CAPITULO 1
GENERALIDADES
Para nosotros la violencia emperé desile gue
perdimos las tierras en el Tolima. Desde que nos
toed andar de wn lado para otra. Primero fue f
boleteo, luego la salida, evitande fa chusma, pidiendo
trabajo, comida ¥ posada, con esta desconitanza en
todas partes... Después en Villarrica nos toco
aprender a escondernos de los aviones y las bombas.
Luego en Rogotd, arrimados, a buscar trabajo, y ta
policta tumbando ta cerca y el ranchiio a cada rato,
decomisande lo que vendlamos en la plaza de mer
cada, bueno tode es... La violencia para nosotros,
fue de siempre, desde ef 46 hasta ahora. Toda
nuestra yida haste héy fue vielencia.
(Manuel... barrio Salvador Allende, Bogots.)
-2.Nos toed salir por primera vez en et 46 y nos
pasamos a Rioblanco, luego a otra jinca, mas tarde
a Chaparral y después al Valle, Vivimos en Florida,
en Santander, luego en Timba, La Liberia, en Cali
en el 68 en Tamundi, en ef 69 en Galapa y después
en Barranguilla, hasta que Hegamos agui en et 72
Claro que después de Florida se acabé ta violene
cia... Pero empexé ef hambre...
(Maria... bartio La Iguana, Medellin.)La dispersién territorial expansiva de Ia poblacién rural y su in-
menso peso demografico constituyen dos rasgos esenciales para ca:
racterizar la formacién espacial agraria del periodo 1850-1950. Un
movimiento inverso y le concemtracion demografica urbana masiva,
son los rasgos prineipales de la formacién espacial moderna.
Pero en la formacion socio-espacial agraria encontramos unas
tempranas probleméticas que se convierten luego en las semillas del
peculiar modo de urbanizacion moderna. La “cuestion de las tierras’
se manifiesta por medio de los conflictos que surgen de la eolonizacion
popular de Jos baldies de la naciom; las pugnas entre ocupantes de los
predios y propietarios de titules y eserituras eaducos o adulterados, a
veces comerciantes tenedores de bonos de deuda publica, Se dan tanto
lag gontroversias juridicas como Ios enfrentamientos direetos y ar-
mados, en la lucha entre trabajadores del campo contra especulado-
res urbanos; entre peones, jornaleros, terrazgueros, finqueros, parce-
leros, arrendatarios (un amplio abanico socio-laboral, unido por su
deseo de tietras propias) y los candidatos al latifundio; entre agrieul-
tura de pan coger, de consumo doméstico o local, y la gran agricultura
de exportacion.
En la aguda conflictividad agraria de las décadas de 1920 y 1930
se evidencia el efecto boomerang, por lo demas eminentemente dia-
léctico, de la gran gesta popular de la colonizacién de los baldios de
vertientes. Si al principio del ciclo el colono-trabajador actuaba como
rompelatifundios Viejos, al concluir el proceso se habia convertido,
objetivamente, en un amargado constructor de latifundios modernos.
La parcela de autosubsistencia y productos de pan coger se transfox-
maba en hacienda comercial, cuande no en plantacién de productos
de exportacion; la tierra escapaba al productor rural y pasaba a las
manos sin callos de un propietario no productor urbano.
Entonces ahi radica un problema que venia desde principios de
siglo, que se agudiza en forma, ereciente en los afios 30 y culmina ha-
cia 1946-1950, con la expulsion de amplios sectores del campesinado
de vertientes y la iniciacion de los grandes éxodos hacia las ciudades.
Asi vemos por qué, en cuanto a método investigative se refiere,
no se puede divorciar el habitat disperso del concentrado. Los habitats
rural y urbano constituyen dos polos complementarios aunque anta-
551génicos, dos elementos inseparables y wna unidad dialéetica; quizé
este momento histérico de la urbanizacién sea aque) cuando estos
nexos se hacen mas notables.
