WASHINGTON MUJICA (35) entra a su hogar con bolsas de Sherwin-Williams que contienen lienzos y pinturas a oleo. Viste de una camisa lisa amarilla y corbata roja con lunares blancos. Sobre un mueble al fondo, hay varias cmaras y lentes ordenados cuidadosamente. Colgados en la pared roja, hay fotos de bodas de muchas mujeres distintas. Washington deja las bolsas en el piso, saca un lienzo de una de las bolsas y lo coloca con cuidado sobre el caballete que ya est armado. Pone un vinilo en el tocadiscos antes de volverse hacia el lienzo y comenzar con las mezclas de pinturas en tarritos bien organizados. Suena msica clsica. La armona se siente en el ambiente por el buen estado de nimo de Washington y la msica que sutilmente acompaa. Washington est pensativo. Se rasca la pera y aprieta la mandbula. Comienza a pintar sobre el lienzo. Pinta un par de lneas y queda mirndolas. Algo no le gusta. Se lleva la mano a la boca, como pensando. Pinta una nica linea y se detiene. Se rasca la ceja derecha, con la mano desocupada bastante fuerte. Como si lo hubiera picado un mosquito. Ya con cara de contrariado. Ya con cara de contrariado, el pincel se le cae al suelo y no lo observa, Washington se dedica a caminar por el living y en su rostro solo se refleja impotencia. Cuando se vuelve hacia el lienzo, busca el pincel como puteando al aire, lo toma y comienza a pintar con violencia sobre el lienzo. La intensidad y calentura con la que pinta Washington hacen que perfore el lienzo, cuando esto sucede, se detiene en si mismo y observa a travs del agujero. Washington toma el lienzo con una mano y con la punta del pincel agujerea con bronca el resto del lienzo. La msica ya no suena, escuchamos el vinilo haciendo ruidos. Se aleja del caballete y toma una cmara de la repisa. Primero observa con una seriedad paranoica y luego apunta con la cmara. Se escucha el disparo de la cmara. Respira aliviado y la msica vuelve a sonar.