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LOS LIMITES DEL DERECHO DE LIBERTAD DE CATEDRA M* Luisa Simén Lopez Juan Andrés Selva Tobarra MF Liisa Sinén Lips es Profesora de Enseanta Secun- aria del LES. de San Vicente del Respeis (Alicrieh Jan ‘Andnés Selva Tobara es Projerr de Ensenanza Secunda Lael LES. de Mateiquras (Albacete) RESUMEN En cl presente afoul, hacemos wna breve introduccién del eoncepto de libertad de citedra y de ls cicunstancins hstéricas acontecidas hasta el reconocimierto en la ‘Consttucin espafola de 1978 del citado derecho, Posteiormente, aalizamcs los Ie mites que presenta el ejercicio de la libertad de estedra, eentrindonos finalmente en un cestudio del conflicto que se plantea ene el reconacimiento de la libertad de edtedra del profesor y el respeio al ideario del centro privado por parte de éste 1. CONCEPTO DE LIBERTAD DE CATEDRA. EVOLUCION HISTORICA Priests libra 6 let viens mebeho oo 4) ato /20.1.c) de la Constitucién de 1978 y esta {ntimamente relacionado con la libertad de ensefianza que contempla el art. 27 de la Consti cién, Segtin el Tribunal Constitucional, la libertad de cétedra «habilita al docente para resistir cualquier mandato de dar a su enseffanza una orientacién ideolégica determinada, es decir, cualquier orientacin que implique un determinado enfoque de la realidad natural, histérica 0 so- cial, dentro de lo que el amplio marco de los principios constituciona- les hacen posible». Igualmente, prosigue el Tribunal Constitucicnal, la libertad de cétedra es «nocién incompatible con la existencia de una ciencia o doctrina oficiales»", La libertad de cétedra es un Derecho subjetivo del profesor, pero por encima de todo, es una auténtica garantia institucional que posibi- Tita el avance en el descubrimiento y transmisién de conocimicntos ¢ (1) Scntenca det Tribunal Constitaconal S81, de 13d Febrero de 198 19 120 ideas dentro de una sociedad. Esta idea de garantia institucional suele prevalecer por encima del concepto de Derecho subjetivo del profesor. El sujeto de la libertad de cétedra es todo docente 0 investigador in- teresado en difundir contenidos cientificos. La libertad de cétedra, no suele amparar, por ejemplo, aquellos actos que impliquen una difasién de propaganda politica dentro de la labor docente. La libertad de cétedra ha estado histéricamente vinculada al reco- nocimiento de otras libertades (de opinién, de credo religioso, de pren- sa, efe.). Los regimenes no democriticos restringian estas libertades con Ia intencién de evitar ataques hacia los principios que sustentaban estos sistemas. Los primeros reconocimientos de la libertad de ensefianza y de eé- tedra surgen en Francia con posterioridad a la Revolucin, plasméndo- seen la Constitucién de 1830, En Espafa el reconocimiento de la libertad de citedra fue mis tar- dio. La Ley Moyano de Instruccién paiblica de 1857, contemplaba la separacién mediante expediente gubemativo de los profesores que transmitiesen a sus alumnos doctrinas pemniciosas 0 que tuvieran una conducta moral indigna de su condicién docente. Como prueba de lo restrictiva que era esta ley, baste decir que prevefa In posibilidad de ‘que el prelado diocesano pudiera inspeccionar los libros de texto y las explicaciones de los profesores. Esta «prerrogativa» de la Iglesia surge al calor del Concordato con la Santa Sede suscrito en 1851. La Real Orden Circular de 27 de octubre de 1864 ampliaba la obligacién de conducta moral del profesorado a las opiniones y actividades efectua- das fuera de su eétedra, EL cambio de los vientos politicos, produce una modificacién radi- cal propiciando el Decreto de 14 de octubre de 1868, que declara que Ja ensefianza primaria es libre, pudiendo ser ejercida por todo espaiiol sin Ia exigencia de titulo ni autorizacién previa. Por su parte, el Decre~ to de 21 de octubre de 1868, en sus arts. 16 y 17, establece que todos los profesores estan autorizados a elegir el libro de texto que estimen ms conveniente de acuertlo con sus preferencias, asf como el método de enseilanza que consideren més oportuno sin necesidad de tener que presentar el programa de su asignatura. El Real Decteto de 26 de septiembre de 1875, volvi6 a derogar los los 16 y 17 del Decreto de 21 de octubre de 1868, obligando la ular de 26 de febrero de 1875 (Circular de Orovio) a la ensefianza oficial a respetar la religién catélica como religién oficial del Estado, Finalmente, la Real Orden de Albareda de 3 de marzo de 1881, ‘marca tn hito en el reconocimiento del derecho de libertad