‘Ahora bien, aqui nos toca enlazar dos fendmenos inter-relaciona~
dos: el “cambio de mando” que opera a principios del siglo en bene
cio de una nueva metropoli de deeisiones, los Estados Unidos y Ia ur-
bamizacion moderna que se acclera en las décadas de Jos afios
1940-50 ¥ 60.
No es dificil encontrar en los archivos nacionales y departamen-
tales los deeretos y ordenanzas de los aflos 1910 y 1920 relatives a los
préstamos dé los baneos neoyorquinos para adecuar los muelles de
Barranquilla y Buenaventura, y desde 1945 en adelante para crear unos
parques industriales, contratar en Nueva York planos directores ur-
banisticos de Bogota, Cali, Medellin y otras ciudades, todos hechos de
algin modo expresando un viraje, un cambio de érbita y 1a expansion
externa del capitalismo indusirial norteamericano. Gorrelativamente,
en el campo politico y juridieo, se suceden las Conferencias Paname-
ricanas en Ja década del treinta, concluyendo con Ja novena, en Bo-
gota en 1948, y con la creacién de un organismo supra-nacional, la
Organizacion de Estados Americanos (OEA).
Estos aconteceres se Dlasman en el territorio de miiltiples mane-
ras, en crante al amoblamiento espacial, urbanismo, arquitectura ¢
ingenieria de obras piblicas. ¥, precisamente, es a partir —y después—
del registro de estas huellas en el espacio, que calificamos el ultimo
periodo como la fase historica de la urbanizacién intensiva y acele-
rada, periodo que en términos generales cubre las déeadas de 1940,
1950 y 1960.
‘fomando como variable prioritazia a la. poblacién y considerando
la relativa homogeneidad de los censos nacionales desde 1938, se ha
dedicado especial y persistente atencién a la fenomenologia demogr4-
fiea de los ultimos 40 afios. Sin entrar en detalles, se puede resumir
indicando las tendenciss prineipales y agregar de otro lado algunas
reflexiones.
Bl andlisis de las cifras de los afics 1938, 1961 y 1964, relativas a
la logalizacién de Ja poblacién, permite afirmar que en este lapso muy
corto de 25 afios se salto de un pais Dasicamente rural, en su mayoria
(en un 70% en el afio 1938), a uno findamentalmente urbano (en
un 52% en el alio 1964, para Hegar al 67% en el censo de 1985). Es
decir, que mas o menos se invirti¢ron las cifras de localizacién, de mo-
do que hoy viven dos habitantes en la ciudad por uno en el campo. Lo
que, entre otras cosas, significa que el trabajo de un campesino debe
alimentar a dos eitadinos; mientras que hace unos cuarenta afios un
citadine recibia oferta de alimentos por parte de dos campesinos.
Con estas cifras observamos un proceso de inversion particular-
mente intenso y rapido. Aunque se dio en otras paises, no tenemos
muchos ejemplos de una velocidad semejante; pero no siendo un caso
nico, no radica aqui Ja espectficidad del proceso colombiano de concen-
tracién urbana de la poblacién. Mas que todo reside en a modalidad
552del fendmeno, en el modo como actud este traslad®, en las condiciones
en las cuales se realizd dicha concentracion de la poblacion. Fue un
proceso forzado y no “natural”, si se puede decir, un movimiento im-
puesto “a la brava”; operé por medio de una guerra campesina de cla-
Ses, una auténtica guerra agraria; este periodo es el que ya de ive!
hasta. 1965 y que se llama con él calificativo muy contuso de “la yioren-
cia”. AL tin y al cabo no es mas ni menos que una guerra aguda de clases
enel campo, insertada a nivel mundial en la Hamada “guerra fria’, osea
wna manifestacion local de esta gran batalla entre capitalismo y eo-
munismo. Ambos fenémenos se articulan y van paralelos, cronolégi-
camente hablando, Violencia local y guerra fria mundial sé inician
con Harry Truman y Mariano. Ospina Pérez y retroceden con John F.
Kennedy y Alberto Lieras Camargo. Asi que una vez mas, para enten-
ger las problemAtieas del pais, es preciso relacionarlas con el movi-
miento mundial, hilarlas con determinadas politicas internacionales
y continentales.
