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ALTERNATIVAS La investigacién y” presentacién de alternativas responde a los d plazamientos operados en la cien- cia histérica en los tiltimos afios. La muitiplicacién de los modos de desarrollo. In acontecimientos con. cebidos no tanto como merés real zadores de sus premisas anteriores, sino y sobre todo, como creadores de suis condiciones, ritmos y limi- tes propios, In revalorizaciéa de la accién de las clases y grupos socia- importancia del imaginari fi unas is de trabajo centrales en los esiudios que ALTERNATIVAS se propone brindar a los lectores de lengua castellana. La historia amplia constantemente: su territo- rio. Sus senderos expresan.ideolo- gias, filosofias y metodologias di- versas. Lo que ‘implica compro- mi Ce miso. do por quienes diri . NATIVAS. En_ pri gar: . la aceptacién de la diversidad. Nues- tra coleccion reflejara entonces el abanico de respuestas que Clio in- tenta dar hoy a los acuciantes ine terrogantes del mundo actual. Un didlogo que explica la presen- cia en ALTERNATIVAS de autores Provenentes de lorizontes tesricos distintos: presentarlos es un deber, aceptarlos, una opcién.. mente asumi rr 25611 00073 1979 Georges Duby Los tres ordenes 0 lo imaginario del feudalismo Introduccién y traduccién: ARTURO R. FIRPO Revisi6n técnica: REYNA PASTOR Se —y Ediciones Petrel Titulo de Ja edicién original Pot ee LES TROIS ORDRES OU L'IMAGINAIRE DU FEODALISME Disefio y realizaci6n de la portada: E, Mir Serif Primera edicién: enero, 1980 © Editions Gallimard,” 197 © De todos los derechos en lengua castellana: Ediciones Petrel, S. A., Av. Madrid, 138, Barcelona-2 Depésito legal: B-10.466-1980 ISBN; 84-85740.01-3 Impreso en INDICE. A.G., Caspe. 116 - Barcelona-13 PROLOGO La aparicién de «Los tres érdenes'o:lo imaginatio'del feuda- lismon de Georges Duby es, sin lugar a dudas, un acontecimien- to dentro de la historiografia. contemporinea. Obra excepcional Pues da respuesta simultinea a numerosos interrogantes que se debaten desde hace décadas, Por un Jado, clausura una lerga tra dicién de ambigtiedades de la asi llamada escuela de mentalidades que desde las primeras’ formulaciones de Lucien Febvre ! hasta los trabajos de la escuela de los Annales, ha intentado definir tun campo de investigacién que se presentaba por naturaleza vo- litil, inseguro, contradictorio: el de las mentalidades colectivas, los sistemas de valores, las representaciones, las ideologias. Con ‘Los tres érdenes» Ia historia de mentalidades deja de ser una historia ambigua? para convertirse directamente en historia so- cial, © mejor dicho, en historia simplemente, con métados pre- cisos y objetos delimitados, Por otra patte, el libro de G. Duby pone en claro y sintetiza Jo que para los historiadores del Medicevo aparecia como un enigma que se sabia, sin embargo, fundamental: el papel de 1o ‘mental en la historia de una formacién econémico-social que dura diez sighs, sus relaciones con el poder. su furncién en la repro- duccién de las relaciones sociales yen el mantenimiento del orden existente, su incidencia sobre las realidades materiales. Finalmen- 1, L, Frovne, La Psychologie et Uhistoire, 1958; La sensibilité dans Uhistoire, 1941. 2. Hacemos referencia al articulo de J. Le Gorr, «Les Mentalités, Une histoire ambigies, en Faire de Phistoire, 1979, 1 | “ay Bn 8 des Kin Dt Bn at Genttuye Ue. totes & gue. ree ores y he. ocear doleper. carolingios a los-capétos, Brivo L. eho waads , a I PRIMERAS ENUNCIACIONES Ast pues, dos frases: «En este mundo unos oran, otros com- Baten, otros ademés trabajan...0; adeide sus orlgenet, al Blvero Sumano estaba dividido en ies, otadoresTabradurpiehero. Tres tipos de acci6n: orare, pugnare, agricolariluboree- Do: lo. : — Fueron éstos_ grandes personalidades. No se han borrado, ues, todas las huellas de su-existencia.! Adalbecén, el mis ancia. Ho, 5 también el mas célebre por el papel que desempeié —el del traidor— en In traisferencia de la corona de Féanvia de los Sobrino \del arzobispo de Reims Adal- berén, primo hermano de los duques de Lorena, pertenccia a ua Tinaje muy poderoso esparcido por toda la Lotatingia y que aca- Par6 en esta extensa provincia un buen niimero de dignidades condales y episcopales. Muy alta nobleza: Adalberdn se sabia de wEriare lusssmant Sungre real, descendiente de los antepasados de Carlomagno. El arcbolea devcabicala venes que legarian a ser an doer! Ov Cobra res qr ntombre que Ievaba servia en esta esticpe para designar # los jé- obispos. Era habitual que esperaran en cl capitulo catedral de Meté que quedara vacante un pursto epis- Copal. Este Adalberén fue pues, canénigo de Metz. Parcce haber |, .R.,7. Cootipce, «Adalbero, Bishop of Laon», Studies in Medieval and Renaisscnce History, I, 1963; C. no editada; T. SciirrFer, «Ein deutscher Hishof des Hi glitd,, Gerard von Cambrai (1012-1051)», Deutsches Archiv, 19373 Hi. SPROEMBERG, «Gerhardt 1, Bishof von Cambrai (012-1031)», Millelat- ter und demokratische Geschichteschreibung, Berlin 1871, 2 completado su formacién intelectual en Reims, cerca de su ‘ti arzobispo de aquella ciudad y. gran’ prelado de la familia, Muy Pronto, en todo, caso, Lotario, rey catolingio de la Francia occ dental, le hizo su canciller, instalindolo en 977 en la sede de Laon, Gerardo provenia del mismo origen, Ademis, ilianzas re- cientes habian estrechado los lazos dé.su linaje con el de Adal- berén: éste era primo hermano de su madre.? Gerardo hizo sus estudios también en Reims. Siguié su carrera np en el reino del Oeste, sino en el del Este. En la capilla de Aquisgein, se sumé al grupo de eclesiésticos de alta alcurnia que servia al emperador Enrique Il. Este soberano, apoyindose en los ptimos de Adalbe- r6n, se esforzaba en restaurat el poder de los teyes de Germania en Lotaringia. En 1012, el rey Enrique confié, incluso antes de la muerte del obispo de Cambray, adelantindose al conde de Flandes que queria colocar’alli a uno de sus parientes, en esta Pequefia ciudad riberetia del feino de Francia, Iz funcién de obis- o, la cual tenfa adjunta desde hacia cinco aiios la de conde, a Gerardo, muy joven, pero muy seguro de sf mismo, pisteac} L05 dos hombres, que segiin sabemos fueron los primetos en 2 Utllizat el tema de la trifuncionalidad social, eran pues primos cercanos. Ambos sé habian formado en Reims. En esta ciudad metrofolitana, cerca del arzobispo, de quien eran ambos sufra- Bineos, se encontraban con frecuencia: discurrfan juntos, al me- 2. [He aqui, segin M. Bua, La formation du Comué de Champagne. Ege 952, vers. 1030, Nancy, 1977, pp. 128 y 204, las afinidades entre Gerardo y Adalbersn, a SaNEs,etta geaeatogia:’ Huawirtscinea, Die A ifinge des He 7 walogia: Hawiscica, Die Anfénge des Hauses Habsburg Usthenten“Geneloiche' Uniernachintes ee Oe ence W Ges Reiches im 9. 10 und 11. Jhd., Sarrebrunck, 1969. arenes fos: uno frente al otro. Miembros de la aristocracia Jotaringia, de la Gudl'se servian el rey de Alemania y, el de Francia en sus enfrentamientos, i en_las_sinuosidades de una misma politica. Desempefiaban. el mismo oficio,Y sf ambos hablaron de las tres funciones es por- . que ante todo, uno y ovo etm obipeR POS, * En los albores del siglo x1, un obispo posee su sede, su chix cedra (Cabedn, z fe uns cuded romana, Su_poder se extiende desde la‘ ciudad hasta las Frontera: deTp fivitas, hasta aquellos limites trazados en el Bajo Imperio que © cbepo Kin sobrevivensepmande ean unas de otras- En el inte- er 20 gotoior de cada an os ow poniable del rebafio, El verdadero Di fiado sus fieles, uv POF el bien de todo el pueblo, el obispo dirige la celebracién de ‘ache Jos misterios, Sus manos distribuyen lo sapra Dos siglos antes, Enecedwne salvo accidenté se To hubiera considerado santo; su accién se “ea Sete hubiera continuado después de su muerte; apareciendo en sucfos, predicando, advictiendo, castigando; desde su tembi, hubiera es. parcido maldiciones o favores. En el afo mil, la situacién ha cam ed iado, Pero todavia es necesario que el ODBPO 3 ‘en su sangre el carisma que predestina las funciones de detitrye~intercesor. Si lor obispos de Metz y de Reims se llaman todos memet —Adalberén y son todos vastagos de Ia casa de Ardenas, es mas una cuestién de magia que de politica familiar: Gnicamente ciertas estirpes parecen detentar el poder de comuniczrse con lo sible, 3 Rero afin es necesatio que este poder potencial sea actualiza- alors edo medlante un tor lr ameidne Tee AT ‘obispo es un + ecremediepersonaje Sigrids, un Cristo, el ungido del Sefior; al introducie- sewmonte- se en su piel, al penetrar la crisma todo su cuerpo, ha sido im- we Custe,pregnido para siempre del poder divino. Puede delegar en ottos we eeite [1 funcién sacerdotal_unciéndolos con el acene conagrado—ET- “Lo eascuc OblSpo Tos orden; orden todos los Fonisree ‘que, bajo su control, “**" eforcian Tor demontos eh Tavalteade eae Nadie que no haya sido Tnstitaldo por €, puede ONCE SiciTiclos, leva’ cabo los gestos rituales, pronunciar las férmulas propiciatorias, 23 El obispo engendra al clero (clerus). Despliega sobre él Ia ‘ioe a fide de on padie. Por filacin esprit, todas Ts opacohes ee Sacramentales emanan de-sus proj as Manos. ee . “1 consspaidn Ie face depstat ot don: la spicing ayes una mirada capaz de atravesar el velo de las apatiencias para a dubalas claves de la verdad, E e oh omer un Tenguaje mu alcanzar las verdades ocultas. Et obispo es el nico en detentar “2 sorbate bi Ptivilegio, compensado por Lael deber que tiene de difendirls. De ensetar a los ignorantes, de tcfortar + lor que ie dene fevian. Ror medio de Ia palabra ET obs. 5a . De una ciert Emplea ¥ antiguo qué la iayor parte de los hombres que ie s~r-ete)9 rodean no comprenden ya, pero en el qué, en la Roma imperial a al fin convertida, fue tradu icida la Escrituca siete os antes Porque el obispo es el intérprete de la labra de Dios lue, rio det calcara asic cada de Tiimas antiguas, se conserva, atacado eh todos sus flances ~ ype e=+ por la barbaric ristica, lo que no h: 1 desaparecido en el aiio mil de. dq_de la lengua de los libros, de Ia lengua regulada, ordenada, del ax latin puro. La sede episcopal es el centro de un renacimiento Permanente de la latinidad. Ei instrumento de esta funcién cul. tural es el laboratorio’ que flanquea la catedral, la escuéla tin reducido equipo de hombres de todas las edades, dedicados a co plar textos, a analizar frases, tercambian sin de los encantamientos, oo a imaginar etimologias, y que in- ‘ cesar entre ellos sus conocimientos, trabajan esa preciosa materia prima, ese tescro, * Una sola de estas palabras latin Mbie misen cecal nee PTican to mismo, fo? Frevisa entre lo para vamente las pal La unci ia tanto de ui obtener una benevol 4 antafio en Ia tribuna del fers las recetas del discurso eficaz, labras que, como ofrer las palabras de Jas homilfas, las palabras de Dios. as, el verbo orare resume la Over y redicar, que en el fondo signi- preatuat a ated a obispo en Ia coyuntura c celeste y lo terrestre, entre lo invisible y lo visi- Se paiabra, se in lado como del otro. Para lencia. El obispo alega, como foro, y por eso busca en Ci- Orator, € enuncia alternati- ndas Iaheadas al cielo, deben rovocar reciprocamente la efusién de'la gracia y Jas palabras qué.» dardn a conocer en la tierra lo-que la sapfentia descubre. Porque 3u _posicién es mediadora, intermediati spo. debe 65 mente cooperar en Ja testauracién de la ammonia entre los dos imundos, concordancia necesaria que el Demonio, sin cesar, inteoe” AUT AVTRAS por Tes Uetigos a lox que hi orleeiSy” Tos que transmite sus ensefianzas, debe constantemente desbro- ar, separar el buen grano de la cizafia, ahuyentar las tinieblas. Tuminando al pueblo, amonestindolo, y para ello, dirigiéndose ante todo directamente al personaje que le esti asociado, que es también prelatus, designado por Dios en raz6n de las vittudes de su sangre, colocado pot Dios delante de los otros para que los ule, pero para que los guie en el dominio de lo terrestre, de lo ‘material, de lo carnal: el feligrés privilegiado del obispo, el pei- ‘mero en recibir sus amonestaciones, es el rey, o bien, el principe, cl hombre que detents, «por la gracia de Dios», la principalis po- festas y que conduce, sustituyendo al rey, Ia parte del rebafio que ‘0 es conducida por el obispo, aquella que, diferenciéndose del cleto, del clerus, es llamada el populus, el pueblo. Siguiendo la ttradici6n carolingia, los obispos del siglo x1 se sienten en la obli- gaci6n de presentar ante los ojos de reyes y principes un espejo, Como uno dé esos espejos et metal pulido que ée emipleaban en esa poca, que reflejaban- muy mal los rostros, pero que sin embargo, mostraban sus defectos y ayudaban de esta manera a ‘orregitlos.* El discurso episcopal cuando se ditige a los princi- pes de la tierra tiene ciertamente este propésito: recordacles sus derechos, sus deberes y lo que esté mal en el mundo. Incitacles a actuar, a restablecer el orden. Orden cuyo modelo ha descu- bierto el obispo en el cielo. Discurso politico, el discurso di es abispos invite a reformar las flaciones scale Ese propa proyecto de SRM Ea eaatgod GS gia, I episcopado eS el prowttor natural de ideologta. * 4 Sobre'la importancia del princes, véase 1a obra més reciente de K, F Wenwen, «Westfranken-Frankreich ‘unter den Spitkarolingern und frihen Kapetinger (888-1060)», Handbuch der europdischen Geschichte, T. Scrurepen ed. 1, Klett, 1977. 4. J. Batawy, Approches dui Roman de ta Rose, Paris, 1973. 25 los mis carolingios de todos, por el origen de su estirpe. Pero Tami ida porque province Cleisteroe Re fa provincia eclesifstica de Reims, a Ta cual $s dos discesis pertenectan, constitufa el corazén de la Francia, de la * regiéa de los francos. El arzobispo' de Reims, Remigio, habia bantizado a Clovis. Sus sucesores segufan reivindicando el mono- Polio de consagrar al rey de los’ francos accidentales.