de céitedra, recomendando a los rectores favorecer la investigacién cientifica poner trabas al libre, entero y tranquilo desarrollo del estudio, ni fijar otros limites a los profesores que los precisados en el derecho comin a todos los ciudadanos. Por primera ver en Espaiia, el derecho de libertad de catedra apare- ce constitucionalizado en 1931. En la Constitucién del citado aio, el articulo 48,3 afirma que «los maestros, profesores y catedraticos de Ia ensefianza oficial son funcionarios piblicos. La libertad de cétedra queda reconocida y garantizada». En efecto, esta articulo extiende el reconocimiento de la libertad de edtedta a todos Tos niveles de la ense- jianza piiblica, a diferencia de la doctrina alemana, que otorga este de- echo tinicamente a los profesores cya docencia fuera prolongacién de la propia labor investigadora, centréndose en los titulares de puestos docentes denominados «citedras» El régimen de Franco, vuelve a establecer restricciones al ejercicio de la libertad de cétedra, considerando como falta muy grave lt con- ducta de los funcionarios civiles del Estado contraria a los «prineipios fundamentales del Movimiento Nacional. En nuestros dias, la Constitucidn de 1978, vuelve a respetar el dere- cho de libertad de cétedra, extendiendo este derecho, a diferencia de la Constitucién de 1931, a todos los docentes, tanto de ta ensefianza pi- blica como privada. Algunos autores, como Oscar Alzaga, conside~ ran que no se puede hablar de libertad de cétedra en los centros docen- tes privados, ya que el ideario del centro restringe este derecho, sino de «libertad de expresién docenteo. 2. LiMITES AL DERECHO DE LIBERTAD DE CATEDRA Este apartado trata de sintetizar los Ifmites que se establecen a tra- vyés de la Constitucién, la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y el ordenamiento juridico en general — El primer Ifmite es el respeto a la Constitucién, especialmente al articulo 27.2. Este respeto abarcarfa lo que la doctrina alema- na considera el «minimum constitucional inatacable», donde cualquier ataque a estos principios,eliminaria la «proteccidn» ofrecida por el derecho de libertad de estedra, = Otro limite importante es el recogido por el articulo 20.4 de Ia Constitucisn, que contempla el derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen. Estos limites cobran més sentido en las opiniones difundidas a través de medios de comunicacién, aun- que también podria darse esta circunstancia dentro de las cpinio- (2) sCormenacios 3 las Leyes Policas diigides por Oscar Alangn. Constitucin Expats de 1978. Tomo My. Bi. Revista de Derecho Publien, Eltoriales de Derecho Reunidas 1983, (©) Exe atcuo conspraelsrespeta los principio demgcrticos de convivencay os dee- hos ylibertadesfundamertaes» (4) «Curso de Derecho Poico, Volumen Ils, Pablo Leas Verdi. Ea, Teenos, 1976 121 nes expresadas por el docente en el aula, Sin embargo, en este articulo sf que habria que considerar como importantes la pro- teceién de la juventud y de la infancia, adquiriendo més relevan- ‘cia cuanto mis j6venes son los alunos. — Un tercer limite, seria el respeto a la libertad de conciencia y dignidad personal de los alumnos. El profesor debe respetar aquellas opiniones de los alumnos que discrepen con las suyas propias. = También vendrfa limitada la Tibertad de cétedra por los planes de estudios establecidos por las administraciones educativas, donde fijan los contenidos minimos y los recursos pedagégicos ‘utilizar por el profesor. Un ejemplo bastante claro de este limi te, lo tendriamos en la Reforma del Sistema Educativo produci- da como consecuencia de la aplicacién de la LOGSE y todo su desarrollo normativo posterior. Esta limitaci6n a la libertad de ceitedra seria menor en los niveles universitarios y mayor en la ensefianza secundaria y, sobre todo, en la ensefianza primaria. El propio Tribunal Constitucional, en la Sentencia 5/81, de 13 de febrero de 1981, viene a reconocer que la libertad de csitedra al- canza su maximo exponente en los Catedraticos y Profesores Ti tulares de Universidad cuya docencia es proyeccién de la propia labor investigadora, mientras que, en niveles inferiores, los pla~ nes de estudios vienen establecidos por la autoridad competente y no por el propio profesor. = Una restriccién muy importante viene definida por la contradic- cin entre Ia libertad de etedra de los profesores de los centro privados y el propio ideario educativo de estos centros. Sobre esta cuestién, nos extenderemos ampliamente en el diltimo apar- tado. Estas