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de gracia
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VIII Centenario de la aprobación
De la forma y vida
Encuentros
de Francisco de Asís
Proceso de conversión
Encuentros de Francisco
-
Consigo mismo,
- Con el pobre,
- Con el Leproso,
- Con Cristo,
- Con el Evangelio,
- Con los hermanos
De mi se ha
escrito mucho,
pero no siempre
ajustado a la
realidad. El afán
de hacer ver mi
vida dentro del
marco de lo
“maravilloso” ha
contribuído a que
aparezca un tanto
irreal; por eso me
propongo
contarles a
ustedes de
primera mano y
así puedan
Encuentro consigo mismo
Como consecuencia,
me propuse en mi
corazón no negar nada
en adelante a quien me
pidiera algo por amor de
tan gran Señor.
Haga clic para modificar el estilo de título del patrón
El encuentro
con el leproso es
uno de los
episodios más
hermosos de mi
vida
Encuentro con
el leproso
“Esto es lo
que ansío
cumplir con
todas mis
fuerzas”.
Encuentro con el Evangelio
La inmediatez de mi
respuesta, el cambio
súbito de vestido y mi
dedicación inmediata a
la predicación era un
indicio de que mi
corazón se encontraba
abierto y disponible a la
Palabra de Dios.
Encuentro con el Evangelio
A mí, francisco,
“El mismo
Altísimo me
reveló que debía
vivir según la
forma del santo
Evangelio”
Encuentro con los hermanos
En todo el recorrido
de mi caminar y en
mi proceso de
conversión, se me
fueron uniendo
hermanos.
“El Señor me dió
Hermanos…”
Encuentro con los hermanos
Cuando llegó el
primer compañero,
Bernardo, Yo le di
gracias a Dios y me
alegré
profundamente, pues
no tenía todavía
ningún compañero.
Encuentro con los hermanos
Mis hermanos se
llaman menores precisamente
para que no aspiren a hacerse
mayores. La vocación les enseña a
estar en el llano y a seguir las
huellas de la humildad de Cristo
para tener al fin lugar más elevado
que otros en el premio
de los santos.
(2Cel 148)
Yo, el hermano Francisco, vuestro
menor siervo, os ruego y os
conjuro, en la caridad que es Dios
y con la voluntad de besaros los
pies, que recibáis con humildad y
caridad éstas y las demás palabras
de nuestro Señor Jesucristo, y que
las pongáis por obra y las
observéis. Y a todos aquellos y
aquellas que las reciban
benignamente, las entiendan y
envíen copia de las mismas a otros,
y si en ellas perseveran hasta el
fin, bendígalos el Padre y el Hijo y
el Espíritu Santo. Amén. (2Cta F)
FIN