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LOS HERALDOS NEGROS

Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no s!


Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no s!
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro ms fiero y en el lomo ms fuerte.
Sern tal vez los potros de brbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las cadas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algn pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no s!

Poema para ser ledo y cantado


S que hay una persona
que me busca en su mano, da y noche,
encontrndome, a cada minuto, en su calzado.
Ignora que la noche est enterrada
con espuelas detrs de la cocina?
S que hay una persona compuesta de mis partes,
a la que integro cuando va mi talle
cabalgando en su exacta piedrecilla.
Ignora que a su cofre
no volver moneda que sali con su retrato?
S el da,
pero el sol se me ha escapado;
s el acto universal que hizo en su cama
con ajeno valor y esa agua tibia, cuya
superficial frecuencia es una mina.
Tan pequea es, acaso, esa persona,
que hasta sus propios pies as la pisan?
Un gato es el lindero entre ella y yo,
al lado mismo de su tasa de agua.
La veo en las esquinas, se abre y cierra
su veste, antes palmera interrogante...

Qu podr hacer sino cambiar de llanto?


Pero me busca y busca. Es una historia!

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