Este es, esquematizado, el enfoque bajo el cual se analizo aqui
esta cuestion de Ja urbanizacion del pais durante ese periodo; eso es
lo que, a nuestro modo de ver, otorga una pecullaridad al proceso w
bane en Colombia, Ocurre algo peculiar, que no tiene ese caracter en
giros paises: ni en Ja intensidad, ni en la modalidad. Bi cruce y la
“superposicion” de datos provenientes de varias uentes nos maican que
el trasiado de poblacién rural, entre 1945 y 1965, afecté a por lo menos
tres millones de campesifos y a otros habitantes de 4teas rorales,
para no hablar de algunos 300.000 que no tuvieron tiempo de hur.
Indagaciones estadisticas mas precisas, tomando tres variables:
despoblamiento rural en su mayor intensidad y persistencia, zonas de
mas alta preduccién cafetera y areas de maxima agudez y duracién
de la “violencia”, convencen de la articulacion temporal y territorial
de los tres fenémenos, La conelusién es evidente e indiseutible: la
guerra agraria, pero com pretexto politico, que padece ei pais entre
1946 y 1965 impacta en forma més aguda a las sonas potencialmente
mis Ticas de la nacién, en cuanto a produccién cafetera de exporta~
cig, En forma general afecta a regiones que coinciden con aquellus en
las cuales se dio la colonizacion popular de tierras baldias y se forjé
un pequefio campesinado parcelero. Se da en un memento de mas al-
tos precios del grano en el mereatio mundial y en uns coyuntura po-
lities de maximo antagonismo entre los sistemas capitalista y socia-
lista; culmina con la expulsién del campesinado trabajador en fincas y
parcelas y auspicia el paso a Ja reconstruceién Gel latifundio, pero con
perspectivas de racionalizacion capitalista (agreguemos una breve dis-
gresién relativa a la curlasa eoincidencia y al paralelismo que se dan en
Jos Aumentos demograficos y los indicadores econdmicos: si hasta los
afios euarenta la poblacién urbana erecia —en forma general— a una
rata anual del 3%, ¢n la década del cincuenta subié al 6%. En cuanto
al crecimiento del producto bruto interno, no pasaba de un 3.5% anual
hacia 1945, aleanzaba a 6.6% anual entre 1950 y 1955).
554Otza singularidad: dicho fenémeno no impacts tanto a las-urbes
mayores (hablando en términos de tasas y no de cifras absolutas),
sino que afecta a todo el sistema urbano nacional. Desde Iuego esta
afirmacién va en contra de lo que se ha dieho y repetido al publico
cin veces. La verdad es que las altisimas tasas urbanas del orden del
5 ¥ 6% anual, o mas, que se verifican durante cl periedo intercensal
1951-1964, actuan tanto en Bogota, Cali y Medellin, como en ciudades
menores; se observan igualmente en centros que no pasan de 20.000
habitantes, lo mismo que en poblados que no aleanzan los 5.000; se
verifican, en términos generales, en todo el mallaje urbano del. pais.
Por Io tanto, es imposible seguir a los que afirman que este mo-
vimiento Tue el producto de una atraceién ejercida por la industriali-
zacion. No podemos aceptar esta tesis cuando todas las indagaciones,
tanto generales como de casos particulares, demuestran que ocurrié
todo 1o contrario: un desplazamiento demografico divoretado del re-
ducido y muy localizado proceso de industrializacién. Es preciso dis
gregar los elementos, separar la industrializacién, un proceso que ¥
por Su propio camino, que no es inglés, aleman y franeés, y la acumu-
lacién demografica urbana, “que viene por otros caminos”, si se puede
decir. Que se combinen después ambos procesos, eso es innegable;
tienen nexos, se articulan, se relacionan, eso es obvi. Pero no se puede
aceptar la tesis simplista y meeanicista afirmando que fue la indus-
trializacion el motor de la eoncentracién demografiea urbana y ver-
tiginosa del periodo 1945-1965,
¥ eso lleva a formular otro postulado, otra tesis, que ¢s la siguien-
te: este proceso de acumulacion y concentracién urbana de poblacion
(el cual para nosotros no es mas que ei elemento numérico, meramen-
te cuantitativo, del fendmeno global de Ja urbanizacién) fue un sueeso
artificial, incontrolado y completamente deformado; aqui los econo-
mistas ¥ sociélogos siempre insisten sobre el hecho de que en Colom-
bia la dependencia externa provoca unos fendémenos deformados.
