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de gracia
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pasión
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a al
VIII Centenario de la aprobación
De la forma y vida
Encuentros
de Francisco de Asís
Proceso de conversión
Encuentros de Francisco
-
Consigo mismo,
- Con el pobre,
- Con el Leproso,
- Con Cristo,
- Con el Evangelio,
- Con los hermanos
De mi se ha
escrito mucho,
pero no siempre
ajustado a la
realidad. El afán
de hacer ver mi
vida dentro del
marco de lo
“maravilloso” ha
contribuído a que
aparezca un tanto
irreal; por eso me
propongo
contarles a
ustedes de
primera mano y
así puedan
Encuentro consigo mismo

Les voy a contar como empezó mi


proceso de conversión, o como
escribí en mi Testamento:

El Señor me dio de esta manera a


mí, hermano Francisco, el
comenzar a hacer penitencia…”

Ahora bien, no existe en las fuentes


hagiográficas un único episodio que
narre éste mi primer encuentro,
conmigo mismo, con mi yo más
profundo
Encuentro consigo mismo

Por ello mi pregunta:


«Señor, ¿qué quieres que
haga?»
brotaba de mis labios
muchas veces más, a la
manera de un eco que se
hacía oración insistente.
Encuentro consigo
mismo
A la luz de los diversos pasaje nos
permite verificar que el proceso de
liberación interior de Francisco se
efectuó de una manera progresiva y a
través de un profundo encuentro con lo
que el texto llama “el hombre interior”,
que en este caso va más allá de la
interioridad subjetiva de los propios
intereses, del propio mundo o de la
propia vida, y se refiere a una realidad
que toca la esencia misma del hombre,
es decir, que va a la raíz misma de su
ser.
Encuentro consigo
mismo
Buscar un refugio en el
secreto de la soledad
conlleva como consecuencia
un encuentro consigo
mismo y una búsqueda de
Dios en la oración.
Encuentro con el
pobre
Mi segundo momento está
caracterizado cuando salí de mi
mismo y la apertura al mundo
de los otros, en particular de los
pobres. También aquí inicié un
proceso que comienza con el
rechazo de ellos, pasó por una
actitud paternalista y culminó
en la identificación con los
pobres.
Encuentro con el pobre

Como consecuencia,
me propuse en mi
corazón no negar nada
en adelante a quien me
pidiera algo por amor de
tan gran Señor.
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Encuentro con el pobre


El cambio que
realicé fue muy
gratificante, pues
el mundo social
se traslada del
ambiente
burgués de mis
amigos y
compañeros de
fiestas
al de los pobres
de mi ciudad
Encuentro con
el leproso

El encuentro
con el leproso es
uno de los
episodios más
hermosos de mi
vida
Encuentro con
el leproso

Fue tal la incidencia que


tuvo en mi vocación, que se
constituyó en un factor
determinante en la
respuesta al llamado del
Señor y me dio un matiz
específico en mi
espiritualidad.
Encuentro con el
crucificado
Otro encuentro
que quedó
marcado en mi
corazón fue el
encuentro con el
crucificado en la
iglesia de San
Damián.
Encuentro con el
crucificado
Cuando caminaba cerca
de la iglesia de San
Damián, me fue dicho en el
espíritu, que entrara a orar
en ella. Luego que entré
me puse a orar
fervorosamente ante una
imagen del Crucificado,
que piadosa y
benignamente me habló
así:
Encuentro con el
crucificado
“Francisco,
¿no ves que
mi casa se
derrumba?
Anda, pues,
y repárala”.
Encuentro con el
crucificado
Después de este
encuentro quedé
iluminado con tal gozo y
claridad, que sentí
realmente en mi alma
que había sido Cristo
crucificado el que me
había hablado.
Encuentro con el
crucificado
Es un encuentro que
marca un cambio
efectivo de Francisco,
aunque todavía
transitorio, en cuanto
lo indujo a reconstruir
iglesias.
Encuentro con el Evangelio

Cada uno de los


encuentros que les he
comentado han marcado
profundamente mi proceso,
y el que continúa es uno de
ellos. “Encuentro con el
Evangelio”.
Encuentro con el Evangelio

Habiendo escuchado un día


en la celebración de la misa lo
que dice Cristo a sus discípulos
cuando los envía a predicar, es
decir, que no lleven para el
camino ni oro ni plata, ni alforja
o zurrón, ni pan ni bastón, y que
no usen calzado ni dos túnicas,
y como comprendiera esto más
claro por la explicación del
sacerdote, dije transportado de
indecible júbilo:
Encuentro con el Evangelio

“Esto es lo
que ansío
cumplir con
todas mis
fuerzas”.
Encuentro con el Evangelio

Esta era la pregunta


que constantemente me
rondaba ¿Señor, qué
quieres que haga?, sólo
después de escuchar la
palabra de Dios,
encontré una respuesta
clara.
Encuentro con el Evangelio

La inmediatez de mi
respuesta, el cambio
súbito de vestido y mi
dedicación inmediata a
la predicación era un
indicio de que mi
corazón se encontraba
abierto y disponible a la
Palabra de Dios.
Encuentro con el Evangelio

A mí, francisco,
“El mismo
Altísimo me
reveló que debía
vivir según la
forma del santo
Evangelio”
Encuentro con los hermanos
En todo el recorrido
de mi caminar y en
mi proceso de
conversión, se me
fueron uniendo
hermanos.
“El Señor me dió
Hermanos…”
Encuentro con los hermanos
Cuando llegó el
primer compañero,
Bernardo, Yo le di
gracias a Dios y me
alegré
profundamente, pues
no tenía todavía
ningún compañero.
Encuentro con los hermanos

Mis hermanos se
llaman menores precisamente
para que no aspiren a hacerse
mayores. La vocación les enseña a
estar en el llano y a seguir las
huellas de la humildad de Cristo
para tener al fin lugar más elevado
que otros en el premio
de los santos.
(2Cel 148)
Yo, el hermano Francisco, vuestro
menor siervo, os ruego y os
conjuro, en la caridad que es Dios
y con la voluntad de besaros los
pies, que recibáis con humildad y
caridad éstas y las demás palabras
de nuestro Señor Jesucristo, y que
las pongáis por obra y las
observéis. Y a todos aquellos y
aquellas que las reciban
benignamente, las entiendan y
envíen copia de las mismas a otros,
y si en ellas perseveran hasta el
fin, bendígalos el Padre y el Hijo y
el Espíritu Santo. Amén. (2Cta F)

FIN

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