limitaciones de cardcter ideoKigico no se producen cen los centro piiblicos donde, segtin la interpretacién del Tribu- ral Constitucional en la ya citada Sentencia del 13 de febrero de 1981, los centro docentes han de ser ideolégicamente neutrales, siendo exigencia necesaria que deben cumplir cada uno de los docentes integrados en el centro educativo, y no la resultante de neutralizar rec{procamente las distintas orientaciones ideol6gi- cas en las ensefianzas de los docentes. = Otras limitaciones referidas al régimen juridico y status funcio- narial del profesor, serfan ) Bl profesor viene obligado a cumplir aquellas normas relati- vvas a la organizacién del centro como normativa de horarios, sistemas de evaluacién, calendario escolar, etc. 122 (5) «Comentarios ta Constuekin, Segunda edicién ampliado», Femando Cevido Fall y ‘toe EAL Civitas, S.A 1985, b) Tgualmente, la libertad de céitedra no ampara la libertad de no ensefiar, siendo también legales las consecuencias derivadas de Ia ineptitud o falta de preparacién del profesor. Porlo tan to, es perfectamente licita, la exigencia de prucbas de actitud pata el ejercicio de la labor educativa, tales como la necesi- dad de tener el titulo de doctor, superar las pruebas de con- curso-oposicién que se exijan en cada caso, etc. 3. LA LIBERTAD DE CATEDRA EN LOS CENTROS PRIVADOS Y SU RELACION CON EL RESPETO DEL IDEARIO DEL CENTRO. La ya mencionada Sentencia del Tribunal Constitucional 5/81, de 13 de febrero de 1981, vino a aclarar en cierta medida los limites que presenta la libertad de cétedra en los centros privados. Esta sentencia surge como consecuencia de un recurso de inconstitucionalidad pro- movido por 64 senadores socialistas contra varios articulos de la Ley Orgénica 5/1980 de 19 de junio, por la que se regula el Estatuto de Centros Escolares (més conocida como L.O.E.C.E.). Estos senadores consideraban que los arts. 15, 18 y 34 de la LOECE no estableefan If- mites a los derechos de los propietarios de los centros privados a la hora de establecer un ideario, pudiendo invadir la libertad ideolégica de docentes, padres y alumnos, Concretamente, el articulo que afecta- ba a la libertad de cdtedra era el articulo 15. En la citada sentencia, el Tribunal Constitucional considera, en primer lugar, que el articulo 34 de la LOECE, donde se reconoce a los titulares de los centros privados el derecho a «establecer un ideario educativo propio dentro del respeto alos principios y declaraciones de Ia Constitucién», forma parte de la libertad de creaciGn de centros. Plantea, en este sentido, como limite al ideario del centro, el respeto a los principios constitucionales, a los de- rechos fundamentales, el servicio a la verdad, a las exigencias de la ciencia, etc, Posteriormente, el Tribunal Constitucional, expone que la existencia de un ideario, que es conocido por el profesor antes de in- corporarse al centro, no le obliga a convertirse en apologista del mis- mo, ni a dedicarse a hacer propaganda del citado ideario. Sin errbargo, el profesor no puede hacer ataques abiertos o incluso solapados contra este ideario. EI ideario del centro no puede restringir el nticleo esencial del derecho de libertad de cétedra, en consonancia con el artfculo 53.1 de Ia Constitucién, Esta falta de respeto al ideario del centro puede Ile- ‘gar a motivar el despido del profesor. Los motivos de este despido de- ben ser bastante concretos y evidentes. Ante esta circunstancia, el Tri- bunal Constitucional reconoce al profesor la via de amparo si tubiera violacién del derecho fundamental de libertad de cétedra. 123 14 Si la causa del despido no fuera, como hemos citado antes, clara y evidente, el Tribunal Constitucional podria decretar la nulidad radical, ‘obligando a readmitir al profesor e impidiendo la indemnizacién susti- tutoria, Esta circunstancia viene contemplada en la Sentencia del Tri- bunal Constitucional 47/85, de 27 de marzo de 1985, donde el citado tribunal admitié el recurso de amparo presentado por la profesora Pilar Sala Ribalta, estipulando que la simple disconformidad de un profesor con el ideario del centro no puede ser motivo de despido, si no se exte- rioriza en alguna de las actividades educativas del centro. Esta falta de pruebas por parte del centro privado a la hora de despedir a la profeso- ta, es considerado por el Tribunal Constitucional como un motivo ideolégico de despido y, por lo tanto, discriminatorio y contrario al ar- ticulo 16.1 de la Constitucién Espafiola, que regula la libertad ideol6- ica, No