Ratificamos esta idea, en cuanto al objeto de estudio: la transferencia
y acumulacion demografica urbana y el surgimiento de la ciudad
moderna también se dan de manera deformada. Ni siquiera estan im-
pregnadas dé es2 légiea interna que tuvieron como parte del desarrollo
capitalista durante el siglo XIX en Inglaterra, Francia. y Alemania.
Esta atraccion de la industria urbana, que se verified en Europa du-
rante el siglo pasado, no oper6 en la urbanizacion eolombiana de los
ultimos 30 ailos, Mas que atraccién hacia un sitio motor, que pide, que
lama, lo que ocurrié fue una repulsion de un lugar que expulsa; lo
que, de paso, obliga a distinguir y a diferenciar i
¥ qué es éxodo. Con Io anterior se ve como es indispensable estudiar
Ia wrbanizacién colombiana a partir de sus caracteristicas peculiares
y no aferrarse a los modelos que se dieron en Europa. La ciudad fran-
cesa, inglesa o alemana, emerge de un proceso largo y de una gran
prosperidad econémica; por el contrario, la ciudad colombiana brota
de una breve explosion y en las maximas condiciones de pobreza.
555Se esbozaron aqui a grandes rasgos unas caracteristicas demogra-
ficas de la acumulscién urbana. Pero estos flujos, meramente evanti-
tativos, implican y azrastran com ellos respuestas inmediatas, las
iransformaciones cualitativas de las estructuras de recepcién. Lo que
conduce a otra tesis: concluida Ja fase meramente cuantitativa de Ja
urbanizacién, se inieia la segunda etapa cualitativa, de transformacion
y adecuacién de las ciudades.
En cuanto a método analitico se habia partido de la definicion
basica y lapidaria mas generalmente aceptada, “Urbanizacién: con-
eentracién ereciente de Ja poblacién en los centros urbanos”, insufi-
ciente desde luego, siendo que considera la urbanizacién como mera
categoria demogrifica y esta Gltima como simple medidor numérico.
En otras palabras, los demégzafos se limitaban a constatar que tal
ciudad, durante cierto perfodo, habia pasado de 10.000 a 100.000 habi-
tantes, En el transcurso de este estudio se tuvo que modificar el uso
de esta variable utilizada desde un angulo tan estrecho, que s6lo con-
sidera lo cuantitativo y desconoce Ja variacién cualitativa, pues para
nosotros io importante era examinar qué significado tenia para una
ciudad semejante salto y hasta qué punt implicaba una metamorfosis
en su morfologia, en su contenido material y en su estructura social
Nos interesaba identificar la relacion cantidad-cualidad, encontrar los
nexos entre aumento y cambio. En resumen, se puede decir que alli
donde terminaba la labor del demégrafo, empezaba la nuestra.
Las cifras de los.ultimos diez afios demuestran uma desaceleracién
¥ una disminucion en las tasas, Jas cuales son generalmente del 49%
anual, y en muchos centros no pasan de un 3.%. Signifiea eso que
disminuyé el erecimiento natural, vegetativo, seguramente como pro-
ducto de las agresivas campafias antinatalistas “made in USA", Siendo
que en ¢] periodo de 1947-1965 estos flujos migratorios eran tan inten-
sos que superaban en muchas ciudades el crecimiento natural, ¢s
evidente que un fogonazo de tal intensidad no podia sostenerse durante
large tiempo; tenfa que ser tan breve como violento. En otras pala-
bras, en muchas areas rurales la fuente se sec6, Entonces las cludades
dejan de crecer con él intense ritmo anterior, lo cual permite un alto, un
descanso y un respiro. Ya se pueden enfrentar o por lo menos registrar,
Jos déficits de todo orden, y empezar @ obrar. Por eso consideramos Ja
fase actual, desde mediados de la década del 60 hasta hoy, como la
etapa de Ja transformacién, otra faceta eualitativa de la urbanizaeién.
sea el periodo de adecuacién de ls morfologia urbana a las exigen-
cias nuevas, surgidas de la presin demogrdfica que actué durante el
periodo anterior.
