~-Dijo que lo primero que iba a hacer cuando Ilegara
a la fabrica de tanino era verificar que Manuel mero-
deaba por alli y que, de ser asi, no pararia hasta matar-
lo. Que a él no le preocupaba que fuera sirviente de Sa-
tands o del mismo diablo. Hizo ese comentario porque
todos pensaban que Manuel Olivera —al igual que su 3-
nado padre-, tenia protecci6én maligna. Pero Carmona
no era hombre de temerle a nada.
-:Vos lo escuchaste esa noche en La Tablita, cuando
conto que iba a buscar a ese tal Manuel?
-Si, en el saloncito donde la Chupona suele dar los
masajes. Pero eso fue hace mas de dos anos y medio, co-
misario. ;Por qué?
—Porque acabo de llegar a este pueblo y recibi la he-
rencia de un inepto, crimenes sin investigar, robos de
animales, historias de aparecidos, y una lista entera de ¢s-
tupideces a las que pienso poneries fin; :estamos?
9“dX yo qué tengo que ver con exo?
~Alguien dijo que vos sabés bastante de esas cosas y
que también conocias a Carmona.
=A por eso me golpearon?
Para que sepas que de ahora en adelante cambis el
viento: viene huracanado, :Cémo dijete que se lamaba
lowe?
—Perwusi
=cTambién estaba?
No puedo asegurasle, pero donde iba Carmona,
Pertusi también
glo vite 0 n0?
Estoy seguro de que andarfa por alli, Se fj6 en esa
estrella que acompatia siempre ala luna? Asi son esos
dos. O por lo menos, as eran.
~Seguil
=ePor dénde sigo?
Que hablés, carajo! A ver si sucamos ago en claro
de todo esto. Me tienen harto con muertos y aesinos
que desaparecen. ;Pueblerinos!
“Lo que usted ordene, comisario. Pero entienda que
lo que empieza pore! final no dene senda: alli termina.
~Qué decis, Piano? Qué deci?
Cipriano, Ese es mi nombre.
~eQue? :Te hacts el cocorito?
No, seior. Le alaro para lus papeles, nada més, Ne
quise fltarle el respeto a un lego
“iAb! Ast extd bien, Me gusta cuando entienden.
‘Ahora conti. ¥ no me adulesl No es necesario.
Cipriano Airala sonris a hurtadillas mientras como-
aba el cuerpo en la sila de paja donde atestiguaba.
10
‘Unas horas antes lo habfan sacado a empujones de su co
sa de Puente Blanco, ubicada frente a uno de los cami-
‘Ros que rodean la estancia de los Moliné, un poco antes
‘de la laguna. También lo maltrataron en el viaje hasta el
Pueblo. “Unos coscorrones, només", habia ordenado
1 comisario Di Paola, quien habia caido en Rincén del
Diablo por un hecho de violencia policial en el que extu-
‘vo envuelto, tiempo atris, en la capital de Santa Fe.
‘A Cipriano lo habjan golpeado mis de lo debido, y
de una ceja le chorreaba un hilo de sangre. No estaba
acostumbrado a esas agresiones y ni siquiera levant6 los
brazos cuando llegé el primer cachiporrazo; el segundo
lo tumbé en el asiento de la chata y desperté en la co-
‘misaria, Repasé con la mirada la habitacién y dejé que
el silencio hiciera lo suyo.
ahora qué pasa?
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_—————————————————————————————————————————
Rincén det Diablo
Zero vos te pensis que yo soy pelotudo? En dos
segundos te meto de cabeza en el tanque de agua y
vasa saber lo que es tragar. Decime la verdad, Priano.
Mis te vale
sa es [a pura verdad.
“Una sombra que s€ raga los sonidos? @Pero a
quién se lo vasa hacer..?
Asi fue. Unos segundos nada més. ¥ todo se hizo
perverso, comisario, Ms de to que es habitual cuando
tin hombre muere acuchillado
“Bueno, dale.
Al verlo que hat
tra Carmona con un atizador, pero era un mocoto y se
1a pass batiendo el aire mientras los dems, ya recom-
puestos, no paraban de reine, Carmona podria haber
to matado pero, calculo que como lo vio joven y dolido
por la muerte del padre, le perdoné la vida. De cual-
‘quier manera, le amagé dos 0 tes cuchilladas, pero sin
intencion de fastimario.
~:Escis hablando de esa estupider de la noche de la
Sombra?
Asi es Ahi naci la leyenda.
~Superstciones. - vos cSmo lo sabés?
Mi padre cuidaba lor caballos. En esa época era
peén de los Molin¢ y ellos le alquilaban ta caballada a
los inglses del ferrocaril. Me levaba con él a todos la
dos para que aprendiese las tareas del campo. Me habia
hecho, por una cuestién de edad, bastante amigo de
Manuel, y esa noche estabamos juntos mientras esperd-
bbamos, como todos, que ertavera listo el asado.
Eatonces vos estaba ahi?
13Victor Herein
~eQué acabo de decirle? Lo vi todo. ¥ le aseguro
todavia se me eriza la piel. “
Dejate de pavadas, che, Si querés metemnos miedo
nosotros estis errando el tranco, Priano. Yo me hice
de abajo en este oficio, y me enfrenté con tipos como
Mio y Peralta. jAparecidos! Te quiero ver metido en
los algodonales del Chaco buscando a esa gentuza
(Cuando se te aparecta Mate Cosido habia que tener los
hhuewos bien puestos. ¥ ni hablar de los malones, site
agarraba la indiada te desollaban vivo. Asi que... Por
otra parte: equé pas6 con el chico cuando se dieron
cuenta de que no estaba el cuerpo del padre?