$ Un siglo ¥ medio antes, en el momento en que la dignidad imperial se deslizaba icresistiblemente hacia el Este, hacia Aquisgein y hacia Roma, el arzobispo Hincmar de Reims habia almacenado los mé- Jores frutos del tenacimiento carolingio entre Reims y Compiég- ne, entre Paris y Laon (el «Mont Loon de los cantares de gesta, |a Ultima guardia de Carlos, hijo del iltimo soberano carolingio a quien el arzobispo de Reims Adalberén habla, en 978, privado de sus derechos, desipnando en la eleccién real al usuepador Tugo Capeto y a quien el obispo de Laon, nuiéstro Adalberén, habia traicionado). De esta provincia madre, Metz s6lo ocupaba tos | detos: era el extremo expuesto al salvajismo austriaco, Pero Ja politica de los otros reyes francos, Jos del este, los de Germa- nia, mediante el establecimiento de clérigos de Lorena en los obispados de Reims, de Cambray, de Laoa, habia intentado pre- cisamente reconquistarla, recuperar para si esta resecva de cultura, Observamos tanto en las catedrales de Cambray y Laon comé en Ja de Reims las reservas de las formas politicas francas. En sus depésitos de libros se conservaba viva, mis que en otros sitios, la memoria de estas formas, expresada en. el latin de los retort cos. Era tarea de los obispos de estas ciudades mantener este re- cuerdo, inspirarse en él para colaborar, mediante sis arengas, con l buen gobierno de los reinos. La ciudad de Laon dependia del reino del oeste. La de’Cam- bray, del reino de Lorena, fundida con el de Germania de los Francos occidentales, es decir, el reino de Francia; reino de los Francos orientales, es decir, el imperio —dos Estados separados for el Escalda y el Moss, cuyos'soberanos que eran primos, ambos Retederos de Carlomagno, iguales en prestigio, aparecian ante los Gaaterss ce principios del siglo xt como los dos pilares de la ristiandad, Mamados a amarse con una amistad fraternal, a reen- Pe E. ScuramM, Der Koni von Fran} i Das Wesen der-Mo- Yom 8 bi cam 16 Fads ee ae Das Wesen der Contrarse’ periédicamente en Ja fronteta para cofisiderar en con- junto los problemas comunes a todo el pueblo de Dios. En 1937, T. Schieffer present6 2 Gerardo-de yy “como “un obispo alemén: Ja pasin politica arrastré a este excelente erudito mis alli de Jo razonable: Gerardo era lorenés y no alemin, Hablaba fn romance y no en teutén, Es cierto que habia vivido en la ca- pilla del rey de Germania, era su stibdito; en 1015 se dedicé a convencer al conde de Namur y al conde de Hainant, sus primos, para que reconocieran la autoridad del nuevo duque de la Baja Lorqna, primo suyo; su principal adversatio era sin duda el conde de Plandes, Es cnt que la ciudad de Cambray pertenecia al im- Perio. Pero a esta ciudad se encontraba incorporada la antigua ciudad de Arras, que pertenecia al seino de Francia. Por esta raz6n Gerardo fue, es el cronista Sigebert dé Gembloux quien lo dice, el dnico de los Lotharienses que dependié dela parrochia francorum. Estaba' de’ este modo igualmente vinculado al rey-de Francia. Por este hecho y por su cultura sus inclinaciones se diri- gian hacia la Francia. Cuando el Capeto invitd los prelados de su reino a reunirse alrededor de su persona, Gerardo acudié ripidamente. Se lo encuentra en Laon, en la Pascua de 1018, en compafiia del rey Roberto. el Pindoso y, claro esté, del obispo Adalberén, En 1023 participaba de la gran asamblea de Com- pitgne convocada por Roberto para reformar Ia Iglesia, es decir, el mundo. Titular en realidad de dos sedes episcopales de las cuales una era real, Gerardo de Cambray-Arras pertenecla —no tan estrechamente sin duda como Adalberén de Laon— al cfrculo de los obispos que gravitaban alrededor del sey capeto y que se alternaban en sus funciones de «oradores», dirigiéndole un dis- curso moral ininterrumpido, o mas bien dialogando con él. Pues el rey del afio mil ténfa algo en comtin con los obispos: a lanbile TebTa tu DCE MEO der ae cuerpo del rey de Francia et impregnado con el aceite santo, y su espititu recibia, por lo tanto, la sapientia, Ocupaba un sitio entre.los sabios, que misteriosamente conocian las intenciones di- vinas, entre los oratores. Adalberén dice claramente a Roberto: «La capacidad (Facultas) del orator es dada al rey,6 recordandole que él debe, a semejanza de los obispos, inquirir, apartar a aque- 6. Carmen, v. 366 (hago referencia a la edicién, en prensa, preparada por . Carozzi) 2 los que, en el pucblo, se desvian del buen camino, recompensar y castigar como lo haté Dios el diltimo dia. Sin embargo, lz po- sicién de la persona real es ambigua. El rey detenta no solamente el cetro, sino también la espada. Debe consagrar una parte impor- tante de su tiempo a las armas y esto lo aleja de la escuela, Si bien esti en posesién de la «sabidurfay, no pose plenamente Ja cultura. Sin duda, es indispensable educar al heredero del trono de I misma manera que a los futuros obispos: cuando ain era " solamente duque de Francia, Hugo Capeto —y esto expresa am- pliamente sus aspiraciones— colocé a su hijo Roberto junto a los discipulos de una escuela episcopal, precisamente Ja de Reims. El rey sabe, pues, leer un libro en latin, sabe salmodiar las plega- Pero no sabe lo suficiente como para extraer todos los be- neficios de la luz que le Ilega del cielo, Necesita recurrir a auxi- Hares que le ayuden a descifrar el mensaje. Estos son los otros aratores que no han sidodesviados, como él por las preocupacio- nes militares, de Ia reflexidn sobre las cosas sagradas. Su funci6n ¢s Ia siguiente: poner en palabras aquello que la uncién permite al rey percibir confusamente. Porque los obispos tienen esta vena taja sobre el soberano: son expertos en ef arte de la retbrica. Esto les permite sentitse con respecto al rey en una situacién preponderante.-Hablando con propiedad: magistral. «Le reidrica que se apoya sobre la moral clvica es la fuente de toda vida civi Jizadan, esta proposicién que parafrasea un pasaje de De inven- tione de Cicerén, habia sido formulada por Gerbert, cuando dici- gia la escuela de Reims y Gerardo escuchaba probablemente sus ensefianzas. En todo caso, la retbrica era considerada yor Jos inte- lectuales de los capitules catedralicios, como un medio de gober- nar y de gobernar sobre todo la accién de los principes, los cuiles aparectan subordinados (subditi) a la palabra episcopal. Esto es 'o que Adalberén piensa y lo dice muy claramente: «Todo ef gé- trero bumano, 61 (Dios) lo ha sometido a ellor (a los sacerdctes) 22" precepton; eodo, es decir que ningin principe (princeps) gueds exeluidew. Adalberén dé Laon y Gerardo de Cambray se Sensidersn los maesteos (magistri) del rey Roberto de Francia, 7. Carmen, V. 258.259, ma como Alcuin lo habia sido de Carlomagno,* Hinemhat de Catlos: el Calvo, Consideran que tienen la misién de revelarle los princi : ios de su accion tem en particular, Ta ordenacion Ocilta »-~ oan f Ta sociedad humana. Es decir, Ia tri in. Los dos ObispOs, - os dos primos, dicen To mismo al mismo persouaie Es cor age unisono? gEn qué momento pues, hablaron de las tres funciones sociales? Ea * Noes sencillo fechar las dos frases que son el punto de par- ida de este estudio: aquellos que las escribieron no se tomaron el teabajo de incluir las referencias cronolégicas que hubieran fa- cilitado la empresa, ° Las palabras de Adalberdn forman parte de un poema diti- gido al rey Roberto, cuyo manuscrito, atentamente estudiado por Claude Carozzi, no es autégrafo; sin embargo, las tachaduras que en él encontramos hacen pensar que Ia obra se continué bajo el control del obispo de Laon hasta que su muerte, o Ja del rey, ambas ocurridas en 1031, la dejaron inconclusa, inacabada. En todo, caso el autor habia estado trabajando. poco antes de esta fecha. Lo que dice de Cluny permite: suponer que concibié su obra después de Ia confirmacién por el papado de Jos privilegios de esta orden Monistica, es decir, después de 1027. 1027-1031: una zona estrecha, una precisién excepcional para un escrito de este género. Gerardo de Cambray no dicté personalmente Ia frase que nos interesa. La encontramos transcrita, ea Ja introduccién de un dis- curso que él habria pronunciado, en el capitulo 52 del libro IIT de una obra muy conocida por los medievalistas, célebre en su época, que fue transformada y copiada vatias veces, y de la cudl se sitvieron numerosos cronistas: 1a Gesta episcoporum camara censium, Ja Gesta de los obispos de Cambray.? Se trata de una de esas series de biografias panegicicas que se compusieron en ex época en numerosas catedrales de la cristiandad latina, para cantar 8 L. Watrace, Alcuin and Charlemagne, Itaca, 1959 (la Disputatio de rhetoriea de Alcuino es un tratado sobre la realeza), W. Utimax, The Carolingion, Renncisance and the Idea of Kingship, Londres, 1969. 9. MGH, $5, VII; la frase aparece en la pagina 485, 29 0s obispos difuntos. La obra no esti fechada y no con: :6iteae poema de Adalberén, la redacci6n ,(3bea primitiva: Ha Hegado hasta nosotros transformada, servamos, me i - alabras que evocan la trifuncional ts , EF obras oo las, refinadas, en obras de arte exhibidas con- pre- fragmentada 4g agape ante un poqueto denulo de eiperon, cons pare dee experos tas para deel is ie is i utor, sus antiguos con Y teanudada por un continuador. Partiendo de las ingeniosas ob-' ot le Tos ‘conocedores, Tos camaradas del autor, gu servaciones criticas de E. Van Mingrot,!? el fragmento del libro’ III que contiene el enunciado de Ja tri- Particién social, pertenece a esta primera redaccién, es decit, que un canénigo de la catedral, muy cercano a Gerardo, lo esctibié - NO como se creia hasta ahora en 1044, sino cuanto més tarde en * los primeros meses de 1025.!" Esta rectificacién cronolégica es importante: muestra ante todo que Gerardo controlé muy de Cerca un relato consagrado por entero a celebrar sus méritos, que cl escriba ‘no deformé en todo caso su pensamiento, y que en consecuencia, fue él sin duda, quien empleé el tema de las tres funciones como base de una definicién del orden social. Por otra parte, muestra que este discurso fue pronunciado no en 1036 como se creia, sino en 1024. Antes pues de que Adalberén haya acometido la empresa de componer su poema. 1024-1031: el interval cronolégico se extiende apenas un Peco. He hablado de dos frases: en"tealidad no constituyen més que una. Al unfsono, Adalberén y Gerardo hicieron mencién del Postulado de Ja trifuncionalidad social. La Gnica diferencia entre . aMbOS esti en el tono. Gerardo era un hombre joven, activo, que Perseguia a los herejes, un orador de asambleas, que delegé en cites 1a preocupacién de registrar sus palabras. Mientras que, por el contrario, Adalberén, obispo desde hacia mas de medio siglo, €1a un anciano canoso que escribla persofalmente con esmero. Pero el canénigo que escribié la Gesta de Las obispos de Cam- bray también lo hizo con esmero, Al igual que su patron el obis- Po, al igual que Adalberén, se sometié respetuosamente a las teglas de la retorica, Escribfa con la mirada fija en los auctores, las eautoridadesn, teniendo cuidado de no alejarse de estos mode. los de perfect redaccién y argumentacién, hetedados de los tiem. S antiguos, de In época de oro de Ia latinidad cristiana, Las, podemos suponer que” sXrliisch onderzoek omtrent de datetin, wensiumm, Revue Belee de G. Dest, «Gérard de Cai 1024s, Coimpte rendu des les Lettres, 1976. i Gesteepiscoporum Philologie et d'Histoire, 1973, mmbral, la paix et Jes trois fonctions so- seances de Académie des Inscriptions 65, aus fivales. El escritor —Adalberdn, el canomigo exCo- nocido de Cambray, Gerardo que dirigia su mario— buscaba deslumbrat, superar a Jos ottos mediante el refinamiento de Ja construccién literaria, Sabia que serfa ante todo aplaudido por su virtuosismo, Estos escritos, este poema, este relato histérico son ejercicios escolares —y todos estos intelectuales, incluso el obispo de Laon a pesar de su avanzada edad, son escolares. Se tratal de intcoducir cén soltura, en los ritmos sofisticados de la prosa y_ el verso, una serie de referencias a los libros que todos los iniciados habyan leido y que todos recordaban, introducir, ademés, el juego, el placer del texto que consistia en identificar al pasar estas citas, encadenadas de una manera nueva y més sutil. En un punto preciso de estas dos obras refinadas, surge el enunciado del principio trifuncional. Es necesario, repito, no sacarlo de este marco, tener cuidado de no alterar el conjunto de palabras que lo circundan y que establecen con él una consonancia necesaria € iluminadora. Sélo la estructura de un sistema puede explicar, en efecto, que en esa época y en ese lugar, haya surgido el tema de las tres funciones. 31 La accién que se exalta en las Gesta tiene otros protagonis=? tas, Gerardo enfrenta a los dos soberanos de los que depende el doble obispado de Cambray-Arras, al emperador y al rey de ~ Francia; enfrenta a sus cbfrades, los co-obispos de ia provincia de Reims, al princeps, vecino y rival suyo, el conde de Flandes; enfrenta finalmente a un diltimo actor, al «pueblo». Gerardo tie ne evidentemente el papel protagénico en el teatro pomposo en el que quiere que sus gestos sean magn{ficemente representados. Por esto habla, sefiala lo que es verdadero, lo que es justo, lo que procede de Ib alto, lucha con las palabras, sin tregua, extrae de su memoria y de la biblioteca episcopal frases, versiculos de la : Escritura 0 de los Padres; nunca presenta un argumento que no EI texto que procede de Gerardo de Cambray, es sin lugar concuerde con los decretos del Evangelio, o de los apéstoler, 0 de 2 dudas, el mis antiguo de los dos. Consideraré pues, para €o- Jos cénones, o de los papas» y se preocupa especialmente, dice, de menrar el anilisis del sistema, la versién inicial de las Gesta - acumular las referencias escriturarias 0 patristicas, «con el. fin de. episcoporum cameracensium-que el obispo, en 1024, desconcer- que nadie impinemente nos-acuse de no presentar suficientes’ par tado ante la muerte de su protector, el emperador Enrique I, labras evangélicaso. Por esto habla permanentemente de la paz. mandé escribir, a la vez Para apuntalar su prestigio personal En el _género literario particular ia Gerardo aparece descrito como un prelado ejemplar— y para de obi tema central. Fra conveniente defender los derechos de st iglesia. Con tal fin, 4 de recurre al pasa- mostrar a los prelados esforzindose, uno tras otfo, por alcanzar lo para suministrar las. pruebas de una posesién legitima, afirma .~ ¢ az_piblica, como sediores inspirando’ temor, como pastores Sete pi, ou ams dil, ja ete Beno: “Surana ge snr on aries yd do en el momento en que se produzcan posibles impugnaciones. 