Esta transformacién era imposible en el mismo momento del
impacto poblacional. Su intensidad y velocidad fueron tales que sor-
prendieron a todo el mundo, hasta a sus mismos promotores, quiz&
exceptuando al doctor Curric, que siempre se felicité de la “hemorra-
gia" del campo. Pero de todos modos no habia manera de colmar estas
numerosas brechas, como son: trabajo, vivienda, equipamientos publi-
cos y sociales, salud, educacion, servicios publicos y redes; no habia
S56manera de enfrentar y resolver de Inmediato los problemas que sur-
gfan, ni de adecuar la ciudad para ponerla al nivel de las nuevas
exigencias: no habia recursos, ni presupuestos, ni técnicos, ni politicas,
ni estrategias, ni programas. ¥ los déficits se multiplicaron, se sumaron,
se acumularon en vivienda, salud, educacién, desempleo, desnutricién.
criminalidad, déficit de eérceles y de aulas, de redes de energia, de
agua potable y de buses.
Este perfodo nos legs un pesado pasivo: montones de cuartos, de
casas y calles que ya no son pueblos, pero que atin distan mucho de
ser ciudades; una cindad deseuartizada, esparcida, con sus numerosos
trozos botados em la geografia; pero una suma de cuartos, montones
de casitas y Kilémetros de calles no conforman mas que un simulacro
de ciudad; una ciudad, por Jos demas, sin memoria ni reeuerdos, sin
historia ni quién se interese en adueflarse de su pasado; sin olor, ni
sabor, tan Insipida eomo amnési¢a. Una ciudad radimentaria y mera-
mente utilitaria, ignorando la creacién plastica, sin més estatuas que
los bustos de dudosos “patricias” y proceres. Una amalgama que no
pasa dé ser una proto-ciudad.
No se sabe si la oligarquia es mas estupida, hipderita o cicga;
cuando decreta que Bucaramanga es “La Ciudad de los Parques”, Pe-
telra “La Perla del Ottin”, que Medellin es “hermosa” y Cali “una linda
ciudad”. Tardardn todavia afios antes de llegar a su estabilizacion y
otro tanto para sanear sus llagas y volverse bellas y gratas; pero eso
to se lograra mirando hacia atré: resucitando un simulacro de
Vivienda por medio de 1a autoconstruccién individual o de unos “lotes
con servicios", que nos devyelven al rotundo fracaso de los afios 1958-
1960. Tampoco s¢ logrard renunciando a la industrializacion moderna
¥ regresando a los obrajes del siglo KVIII, por medio de las milagro-
sas _micro-empresas.
Ademis, el nuevo sector finaneiero raiz y de Ia construecién sur-
gi6 del atraso y sé quedé raguitico, no se atreve al reto, a las desafios
Peligrosos, pero novedosos y progresistas. Inculto ¥ de absoluto prag-
matismo, sdlo se dedica a reproducir las recetas sin peligros: sigue eon
la inmediatista rapifia periférica horizontal y expansiva, la cual enri-
quece sin riesgos de la noche a la masiana; pero es incapaz de arties-
garse a enfrentar las complejas labores de renovacién en las areas
centrales.
Sea como sea, la ciudad colombiana es costosa y seguira si¢ndolo
siempre en aumento. Tendremos que pagar durante muehos afios, para
conseguir rapidamente lo que en otras latitudes se adquirié poco a
boco, en tin proceso de siglos. Lo que Europa pagé paso a paso, durante
generaciones, “por eustas”, en Colombia lo tenemos que pagar hoy “de
econtado”.