~Ese es otro misterio, comisario. Algunos dicen que
lo vieron por tiltima vez cerca de donde se habia produ-
ido el resplandor, y que all se esfumé. Otros ateguran
que Carmona aleanzé a herirlo y que después acontecis
lo mismo. A mi me parecié verlo con la cuadrilla que
buscaba el cuerpo de Joaquin en las barrancas. Después
de eso no lo vi mas, pero... Dicen que de vez en cuando
Manuel aparece por el pueblo como anima en pena y
reclama a Carmona.
~@Seguis con las estupideces?
~Usted me pregunts y yo le respondo.
~Te voy a poner en remojo esta noche a ver si se te
aclara un poco més la memoria. Esto ¢s serio, Priano.
Te hice buscar para que aclares este enmerto y me salis
con cuentitos de fantasmas. Te aseguro que conmigo
no se jode. {Te me vas para el calabozo y a otra cosal
No tiene derecho a encarcelar a un testi
Toate el agua y mafiana la seguimos.
“
‘Como todos los sitios verdaderos, al buen decir de
Herodoto, Rincén del Diablo no figura en los mapas.
Un pueblo tan pequefio es irrelevante para los carté-
‘grafos o para quienes pretenden llegar a las coloniss
del Norte o seguir viaje hacia Reconquista. Esté meti-
do entre cuatro estancias al borde del Salado, a ciento
cincuenta kilémetros al oeste de La Gallareta, y tiene
apenas seiscientos habitantes. Llamarlo caser‘o tam-
poco seria justo. Los primeros colonos reprodujeron
las construcciones que les dict6 la evocaci6n de sus vi
lias europeas, y hasta podria asumirse que tiene cierto
encanto, Comerciantes judfos, turcos ¢ italianos, lacé-
nicos alemanes y rispidos ingleses se entremezclaron
‘con indios y criollos en esa insélita babel, entusiasma-
dos por el auge econémico de la zona. De cualquier
forma, el pueblo no deja de ser bizantino y nada se
puede agregar a eso. Pero es un alivio entrar por la
15VICTOR HEREDIA
calle principal, sobre todo después de sortear baches
durante dos horas en el polvoriento camino que atra-
viesa las estancias de Aurcio Mbliné y Benito Carras-
cosa y enterarse de que, aun cuando alejado de aque-
Tas cludades a las que consideramos civilizadas, alli se
tejié una historia cuya fama trascendié la del propio
pueblo, como suele ocurrir en los lugares donde los
hombres disponen del tiempo necesario.
‘Ambas familias dividieron aquellos campos cuando
sus hijos se casaron, y de los dos latifundios primitivos
hicieron cuatro. Los muchachos se entrecruzaron y a
cada pareja les correspondié una parte igual: diez mil
hectéreas. Con lo que los patriarcas se reservaron para
sf unas treinta mil de monte y campo flor.
‘A Belinda Moliné y a Braulio Carrascosa les tocé La
‘Mimosa. Alli tuvieron dos hijos: Paula y Cristiano, es-
te iltimo con una insuficiencia renal, lo que los obli-
‘g6 a disponer de un vehiculo especial para trasladasto
al pueblo cada vez que lovia y el médico de Resisten-
‘cia no podia llegar hasta el casco por el bartial. Lo
construyé un mecénico que atendia sus tractores, con
una inventiva ejemplar, y quien ~de no tratarse de un
asunto aledaio- mereceria un capitulo especial. Pero
bastard, espero, la siguiente descripcién para dejar
sentado que cuando la naturaleza pone trabas hay
hombres capaces de resolver cualquier problema con
imaginaci6n: con cuatro ruedas de sulky, un viejo mo-
tor Deutz y un camién desvencijado, Dionisio Dague-
re armé un aparato capaz de sortear el més viscoso
de los pantanos. Los paisanos lo bautizaron “Yacaré” y
a1 no le parecié mal el apelativo, dados sus atributos
16
Rincém del Diablo
Sobre fa caja, cubierta con una lona de la vieja compa:
‘iia Fives Lilles, amuré una camilla ortopédica impor-
tada desde Francia. Alli levaban a la criatura a la far-
macia del pueblo para que recibiera watamiento, y
también ~para exo sirven los inventoe- aprovechaban
Ja ductilidad del vehiculo para rastrear el ganado per-
dido en los barrzales.
