Está en la página 1de 47
En Ja «Comunicacién preliminar informamos ya gue micnttas investigébamos la ctiologia de sintomas histéticos obtuvimos también wn método terapéutico al que fe adjudi- camos valor prictico. «Deseuérimos, en efecto, al comicnze para iuestra maxima sorpresa, que los sintomas histéricas sungulares desapareetan enseguida y sin recornar cuando se conseguis despertar con plena luminosidad ef recuerdo det proceso ocasionador, convocandy al mismo tiempo el afecto aconipatianie, y cuando luega el enfermo describia ese pro- ceso de tu manera mas detullada posible y expresaba on palabras ef afectow (pay, 321] Procurames ademds entender el modo en que nuestro método psicoterapéutico producta sus efectos: «Cancela la accitn eficiente de la representacisn originariamente no abre- accionada, porgue permite a su afecto estrangulado ef de- curso a través del decir, y la Neva basta su rectificacién aso- Giativa al introducisla en la conciencia normal (en estado de Bipuosis ligera) 0 ai cancelarla por sugestion médica, conto ocurre ev el sonambulismo con antesian (pag. 42] Intentaré ahora exponet en orden los aicances de este méiodo, hasta dénde consigue més que otres, cud] es su cécnica y Jas dificultades con que trabaja, por mis que lo esencial acerca de esto ya esté contenido en los precedentes historiales clinics y por ende me resulte imposible evitar las repeticiones en mi exposicisn. Tengo todo el derecho a decir que sigo sustentando el contenido de la «Comunicacién preliminars; debo confesar, ino obstante, que en los aos corridos desde entonees —dir zante los cuales me ocupé de continuo de fos problemas alli tratados— se me impusiezon unos puntos de vista nuc vos, que traerian por consecuencia un agrupamiento y una concepcién diversos, s] menos en parte, del matetiat consa- 263 bido en aquel tiempo, Seria injusto que yo pretendiera carga a mi estimado amigo Josel Brewer con una excesiva responsabilidad por el desarrollo gue he mencionade, Por eso ofzezco las eltcidaciones siguientes en mi propio nom- bre, predominantemente Cuando intenté aplicar a una setic mayer de onfermos ch método de Breuer para la curacién de sintomas histéricos por via de busea y abreacetin en ta hipaosis, tropes con dos dificultades, persiguiendo as cuales di en modificar tanto la téenica como Ia concepcidn. 1) No eran hipnotiza- ies 1odas las personas que mostraban sintomas inequivo- cuneate histéicos y ep las cuales, con toda probabilidad, reinaba e) mismo mecanismo psiquico, 2) Debi tomar po: cién frente al problema de saber qué, en verdad, caracteri- vaba a la histetia y Ja deslindaba de las otras neatasis. Posponge para luego comunicar cémo dominé Ja primera diticultad y qué apzendi de ella. Comenzaré detallande la jn que en la prictica cotidiana tome frente al segunda problema. Fs muy dificil penetrar de ana manera acertada un caso de neurosis antes de someterlo a un andlisis profun- do; 0 sca un anilisis como sdlo se lo obtiene aplicando ef método de Breuer. Pero ki decisién acerca del diagndstico la variedad de terapia debe tomarse antes de disponer de esa noticia en profundidad. No me quedaba ctzo camino, pres que escoger para el método catirtico aquellos casos que crs posible dlagnosticar provisionalmente como de histerla ror. que presentaban unos pocos o muchos de los estigmas 0 sin- tomas caracteristicos de ella. ¥ Ivego me sucedia a menudo obtener pobrisimos resultados tezapéuticos a pesar de ese diagndstice de histeria, pues ni siquiera ef andlisis sacaba a fo luz nada sascantive. Orras veces intenté tratar con el método de Breuer unas neurosis que nadie habrfa juzgado como histetia, y descubsi que de esta maneta eta posible influirias y aun sclucionarlas, Tal me ocurris, por ejemplo, con Ins represensaciones obsesivas, las autéaticas represen- taciones ohscsivas del tipo de Westphal, cn casos que por ningtino de sus rasgos recotdaban a la histeria. Ast, no podia ser patogneménico para la histeria el mecanismo psiquico descubierto en Ja «Comunicacién prefiminars; y no pude resolverme, en aras de él, a arrojar tedas esas otris neurosis, ca el mismo casilfero de Ia histeria, De todas las dudas asi instiladas me sacd, por Yitimo, el plan de tzatar a esas otras 2 [Westphal (1877) hizo una detallads clasificacién de ellas.] 264 neutosis en cttestida como a Ja histeria, de investigar donde- quiera la etiologia y Ia modalidad del mecanisino psiquico, v supeditar a esa inJagacién el decidir sobre Ia licitad del diagnéstice de histeria. Partiendo del método de Breuer, di en ocuparme, pues, de Ia ctiologia y el mecanismo de lag neurosis en general. Ti ve la ventara de llegar en tiempo relativamente breve a unos resultados viables.” En primer lugat, se me ipuso esie dis cernimiento: hasta donde se podia hablar de wna causacin por la cuut las neurosis fueran adquisidas, 1a etiologia debia buscarse en Factores sextiales. A ello se enhebrs el hallazgo. de que, universalmente, factores sexuales diferentes predu- efan cuadzos tambien diversos de contraccida de neurosis. ¥ entonces, en fa medida cn que esta ttima relacién se earrd- boraba, une pedis atreverse a emplear Ja propia ctiologia para una caracteriziciin de Jas neurosis y trazar ona sep: racidn nitida enire sus respectivas cuadros Jfnices, Filo era licito en tanto los carastezes ctioldgicos coincidicran de una manera constante con los clinicos De esta manera Ilegué a Ja conchusién de que la wees tenia respondia en verdad a un mondtono cuadra clinice en el que, como los andlisis lo demostraban, no. desempeniaba ningin papel an «mecanismo psiguicon..De la neuras se separd (ajantemente la neurosis obsesiva, la neurosis de las autéaticas representnelones