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LOS SISTEMAS ECONOMICOS Joseph Lajugie i: Eudeba Universidad de Buenos Aires Titulo de la obra original Los sistémes économiques Proseoe Universitaires de France, Paris, 1957. Segunda adicien: 1904 Segunda adicion, cvarta reimprasin: abil de 1999 ‘Segunda adicion, quinta reimpresién:juto de 2001 ©1963 Editorial Universitaria ce Buenes Aires Soclecad de Econamia Mita fy, Rivadavia 1571/73 (1033) Ciudad de Buenos Aes Tel: 42636025 / Fax: 4969-2202 sworaeudeba.com ar '9BN 950-25-0575-9 Impreso en Argentine No 28 pemite Ie rproducoén toi © parcial ae este bs, su Simaccnament en un sistema inorngtea, © su vanerisén on isu cioemetoces sm! povrige revel saor ENTRODUCCION L Sistemas, regimenes y estucturas econémicas En el lenguaje corriente se emplean, indife- rentemente, los érminos sistema y régimen, para designar el cuadro general en cuyo seno se de- sarrolla la actividad econémica. Se habla ya de sistema, ya de régimen capitalista, se exaltan 0 se ponen en la picota los sistemas o los regime- nes colectivistas; se evoca con emocién 0 con desprecio el sistema o el régimen de economia artecanal, etcétera, ‘Asimismo vemos emplear frecuentemente, en un sentido andlogo, el término “estructura” puesto {de moda por 10s autores contemporénens, y t0- davfa a menudo mal definido. Estructuras capi- talistas o colectivistas son, para muchos, sinéni- ‘mos de sistemas capitalistas o colectivistas. La estructura de la economfa, por oposicién ala co- ‘yuntura, designarfa, a juicio de algunos, el siste~ a ccondmico mismo. Contra estas practicas ninguna critica es poca. Se trata de nociones conectadas, sf, pero muy diferentes, y cuya confusién conduce aasimilar las partes y el todo. En efecto; de estos tres conceptos, el de siste- ma es el mds amplio y abarca los otros dos. ‘Sin entrar en discusiones de escuelas, que no podrian tener cabida aqui, adoptaremos las siguientes efia Definiremos el sistema econdmico como un conjunto coherente de instituciones juridicas y sociales en el seno de las cuales son puestos en préctica para asegurar la realizaci6n del equili- brio cconimico, ciertos medios tenicos, orga- nizados en funcidn de ciertos méviles domi- nantes. En consecuencia, el término sistema econd- mico abarca, a la vez, los cuadros jurtdicos (de- recho piiblico y derecho privado) de la actividad econémica y su cuadro geogréfico, las formas de esta actividad, los procedimientos técnicos usilicados, sus modos de organizacién y, por tl- timo, un factor psicolégice, el mévil dominante gie anima a los agentes de la produccién. Encontramos, pues, al mismo tiempo, en este andlisis, los elementos del sistema subrayados por el esquema clasico presentado por Werner Sombart: elemento psicoldgico, elemento técni- £0, elemento politico-social y los componentes mds complejos aislados por los autores contem- pordneos (Walter Eucken, R. Clemens, M. Wal- ter); cuadros geogréficos, nivel técnico, formas de actividad, régimen poltiico, régimen econd- mico, tipo de organizacién ideolégica. El término sistema ast concebido podré apli- carse a los cuadros mas amplios de la actividad econémica, Se podrd hablar de sistemas de eco- nomia cerrada o de economia de intercambio, de sistemas capitalistas o colectivistas, de los cuales sefalaremos en seguida los caracteres ropios. Esta obra tendré esencialmente como El régimen econémico no es mas que un ele- mento del sistema. Lo definiremos coma el con- Junto de reglas legales que, en el seno de un sis- temaecondmico dado, rigen las actividades eco- nomicas de los hombres, es decir, sus hechos y acciones en materia de produccién y de cambio. Esias reglas pueden tener un doble objeto. is relaciones dé loi hombres con los bienes. el régimen'de los bienes plantea el problema de 1a propiedad. Las relaciones de los hombres entre st: el ré- gimen de las personas plantea el problema de la libertad econdmica. Veremos que el régimen de propiedad priva- da, al que estamos acostumbrados hoy, es una simple categorta hist6rica respecto del régimen de los bienes. Es el resultado de una lenta evol- cidn % para algunos, una simple etapa de esa evolucién, Excluidos todo juicio de valor y toda apre- ciacién sobre su legitimidad o sobre su eficacia, 1a propiedad privada no es (a tinica base posible de una sociedad econémica. En otras épocas hubo sociedades que cono- cieron —y algunas conacen iriéluso en nuestros dias— regimenes juridicos en tos cuales el titu- lar del derecho de propiedad no es el individuo, sino un grupo mds 0 menos extenso. A la propie- dad privada puede oponerse la propiedad co- lectiva. Eno concerniente al régimen de les perso- nas las'rélaciones conémicas de los hombres entre'st plantéaittrés cuestiones fundamentales: la de la eleccién de la actividad de cada uno, a de las condiciones del ejercicio de esta activi- dad y la de las relaciones entre empleadores y empieados. ¢Seré esa elecciOn libre o limitada? {Serd ese ejercicio libre o reglamentado? ¢Es- tardn esas relaciones deserminadas libremente 0 controladas? Aqut radica todo el problema de la libertad econdmica. - A este respecto veremos cémo se ha produci- do una de las evoluciones en espiral, tan frecuen- tes en las instituciones sociales 0 econémicas, como lo hemos mostrado en otro volumende esta coleccidn, dedicado a las Doctrinas econémi- cas'. Se partié de regimenes donde no existfa ni libertad de eleccién, ni libertad para el ejercicio de las profesiones, ni libre discusién de las ton- diciones de trabajo, para llegar, en un primer momento, a la situacién opuesta de libertad in- controlada y volver, en nuestros dias, a un régi- men intermedio de libertad reglamentade. Exo equivale a decir que un mismo sistema econémico puede ir acompafiado de regimenes econdmicos diferentes, y en este sentido, por ejemplo, se puede hablar de régimen liberal 0 de régimen dirigista en el seno del sistema ca- pitalista. La nocién de estructura econdmica, final- mente, estd a mitad de camino entre la de siste- may la de régimen. Designa, para retomar la definicién clasica de F Perroux, "las proporcionesy relaciones que caracierizan a un-canjunto écondmico localiza- do en el espacio y en el tiempo”, es decir las CF, J, LASUGIE, Les doctrines économiques, Pars, Presses ‘Universtarres ce France, Pars, 1956, 43. edicion 10 particularidades que dan su fisonomfa propia a una unidad econdmica determinada. Conviene subrayar también, con Wageman y Ackerman, que se trata sobre todo de los elemen- tos caractertsticos que aparecen con una estabi- lidad relativa'en el cenjunto econdmico conside- ado; y, en este sentido, estructura se opone a coyuantura, Esta nociOn de estructura es vélida para uni- dades econémicas de diversa magnitud: el ma- trimonio, la empresa, el sector, la nacién, el gru- po internacional o supranacional. Lo es también, en un nivel de abstraccién superior, para el sis- tema econdmico. Estos elementos estructurales son sumamen- te coniplejos y variadas: elementos fisicos 0 geo- gréficos (clima, relieve, riqueza det suelo'y det subsuelo}; elementos demograficos (nivel de la poblacién, reparticién por edad, sexo, profesion): elementos morales (creencias, habitos mentales, comportamientos psicoldgicos); elementos insti- tucionales (cuadros politico y juridico; aqui vol- vemos a encontrar el régimen econdmico); ele- mentos sociales (naturaleza, importancia, acti- vidad de los grupos sociales); elementos econé- micos (proporcidn de os factores de produccién, proporcion de las principales actividades, rela- ciones entre las cantidades producidas y las can- tidades consumidas, entre consumo interno y ex- portacién, entre sector piiblico y sector privado, entre las diversas formas de em- resa, entre los precios industriales y los precios agricolas, etcétera). u Vamos ast cémo se relacienan las tres nocio- nes que hemos procurado analizar y disociar. Ei régimen econdmico no es mus que uno de ios elementos caracteristicos de la estructura de und unidad econdmica dada, El sistema econd- mico, por su parte, es, segitn la expresién de André Marchal, un conjunte, una combinacién de esrructuras diversas, ligadas por relaciones relativamente estables; es “un complejo coheren- te de estructuras” EL Los distintas tipes ae sistemas econdmicos Se pueden concebir distintos sistemas econd- meicos que, de hecho, han funcionado en el curso det tiempo. Se los ha clasificado, ya sea segiin criterios historicos (List, Hildebrand, Biicher, Sombart), ye segiin criterios econdmnices (Wageman, Rucken), ya de acuerde con la importancia con- cedida a tal 0 cual elemento juzgado come particu- larmente caracteristico. Dado que nosotros también tenemos que ele- git, dentro de esos elementos, aquellos que nos parezcan mds espectficos, tomaremos como pus- 19 de partida la definicion antes propuesia: “El sistema econdmico es un conjunto coherente de instituciones juridicas y saciales en el seno de Jas cuales son puestos en priictica, para asegu- rar la realizacién del equilibria econdmico, cier- tos medios técnicos, organizados en fancién de clertos moviies dommantes”. 