3 L : ; le teal, sumando a Ta fuerza del rey los méritos complemen- a obta narra al comienz6, las acciones de fos primeros obispos pe™ y — tarlos sacerdocio, para que definiti i la de Cambray; enumera luego las posesiones de la catedral y los ‘ guucheoxe «justin? Fila sin duds la intencién de las Gesta episcopo- monasterios de la diécesis; por iltimo, en el libro IH, celebra Ja “Furi cameracensinm: celebrar el aspect «pacificador» del obispo manera en que Gerardo, durante los doce primeros dfios de su ¢ y,4 , Gerardo. Y esto especialmente por tres razones. La primera, ge- episcopado, represent6 su papel. Es aqui donde se encuentra-el eral: desear la paz significa desear el orden, el bien, significa clogio propiamente dicho, el alegato pro domo, y en este alegato “*°*e*° dherir a las Intenciones |h Fracesita. Desmenuzar ‘este libro TI, descubrir su arquitectuca: > PSH nares aeasoT llamada, Fitlos paris, eapecticulo. de pax? Mee he aqui lo que conviene hater ante toda des ceepo EHSTCST Tapio Us pas ls Fermectded pieoaos ps pbs stone 1 tarea 6 dificil, puesto que el texto fue trturado, desat- gt a 5: : lado, completado en 1054, después de la muerte del héroe. ‘eae que eI tanbnigo de Cambray, décil, erige, siguiendo s complican atin ms Ia cronologia de los las érdenes del prelado, este monumento de prestigio, la paz es hos relitados, que oxiginariamente no ers Tinel. El prime re. Sy la gran Supe de Risin deade hace wees ERT 1h log dee 8id®> 9 efecto, para hacer resplandecer ain mis @**" gue Try Robese er Pindoro-te ae 7 Te 5Se-dedican canjuntamente a restau- lie dr pas ieeleet los acontecimientos de manera tal °***~= ae tas ove Ia doctrina que inspiraba los actos de Ge- 22 ber} OP Konten: Das’ Bild' des geistichen Farsten in den Viten des 10, 11, 12, hd, Berlin, 1935. uw Be GERARDO DE’ CAMBRAY Y LA PAZ B S- Modificaciones 33 rarla y s6lo’se habla de ella en las asambleas, donde sivalizan, entre sf todos los viejos y jévenes obispos de la Francia, Por ‘tilt “mo, porque en’ nombre de la paz, Gerardo se obstina en sacar tuna astilla de su cuerpo, acabat con un pequefio problema, di recto, concreto, mezquino, que le irrita, que le impide concenttas su mirada en las cosas del espiritu, y escrutar los mensajes de Io invisible: en nombre de la paz Gerardo confla sujetae aun hom. bre que le disputa, dia tras dia, en su ciudad y hasta en las puertas del palacio episcopil, ef poder: Gualterio de Lens, el castellano. En Cambray, el obispo detents; desde 1007, por concesién perial, el poder condal. Es decir, que es duefio de ejercer todas las prerrogativas reales, lamar a las armas, juzgar, recaudar los impuestos de Ix corona. Pero en Cambray se erige un castillo, Este castillo, como todos aquéllos que estabin esparcides en el reino de Francia, representa el simbolo de la suprema autoridad temporal de la potestas, del derecho de seprimic y de apropiarse Por la fuerza. La imagen misma de una justicia dura, violenta, salvaje, eficaz, En este castillo se refugia una banda de guerrero apaces, de milites, de caballeros, cuyo jefe ¢5 Gualtetio, guar. didn de la fortaleza. Al igual que todos los castellanos de su época, intents beneficiarse con Ia funcién que ejerce. Balduino, conde de Flandes, esti detris de él, sosteniéndolo. Este conde es ¢l rival natural de todos los condes vecinos, y particularmente del conde de Cambray, el obispo Gerardo; la ciudad de Arras perte- Bete a su regi; tiene ya bajo su absoluto control el obispado de Thérouanne; quisiera dominar también el de Arras, unido en tonces al de Cambray; suefia sobre todo, incitado de vez en cuan- do por el Capeto, con extender su principado més alla de la fron- tera, a Lorena, es decis, a la regién de Cambray. Gualterio es uno de los peones que él maneja en esta avanzada, Sus ambicio- 25 emponzofian, en el interior de la ciudad episcopal, el conflic- Xf entoneces clisico entre poder eclesifstico —que es el que habla, cl que escribe y del que proviene todo lo que sabemos los histo. ores sobre este tipo de asuntos— y poder lao, entre el "she ¥ el hombre al que el obispo denuncia como «tiranon, el CERIO del pucblo, puesto que le disputa el poder sefotial. Dis- sorts trivial, permanente, Podsfamos preguntarnos si las Geita ne fueron en gran medida esritas en funcién de ella. bn toda M ee ‘so sus petipecias resuenan en todo el conjunto del relato, El debate.se habia abierto en efecto mucho antes del advenimiento de Gerardo, en la octava década del siglo x —en el preciso mo-.- ‘mento en quie por todas partes, en la regién de Macén, en Poitou, én la Isla de Francia, fos sefiores de los castillos comienzan a tejet alrededor de Ie fortaleza una red de coacciones lucrativas, un sistema de explotacién del campesinado. Apenas elegido, el ‘luevo obispo se enfrenta con su violencia. Durante la agonia de su antecesor, el castellano Gualterio habfa invadido la residencia del obispo y luego perturbado sus funerales; no retrocede: las Gesta cuentan queljunto con sus caballeros, sus secuaces, incen- * did los suburbios de Ia ciudad. Gualterio el maléfico, el agente del demonio, est presente casi en cada pagina del libro Illa lo largo del cual vemos entrecruzarse dos temas: el tema de le tira. ala y el tema de la paz, ze: au El elogio tiene pues ‘como meta principal, inostrar cémo el onhrcat buch obispo, defensor de los res, hace frente a la agresion de . Tog malaaek De tes anon Mer los. De tres maneras. Ataca primero al conde de Flan- des, el cual Fabta atizado el Fuego, acogiendo a om hijo que se a 2 Tabia rebelado contra él, como lo hacian entonces la mayor parte cose Qette Jos presuntos herederos una vez salidos de la adolescencia, o~=-___ impicientes por disponer libremente de los recursos del sehosie, easw+<46 azuzados por los camaradas de su misma edad, igualmente frus, . trados y ividos. En segundo Ingat, concluye con el adversario me. acuerdos y pactos particulates. Las Gesta registran minuciosamen- te lo estipulado y por esta razén constituyen una especie de legajo de documentos susceptibles de ser presentados mas tarde, even. tualmente, ante una ssamblea de drbitros. Pactos sobre el servicio de armas, sobse el reparto de los beneficios de la justicia, que ga- fantizan, segiin la usanza en boga, la entrega de rehenes, 1a pres- tacin de juramentos personales, El propésito de tales pactos sel de encerrar a Gualterio en una red de compromisos colectivos capaz de reducir sus aspiraciones de poder. Se confia sujetarlo también mediante el juramento de fidelidad: jurando sobre las reliquias debe comprometerse a servit a Geratdo como, segtin la Costumbre, los «caballeros de Lorena» sitven a su seiot y a su obispo? Es decir, que Gerardo hace de Gualterio su vasallo, Y 3. Gesta 11, 44, mom, 482. 35. esto ocurre en la misma época en que tal tipo de lazos comienzan a ser el fundamento de las relaciones politicas en la aristocracia del reino de Francia. Todo esto aparece no muy bien consolida- do y corre el riesgo de modificarse muy rapidamente, a pesar de Jos castigos que se prometen a los perjuros en el més allé. Todo esto es humillante para el gran personaje que es el obispo de Cambray, primo de duques, pariente y favorito del emperador. Nos falta Ja tercera respuesta, la mas noble, la mis gratificante, que es una respuesta ideolégica. Gerardo es sagrado, Esti i regnado de «sabjduria». Puede oponer lo tedrico a lo ci iano, Tos accidentes insignificantes del mundo terrestre, Ta inmutable Tegularidad de la ordenacién celeste: Su _mision consiste en dedi- tina armazén de poderes susceptibles de reducir el desorden gro- jente representado, id 1k f la _indocilidad, Ja turbulencia y Ja Stns Por un lado Tae Casta se presentan com “deal tuna coleccién de «pruebas» que servirin para procesos futuros. Pero esencialmente, exponen una extensa teoria de la paz. Situe- mos en el seno de este discurso, en el sitio exacto, la figura tri- funcional. * El tema de la paz se desarrolla més exhaustivamente que nunca, cuando el relato Hega al afio 1023. En [1 mayor parte del libro TIT, el autor relata esencialmente lo que ocurrié duran- te los pacos meses —decisivos para la historia de la formacién idcoligica que intentamos aprehender— previos al momento en comenz® a escribir. Los artificios de Ia composicién retérica rastornos provocados por las modificaciones ulteriores hacen exta especie de tratado de Ia buena paz se vea interrumpido per otros desarrollos, dividido, parcelado en cinco fragmentos. Bes 1 Gerardo aparece por primera vez fepresentando el papel c icacor én ef crpitulo 24: gracias a sus amonestaciones y porque proclama Ta verdad y Ia justicia, evita que dos de su Co- es. eT obispo de Noyon y el de Laon, su primo Adalberéa, ISR GACpor le aaay eL-coahate gue Toe entree ERE FO ev nada mis que ef preludio. conte poefacdae 22. El primer acto se desarrolla en el capitulo 27. La escena se sitta en Compiégne, en la asamblea reunida, el. primero de mtiayo de 1023 por Roberto el Piadoso. Las propias palabras de Gerardo estin aqui narradas, reconstitufdas: en este discurso co- mienza a descubrirse el sistema ideoldgico, Los més grandes per- sonajes del reino entre los que se.encyentra Gerardo —aunque a medias, puesto que ese_dia aparece un tanto como el represen- tante del emperador— han ido alli para deliberar sobre una re- forma de la sociedad cristi i os de los coepiscapr al ‘obispo de Cambray proponen una fort Ia paz de’Dios, que Geratdo condena, enunciando entonce contrapropuesta en la que se esboza su proyecto general. 3.° El tema de la paz reaparece en el capitulo 37, después de vatios capitulos que muestran al obispo haciendo frente a pro- blemas en“apatiencia diferentes, peto”prosiguiendo en realidad el mismo combate: ha vituperado por otras razones a sus coftades, los sufragantes de la provincia de Reims, que, segiin él, se apartan del buen camino, arrastrados por el desorden que poco a poco invade al reino del oeste, mientras que él, el lorenés, petmanece en la buena senda. A propésito de un acontecimiento ocurrido al- unos meses después de la asamblea de Compiégne, como conse- cuencia de ésta: ent agosto de 1023 Enrique II y Roberto el Pia- doso se encontraron en Ivois, sobre el Mosa, en los confines de sus reinos. «Aqui se establecié una definicidn (entendamos por esta palabra ta sentencia que cierta un debate) global de la paz y de La jsticia y la reconciliacién de wna mutua amistad: Igualmente agul se traté con la mayor diligencia y en profundidad de la paz de la santa iglesia de Dios.» * Visio pacis. Parecié que el cielo des- cendetia sobre la tierra y que la confusién y la corrupcién re- trocederfan bruscamente: ambos soberanos, lugartenientes conjun- tos de Dios en este mundo, se habfan, en efecto, puesto de acuerdo para guiar de nuevo al pueblo cristiano for Ia senda pre- vista por el creador. En el corazén mismo de esta disertacién sobre el orden piblico, ef canénigo de Cambray y su inspirador, qui- sieron éolocar el ejemplo de una paz justa, instaurada conforme al plan divino por aquellos personajes sagrados, que representan al Padre Eterno por medio del cetro y de la espada: los reyes. 4. Gesta in, 31, act, 480. 37 a eaTizacién del suefio. Vemos crecer el peligro en todos, a fos niiveles. En el mas Bajo, en Cambray: el castellano Gualicio se desata. En el mis alto, en la cristiandad: el emperadot inaere ne EB en julio de 1024 (capitulo 50). El capitulo 51 salta bruscafiea te al aio 1036 debido a una interpolacién del continuador, a ini 2 juicio, el segundo discarso de Gerardo estaba situado, en la Fe od daccién primitiva, inmediatamente después de la evocacién de’ Ta nueva oleada de turbulencia. Al igual que el primero, éste va di: figido contra los obispos de la: Francia, contra las disposiciones que acababan de tomar en 10243 La frase trifuncionali- dad constituye el preimbulo de esfe discurso en el que se crista- jiza la descripcién de la ordenacién social perfecta. i * Tea roe ordeal Soil Pete mez: ‘quina. Pero esto s¢ produce naturalmente, puesto que el serméa. episcopal sobre el tema de la paz justa, destinado al mundo en- tero, destinado especialmente al réy Roberto de Fraficia con el cual Gerardo, que atin no ha recopocido al nuevo rey de Germa- nia, Conrado, est’ en continuos tratos, se dirige también y tal vez ante todo, en Cambray, al castellana Gualterio. Este, en a Gerardo como un obsticulo a ia orginizacién patitica; el éenike de Flandes, el princeps, que peopone convocat tina reunién “gene- {at cn ls que-seri declarada, como en las didcesis de la region, Ja oueva paz. Ante esta ofensiva, Gerardo cede, scuciado tal vez Por los jévenes abades de Saint-Vaast y de Saint-Bertin que ter cian entre él y el conde, La asamblea se reunié en las fronteras fel condado de Flandes, entre la ciudad de Arras y la de Came * Bray, cerca de Dousi, en una pradera como era habitual slrede. dor de los relicatios, de todos los cuerpos santos del pals, pro- Sedentes de todos Jos rincones, y que formaban una epee de sactalidad concreta. Una gran ‘patticipacién popular: maxima lurba Gerardo|asistié. Toma la palabra, acusa a Gualterio de citar al acecho, cual el diablo intentando tentar a san Pedro, Por cl ‘contrario, ¢s él, el obispo, quien quiere organizat verde ramente la paz, la buena, Sin abandonar en absofuto para ello fo ue es a sus ojos esencial,-ordenando s6lo lo que autorizan la ley, los cénones que conoce tan bien y el Evangelio, Finalmente él prelado es quien promulga este reglamento de paz. Poseemos el texto que sé conserva en Ja biblioteca de Douai, folio 91, del manuscrito 856: la «paz de Dios que se llama vielearmente "tre- gua"» se_presenta como una prol uibicién. i at efecto, recibié con agrado las propuestas de los obispos de Fran-—- i. tua, desde Ia nodhe del oleate «ia, rechazando de esta manera la posibilidad de hacer justicia por sus ptopias manos y de'perseguir a los bandidos para atrebatarles, =, por In fuerza de las armas, el producto de sus rapifas: fcSmo Podia el obispo, su rival, a partic de ese momento, resistirle, a Janzar contra él a sus caballeros? Gualterio ve en !as instituciones en Beauvais y en otras partes, una esperanza m8 prohibici de paz que surgen en y Ps ¢ omer mulgado: de inpunidad, una brecha abierta en la linea de defensa de los intereses temporales de Ja Iglesia. Se le presenta Ia ocasién, en ‘lle ee este mismo afio de 1024, de consolidar alrededor de su castillo is ere el pequetio principado auténomo con el que suefia. Emprende slenthtae {a tate, sostenido por dos aliados: el «pueblo», al cual ha gana- do para su causa, tras haber denunciado pablicamente al obispo yer 5. 4S; DE SET, De Paces Dei der bisdommen van het graajschap [eeerderen (1024-1119). Kritische studie en teksivitgave, Tesis, Loyaing, Rio (inésita); H. Puavetez, La violence et ses rembdes en Flandre 7 Xie sitclen, Sacris Erudiri,’ 1971, 101-173; J.-F, Lewantontgn, «Paix GueianesMonastigues en Frandre ét en Normandie autour de Vannée 1025, ues observations», Mélanges Yver, Rusn, 1976, 38 &&.