obsesivas, en Ja que so pur dieron discernir un complejo mecanismo psiquico, una efi ogia semejante a la histérica y una vasta posibilidad de reducitla mediante psicoterapia. Por orra parte, me parecid 3 todas Iuees indicado separar dee la neurastenia un complejo de sintomas neuréticos que depende de una etivlogia por en- tero diversa, y aun, consideradas las cosas en su ralz, opwes ta; al mismo tiemps, fos sintomas pareiales de ese complejo se mantienen unidos en virtud de wn cardctee ya discernido por E. Heckee (1893). Son sfntomas, o bien equivatentes y rudimentos, de exteriorizaciones de angustia, y por esa he 2 [Los hallargos sobre los gue se informa en este picrafo y log eres siguientes habjan sido ya publicadas par Freud ep «Las aeuropsicasis de ‘deiensar (18942) y en su primer trabsjo sobre ls nearosis de angustia (18956). — En fo que sigue debe tonetse prescate que mis adelame Trend distinguid una nueva eotidad elfnica a Ta que dio el nombte de chisteria de angustias; si bien ta angustia ere su Tasco mis notorio, podia tastrearse en ella un mecanisrmo psiquico analoge al ide la histeria de conversién. Freud hizo su primera exposiciéa am plia de la histeria de angustia en cl historial clinico del pequetic Hans (190983, AE, 10, pigs. 945, y izaz6 muy claremente el distingo entre la neurosis de angustia y 1a histeria de angustia en «Sobre el psiccandbsis “silvestre™» ¢1910e1, AE, M1, pags, 224-5.) 265 denominado neurosis de angustia a este complejo que cabe separar de la neurastenia. Acerca de ella, he sustentado {Frend, 18956] que sobteviene por Ja acumulacién de una tensidn psiquica que es, pot su parte, de origen sexual; tampoco esta neurosis tiene un mecanismo ps(quico, pero influye sobre Ja vida psiquica de una manera bien regular, de suerte que «expectativa angustiada», fobias, hiperestesia hacia dolores, etc., se cuentan entre sus extetiorizaciones regulares, Es cietto que esta neurosis de angustia, como yo Ja entiendo, se superpone parcialmente con la neutosis que bajo el nombre de «hipocondrfa» suele reconocerse en tan- tas exposiciones junto a Ja histeria y la neurastenia; sdlo que en ninguna de las elaboraciones oftecidas hasta hoy pue- do juzgar correcto el deslinde de esa neurosis, y hallo que la viabilidad del término chipocondria» se perjudica por su referencia fija al sintoma del «miedo a la enfermedad». Después que ast me hube fijado los cuadros simples de la neurastenia, la neurosis de angustia y las representaciones obsesivas, abotdé Ia concepcién de los casos cortientes de neurosis que entraban en cuenta en el diagndéstico de histe- tia, Entonees me vi precisado a decir que no cotresponde estampar a una neurosis en su totalidad el matbete de «his- térica» por ei solo hecho de que entre su complejo de sin- tomas luzca algunos tasgos histéricos. Pude explicarme muy Dien esta wltima préctica por ser la histeria la neurosis mds antigua, la mejor conocida y la més Hamativa entre Jas consideradas; no obstante, era una prdctica errénea, 1a misma que habfa levada a anatar cn la cuenta de la histeria tantos rasgos de perversién y degeneracién. Tan pronto como en un caso complicado de degeneracién psiquica se descubria un indicio histérico, una anestesia, un ataque caracteristico, se llamaba (1912f), sugirié que la hipecondrfa podia sumarse a la neurastenia y la neurosis de angustia como tezceta , A las pocas frases se le cotta ct bile aun al enfermo que se encuentra «concentradun Pero no se debe olvidar gue por doquier sc mata aqui de un cotejo chantitative, de la lucha entre motives de po tencia o intensidad diferentes, La «resistencia a Ia asocia cida» on una histetia grave posee un poder que ef cefor: nar del médico extraiio y desconacedor de Ja cosa misma no puede iqualar. Es preciso pensar en un recurso ands poderoso. Con este propdsite yo me sitvo cn primer tératina de un pequeiy artificig téentco, (CE, pag. 127 yy. Anticipo al gnfermo yue te aplicaré cnseguida una presién sobre se frente; fe asoguro que, mientras due esa presidn y al ew bo de clla, vers ante sf un recuerda en forma de imagen, © fo tendré en el pensamiento como acurencia, fo cam prouieto a comunicame esa imayen 0 esa ocurtencia, cual quiera que ella fuere. Le digo que av tiene permitide rese varselo por opinar, acasy, que no es Jo buscado, lo pertinen- xe, © porque le resulta desagradable decirln. Nads de exitici ni de reserva, ya provengan del afecto o del menosprecio. Le afirmo que sélo asf pod:emos hallar Jo bustado, que ast lo hailaremos infaiiblemente. Luego presiona durante une segundos Ja frente del enferme situade ante mf, lo fibra de Ja presion y Ie pregunta con reno calmo, como si esruviers descattada cualquier decepeidn: «ZQué ha visto usted?» 0 «@Qué se le ha ocurride?». Ademis de ensefiarme mucho, este procedimicnto. me Jievs siempre a la meta; ho¥ ya no puedo prescindiz de dl Desde lucgo, sé que podria sustituit esa presién sobre Ia frente por alguna otra sefial o inflaje corporal sobre cf en ferme, pero como este se halla delante de mi, ptesionasle la frente © tomarle Ja cabeza entre mis manos resulta ser Jo mas sugestive y eSmodo que pueda emprender con ese fin, Pata explicar Ia eficacia de este artificio yo podria de cir, tal vez, que cottesponde a una shipnosis momenténea teforzida»; no obstante, el mecanismo de la bipnosis me resulta tan enigmético que preferitia no requetirlo para esa elucidacién. Juzgo que ta ventaja del procedimiento reside més bien en que por medio de 1 yo disocio la atencién del enfermo de su busca y meditacién concientes, en suma, de todo aquetlo en lo eval pudiera exteriotizarse su voluntad, semejante en esto a lo que se consigue quedindose absorto 