12 Por tanto, para no salir de le esencial, carac- terizariumos el sistema econémico mas o menos coma Sombart, por los cuadros jurtdicos y s0- ciales, los medios iécnicos y los méviles de la uctividad econémica, es devir, de una actividad destinada a asegurar el equilibria entre la pro- duccion y ef consumo, entre los bienes y las ne- cesidades, ¥, basdndonas en esta idea central de equili- brio econdmico, nos esforzaremos por clasificar los distinios tipos de sistemas, ya que todos tie- nen como fundamento una cierta concepeidn de ese eguilibrio y como objetive tilrimo, su rea- lizacién, Esto nos leva a una division dicotéimica muy simple: © bien este equilibrio es buscado en el seno da un grupo cerrado (familia, dominio rural), don- de ios productores tratan sélo de asegurar Ia sa- Uifaceién de sus propids necasidades produ- ciendo todo lo que le es necesario sin preocupar- se por vender los productos de su fabricacion ni por comprar otros (es la concepcién dz la eeo- romaia de necesidad, que corresponde a siste- mas de economia cerrade ). © bien, por el contrario, se procura fa adapta- cién de la produccién a las necesidades, ea ef cuadra de toda ta sociedad. En este caso los pro- ductores se especializan en ciertas actividades. Wo jabrican més gue una categoria 6. a'lo sumo, algunas categorias de productos, pero, coms con- wrapartida, fabrican més ejemplares de los que ellos tismos pueden utilizan Con e! excedente unin ios iPS de dau praduccion personal, sé j 13 objetos que necesitan, Estamos aqui frente alos sistemas de economia de intercambio, entre los cuales, por otra parte, 2s necesario hacer una distincidn, segin el modo de adaptacién prac- feada. En efecto, sien la economia cerrada la udap- lacidn de la produceion a las necesidades tio pue- de hacerse mds que por via de autoridad (el jefe de la familia o-el sefior del dominio interpreta soberunamente las necesidades del grupo, desig- na qué bienes han de producirse y atribuye acada une su rarea), en la economia de intercambio ef problema es mds complejo y puede ser soluciona- do de dos maneras. : Ein un primer caso, las necesidades pueden ser expresadas en el mercada_en forma de una cierta demandt: que, por su presién sobre los precios, orienta la oferta, es decir: el esfuerze de los pro- ductores: es el mecanismo de la economia de mereado capitalists. En un segundo caso, las necesidades de la go- lectividad son estimadas por una autoridad cen- tral que establece entre ellas una cierta jerar~ quiay decide qué bienes han.de producirsayés el mecnismo de la economia planificada coeeti- vista, mecanismo bastante similaren el fondo al de ia economia doméstica, pero que funciona en une escala completamente distinta:~ — 8s necesario precisar que, en la préctica, es- ios sistemas exisien vara vez en estado puro y que po ae suceden en forma brusca? Todo sistema concreto comporta elemenios de épecas y tipos diversos que son, ya super- siguiente. El pasaje de la economia cerrada ala economia de intercambio no se realizé de goipe, sino por la lente transicién de la economia arte: sanal, de la que subsisten atin importantes vesti- gios en los patses mds evolucionados. Por eso dedicarentos la primera parte de esta obra al estudio de esa evélucion progresiva de la economia cerrada ala economia de intercambio. La segunda y tercera parte estardn dedicadas respectivamente a las dos formas de economia de intercambio: economia de mercado capitalis- ta y economia planificada colectivista, sin gue este orden implique una jerarquia de valores, ni la afirmacién de una sucesién irreversible que. como veremos, no es de ninguna manera una con- clusién permitida por ia historia. 16 ce PRIMERA PARTE, DE LA ECONOMIA CERRADA ALA ECONOMIA DE INTERCAMBIO La economia del mercado capitalista adio primitive de las sociedades y durante wh largo periedo de su evohicién, Ja acti- vidac. econémica es may reducida porque dio es uaa actividad de produccién sin intercambios. Cucia cual provee a sus necesidades (alimen- tatiéa, Vostido, alojamienta) produciende todo io que'ieces ita y solamente eso. Hsta sitaacién co- sresponde, como es facil concebir, aun grado de civilizacién poce evelucionade, que comporie necesidades escasas y una técnica rudimeataria. A medida que se desarrolian paralelamente les necesidades y la civilizacién, la actividad eco- némica se intensifica, se diversitica y hace sal- tat, poco a poco, los cnadres geogrAficos estre- chos em caya geno se desarrollaba en un princi- pio. Se pasa de la economfa doméstica a la eco- nomfa sefiorial v a lg economia urbana, etapas que corresponden, respectivamente, al predomi- iio de la actividad pastoril, agsicola y artesihal En este diltima etapa, pot otre parte, ls econo mia ce necesidad tiende, cada vez mds, 2 dar lu- ger £ una ecnomia de intercembio que floreceré después de los largod sigius dex gestacién de la Edad Me Este esquema general de evolucién correspon- de al registrado con variantes, en todos los paf- ses de Europa occidental. Nunca se insistiré de- masiado, sin embargo, ea el hecho de que esta sucesién no es lineal, regular y continua. Ha sido ‘cortada por numerosas alternancias, por antici- paciones que quedaron sin confirmacién inme- diata, pero también por retornos temporarios y parciales a los sistemas anteriores, como, por ejemplo, el retorno de Europa occidental, entre Jos siglos VI y VIII, a unaeconomia de necesida- ddes muy cerrada, cuando ya el mundo antiguo habfa conocido una economia de intercambio muy activa, 18 caPtroLo 1 LA ECONOMIA DOMESTICA PASTORIL Le economfa doméstica pastoril es la de las sociedades primitivés. Dado su carécter tan fragmentario e inorgénico, hablar en este caso de sistema econémico constituye casi un abuso. 1. Los euadros geograficos y sociales 1. La unidad econsémica, La célula de Ia acti- vidad econémica es la familia. La adapiacién de 1a produccién a las necesidadés de los miembros del grupo se realiza bajo ta autoridad det padre de familia, en el marco de Ja unidad familiar. ara tener una idea exacta del sistema, ho hay we olvidar que la familia antigua (gens aqueo, ens romana) constituye un grupo mas amiplio Geen Compra a ped a todas las personas que descienden de un mis- ‘mo antepasado comin ain en vida: y se acrecien- ta, ademés, por la poligamia y la esclavitud, sbajo. El padre de fami- lia distribuye autoritariamente las tareas y los Brodictos entre los miembros del grupo familia. Es €1quien asigna a cada uno su tarea en funcién del sexo, de la edad, de la fuerza fisiea, de las, aptitudes naturales; él fija los objetivos de la pro- duccién y reparte los productos obtenidos, con- forme con las necesidades de cada uno. 19 Por otra paste, las tradiciones, las creencias seligiosas o mégicas desempefian todavia un pa pel preponderante en Ia organizacién de la pro- duccién y ef consumo, La actividad econémi- oa no es sierapre el resuitade de un célculo re- flexiva. HT Las formas de la actividad econdémica Esta actividad es muy escasa, muy rudimenta- via y se desarroflaré muy lentamencé. La ganade- tia es durante mucho tiempo su taica Toma, "y segniré sienide predominante incluso cuando la familia comience a dedicarse a otras actividades 4. Genaderin y caltive, Nurerosos historia- dozes y soviélogos estiman, de acuerdo con un esquetna muy simplista y cuyo valor cientifico debe ser tomado con reserva, que los pueblos primitives han pasado por tres fases sucesivas, La recoleccién. Bn un principio viven fanda- mentalmente de los recursos que la naturaleza les ofrece en forma espontanea. Bs la etapa de la re- colegcién de log frutos naturates de la pesca, de In Caza de animaies salvajes. “La ganaderia, Un primer progeeso consistiré ep NO Conientarse para su alimentacién con ani- males que crecen y se multiplican Hbremente, sino on seleccionar las especies més interesantes, do- mmesticarlas y criarlas en forma racional. ~ La ganaderfa censtituird durante argo tiempo jad productive de los pueblos pri mitives; \9 8 atin en las tribns némades. La agriculture. Se daré un peso més adelante, cuende ef hombre trate de reernplazar les fautos 20 ofrecidos por uaa vegetacién espontdnea per los productos de un cultive'sistémAlicc del siete we ioddionsado ciertas semuillas como he selecciens ciertas razas animales. Bste cultive es, por otra parte, muy rudimentario, ya que se trabaja fa tic- iva superficialmente, a mano o con instrumentos de madera. 2, Industria, La produccidn industrial surge todavia, mds lentamente y ser4 atin mas escasa. ‘Tema fa forme de una iaestria artesanal muy pequefia. c Los arvesanos especializados en ciertos proce- dimiertos industriales, aparecen como conse- cuencia de Jas guerras. La capmra de prisioneros revela la diversidad de aptitmdes de los pueblos Vecinos, y soa oxifanjeros quienes_se. jnstalen como artesanos, formando asf el primer micieo de ectividad profesional, 3. Comercio, Ai intercambis no existe durante largo tiempo; se establece diffcilmente y permene- ce trabace por ritos y formalidades complicadas. El comercio interior. La primera forma es el interezmbio ceremonial entre miembros de Ie tri- bu. Un individuo le hace a ofro un regalo sim pe- diz nada en cambio. Pero la costumbre obliga al beneficiario a aceptar el regalo y su vex regular algo de valor equivalente. Estos dones recipro os estén separados por un intervalo de Liempo y sc hacen con motive de las fiestas. No consisien on abjetos de primera necesidad sino en objet ds iujo, simbalos de poderic, come fas armas, o elementos de préstigio, como las alhajas. En consecvencia, no son invereambios de ca- sécter verdaderamente econémico que respondan @ preocupaciones utilitarias. Pero no por eso dejan de desempefiar un pape! importante en el deserter dela vidi econémica, eréando una cierta cireulaciGn de riquezas y scostumbrando a jos hombres a apreciar el valor relativo de ios productos. - _ Bl comereio intertribal. Un poco més tarde aparece el cosiercio mtdo entre tribus diferen- ies. Exige an formatismo complicads debido a gue las relaciones hal : sas ti # nee ituaies entre esas tribus son Eliniembro de.la tribu A Hleva a la zone fron- teriza la mereaderfa de la que quiére desprender- se; Ta coloca y sé retira. El miembro de a tilbu 8 Ucga entonces, examina eldbjeto ofrecido, colo- ca al lado lo Guie 61 éstd dispuesto a dar en cam. bio y también se retira. A vaelve y sila contrao- feria le conviene la Heva dejando su propia mer- caderfa a 8, que odio tiene que ir a retirarla. Sila contraoferts le parece inswficiente, vuelve a [le- varse o suyo o deja iodo en el mismo estado pare que asf el otro comprenda que debe au- mentar ia oferta, Este mecanismo, largo y complicado, traduce una cierta confianza, puesto que Los abjetos son dejados termporaricmente sin temor ai robo, pero una confienza limitada, pues ambas partes evi. tan cuidadosamente e] encuentro Para que fio se despierten sus instintos belicosos. En estas con- diciones —es facil concebirlo— los intercambios son forzosamente muy limitados y no pueden dar hugar a una activa cisculaciOn de riquezes, 22 Hl. El régimen econémico i. Régimen de ins bienes. Los autores no es- ién de acuerdo sobre Ta cuestién de saber si todas jas sociedades haa conocide, en determinado ‘momento de su historia, un perfodo de propiedad colectiva. Ei] historiador del derecho Sir Henry Maine y el socidloge belga de Laveleye sostie- nen que si, pero Fustel de Coulanges, por el con- trario, en su hermoso libro La ciudad antigua, © Thornwald en L'éconamie antique, estima que pada es menos seguro. Propiedad colectiva. Sin entrar en esta disca~ sida, recordemos aqui los ejemplos de propiedad colectiva conocidos, en los cuales el titular era ya el pueblo, ya la familia. Por otra parte, en ge- neral s6lo la tierra era propiedad comtin del gru- por los derechos individuates sobre los otros bie- nos variaban segiin los pueblos y sus costumbres. Propiedad privada. S6lo con el derecho roma- ne se consagearin definitivamente los diversos atribaios que forman la propiedad individual. El derecho de usar los bienes a titulo privado ha sido ei priraero en admitirse, El derecho de disponer de ellos entre vivientes, de venderlos, se consideré durante largo tiempo como anormal, Para vender era necesario cumplir formalidades excepcionales, La mancipatio romena exige ia presencia de cinco testigos; la venta in mallo ger- ménica es s6lo posible frente a la esamblea del pueblo. El derecho de disponer por causa de muerte, de transmitir los bienes por herencia, aparece todavia mas lentamonte. En Roma se io desconoce antes de la ley de las XU Tablas. Se la 23 admutiré después, pero con solemnidades extraor dinarias: es valid taicemeate ef testamento he- che en presencia del pneble dnrante los comicios, El final de esta evolucién seré ta propiedad quiritaria, que comporta derechos casi ilirnitados para su titular: ius fruendi, wlendi, aburendi, es deciz, derechos de percibir le tenta de ios bienes, de usar de ellos, de disponer de cilos en vida y después de mucrto. 