-En estos. perfodos nlagtin hombre qUe-Vivi- SmI da 9,ine lt atraviese podré hacer uso de un azma, salvo el rey evan, asta él lunes por la mafiana y du- ‘ante las thoeas de abstinencia y de purifiGeion eee a Jas tres grandes fiestes cristanes Poe Neo vi Pentecos- Hs En estos petlodos alogin hoibte que Wrath — spo les aplicaré penas eclesiésticas: serin exco- » encerrados durante siete 0 treinta afios en el ordo de los penitentes, aislados del mundo, excluidos, desarmados cont flenados a la abitinencia sexual. Este edificio’ de preceptor y de Brizss: etlgido con el propésito de impedir las explosiones fiotencia en una sociedad en descomposicién, que dejr sitio ‘oad ann accibn represiva leitima, la emprendida sélo por el rey y ANE gorons el anatema lanzado contra los herétics, aparece cone, truido segtin un plan que proviene de Dios, $a sertidor, aquel Que ha sido impregaado de su sabidurfa por la uncidn de la cone sagracién, ha tenido en sus manos esta tarea: los auxillares del Obispo, Jos sacerdotes, son quienes asepuran su defensa pues 39. tienen Ia misién exprésa de orar (orare) los domingos'y dias % de fiesta en nombre de todos aquellos que observan' la paz y de maldecis a los infractores: La pez de Douai, que cteo poder fechar en, 1024, atafie, a los oratores y al rey. El texto de uaa carta epis- copal muy parecida se encuentra en el manuscrito 67 de la bi-e, repartido en tres fragmentos que se complementah, la arehga' de Compiggne, la de Douai y Ja de Arras. Es necesario analizar muy de cerca wna tras otra si queremos comprender cémo y porqué, en 1023-1025, Gerardo de Cambray. juzg6 conveniente demostrar Gus ante la faz del mundo «gue el género bumano desde sus orkgenes, blioteca de Laon, Este procede de Adalberén, que continud la is,d..q estd dividido en'trem. via trazada por su primo Gerardo. _ Vemos pues ast recompuesta, desembarzzada de la confusién de acontecimientos que cubre y, a menudo, desarticula la expo- 1S duvisteoe Aelita 400 sicién, la teoria que enuncign- las Gesta para justificar la sinuosa qu-heas politica del ‘obispo de Cambray frente al. castellano. Gualterio, para disculparse por su compromiso, por Ja adhesién que final- mente da, de mala voluntad, al movimiento por la paz de Dios, para explicar por dltimo las disposiciones particulares que aca- baba de tomar en su carta episcopal, en Ia que hacia ciertas con- cesiones para salvar lo principal: ns teotia del orden. del_ poder de la sociedad. La alusién a a trifuncionalidad social aparece ‘So dee agin oe dau pan ToT pregintarse donde, cuindo y en qué términos Gerardoslo pro- rnuncié, Sia embargo, para captar en su totalidad el sistema ideal, enunciado sélo parcialmente en este discurso, es necesario atin analizar otto sermén, otto mensaje emitido por el mismo locutor Y que es inseparable del primero, Esta proclama doctrinal-no esti en el texto que conservamos dé las Gesta, Pero es probable que haya sido el mismo esctitor el que le dio forma, el candnigo que cumplia, al lado de Gerardo, In funcién de secretario. Cono- cemos su contenido gracias al manuscrito 582 de la biblioteca de Dijon. Se trata también, en este caso, de una re-esctitura, Bajo la forma’ que ha Ilegado hasta nosotros, este segundo discurso no es, pues menos imaginario que el de las Gesta. Tenemos, sin . embargo, Ia certeza de que transcribe el discurso que Gerardo Pronuncié efectivamente y esta vez sabemos con precisién en donde y cuando: en Ia catedral de Nuestra Sefiora de Arras, en enero de 1025, ante un pufado de herejes a los que el obispo habia venido a juzgar§ E! enunciado dei sistema ideolégico nos llega, pues, dislocado, 8. Sobre este tent Sct snd “Atte ‘v6ase el reciente trabajo de E. vAN MiNoRot, sis (1025): Problémes de critiques de prover | . 1976 (Mélanges G. Fransen), pp. 201-250. a evrmpusnt bg * . Los lineamientos’ del sistema aparecen en primer Iugag en el alegato por medio del cual Gerardo el primero de mayo 8 1023 respondié al obispo de Beauvais, Garin, y al obispo de Soissons, Béraud.? Estos, en razén de la debilidad (imbecillitas) del rey y de la virulencia del pecado, viendo el «estado» (status regni) quebrantado, trastornados los derechos de cada uno y anulada toda especie de justicia, propusieron, por el bien de la cosa pir blica, aplicar en la «Francia», es decir, en el norte de Sens y de Auxerre, las férmulas prescritas poco antes por los obispos de Borgofia. Hicieron la propuesta conjunta de «gue ellos mismas todos los hombres se vieran obligados bajo juramento-a la paz y Ta justiciay. Los ottos obispos de la «Galia superior» S€-FARIMETOM-E Bite punto de vista, Otras fuentes nos,informan que al afio siguiente, Garin, al menos, hizo que en su didcesis se prestara un juramento colectivo que reproduce casi palabra por palabra el usado por los prelados borgofiones en 1016, en el concilio de Verdun-sur-le-Doubs, en el que patticiparon el rey Roberto y Béraud de Soissons* aati Gerardo se neg6 y explicé las razones. Ante todo, por miedo al pecado, Segiin él, el consejo era pernicioso: si se obligaba a todo el mundo a jurar so pena de anatema, se corrfa el riesgo de que todos se transformasen en perjuros. No olvidemos Ia gra- vedad extrema que en la época tenia el juramento, este gesto sa- cramental, esta especie de desafio lanzado a Dios. Era tan terrible que le estaba prohibido a los personajes imbuidos ya de lo sa- Brado, a los obispos y « los reyes. Aquellos que, por: descuido, 7. Gest uw, 27, ox, 174. es 8. BoNnavpDeremane, «Les institutions de paix dans la province ecelésiastique de Reims ati Xie sitcles. El Bulletin philologique et his: forigue, années 1955-1956 (1937), publicé, yuxtapuestos, estos dos textes, 4 violaban su fe eran amenazados con, castigos espantosos. hombres que se atriesgaban a prestar juramento, considerindose lo suficientemente fuertes como para no romper jamis su coin promiso, cometian ya el pecado'de orgullo. Detrés de este iied al sacrilegio, se oculta ott el de la conjuracién, Miedo gil habian sentido los carolingios: Carlomagno habia srescrito ‘que ‘no ae debla jonas aunca, salvo ax tes coauastnee eee ‘prometerse Con el rey, para comprometerse con su propio sefor’ ) por Uline er ue bebe aoa eee eee ). fe una acusaclGn 0 para disculp smo, En su posicién “davaabtoy Ceeard Se moiiba os este panto perfecamente oe petuoso de la tradicién carolingia, El juramento de vasallaje que habia exigido al castellano de Cambray entraba dentro de una de estas tres categorias licitas. Compartia la actitud de todos Jos eclesiisticas que, como Abbon de Fleury 0 Burchard de Worms, coleccionaban entonces sentencias antiguas, esforzindose pot cons. truir un cédigo y que temian también las conjuraciones, en la época en que en el norte de Francia el pueblo de las ciudsdes as- piraba a vincularse de esta manera, por medio de un juramento Colectivo que unia a los iguales, precisamente para restaurar la paz, el resurgimiento de las viejas asociaciones paganas: que ha-~: bian horrorizado a los consejeros de Carlomagno, Gerardo no quiere seguir a sus colegas por otra razén: sus Propuestas, lejos de conducir a Ja estabilidad, quebrantarfan el Status, 00 s6lo del «reino», sino también de la «santa iglesia», es decir, de toda’[a cristiandad: En éfecto, providencialmente se han hecho cargo del cuidado de este aestadoy, dice, «dos personar {eielay, asdentas COONS TTA TO SI aT pee aay To Gta er CHa Te pease eT naturalezas To-éstan en persona sacerdotal y la persona ; Ja de combate (pugnate).» Aqui estin, pues, las dos palabras? se gaia “los que ora, Tos ue combaten —dos de las tres funciones. Uni- Gerarete sis. Gerardo explica: «Es deber de los reyes reprimir las sediciz y dabar "es mediante su virtusy (energia que llevan en su sangre, fuerza ator 09 la que han sido dotados, cualidad especifica de Ia segund® er los tratados de ee ; paz. A los obispos (que son la fuente del sacer- CO cia Ta Coreg a Poriden las dos formas de accién comprendidas ed Pad verbo. Pelee a los reyes «para que combatan viril-. . mente por la salvacién de la patridy; orar «para que venzam. La Lo Qu funcién de los oradores consiste en sostener mediante la palabra la ic accién militar dirigida por el rey. No tienen fa funcién como °. i lo pretendian los obispos de Beauvais y de Soissons— de ocu- arse personalmente de la guerra y de la paz. En esta primera fase de la enunciacién, las funciones estin ya ©* © Pfesentes, como un elemento de las estructuras del Estado. Pero ~eot~ afin no son mas que dos. El texto y ef contexto nos.permiten, ta pol al menos, discernit, quignes son los hombres encargados legit mamente de estas dos funciones, Cuando Gerardo de Cambray 2 # habla de oratores y de puguatores, no piensa en todos los cléri- meets Bes i en todos los guerteros. Piensa en los obispos y en los reyes. v po. a es = ~~ Para reconstituir el conjunto del sistema, creo conveniente pasar de inmediato al sermén de Actas, Este es incomparable- mente mis extenso; bajo las érdenes de Gerardo, fue ampliado hasta Megar a ser una verdadera suma de auténtica docttina, En Artois se habia constituido una secta que proponia una’ justicid, una regla de vida, que se creia capaz, sin necesidad de recurrie 2 los sacramentos, de conducir a la salvacién. El obispo de Cam- bray-Arras tuvo noticias de ello. Entre Ia Navidad y la Epifanta de 1025, durante una statio que realizaba como era. habitual en su segunda sede, ordend una investigacién, una inquisicién, Esta era su tarea: descubrir las desviaciones. Sin recurtit —y de esto se cuida bien— al brazo secular del princeps, el conde de Flandes, hace coger un jueves por la noche & los miembros de Ia secta, que se dejan prender. Su qjefen ha huido; quedan algunos adeptos que permanecen en prisién ‘tres dias. Durante este tiempo, el obispo prescribe el ayuno a los clérigos ya los monjes de la did= cesis —no a todos los fieles sino s6lo a los servidores de Dios: Gerardo ve con desagrado que todo el mundo ayune, como ve con desagrado que todo el mundo jure. Este ayuno es purifitador. Debe ayudar al prelado en su misién de verdad, para que perciba mero cateniho del dopey atlies af contenido del dogma catlico. FT treet ia, ue dosingo, dia Tuminoso —el relato esti leno de’simbolos: los sectarios han sido encarcelados la noche del jueves, en el mismo dia de la 43 semana en que Jesiis fue traicionado por Judas; la verdad debe prorrumpir en Ja mafiana del domingo como ocar surreccién de Cristo= el gran espécticilo s¢ rhonta anite'los og" del pueblo, verdadera fe, el crucifijo, el libro de los Evangelios. s¢ sienta en el centro, cubierto con todos sus ornamentos; alrede.’” -dor-de él, de pie, los archidiéconos delegados a cargo de la dis: ciplina, y delante de ellos, las dos partes en que se divide neta- mente la sociedad cristiana: el clero y el pueblo. Se canta un salmo que implora la legada del Sefior. Se inicia entonces lo que se llama un consistorio: los abades, los clétigos, cada uno segin el grado de su ordenacién, se sientan a ambos lados del obispo; éste presenta ante el pueblo a los acusados en ese momento in. troducidos y los somete'a un interrogatorio. Estos hacen sus de- posiciones. ~De dénde proviene semejante ensefianza? El here- siarca, un italiano, predicaba ante ellos sobre los Evangelios y las Epistolas de los Apéstoles; se basaba s6lo en une parte de la Es- critura, en el Nuevo Testamento. (Qué doctrine profesaban? Coa. sideraban indtiles el bautismo, la penitencia y 1a eucaristia, todos los sactamentos «anndarrdo (de esta manera) /a'Iglesizn; condenan el matrimonio; rechazan toda devocién a los santos, a excepcién de los apéstoles y de los mértices. A continuacién, una discusién: al obispo que les muestra que todo lo que rechazan se encuentra en el Nuevo Testamento y que en consecuencia su doctrina con- tradice Ia ley, responden’que no existe en todo caso ninguna con- tradiccién entre [a ley y su regla de vida. Muy buena respuest ‘estos hombres no se arrodillan, no evitan la controversia; son ca- paces de explicar con ciaridad la regla que creen seguir: huir del mundo, dominar el deseo carnal, vivit del trabajo de sus manos, perdonar las ofensas, amarse los unos a los otros dentro de Ia sects. Para quienes observan csta regla, el bautisiny, repiten, no ¢s absolutamente necesario; para quienes no la observin, no es suficiente. El bautismo en efecto no posee nada de sigtado #5 oftecido por hombres de vida reprochable a nifios irresponsa- bles, que legados a adultos, pecaria necesariamente. Después de este intercambio de palabras, el obispo pronuncia su discurso. El «libelo» que contiene 2 argumentacién, apuntalado con referencias a la Biblia y a los Padres, se difundié ampliamente bajo esta forma seguea y dogmitica (sin lugar a dudas, el obispo 44 te con la reve en Ia catedral. Se han dispuesto los testigos de Jaa: EI obispo. 4 4 to cuando se paso a escribit ‘Adalber6n de Laon conocia este text su poema). En él, Gerardo tiene cuidado de no llevar el debate on los heres al terend de la regla, de la ejustican, asi dee, impuesta por ellos mismos, Pues st pepe eee er a la ensefianza evangélica, es ponerla efectivament Ta secta se considera una sociedad de perfeci6n, ia etic aE ferencia de aquellos fervoress grupos, ailados de ls deshonsss del mundo, que son las comunidades monésticss, de ls que ‘ 2 Gerardo hace sélo ha puesto en duda su ortodoxia? d alosibn 2 te moral de los herejes. Como conclusién de su arenga: Ie cverda que las obras no son suficientes, que es necesaio Ace” os, difundido por int centar Ia gracia, ese don de Dios, P rt cin institucin, Ia Tglesia. Porque, en efecto, ésta es Gerreste Ja intencién del discurso: demostrar que los sacramentos dispensables. ‘ i ia desviacién —radical, violenta que se aficmna en los aie det aio mil como uno de os signos tal vez el mis convincente, dt THUTGOSO Vigor que arrastrsba a Ja civilizacién occides srunt risa & ne meno consiste en criticar a los erigos y = demunciae su impureza, smo eh querer prestindie de ellos. Fn ne ar Ta wbilidad” del lero. ZPOr qué ciertos hombres, aslAndose ae los demis, afiemarin:detentar el exorbitante privilegio de ie minitrar lo sagrado? {Cémo juifcar que un pequeso gripe & i tiendo de esta reserve semejante monopolio, some! pera el fet i ; 1. problema, revolucionario, de la sociedad a su yugo? Este es el : que plantes la herejfa, Gerardo se dedica a darle wna respuesta, Exist es un hecho, en el seno dela sociedad humana, un Hinite infranqueable, que alsin a una categoria particular, un gorden> (ordo), dice el obispo, cayos miembros han sido designados. pa HTevar a cabo, solos.en beneficio de todos los demés, letos actos, Esta Frontera creunscribe un tereno esicamente seedy ve cit mundo edocio. «No es licito que un hombre del 1 ! anne del scerdote, enya funcién (officium) no puede cum. pli y nse disciplina desconace, no pudiendo enseiar aqualo 4ve hno sabe.» Por Io tanto, el «maestro» al que han seguido Tos sec tatios de Arras es un falso maestro, Esta segregacion, este mope, polio de un oficio litirgico, de una regla de vida y de un s 9. PL 142, 1294. 