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y un 0,7% en los últimos cien años. Se prevé que al actual ritmo de emisión de M
estos gases la temperatura del planeta puede aumentar entre 3 y 7 °C antes del in
año 2030. Las consecuencias de esta subida serían catastróficas sin paliativos de
para nuestro actual sistema de vida; una de esas hecatombes que en la historia lo
justifican los cambios de civilizaciones. ti\i
El incremento del efecto invernadero está relacionado con otro problema
sobre el que los científicos todavía no han dado explicación satisfactoria. Si
bien las consecuencias derivadas del aumento de la proporción de dióxido de ni
carbono en la atmósfera fueron ya previstas por Arhenius en 1896, la disminu- m
ción de la concentración de ozono en la capa compuesta por este gas que pro-
teje a la Tierra de la radiación solar ultravioleta, ha sido un descubrimiento re- y<
ciente y del que todavía no se tiene explicación segura. El agujero de ozono
er
que se da en los polos es reflejo de una situación generalizada a menor grado P<
de
en toda la envoltura de este gas que cubre la Tierra y parece estar causado por
CO
el efecto multiplicador que, en esas zonas, las condiciones climáticas ejercen
d
sobre los agentes destructores de ozono. Estos agentes son, por un lado, las nu-
ta
bes estratosféricas polares contaminadas (especialmente en el ártico), y por
se
otro, la concentración de ciertos gases (cloroflurocarbonados y otros) emitidos
por la industria en gran proporción desde los años veinte. La previsión es que g
al ritmo de destrucción de moléculas de ozono en la atmósfera habido en 1988 d
(a partir de esta fecha el ritmo ha ido aumentando) por causa de contaminan- u
tes químicos elaborados por el hombre, la capa de ozono disminuirá de espe-
sor un 3% cada ocho años. De hecho, se estima que desde 1960, a una altura c
de 40 a 45 km, la concentración de ozono ha disminuido entre un 5 y un 8%. d
La consecuencia inmediata de este fenómeno es un aumento de la radiación ul- L
travioleta, que tiene como efecto la destrucción de muchas formas vegetales y r
especialmente la disrupción de la fotosíntesis, lo que a su vez aumentaría to- d
davía más la concentración de dióxido de carbono, y la aparición de nuevas c
enfermedades junto con la mayor incidencia de otras que, como el cáncer de d
piel, afectaría al ritmo actual de aumento a una de cada noventa personas en el c
año 2000 y al 50% de los mayores de 65 años (se ha comprobado que cada dis- f
minución en un 1% de la concentración de ozono origina un aumento en un ú
3% de los casos de cáncer). La importancia del problema queda dramática- \
mente reseñada.
El tercer problema medioambiental de índole planetaria al que nos hemos >
referido es la disminución de la diversidad biológica. Los humanos hemos uti- t
lizado las formas de vida en nuestro beneficio para la obtención de pócimas y P
fármacos, para satisfacer las necesidades crecientes de abastecimiento y para
aprender el funcionamiento de variados procesos vitales que después ha apli-
cado a la industria. Sin embargo, se calcula que de las 5 a 30 millones de for- d
mas de vida que existen sobre la Tierra, solamente 1,7 millones han sido cata- C
logadas e investigadas. Además de las aproximadamente 400 formas de vida tai
que se estiman se han extinguido en los últimos 200 años, hoy hay más de rá
LOS ENTORNOS NO SOCIALES 211
1.000 catalogadas en peligro de extinción, a las que hay que añadir un número
indeterminado de no catalogadas, que conforman un cálculo de extinción anual
del orden de las 3.500 especies. Todas estas formas de vida, además de su va-
lor intrínsicamente ecológico, tienen un valor cultural, estético, moral, recrea-
tivo y científico.
Las aplicaciones prácticas que el conocimiento de las formas de vida toda-
vía desconocidas pueden aportar serían capaces de solucionar potencialmente
muchas de las lacras sociales actuales; entre otras, el problema del hambre y la
malnutrición en ciertas áreas y la curación de enfermedades. Pues bien, la ma-
yor parte de las formas de vida que quedan sin catalogar y aprovechar residen
en un espacio geográfico en vías de extinción: la selva tropical. El 7% de la su-
perficie terrestre está cubierta por bosques tropicales que albergan a casi el 80%
de las formas de vida que se dan en el planeta. El dato escalofriante es que como
consecuencia de la tala anual de 15 millones de Ha, en los últimos 30 años ha
disminuido en un 50% la superficie selvática de la Tierra. Este ritmo de defores-
tación acelerado que viene a suponer la desaparición de un campo de fútbol de
selva virgen cada segundo, causa, en el otro extremo del ciclo, que los desiertos
ganen 8 millones de Ha al año. Es difícil hacer proyecciones futuras con estos
datos, pero lo que parece evidente es que los límites naturales existen y que es-
tos, al forzarlos, acaban por romperse.