2. Régimen de las personas. En as econo- mmfas untignas, si no en les saciedades primitivas, el régimen aplicable @ Ja eleccisn y al ejercicio de las actividades profesionales es, ya un régi- men de coaccidn absoluta, de trabajo forzedo: ta exolavitud. ya un régimen de profesiones cerra- das: el de castas. > La esclavined. Bajo el régimen de la esclavie tnd, ciertos individuos son propiedad de otros homibres y estn obligados a trabajar para su duetio. En la antigtiedad es el régimen corionte de trabajo, en virtud de la concepcién segtin la cual el trabajo manual es indigno del hombre libre. Es ésta también la concepeion de los fildsofos griegos: Plutén, Aristételes. Toda la actividad econémica, la produccién de riquezas ageicoias ® indusiriales, cra considerada como una tarea inferior, zeservada a esclavos, pues los hombres libres, peusadores y guerreros, tenfan que consa- grarse las ates y a la defensa de Ja ciudad. Rste.régimen desaparece en Faropa con el zis Uanismo, que proclama le igualdad fundamental de tocias las personas y la imposibilidad de que un hombre pretenda tener un derecho de propiedad 24 sobre orros, pero subsistirs hasta el sigle XVII en algunos ierritorios coloniales: Régimen de castas, Ba otros pafses, sin llegar ala esclavitad —por ejemplo ex el antiguo Bgip- te ¥, 6a nuesitos dias, en paises come Ia India, el derecho de ejercer tal o onal profesién est4 esirictamente reservado a clertas categorias s0- ciales. La actividad profesional de cada wao esté ti- gurosamenie determinada por la herencia. El miembro de una familia ligada a la casta de los hetreros no puede ser ms que hertero y sélo €1 puede ejercer ese cficio. Por otra parte, exists una jerarquia muy estricta entre las castas, ya que cada profesion es juzgada mas o menos mable. ‘Un régimen tal condnce a wna oristalizacién de la divisién del trabajo, incompatible con las necesidudes de une economia progresiva: Las profesiones a cortesponden a las nécesidades, dado que sus efectivos dependen tnicarente de Ja lasa de natalidad de la casta. Se adaptan mal a los progresos téenicos por la imposibilidad de crear nuevos oficios cuando les gustos 0 ia técmi- ca se modifican. 26 CAPITULO IL LA ECONOMIA SERNORIAL AGRICOLA En un estadio ulterior de la evclucién de las sociedades, la célula de la adtividad eco Se ensancha ua poco. Ya noes la familia, sid un cuadro més amplio: el solar feudal. Al mismo tiene, TH activieeid © 1iversi pesar de qué Ta 7 gue sicado may rudi- mentaria. Es la fase de ia economfa sefiorial 0 solatiega, ya aparecida hacia el final del mundo romano, peto caracterfstica sobre todo de la alta Edad Media. 1. Los cuadros geogrdficos y sociales i. La unidad econémica. La unidad econd- mica esté constituida por ef dominio rural, que comprendé el solar sefiorial y la regién lava que jo rodea. El ejemplo tipo es ia villa carolingia gue agrapa el castillo, el villorrio aglomerado a su alrededor por un deseo de protecciéa, y a las tierras cultivadas en la periferia. Estas tierras estan divididas en dos partes: ia reserva seiiorial, constituida por las tierras més fértiles, los bosques y las praderas —regién ex- plotada por el personal ligado al castillo—, y las tierras concedidas a los villanus, quienes las cul- tivan por su cuenta a condicién de cumplir obli- gaciones diversas. El conjunto constituye una unidad econémica que, en principio, se basta a sf misma y que por 27 consiguiente no esté especializada en ciertos cultivos, 2, La divisién del wabajo. En esos tiempos fa divisién del teabejo no tenfa el carscter uni camente profesional, técnico, que le damos hoy. Las telaciones entre los miembros de! dom nio $0 instiviciatiales y no contractuales. poltti- cas yno scindmigas. BI sefior es tia jefe, igual » inés que um propiciatio, €s8 Garcter marca pro- fdindamente el reparto de las tareas y de los pro- dactos entre los miembros de! dominio. Obligasiones del sefor, Bi sefior debe asogu- rar al campesino ayuda y proteccién contra los peligros extericres, el derecho de juntar lefia y Ge hacer apacentar los animales en la reserva, el uso del homo y de! moline comunes. Obligaciones del campesina. Ei campesino tie- ne la Obligacién de cjocutar pata e! seHoF ui Cfer- to mimero de prestaciones o jomadas de trabajo, de cuidar los vailades y fos fosos, de repatar la caSa solariege y las dependéitcias, de acerrear los prédtictos agticolas. Tay, on consecuencia, una designaidad eviden- te, desde el punto de vista econdmico, en las obligaciones reciprocas de ambas partes; des- igualdad debida a que no hay una verdadera se- Daraciéa de los factores de produccién, del capi- tal y de la mano de obra, puesto que el sefior, propictario de las tierras, es decir del capital, tic- ne también —ya lo veremos— amplios derechos sobre la persona de los trabajadores. Conviene sefalar, por ota parte, que se ma- nifestard una evolucién cuando los servicios 28 personales debidos por los campesinos se trans- formen en servicios pecuniatios. Pozo 2 poco, las diferentes obligaciones sé reemplacatan por pres- taciones er dinero, por derechos ¢ impuestos y. con la depreciacia progresiva de la moneda, Je carga se aliviard sensiblemente. Zi, Las formas de ia actividad econémice La actividad econémica dominante es la pro- hiSGiO agricola, Los intercamibios siguer sier~ do poce importantes y la produccién indust extremadamente escasa. i, La agriculture, Constiqnye la principal atri- bueifia de Ja poblacién durante argos sighs de la alta Edad Media: Se efecnia todavia segiin una técnica muy primitiva, Ea el solar medieval in- glés equivalente de Ja villa carolingia, el surtide de herramientas casi no existe, los terrones se deshacen « mano después de ja labranza efectua- da con un arado de madera. Se rastrilla arvastran- do una gran rama por el suelo. La vida raatesial de los campesinos es medio- ere. Casas poco confortables, moblaje insuficien- te y ropas basias se unen # una alimentacién fru- gai, a menudo comprometida por las penurias debidas a las guerras, que cavsan estragos ex las cosechas. 2, Bi comercio. Los intercambios se han L- brado ya del formalismo de la economfa primiti- va; pero sor todavia muy teducides. La econo- mia scilorial, en principio, es una econcméa sin mercado. Las nenesidades de los miembros del dominio sé satisfacen por el trueque de Ins bienes 28 y de los servicios obtenidos en su seng. Esta au- Tarquia, come dirfamos hoy, se ve reforzada, en e] plano interno, por ia inseguridad debida a tas invasiones, las guerras feudaies. los pillajes. £0 ser eo cf plano internacional, a partir del sigio “Vil po le sispensidu de fos inforeemblos mar dimes come consecuencia de la expansion del lain, Bl Mediterrineo, vinculo que unfa las po- (eTerSS, | blaciones ¢ 3o cohvierie en un Toso que separa, Oriente de Occidente? “Sin embargo, la economia cerrada no cs nunca absoluta y algunos intercambios subsisten entre dominios, intercambios en los que 1a moneda desemperia e! papel de intermediacio y dé medi- da de los valores. Aunque este sistema de economia scfiorial es sobre todo ei de las sociedades medievales, se pueden encontrar hoy algunas supervivencias en los paises subdesarroliados e incluso en el seno de ios paises mas desarroilados. E] aduar argeli- ‘no. por ejemplo, fanciona exactamente como ct Sominic feudel. La mayorfa de las necesidades se satisfacen con los recursos de la aldea y los intezcambies con ei exterior son muy reducidos, En el mismo seno de la economia capitalista, al- gunos dominios del campo francés hacen frente a la casi totelidad de sus necesidades; Ja produc- cién con miras al intercambio es para ellos com- pletamente accesoria. Por tiltimo, aunen las gran- des ciudades se encuentran restos de economia cerrads en cl cuadro familiar. La produccién de numerosos objetos y la prestacién de ciertas ser- vicios esién a cargo de las mismaas personas que son a la vez consumidores y usuarios (confeccién de ropa, quehaceres domésticos, etcétera). Hil. El régimen econémico 4. HB] régimen de las bienes, En este osiadio de la evolucién econémica, la concepcién roma- ne de la propiedad desaparece provisionalmente para dar lugar @ 1a concepeién feudal. En Ja alta Edad Media, ¢l conjunto de dere- chos personales y exclusivos de los cuales goza- ba el propietasio romano se divide entre dos per- sonas: el sefior feudal, que tiene ta propiedad eminente, la propiedad stricto sensu, y el va lo, que tiene la propiedad util, le posesién Propiedad itil. Bn un principio, l vasatlo no tiene mas que un simple derecho de usufructo, mientras que el sefior es el dnico propictario. El derecho del vasallo es vitalicio, acaba con la merte y no es transmisible. Pero poco a poco se iransmitird, por causa de muerte, a los descen- dientes en un primer momento, a los colaterales juego. Mas tarde seré transmisible entre vivien- ies, con el consentimiento del sefior en wa princi- pio, sin ese consentimiento posteriormente. Propiedad eminente. Bi seiior, sin embargo, conserva sobre esa misma tierra derechos impor- tantes. Percibe una suma cada vez que se efectda una transmisién. Puede eventualmente retormar Ja posesién si el vasallo comete un acto que rom- pe el vinculo de vasallaje o si muere sin hevede- ros y sin haber dispuesto de su bien. Puede tam- bién recuperar la tierra vendida mientras devuel- va sui precio al comprador. En