antes: el conjunto de produccién industrial. Bs decir, unas estructuras construidas en forma racional y téeniea con el anico fin de producir objetos, mercancias. Practicamente desde el siglo XVIII Ja produccién de mercancias comerciales se realizaba en algun Iugar de Ja casa: en un espacio qui- tado o agregado a la vivienda, segin ¢1 modelo que aun persiste en Nobsa (Boyaca), en Aguadas (Caldas), en San Pedro (Valle) y en varios pueblos de Narifio y de los Santanderes, este fenémeno perduré hasta hace muy poco. De tal manera que la industria textil colonial de Santan- der. por ejemplo, en cuanto a sus espacios de trabajo y produceién, a sus modalidades laborales, no es muy diferente del nivel registrado en los censos industriales de 1938 y 1945. Se consideraban entonces como “es- tablecimientos indusiziales” a conjuntos productivos efectuados en una pleza por 5 6 6 personas; hoy eso sc llama artesanado. De paso vemos como en 1984 no hay mucha diferencia entre los “obrajes” del siglo XVIII y la “industria” casera que acaba de Wegar de Washington, rebautizada con el seductor calificativo de “mictoempresas”. Comparando el pasado eon el presente y el proceso industrial euro- peo con aquel que experiments

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