27 ea una bola de cristal, ete.” Ahora bien, he aquf Ia ense- Ranza que extraigo de que bajo Ia presién de mi mano aeuda sierypre lo que yo busco: La representacidn paigena supuestamente olyidada esta aprontada siempre «en las cercanias», se ta puede alconzac mediante unas asociaciones de fécil trinsitos sdlo se ttata de remover alta obstéculo. Bise obsticulo parece ser, trmbién aqui, 12 voluntad de le persona, y personas diferentes hallan diversos atados de difieultad para despojatse de sus propésitos y adoptar na conducea de obsexvacién enteramente objetiva de los pto- exsos psiquicos en ef interior de ellas."" No siempre es ua recuerdo ealvidader ef que aflora bajo {a presién de la mano; ¢s rusisimo que los recuerdos genui- namente parégenos se hallen tan en la supetficie. Con mu. cho mayer frecuencia emerge una representacién que deatee Ge 4a cadena asociativa es un eslabin entre la representa. cidn de pantida y ia buscada, patdyena, o una representacién que constituye cf pento de partida de una mieva serie de pensamientos y recuerdos, a enyo término se sitia la re. prescntacién patdyena. Entonces, la presién no ha puesto cn descubierto Ia representacién patégona —la cual, por fo demas, separada def comtexto, sin prepatacidn, seria inin- icligible—, pero bu sedalado el camino hacia’ ella, la a reccidn ca’ gute debe avanzar Ia busqueda. Por eso [a re- presentacién primero despectada por aguel artiFicic puede ser isn recnerdo comsibido, nunca reprimido, Toda ver que ett ef carping hacia ta representucién patdgena vuelva a cor- tarse In theidn, es preciso repetir el procedimienta, la pre- sign, @ fin de procurar una orientacién y un sitdamiento nucvos. En otros casos, aun, mediante la presién de In mano se eveca ur recuerdo que es consabido en si misio para el enferma, pero cuss aparicidn Je causa asombro porque ha elvidado su vénculo con la representacién de partida, Ese vineulo se comproburé en Ia vlterior ttayectoria del anit. lisis, De todos cstos resultados del presionar, uno oblicne Ja cngaiiosa impresiGn de una inteligencis superior que es- © CEL papel desempetiado en Ja téenice del hipaotiome por la dis: traccién de Ja atencidn corciente fue discutido por Freud muchos atios mus tarde, en Pricalogiar de lus masas y avulisis del 30 (192le), AE. IB pig. 120, En una now al pie de ese pasale se sumisistran ottas rclerencias sobre ol usy de Wéntico tuecanismo en a telepatia y en al chisie. Cf. tambicn «Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicvsis de defensin (18960), AB, 8, pax. 177.1 1 [Le dificultad que experimentan algunes personas para adopzar esta actitad aerftica fue examinada por Frend can més extensién ct Li anterpretéciait de tas sucizor (19000). AP. 4, pigs. 1225.) 278 tarla fuera de Ja conciencia del enfermo, mantendria cohe- signado con determinados fines un gran matetial péiquice ¢ instauraris un ordenamiento pleno de sentido para su re- torno ala conciencia, Yo conjetuzo que esa inteligencia segunda, inconciente, es séle una apariencia, En iodo andlisis complicide uno trabaja repetidas veces —ea verdad de continua-— con ayuda de este procedimien- to {Ja presiéa sobre Ta frente), que ora ensefia, desde cl punto en que cesaron las reconducciones del enfetmo en la vigilia, el olterior camino, pasando por unos recnerdos que han permanceido notorios; ora Tama la atencién sobre ne xos que eayeron en el olvido, luego convoca y entila re cuerdos que desde muchos arios atris estaban sustraidos de a asociacidn, a pesat de lo cual todavia se fos puede di cerir como ‘recuerdos, y, como operacién suprema de la reproduccidn, ace aflorar pensamientos que el enfermo minca quiere reconocer como los suyos, que él no recuerda, si bien admite que el contexto los cxige imprescindible- mente, y, en e3e tascurso, se convence de que esas Fepre sentaciones, y no otras, producen el cierre del andlisis y la cesacién de los sintomas. Trataré de exponer algunos ejemplos de los notables !o- gros de este procedimiento técnico. Una joven a la que trate padece do una insufrible t2ssis nervosa que se axtastia desde hace seis afios; es evidente que se ha cebado en un catarro comin, pero es imposible que no tenga sus fuertes motives psiquicos, Hace mucho tiempo ya que cualquier otra terapia se muestra impotcnte; intento, pues, cancelar cl séntoma por el camino del and- lisis psiquico, Ella s6lo sabe que su tos netviosa expezs, a los catorce afios, estando de pensionista ea casa de una tia; de excitaciones psiquicas en ese tiempo no quiere sa- ber nads, no ree en una motivacidn del padecimiento. Ba- jo la presiém de mi mano se acuerda, pot primera ver, ce un gran perto. Luego discierne la imagen tmnémica: era un, perzo de su tia que se le habfa aficionado, la acompafiaha a todas partes, etc, Pues si: ahora se le ocurre, sin mds ayu- da, que ese perto se mutid, los nifios lo han enterrado solemnemente, y caando volvia de ese scpelio le aparecié Ja tos. Yo pregunto por qué, pero me veo precisado a ayu- dasla de nuevo mediante Ia presién; acude entoaces este pensamiento: «Ahora estoy completamente sola en el mun- do. Nadie me ama aquf; este animal era mi tinico amigo, ahoza lo he perdido», — ¥ prosigue’el relato: «La tos des- 279 aparecié cuando me fui de casa de Je tia, peta reemergis un allo y medio despuéso. — «¢Por qué razén?