Está en la página 1de 56
El prineipito ANTOINE DE SAINT EXUPERY culo y la gramética, De esta manera a la edad de se ‘ios abandoné una magnifi- ca carrera de pintor, Habia quedado desilusionado por el fracaso de mis dibujos numero | y némero 2, Las personas mayores nunca pueden comprender algo por si solas y es muy aburrido para los nifios tener que darles una y otra vez xplicacio- nes. Tuve, pues, que clegir otro oficio y aprendia pilotear aviones. He volado un po- co por todo el mundo y la geografia, en efecto, me ha servido de mucho; al primer vistazo podia distinguir perfectamente la China de Arizona. Esto es muy ttil, so- bre todo si se pierde uno durante la noche. A lo largo de mi vida he tenido multitud de contactos con multitud de gente se- ria. Vivi mucho con personas mayores y las he conocido muy de cerca; pero esto no ha mejorado demasiado mi opinién sobre ellas. Cuando me he encontrado con alguien que me parecia un poco Kicido, lo he sometido a la experiencia de mi dibujo nimero 1 que he conservado siempre. Que- ria saber si verdaderamente era un ser comprensivo. E invariablemente me contes- taban siempre: "Es un sombrero". Me abstenia de hablarles de la serpiente boa, de hablaba del bridge, del golf, de politica y de corbatas. Y mi interlocutor se quedaba muy contento de Ja selva virgen y de las estrellas. Poniéndome a su altura, | conocer a un hombre tan razonable. CAPITULO 2 CPF Vivi asi, solo, nadie con quien poder hablar verdaderamente, hasta cuando ha- ce seis afios tuve una averia en el desierto de Sahara. Algo se habia estropeado en el motor, Como no llevaba conmigo ni mecanico ni pasajero alguno, me dispuse a realizar, yo solo, una reparaci6n dificil, Era para mi una cuestion de vida o muer- te, pues apenas tenia agua de beber para ocho dias. La primera noche me dormi sobre la arena, a unas mil millas de distancia del lugar habitado més proximo. Estaba mas aislado que un naufrago en una balsa en medio del océano. Imaginense, pues, mi sorpresa cuando al amanecer me desper- t6 una extrafia vocecita que decia: - ;Por favor... pintame un cordero! Eh? -iPintame un cordero! Me puse en pie de un salto como herido por el rayo. Me froté los ojos. Miré a mi alrededor, Vi a un extraordinario muchachito que me miraba gravemente. Ahi tienen el mejor retrato que mas tarde logré hacer de él, aunque mi dibujo, cierta- mente es menos encantador que el modelo. Pero no es mia la culpa. Las personas is afios y no ha- mayores me desanimaron de mi carrera de pintor a la edad de bia aprendido a dibujar otra cosa que boas cerradas y boas abiertas. Miré, pues, aquella aparicién con los ojos redondos de admiracién. No hay que olvidar que me encontraba a unas mil millas de distancia del lugar habitado mas proximo. Y ahora bien, el muchachito no me parecia ni perdido, ni muerto de can- encia de un ni- sancio, de hambre, de sed 0 de miedo. No tenia en absoluto la apar fio perdido en el desierto, a mil millas de distancia del lugar habitado mas préxi- mo. Guando logré, por fin, articular palabra, le dije: - Pero... gqué haces ti por aqui? Y l respondié entonces, suavemente, como algo muy importante: ~iPor fa favor... pintame un cordero! Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer. Por absurdo que aquello me pareciera, a mil millas de distancia de todo lugar habita- do y en peligro de muerte, saqué de mi bolsillo una hoja de papel y una pluma fuente, Recordé que yo habia estudiado especialmente geografia, historia, calcul y gramatica y le dije al muchachito (ya un poco malhumorado), que no sabia dibu- jar - No importa - me respondi6-, pintame un cordero! Como nunca habia dibujado un cordero, rehice para él uno de los dos tnic dibujos que yo era capaz de realizar: el de la serpiente boa cerrada. Y quedé estu- pefacto cuando oi decir al hombrecito: Xo, no! Yo no quiero un elefante en una serpiente. La serpiente es muy peli- i grosa y el elefante ocupa mucho sitio. En mi tierra es todo muy pequeiio. Necesito un cordero. Pintame un cordero. Dibujé un cordero. Lo miré atentamente y dijo: -jNo! Este esta ya muy enfermo. Haz otro. Volyi a dibujar. Mi amigo sonrié dulcemente, con indulg -2Ves? Esto no es un cordero, ¢s un carnero. Tiene Guernos... Rehice nucva- mente mi dibujo: fue rechazado igual que los anteriores. ste es demasiado viejo. Quiero un cordero que viva mucho tiempo. Falto ya de paciencia y deseoso de comenzar a desmontar el motor, garrapateé rapidamente este dibujo, se