El
delito
de
callar!
No estabas muerto?, pareca que la voz de la mujer sala de aquel tono
violeta del cielo. No te haban matado?
Y le corra las manos, como modelndolo por todo el contorno de la figura.
Barrabs, mi hombre, dime es que me he muerto yo tambin y estoy
viendo las sombras, o es cierto que ests, en tu voz y en tu sangre, delante de
m?
El hombre, tomndole la cabeza con las manos le respondi:
Estoy metido en un gran asombro, y no creo estar vivo porque as debe ser
la confusin de la muerte. Crees que vivo?
S. Ahora siento la seguridad. Por qu no habras de estarlo? Vives y te
veo.
T lo dices. Debe ser as.
Pero Barrabs era ingenuo y alegre y ahora estaba triste; era dulce y
despreocupado y estaba torvo; era indiferente y en el rostro se le inmovilizaba
la obsesin.
Jehov
te
ha
salvado,
mi
No!. Es falso. No me ha salvado Jehov. Me salv un delito.
hombre!