>. — «No lo sé». — Vuelvo a presionar: se acuerda de Ja noticia so bre la muerte de su tfo, a raiz de la cual estallé de nuevo la tos, y una ilacién de pensamientos similar. A! pazeccr, ese tfo habia sido el vinico en Ia familia que {a tratata con carifio, él la habia amado. Esa era, entonces, fa representa cién patdgena: A ella no la aman, preficren a cualquier otro antes que a ella, tampoco merece ella ser amada, etc Pero a Ja representacién del «amore iba adherido algo para cuya comonicacién se elevaba tenaz resistencia. I] andlisis se interrumpié antes de esclarecerlo. Hace algin tiempo debi librar de sus ataques de angus. tia a una dama que por sus cualidades de cardeter apenas si eta apta para intentar esta clase de influjo. Desde la me- nopausia se habia vuelto desmedidamente piadosa y todas Jas veces me recibfa como si yo fuera el mismo demonio, armada de un pequesio crucifijo de marfil que escondia en Ja mano. Sus ataques de angustia, que tenfan carécter his- tériea, se remontaban a los comienzos de su doncellez y supuestamente eran debidos al uso de un preparado de yo- do con el que habtan debido tratarle una inflamaciso leve de Ia tiroides. Desde luego, yo desestimé esa derivacién y procuré sustituisla por ota més acorde a mis opiniones so- bre Ia etiologia de Jos sintomas neurdticos. A la primera pregunta por alguna impresidn de su mocedsd que se si- tuara en una trama causal con Jos ataques de angustia, aflo- 26, bajo Ja presién de mi mano, cl recuerdo de la lectura de un llamado «fibro edificantes donde habia una mencién, harto santurrona, de los procesos sexuales. El pasaje en cuestién hizo a Ja muchacha una impresién contraria a la intencién del autor; rompié a llorar y arrojé lejos el libro. Esto fue antes del primer ataque de angustia. Una segunda ptesién sobre la frente de la enferma convoed una remi- niscencia més prdxima, el recuerdo de un educador de sus hermanos vatones que le testimoniaba gran aprecio y pot quien clla habia concebido una célida simpatia, Ese recuer do culminaba en a reproduccién de una velada en la casa patetne en que todos ellos, junto con ese joven, estaban sentados en tora de la mesa y mantentan una plitica pre- ciosisima ¢ incitante. La noche que siguié a esa velada la desperté el primer ataque de angustia, mucho més telacio- nado con Ja revuelta frente a una mocién sensual que con el yodo que simulténeamente le aplicaban. —- ¢De qué otra manera habria tenida yo plenas esperanzas de descabrir semejante nexo contra lo que Jz enferma opinaba y aseve 280 robs, una enferma que adoptaba una actitud tan refractaria frente a mi como frente a cuslquicr terapia profana? Outre caso fue el de una sefiora joven, dichosa en su ma trimonio, a quien ya en su tempzana mocedad hallaban ca- da majiana durante un rato en un estado de estupor, los miembros rigidus, Ia boca abierta y la lengua afuert, y aho- ra cepetia al despertar ataques parecidos, aunque no tan serios. Una hipnosis profunda se demostrd irtealizable; em- pecé entonces 1a bnsea en el estado de concentracisn y le aseguré que a la primera presién veria algo gue tendria relacidn directa con las causas de ese estado en su nifiez St comportamiento foe tranquilo y aquiescente: vio In vi- vienda en que habia pasado sus primeros akos de mucha- cha, sw habitacisn, la posicién de su cama, I abucla que catonees vivia con ellos, y a una de sus gobernantas, que la habia amado mucho.’ Varins pequeias escenas en’ esos sitios y entre esas personas, en verdad todas costs nimias, se siguieron; como conclusién, la despedida de la gober- nanta, que se alejaba ce la casa para contraer mattimonio, Yo no atinaba a nada con tales reminiscencias, no me resul- tabs posible establecer un vinculo entre cllas y la etiologla de Jos ataques. Y, pot otra parte, diversas citcunstancias in- dicaban gue esa eva 1s misma época en que los ataques apa- recieion por primera vez, Antes que yo pudieta continuar el anilisis, tave oportunidad de hablar con un colega que afios_ atrds habia sido cl médico de fa familia de mi pacien- te, De dl recibf el siguiente esclarccimiemto: Fr fa época en gue traté por aquellos primezos atagnes a esta mucha- cha adolescente, de muy bien desatrotlado cuerpo, le Hams a ateacidn 1a hipertrdtica ternura del trato entre ella y La gobernanta alojada en Ia casa. Le entraron sospechas y mo- vid a fa abuela a que vigilura ese trato, Al poco tiempo la amciana sedora estavo en condiciones de informarle que la gohernanta sofia hacer a la nifia visitas nocturnas cn ta ca- ma, y con toda reguleridad, cras esas noches, la hallaban con el ataque. No vacifaron en alejar, diseretamente, a esta corcuptota de nidos, Los nitios, y la misma madre, queds- ron con la creencia de que Ja gobernanta cbandonaba Ja casa para casarse, — En cuanto a [a terapia, exitosa de pri- mera intencién, consistié en comunicarle yo a [a sefiora el esclatecimiento que me habian dado. En ccasiones, los informes que uno recibe mediante ef procedimienta de presionax se consiguen en forma hart asombrosa y bajo citcunstancias que pintan ain mds attac- tivo el supuesto de una inteligencia inconciente. A props- sito de esto me acuerdo de una dama que desde hacia mu- 28 chos aos padecia de representaciones obsesivas y fobias, ¥ gue con respecto a la génesis de su padecer me remitis su infancia, pero no sable nombrar qué tendrfa abt la cul- pa, Era sincera e inteligente, y ofrecfa una resistencia con- ciente notablemente baja. (Pontualizo aqui que €l meca- nismo psicuico de las representaciones obsesivas tiene may estrecho parentesco con ei de los siatomas histéricos, y para ambos tn tecnica del andlisis es la misma.) Al pregun tarle yo si bajo Ja presidn de mi mano habia visto algo 0 Je acudid alyin recuerdo, respondié: «Ni una cosa it la otra, pezo de repente se me ha ocurrido una palabras. — «@Unat palabra sola?