En este panorama general de penuria, uno de los rasgos mas dra-
méaticos, con amplia cobertura territorial y una persisteneia de cua-
renta afios (desde los éxodos de 1946 en Boyaed y Santander, hasta la
Popayan del postsismo de 1983) lo constituye la crisis del alojamiento
¥ Sus miltiples impactos en el espacio urbano.
557Con la guerra rural y la crisis que afecta a partir de 1946 ala gran
empresa popular de la colonizacién agraria, se inicia su sustitucion
por medio de Ja colonizacién urbana: s¢ pasa de la colonizacién de
baldios a la de Jos ejidos. Las tierras baldias de la nacion, Jas ejidales
det cabildo, todas son publics, “del comin”; asi se comprueba como
ambos procesos y fenémenos eolonizadores van estrechamente ligados
y correlacionados: el ocaso del primero auspicia ¢] surgimiento del se-
gundo. Goneretamente, lo que se plantea aqui es el nexo histérico y
dialéctice entre la colonizacion agraria y la urbana, siendo esta tltima
um rasgo earacteristico de Ja fase moderna de la urbanizacién (ver
Grafica en la pagina siguiente.)
En potas palabras, las tierras que circundaban al poblado, consi-
deradas como “inconstructibles”, subutilizadas y despreciadas se inte-
gran a la urbe moderna por medio de un verdadero proceso de
colonizacion urbana popular, en el cual se observan muchos rasgos
tipicos de 1a. colonizacién agraria del perfodo anterior, Asi que en su
modalidad de vivienda —y més que todo vivienda popular por auto-
construccién—, una parte importante de la urbanizacién moderna des-
cansa sobre las modalidades peculiares de la colonizacién. Aunque
opera en menor 0 mayor grado, en una u otra ciudad, se puede efirmar
que la urbe colombiana. nueva, en gran parte, es producto del trabajo
de Jos colones-destechados. “Eavasiones”, “tomas” y “oeupaciones” no
pueden ser consideradas como asunto sensacionalista, de “orden publi
co”, judicial o como un cémodo espanta-burgueses. Deben ser anali-
zadlas sin prejuicios, como uno de los elementos que integran la fase
actual del proceso de urbanizacién nacional. Asi podremos, quia, esta~
blecer una nueva categoria territorial historica de la urbanizacion: la
eolonizacion popular urbana.
La sefial de alarma de La Habana, la Conferencia de Punta del
Este, el Punto IV de Kennedy, la Alianza para el Progreso y los progra~
mas de la OFA caracterizan a los afios 1960-1965 y el inicio de unas
politicas urbanas del Estado.
No es efecto del azar el surgimiente rapide de nuevas patologias
sociales, todas concentradas en las ciudades y reflejo directo de las
eareneias anotadas arriba, En cierto modo, entendemos este fenomeno
eomo un sencillo trasiado de la “violencia”, gue concluyd en el campo,
pero que pas ala ciudad: también se transfirié a la urbe la mayoria.
Ja casi totalidad, de los conflictos sociales. La Incha de clases, legando
de los campos, no se detuvo en Jas puertas de la ciudad: la inval
La violencia urbana se manifiesta principalmente por un alo nivel
de delincuencia y crimimalidad de origen eeonémico y por un pudri-
miento moral, afectando a gran parte de la estructura social, Esta
lumpeniaacién generalizada era de esperarse y, mds que esta situacién,
Jo que sorprende es el asombro de 10s estadistas y de otros cireulos del
poder. Mal podria hoy la oligarquia quejarse de lo que no es mas que
Ja conseeuencia, levada a la cindad, de su politica en Jos campos desde
Jos afios 40: con su tradicional y muy cémoda amnesia, quiere olvidar
su responsabilidad histérica directa en la actual catastrofica situacién
S58SOLONIZACION
MTGRACION
conrticra,
190-1960
COLOMZACION URBANA,
1920-1840
MieRacion
|
COLONIZACION
MIBRACION CONFLicTo.