45 a s re ~~~ derivan de una operacién mistetiosa, casi mégica: la unci6a.!9 Este caxssignon de lo sagrado es el que instaura el ordo (esto €s lo ques cs =, Gerardo). Los obispos “«ordenany. al clero ungien: 5 te las manos de Tos sacerdotes —sus consortes que comparten ~s8e~ sa condicOn— y media a An roertitiGnes de oftecer, a su vez, sacrificios, El poder inexpli te quxdel ctisma, que una mano trasmite a otras manos, engendti’ ei jena él interior del orden sacerdotal una jerarquia ineluctable. Este edo SUetpo representa en si mismo un orden, dirigido por el episco- pado. Como el espiritu que gobierna la carne, los obispos gobiet- nan Ia Iglesia." La Iglesia como tal se define en el punto 16 dél discurso, el antedltimo, que precede a la breve condena de la secta y cons tituye el desacrollo dltimo que cierra toda la demostracion po- Iémica, Los editores de la obra de Gerardo dieron por titulo a este capitulo: De los érdenes del gobierno de'la Iglesia, en el que se subraya, con rzén, un término clave, !a palabra ordo. En efecto, el tema que se desarrolla es el del orden —para mayor precision, el del sistema ideolégico que intento reconstituir. Cuando se refirié al matrimonio, Gerardo habla hecho ya mencién al orden, a la necesidad de una distinciéa de orden (discreto ordinis) entre los hombres, entre los vatones.adultos de la especie humana. Se dirigia a los herejes que condenaban €l matrimonio y que pretendian hacer extensiva la prohibicién a todos; pero también atacaba a los clérigos, muy numerosos a comienzos del siglo x1, que pretendisn, por el contrario, que todos tuviesen acceso al matrimonio y ellos en particular. Se pre- guntaban cual era la razén que les obligaba a renunciat a sus €sposas, afirmando que los hombres no son Angeles, que la con- tinencia es un don de Ia gracia y que es un abuso querer impo- netla por decreto. El obispo de Cambray les responde que co- meten un error, puesto que ef realidad ciertos hombres perte- rnecen, no absolutamente sino a medias, a la categorfa de los an- eles. La regla de vida que siguen, dice, los separa (el verbo la- 10. mL 142, 1289, IL. pe 142; 1294, 12, me 142, 1507-1309, 46 na wosetaneguiere decir precisamente la palabra sactamentum en la cee tino que emplea es dividere) del pueblo; en particular, agrega, estan eximidos (observemos bien esta idea pues esté intimamente telacionada con la forma que es Ja figura trifuncional) de Lar fareas, serviles de este mundo, Estos hombres que se distinguen de. esta manera de los otros, que estin alineados en un orden pasticular y para quienes esté prohibido el matrimonio —origen de’ contaminaciones— puesto que no pertenecen completamente, al universo carnal, son, sin duda alguna, los sacerdotes, Sin em- Dargo, en este momento del discurso, hay slo una prefiguraci6n => de la teorfa, que encontraemos expuesta en toda su coherencia en la peroracién: Feb 1 Gerardo habla ante todo del orden en singular: el order golecusst en la administracion de Ta Iglesia se ajusta a la ordenacion di- 4s y0-1 Sigs pbs anh trachea acest intemporal, incluso una proyeccién del_pensamreato de Dios: 2. Ta ants iglesin, nuestra madie,la_caia_ de Dios la tea Jenusnlén_de_carribay (uperia)_pestenscetaate-al-cielo camo dame pater 3 To Tnvisible come a Jo visible.Fl orden-que po jenna Ta_erclesia y que_en-tealidad Ia instaura, abarca_en con- secuenda ua edificio de dos pisos, el inferior (el mundo te- shoe Sea) GE pr Te TE las disposi- we-yeve, ciones_del ERS eT area TegUTE te CoMTUMTCNCTGR “etre hia aba y pation y_particularmentéaquetiz pOTOR_ascensfonal_que ha 7 {2 hecho que ciertos hombres, que residen normalmente en el mun- “< do terrestre,-ateancen Ta_ciudad superior, habitada normalmente SpE TEE TOG "ePor an Ta Tot Donbres rena Te toni ‘ila de Tor angeles; por otro, los hombres peregrinan aiin sobre a tierra (estin en camino, en marcha como los hebreos hacia la Tierra Prometida) suspirando-aspirando (a elevarse también)». Esta proposicién es fundamental. Establece que no existe ninguna barrera entre las dos ciudades superpuestas; que cn la superior hay un reino; que una tensién —a misma que cien afios més tarde quiso expresar el -escultor del timpano de la catedral de Autua, al alargar desmesuradamente el cuerpo de los resucita- dos— empuja a los hombres a elevarse a aquel reino, al cual algunos han logrado Ilegar. El canto de accién de gracias del Apocalipsis, V, 9-10, presente en la memoria de toda Ia alta 13. PL 142, 1307, o jerarquia eclesiistica, dice claramente que estos hombres son sacerdotes. a 3 La proposici6n siguiente no es menos fundamental! ; tanto en Ja tierra ‘Como en el cielo los seres estin colocados en so térdenes distintoo» bajo la autotidad de un soberano que reina ‘en la ciudad celeste: el Cristo." Este sefior ejerce su poder de .- dos manera’. Ante todo como sacerdoter en ef BEMACIIO que ais ne lebra continuamente el sactificio, intercediendo por ae gloria desu mais patezal, el Cristo asume, en Ia cispide dela ) * jeCqiTasis Tuncion sxcerdotal, Simultineamette mane eee reir @Rey de Rejepy. Es sigatendo sa ejemplo y en delegacién suya sans GERD To yee te IT ae gudoscde aplieartralety deteiminan lo que os iadoeeet anes > ter TESTE 4 i tr-fusticir por lo tanto de la paz, Desde lo alto de los cielos, adit is Sor OUR aS Provincis, celeste ¥ terrestre, de un princi pido total. Jefe det puerra, models de Tos jetes de guerra, di tos (dis fea ey fos Cuerpos de Tos efec- rige «en Ordenes di citer en aquellas ceremonias litérgicas que son las batallas) toda uuna_cmilician, espiritual y temporal. Juez, modelo de jueces, pre- ‘dels corte apres Tone Pere ta_palabra Tatina—testgna en Ta & Taney la casa_ noble! Cristo es visto como un juez y Gbee eon pede de rata, un padre nuttidor, que da 2 eada uno To never. En el panto culminante ex pede de << [a pirimide de mil peldaiios, hay un Gnico teino. S4lo el hijo de Dios cumple las dos furciones que el primer discurso de Gerar- fo, aquél de Compitgne, mosteaba distribuidas sobre la tierra entre «dos personas gemelasn: orare, oftecer sactificios y hablar; phe. pugnare, luchar vv e. Es"posible incluso considerar que a 2 , luchar_v vengarse. Esposible incluso considera considerai dos Funciones se le agrega, implicita, uns 2 ach 5 nes se rcera: decernere,, o> repart i alimentat, Para llevar a cabo esta funcién, una yi F esen divinidad cristiana, principio y suma e todas las posibles funciones, el Cristo necesita de auxiliares: en el cielo recibe ls ayuda del «orden» admirable de los angeles, Ge cia aa amninistetion, del «oficion (ministeriam) de los (ministerium) 14, PL 142, 1507 48 peas orando y suplicando; ain derecha del Padre, en Ja feIS-aNG"de Tos cielos el Cristo, 5 la fuente deg eereesenitre Tas 4° Otro niicleo del sistema: los dirigentés de la sociedad humana son los «ministeriales» (ministri) del Sefior —es decir, los agentes espetializados de su poder: La funcién ‘nica del rey- de lds cielos se encuentra repartida entre ellos, désdoblada; com- partida (no hay sitio aqui para un tercer oficio). Estas dos partes subrayan la diferencia entre las «personas gemelas», los oratores y los pugnatores. Es decir, entré los obispos y los reyes, delegados directos de Jestis. Estos constituyen sobre la tierra las dos fen’ tes de donde proviene, propagido de arriba hacia abajo, por grados, por «érdenes» (la palabra esti en este caso en plural) ‘idispuestos», colocados claramente por Dios Padre, todo poder de , orar 0 de combatir. ey = 52° Orden, grado, escalén, jerarquia: el orden terrestre €s we iaon br tence oes opera Grden Clete: Exe una ordinaco ite Tas dos chidades (que oF FealiAd no constituyen mas que tuna —puesto que se fundirin completamente en el. fin del mundo = ool gue ge aproxima— y es justamente por esta razén, que és necesario lenestreestar preparados, ayudar a la transicién, a la fusién, reduciendo > Lnusnslelgs discordias que ineluctablemente se inmiscuyen en el piso infe- 2 evel tior del cosmos, donde reina el cambio y la corrupciéa). Al Hegar duct. 2 esta encrucijada'de proposiciones cuyo encadenamiento constita- ye el sistema ideolégico expuesto por Gerardo, éste jnvoca enton- ‘es explicitamente, para dar fuerza su alegato por la restaura- cién del orden terrestre, a dos autoridades, Hace menci6n a dos «Padres», a dos obispos, a dos oratores. Ante todo a Dionisio el ‘Ateopagita, personaje que en la época se le atribufa haber sido, al mismo tiempo, el primer obispo de Paris, cuyos restos reposa- ban en el monasterio de Saint-Denis y discipulo de san Pablo, autor de dos libros: «De la jerarquia (0 det principado) angélica y eclesidstican,}* Gerardo solo menciona su nombre, ¢Conocla di- Tectamente su obra? gLa tuvo entre sus manos en Ia biblioteca catedralicia? ¢Podia citar pasajes? En todo caso a quien cita abun- dantemente es al otro autor, su fuente principal: Gregorio Magno, obispo de Roma. Dos citas, La primera —no nos sorprendamos— es’ precisa- mente aquélla que sirve de base a la exposicién de Loyseatt sobre 15. 16. pL 142, 1307. PL 142, 1308, 49 la Jerarguia y la disciplina. He hecho ya de este texto un intento de traductién en Tas paginas introductorias de este Fibro. No esta de mis volver a leer estas palabras sobre la desigualdad y sobre {a necesidad de obedecer, puesto que Gerardo de Cambtay las introduce aqui y son necesarias para desentrafar los engeanajes de la miquina ideolbgica. «Las disposiciones de la providencia 1 tina ban establecido grados diversas y érdenes diferentes (grados, Grdenes —en Ja. actualidad entre las formas que nos todean, e7 la institucién militar 1a que refleja mis’ claramente esta concep- sign—) con el fin de que, si los inferiores (los menozes) mani. _ Fiesten consideracién (ceveténcia) a los superiores (o mejor: a los mejores) y si los mejores gratifican con amor (9 aman) a los Menores, se establezca tanto la unidad en la con icordia como ta rennién (Ia contextura) de la diversidad y que la administracion de cada funcién (offi ium) sea realizada con rectitud. (Esta parte de la frase no figura en ta cita que hace Loyseau: es sin embargo, esencial, pues gracias’a ella, se introduce en el sisterna la nocién de funciona). «La comunidad, (0 el conjunto de la cteacién) 10 Agila subsistr si el orden global-no la presersara de la dispari. rd.» Este es el principio: el orden del mundo enteso reposa en coy Ui divetsidad, on el escalonamfento de grados, en Ta camplonene, eno fidad de funciones. La esata de un intercambio jerarquizado de sumisi 1308 condes ; La prueba de «que le creacién no puede ser ‘abernad. 1 en Ia igicaldad? (el papa Gregorio se diigia a S Sbispos que se consideraban iguales entre si y que rechazaban que woe. © de ellos tuviera la supeemacta; el obispo Gerardo se ditige a “ster hombres que rechazan cbedecer Ia autoridad sacerdotal); ef efem- eo plo de las milicias celestes nos ha servido de ensefanea -udeuegftaptar Ja cabeza, mirar hacia 1o alto, hacia lo menos impuro, i cia lo mis perfecto para descubrir el modelo, el orden estable, cido por Dios, cl orden dado por Dios); existen angeles y arcén= geles gue evidentemente no son ii i ae obvos tn poder . Es necesario convencerse: en el ejér- cito celeste existen dos grados, dos niveles de poder, Para refor- Bod ar Te junto dew denesircon- GEN Te gt (Aine TSE cre ee es ab fneglsb decer a otros; unos tienen Ia fancide de dirigir, de dar Srdenes, Gtrorrderapmr F de ejecitarSi Tas cosas ocurren de Eterna 1 ing sooye™ etre fe die ad en Ia sociedad de los angeles, si la organizacién de esta s extremadamente pura tiene su fundamento en las “diferencias, estas’ diferencias son atin mis necesarias en a sociedad, hu: En efecto, los angeles no-pecan mientras que él pecado'¢§ inhe- tente a los hombres, (Gite fu yea objectba Fecha Tos Same ‘argamen- tOs Nereticos: Ta imposibilidad del ser humano de lavar solo, sin la gracia sacramental, sus manchas). El pecado es, pues, el que de- termina la desigualdad. : qui aparece Ta segunda cita de Gregorio Magno," que pro- viene dela Regela pastordis, Il, 6" en la que se reitera lo que el maestro habia escrito'en sus Moralia in Job. (obra esencial sobre la cual se teflexiona en todos los monasterios de Occidente a co- mienzos del siglo x1; sin embargo, el obispo Gerardo prefiere a esta fuente-directa el libro que la continda, que se encontraba en todas las bibliotecas episcopales y que trata de la pastoral, es decis, de Jos asuntos que conciernen-a los prelados, a los dirigen- tes del clero). «Auingne le naturaleza engendre iguales a todos los bombres (9 aunque los hombres nazcan iguales en derechos), a crdps (calpa) hice gre wios se subordinen a otros segiin el orden (ordo) sariible de lor méritos (existen ‘grados también en los pe- cados). El juicio divino establece esta desigualdad que tiene su origen en.el ticio con el fin de ge, plieitd gute al hotsbré no le corresponde vivir en la igualdad, se exija a unos y otros diferen- temevite.» Estas palabras sitven a Gerardo para demostrar el caric- ter_provi aca Te frag HOVE TOE SECTION Te TE gi nigga RR eee "Pero atin-no ha Hegado a ese punto. Prosigue con un ver- sfculo de Pablo y uno de Pedro —1os dos patronos de la Iglesia romana, las dos piedras fundamentales del edificio monumental ue representa el catolicismo pontifical, cuya restauracin comien- za en los albores del siglo xt— Pedro y Pablo hablan del poder, de Ia necesaria sumisién de todo ser humano al soberano y a sus delegados. Gerardo recuerda entonces que ya en la sinagoga, Dios, por intermedi de Moisés, habia instituido «Srdenes diver- sos» —y en la disposicién de esta frase, la conjuncién de los dos V2. Pe 142, 1508. | 18 PL 77, 34. SI verbos regere y ordinare subraya la ligizén— que es crucial para hablat con propiedad —entre la dale pelts Gui aplica las definiciones de’ Gregorio Magno a la institucién ecle- siasti ica. A Ja Iglesia se a Hama el reino de los cielos. Debe, pues, reflejar Ta ordenacion jer diode Tas istinciones que se establecen tre sus miembros, Ia semejanza del cargo (honor) no-impide que algunos t Una dignidad (dignifas) mas clevada. Esta manera de distribuir x iscretio potestalis) permite a los superiores reunir en un cuerpo a i i cio de Ja it tad’no les conduzca a comeler actos de flaqueza. a Arras Z fa Tega a su fin. El obispo ha hablado mucho. Sin duda no pronuncié tantas palabras ean ee giclee: ron mis tarde en el «libelon. Cit6 una tiltima vez a San Pablo: en los atiempos nuevos», cuando se acerque el altime dia, se verén pulular los falsos profetas. El pequetio grupo de hombres ~~ que esti ante él, seducido por uno de es0s malos pastores, perma niece callado: el proceso verbal dice que los herejes fueron con- vencidos. Gerardo arroja el anitema contra la doctrina perversa, Confiesa la verdad —es su funcién y si nunca se lo reconoce como santo, al menos figurari entre los «confesores». Verdad del bautismo, de la penitencia, de «Santa iglesia, madre copnin de to- dos los fieles» y anadie lograné llegar a aguélla de los cielos, sino por intermedio de aquélla que esti sobre la tierray. Verdad de la cucatistia, del sacrficio ante el altar, del casamiento. El tia de los sabios fue traducido al dialecto dé'los simples, para que los que se han desvindo del camino puedan comprender bien Abjuran y corroboran su declaracién, por medio de una cruz que su mano traaa sobre un pergamino, La palabra ha triunfado, Ha defendido, a sociedad, la buena. La sociedad autoritaria, jerarquizada. Séli Gamente instalada sobre Ta desigual aT * __ Consideremos el tercer fragmento de In proposicién ideolé- gics, Eola biografia de Gerd, en a sedacebe petite de Ie Gesta de los obispos de Cambray cuya consteuccién, repito, no es cronolégica sino légica, este texto es el de un discurso que parece haber sido dicho antes del de Arras, Pero es muy posible que el 32 letenten “i _ autor de Jas Gesta haya terminado tan slo después de Ja redac-. cién del libelon el panegirico de Gerirdo, dandole punto final con esta seginda proclamacién relativa a la paz y al orden social y presentando de esta manera on absoluta coheréncia el sistema ideoldgico que el prelado, en 1025, se vanagloriaba de propagat y de defender. En todo caso, el manifiesto de Compigne, el de ‘Arras y este diltimo se atticulan entre si. Nos ilustran sobre los diferentes aspettos de la arquitectura conceptual. ‘A lo largo de la historia que cuentan las Gesta, el siltimo dis- curso del obispo aparece como la prolongacién, la ampliaci6n del que habfa sido pronunciado en 1023 contra sus colegas, Esta vez el ataque es mucho mis violento, ya que, entre tanto, el mal se ha extendido y el peligro se ha agravado. Son ahora los obispos de la Francia los que quieren apropiarse, bajo el pretexto de sub- sanar la imbecillitas regis. de las prerrogativas propias del oficio real. De un rey. que, claro esta, vacila, titubea, que esta privado de su bastén (bacwlns), de aquella fuerza que, segin la divisién de funciones, constituve su virtud especifica pero que sigue siendo el delegado del poder divino, En lo sucesivo, el orden del mundo, los Srdenes, Ia jerarquia, serin cuestionades por propuestas iguali- tarias, propuestas que Gerardo considera extrafamente cercanas a las de los herejes:de Arras. Uno de los obispos ha recibido una carta del cielo (les es habitual recibir este tipo de mensajes)” en la que se le ordena «renovar fa paz sobre la tierran. Estamos en 1024, afio en que se espera exaltadamente el milenio de 1a Pa- sién, el gran mérito de un testimonio como el de Rail Glaber, al que pronto haré referencia, es el de permitit relacionar con ex:cti- tad el milenio con los movimientos convulsivos, que son en rea- lidad, aquellos que provocaron el nacimiento de 1a sociedad feu- dal. El regreso del Cristo se aproxima, Esti cerca también el adve- Sen Gae SERGIROCES conviente purities, alcanzar 3° Bo- stbte sobre ta tterra, carta hace referencia preceamente a esto, Pretende MOREA Cul @s el sistema de relaciones que conviene 2 Ia humanidad que se renuevan, que despoja al hombre viejo, que grita su renuncia al pecado. El pecado no existe ya. En_consecuencia, se impone Ja igualdad: Tgualdad en Tos Contratos:. que el juramento sea ef nico 19. Dictionnaire diarchéologie et de liturgie chrétienne, art. Christ etire du) TI, 1534-1536. 