>, — «Si, pero suena demasiado esct- piday, — eDigala usted Jo mismo. — eCasero», — «eNa- da mas?» — «Non, — Presiono por segunda vez, ¥ hete ahi gue vuelve a acudirle sna palabra aislada, que se le pasa por In mente: «Camisoay. Tomé entonces nota de estar frente a una povcdosa manera de responder, y por medio de repetidas presioncs promovi una sevie de pak bras en apariencia catentes de sentido: Casero-Camisén— Cama-Cindad-Catromato. «gQué quiere deciz cso?», pre- gunté. Medité ua momento, y luego se Le ocurrié: «Sste. puede tratarse de una historia que ahora me viene a la mente. Cuando yo tenia dies afios, y doce la hermena que me segufa en edad, ci¢zta noche tuvo ella un atague de faria ¥ fue preciso siarla y Mevarl a ly ciudad en on ca rromato, Sé con exacttud que fue el cavers quien La do- mind y luego Ja acompané tambicn al saaatorios, —- Pro- seguinios entonces con esta modatidad de la busca, y nos cnteramos por nuestio otfculo de otras seties de palsbras gue, ¢s cierto, no podian interpretarse como un conjunto, pero se yalotizaron para proseguiz aguella histosia vy para anudar una segunda, También In significarividad de esta reminiscene!a se abtuya ensegtcida. La enfermedad de su hermana Ie habia hecho una impresién tan honda porque ambas compartian uo secreto; dormian en Ia misma habi- acién y cierta noche habiun debido soportar ambas los ataques sexuales de una persona del sexo masculino. Ahora bien, con la mencién de ese tram sexual de la temptana juventud no sdlo quedaba al descubierto el origen de las primeras representaciones obsesivas, sino también ef trau- ima quc tiempo después habria de ejercer efectos patdgenos, —~ Lo raro de este caso consistié dnicamence en el aflora- miento de consignas aisladas que debimos procesar cn ora- ciones; en efecto, la apatiencia de no guatdar relacién y set inconexas ¢s propia de todas las ocurrencias y escenas que suelen acudir a fa presidn, tal y come sucedié con aquellas 282 palabras pronunciadas a la maneta de un oréculo. Persi- guigndolas, por regla general se descubre que las feminis- Cencits en apatiencia inconexas estin estrechamente enlaza- das por unas ataduzns de pensamiento y Hevan por la via mis directa al momento patégeno buscada A aia de esto me viene a la memoria va caso de andlisis en que mi confianze en los resultados del presionar fue sometida primero a dura prueba, para justilicarse luego heillantemente, Una joven sefiore, muy inteligente y en api riencia muy dichosa, me habia consultado a raiz de on per- tingz dolor ea el abdomen que no cedia a Ia terapia, Dis- ceri que el dolor tenia su sede en Ia pared del vieatre, se fo podia seferir a unos endurecirnieatos museulares palpa- les, y orden€ un mataméento Jocal. Pasados unos meses volvi a ver a la enferma, quien me dijo: «Después del tra- tamienta aconsejado el dolor aquel pass, y durante largo tiempo no lo senti; pero ahora ba retornado como dolor nervioso, Lo conosco en que no lo tengo por obra de cier- tos movimientes, como antes, sino slo a determinadas horas, por ejemplo a la mafiana al levantarme y a raiz de cierta clase de emociones». — El diagaéstico de la dama era bicn correcto; ahora eta preciso hallar la causa de ese dolor, y en estado uo influido, en nada pudo ella avadar- me. Goncenteada y bajo Ja presién de mi mano, cuando Je pregunté si se le ocurréa o veia algo, se decidid por el ver y empezS a describirme sus imdgenes visuales. Vio algo como un sol con rayos, Io que yo desde luego hube de con- siderar un fosfeno producido por presida sobre fos ojo Yo esperaba que siguicra algo més utilizable, pero ella pro: siguid: «Estrellas de una rata luz ezuline como Ja luz lonar, cle», tedas cosas que yo consideré centelleos, resplandores y puntos luminosos ante los ojos, Yz me disponia a incluit al intento entre los fallidos, y meditaba sobre el mejor modo de saliz del paso discretamente, cuando una de las apari- ciones que ella desctibié Ilamé mi atenciéa: Una gran cruz negra, tal lo que vio; estaba inclinada, en sus bordes ricla- ba el mismo destello como de luz lunar en que estaban enyueltas todas sus anteriores imdgenes, y sobre su trave- sino, tremolaba una Mamita; evidentemente, eso ya no era un fosfeno. Presté oides cntonces: visieron luego imége- nes masivas embebidas en Is misme luz, raros signos, pa- recides acaso a escritura en séascrito, ademds figuras como idngulos, entre ellas un ttidngulo grande; de nuevo la . Esta vez conjeturo un significado alegérico y pre- «Qué signifien esta cruz?». — «Es probable que denoze el dolor, xepuse ella, — Le objeto que por seruz» 283 Jas més de tas veces uno entenderfa un peso moral equé se oculta tras ese dolor? — No sabe decitlo y prosigue en- tregeda a sus visiones: Un sol can dorados rayos, que ella sabe intetpretar: es Dios, la fuerza primordial; Ieego una Iagurzija gigantesca que ella -nita curiosa, pero no atersi- da; después un montdn de serpientes, desputs de nuevo un sol, pero con suaves y atgentados zayos, y ante ella, en- tre su petsona y csa fuente de Inz, una reja, que fe esconde el centto del sol. Hace tiempo he cafdo en Te cuenta de que estoy frente a unas alegorfas, y ensepuida pregunta per cl significado de fa tiltima imagen. Responde sin vacilas: «E] sol es la perfevcisn, el Hed, y Ia reja son mis Magucxas y de fectos, que se intexponen entre mi y el ideals. — «¢Enton- ces se hace usted teproches, estd descontenta consiga mis ma?