consecuencia, en el mismno bien coexisten dos derechos préximos al derecho de propiedad, en provecho de dos personas distintas. La noche. at del 4 de agosto de 1789 suprimird definitivamente on Francia esta extrafia instiucion que, en ver- dad, habla perdide desde hacis tiemmpo mucho de su alcance practice 2. Régimen de las personas. Bl régimen do- minente en la Edad Media, en materia de trabajo agricola, es todavia un régimen de coaccidn sin libertad para elegir ni pera ejercer la profesién, pero de una forma mas suave que Ia esclavimad. Ja servidurnbre. El siervo est sujeto hereditariamente a fa tie- tra de un sefior a quien debe un cierto mimero de contribuciones y de servicios personales (tribu- co, prestacién). A diferencia del esclavo, el sier- vo dispone de su persona y posee cisrtos dere- chos sobre las tierras que cuitiva. Sélo je es im- posible el abandenc del sefiorio al que pertenece POF su nacimiento, sin autorizacién del sefior, Pace a poco, sin embargo, su situacién se aproxirma a la del hombre libre, A partir del siglo AHI se acuerden muchas marumisiones indivi- duales y colectives, Las incapacidaces ligadas 2 Ja condicién de siervo se decogan por desuso, La carga de las gebelas y contribuciones se aligera por la depreciacién de Ja moneda. En el momen- to de In Revoiucién Francesa. subsisten algunes siervos tinicamente en Ja regién dei Jura. La servidumbre, suprimida en Inglaterra des- de ef siglo XTV, lo serd definitivamente en Fran- cia por la Constituyente. Sobrevivird hasta orin- cipies del sigs XX en algunos pafses, por ejem- plo, en’ Rusia. @ Be capiruLo ma LA ECONOMIA URBANA ARTESANAL Dos hechos esenctales provocarén a amir del sigio XPun cambio profundo en la situacién give acabamos de presentar. Uno es de orden interno: al despertar de las ciudades: eT C83 ES 8E Sh sseino: lng Criizadas. Estos hechos so tiaduct Han cn un nuevo ensanchamiento del campo geo- grafico de la actividad econémica, la que, al mis- mo tiempo, se intensificara y diversificard Se pasaré del dominio rural a Ja cindad © co- muna, y de una economfa casi exclusivamente agraria a una economfa de pequefia industria ar- tesanal, que provocar4 intercambios de cierta importancia. 1. Los etiadros geogrdficos y sociales 1, La umidad econdmica. La oétula base de le actividad econdmica gs ahora la ciudad, que deja dé ser una simple plaza fuerte para convertirse en un verdadero foco de vida social. Bs le época del surgir de las comunas, que desempefiarén on fa historia politica de nuestro pais (Francia) un papel de primera importancia, Forman un tede con los campos que las rodean, para los cvales son un mereade y de Jos cuales dependen para abastecerse de alimentos. 2, La divisiée del trabajo. De este resulta yna divisin del trabajo mas avanzada, una mavos especializacién. Esta division de! wabaje se ma- nifiesta en dos planos. w @ En primer lugar, entre la ciudad y el campo. Las ciudades se dedican a la indusitia yal co- “THereio, renunelaide-a toda actividad agricola “Esto comiporta pars ellas Ia necesided de cori- prar sus productos & los campesinos de los alre- Geciores y de venderles sus productos elaborados. Eneste momento vemos establecerse entre laciu- ‘dad y ef camipo relaciones de cardcter contrac- Guede Garketer econsaiiso- Desmpieceer al nffenos se ateniian, la jerarquia y la subordina- cién que existfan en ei seno del solar sefiorial y que generaban obligaciones politicas; éstas van a ser reemplazadas por obligaciones convencio- nales nacidas de los contratos de intercambio con- cluidos libremente, y que tienen en cuenta el va- lor de las prestaciones reciprocas. La fijacién de Jos precios pasa, entonces, del estadio habitual 0 institucional a la fase econémica, ‘Mas la especializecién no jucga solo entre la ciudad y el campo; también se desarrolla entre productores, entre artesanos. Se observa la crea- in de especialidades profesionales cada vez més numerosas, Las profesiones van a dividirse en oficios, En el siglo XT habfa todavia pocas profesio- nes diferenciadas. Cada una correspondfa a un conjunto de actividades que tenfan un mismo ob- Jeto general, un cardcter comtin; por ejemplo, las de los carnicetos, de los panaderos, de los fabri- cantes de cuero, de los trabajadores de la made- 1a, del metal, de los productos textiles; pero, en Tos sigios siguientes, cada profesion vaa dividir- se al infinito, Desde 1315 existirén en la comuna de Paris no menos de 150 offcios. ~~ 34 Por ejemplo: la profesién textil, que hasta en- tonces constitufa un todo, se dividira en merca- deres de lana, de lino, de céfiamo, en peinadores, hiladores, tejedores, tintoreros, esquiladores, sas- tes, sombrereros, etc. El mismo fenémeno se manifiesta en las otras industrias: cuero, metal, madera. Esto produce evidentemente cambios profun- dos en las condiciones mismas de la sctividad econsmica II. Las formas de la actividad econdmica La agricultura deja de ser en esta etapa la tni- ca actividad. Ocupa todavia un lugar de preemi- nencia pero, a su lado, aparecen actividades in- dustriales y comerciales que estén lejos de ser despreciables, y el crédito empieza a desempe- ar un papel importante. 1.La industria. Laindustria se desarrolla con Ja forma artesanal o de pequefia industria a do- micilio. Se caracteriza por la reunién de los fac- tores de produccién en manos de tina misma per- ona, que pone @ la vez el capital y el trabajo. En un principio el artesano es un simple obre~ roadomicilio que trabaja las materias primas traf- das por el cliente, Se convertiré pronto en un pro- ductor independiente, que trabajaré por su cuen- tay vender sus productos. Las dimensiones de esta explotacién artesa- nal, son todavia muy reducidas. El material es rudimentario: algunos ttiles, ninguna méquina. El capital es escaso: el necesario para alquilar un tallercito, para comprar algunos instrumentos y 35 an pequefio stock de materias primas. E] perso- aul es muy reducido; ef artesano trabaja perso- nalmente con ayuda de su familia y algunos co- laboradores, oficiales y aprendices, cuyo mime- yO pasa rara vez de la decena. La produccién artesanal estd regida, porun es- tatuto especial que reglamenta las condiciones de acceso a las distintas profesiones y las reia- Ciones enive empleadores y empleads, Es el régi- men corporativo, que estudiaremos més adelante, Esta produccién es de calidad mas que de can- tidad, pues la magniwud de Jas explotaciones y el estado de Ia técnica le impiden un desarrollo im- Portante. Bastaré, sin embargo, para asegurar ia expansién del intercambio, 2. El comercto, 1.os intercambios se intensifi- can considerablemente, en el plano local prime- to, en ef nacional e intemacional después, Mercado local. Las ciudades se convierten oa foces activos de comercio, en mercados donde os artesanos venden sus productos y los campe- sinos sus mereancfas. En un principio, los attesanos no trabajan més que para ese mercado local y, a menudo, por en- cargo, Fabrican tinicamente objetos vendidos de aniemano © que tienen la seguridad de una salida inmediata, Es todavia una economia de necesi- dades locales conocidas. En consecuencia, no se corre el riesgo de saturarel mercado. La produc- cidn esté adaptada al consumo y el equilibrio econdinico estd asegurado. Pero, poco a poco, las dimensiones de fa er prese artesanal se agrandarda y el meicado se 36 extenderd, Se pasazd insensiblemente dei peque- fio establecimiento familiar aun taller que reuni- réun mayor niimero de asalariudos. Se dejard de producic cn pequefia cuntidad y tinicamente para clientes conocidos; se aumentaré el volumen de los negocios y se recurrind a intermediarios que comprarén toda la produccién y le revenderdn en otros mercados. Mercado nacional ¢ internacional Es enton- ges cuando comienzan a, surgir las grandes ferias de los sighs. XT y XL, reun iiones periédicas onde se concentran los compradores veaidds a vét8S desde muy lejos) COrespondeh fund cta- pa particular de Ja evolucign econdmica, aur vida_econOmica bastante desarrollada para. nie temporaria de transaccio- né¥ G6merciales, pero no io suficiente como para alimentar un comercio permanente. Las princi- pales ferias son las de. Champagiié”Ciroyes, Provins, Bar-sur Aube y Lagny) en el cruce les ratas de Venecia y Flandes ran. 48 dias y habiiatiaéi a mercaderes que tlegan desde Asia Menér. ~ wee ‘La comodidad dé los participantes y Ja circu- laciOn de las mereaderias esi asegurada por una regiamentacion especial. Las transacciones con sisten en compra y venta de sedas, lanas, cueros ypietes, Dan lugar a una forma de pago original: el page por compensacién, lejano antepasado de los documentos de pago modernos. Ai mismo tiempo se constituyen, sobre todo en los paises nérdices, poderosas ascciaciones de mercadeves, las hansas, algunas de las cvales, como fa Hansa flamenca de Londzes 0 la Liga a7 hanseética, Hegarén a asegurarse el casi mouo- polio dei comercio cn el Mar del Norte y en el Mar Béitico. Asimismo; en jos paises meridio- nules, en Itatia, por ejemplo, dinastias de merca- deres, como la de ios Médicis, adquiritaa un im- portante poder econédmico y aolitica, que sera de summa utilidad para el arte y las leeras y para ia sioria de Florencia El crédito, es decir el comercio del dinero, comienza a desarrollarse a su vez, A decir ver- dad, quedara durante largo tiempo frenado por la Goctrina candnica, desfavorable al préstamo a interés, y que va a influir en Ja legislacion civil de Ia mayorfa de los Estados catdlicos, Sin embargo, a medida que se desarrollan los intercambios y que Ia actividad industrial y co- Tuercial aumenta, esta interdiccion, concebida en vn principio en funciéa de los préstamos al con. sum, resultard muy molesra. Los mismos Padzes de la Iglesia aceptardn ex- cepeiones a la prohibicisn de Ja usura en los cae 808 de Incro cesante, dafios eufridos © riesgo coatidos, y se imaginardn diferentes procedimien- tos para esquivarla (triple contrato, comandita, préstamo en circunstancias inseguras) y posibili, tar asf fos préstamos a la prodaccién De este modo se pasa poco a poco de la prohi- bici6n al simple control del préstamo a interés. Esta tolerancia hard perder a fos judios el mo. nopolio del comezcio del dinero, que compar. Urdn en adelante con los Jombazdos y los ca- horsines Se posiuititars asi en los.siglos XMM y XIV la creacién de bancos privados y la apaticién de 38 s financistas que desempefiarén un papel al Taperiastte'en la vida dé tos Estados y ea Ia politica internacional (Jacques Cocur, los Médicis, los Fugger). Mas tarde apaceceran los bancos piiblicos (Amsterdam, Estocolmo) cuya responsabilidad ch la creaci6n del papel moneda se conoce, ¥, por tiltima, les bolsas (Brujas, Am- beres, Londres), que Hegaran a ser muy pronto centros actives de transacciones de monedas y de valores. HL. El régimen econémico No hay nada especial que decir del régimen de los biencs o de Ja propiedad, salvo que se esté en un periodo de transicién que marca la descom- posicién progresiva de Ia concepcidn feudal de la propiedad, en provecho de una concepeién que se acercard mucho a la del derecho romano. Los derechos del sefior se debilitan mientras se forta- jocen los del vasallo, Las multiples devaluacio- nes monetarias que los gobiernos de esa época efectian, precipitan esa evolucion al aligerar Ia carga real de las prestaciones monetarias del va- sallo y también de los derechos o tasas que pesan, sobre las tierras que le han sido concedidas, economfa urhana artesanal es mucho més interesante en lo que respecta al régimen de trae Bajo. No es ya ti'régiiien de coaccién, de trabajo forzado como la esclavitud ¢ fa servidumbre, sino unl régimen de profesiories Gétradas y organizadas. Es el régimen corporativo, que fue tan importan- te para Id historia éconémica de Francia y de la mayorfa de los paises europeos. 