[Laotra pareja, formada por Emiliano Moliné y Ama-
Carrascosa, recibié a su tumno La Nochera, que,
aunque tenia cerca de tres mil hectireas rodeadas de
csterosy bafados, disponta de buenos montes de que-
bracho para industalizar tanino. La conflagracién
mundial hizo que el extracto de la madera se cotzara
como el oro ys vieron favorecidos con el regalo. Con-
trajeron matrimonio una tarde de julio de 1944, en
medio de un viento huracanado que se lev la carpa
y'los manteles de hilo blanco dispuestos en as mesas
hhasa el aerradero que los Carrascosa compartian con
Jos Moliné, Ambos patriarcas eran, como es lgico, due-
fos de la economafa de Rincén del Diablo y sus alrede-
dores. No habia transaccin ni venta que no pasara
por eltamiz de los contadores y abogados que trabaja-
ban para ellos. Aun cuando dependian de las imposi-
ciones que los Tornquinst y otros empresarios aplica-
ban al mercado, manejaron el precio del quebracho y
del ganado de manera tal que pudieron sobreponerse,
por bastante tiempo, a los embates de las compatias
inglesas y alemanas que devastaron el terrtorio santa
fesino y las provincias de Santiago del Estero y del Cha-
0, asociadas a La Forestal, Podria decirse que
achenta por ciento de los habitantes de Rincén del
"7
a‘Victor Heep
Diablo trabajaba para las dos familias. Hasta el pirro-
co de la capilla existia por un pedido especial de los
caudillos a la curia capitalina, Cipriano Airala no era
la exctpcién: el padre fue empleado de Aurelio Moli-
né hasta el dia de su muerte y él erecié en la casa de
Puente Blanco, levantada junto a un grupo de palme-
rasy cuatro enormes catiguai. Era la inica con flores al
frente aunque, en honor a la verdad, lo fue slo mien-
‘ras vivi6 la madre, pues, eras su muerte, el jardin devi-
no baldio salvaje. Chircas y esparsillos ganaron terreno
hhasta ahogar los rosales y los almacigos que tanto afin
costaron. Al fondo de la casa se alzaba un timbé, que
en otro tiempo habia sido centro de los almuerzos fa-
miliares, Un enorme tajo partia el tronco ennegrecidlo,
muestra indudable de que habia recibido la descarga
de un rayo tiempo atris.
All ruvo lugar la infancia del mentor de esta histo-
ria, a final de un sendero apenas demarcado que, des-
pués de un recodo, ofrece el horizonte del monte tu-
pido y deja al viajero la sensacién de estar ante el final
de todo lo benigno, Asi lo entendis el padre de Cipria-
no cuando Aurelio Moliné le mostré la casa donde iba
‘a empezar su vida de puestero. ¥ asi también se lo hi-
zo entender a Cipriano, que por aquel entonces ten-
dria doce aiios, cuando extendié los brazos y le dijo:
“Vamos a hacer ‘capuers' alli, ese monte no es bue-
10", ye entregé un machete que encallecié sus manos
de tanto cortar maleza. Pero la huerta sofada nunea se
sostuvo como hubieran querido. Ante la mirada abati-
da de su madre, la selva se empecinaba en rebrotar y
daba més trabajo esa infructuosa lucha cotidiana que
inca dat Dil :
Gane
aceptar que los zapallos y los tomates formaran parte
el follje. Pero como dicen que Ia naturaleza es pré-
diga ~ ellos debian creerlo o fallecer ante aquella im-
batible terquedad-, de unas pocas semillas que planta-
ron se hizo un vergel tan generoso que era increible
ver las hojas verdes arrastrarse hasta vencer las malas
hierbas y dar enormes frutos. Ast, zapallos y tomates
crecieron sin cuidado, al amparo de la broza, mucho
mejor que en una prolija sementera. El tinico inconve-
niente que se les presentaba ~tobre todo a Cipriano
era que cada vez que le requerian un zapallo 0 una
simple verdura para los menesteres culinarios debia,
salir a buscarlas machete en mano para defenderse de
las viboras. Las yararés encontraban en el calabacero
un sitio fresco y htimedo para dormitar. ¥, por muy te
midas y cobardes que parezcan, el hombre de monte
sabe que en ellas no se puede confiar, Mis de una vez
Cipriano two que matar alguna para cumplimentar
aquellos pedidos, Pero no fueron ésas las inicas ocu-
aciones que tuvo. Al ser su padre el encargado de la
caballada de Aurelio Moliné, no tardé mucho en in-
corporar conocimientos y técnicas sobre el trato de
los nobles animales y, con catorce aiios apenas cum
Plidos, eraa todas luces uno de los mejores jinetes de
la zona, Pero tempus edax rerum y, antes de que escriba
Pronto, legaron las desgracias y quedé huérfano de
un dia para otro.
Fc partir de te ance que nia dstraccién a
sircunscrbié a la moliie sabatina, cuando los peones
tos capuaces dels exancias vetnas te reunige om Ea
“Tabla, ala slida del pueblo, para beber y despuntar el
9Vico Heep
ayuno con alguna de las mujeres que Remigio Alderete
el duetio del bodegén- regenteaba. Recorria a caballo
los tres kilémetros que lo separaban de Rincén del Dia
blo y se acomodaba alli hasta que el mediodia del do-
mingo lo devolvia a su soledad,
Maria Concepcién Airala fallecié efectivamente
~vencida por un céncer~ cuando Cipriano festejaba
sus dieciocho afios. Al poco tiempo, también Justo
arti6 a mejor vida en un confuso encuentro con una
‘comisién policial en la capital de Santa Fe, sin que pur
diera ver el monte como habia sofiado al llegar. Reti-
raba un dinero por encargo de los Moliné y al salir
del banco lo confundieron con un delincuente. Lo
‘mataron a golpes antes de que pudiera explicar quién
cera, El médico forense dictaminé —a gusto de las auto-
Fidades- un paro cardiaco. Cipriano maceré su triste
ma dia tras dia en el solitario refugio de aquel péramo
caliente y, como no habia tenido escuela ni educacién
alguna hasta ese momento, dedicé su tiempo libre a
instruirse, con el secreto afin de poder dar respuesta
ese atropello. Cada noche, bajo una lampara de que.