>. «Sin dudas. —“«z¥ ello desde cusindo?». — «Desde que soy miembro dela Sociedad Teosdtica y leo los escritos que ha publicado. Pero siempre tuve baja opi nién de mi misma». — «¢Qué le ha hecho altimamente Ia impresin mis fuerte?». — «Una traduccidin del sins crito que ahora aparece por entregas». — Un miauto des pues, estoy inictada en los combatcs que sc libran en sit alma, en los reproches que se hace, y me entero de una peguefia vivencia que Je dio ocasién para un reproche, y a raiz de Ja cual emergié el anterior dolor orpsinico camo re sultado de una conversién de excitacién. — Las imagenes que al comienzo yo habia tenido por unos fasfenos eran simboles de pensamienios ocultistas, scaso directamente emblemas de las portadas de libros ocultistas. Acabo de elogiar con tanto ardor los Jogos de este pro cedimiento auxiliar que consiste en la presién sobre ta frente, y durante todo ese tiempo he descuidado tan totel- mente el punto de vista de la defensa o de a sesisten que, con seguridad, pude despertar la impresién de gue por medio de este pequefio artificio une estaria en condiciones de deminar los obstacules psiquicos con que tropicza una cura catértica, Sin embargo, grave error seria creerla asf; hasta donde yo lo veo, no existen tales ganancias en In te- sapias aqui, como dondequiera, para grandes cambios se requiete un trabajo grande. El procedimiento de la presiSe no es mds que un ardid para sorprender por wn momento al yo que se place en fa defensa; en todos Ios casos serivs este vuelve sobre sus propdsitos y prosigue su resistencia Debo considerar las diversas formas en que se presents esa resistencia, Sobre todo, la primera o segunda vez suele 284 Lracasar el ensayo de presiGn, El enfermo exterioriza en tonces, muy decepcionado: «He creido que se me ocurritia ulgo, pero sélo peasé cudn tenso estoy ante ello; no me ha vonido nade». Sin embargo, este «acomodatse» del pacien- te no se debe incluit entre fos obstéculos; uno le dice: «Es que estaba usted demasiado curioso; Ia segunda ver dazd resultados, Y, en efceto, da resultado. Es singular cuiin menudo los enfermos —incluidcs los més déciles ¢ in:eli- genes pueden olvidar por completo el compromise que acaban de contraer, Haan prometide decir todo cuanto se les ocurra bajo Ja presidn de Ja suano, no importa que les patezca a no pertinente, vale decir, sin seleccionarlo ni de- jac que lo inthiyan la ctftica o el afecto. Y bien no man- tienen su promesa, es algo superior a sus fuerzas. En todos fos casos ef trabajo se atasea, uma y otra veg aseveran que ahora no se les ocurre nada. Uno no debe creerles; uno debe suponer siempre, y también extcriorizarla, gue ellos se reseevan algo porque no lo considera importante o lo sienten penoso, Uno persevera cn esto, repite la presién, se finge infalible, hasta que efectivamente se entera de a. go. Entonces el enfermo agcega: «A wo ya se lo habs podido decie [a primera vez». — «g¥ pot qué na to dijo?» — «No he podido bacerme a la idea de que pudiera ser esa, Sélo cusndo retorné todas las veces me resolvi a de- cirlow. — O bien: «He espersdo que no fuera justamente eso; esperé poder ahorrarme el decirlo; sdlo cuando cso no se dejé reprimir [desalojar} adverti que nada me seria dis pensedon, — De tal suerte, el enfermo deja truslucir con posteriotidad {nachtrdglich} loz motiyos de una resistencia que al comicnzo no querfa coniesar, Fs evidente que él no puede operar otra cosa que una resistencin, Esa resistencia se exconde a menudo tras singulares sub: terfugios. eHoy estoy disperso, me perturban ef rela} o el piano que tocan en In habitacién vecina. Yo he aprendido a responder a eso: «De ninguna manera; usted ahora tto- pieza con algo que prefetitia no decir. De nada le vale. Per- severe usted», ——- Mientras mis prolongada resulta la pau- sa entre Ia presién de mi mano g la exteriorizacin dl en- fermo, tanto mis desconfiado me vuelvo y mds es de temer gue el enfermo se aderece Io que se Je ha ocurtido y lo mu- tile en la reproduccidn, Los esclarecimientos més importan- res stelen veniz anunciados como unos superfluos adornos, cual los principes disftazados de mendigos en la dpern: «Aho ra se me ha ocurtido algo, pero no vale para nada, Sélo sc lo digo porque usted pide saberlo todo», Ast inttoducida, las mas de las veces Hega luego Ia solucién por tanto tiem: 285 po ansiada; siempre aguzo el ofdo cuando escucho a los enfermos hablar con tanto menosprecio de una ocurrencia, En efecto, es signe de una defensa lograds cue las repre- sentaciones. patégenas hayan de aparocer como de tan cs casa sustancia en st2 reafloramiento; de ah{ uno puede in- ferir en qué consisti6 ef proceso de Ia defensa: en tocnat dépil Ia sepresentacidn fuerte, arrancarle el afecro. AL recuerdo patdgeno se lo dliscierne, pues, entre oicos rasgos distintivos, por el hecho de que les enfermos lo til- dan de inesencial y Io enuneian sélo con resistencia, Flay también casos ch que el enfermo todavia procura desmen- tirlo en su retorno: «Ahora se me ha ocurrido algo, pero es eviderte que ustod me lo ha iusiniados, o «Yo sé fo que usted espera de esa pregunta, Sin dda cree que he peasada on esto y estorrom. Una manera particularmente lista de Jn desmentida consiste on decit: «Es cieeto que ahora se me ha ocurrido algo, pero se snc antoje que tal ver yo lo he agcegado acbitcaciamente; no me pacece «ute sex UA per samiento reproducidos, — En todos estos casos yo me mae tengo inconmovible, no entro en ninguna de esas distincio- nes, sino que Je declaro al enfetmo: «Fsas no son mds que formas y pretextos de la resistencia a reproducir un recuer- do que, a pesar de todo elle, no podiames menos que 1e- conocer» En el verorno de inggenes uno tiene on general menos diffeultades que en el de pensamicntes; los histérieos, que en so mayorin son «visualess, no son tan dificiles pare el analists como kr gente con representzciones obsesivas, Un vez que una imagen aflors desde el recuerdo, ¢s posible que tino le escuche al enferme decit que se hace jirones y piesde nitidez en Ta misma medida en que & avanza en su desotipeidn. Ef enfernio ta desouta, por ast decir, al tras- panerle en palabras, Enconces, para hallar ta direceiéa por Ia cual debe avanzar el abajo, uno se otienta siguiendo la propia imagen mnémica, «Contemple usted de nucyo la ima- gen. ¢Ha desaparecido?». — «En ste conjunto si, pero veo todavia este detalles. — «Entonces eso tiene todavia alge pata signiticar, Useed verd algo sutevo sobre eso, 0 bien se le ocurtira algo a rafz de ese resto». — Cuando el trabajo esti terminado, el campo visual se muestra ota vez libre, uno puede sonsacar otra imagen. Pero otras veces Ia imagen per- siste, obstinada, ante la vision interna det enfermo, por mis que este Ja haya descrito; para mi es un signa de que ain tiene que decitme algo importante sobre el tema de la ima gen. Tan pronto ét Jo consuma, 12 imagen desaparece como se apacigua un espitity redimido. 