39 2am a 1. Los principios del corperativisme me- Aieval. 5] régimen corporativista se caracteriza esencialmente por una estricta reglamentacion profesional. Esta reglamentaci6n, valida para el comercio come para la industria, trata de Ia elec- cién de iss profesiones, de su ejercicio, de las rolaciones entre palronos y obraros. El acceso a la profesin a0 es libre. Los pro- ductores de un mismo offcio estén agrupades en cuerpos Hlamados indifereatemente corporacién, maestrazgo 0 veeduria. Este cuerpo de officio e¢ obligatorio (nadie puede ejercer la profesién sm ser miembro), cerrado (el niimero de miembros es limitado; el Iimite es cstabiecido por el poder ptiblico o por la misma profesi6n), jerarquizado (los miemirros de la profesién deben comenzur sienido aprendices, luego oficiales y, después de una prueba técnica, la obra meestra, pueden ser promovidos a macsiros en el oficio). Este sistema da a la vez una seguridad contra Ja saturacién de la profesion y una garentia de competencia, pero tiene el peligro de tender a transformar may pronto Ia corporacién en casta cerrada. El éjercicio de la profesidn esta sometido a reglas extrictas que fijan las condiciones de la producciéa (procedimiento de fabricacién, ma- terias primas por utilizar) y Jos limites de cada profesiGn. Procesos largos y de gran repercusi6n se opondran en la dad Media a corporaciones que se disputan el ojercicio de ciertas activida- des préximas; sastres y ropavejeros, por ejem- Plo, y también pasteleros v rotiseros, 40 so Esias regias garantizan le calidad del prodac- toy salvaguardan el honor profesional, pero coma contrapartida, hacen que ja inventiva y la inicia- tiva corraa el riesgo de enmohecerse en los pro- ductores y que el progreso técnico se tabe por falta de competencia. Las condiciones de trabajo, por iltimo, es de- cir, las relaciones entre cmpleadores y asalaria- dos, ésién igualmente reguladas por las corpora- ciones. Sus dirigentes fijan unilaseralmente fa duracién del trabajo y los salarios (los mAxi- mos pero no los minimos). Las huelgas estén prohibidas. 2. La evolucién histérica del corporativis- mio medieval, La historia dei régimen corporati- vista se divide en dos periodos muy definides Durante varias cenwurias, hasta el siglo XV mas 9 meiios, resulta satisfactorio y asegura a la pro- dueciée aitesanal un impulso notorie. Mas a partir de esta época, los petigros enumerados més atras sé verificarda y el régimen corporativista comen- zaté a decaer hasta Ia Revolucién Francesa. Surgimiento y apogeo (hasta el siglo XV). EL origen del régimen corporativ se encuentra en la alta Edad Media e incluso en la Antigtedad, pero sn constitucién se precisa sélo hacia el si- glo XT. El. Livre des métiers de Etienne Boileau, prcboste de los mercaderes de Paris, nos muestra ja reglamentacidn entonces vigente en ies grin- cipales cucrpos de la capital. Enesa époci el s tema funciona de marera satisfactoria, tanto des- de'el punto de vista econdmico como desde el social. b Desde el punto de vista econémico el mono- polio de Jas cororaciones no es ni general ni absolute, Algunes profesiones y algunas regio- nes escapan de é]; incluso los oficios organiza dos en veedurfas dejan a los particulares el dere- che de ejercer fa profesiGn fuera de sus cuadros. De esta manera subsiste la posibilidad de une competencia que da una agilidad suficiente ala organizacién econémica Desde el punto de vista sociat, jas relaciones entre patronos (maestros) y asalariados (oficiales) son confiacas y cordiales. No hay “cuestiones sociales” 0 “lacha de clases”, en el sentido mo- demo del término. Los oficiales viven en la casa ‘et Thacstro, comparten las alegrias y las penas de la familia, Tienen sobre todo la seguridad de Hegar un dia ala maestria; saben que la condi- cisn de subordinado es s6lo provisoria. En con- secuencia, no puede surgir esa mentalidad prote- tania, caracteristica de la €poca contemporénea y que es la de hombres que se saben condenados a trabajar duzante toda su vida por cuenta de otro y 2 depender, para su sustento, de un salario siem- pre limitado, a menude aleatorio. Al mismo tiempo, ia fuerza de los sentimien- ios religiosos. tan poderosos en la Edad Media, irapone el respeto de las condiciones de trabajo ‘humanas”. La ganancia del obrero estd de acuer- do con el salario justo de los canonistas, le per- mite vivir “decestemente” segin su estado y con- diciém. El descanso dominical es para él, antes de que la legislacién civil trate el tema, un dia de ocio hebdomadario. Decadencia (siglos XV a XVII). Esta situa- cién idilica finalizaré mas 0 menos a partir del siglo XV. Los resultados ya mucho menos satis- factorios acarrearan su répida decadencia. Desile el punto de vista econdmico, las veedu- ria tratan por todos los medios de reforzar sv monopolio, de suprimir todo trabajo Hbre fuera de elias, con ef fin de poner a sus miembros a cubierto de cualquier competencia, Los poderes publics desgraciadamente les ayudaran en esta tarea. Los soberanos, necesitados de dincro como consecuencia de la multiplicacién de las guetras, s¢ verdn obligados frecuentemente a pedir “ayu- das” a los mercaderes, poseedores de fortunas cada vez mayores. Estos acuerdan sus subsidios s6le cuando se les conceden nuevos privilegios, y asi yeremos cémo varios edictos (1581, 1597, 1673) aplican el régimen corporativo a profesio- nales que hasta entonces eran libres. De la desaparicién de toda competencia resui- tard un deslizarse progresivo de las corporacio- nes hacia la quictud de la rutina, Se sujetarin a ios métodos de fabricacién practicados desde si- glos y se opondrén a toda innovacién. Esto ocu- rriré en el momento preciso en que la revolucién industrial trastorne los elementos de la técnica y en que la aparicién del maquinismo permita nue- vas fabricaciones. Esta evolucién se agrava por la intervencién creciente de los poderes pulblicos, que estén de- cididos a controlar la economia cada vez mas estrechamente. Fiel a los principios mercantilistas, en virtud de los cuales todo debe ser subordinado ai poderio 43 y & la ciqueza de fa nacién, Colbert establecera un conjunto de medidas destinadas 4 fevorecer ef desatvollo de Ja indusivia francesa a fin de ali- tocntar un comercio exierior activo: fornente de las manufacturas privadas y creacién de mann- facturas de Estado, regiamentacién de Jas condi- ciones de fabricacién, control de los precios y de la calidad de los productos, control de los sala- ries y fijacién del precio de los productos ali- menticios, régimen aduanero severamente pro- teccionista. Es, antes de que asi se la denamine, una economia dirigida y de manera muy estricta. Esta reglamentaciSn, que en Colbert es siem- pre crearlora, tlegard a ser bajo sus sucesores cada vez mas sofocante, paralizando asi Ja iniciativa de Ios jefes de empresa y anquilosando las virte- des dindmicas gue el corporativisme habia de- mostrado tener en sus origenes. Desde el punto de vista social, una evolucién paralela reemplaza las relaciones atnistosas en- ive maestros y oficiales por relaciones més ten- sas y 2 menudo hostiles. Por una parte, la evolucién técnica de Ja ia- dustria azmenta, poco a poco, ia magnitud de las empresas. De ahi zesulta la deszparicién progre- siva de esas relaciones directas frecuentes, tan favorables para el buen entendimiento entre em- pleadores y asalariados. Por otra, a medida que los maestros de los of i= cios ven desaparecer todo peligro de competen- cia, tienden a constitir una casta cerrada. Multi- Plicardn los obst4culos para impedir el acceso a Ja maestria de los oficiales (complicacién de la obramaestra, formalidades, gastos vatios, dereckos, 44 banquetes, ete.). Por el contrario, dispensaréin de la prueba de la obra maestra a Jos hijos de los maestros ¢ incluso a los yemos, que asf Negarén ala direccién de las empresas sin ofrecer las ga- rantias deseables de compeiencia profesional. Muy pronto quedaré netamente seflalada 1a incompatibilidad entre un régimen corporative anquilosado y egaista y las necesidades de una economfa mévil y progresiva. Las eposiciones se multiplicaran: oposicion de los obreros (huel- gas, revueltas, gremios), oposicién de los pensa— dares (enciclopedistas, fisiécratas) y ei régimen, infiel a sus principios, marcharé hacia su rina. En 1776, Turgot aprovecha su paso por el po- der para abolir maestrazgos y veedurias. La im- popataridad cle éstas es tal que todo Paris festeja la noticia, Pero Ja burguesta mercantii tiene co- davia sélidos apoyos en la Corte, y Turgot es se- parade como consecuencia de los ataques de Necker y de Maurepas. Su sucescr restablece ¢! régimen corporativo, mas esta resurreccién da- rard poco, ya que, quince afios mas tarde, la Re- volucién Francesa lo condenaraé definitivamen: te, asegurando el triunfo de la libertad econdmi ca, que permitiré el advenimiento del sistema capitalisia. En esta etapa, como hemos visto, se esté lejos de la economfa cerrada de la familia primitiva 0 det dominio feudal. Se est4 ya en plena econe- mia de intercambio o, ms exactamente, en la frontera entre economfa de necesidad y econo- mia de intevcambio. ‘La