lo enseiié, y le agregué: -Esta es la caja. El cordero que quieres esta adentro. Con gran sorpresa mia el rostro de mi joven juez se iluminé: ~iAsi es como yo lo queria! ¢Cre $ que sea necé sario mucha hierba para este cordero? Por qué? -Porque en mi tierra es todo tan pequeiio... Se incliné hacia el dibujo y excla- mo: ~;Bueno, no tan pequefio...! Esta dormido... Y asi fue como conoci al principito. CAPITULO 3 Ha Me cost mucho tiempo comprender de dénde venia. El principito, que me ha- cia muchas preguntas, jams parecfa ofr las mias. Fueron palabras pronunciadas al azar; las que poco a poco me revelaron todo. Asi, cuando distinguid por vez prime- ra mi avin (no dibujaré mi avin, por tratarse de un dibujo demasiado complica- do para mi) me pregunté: ZQué cosa ¢: -Eso no es una cosa. Eso vuela, Es un avién, mi avin. Me sentia orgulloso al decirle que volaba. El entonces grit6: ~{Como! ¢Has caido del ciclo? -Si--le dije modestamente. ~iAh, que curioso! Y el principito lanzé una graciosa carcajada que me irrité mucho. Me gusta que mis desgracias se tomen en serio. Y aftadi -Entonces tii también vienes del cielo? ~De qué planeta eres ti? Divi: una luz en el misterio de su presencia y le pregunté bruscament -¢Tu vienes, pues, de otro planeta? Pero no me respondi6; movia lentamente la cabeza mirando detenidamente mi avion. -Es cierto, que, encima de eso, no puedes venir de muy lejos... Y se hundié en un ensuefio durante largo tiempo. Luego sacando de su bolsillo mi cordero se abismé en la contemplacidn de su tesoro. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. CAPITULO 8 CH2 Aprendi bien pronto a conocer mejor esta flor, Siempre habia habido en el pla- neta del principito flores muy simples adornadas con una sola fila de pétalos que apenas ocupaban sitio y a nadie molestaban. Aparecian entre la hierba una maiia- nay por la tarde se extinguian. Pero aquella habia germinado un dia de una semi- lla Negada de quien sabe dénde, y el principito habia vigilado cuidadosamente des- de el primer dia aquella ramita tan diferente de las que él conocfa. Podia ser una nueva especie de Baobab. Pero el arbusto ces6 pronto de crecer y comenzé a echar su flor, El principito observé el crecimiento de un enorme capullo y tenia le con- vencimiento de que habria de salir de alli una aparicién milagrosa; pero la flor no al abrigo de su envoltura verde. Hlegia con cuida acababa de preparar su bellezz do sus colores, se vestia lentamente y se ajustaba uno a uno sus pétalos. No queria salir ya ajada como las amapolas; queria aparecer en todo el esplendor de su belle- za. jAh, era muy coqueta aquella flor! Su misteriosa preparacién duraba dias y di- as, Hasta que una maiiana, precisamente al salir el sol se mostré espléndida. La flor, que habfa trabajado con tanta precision, dijo bostezando: —jAh, perdéname... apenas acabo de despertarme... estoy toda despeinada...! El principito no pudo contener su admiracién: {Qué hermosa eres! ¢Verdad? —respondié dulcemente la flor—. He nacido al mismo tiempo que el sol. El principito adiviné exactamente que ella no era muy modesta ciertamen- te, pero jera tan conmovedora! Me parece que ya es hora de desayunar — afiadié la flor —; si tuvieras la bondad de pensar un poco en mi... Y el principito, muy confuso, habiendo ido a buscar una regadera la rocié abun- dantemente con agua fresca. Y asi, ella lo habia atormentado con su vanidad un poco sombria. Un dia, por ejemplo, hablando de sus cuatro espinas, dijo al principito: v —Ya pueden venir los tigres, con sus garr —No hay tigres en mi planeta —observé el principito— y, ademas los tigres no comen hierba. —Yo nos soy una hierba —respondié dulcemente la flor: —Perdéname... —No temo a los tigres, pero tengo miedo a las corrientes de aire, ¢No tendras un biombo? "Miedo a las corrientes de aire no es una suerte para una planta —pens6 el principito—. Esta flor es demasiado complicada..." —Por la noche me cubriras con un fanal... hace mucho frio en tu tierra. No se est muy a gusto; allé de donde yo vengo... La flor se interrumpi6; habia llegado alli en forma de semilla y no era posible que conociera otros mundos, Humillada por habers .jado sorprender inventan- do una mentira tan ingenua, tosié dos 0 tres veces para atraerse la simpatia del principito. 