53 laz6 uniforme que permit i tente.el proyecto de una conjuraci6n que se quisiera ahora obliga- Torna: Tos que-se miegien, sean arrojrdor fuera dete comunidad, El ove nega” Ro POISE er PEMIDORIOE SOTO TES ‘no podrarrestral lado de los buenos muertos, en-tos cementerios cristianos, Igualdad en la penitencia: que el ‘ayuno sea idéntico para todo el mundo. Pan y agua el viernes y prohibicién de carne hombres. Nueva: el sibado —y esto basta para purgar todo tipo de pecados—. La nivelacién se produce también en el nivel de la redencién de los pecados. Por ultimo, igualdac ante la paz: no habré mas ven- gan2as ni se organizarin mis expediciones para recuperar el fruto de los saqueos; no se resarciri mas a las victimas, No se usarin mis las armas —Ratil Glaber estableceri, esta vez atin mis cla- ramente, 1a correlacién entre la conjuracién, el ayuno y Ia repre- sida de la guerra, ideo Para Gerardo, semejantes innovaciones amenazan el equi .syaraa brio del universo para la mente de los hombres de aquella época que creen que los movimientos de la historia humana, estén bajo 1h influencia de las fuerzas del mal y que conducen a la degrada- cién, todo lo nuevo ¢ inaudito es siempre sospechoso. Toda inno- vacién es negativa, demoniaca, al igual que la herejia. Sise admite sécta de Arras, los obispos de Francia quieren canular Ia Tglesian. ofensas, anulan también el oficio real, ya que la realeza ha sido instituida sobre la tierra con el fin de hacer justicia a todos. Al peligro que se deriva de la propuesta de Garin y de Béraud se suma el peligeo de una subversién que acompafiarla ineluctable- ‘mente, la puesta en marcha de un programa igualitario. Mediante miltiples referencias, particularmente al Nucvo Testamento, Ge- rardo quiere probar que la desigualdad es providencial, y en con- anlencnerersitie En el Gnico manuscrito que hoy poseemos completo del texto de las Gestz, el cSdice llamado de Saint-Vaast, que reproduce una copia del siglo xu, la arenga episcopal esté dividida en dos pattes, Abarca completamente el tiltimo episodio de la intermina- He y material querella que enfrenta en Cambray al obispo y al castellano. Me parece que esta disposicién del discurso. (que 34 Bethmann, el editor del texto, considera, como el fesultado de un‘error de transctipcién™) es justamente la de Ja redaccién oe mitiva, ‘Tal vez el autor 1a ligié con el, propbsito de mostrar mejor que Ia propuesta maléfica, que provenis de un episcopate descarriado y que envalentonaba a los usurpadores militares, cy tri el resgo de expandis ain mis‘el desorden y la maldad 6p 6 mundo. Me parece que la peroracién, sirve de conclusion natural ala narraci6n de los actos de los obispos de Cambray, al relate de los gestos especialmente del time de ellos de Gerardo, iz verdadera, de Ja paz justa. iis® anginal ‘fecto, de la solemne afitmacign del principio sobre el que se ha apoyado siempre el héroe del selato para sc, tune y mediante el cual ha denunciado sin teegua Ia perversicad de los distintos programas de nivelacin, programas que habri beneficiado sélv,a lus malvades y justificado por el contrario, Jes plinatios del episcopado. Este principio es el siguiet ~ te. El reino is te pas ls'pe feta de este Tmundo. Dios impone-ciertas deberes a los que estin Vana Se i perfectos er este mundo; a los otros no les impone e dora et pees oats mu 1 See oa Ga ole ae que Gerardo figue mucho mis de cerca a Gregorio Magno que habia proclamado lo mismo: en tanto existan «méritos» diferentes no se exigir’ a todos lo mismi Existen diferencias entre los hombres, una desigualdad ‘esencial cae S016 ede eqUINDTAT, Ta carvdd, Ta MRSERT eos Sue PORE RT Pg a re rer ane cre Ts OTR Y WUE oS Spt aerate de Is caer Tero ce Far aa ee ra minis de Th que proviene en la tera la concordia. Se nos habla del cielo, Aqui ocurre lo mismo. Numerosas mora- Sas ceiten en la asa del Padte. Dios ha guetido que incliso £0 el paraiso reine una inequatites, anulada s6lo por Ia earidad, por la comunicacién colectiva frente a ta gloria, por una comiin pari: cipacién en el jabilo-inefable, Redistribuci6n generosa en uns 6° sigualdad ineluctable: tales el soporte de la ideologia de Gerardo. En consecuencia, querer, con el pretexto de disponerse'a tras: pasa el umbral de Ia ciudad celeste, limar las diferencias, nepar > algunos el perdén y aplicar la misma penitencia a pecadores Cos iéritos son diferentes, significa estar ciego, estar equfivocado. Tense juntar Ja ctima parte del dicuro 2 crido conveniente junta, a ima part cont pnts fist Se eaptso 29 el bro mn, Naw, 45. 55 tardo es el luchador de Dios. Y en lo concteto de su vida no quie: 3 te saber nada de esta.paz «nueva». A pesar del conde de Flandes, 4 pesat de las insidias divulgadas por el castellano Gualterio, pesar del pueblo reunido ante los telicarios y que, desde luego, reclama a gritos aquella igualdad engafiosa, la ordenanza de que promulga a Douai niega Jo que proponen, enarbolando la carta caida del cielo, sus cofrades, fos obispos de la:Francia del norte. No hay sitio para la conjuracién — y tampoco hay una exclusiOn definitiva para aquellos que eventualmente no ac taran asociarse a la obta pacificadora— puesto que no esta permi- tido no perdonar. Existirin sanciones diferentes, que seran fijadas en funcién de un cédigo (los crimenes, a cuya multiplicacién se asiste en los tiempos nuevos, deben ser juzgados segin las pala- bras de los Evangelios, de Jos apéstoles, de los cinones de los con- silios, de los decretos papales. y esto sirve: de estimulo para los ~ ‘eclesifsticos que, en el mismo momento en que Gerardo habla, estin dedicados a coleccionar sentencias y a la empresa de codi- ficacién). Penitencias codificadas, ya que cada falta debe tener un castigo especial; ‘atar y desatar, discretamente, es la funcién propia de aquéllos que poseen la sabiduria, de los obispos. Se implorasé la clemencia de Dios para los culpables, mediante ple- Batias que finicamente los especialistas, os sacerdotes, deberin pronuncias. Y paralelo a este oficid de la oracién, otro diferente, especializado en la administracién de los-tastigos, el oficio del pugnator, el oficio teal. En efecto, s6lo al rey y a los que lo acom- pafian y ayudan les es Ifcito, en periodo de tregua, esgrimir la espada, Puesto que es Jegitima la venganza, la represi6n por as armas de los criminales encarnizados, afin més: Ja venganza es también providencial y necesatia. En este momento se inserta, s6lidamente construido sobre fa base de referencias a la Escritura, un largo pasaje cuyo propésito s mostrar que los parientes de una victima tienen el derecho de reclamar el precio de Ja sangre, que es justo arrancar por Ia fuerza. a los Iadrones el frato de sus rapifias, que existen, por lo tanto, guertas justas. Pero también, que s6lo clertos hombtes tienen el derecho de conducir estas guerras. Esta funcién pertenece a los reyes «gue reinan en nuestra madre Iglesia, esposa de Dios»! Son 21, MGH, 486, Iineas 48.49. 56 Fe los minisros de Dios que cifen Ia espada y cestablecen Leyes 6 Por supuesto, que €3 mecesario que estos ea oes tips caps, que se les somelan, que pat promulgar los e°e% legimos se deen conduc Pe ees fos encrgados de esr esp en eat ada. La distribucion jerarquizada de las ta- ae euler reilea establece un equilibrio que is instucions de paz desritan spor desgracia éstas 0 ‘en lo suficientemente sblidas. we ae limo disurso es como un eco del segundo, del de ‘Arnas. En 61 se proclama con mis energi, lo que haba prociarn aa primer dscurso de Compidgne. Y predkomente pate 100" hci tata arengs, pats dare mis pesos 60 28 fnuionltdad socal. Ants de clatar en estilo dizecto ls pilsbra ie Gerardo, su biograto indie en una fase: «Demostrd ane dese vas onfgenet el gonero buanano eit dividido en tes, oradores we dares» guerreras y proveyé la prucba evidente de que Cale sano es objeto por parte de Los otros de sua solicited reciPr ea Fans ta ease la breve Fase mediante ln. que se expres bs sa angle, ¥ Ge 658A oy onl de Loess. Et misma posicién en el texto ene de Lae Eat jemaci tulade aparece en ambos sare a isigulea essing en 160 es ota, le necesidad de la distribuci6n de las tareas ; cei a nieios se forenla no como conclusia sno cao pel: sae oe Sore elscurso, Este intercumbio reproduce aquél, 09 ol Ger te tres el lugar de perfecion. Al alteratrum de ls linea 40 sein plgina 485 de los Alonsmenta que hablabs del el, 1 tice Goviste de la Tinea 42, de ls pigina 486 que ane iproci i ardo especifica:”? los Compenscin,recipacdad, caida. cennde epi et oratores pueden Vivir € ae Tos a clas a su «labor» € alimento de sus cues} an ‘rierreros, Tos labradores cbtienen <1 PErion 6 Gio-ae tas plegarias de Tos sacerdor - oS f m1 a 22, NGH, 486, linea 11- 23. NOH, 485. 31 sustento de Jos censos campesinos, de los i poder de decisién, el mando, la responsabilidad. Pero no caiga- STestinaae cl uso de 2 mos en el error de ver en Ja palabra puginator un sinénimo de ~ acias a a mediaciéa de los que érap. Todo aquél “que porte ea Tar eso de los_que Srap. miles. Ea. los dstintos fragmentos en que s¢enctentra expo Foe < tendrt necesariamente las manos sucias. Toclus¢ 4 el sistema ideolégico, no se hace nunca ref can Tae por Si Ia guerra es justa, es siempre ocasién de peeado. Y los pugma, —traduzco: a los caballeros. Por el contrario, pa ae ira hacer ane todas. partes como actores de los poate ne Se non lo les conceda Ia victoria, sino tambien-para dolaboras, meg © * Geita EL elato los presenta siempre como subordinados, Aun "Reialsy el scramento, en su redencin > cuando el autor los lame ecabdlleas de primer orden see. cuentan siempre dependiendo de los acs de vasa Sen de un a gt sefior, de un castellano o de unt obispo Ea boc il soso de Gerardo, el término miles evoca una situaci Eis one Ceeo conveniente insistir sobse Ja manera en que se insesta Y también evoca la malic. Los caballeros son gente mala q el tema de la trifuncionalidad: walle 1 Se habla de tres funciones y no de tres érdenes porque —t* el tema que se debate es el de la validez de loc oficios. tipo roa ~sle-—bra ordo, que reaparece Ilegan a ser més perniciosos,¢ a sus Jia eer sinble iles», dejan de contenerlos.** Sélo piensan en i . qoeo tes dominios de la Iglesia, cuando —y cee epee e 3 Permanentemente en el discurso de Atras, absolutamente normal— Iegan a poseer estas tierras ‘nO aparece en absoluto en éste, Aqui Gerardo habla de comu. (sujet a la domina cién de Cristo, a la ley divina, en consecuencia, a la Iglesia y a los _ obispos). re Itos juveniles ‘Como mentor encargado de fefrenar Jos tumulto I que agitan el cuerpo del rey, Adalberén habla. Ensefia, aconseja. Justamente por medio de este poema que ¢s como su tiltimo acto piblico. Acude a dos instrumentos. Algo de Ja dialéctica. Se ini midamente confiesa: artiesga én este dominio, en verdad muy timidament : soy pasate 1 so dialétco.® En la escuela de Reims, 2 fines del siglo x, Getbert habia restaorado Ia ensefanza de la. légics Pero antes, cuando Adalberén hacia sus estudios, 1a formaciéa de 6. Carmen, v. 366. aie rh es rer ¥, 361, legibus edoct; esta expresién reltera Ta p tor patter tdoet dal Smo discurso de Gerd de Comba (Cea Ti, oma el sentimiento que este pasaje pertenece 52, Ho gual sondes (esa, qe {ue este en 1028 y que, Adalberén ia con ‘de componer tu poems. ti vo ei ee evonancle mds de lao esa: Gerardo, conta ws colegas que pretendfan imponer a todos una Gnica penitenciz, remite a a sabic Be fon oblspos In tarea de mesurar las sancion 8. Carmen, ¥. 367, 10. Carmen, v. 312. 65 los oratores se limitaba casi ala gramética y a la retbrica, Esta era ain la disciplina fundamental. A comienzos del siglo xt, en las catedrales de Francia, los problemas metafisicos se trataban ‘8 como problemas de lenguaje." El arte de casifice, de distinguie | —y en patticular de discernir la ordenacién de‘la sociedad huma- na— estabe sometido a las leyes dl discurso. Adalberén conocia admirablemente estas leyes y cuando las aplica se muestra un experto consumado, Su _preocupacién es la gramética, Ja elecci6n dels palabras, la vette ts nos obuute su arma pein 1, Ja prueba desu excelencia y de Ia influencia que cree ain ejecer SSE ep dscns a re el espiritu del soberano, cerca del cual Dios To ha situado. aa acceder a Ta significacién del Carmen, es pues necesatio dés- montar su esttuctura, Descubrir los arcos sobre los que se dispo- nen las palabras. Claude Carozzi lo ha hecho brillantemente. Si en sus explicaciones pudo llegar mucho més lejos que sus prede- . - cesores fe porque supo encontrar en las notas macginales del ma- nusctito que sirvié de bortador a la obra monumental que nunca fue concluida, ia indicacién del plandirector y reconocer la «auto- tidady que le sirvié de gufa: el comentario del De inventione de Cicerén por Marius Victorinus, sobre el que se basaba entonces Ja enseiianza de la ret6rica en las escuelas episcopales. El poema se divide en cuatro partes, tres de las cuales son discursos. La primera se dirige a la imago juventutis y describe el desorden actual, 1a segunda, a la sabiduria real y muestra en qué consistéél orden ejemplar; la tercera, por ultimo, expone el pro- yecto de una restauracién. Entre ésta y la precedente se intercala uuna exposicién sobre las dos naturalezas qué sirve de apoyo a Ja descripcién del orden, Esta parte intermedia parece la menos hibil; al aventurarse en los meandros de la argumentacién dialéc- tica; el pensamiento se exteavia por momentos; sin embargo, es aqui donde se enuncia el sistema del buen gobierno y donde se establece que el consejo esclarecido de los obispos debe proteger al soberano. % El alegato se construye de esta manera, El enunciado del pos- tulado de Ia trifuncionalidad social pertenece, y no por casualidad, al segundo discurso que designa, ¢ sulel Coy headed tiempo, ST eelo Bel orden ee re Se IL. R, SoutHeRs, The Making of the Middle Ages, p. 170. 