economafa artesanal constituye, entonces, la transicién entre los dos grandes sistemas que 4 j hemos distingaido en un principio. Este carécter suyo explica el lugar importante conservado, en nuestros dias. por ef sector artesanal no sélo et los paises nuevos (Turquia, Tdnez, Japén. por sjempio). sino también en pafses de estructura econémica evolucionada (Francia, Alemania, et- eétera). Peto, en este estadio de ta evolucién econémi- ca, cuando {a divisién del trabajo se ha desarro- lado y cuando la produccién se ha especializ: do, im nuevo problema se planteard con gran agu- deza: ef de le adaptacién de la produceién a las necesidades. En la economia cerrada el proble~ ma se resolvia sin dificultad. En la economia fa- miiar la adaptacién era asegurada por el padre de familia, quien decidfa el orden de urgencia de Jas necesidades por satisfacer y orientaba Ja acti- vidad de cada uno en consecvencia. En la econo- mfa seficrial, la produccién se limitaba a las ne- cesidades de los miembros de} dominio, neces dades conocidas y fijadas por la costumbre y eveniualmente por la autoridad sefiorial. En la economia artesanal, al mencs en un principio, la preduccién se limitaba a Ja salisfaccién de las necesidades locales, conocidas por el productor y poco susceptibles de variaciones importantes. Los riesgos del artesano eran muy limitados y, en consecuencia, también lo eran sus eventuales ganancias. Cuando se Hega a una verdadera economia de intercambio, todo ocurre muy diferentemente. Ya no sé trata de producir exclusivarnente pasa sa- tisfacer las necesidades personales del produc- tor, fas de su familia, o a las de sus vecinos, y 46 accesoriamente intercambiar algunés productos superfiuos. La producci6n se orientaré en ade- Jante, en lo esenciai, con miras al intercambic. Cada uno wabajard para satisfacer las necesida~ des de personas que desconoce. ,Cémo prever esas necesidades? ,C6mo se hard la adaptacién de la produccién alas necesidades? * Dos procedimientos son concehibles y de he- cho se aplican hoy simnulténeamente. Uno es el mecanismo de mercado de la economia capita- lista; el otro es el plan de la economfa colecti- vista. ay \% SEGUNDA PARTE, LA ECONOMIA DEL MERCADO CAPITALISTA El sistema capitalista de lasSociedades occi- dentales contemporéneas es el-feuto de una evo- fucién que, en un principio lentg s taba a fin ‘del siglo KIX y Sane del XX. Este sistema de economfa de intercambio, fan- dado en Ja brisqueda de la ganancia y en el méca- éros de la ¥ por el cardeter.cada vez mis complejo de sus formas d cién que file posible por Ja ap: técnicos mucho mas perfeccissiados y per la adopcién de un régimen de libertad econdmica. El ensanchamiento del cuadrot geogrilico de la actividad econémica se opera en dos etapas. junto con el ensanchamiento del mercado, Se pasa wralizadés que permitiran imescambios entre re- giones. Durante algtin tiempo, las trabas juridicas (aduanas interiores) y materiales (insuficiencia 4g de las vias de comunicacion y de los medios de transporte) subsistentes estorbarén estos inter- cambios. Pero en el siglo XVIII esas trabas juri- dicas desapafécen con li Revolucién Francesa y el triunfo generalizado de las ideas liberales. y més tarde en el siglo XIX el desarrollo de los canales, y sobre todo de las vias férreas, suprime Tas dittimas. Un mercado internacional puede entonces constiftirse. Los grandes descubrimientos mari- timos que abren al comercio nuevos mercados, fuentes de abastecimiento y nuevas vias, lo pre~ paran ya desde el siglo XVI. Débiles mientras dura le navegacién de vela, los transportes inter- nacionales se incrementan bruscamente por el desarrollo de la navegaci6n de vapor, luego de la primera revolucién industrial; un segundo em- puje Tes vendlrd de Ia apertufa de las grandes vias intercontinentales (Suez, Panamé) y de la intro- duccién de la combustisn de petréleo, a fines del sigho XIX. ‘En ese momento existe un verdadero mercado mundial. Cada pais trata de llevar al rhéximo sus ~ifereambios con el exterior, al menos et: cuanto a sus exportaciones. De esto resulta la posibili- dad de acrecentar la produccién en proporciones desconocidas hasta entonces, pero también un riesgo econémico mayor, un peligro de no adap- tacién de la produccién a las necesidades. La actividad econémica esta entonces, en Tos paises mas evolucionados (Inglaterra, Francia, pronto los Estados Unidos, y Alemania), en su etapa més compleja, y forma ese conjunto 50 caracteristico conocida.con el. ‘ma capitalista, Agricultura, industria, comercio, créditos, transpofiés, estin igualmente désairo- Hades comi6 festiltado dé tuna lenta madtiraci6n. Veremos, empiero. que el esquema de esta evolu- cién no se conforma exactamente a la idea que uno se hace de él en general. 51 1 \d ‘CAPLTULO IV LA FORMACIGON DEL CAPITALISMO Se busca a menudo el origen del capital! fl 's.invenciones mecdni del siglo AVLIL. Dotada de una considerable po- teacia de produccién, la industria mecanizada habria debido buscar nuevos mercados y drenar abundantes capitales para su equipamiento. Los acomtecimientos se habrian escalonado en el si- guiente orden: invenciones, suzgimiento del ca- pitalismo industri], desarrollo del capitalise comercial y financiero. Ahora bien: Mantoux mostré en La révolution industrielle au XVIHlame siécie que el excade~ namiento fue diferente. Las institucion Hlalismo preceden a ciales y financieras del ‘c suis instituciones industriaies. Si ios grandes in- vento’ meckilicos se muliipli Ghar pret- “en el siglo XVHi_ no es por castalidad, ni por un don particular de los briténicos, sino porque Gran Bret Bretafia es entonces cl centro de las princi- 0. ets to, posibilitada por fa enterior acurmulacién de importantes capitales, encontrard el mismo co- mercio, como es légico, un factor de desarrollc suplemeniacio, Si bien el to del capitalismo industrial ilitadc cuando, para alimentar las antes. se_vic corientes de intercanibic precaistentes, los ca- pitales asi reunidos hallaron, gracias a la revolu- cién industrial, posibilidades de inversiones pro- ductivas. 1. La preparacion de los elementos comerciales-financieros del capitalismo Las Formas comeres Jes del capitalismo. ‘Come hemos visto, una importante actividad co- mercial comenzé ya a manifestarse’cn los siglos XIfy XM: en ef plano infemo, con.ef surgir de <9) en el internacional, gracias a las Cinizadas, Las ferias ¥ las havidas HabTan'sido sus manifestaciones mas espectaculares. Los grandes descubrimientos marftimos de los, sigtos AVY XVI ‘intensificarai | “xpansién de ercambios por Ja iniroduccién de nuevos los i ¥ de Sroductos hasta entornos mas o me- gist : nos COHBeos (aiiil, algodén, tabaco, café, azi- car, especias). La afluencia de metales preciosos de América, al Segbficadeitay wi alza"Befieral de shercaderés, los armadores y los espectladores, estivniilaca’ rns & ‘atin ef espirita de. zacion o We COMETS Tejano, ” Pero esti expansion del comercio se traduci- 74, al mismo tiempo, en un_desplazamiento del sje econémico del econémice cra hasta éntonces el Mediterraneo digs; SicesFvamente, los imperios del Cereano 54 Griente, Grecia, ef Imperio romano y, después de varios siglos, las reptiblicas italianas, habfan sncontrade:las fuentes desu hegemonts. atlanticas. Los primeros que aprovechardn esta situaci6a seréin fos patsés del sur de Buropa, que, han sido el origen de_las grandes expediciénes qraritimas: Portugal, Espaiia; mas tarde el tréfice comercial, y con él la hegemonfa politica. Se des- plaza’ hiacia el Norte: Francia, Holanda e Ingla- terra seran por tumo los beneficiarios de este ensancharniento del horizonte econémico. 2, Las, formas financiers del capitalismo. Alinisrio tiempo veremes cdma Jas operaciones de crédito, ya legitimadas por la ley religiosa y por lw ley civil, sé extier considerablemente y originan poderosas instituciones: finaneicras. Una_importante acumulacion de capitdles es realizada, ya sea por los fimane! como contapattide ‘de tos préstamos que ‘otor- gan a los principes, hacen gue se. les conceda la acufiacién de moneda o la provision de los ejér- citos; ya por algunes cstablecimientos religiosos, los Templarige Por ejetApld, a quiene¥"tn CArse- ter militar fuertermente acentuado les vale. el ser clegidos como depositarios de metales precigsos o como agentes de transaccidn de fonds; ya, in- cluso, por todos aquelios que se enriquecen con el comercio exético (navegacién, armadores. mercaderes), 0 que aprovechan el alza de precios desencadenada por Ja afluencia de metales pre- ciosos de Aménca, Una transformacién profunda del espiritu, aczlerada por el Renacimiento y la Reforma, 55 troduce enel Cristianismo un espiritu nueva mas orienta fad neciate CSAs" dhiteriales, finds abierte De todo esto resultaré, en primer término, un desarrolio de 1 ‘de Tas Fetias que, en el siglo XV, suplantan a liis de Chempagne, particularmente las de Lyon y Génova. Después, a partir del siglo intermitentes decaéran en prov permanentes donde se hardin de mereaderfas, sino también de_valores mobi- Larios (Amberes, Londres, Lyon), facilitando asf el desarrolio de soci petializéndose a contribuiran eficazmente a aumentar las ga- sancias distribuidas y los capitales disponibles, Por diltimo, se crearan en los siglos XVII y XVID T grande HICSS pilblicos (Amsterdam, Hs- tocolmo), que desempefiaran n papel decisive en la generalizacién del papel maneda, dando asf a 1A economfa de intercambio un instrumento manejable y flexible que le habia faltado hasta entonces, HL 1 advenimiento del capitalisio tndustrial La Sconomia capitalista, tal como la Concebi- mos hoy, se complementara sdle cuando los prin- cipios de ese sistema hayan liegado a Ia industria 56 sibilitado los resultaclos econémicos y sociales que asociamos 4 la idea mistna de capitalismo. Su advenimiento se efectia al final del siglo KV DTgfaCiaT a aiia Uoble revohic: ei Id iéenica con ef desarrolio. del maquinis revollacién ene! derecho y RevoluciOn Industrial, se manifiesta en primer fugar en Inglatesca. Esid en el origen del Poreci- miento ecendmico de Gran Bretatia. Dotads ya con un eomercio maritima muy getivd. gue le asegura | tafia podra constituir una p. sa industria gra- cies a la multiplicacién de las inversiones y, a la vez, a la acumulaci6n de cepitaies y al actecen- tainienio de la niatiotie GBA El maguinismo se desarrollard prodigiosaraen- to reemplazando al isabajo manual, se trate de maquinaria, de procedimientos de fabricacin o de fuerza motriz. En