rosén, ley6 todo lo que legaba a sus manos. Comen-
26 primero con leccuras sencillas, al amparo del abe-
cedario que con paciencia infinita le habia enseiiado
Belinda Moliné, quien, a diferencia de otros patro-
nes, preferia empleados alfabetizados. Ella lo proveia
de los libros de la biblioteca que le habia legado el
propio don Aurelio como regalo especial el dia de su
‘asamiento, con la promesa de que cuando terminara
de leerlos se los devolviese. Cipriano cumplia religion
samente el acuerdo y sélo en el tanscurso de un aio
0
Rincin det Diablo
le regres6 ochenta ejemplares. Tenfa una memoria
prodigiosa y tal voracidad literaria que se transforms
en la atracci6n de li regi6n. Era realmente extraordi-
nario escucharlo iarrar y también verlo escenificar,
en las dsipadas noches de La Tablit, a Plato, Car-
enter, Salgari, Scorza, Horacio Quiroga, Shakespea-
rey hasta Henry James, con soltura imputable slo a
tun consumade actor
All se diluia su caparazén de ermitaso y aparecta el
Jocuaz relator que habitaba en él. Las madrugadas de
jos domingos lo encontraban sentado junto a un corr
lo alegre que alentaba sus historias. Muchos de los visi
tantes ocasionales, al velo acorralado por aquella pe-
quefa muchedumbre, se acercaban con curiosidad a
indagar qué sucedia y olvdaban el laico deber que los
habia empujado, con el consiguiente enojo de Remigio
Alderete -el duefio del tuguriom. que ya habia entreve
to en Cipriano a un enemigo que le quitaba la posible
dad de ganar més dinero con sus hembra.
~iDéjese de joder com tanto cuento, Pano! /Me esti
cagando la clientela! (Si quiere hagamos un convenio!
“le arrojé ya vencido un dia en que eran tantos a su ak
rededor que hasta las prostnutas aburridas se habfan
acomodado para escucharlo.¥ Cipriano acepts compar-
Flos dos pesos por cabeza que Remigio le propuso.
~Cobramos a entrada diez pesos, hembra inclida.
‘Used hace lo suyo yellas los abarajan después.
Fue tal el éxito de las terculias que hubo que agre-
gar una tarima contra una de las paredes, de esa mane-
'3 todo ef mundo podria escuchar, csmodamente, los
cuentos de Quiroga o las aventuras de Julio Verne que
atCipriano aderezaba a gusto. Pero no todo era apacible
‘como podria esperarse de un cendculo literario. A ve-
ces se suscitaban algunos inconvenientes, como una
noche en que la mayoria, preparada para escuchar los
prometidos cuentos de un joven llamado Borges, se
solivianté contra un grupo que exigia a los gritos la
quinta repeticién de la Mada, de Homero una ver-
sién compendiada que la vieja Billiken le habia
‘encomendado a Lauro Palma-, que él se habia encar
gado a su vez de reformar para solaz de sus indoct
‘mentados admiradores. Esa vez Ilovieron botellazos y
cl comisario, que estaba, como era obvio, de parte de
los homerianos, se levé a quince de los borgeanos a
dormir al calabozo, De hecho, cualquiera que pase
por Rincén del Diablo hoy, a mas de cincuenta aiios
de estos sucesos, podri descubrir, en la tinica pared
que queda en pie del viejo local de La Tablita (decla
ada lugar historic por una comisién vecinal), unz
‘chapa de bronce deslucida en la que se puede leer e!
nombre de Cipriano Airala y debajo, en letras ribetex-
das, “Maestro Relator’, un homenaje post mortem que,
treinta aiios después, le dedicara un moderno “concejo
deliberante” conformado por algunos de los ya encane-
davia emerge su torreta en la curva del Monje, Belinda
6Vicror Henzoa
Je pidié a Cipriano que pasaraatrs. la miré con ex-
traieza pero obedecisrespetoso. ¥ mientras el Yacaré
vaideaba el fango del camino, converido ahora en pan
tan, dejé que saera fa congoj, Primero un sollozo le
ve, cas inaudible, luego un ronquido grave y lento que
terming en un grito que fue a clavarse en la oscuidad
del monte. Después el Uanto sacudié sus espalas 2 tl
ppunto que Cipriano dud un segundo, Pero sigu bajo
laona, alos pies dela camila, con a mano apoyada s-
bre una de las bots de Braulio, que pareca asentr con
Ia cabesa a cada barquinazo del vehiculo,
‘Aaa metros de la extandia,vieron las luces de las an-
torchas y Belinda detuvo la marcha.
=No quiero que Paula y Cristiano lo vean ai sera
muy eruel para ello. No en estas condiciones. Espere
aqui, voy a mandar al Seco y a Julién con otra ropa
Mientras tanto atéelo ua poco con lo que tenga a ma-
no, dri encargarte mientras les doy consucl? ¥en-
caminé sus patos hacia as laces que paretan acercane
junto con el ladridoljano de los perros,
Cipriano desnudé lentamente el cadéver de Braulio
1 dej6 la ropa ensangrentada a un coud, Quick miré
anu patrén con cera melancola, después desabrochs
tl pauelo de su cuello lo embebié en el bidén de
agua que siempre levaban en el caromato, el mismo
«queen lo das calurowceserva para limentar el radia-
dlor. Pas la improvdatoalla por la fentey el culo
de Braulio para quitar todo vesigio de singre, yen eso
se entenivo hasta que el Seco se asomé por la Iona
No ubo nada que hacer, no? Ya lo sabia. Cuando
vel jo me di cuenta de que se moria Pobreito,
Rincin del Diablo
~Pobrecita Belinda, Seco. ¥ pobrecitos os hijos. Per-
der a.un padre a esa edad no es nada grato, se me ocu-
re pensar en el mio. Un dia dijo hasta luego y ya n0 Jo
vi mis hasta el vlorio. Pero no hay vuelta de hoja, la de-
isin esta mis af de nosotros. No queda més que do-
lerse por los vivos, de los muertos se encarga ella, para
30 los reclama.