286 Hesde luego, es de alto valor para el progreso del anslisis «uc uno siempre Ileve razén frente al enfermo; de lo con- trnio se depende de lo que 1 tenga a bien comunicar. Por 50 es consolador enterarse de que él procedimiento del pre sionar en verdad nunca Zalla, prescindiendo de wa tinico caso ene Juco consideraré [péys. 305 y sigs.], pero gue desde ahora pedo caracterizar puntwalizando que corresponde un particular motivo de Ia resistencia. Puede acurrir, por cierto, que el procedimiento se aplique en citcunstancias en que ke sea imposible producir nada; por ejemplo, si uno indaga por In ulterior etéologia de un sintoma estando ella ya agolads, 0 por In yenealogia psfquica de un sintoma, de an dolor zal_vex, que en verdad era un dolor somatico; en estos casos, de igual manera, el enfertno asevera que no se Te ccurre sada, y tiene toda Ia xazén. Uso se guardana de hacerle injusticia si se atiene siempre y absolutamente a 1a regla de no perder de vista ducante el anilisis los gestos del que yace cn posicién de reposo. Uno aprende entonces a distinguir sin dificultad entre el reposo animico por falta efectiva de toda reminiscercia, y Ia tensi6n y los signos de afecte bajo fos cuales el enfermo busea desmentir, al ser- vicio de la defensa, la reminisceacia que aflera. Per lo de mis, sobre tales expetiencias se besa el empleo de! proce dimiento de la presién con fines de diagndstico diferencial Por consigaiente, aun con ausilio del ptocedimiento de Ia presién ef trabajo no es facil. Sélo se ha obtenido una ventaja, a saber, que por los resultados de ese procedi- miento uno averigua la direccién en que debe investigar y Jas cosas en que es preciso insistir a! paciente. Para mu- chos casos, hasta con ello; en lo esencial se trata de que yo colija el secreta y se lo diga en ta cara al enfermo; por fuer za €L resignard casi siempre su desautorizacién. En otros casos necesito mis; [a perduracién de la resistencia del en fermo se muestra en que Jos nexos permanecen desgarra dos, faltan las soluciones, Jas imégenes recordadlas acuden a9 nitidas © incompletas, Uno se asombra a meaudo, importe cambio slguno en Ia ila. cién misma, et su consecuencia Igica, en la trabazén de sus portes singulares. Una vez que yo tengo integra frente a mt csa iiacién de peasamiento, no podria colegic cud! fragmen. to cra discernide por el enfermo come un recuerdo, y cudl no, Sélo veo, por asi decir, los picos de Iz ilacién de pensa- miento zambulléndose en Jo inconciente, a la inversa de lo que se ha ascverado respecto de nuestros procesos psiquicos normal Por Ghimo, tengo que tratar un tema que en Ia ejecucién de un anélisis catartico de esta indole desempefia un papel indescadamente grande. Ya he admnitide coma posible que cl procedimiento de la presién fracase [pde. 287], que no promueva teminiscencia alguna por més que se reaseguze esfuesce a] enfermo. En tal caso, he dicho, caben dos alrer- ntivas: la primera, gue en el lugar donde uno investiga no haya realmente nada para recoger; esto Jo discierne uno por el gesto de total calma de] enfetmo; o bien cue se haya tropezada con una resistencia que sélo més tarde se podra vencer, que se esté frente a un nuevo estrato en el que atin no se puede penctrat: y también a esto se Jo lee en el gesto del entermo, pesto tenso y que testimonia esfuerzo intelec- tual [pdy. 299]. Abora bien, es posible ademis un terce: case que de iguel medo significa un obsticulo, pezo no de contenida, sino externo. Este caso sobreviene cuando el vinculo del enfermo con el médico se ve perturdado, v sig- nifica el ms enojoso obsticulo con que se pueda troperaz. En todo anilisis de alguna gravedad es preciso tomarlo en cuenta. Ya he indicudo [pdg, 273] el importante papel que co- reesponde ala persona del médico en la creseién de motivos destinados u detrotar Ia fuerza psiquica de {e resistencia, En no pacos cesos, en particular en mujeres y donde se trata de aclurar unas ilaciones de pensamiento eréticas, 1a cola- boracidn de fos pacientes pase a ser un sacrifi-io. personal 305 gue tiene que set recompensado mediante algén subrogado del amor. Las fatigas y la amistosa tolerancia del médico tienen que bastar como tal subrogedo. Si esa relacién de la enferma con el médico es pettuzbada, también se deniega su buena disposicién; cuando el médico quiera averiguer la sic guiente idea patégena, a Ja enferma se le cruzatd la concien- cia de los cargos que se han acumulado coatta aguel. Hasta donde Itega mi experiencia, ese obstaculo sobreviene en tres casos principales: 1. Fl de una enajenacién personal, cuando la enferma se crve telegada, menospreciada, afrentada, o ha escuchado cosas desfavorables sobre el médico y el método de trata- miento, Es ef caso menos grave; se puede superar facil- mente por via de declaracién y esclarecimiento, si bien la susceptibilidad y la inquina Fistéricas pueden cobrar en ccasiones una dimensién insospechada. 