materia de méguinas, la industiia textil ye ras. invenciones: en_1733, la lanzadera volante de John Key; en 2765 la Toe ina de hilar de Hargreaves’ 2 én segitics iia micad que péoriti mienito dé Ta industria al godonera del Laneashire Al mismo tiempo, se perfédcignat lo: dimientos de fabricacién, especialmente en in indusiria metaltizgica, La preparaci6n del hierro se hacia antes con carbéh dé léfia. La hula, 87 abundante en Inglaterra, no podfa utilizarse con este fin pues en la combustién se formaban com- ppnestos sulfurosos que daban como resultedo una fundici6n impura y quebradiza. En consecuen- cia, los altos homos tenfan que estar instalados en Ia proximidades de los bosques, y Ia produc- cidn se frenaba por temor al desmonte. Es 1735, Derby encuentra la forma de reemplazar la lefia or Coque mezclando al minieral dé hierro cal viva gue absorbe los elementos sulfurosos. Por ulti- mo, en, 1784, Onions y Cort inventan la pudela- cién que permite obtener un acero de mucho mejor calidad, Pero los progresos més importantes se reali- zarah @ Materta We Tuerza motriz. Hasta enton- posible.sin ei descubrimiento dé la méquina de vapor. Desde 1707, Denis Papin trata de aplicar @e principio a un barcé fluvial. En 1769 John Watt lo extiende a los molinos, después a la hi landeriiy finalitiente alatejeduria ‘La etapa esen- ciate la fevolucién técnica ha sido franqueada. Para que estas invensiones pudieran produce su efecio era necesaria una acumulaciOnide ca- pitales ¥ Eto’ capitales provienen de las ganancias rea- lizadas por los fabricantes de [a indastfia Janera —gue hacen trabajar una mano de obra en parte tural y cuya produccién centralizan— y también e las realizadas por los traficantes enfiquecidos en el cottieréio con las Indias. A esi6 se agregan Jas sumas reunidas gracias al desarrollo de los 58 bbangos y de las bolsas y a Ja creaci6n de. las pri- meras sociedades por accignes. Por tiltimo, la nueva orientaci6n de le agrical- tura inglesa libera la mano de obra necesaria, La prosperidad de la fabricacién y de la exrortacién de Fis conduce a los grandes propictarios a gban- dgnar eT cultive por Ia ganaderia, que necesita mucho menos persoral. No s6lo se expulsa a muchos arrendatarios sino que también muchos pegueitos propietarios venden sus tierras. Dé esto resulka vina mayor disponibilidad de trbajado- resei las ciudades. “Este concierto de circunstancias favorables permitiré, en la segunda mitad del siglo XVII, a aparicién de la industria algodonera del Lancashire, asf como la metaltirgica del Pafs de Gales y de la regién de Newcastle. La ola indus- tial pasaré de ahf a Francia y mastarde at ccontinenté>~ 2. La revolucién liberal, Los nuevos instru- mentos técnicos no hubieran podido, sin embar- 4g0, dar todos sus frutos, si la agobiante regla- mentacién heredada del mercantilismo colbertista rig Habiera sido reemplazada, al mismo tiempo, por uit Fégimen dé libertad mds favorable al espt- ritir de empresa, Preparada en Francia por los trabajos de los filésofOSy de los fisideratas, y en el Seige ppor las doctrinas de Mandeville y de David Hume, cesté movimiento culminard durante la Revolucién Francesa, que introduciré un fermento de libéra- lismo y de individualismo aun en los paises en donde rio Megara a extender sus concepcioites polfiicas. Los articulos principales del dogma 69 revolucionatio serén la libectad individual, ta T+ bestad de las convenciones, los derechos de! hom- bie y del cindadane. El ségimen sconémico instaurado por la Re- voluéiéir Francesa esta inspirado por estos prit- cipios liberales e individualistas. Proclamando una li libertad absoluta ea Materia econdmica, cree Megat a lk Ver, i SAIVEGUATUIA dé tAOE los ifitereses particulares y él triunfo det interés ge- neral que seria la ruma de aquéllos. Ef el régimen que encuentran los tres elementos anali ai cidtt de lay protesiones fesidn elegida, tibre determinaci6n de Las condi- ciones de trabajo. Dos principios esenciales lo consagran: el de Is’ Ti fciay Gi las felaciones la libertad de trabajo, que rige las relaciones de Estos com sus obreros. El decreco de Allarde det? y 17 de marzo de 179% afinitia ‘ablece el tido mas amplig abril toda persona tendrd libertad para realizar el negocio o cjercer la profesion u oficio que en- cuenire a su gusto”. En adelante, en consecuencia, cada uno podra elegir su profesién a voluntad, sin chocar con el monopolie de algunos privilegiados, y decidir tos procedimientos de fabricacién y Tos precios de venta, sin estar sujeto a una reglamentactén cor- porativa 0 esiatal. 60 ,yelde’ Ta Hbre competencia, Fi texto dere- | \S S6lo subsisien ulgunas excepcioaes motivadas por peOBIeHiaS te Se irk sitbordinadas a autoriaacidn y reglamentacién especiales: establecimientos insalubres 0 peligro- sos), de competencia (profesiones subordinadas 2 Ia obtenci6n de diplomas o # un coneurso: abo- gados, médices, funcionarios) o de orden fiscal onscional (monopolios de Estado, bancos de erni- sidn, tabaco, pélvora). La libertad de trabajo resulta de que, desde ese momento, nadie puede esiar obligado a tra- bajar para otro. Esie"principio deriva dé Ta ‘De- cla?acién de los Derechos del Hombre. La iey Le Chapelier del 14 y 17 de junio de 1791 precis sar en qué condiciones un hombre puede alquilar voluntariamente sus servicios a otro y concluir un contrato de trabajo. Para e evitar | la reconstita- abrepticia de |; corporaciones, ese texto probie lode egrupacién cntre patrongs o asala~ Fiades, constituida en defensa.de. “pretendisos intereses Cormunes” ai la. necesidad de acuerdos individuales entre cada patron y cada obrére, gue las Coridicioneé dé trabajo (Salario, duraci6n, caéiones). Estas condiciones no pueden para la tatalided de un oficio o de una regidn. Por otra parte, se prohiben las agrupaciones pro- fésionales (acuerdos, sindicates) porque pueden ear fa libertad del mercado de trabajo derar que, ¢ sta queda definitivamente cons- " Posibilitado por el triunfo de Ia Whertad de tra bajo y de comercio, dicho sistema parece ligado 64 al principio de libertad econdmica. De hecho, el capitalismo liberal no seré mas que una etapa fulgurante, pero reiativamente breve, de la histo- ria del sistema y cederd paso, mmy pronto, a un capitalismo regiamentario. CAPITULO ¥ EL CAPITALISMO LIBERAL En esta etapa es interesante puntualizar los rasgos caracteristicos del sistema capitalista — aquellos que 1o distingnen de los sistemas ah- teriores —y veren qué medida le experienciacon- tres series de elementos: juridicas, técnicos, pi colégicos. & 1, Desde el punto de vista juridice. El siste- ma capitalista repgsa en’el principio de ta apro- piacién privada de los medios de proguccic 3 medios son detentados por bembres que, por lo general, sdlo dirigen las empresas y que no realizan las tareas de ejecucién reservadas a subordinados asalariados, Hay una separacig enire la propiedad de los medios de produccion y af trabajo de ejecticién, Este principio acarrea la aparicién de nuevos problemas. Problemas del reparto de los ingresos. El va- lor del producto de la empresa no le rresponde en'S0 tot productor, como en el estadio dé la economia artesanal. Tiene que repartirse entre los diferentes colaboradorés én la obra de produccién, como precio de sus servicios, en for- ma de salario para los obreros, de interés para ios prestamistasde gakancia para el empresario. 63 ‘Todas estas ventas se deierminan por el nivel de los precios obtenidos por los productos en el mercado. En esto la economia capitalista se dife- rencia de la economia cerrada. No hay reparti- cién avtoritaria de la renta de La" produccién en- jae Han Cod perado, ni por el padre de fa- miifia como en la economia doméstica, ni por una autoridad superior coro en la economia sefio- ral EY Mercado dicta, por el canal de los pre- cios, la parte de cada ano. Cuestidn Social. Aparece también como con- cutie] problema social. Hitxe 10s Poseedo- ‘3 de capitales y los asalariados se cava'an foso desconocido en los estadios precedentes. Es la fisura de la sociedad en dos clases antagsnicas separadas —Volvefemes sobre esto— por su pa- pel econémico (para una, la direccién; para otra, ja ejecucién), por fa naturaleza de sus rentas (ga- nancia Variable contze salario a destajo) y, sobre wodd, porel s Senitimiento creciente de una irreduc- tible oposicién de intereses. Aveste primer fundamento jurfdico del capita- ‘opieaad privada, algunos agregah un segundo: Hibertad Céondmica, libre cémpetencia y libertad de trabajo. ste punto de vista no nes parece defendible, pues veremos en seguida que el capitalismo es perfectamente concebible sin libertad econémica. Si bien el capitalismo libe- ral ha sido la caracteristica del sigie KIX, desde Ja primera guerra mundial se ha atentado muchas ‘veces contra la libertad econémica, no para des- teaic el capitalismo, sino para salvar, por ef con- trario, su fundamento esencial: 3a propiedad pri- vada, El liheralismo no es uno de los caracteres 64 wt Ea expecfficgs, del, capitalis modalidades posibles. 2. Desde eal pete de vista séen sdlo_una de sus aso reemplazo del tama mamual per pro- eedimicntos mas productivos que exigen la in- tervencidn de instrumentos intermediarios entre la mano del hombre y tas materies primas. Se designa precisamente con el nombre de bienes de capital a los que sirven para dotar de una ma- yer efcacia al trabajo humane (mAquinas, horra- mientas y también el dinero que permite adqui- rirlos). De esto zesulta que Ja cnica capitali comporta ale vez: ‘ana‘sustitucién general de la herramienta accio- nada-pos la mane del hombre por la maquina movide por una fuerza exterior. Una division del irabajo misy extendida, La solainiente Ente 14s diversas protesiones, sino que en el interior de una misma profesiOn apareceran diferentes especialidades, los oficias, y.en.el seno de'las fabrigas las tareas por ejecuiar estarén di- vididas en una mmltitud de operaciones simples, confiadas cada una a una categoria particular de trabajadores. E] maquinismo y la divisién de} trabajo Meva- des a ese grado pasibilitan un acrecentamiento considerable de! rendimiénto individual y de la prodaccién global. 