~eDe quién estis hablando, Priano?
De la muerte, ignaro. :De quién més? ,Se te ocurre
alguna persona que quiera reclamar a un muerto?
Nise me habia ocurrido, pero me figuro que los fur
nebreros, zn0?
~iCallate, alt viene Belinda!
Wa ent?
“Si, Belinda Ya esté, Puede Uamar a los chicos ahora.
aVESSSEESSSS SHES EEDA Ree ddd ddd dbEOS
Nunca me terminaste de contar qué pass con ¢!
‘cuerpo de Joaquin Olivera, Priano.
“No se sabe, comisario. Sigue siendo un misterio
Si, Pero fue todo muy confuso. Ya le dije que era
‘chico y cuando vi el cadiver de Joaquin Olivera contra
¢l drbol se me aflojaron las piernas. Después lo de hijo
‘contribuyé ala confusion general: Manuel se fue contra
Carmona, que todavia tenia el cuchillo en la mano,
‘mientras la gente se empujaba de un lado a otro, Unos
‘querian ver, otros se refugiaban por temor a ser her
dos. Creo que alguien grité que agarraran a Carmona,
pero era innecesario, se veia que no tenfa intencién de
ty deesimando el papel extaordnario de Edgard
Alan Poe, Horacio Quito, Kipting yous nto gue
led joe! Quiero dec que
Endendo. Qu a gens ton leyenda que re
dads ergeradaa eres con an pce de maginacn
“Exacament Mien ir mis on, yo tengo abe.
Jando en el campo an pea que foe analsbe hase
ios eine aon, Cipriano Amis Hoye soba deste
16 elrelator del publ, mis todavia cam tender
co. Un hombre que aco de quemane le je
hablar camo nate quo conoua Pars mi coat ong
lo, prgue ft gene proves ls primers lor
padre dene un bitea ggatesesy no ay ob de
Jmporanca que nose enewenue at Alo ago de
son Ciprano se wansonns en un lector extoording
toys enamoré de alginos cuentas, Tofor vet
do ent uno odor lao deen stores ea ss
2 que csimponble que yoy an pombe dasa,
do que ene Rinesn del Dabo pero sede au xo ie
toque producen ca histori cna gene ¥ hats sve
peranidad de astra une preeaneca toc e
carpe de wn cro,
urOSS SADSETS TELE errr Ty,
Vicror Henson
ko sé. Ese altuna noc. ¥ fe aepro que
aplauda ais sexta Mepropuse sla
tov pero tenia que volver Bueno Aer al con a
pri como pu. Veo que on amigo ts ie
to ceo yo tama, Mis isto aor. Es un
hombre especial Sempre tne el geo ya pair ur
tr Lamentblement, eae oc Gt cutones que
debe divedar conti pare enfrmo, MaletenS i
afeco por Clan yavimos una dacs al raped
‘Avec ls mayors se gina por lr paren yas
te. oy Wada Eso complica alge elacin ue por
Gs omener con an bbe Fee ns por qu
te cuenta est routs oconcico Perdeme
Nose precupe Beings espa muchos Loder
conocidnofecenes em oporiad de eso [a
Saendoyotambigs eon cone dea qu une
Siocon te emis ee pr ite
Mow conjoncin ene lo srs baron Lo re
No poi decile eacamentearatén de iyo,
Ferenc que sno fuse en ex creunsancas ed
Mica ema frente x Me equvoco?
‘Sov vant Nose guns Set mat ge 8
me rev ilo ear aqui seaada, 20
eae ean coo exon de echo
seoinn decile que en lo even, 0 algo eri
vere cago demi evan yl grupo dems ait
esse vdce 3
“Giprano Ara
Ref oe amigos, pr el mayo ene ampo
a coms dea ida hacen ques penonas 28
aon parser ns concrete que Ns pongo!
cry
Rincén del Diablo
selectvas. Muy selectvas. No son muchos los que mere-
cen escuchar nuestros secretes. Deploro decirlo, pero no
hay antos honestos a quienes poder expresarles con sin.
ceridad auestros suefios. En fin. La humanidad parece
dirigise al lugar equivocado, sin embargo.
Sin embargo...
“Tengo esperanza. Hay gente que se rebela y lucha
con denuedo por sus convicciones y contra la irraciona-
lidad del comin denominador. No soy mojigaa, sé que
¢s el camino mas complejo, pues el poder degrada alos
hombres, les hace creer que lo superfluo es lo excelioy
tergiversa todo,
~Tiene razén, Belinda. Por eso a veces, ante tantas
ificulades, algunos deciden hacer justia por su pro
pia mano.
~Perdén, no entiendo a qué se reiere.
A que lajusticia de los hombres es perezosa, y tarda
mas de lo concebible en resolver adecuadamente los
crimenes que sus propios cancerberos ejecutan, es mis:
los ignora y perdona por ser cémplices del sistema.