Ua colonicaciin urbana, fase moderna de Is uebanizactin
urbana. Frente a esta Wtima sélo acta en condiciones de maxima
crisis y cuando la caldera amenaza con estallar, pero a regafiadientes
y sin conviceién: no eon doctrinas, politieas durables o estrategias de
largo aleance, sino con medidas tapa-huecos tomadas en condiciones
de emergencia. Con total miopia s¢ horroriza frente a elertas situacio-
nes extremas, omitiendo decir que las suscité, y sélo reacciona con el
cuchillo sobre el cuello.
Tneapaz en su tiempo de entender 1a naturaleza del problema
agrario, la oligarquia también se revelé en los Ultimes treinta afios,
impotente para resolver las muiltiples contradicciones de la problema-
tica urbana. Después de su fracaso para enfrentar la cuestién agraria,
es muy dudoso que esté hoy en eapacidad de solucionar 1a cuestion
urbana. La clase que domina adentro, esta sometida desde afuera; qui-
za.su incapacidad para controlar la impetuosa. urbanizacion sea la mas
elocuente prueba y demostraciOn de su ineptitud para administrar y
dirigir el pais.
S59El manejo que se ha dado a los dos problemas mayores de Ja socie-
dad urbana, el empleo y el teeho, ilustra lo anterior: incapaz de promo-
yer Ja industrializacion urbana masiva, la clase dirigente trato de
resolver el problema volteando el orden de prioridades. El producto
directo fue crear una masa de propletarios de casas, desempleados ¥
por otra parte formar un verdadero ejército parasitario en el sector
terciario, ereciendo tambien un “lumpen terciario de la miseria”.
Mientras tanto se dio una breve ola. de industrializacién. Originada
en Ja situacion interna de los Estados Unidos después de la Segunda
Guerra Mundial y Ja guerra de Corea, sélo consideraba las necesidades
de exportacién de capitales y en ningiim momento lo que convenia al
pais. Experimenté un fugaz auge en toda la década del 50, pero decliné
hacia 1965 y se extinguidé antes de 1970, y hoy en dia algunas de estas
grandes firmas extranjeras miran hacia Venezuela 0 Eeuador y prepa-
ran su trasteo.
Ani ecabe sefialar un aspecto importante del cambio cualitativo
urbanistico ligado o a industrializacién y al fortalecimiento del prole-
tariado industrial, aunque numéricamente muy inferior al pletérico
proletariado terciario de cuellos blances. Con base en Ja teoria urba-
nistica “‘separatista”, de la eual tanto Le Corbusier como Sert 0 Wiener
son apéstoles convencidos, se disefia un primer parque industrial en
Bogota, sector Puente Aranda-Américas; luego esta ideologia Sale de Ja
capital, se riega en Call-Yumbo, Medellin, Itagili, Envigado, Barranqui-
lay otras ¢ciudades, ¥ con eso la industria, 0 por lo menos la arquitec-
tura del trabajo, pasa a un nivel superior, practicamente desconocido
antes: el conjunto de produccién industrial. Bs decir, unas estructuras
construidas en forma racional y téeniea con el anico fin de producir
objetos, mercancias.
Practicamente desde el siglo XVIII Ja produccién de mercancias
comerciales se realizaba en algun Iugar de Ja casa: en un espacio qui-
tado o agregado a la vivienda, segin ¢1 modelo que aun persiste en
Nobsa (Boyaca), en Aguadas (Caldas), en San Pedro (Valle) y en varios
pueblos de Narifio y de los Santanderes, este fenémeno perduré hasta
hace muy poco. De tal manera que la industria textil colonial de Santan-
der. por ejemplo, en cuanto a sus espacios de trabajo y produceién, a sus
modalidades laborales, no es muy diferente del nivel registrado en los
censos industriales de 1938 y 1945. Se consideraban entonces como “es-
tablecimientos indusiziales” a conjuntos productivos efectuados en una
pleza por 5 6 6 personas; hoy eso sc llama artesanado. De paso vemos
como en 1984 no hay mucha diferencia entre los “obrajes” del siglo
XVIII y la “industria” casera que acaba de Wegar de Washington,
rebautizada con el seductor calificativo de “mictoempresas”.
Comparando el pasado eon el presente y el proceso industrial euro-
peo con aquel que experiments