obstante, la imposicién de la carga de la prueba al propietario el centro privado, tal como se desprende de este caso, presentaria el problema de que el profesor que atacara el ideario del centro podria defenderse ante un despido alegando que éste ha sido por motivos ideol6gicos. Volviendo al tema central de este apartado, ¢s decir, las limitacio- nes que impone el ideario del centro al derecho de libertad de edtedra del profesor, también habria que hacer una referencia a las actividades {que los docentes realicen al margen de sus labores académicas fuera del centro educativo, Segiin el Tribunal Constitucional, estas activida- des podrian dar lugar a una ruptura del vinculo contractual si la posible notoriedad, la naturaleza de estas actividades e incluso su intencionali- dad puedan tener una influencia decisiva en la labor educativa que tie- nen encomendada tos docentes. Resulta interesante hacer mencién al voto particular emitido por el ‘magistrado Francisco Tomas y Valiente en la ya varias veces resefiada sentencia de 13 de febrero de 1981. Tomas y Valiente sostiene que la formulacién del ideario debe ser publica, sintética e inequivoca para que pueda ser conocida por todos. Ademés opina que una vez estable- cido este ideario, Ia modificacién arbitraria o sustituci6n de éste, cons- tituiria una conducta fraudulenta hacia los padres 0 profesores que en- traron con una condiciones que conocfan y que, posteriormente son modificadas, Ademis, estos idearios deberian ser flexibles y permea- bles a las aportaciones de toda la comunidad escolar (padres, alumnos profesores...). También, Tomas y Valiente viene a destacar que el re~ glamento de régimen interno no puede establecer limitaciones al dere- cho de libertad de cétedra, ya que no tiene cardcter de ley, y segtin el articulo 53.1 de la Constitucién Espafiola, s6lo mediante ley, que debe- 14 respetar el contenido esencial de esos derechos, podré regularse el ejercicio de tales derechos y libertades. Luego, el reglamento de ré; men interno, s6lo puede establecer normas de funcionamiento (hora- rios, distribueién del tiempo lectivo entre las diferentes materias pro- gramadas, etc), pero no podré limitar la libertad de cétedra, ‘También sostienc Tomas y Valiente que no es constitucional esta- blecer jerarquizaciones entre derechos fundamentales, tal como con- templa la LOECE con Ia libertad de citedra frente a libertad d2 crea~ cidn de centros escolares. Igualmente, considera el citado magistrada que el ejercicio de los derechos fundamentales o libertades puiblicas 0 las conductas realizadas al margen de la institucién escolar, no pueden ser consideradas contrarios al ideario del centro. Para concluir, Tomés y Valiente actara que no piensa que los ar- ticulos 15, 18.2 y 34.1 de Ia LOECE sean inconstitucionales siempre que se «interprete que el ideario puiblico es la expresién pablica, sinté- tica ¢ inequivoca del cardcter ideol6gico propio de un centro tendente a facilitar a los padres el derecho que a éstos les reconoce el articulo 27.3 de la Constitucién y que el reglamento de régimen interno no pue- de afectar por razén de su contenido al desarrollo ni al ejercicio de nin g1in derecho fundamental o libertad publica» Para terminar, habria que dejar abierto el debate que, en el futuro, puede dar lugar a ciertas controversias y es el relativo a los Proyectos Educativos del Centro que se estén elaborando en los distintos centros piblicos al compas de Ta implantacién de la LOGSE. En el Proyecto Educativo del Centro se intenta dar unas sefias de identidad al centro en cuestidn, La pregunta que surge es la posibitidad de poder obligar a los nuevos profesores que Heguen a un centro piblico a aceptar los preceptos del proyecto educativo elaborados por otros profesores con anterioridad y si, de este hecho, no surgirfan restricciones a la libertad de catedra semejantes a las que se producen en tos centros privados a través del ideario del centro. Como ejemplo de esta tendencia, podria mos citar el caso de la edlucacién secundaria, donde un grupo de profe- sores que, cumpliendo una serie de requisitos, presente un proyecto pe- dagégico innovador, puede ocupar mediante concurso de traslados las primeras plazas que surjan en un instituto de nueva creacién y exigir a los futuros profesores que vayan Iegando a ese instituto la aceptacién de ese proyecto pedagégico. BIBLIOGRAFIA Atvanez Conne, E.(1993): Curso de Derecho Consticional I, Ed. Tecnes, AUZAGA Viutaani, O. 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