Belinda lo miré sorprendida por el énfasis de esta
frase, y recién entonces reparé en la delgadez de sus
‘manos, Podia ver los huesos y las venas azulinas a través
de la piel transparente de aquellos puiios apretados,
Desde ese momento hasta que se despidieron se sintié
vagamente incémoda. Al regresar al camarote cerré
‘con dos wueltas de lave. Cuando el tren arribé a Bue-
os Aires, agradecis no haberse cruzado con él y, al
reencontrarse con Paula y Cristiano, olvidé répidamen-
te el suceso. Pero el destino tenia reservadas atin més
penas para ella.
MoVictor Hanpin
Aurelio Molinéfallecé un mes después de su legada,
no sin antes recomponer las tensas relaciones y aprobar
insdlitamente el proyecto para construr la escuela. Bev
linda decidié que Paula y Cristiano se quedaran ese aio
con la abuela para acompaftaria y que volvieran recién
cenel verano a Rincén del Diablo, pero ella, a pesar dela
insistencia de su madre, retorné a La Mimosa después de
Jos funerales, Tenia un compromiso que cumplir
Cipriano Ia esperé en la entrada, bajo los dos enor
_mes eucaliptos que presidifan la senda arbolada que lle-
vvaba hasta la casa. La brisa del otofio arrastraba hoja-
rasca y el sol de siempre lo ensangrentaba todo. Miré
alrededor y sint6 en su corazén esa estacion de la tris.
teza. Pero cuando legara Belinda, debia sonceir Ella
no merecfa encontrarlo asi, sumido en sus wibulacio-
nes. Vio la polvareda en el camino y azuz6 el caballo.
‘Alcanz6 el sulky cerca del cruce del arroyo que divide
las propiedades de los Moliné y los Carrascosa. Cuando
se sacé el sombrero para saludarla Ia cltima luz de la
tarde se encaramaba a los hilos de los alambrados.
=iVamos a empezar la escuela, Cipriano!
‘Ea si que es una noticia extraordinaria, Belinda,
Don Aurelio estuvo de acuerdo?
“Sabra lo de mi padre, 2n0?
“Nos enteramos pot la radio del viejo Kovasovitch,
Lo siento mucho,
Sé que es sincera, Aunque papi... ya sabe eémo
son los vgjos.
No entiendo, Belinda.
“Mi padre no vela con buenos ojes la relacién que
imantiene con... lot chicos. Deploraba lo que usted hace
190
Rincén det Diablo
en La Tablita y también las habladurtas sobre Laura Ré
pole. Pero yo le expliqué que estaba confundido y creo
que al final consinsié en respetarlo. Aunque imaginaré
que no fue ficil hacérelo entender
-W usted?
neyo, que?
“Qué piensa acerca de eso? Nunca me pregunté nada
No ten‘a ni tengo por qué. Su vida fuera de la ex
tancia es algo que no me concierne, Cipriano.
~Imagino que asi debe ser, pero quiero decirle que
siempre me seatiavergonzado. No son cosas que debie-
ran ventilarse tan livianamente como lo hizo Rosa Lei
va, Por otra pare Laura.
~Prefiero que no me cuente nada. Sé eémo acnian
los hombres ante esas circunstancias, yesté en su dere-
‘ho, vive soo
“Tene razén, pero déjeme decirle que no suelo ac-
ar as.
“La conoct en el circo aquella vex que usted actus
Youd pesar de saber de su iviandad, me parecié una be-
lta mujer: Repito que es cosa suya, Cipriano. Pero, y en
‘10 debo darle la razén a mi padre, en este pueblo hay
agente retrégrada, pueden ironizar sobre las desgracias
‘mds terible yal tiempo son portadores de una inocen-
cia que subleva. Creo que no existe peor cosa que lo
que engendra la ignorancia. Por eso quiero edifcar esa
‘excuela, Sé que seré un aporte minimo, pero quizé el
mio y el de Weisburd sivan de ejemplo en medio de
tanta iniquidad. a -_
~Puede contar conmigo, Belinda
~¥a los, Cipriano. Yno se preocupe.
13KANN ddddssssoessdeddessos
Vieror Herein
~eDe que
“Ma sabe, no se preocupe.
“Nunca pensé que unas caitas de més me harian co-
meter semejante error. Mire, Belinda..
““¥a le dije antes que no quiero saber nada, asf esti
bien. No hablemos mas sobre ese tema. Creo que su
arrepentimiento lo redime,
Cipriano no contest6, pero al amparo de la noche su
rostro se suaviz6, 7 mientras quitaba los arneses alos ca-
ballos y empujaba el sulky bajo el cobertizo, cualquiera
hubiera advertido que esbozaba una sonrisa.
132
@
iver mandé pimar de nuevo fa cru de la oma y
uno de os potas me tao eto. Lo eacontr sobre el
pasto a pocos metros def tumba delulde Carmons
a reconocts, Plane?
“Son as bombachat el chaleco de Inspracén Car
‘mona. Tenia ex ropala noche que io en La Tabla,
“Exe chaleco ene sangre, de dste cuenta?
“As parece, sangre seca
“Que yo sepa los fanasmas no sangan
~Emoncestendré que buscar el cuerp, comisario,
= por dénde sew ocute? Vor conoces mejor que
yo esa ona. Nace aqui (Querés sjudarme?
“No sé si coresponde, Usted dspone de ayadanes
aque son bastante baqueanox
Pero tengo la sensacion de que sabés ms que ellos
soe mas inteligent, de exino hay dudes.
153Victor Hixson
“No exagere, Di Paola. En este tema usted a parece
bastante ducho,
“Puede se, pero no se me ocure por dénde emperar
“Mire, siyotviera que exconder un cadaverlo aria
en un lugar comin, uno donde nadie imaginara nunca
«que puede exconderse a un muerto, No lo haria en el
campo, ni lo hundiria en el ro, eso seguro.
mePor qué razén?