2. Cuando la enferma es presa del miedo de acostumbrar- se demasiado a la persona del médica, perder su antonomia frente a él y hasta caer en dependencia sexual de él. Este caso es més importante porque su condicionamiento es me- nos individual. La ocasién para este obstéculo esta conte- nida en Ja naturaleza del cuidado terapéutico. La enferma tiene aqui un muevo motivo de resistencia, que no se exte- rioriza sélo a rafz de una cierta reminiscencia, sino de cual quier ensayo de tratamiento, Hatto a meaudo la enferma se queja de dolor de cabeza cuando se emprende el proce- dimiento de la presiéa. Es que su nuevo motivo de sesisten- cia permanece Be mis de las veces inconciente, y lo exterio- tiza mediante un sintoma histérico de nueva produccién, El dolor de cabeza significa la renueacia a dejarse influis. 3, Cuando la enferma se espante por trasferir a la per- sona del médica las representaciones penosas que afloran desde el contenido dei andlisis. Ello es frecuente, y aun de ocurrencia regular en muchos andlisis. La trasferencia*® so- bre el médico acontece por enlace falso.* Aqui me veo pre- cisado a dar un ejemplo: Origen de un cierta sintoma histé- 2 [Primera apariciGn del término «)beriragunge («teasferencian) en el sentido psicoanalitico, aunque aqui en na acepcién mucho ris testringida que en escriios posteriores de Freud. Para un ws0 algo diferente de este tétmino, véase La interbretacién de los sueios (19000), AE, 5, pigs, 5545. Freud volvié a ocuparse del tema en el hintoral’ clinic de «Danes (1903), AE, %, ples. 101 y ven] 31 [Se huallaré un detenido examen de los enlaces falsos» y de Ja acompulsién a asociara supra, pigs. 889. Froud ya habia examinado esto en conexién con Jas obsesiones en «l.as neuropsicosis de defensay (18940), AE, 3, pag. 53.1 306 rico era, en uaa de mis pacientes, el deseo que acariciara muchos aflos atrds, y enscguida remitiera a Je inconciente, de que el hombre can quien estaba conversando en ese mo mento se aprovechara osadamente y Te estampara un beso. Pues bien, cierta vex, alicrmina de una sesién, afloré en Ja enferma ese deseo con relacién a oti persona; ello le causa espanto, pasa una noche insomne yen fa sesign si guiente, si Big no se veluisa al uatamiento, esti por com pleto ineapacitada para el trabajo. Tras enterarme yo del obsticulo y removerlo, el trabajo vuelve a progresar, y hete agni que el deseo que tanto espanta a la enferma aparece como el recuerdo siguiente, ef recucrdo patéyeno exigido ahora por el nexo Iigico. Las cosas hablan ocurrido, pues, del signiente modo: Primesa habla aflorade en la concien- cia de |x enferma el contenido det desco, pero sin Tos re- cverdos de Jas cixcunstanelas colaterales que podrfan ha- herlo resinuado en el pasado; v en virtid de la compulsién 8 asociar, dorinanic en [a coneiencia, ef deseo ahora pre- sente fue enkwada con mi persona, de guica eta licito que ln enferma se ocupara; a rafe de esta redsalléance —yo la Hao colace falso— despierta el mismo afecto que én su neemento esforzd a In enferma « proscribir ese deseo prohi- bide. Desde yne tengo averiguade esto, puedo presuponer, frente a cualquies parecido teyuerimiento a mi persona, que se han vuelto a producit una trasferencia y un enlace falso. Curiosameate, Ja enferma volvia a caet victima del espejismo a cada nueva ocasisn. No se puede Jlevar a término ningiin andlisis si uno no sabe habdrselas con Ja resistencia que reselea de los ttes he- chos mencionados, Abora bien, uno halla el camino apropia- de si'se forma el designio de tratar a este sintoma, neopto- ducido segiin un modelo antiguo, lo mismo que a un sintorma antiguo. La primetn tarea ¢s volverle conciente al enfer- mo ese «obsticulon, Fn una de mis enfermas, por ejemplo, de pronto fracasé el procedimiento de Ja presisn y yo venfa razones pata suponer wna idea inconciente como las men- cionadas ca el parigrafo 2; tan pronto aparecié la tomé por sorpresa. Le dije que por fuerza debid haber surgido un obstéculo para la continuacién del tratamiento, pero que ef procedimiento de Ja presién teafa por lo menos el poder de mostrar ese obstaculo, y le apliqué la presién sobre su cabe- zz, Ella dijo asombrada: «Lo veo a usted seatado acuf, ea el sillon; pero eso es un disparate, equé puede significar? >. — ¥ entonces pude brindarle el esclarecimiento. En otra paciente, el «obstécule» no solia mostrarse a Ja 307 presidn de una manera directa, pero todas las veces pude pesquisarlo reconduciendo a fa enferma hasta el momento en que él se habia generado. Fl procedimienta de la pre- sién nunca nes rehusaba recobrar ese momento, Con de cubrir y pesquisar el obsnicul quedaba removida laps mera diffcultad, pero, subsistia una tedavia mayor. Consis- tia en mover a la enferma a comunicar dénde entrabun en cugata unes relaciones ea apariencia personales, dénde coin- cidia Ia tercera persona con ta del médica. Al principio me incomodaba mucho esta multiplicacién de mi trasajo psiquico, hasta que aprendi a inteligir lo sujeto a ky de todo este proceso, y después eché de ver que esa trasfercncia no supone un considerable recarzo de iabajo. Para la paciente, el trabajo sigue siendo ef mis mo: superar cl afecto penoso por haber podide abrigas se mejante deseo por un momento; y paca cf éxito del trabajo parccia indiferente que ella tomara como tema esa repul- sidn psfquica en ef caso histérico o en cl reciente conmige. También las enfermes eprendian poco a poco a inteligir que on tales tzasferencias sobre Ja persona del médico hay una compulsién y un espejismo que se disiparn al termi- nar el andlisis. Y en cuanto a las veces en auc he fracasado en mostradles la natnraleza del

También podría gustarte