2 el biombo? —Iba a buscarlo, pero como no dejabas de hablarme. Insistié en su tos para darle al menos remordimientos. De esta manera el principito, a pesar de la buena voluntad de su amor, habia legado a dudar de ella. Habia tomado en serio palabras sin importancia y se sen tia desgraciado. "Yo no debia hacerle caso —me confesé un dia el principito— nunca hay y que hacer caso a las flores, basta con mirarlas y olerlas. Mi flor embalsamaba el plane- ta, pero yo no sabia goza -on eso... Aquella historia de garra y tigres que tanto me molesté, hubiera debido enternecerme". me conto todavia: ‘“|No supe comprender nada entonces! Debi juzgarla por sus actos y no por sus palabras. jLa flor perfumaba e iluminaba mi vida y jams debi huir de alli! No su- pe adivinar la ternura que ocultaban sus pobres astucias! ;Son tan contradictoriz las flores! Pero yo era demasiado joven para saber amarla". ’ CAPITULO 9 CH2 ché la migracién de una bandada de pajaros sil- Greo que el principito aprov vestres para su evasién, La mafiana de la partida, puso en orden el planeta. Desho- Iliné cuidadosamente sus volcanes en actividad, de los cuales posefa dos, que le un eran muy ttiles para calentar el desayuno todas las mafianas. Tenia, adem: volcan extinguido. Desholliné también el volcan extinguido, pues, como él decia, nunca se sabe lo que puede ocurrir, Si los volcanes estan bien deshollinados, arden s son como el fuego sus erupciones, lenta y regularmente. Las erupciones voleani de nuestras chimeneas. Es evidente que en nuestra Tierra no hay posibilidad de deshollinar los volcanes; los hombres somos demasiado pequeiios. Por eso nos dan ntos disgustos. s tiltimos brotes de El principito arrancé también con un poco de melancolia | baobabs. Grefa que no iba a volver nunca, Pero todos aquellos trabajos le parecie- ron aquella mafiana extremadamente dulces. Y cuando regé por tiltima vez la flor y se dispuso a ponerla al abrigo del fanal, sintié ganas de llorar. ondic -Adiés —le dijo a la flor. Esta no re: —Adiés —repitié el principito. ia flor tosié, pero no porque estuviera resfriada. —He sido una tonta le dijo al fin la or—. Perdoname. Procura ser feliz. Se sorprendié por la ausencia de reproches y quedé desconcertado, con el fanal en el aire, no comprendiendo esta tranquila mansedumbre. —Si, yo te quiero —le dijo la flor—, ha sido culpa mia que tt no lo sepas; pero ido tan tonto como yo. Trata de ser feliz... Y eso no tiene importancia. Y ti hi suelta de una vez ese fanal; ya no lo quiero. —Pero el viento... El aire fresco de la noche me hara bien. No estoy tan resfriada como para... Soy una flor, 20 —Y los animales... —Serd necesario que soporte dos o tres orugas, si quiero conocer las maripo- creo que son muy hermosas. Sino ¢quién vendra a visitarme? Ta estaras muy lejos. En cuanto a las fieras, no las temo: yo tengo mis garras. Y le mostraba ingenuamente sus cuatro espinas. Luego aftadié: —~Y no prolongues mas tu despedida. Puesto que has decidido partir; vete de una vez. La flor no queria que la viese lorar: era tan orgullosa... 21 CAPITULO 10 CF Se encontraba en la region de los asteroide: 26, 327, 328, 329 y 330. Pa- ra ocuparse en algo e instruirse al mismo tiempo decidié visitarlos. El primero estaba habitado por un rey. El rey; vestido de parpura y armiiio, es- taba sentado sobre un trono muy sencillo y, sin embargo, majestuoso. iAh, —exclamé el rey al divisar al principito—, aqui tenemos un stibdito! El principito se pregunté: "3Cémo es posible que me reconozca si nunca me ha visto?" Ignoraba que para los reyes el mundo est4 muy simplificado. Todos los hom- bres son stibditos. —Aproximate para que te vea mejor —e dijo el rey, que estaba orgulloso de ser por fin el rey de alguien. El principito buscé donde sentarse, pero el planeta es- taba ocupado totalmente por el magnifico manto de armifio. Se quedé, pues, de pie, pero como estaba cansado, bostez6, —La etiqueta no permite bostezar en presencia del rey —le dijo el monarca—. Te lo prohibo. No he podido evitarlo —respondié el principito muy confuso—, he hecho un viaje muy largo y apenas he dormido.. —Entonces le dijo el rey— te ordeno que bosteces. Hace afios que no veo bostezar a nadie. Los bostezos son para mi algo curioso. ; Vamos, bosteza otra vez, te lo ordeno! ‘iendo. —Me da vergitenza... ya no tengo ganas... —dijo el principito enroj —jHum, hum! —respondié el rey—. Bueno! Te ordeno tan pronto que boste- ces y que no bosteces 2 a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book. a You have either reached 2 page thts unevalale fer vowing or reached your ievina tit for his book.

También podría gustarte