66 * Este discurso central es, en realidad, un dio. El obispo ha coinage SATO PRRCEEERTE BUT prorciar Ta dele tacién final, que es un programa de accion reformadora. BA Cte fOVEMEITY dele veje2, de Lo Jo profano y de lo sagrado —de las dos naturalezas— se entabla el didlogo entre el preceptor, el «maestro» y su real alumno. Luego de la constemnada exposicién sobre Ia _degiadacién, Adalberén sugiere al rey que dirtja su mirada al cielo, con el fin de descibrir la masiera de remediar los des6rdenes terrestres. Que examine la «Jerusalén celesten*® —son las mismas palabras {que aparecen en el libelo en el que Gerardo de Cambray amonesta- baa los herjes de Arras, ELtey pode observar, que en este lugar "2 de _pecfecci6n todo esté_gobernado sor una ediaTnee ae OE aay aque Ta Tian al Poder bonding Woe oT rns ee Cerne a aba oa vee Tae arenga de Gerardo que usaba a su ver las pal oo bras de Gregorio Magno, Este llamamiento, al igual que en el dis- La afr curso de Gerardo, conduce a la afirmacién de que Ia desigualdad es providencial, que el poder del rey es de distinctio, de discretio, fede que el sobérano tiene como funcién mantener las diferencias en Ia Le® sociedad terrestre. Como ya lo he sefialado, el obispo de Laon ree >vben pite, en otro tono, lo que acaba de decir el obispo de Cambray. + Es evidente: como gramitico que juega virtuosamente con Ias pa~ a= labras, Adalberén nos ofrece la formulacién poética de una de- mostracién de verdad —la de su «confesor», su cofrade. El rey obedece. Eleva sus ojos, contempla Ja «visidn de pazn, hesee cuenta To que ha vislumbrado: percibe Ts autora clu siva que ejerce el «rey de reyes» (Gerardo una vez mis); observa Ia amalgama que se produce entre las dos ciudades, Roberto ad- vierte la perfecta cohesién de estx monarquia, Ia unidad esencial en la que se confunden los distintos componentes de su pobla~ n:I5 ella est, el rey lo ve con mucha clatidad, «constituida por tindadanos angélicos y por tropeles de kombres, algunos de los 2 15, 1 15, Carmen, v. 193. Carmen, v. 196-197. Carmen, v. 203. Carmen, v. 204. or cuales ya reinan mientras que otros aspiran a ello.»"* Lo que Adal- berén expresa en estos dos versos lo extrae o bien: directamente del libelo de Atras o bien del texto en el cual ya se habia inspita- do Gerardo para construir su manifiesto antiherético. En todo caso, en el iticleo de las dos demostraciones, la que proviene de Cambray-Artas'y la que proviené de Laon, Ia idea es exactamente la'misma, la de una co-ordinacién (al igual que en la persona real entre juventud y vejez, con el. predominio de esta tiltima sobre la primera), de un juego de equivalencias y de un poder ascen-~ sional que impulsa al mundo imperfecto @ incorporarse en el perfecto, Pero el espiritu del rey, imperfecto en si, demasiado su- mergido en lo carnal, no puede ic més alld en su visi6n. Quisiera disipar aquello que ain Ia enturbia; quisiera conocer a Jos «auto- 1259 que le serian ditiies para ver con mis claridad, Adalberon cita entonces las fuentes, que son las mismas citadas por Gerardo ~ en su tratado, Ante todo san Agustin: La Cistdad tle Dios.” Peto af tey esta referencia no le es suficiente. Pregunta: zestos eprinci- pados del cielo» (el término aparece también en el libellus) tienen €l mismo poder? zY en qué orden estin dispuestos? ® Respuesta: «Leed a Dionisio —sus dos libros— y a Gregorio.» Adalberén menciona entonces —y aqui se aleja ligeramente de Gerardo— a Moralia in Job y al Comentario sobre Ezequiel. Gracias a estas cuatro obras el conocimiento del cielo —cmsétticon—.es posible. Este conocimiento es necesario, pues revela el principio mismo del orden social y permite observat «el inteligible orden del cielo a cxso ejemplo se establece el de la tierrsn. Proposicién crucial. Se establece efectivamente en el verso 228, en el centro. exacto de Ia obra. Después de haber empleado, adaptindolas a los juegos de la métcica, las mismas palabras de Gregorio Magno sobre los érde-" nes, los rangos, las dignidades y de haber usado, sin embargo, en singular Is palabra ordo, Adalerén comienza la descripcién de Ja jerarquia eclesidstics. Ei obispo es ahora el que tiene que des- cribir, apoydndose en los libros que ha citado y que se encuentran en la biblioteca, cerca de su catedral, cerca del taller donde per- 16. m 18, 13, Carmen, v, 209-210. Carmen, v. 214. Carmen, v. 217. Carmen, v. 218.225, 68 fecciona sin cesar su obra; obra de Ia cual, él, el. anciano, que es s6lo. sabiduria, conserva-en. su memoria. todas las palabras. Y. escuchamos de nuevo el discurso de Gerardo de Cambray: Moisés, siguiendo los desigaios de Dios, ha ordenado a los ministros en la sinagoga; igualmente en la Iglesia, «a la que Haman reino de Jos cielos», bajo el-principado de Cristo, los ministros tienen 1a misin de distribuir los érdenes:% ellos son los que ordenan, los que institayen —los censores: al igual que los magistrados de Ia repiblica romana, controlan In disposicién del ordo, Sin embargo, Ia ecclesia en la que aquéllos cumplen la funcién de ordenaci6n, al mismo tiempo celeste y tertestre, pertenece al tielo donde «reinay y 2 la tierra en la que «aspiray a elevarse. Y porque su tertitotio se extiende, a ambos lados de Ja frontera, sobre dos provincias, ella debe respetar dos leyes. La comunidad de los cris- tiahos —quc li muerte’ nd puede disociar, que por un Tado se des- Aree aia Ue Tas apenas ls cea de Doon, Ta fe Tas apari Uae Gus Se opane a Ber Publioa eh We SRT TS CEOS ‘pone a la fer publica, en Te cual Tos censores fo sorrtos Tease war bide pone oF GTS: comple @ el sitio donde se pone en practica complemea teriamente- une ley de untexd-tartey-etvtmr yume fey tetistribe—= ciény later human. ley donee Earley aIVIMA WHS tepara dgullo que dividen. Ciettos hombres, wo ca spoatnightias viven son Zobemados por ella: estos_son Tos sacerdotes oeeathe qa dette ‘quienes, antes de morir, son-absorbidios por el mas all A pesar PS Se Gp einer aiverencae de chatarilezay y de “«ordeny, de nacimiento 0 de rango, estia sin embargo, unidos en la unidad sustancial de su «condiciénn. ¢Cual ¢s la esencia de esta condicién? La pureza: «qe sean puros y que estén exentos de la tondicién stele Lor eerEOTes SoM TOTES Y PATE MeTeCe Eli beread-deben escapar a la corcupcién, apartarse de lo carnal. Uni- camente ellos. En esta ocasién Adalberén, al reservar s6lo a los sacerdotes la obligacién de respetar las prohibiciones sexuales y alimenticias, se dirije contra los herejes quienes, «indiscretamen- ten, al decir de Gerardo de Cambray, han hecho extensivo @ todos los hombres el rechazo del matrimonio; asimismo se declara en contra, de Ia carta caida del cielo a la que hacian referencia sus colegas de Francia, para imponer el ayuno a todo el mundo. Pero los sacerdotes deben cuidarse de no caer en otra deshonta: 20, Carmén, v. 229.236. 21. Carmen, v. 240. 6 deben evitar mancharse con el trabajo manual. Que no cultiven fa tierra, que no se entremezclen en Ja cocina, que no hagan nada con sus diez dedos, ni siquiera Ja colada, tan s6lo el lavado aed sus querpos y de su espfritu, con el fin de poder vigilar mejor a los otros. Conviene que permanercan ociosos, asexuados, que no toquen Ia carne. En efecto, como setes semicelestiales, participan de‘ la _naturaleza de los angeles. Jos _«esclavos», i (ervi)_de wn nica amo, Digs. Esto es lo que los hace superio- res al resto del género humano, suiperiores incluso a los principes. ee NERY govando AT detgcho a baitientya olicer sactificios, a hablar, a orar, los sacerdotes constituyen el arden? Lregido a este punto, el rey face una pregunta ingenua, simu- lando dejarse Hevar por 1a utopia de aquellos «ilétrados, Jos herejes. No deberfa ser todo e mundo perfecto, no deberia todo el mundo’ someterse a esta ley? éEI ideal sobre Ia tierea"no’ deberfa consistir en que cada uno Iegue a ser igual a los demis? agPueits que la casa de Dios es ttnica, no debe ser puesta bajo una tinisa leyPo™ responde el obispo: «el estado (status) de la res fidei (de la Iglesia en sentido amplio, de Ta comunidad eristianay es tmple, jaro segiin el orden, triplen® He aqut el Mister 5 hhecho a la imagen de su creador, uno en tres personas. Puesto Ge Ta Tempe TO Tat ated alt poe endo wee trumpza las trompetas la humanidad fio se precipitars inmediata- mente en el ms alli, puesto que una parte de los hombres aspira atin al reino y permanece prisionera de lo catnal, existe para aque- los que no se han incorporado atin al ordo, integrindose en esta especie de expansién del cielo sobre la tierra que constituye el cle- to, pars el «pueblo», otra ley, la «ley humanay, Esta ley no une sino separa. Diferencia dos nuevas «condiciones»: de un lado, os «nobles», del otro los «esclavos» (0 los asiervos»). Para los primeros, la independencia y el ocio. Para los segundos, 1a sumi- sién. Y el esfuerzo: labor, que‘quiere decir también trabajo. Al componer el verso 286, Adalberén habia pensado prime- ro colocar en este sitio la palabra dolor. Pero muda de parecer. 22. Carmen, v, 257-258. 25. Carmen, v. 260-273, 24. Carmen, v. 25. Carmen, v. 70 4 Ordena al esctiba que tache el término, que lo reemplace, por. labor que tiene un doble sentido y por esta razén le parece mejor; inmnediatamente lo vuelve a usac‘en dos ocasiones a props? sito de los servi2S para especificar su condicién.’ «Condiciény ¥ no dotden». El criterio de Ia divisién proviene de una posicién | frente al poder. Los unos gobiernan, los otros obedecen. Las dos Ja ley humana responden a las estructuras fciones que rigen a condiciones que rig sae de desigualdad del universo. En la «casa que constituye tiandad existen necesariament® amos : Fz _pramies TeSIdeRETAS arstocTaticas, como en la del obispo, en la del rey ea Ia de Tos princi oe €01 todos los senorios —y como rei el sero del modo de Spl fhe Bae bead Linea que Adalberén ve inscrita “GivTo mis profinda de To biolégico. En efecto, estamos aqui, sobre le tierra, del lado del pecado, de la carne, del sexo. La lex buma- na eina sobre aquellos expos confios, en 10s qué We transmi- sién de la vida, pecaminosa por necesidad, se encuentra ney n por necesidad, sea con los placeres culpables de la procreacién, fea con el castigo que representan los dolores del alumbramiento. Estas dos condiciones, porque no son angélicas sino terrestres, se encuentean definidas por el nacimiento, Son categorias genética. os nobles y os servos conatituyen dos egénerosy, Ala cibeta del primero estin situados el rey y el emperador, los dos faros de i cisianda. Son, claro est, sagrados. Pero su segunds natu raleza les permite, como a todos aquellos que no pertenere clero, poseer Iicitamente una esposa; deben acostarse con ella y embirazarl,y toda lx nobleza es considerads su parentela, como la extensa progenie de los antguos soberanos, sus antepssados La nobleza en su totalidad proviene ade sangre de reyes». Adal- berdn lo sabe bien, pues pertenece a ella y conoce de memo su genealogia. Ta atribucién de una funcién (officium) a cada una de estas dos condiciones Viene Tan T5l6 despues y como consecuencia de Ja spor tas temas de to noble; de Ta gue provienen su belles, 9 ips Valor AMEE Tes pone condiciones de defender ante coda las iglean eg aT evaTgan, TF BIDE y & Tos 26. Carmen, v. 288 y v. 291. u fle ae af oo fios (puesto que entre aquéllos que no sttenecen a 1a nobleza,’ en el seno jeblo, como dira ia, existen tambien fan} “Yamin en ete sector algunos se adelantan, se instalan y habla primero que nadie), Los nobles deben a sa cuali hecho de ser guerreros, bellatores.” Mientras que el doficion de los siervos consiste en poner en-prictica todo lo que pertenece 2 ola ecoidicién servil», todas las tareas que Adalberén enumeraba ‘algunos versos més arriba, cuando describia las prohibiciones de peer " sa trop (ésta era Ia palabra que designaba al heresiarca, perseguico en vano, por Gerardo en Arras) Odilén. Este eprincipen’’ este ‘enaestro de la belicosa orden de los monjeso™ es be Bes a: deberia dedicarse a a oraci6n, se pavonen en un sunkuos> PE tio.® cuando debetia vive como"un pobre, corre a Roma im plorar al Papa cuando deberia rogar & Dios. El «rey Si, Carmen, v. 59:18 expresin proviene también del libelo de Arrss 32, Carmen, v. 69-76. 33. Carmen, ¥. 155. 34. Carmen, v. 156. 35. Carmen, v. 167 1s usurpador. i en Francia el mundo esté invertido y se han confun- dido las funciones y los rangos, la culpa es de la orden de Cluny que Odilén dirige. éQué quieren, en efecto, los cluniacenses? Monaquizar ante todo ts condea de os nobles INET Te obligaciones de Tos telipiosos de vivir castamente; int salmos¥* —cuando en el conjunto de la nobleza, s6lo tn hombre, eIrey, detenta el privilegio de pasticipar personalmente en la liturgia—. Los cluniacenses quisieran también militarizar la plega- ria, Adalberén recurre a una escena butlesca para ridiculizar se- mejante propésito. Habia enviado, dice, a uno de los monjes de Laon a recoger informaci6n en el sur del reino, Al regresar con- vertido, transformado, proclama: «soy un ‘caballero que sigue siendo monje»™ Miles, ya, 00 belliter ni pugnator: observemos bien la eleccién de tas.palabras: Adalberén. el gramitico, el per- fecto conocedor de los vocablos, habla de caballeros, de esas ban- das de agitadores y rapaces que se establecen alzededor de los principes de este mundo pata,servirles militarmente, «Jévenes» dominados completamente for Ia vehemencia, que gesticulan como se hace en el infierno. Rolando, uno de esos matamoros, se ha transformado, corrompido por Cluny en un trénsfuga, furieso, Brotesco, impetuoso, efervescente, cuyos inmorales atavios son el testimonio de la transgresién del orden. En la época, las catego- rlas sociales estin claramente sefaladas por la vestimenta, por la forma del calzado, pot el corte ds los cabellos —pues es'necesa- tlo que se reconozca a primera vista en el hibito al monje, al pe- nitente, al principe, al campesino, a 1a mujer honesta y.a la que 110 Io es. ¥ en este mismo momento se escucha.a los guardianes del orden denunciar las nuevas modas, aquéllas maneras meridio- nales de ataviarse que adoptaton los figurones del norte de Fran- cia: la barba afeitada, los cabellos ‘cortos, las vestiduras rasgadas que dejaban ver los muslos, las calzas con las puntas retorcidas Yl expresién cefiuda, Estas modas causan horror, pues llevan 2 confundir al guerrero con un sacerdote © una mujer: se las 36, Estos son los Propésitos cluniacenses formulados especialmente por ei sbad Eudén de Cle Cluny; probablemente los versos 127-128, hacen aueen.s fl en San Marin de Toure, donde fue canénigo antes de leger a ser monje. 