“En ol agua seria ind, al cabo de un dempo apa
receria flotindo, no es un buen escondit. Y en el
campo menos, por las alimaas. Son capaces de desen-
terrar un novill dejar la oramenca al ol Aqui el e-
reno es himedo 7 ficl de excavar. Cuando murs l
Peludo, uno de ios peros de La Mimosa, e Seco lo en-
terré a més de un metro y medio ceca del glpén de
los tractors. Las mutts lo encontraron, son muy car
rroierasy cvaron un tnel hasta el pobre bicho, No
ts podia pasar cerea por el hedor¥ como nadie quiso
tomar el trabajo de levarlo a otro lado debido a la
pestilencia, ahi qued3. A la semana, ls huestos ban-
do se diluia mis y més. Al atardecer estaban encajados
hasta la cintura, de manera tal que ya no tenian ning.
‘na oportunidad de escapar de la trampa. Recién enton-
‘ces repararon en la hora en Ia insalvable circunstancia
‘de que estaban en medio de los campos de los Molin€
159NAALNUS SS S49 59 9550805 esdses eed
Victos Hanson
1 lon Caracona,abslutamente lejos de todo, La cap-
I, construida por lot patrareas, no ofciaria ma qui
24 por mucho uempo, va que el cura se habia fuga
do en el pueblo ante el wance de las aguas, gal que
el sereno del eampotanto, Fue entonces cuando deck
dieron. después de gras desaforadamente durante
una hora, uolzar us pstlas. Tampoco results era ha
boul ofr daparos de armas de fuego en exa zona Sia
grin caminante each ls detonacones, debe haber
las autbuido a una parida de eazadores La noche se
cerry lava aye sobre ellos sin miseicordia. La fo
3, aniguay profunda “ov separaban mis de es me-
twos del nivel superior, comenzé a enarse ante la de-
sesperacién de ambos. Pero aada podiahacese salvo
Caper que agin alma exravada pura por ali, Do
parson ls tas bas y para dane dnimo vacaron
tins de tas dos bola de aia que habian ead por
la misma razon La altima poubilidad que tenant
gin los edeilos de Di Paola, era que los caballo, anu
Eidos por lx diparo,voieran al pueblo alguien s-
era a buscarou Pero coo ambien eradmprobable, ya
aoe ante un temporal semejante lo normal era que cx
dn cual se quedara em su ce. As Gu. Nadie sali ex
noche a umpoco a sgucot, Fuc ena, seguraten
fe, cmndo Di Paola asesing aaa ayudane logo ets
imgenié par csaar ia foes. Eo foe la deducaisn que
hiteron quienes los allaron. El srgento Wilfredo Pe
fala habia muereo degollado; Di Paola exaba tendo
teres dele capa con un aguere enorme de ecopet
nl epalda En wv Gene grabada acuchlo, spare
Gia a plabra AE
160
Rincim det Diablo
Dedujeron que el ayudante malherido le habla dis
parado a su vez antes de morir, mientras el policia esc
laba la fora, pero aquella palabra y el hecho de que las
ropas de Carmona, que tan celogamente guardara en st
casa, estuvieran exparcidas alrededor de la escena, ter
miné de confundirios. Quedaba entonces por saber
‘quién habia matado al comisario, Los ojos se volvieron
1 Cipriano y fue Remigio el que sugirié el nombre del
Relator. De acuerdo con sus sospechas, era él quien
‘mantenia estrechos vinculos con el difunto, y quien lo
hhabria instigado a realizar esa aventura en el cemente-
‘lo, Pero Cipriano tenia la coartada perfect: esa noche
habia cenado en la casa de don Kovasovitch, donde ag
sajaban al futuro yerno del farmacéutico. Tanto su hija
‘como los otros invitados aseguraron que Cipriano lot
entrenivo con sus relatos hasta pasadas las tres de la ma-
dragada v que se quedé a dormir alli, por sugerencia
del farmacéutico, para eviar la lluvia torrencial que
La leyenda alzé vuelo otra vez entre los habitantes, y
hasta los mas remilgosos, como Remigio, aceptaron
que algo sobrenatural se abatia sobre el pueblo.
‘Las investigaciones de la policia de Santa Fe y el Cha-
0, que trabajaron en conjunto en el caso, no aportaron
resultado alguno, yl comisaio fue inculpado post mortem
‘de degollar a su subordinado durante un posible ataque
de pinico. Ningin otro comentario sobre el grbado en
la frente de Di Paola ni su extraia muerte.
‘La primavera llegé de la mano del buen tempo y Ci
priano voli6 a su casa de Puente Blanco con una bolsa
lena de escritosy la maquina de escribir. Todo parecia
161Victor Hexion
regresar a su cauce, como el Salado, pero era evidente
{que la historia de la Sombra los sobrecogia y Rincén del
Diablo parecia desinado ayobrellevar el oscuro sentido
de su nombre. Muchos se preguntaron por entonces de
donde habia sido, za quién se le habia ocurido seme-
Jjante denominaci6n para un pueblo? Los mis memo-
‘Hotos se lo adjudicaron Jos pobladores que ocuparon
Jas mérgenes del Salado durante el tendido de la vas,
‘otros alos Tocagiies, Calchaquies y Abipones que, con
sus sangrientosataques, quid influenciaron a los primi
tivos colonos para que eligieran semejante caliScavo
De cualquier modo, ya fuera por hereacia de la coloni-
zacién, ola més cercana construccin del ferrocari, el
nombre esaba all, un estigma diffe de ignorar cuan-
do el recuerdo de la frente rajada del comisario Di Pao-
1a 0 el del cuerpo de Gramajto,estaqueado y comido
por los caranchos, se apoderaba de las reuniones 0
acompaiiaba, como una sombra, alos aribulados peo-
nes. a través de montes y campos.