Mencionemos ahora los problemas microecológicos antes referidos. La
contaminación ambiental ha producido y sigue produciendo víctimas, a pesar
de los controles sanitarios cada vez más estrictos. Las nieblas de carbón en
Londres en los años 1950-51 causaron 4.000 muertos por afecciones respirato-
rias, y la contaminación por mercurio en la bahía de Minamata en Japón pro-
dujo, en 1965, 200 muertos y 10.000 heridos. En la actualidad, los factores
causantes de víctimas más preocupantes son los referidos a la contaminación
del aire respirable en grandes urbes como Ciudad de México y a la contamina-
ción de las aguas de canalización natural en zonas industriales, por lo que se re-
fiere a problemas que afectan directamente a la persona humana, y la lluvia
acida por lo que se refiere a problemas que afectan principalmente a la conser-
vación del medio. Las sustancias contaminantes más destacadas son el anhídri-
do sulfuroso, el monóxido de carbono, el óxido de nitrógeno, los hidrocarburos
y polvo tóxico que producen la mayoría de las industrias químicas, y el plomo,
flúor y mercurio que, a pesar de su variada utilización, constituyen un veneno
para el organismo. Además, hemos de mencionar la contaminación radiactiva
y la que introducen en el ciclo del agua ciertos abonos y venenos. Quizá la ma-
yor falacia que ha conformado la mentalidad desarrollista es la de la disolución
de los contaminantes en el agua y en el aire y su conversión en productos ino-
cuos. Esto es falso en una gran cantidad de casos y para la mayoría de los con-
taminantes se puede afirmar que, una vez obtenidos y liberados, siempre esta-
rán con nosotros.
212 EL RETO DEL DEVENIR
Indicador Situación
Fue
1. Destrucción de la capa Las moléculas destructoras de O, tienen una vida
de Ozono media activa de casi 100 años. En estos momentos
se emiten 1 millón de toneladas de CFC al año, aun-
que hay en vigor acuerdos restrictivos
est;
2. Efecto invernadero: La atmósfera hoy tiene un 35% más de dióxi- rete
calentamiento global do de carbono, 10% de óxido nitroso y 100% más ta, 1
de metano que en la época preindustrial. No existe mo:
una política de cuotas a nivel mundial dad
des
ciói
LOS ENTORNOS NO SOCIALES 213
2. LA SOSTENIBILIDAD ECOLÓGICA
sigui
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he
LOS ENTORNOS NO SOCIALES 221
PROTECCIONISMO
Aumento del INSOLIDAR1O
tráfico
Acciones militares
I Pobreza en el
PRODUCCIÓN Tercer Mundo
INDUSTRIAL CRECIMIENTO Migraciones
Aprovechamiento INSOSTENIBLE A conflictivas Y
ineficiente de la-* LARGO PLAZO
energía
Plaguicidas
•
CRECIENTE GASTO 1
_. EROSIÓN DE
Subida del LOS SUELOS
nivel del mar
1
J
Inundaciones
Probable inundación
de zonas costeras
DISMINUCIÓN DE LA «—
BIODIVERSIDAD
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Figura 1 f
I
t
Vamos ahora a glosar las diferencias entre una ecología integral y una eco- c
logía mercantil, tal y como mostramos en la figura 1. Esta temática nos parece
de singular importancia. Nosotros pensamos que estamos ante un tema diferen-
cial históricamente hablando, en el sentido de que con la crisis ecológica ya
nada será como antes. Es en este tema en el que cabría utilizar con un sentido
apropiado la expresión el fin de la historia, pues estamos considerando hechos
de naturaleza cosmológica ante los que, acaso por primera vez, la respuesta
ha de ser nedesariamente global. Nos encontramos con dos planteamientos al-
ternativos: bien incorporamos la ecología al vigene sistema de producción y
consumo introduciendo al medio ambiente en el mercado o bien optamos por
sustituir el actual sistema de producción y consumo por otro ecológicamente sa-
ludable. A esta última propuesta la llamamos ecología integral.
Estamos ante un dilema de actitudes en las que interviene un criterio de ra-
cionalidad preciso. En un lado se asume la racionalidad estrecha de las actitudes
humanas que defiende la economía estándar, con lo que para motivar un cambio
LOS ENTORNOS NO SOCIALES 223
al mismo tiempo no pueden sobrevivir a una crítica planteada desde una genui-
na perspectiva global.
B)
Pero también la superestructura sociocultural que otrora se contemplara
como ajena a la autonomía de los sujetos individuales, hoy se contempla como
marcando una incidencia mucho más cercana en la conformación de los diferen-
tes estilos de vida. Centrémonos ahora, una vez apreciada la importancia del re-
ferente medioambiental, en este tema a través de la ecología integral, en este
punto. La cultura y los estilos de vida se implican mutuamente. Veamos ya des-
de el enfoque de la sociología de la cultura cómo podemos comprender mejor
los cambios sociales que se avecinan.
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cial
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1. I
def
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