37. Carmen, v. 112, 38. Carmen, v. 95-117. 76 consider ie de la idera, sacilegas en tanto alteran el orden consagrado de la todedad>” Alterscién andloge ala provocada por'el mensaje el niacense “cuando muestra al oficid midnésti¢o’ como-un ta ts 4 los monjes como militares, legando incluso abolr las difere cias prescritas al trasladar a la sociedad Iie tos sean a vi tirgicos y monasticos de la msilitic i, ate todos re milites, a toda ta soldadesca gabe Mae mada a emprender Ja guerra santa, en «caballeos de Cristo»? Esta perturbacién que tiene su origen en la predicaci6n cluni : se se suma en este momento a Ia que propags el movimiento por Ja paz de Dios. Este movimiento, del cual Odil6n fue efective: mente uno de sus promotores, conduce a dislocar los tabiques que sirven de pilares al edifcio socal, En los concilios de pax reunidos en el norte de Franca, ya se hn podido ver 2 algunos cbispos demagogos despofatse de. sus ornamentes, llamar «1s igualdad, proclamar que el campssino es rey y prepafarse, cual nuevos Turpines, para encabezar una expedici6o militar contra los enemigos de la fe. ¥ Adalberén sélo puede lamentarse: ¢q seti de él, que no sabe ni cultivar ni combatir? Vemos pues porqué, en la ltima parte del panileto, se esti ma que él rey debe prometer no renunciar a ejercer nt |- Fe esac aghie eto eTamo de pe Ta Segui sign eT amo de Ta pat a asi los 9 onc le = delegados que lendrdn a su cargo pied de Tor are = pores ET be prohibi les que frecuenten las iglesias durant fre neti a Tos nobles qu espa es, sin duda, que hagan el amor y que tengan hijos, sia fo sual “pena, la evi if ta el genus, la evictudy desaparecta comple invitar a Tos obispos a que se desinteresen de los rura, de los jan més stir la indigen- roblemas campesinos, a que no finjan mas compartir . a de los hombres del campo, a que leven os atavios que con. vienen 2 su rango 0 grado, a que, por iltimo, reduzcan « | monjes 2 su propio dominio y que les impidan salir.** El rey les modes . eLe probltme du scandale:_les nouvelles, mades iasclines ax ie st Kile reclem, Revie Belge de Phllogie et dH ome ick ia de Ie cruzada verso 118 del Carmen se inicia, una parodia de Te eruzada ex Is que vemos a monies [ovees visjon desvados des camino Po los infieles. 41. Carmen, v. 177. 42, Carmen, y, 412-416 n 78 Roberto parece asumir el co : mpromiso de resistir la invasi una ic oe cogicnsin nonin pervs que svaea dee Cue como ron los sart de restaurar las areas samente confundido. Resistir, ? La sitita de Adalberén se en todo aquéllo migra que se habfa peli restauras,cserd el rey capan Ue ello Cierra con las sarcisticas risas de la duda, \ Vv EL SISTEMA Este poema es un extenso juego de palabras duyas resonancis, cayos acordes descansen, al. igual .que_los, méiltiples elementos Gque componian 1a arquitectura de las basilicas dé la Epocss sobre riigcones numéricas exactas. Uno corre el riesgo de extraviarse atre sus complicaciones, de dejarse, como en bosque encantado, heckiaae, En todo caso, el comentario podeia continuarse indefi- nidamente, puesto que el discurso progresa por alusiones, reflejos, saltos, y como dice Adalberén, por alegorias, o.mejor por sim- bolos, por la «clave de un misterio nunca definitivamente exp cada, susceptible de descfrasse siempre, al igual que una parttura musical que no se descifra de una sola ver sino que es éaprz de cjecuciones siempre renavadash El espejo deslumbra por 1s in: Eleferencia de sus mil Facetss. Sin embargo, Ja corifrontaci6n de To que dice el obispo de Laon y lo que dice el, obispo de Cary hace aparecer una imagen segura y telativamente simple, puesto que Adalberén y Gerardo hablan de lo mismo, de su off Pee ne aide de obispos y-de-aus-relaciones con la Tuncién Fea gET Fey y Jos obispas parecen servir al sierta.y En el centro deh Te pe eo 257 formula fa vee la expre a pottcs, eT verso” 202 Formula tal vez Ta expre: sin mis justa de In tgifuncionalidad social y da cuenta de In ma- ten en que dicha Figur se sitia en el pensamiento del autor del Carmen. Acerca de los poderes respectivos del rey y os sobre fodes los demas hombres que Tes estin subordinados: pno es ésle acaso eT verdadere eo eauTciads del problema al que 1. H, Covrsis, L'imagination eréatrice dans le soufis d'lbn Arabi, Paris, 1997, p. 19. p Bey és : a -enysidAdalberén y Gerardo quieren dar una solucién? Tanto el uno coin “el otro se enfrentan con las dificultades concretas del moment uno como el otro estin preocupados por las tensiones y Jas res: quebrajaduras del_edificio politico. Estos dos prelados, ‘vistagos de un viejo tronco lotaringio fértil en jefes de guerra’y en con- ~ fesores de Ia fe, encaramados en la cima de la mis alta cultura, estos dos «msestros» —legitimos, pues nunca han usurpado este titulo— asumen su‘misién de retéricos, Leen en Cicerén, cémo unit Ia elocuencia a la sapientia. Ellos, los ancianos, los sabios, ali- neados en el «orden de los poderosos» como es necesario part set civilizados, para cotregir, para trasladar los fendmenos terrestres a Ia ejemplaridad divina; proponen al rey, ofoniéndose a sus cofrades descartiados, un modelo: de gobiersio, ia ideologia de un’ orden cfvico. Sistema del'cual ahora conocemos mejor sus articu- jones fundamentales. 1 En_el centro, el_postulado de una coherencia entre el cielo y a tierra, las dos partes de un mundo homogéneo, cons- tuidas sobre un tnico plan jue se encuentran, en consecut cig @a correlation, pero que sin embargo, se basin Ty denguataa fe Tosnivetesjerareyat riba ~ Rr oirx uA Modelo, Sin embargo, todo proyecto de reforma en el nivel en que estamos exige un esfuetzo para vencer la gravedad. La energia de la accién invocada por ambos discirsos se sitia en consecuencia, del lado de aquél que, en el cosmos, es el mis apte para elevarse, de lo vivo, de lo sutil, del alma, del fuego, del sol —del hombre; lo femenino, la vertiente de Ja sombra, del. aguis, de la luna no entran absoluto en juego: ningtin oficio, ‘ninguna funci6n, ningén «estado» para las mu- jeces. 2° Fl orden es un atributo de la ciudad perfecta, orden de aspects mar eae protele de uae ly 7 eatin ke nee ts por esta razén que Ja Jerusalén celeste puede see llamada in de paz, revelaci6n, ejemplo de justicia. Este orden eminen- te se extiende sobre Ia ‘fa por medio de Ia transmisién de con- signas, de érdenes que repercuten de grads en grado, por medio de la disciplina. Como consecuencia de esta expansién, uno de" los escalones mas elevados de la pirimide humana, tal vez legiti- mamente, en la parte del mundo ain imperfecta, es designado 80 ye competencia de un pequefio castellano y de un gran abad; tanto el ai. > 10 un orden, como.el orden por ciai'e! ae ‘Fs el nico orden. Present en la’ ete a noes de toda organizaclén socal™ ET orden de los reyes 65 Guo 2 apendice, pues Sido consagrades, Tienen 8 sién de contener Ia fogosidad que anida en el cuerpo de J Pet sona real y de iniuflarle a fueréa que necesita pars manicaet © i sobre otra natural. En. ndo terres iene roe fecto de a naturales y-delosde wéllo que el ordo establece, esti. permanentemente uae ivimos en Ins provincias de In contaminacién, Las i dlescomponen y entonces la paz pierde su rambo; se cane Me costumbres de tos hombres 9 el orden cambia.>” Esto ceo. & apartarse”del ‘modelo celeste, que-es siempre ia ee trechar las amacras, es necesatio que entre los hombre! tribuyan convenientemente las diferentes funciones, 3: Officium es una de las palabras claves que 334) atinadamente estos maestros a Went aes ieee ron és el més explicito— el orden terrestre se : Ten en putnogs “(pares: en 1824 Guinot la Be por «clases»), que distribuyen los crest Eee Ra ti dirigido hacia lo alto, que se co irectamens fielo y ae enuncia las reglas, el otro que esté dicgid a e tierra y que tiene la funcién de hacer apliar estas regs. Coin’? se habla de lo social s6lo se puede emplear Is palabra lacién a los hombres que cumplen estas funciones. Existen, ey tonces dos érdenes y s6lo dos, ef orden de los apodernsas, decir, de los obispos, y el orden de los reyes. Rex of joniiee el belletor, los onaores. Esta distrbucién inicial es an CUP! © el espiritu de Adalberén como en el de Gerardo. Sin embarto, para llevar a cabo 21 accin los disigentes deben en: bases del orden que ellos constituyen. Al delegar Ik fons 5 cerdotal, los obispos despliegan sobre et conjunto, ds. est tun orden, del que son los padres espicituales: Adalbesva ¥, arden en’el cleto de Laon. Los reyes hacen lo mismo 9! SIME cer los rectores, los nobles, considerados como sus descen: ie sito de la sociedad del . Esto es lo que ha bien visto Sewell a propésito ‘Anijguo Regimen 5 del primero de los Grdenes, el clero. 3. Carmen, v. 302-303. 81 Con raz6n, puesto que Jos reyes no son asexuados, porque pueden Procrear, son efectivamente los jefes de una muy eis Rca . ue se identifica con la nobleza y en la que se reclutan todos los IFES militares, Dos oficios pues, pero que se delegan de manera iferente, El oficio de la oracién por medio de un sacramento, el del orden, un signo inmaterial que no rompe la relacién con el: mundo celeste, que respone a Ia ley divina: por esta raz6n, todos aquellos que reciben el beneficio de semejante delegacién son cordenados». Por el contratio, el oficio de la guerra, que se trans- mite por la sangre, responde a lo genético, a Ia enaturalezan: no existe el orden de los guerreros, L: fig by cia de dos oficios, ee dividida, see cares + 4° Dos grupos do izes subalternos nites: el de los sacerdotes, investidos sde_su fuincion por Tos obispos; el de Tos nol ye A redan Fuera de ellos los auxil her craft a vider 3 Tos Rombrer ena fen & Tos Rombres; estan determinadas por el HaCIMIeNO, por naturalezin: algunos nacen libres y ob I 703 no, algun eesedy SEOSASTERTOSS PERTIR Ee O alizan0s nobles. to. sol wer nat Spike 4F9S manos se derrocha La moneda menuda de las funciones ‘tlisgicas y militares, los monjes que‘no han Ilegado al sacerdocio ¥ Jos caballeros que no detentan algtin poder. Estos hombres son S6lo agentes; constituyen el grupo doméstico de aquéllos a los ue el Cristo ha dado a misién de drar y de combats. ta at SePOS del siglo , ls funcién sacerdotal pueda proceder. de la autor sino del rey de reyes, de Crk. ¥ Ine feet to Ton’ cia, de la cual observan con ansiedad los signos, amenazan simple- mente, al relajar Ia disciplina entre los que esgrimen 1a espada con liberar Ia turbulencia de los caballeros. Esto impide consi. dear, cémo lo hacen algunos discipulos de Georges Dumézil, las diversas responsabilidades sociales como una especie de pro. Yiccién sobre. sociedsd de la misién y de los atributos reales. ero permite por el contratio, comprender mejor el afiadido de tuna tercera funcién y la definicién de una tercera categoria so- 6° ‘La teiplicidad es, en efecto, sistema. Porgu fernan, otros Jos elementos del i¢ En el universo reina a desigualdad, algunos go- fal COREA ich ster ‘ermanecen én esta posicion originaria mien- tras viver i a parte del mundo mandillada por el pecado. En sy ee tel * din ote bese Y ee Ae 8 Xt, no consideran en absoluto que li medida:en que adaptin su existencia a las exigencias del ordo, respetan la ley idivina que’ les empuja’ «vivir como" viven os-~ Angeles y logran escapar de la impureza, los’ servidores (0 los siervos) de Dios se liberan de 1o que impone la diferencia de condiciones. La fractura permanece tal cual slo entre los Jaicos. Ella instala una tercera categoria en estado de sumisin, el «viilgos —lo que Loyseau Ilama el «pueblo»— conducido por los oratores y los bellatores. Adalberén, en este caso°es absoluta- ‘mente claro:|opone brutalmente a los hombres de la segunda fun- cién «aquéllos que sirven», Para él la servidumbre es heredita- tia, De ella se deriva la penosa’ obligacién de trabajar. Tal es la “Tese tercera funcién: «la labor». Una palabra triste que evoca el sudor, la afliccién, la miseria, que evoca la explotaci6n. Cumplen esta GREG aqueTe Gus Stl GBUGAET Por nabarlena, porque su sangre no es la de los reyes y porque no han sido “ofdenados, 4 enajenar la fuerza de sus brazos al servicio de otros. Notemos que en estos textos jamés se designa a los hombres de la tercera funcién mediante una palabra que signifique trabajadores. A los explotados se les Hama, con r226n, 0 «campesinos» o aesclavos». El afadido de una tercera fanci6n surge del principio de la de- aldad necesaria. Por esta razén, el esquema trifuncional apa~ rece al comienzo o al fin de un discurso sobre Ia sumisi6n y sobre Ja estructura de una sociedad, en la que su parte més elevada reina en la perfeccién y 1a mis baja se arrastra en el pecado. El carcter triple nace de una conjuncién de las diferencias que instauran al mismo tiempo el ordo —estin los. sacerdotes y los otros— y a naturaleza —estin los nobles y los siervos—. El desorden no proviene de los cambios de la naturaleza sito de la turbacién del orden. Esto se produce cuando los campesinos patticipan en las deliberaciones de las asambleas de paz (0 cuando un hombre que no es de origen noble accede a la dignidad episcopal), cuando se solicita a los nobles que oren o a los oratores que combatan. 72 Ultimo concepto, el de la mutualidad, el de la recipro- cidad en Ia jerarquia, que estructuralmente exige la figura ter naria La caridad es la que anima la dinimica de los intercam- bios. Pero la superposicién de los niveles es la que Ia otienta: en ellos se produce el vaivén entre la dileccién y la reverencia. Todo 4. C. LevrSrrauss, Anthropologie structurale, Paris, 1958, p. 58. 83 (e-Ca! depende de esta dis decir, de Dios— ridad,_gracias a la cual es posible cualquier coordinacién y come Sane Oa aise origenes, condscendene S| i BE He aqui el sistema donde se sitia la figura de la trifunciona- lidad social tal como Ia encontramos expresada por primera vez. ‘Magnificamente expresada por hombres que luchan contra Jas Nes novedades» y que se oponen a otros que se dejan transportar por : los movimientos de la vida. Conservadores. En el caso de uno son evidentes la amargura y el escepticismo, Ambos se empefian en Conjurar lo que sienten como un hundimiento. Durante largo tiempo me sorprendi6 que Robert Fossier juzgara et tema de-tas. tres funciones, a comienzos del siglo x1, como retardatario Su ENESIS pesspectiva era correcta. Este tema sin embargo, no es nada mas G que un elemento entre ottos, en el seno de un amplio edificio. Adalbecén y Gerardo no inventaron este tema. Pero construyeron el edificio. Propongimonos mejor saber cémo, antes de preguntar- ‘nos por qué: 5. Histoire sociale de YOccident Médtével, Paris, 1970, p. 144. 84

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