Merced a sus contacto, los Carrascosa vendieron a
‘buen precio sus terras anegadas al gobierno dela pro-
vinciay se dedicaron ala politica. Los Moliné queda-
ron representados entonces por la soitaria Belinda y
+4 hermano Emiliano. Ambos luchaban a brazo part-
do para sostener el legado de su padre, aunque cada
cal por su lado, ya que Emiliano ~
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Vicvor Hexeoia
tardaroa otros tantos hasta convencer a sus exposos de
‘an ridicula empresa, pero es sabido que la lengua de
luna mujer persuade mis que nada en este mundo y, 2
pesar de los reclamos, comenzaron las oraciones. Entre.
tanto, Celestine se dedicé a juntar toda clase de yuyosy,
con la ayuda de un risuedio Kovasovitch, armé un em
plasto que colmé dos latas de combustible de veinte It
‘os cada una. Eran las que llevaria el avién fumigador
para derramar sobre el pueblo. Cuando todo eseuvo is-
esto, exigi6, claro esté, el dinero para el alquiler de
la avionet. Alli se suscitaron algunos inconvenientes
que, valga la ironia, casi echan por ter la empresa
concebida tan arduamente, La suma era desopilante.
Finalmente, la comisién en pleno decidié pedir un
ppréstamo al banco de la provincia de Santa Fe yas{ cum-
plieron con Celestino. El curandero carg6 los dos bido-
nes en el colectivo y prometié regresar con el avidn ef
domingo siguiente a realizar su exorcismo.
__ Después de ese domingo legaron otros tantos, y mu-
cchos més hasta la primavera, pero el avin fumigador
‘nunca aparecis sobre el castigado cielo de Rincén del
Diablo, La nica noticia que tuvieron de Celestino vino
cen forma de bebé, cuando la rubia hija de la rusa Men-
tieva ya no pudo ocultar su embarazo y confesé lloran-
do que el sanador le habia prometido casamiento. La
vergiienza hizo que la familia decidiera cerrar su nego-
Gio abandonara el pueblo. Asi fue como Rincén det
Diablo se quedé sin exorcismo y sin repostera.
168
23
La luna se recorta entre los érboles, pinta con fosfo-
rescencias las leves ondas que levanta el rio, se iende
sobre el campo. El orden natural descansa esa noche de
‘una cruenta batalla y dormita secretamente all. Sobre
la costa, donde los sauces y los bambies cubiertos de ta
ccuapf enmarcan #l cauce marrén, el hechizo se rompe
abruptamente; son los altos muros de la fbrica de tani-
no. La mole de ladrillos padece un desamparo que qui-
ta el aliento, Es el agobio del abandono. Los ojos no
pueden evitar dolerse ante ese ciimulo de soledad que
medra en medio de la selva, All no hay pijaros, ni na-
dda que aliente esperanza Pero no es afuera de sus pa-
redes donde acechan las sorpresas, sino més bien aden-
tro. La luz se filta entre las chapas de cine y apenas
cconsigue horadar la penumbra del galpén donde Cr
priano Airala enciende su tercer cigarro. Esté sentado
sobre un rollizo de quebracho y juega con el ala del
169sombrero. No hay ruidos, sélo el aletearsiblante de los
‘mureilagos, pero él parece no prestar atencién a los
‘yuclos rasantes: su mirada reposa mientras pita de vez
‘en cuando, Owra chispa relumbra a pocos metros y re-
conta el Gralo de otro rostro, hasta que se apaga y la o>
curidad vuelve a adueiarse de todo, Parecen esperar,
Efectivamente, son dos hombres silenciosos. De pronto,
‘uno levanta la cabeza y escucha atento. En apariencia
‘nada ha cambiado: los grillos no cesaron de marta, ni
Jos teros chillaron. Pero no se equivoca. Cipriano Aira-
la también deja de darie wuelas al “panza de burro" y
‘mina hacia el portén de entrada, La sombra entra tan
silosa que nadie en este mundo, salvo estos dos, se hu
biera percatado,
Aqui estamos, Manuel.
i Julisn?
“No vino. Esti en Weisburd con Cristiano y Belinda.
‘Yo me esquivé con la excusa de mi expalda, pero el Seco.
~¥a lo wi, sigue con vicios chicos, pero esos cigarros
van a maaalo igual que a vos, Cipriano,
~Fumar no es malo, sobre todo cuando se espera.
‘Acoma la penuriay serena el espritu,
Perdén por la tardanza.
~Pensé que nunca ibas a disculparte, Manuel, Hace
luna hora que nos estamos chupando la vida, segtin v0,
con el tabaco.
~Tuve que entrar campeando, el pueblo parece una
romeria hoy.
“Hay elecciones y cada conceal hizo un asado, pare-
ce que vamos para municipio noms, a pesar de los cie-
‘res y la crisis hay cada vex me gente por aqui,
17
Rincim del Diablo
“Esto exté cerrado definicivamente, 00?
~Uned lo ha dicho, La Forestal se comié todo y los