3. Desde ef punto de vista ssicoldgice, El sisteie eupitdlistd Se carétteriza por TT Bdsqueds 65 de ja ganancia. va “ye aSegurar a satisfaccién de das. El objetivo dei productor ne es Sidades, ble. Como Consecuencia dé esto, algunas necesi- dades fundamentales no son satisfechas y la adap- tacidn de la produccién a la demanda estd lejos de ser perfecta. Orden de la satisfaccion de las necesidades. Soto se Satiefaten Tas necesidades “solyentes”, es decir, aquellas por fas que se puede pagar y se ef safisface no ya en su orden de urgeficia sino en su orden de rentabilidad. Se sacrificartin ne- cesidades vitales (alimentacién, vestido) en pro- vecho de necesidades superfluas (adornos, dis- sracciones), porque Jas iltimas dan lugar a acti- vidades que produce un beneficio mayor. Adaptacitin entre ta produccion y lay necesi- dada. BSS adapracidsres, en consecucnicia, me- hog perfecta, mas dificil que en los sistemas de economia cerrada. Se opera por el mecanismo de los precios; de ahf el nombre de economia de meroado, Los productores presentan sits produc- tos en el mieiado, donde los consumidores ex- piésan si sus deseos. Dee esia confrontacién de las ofertas ¥ las demandas resulta un cierto precio y as ese precio el que ejerce una funcidn econémi- ca esencial; él, por sus vatiaciones, orienta la pro- duccién, * Si en un determinado momento la cantidad producida es insuficiente respecto ds las necesi- udes, el precio aumenta; de ahf un aumento de los beneficios que induce a los productores a deserrallar sus esfwerzos, 2 acreceniar su oferta, 66 Al mismo tiempo, un cierto némero de consumi- dores, cuyos recursos son insuficientes para ha- cer frente al alza de los precios, son descartados del mercado, y el equilibria se establece entre praduceién y consumo. Inversamente, cuando la produccidn es, super- abundante con respecto.a las necesidades, el pre- cio bajaré, las ganancias disminuiran, los jefes de empresa se desalentatén y disminuirén sus esfuerzos; la oferta bajara. AL mismo tiempo, los consumidores, alejados hasta entonces del mer- cado, podran participar en él, y la demanda au- mentard. En los dos sentidos, en, consecuencia, el desnivel entte ia oferta yla: demanda' tenderéa reducirse. El equilibrio'se testablece: ‘Tal es, al menos, ¢l esquema teérico del siste- ma. De hecho, la adaptacién no serd siempre per- fecta, el equilibrio no estard siempre asegurado y se produciran saturaciones del mercado: crisis de superproduccién. En efecto; el meganismo supone, para aciuar de Vieno, una movilidad pertecta de los factores produictivos; és decir, li posibitidad de que los empresarii | modifiquet"é ‘€ii ods Momento Ja oriefitacién ¥ el volumen de Ii produccién. Esto supone que, desde ef momento en que aumentan Jos precios de ciertas mercaderfas, se pueda acre- centar inmediatamente su fabricacién, y que, des- de el momento en que ciertos precios bajan, se pueda parar en seguida las producciones empren- didas para dedicarse a otras. Pero éste no es el caso; hay sicmpre una cierta rigidez. en el aparato de produccién, que impide é8as'sdaptaciones in- mediatas. Fista rigidez se debe, a la vez, al factor capital y al factor trabajo. Ep Jo que conciene al capital, el aerecente- miento de las producciones cuys oportunidad es indicada pid? €] movimiento de Los precios, exige la instalacion de nuevas Fabricas o 1a amvl de las ya existentes. Se necesitan maquizas su- pletentatias cuya fabricacidn exigitd un cierto plazo, Sélo se podré aumentar efectivamente la oferta de Jes mercaderfas en cuesti6n, después de un cierto tiempo. Entretanto, algunas necesi- dades no serén satisfechas.~ fiwérsarfente, la baja del precio de una mer- caderfa indica la necesidad de reducir Iz produc- cidn; esto implica el paro de algunas méquinas, el cierre de ciertas fabricas: en consecuencia, el adormecimiento de capitales ya invertidos. Guia- dos por el deseo de amortizar sus inversiones, Jos empresarios demoracén todo lo posible estos paros y continuarén fabricando bienes que, libra- dos al mercado, provocaran sv saturacién, y en- tonces habra crisis. il factor trabajo no es més flexible, nisiquic- ra lo es tanto, puesto que ahf interviencn no sélo factores materiales, sino también hemanos. Los obreros no pueden desplazarse-en tedo momento y sin demora de wna produccién a otra al ritmo de las fluctuaciones de los precios: estén Hgados a Sus actividades anteriores por sus aptitudes y por sus hébitos. El obrero textil no se transformard de la noche a. Ja maiiana en metaltrgico, porque el mereado indiqie que hay demasiados productos textiles y no suficiente fundicién o acero. Un largo apren- je es indispensable antes que la mano de obra ‘necesaria para un acrecentamiento importante de 68 ja produccién esté disponible. Con mas razén, si el cambio Ge oriextacién implica un cambio de residencia, incluso una expatriacién; considera- ciones de familia, de raza, de tengua, de costum- bres ¢ incluso obstaculos legeies (prohibicién de Ja inmigracién) retienen aj obrero. El resinero de Jas Landas, por ejemplo, no consentiré en aber doner familia y amigos para ir a trabajar en Jas smiinas de Calais, y menos atin en las de Escociao del Pats de Gales. de Jos Factores de prod ‘produccién Sea muy ithpertec- ta. No obedecen ingtanténeainenie a las indica- cides del barémesro cle los precios, y la adapta. c¥én egponténes de la ofevta 2 le démaiida, de la produccién a las necesidades, no se realiza. Bste es cl vicio eSéncial del sistema capitalista, me la experiencia no tardarfa en hacer evidente. H. El florecimiento del capitalisme liberal (principios dei siglo XIX) La conjuncién del liberalisma y del maquinis- m6 permité él advenimiento ck de fa “economia dei sighs XIX”, Catacteriz#@aa por una técriica per- fecvionada.y una divisiGi del trebajo teiidida, por la libre iniciative de Tos jefes de eniprésa y por la busqueda sistemdti¢a de la ganancia, Eh ese momento los tres rasgos esenciales del capitalismo estén reunidos. Sus elementos técni- cos permiten una produccién en masa que sus principios juridicos facilitan y que su fundamen- to psicolégico hace buscar sisiemdticamente. UCuédles serén los resultados? 1. Resultados econdmicos. En e} plano eco- némice, este florecimiento del capitalismo ten- dr& dos consecuencias principales y, por lo de- més, contradictorias. La ri y el bienestar logran considera- bies progrés0 y alcanizan fiveles antes descono- sidos, De ahi una mejor satisfaccién de las nece- “Sidades, una elevacién del nivel de vida. La po- blacién de las naciones industrializadas podra, Finalmente, superar el nivel de vida vegetative que era el suyo hasta entonces y que estaba estrechamente ligado al azar de las cosechas de cereales, y mejoraré a la vez su consumo alimen- ticio y su género-de vida. J. Pourastié ha mostra- do bien (en sus obras * Le grand espoir du XXéme sidcle y Machinisme et bien-érre) ese laze entre el desarrollo del progreso téonico y el progreso material y social. 5] desarrollo del maquinismo ha provocado un considerable acrecentamiento der PeRGHREETS individual y de [8 eodhicci6n global que han permitido, a su vez, una mejora ciiatititativa del nivél de vida y ana. mejora.cuali- tativa del género de vida. Pero al mismo tiempo aparecen crisis perio- dicay de Superpreduccion, crisis de Un cardcter completamente nuevo. Hasta entonces, el térmi- no “crisis” era: sindnimo de penuria, de hambre. A veces, provincias o incluso pafses enteros eran diezmados por el hambre debida a una sucesi6n de cosechas catastr6ficas. En adelante, no deberd * Traducciones al espafiol, respectivamente: La gran espe- ranza del sigic XX, Barozlona, Lais Miracle, 1956; y Ma- quinismo y blenesiar, Barcelona, Libreria Heitorial Argos, 1955. (N. del T.) 70 temerse la subproduccién —salvo-en perfodos excepcionales como las guerras—; serd la super- producci6n la que trastoraré periédicamente la economia En efecto; la expansi6n de la actividad econémi- ca no se hace sin tropiezos, de una manera conti~ nua. Se comprucba en seguidaque en lugar del eqiai- librio esperado entie ptodiiccién y consumo, habré 1 siete alos. cada diez, una saturaciGn gene- al de los mereados, seguida por ung caida bratal de los precios y por todo un cortejo de quicbras, de cierres de fabricas, fuente de ruina para los empresarios, de desocupaciéa y de miseria para los obreros. La produccién no aumenta regular- mente, sino por saltos, “Se hace el equilibrio con catdstrofes”. Estas crisis llamadas cfclicas, 0 tam- bién decenaleS;piiesio que sé renuevan Gon una regularidad casi matemdtica, agravvarén las’ conse- cuencias del sistema capitalista en cl plano social. 2, Los resultados sociales. Las crisis peri6di- cas hardn todavia mas sensibles"lds"consecuen- clay permanehtes del nacienté i jadisinalismo: diferenciacién de las clages y condiciones de tra- bajo particularmente defecuosas. Se constituyen entonces definitivamente las dos clases.antaganistas que separan la sociedad de hoy: la de los natronos 0 clase capitalista, por una parte, y la de los asalariados o ¢lase proleta- ria, por otra - ‘En Ia historia de la humanidad hubo siempre dos clases, una dominante y otra dominada. Karl Marx habria de subrayario fuertemente. De la misma manera en que la sociedad antigua—cuyo principal aparato de produccién era el molino 71 ‘movido por el hombre— habia conocido la divi- si6n entre duefios y esclavos, y en que la socie- dad feudal —datada del motino de agua—habfa comportado Ia divisi6n entre sefiores y siervos, asta sociedad industrial moderna —fundada en Ja méquina de vapor— se caracterizaria por la oposicidn entre capitalistas y proletarios. Pero, ‘aun cuando el fenémeno a0 sea nuevo, es ahora cuando las dos clases se estructuran tal como ahora las conocemos. Estas clases de la sociedad industrial moderna izan por tres rasgos principales. Por su funcién econdmica. A los capitalistas les corresponden la propiedad, la gestién y di- recciGn de las empresas; «los proletarios, las ta- reas subordinadas de ejecucién, Por fa forma de sus rentas, Los capitalistas petéiben una ganancia que varia de acuerdo con el destino de la empresa, una renta aleatoria,ciet- tamefnté, pero que tienen siempre la esperanza de ‘aumentar; os proletarios tienen un salario a des- tajo, contractual, predeterminado y poco suscep- tible de importantes mejoras. Por el sentimiento de una solidaridad de clase. 183i momento, los miembros de una y otra se percatan de la oposicién de sus intereses y se agrupan en organismos de defensa, en sindicatos patronales y obreros. Aurque Ia existencia de las Clases no sea nueva, se puede décir que “la lucha AE clases”, tal come la conocemos hoy, ¢$ un pro- ucto especifico del capitalismo. Este antagonis- ‘mo encontraré un alimento facil en las condicio- nes de trabajo deplorables, entonces impuestas a 72 1@ la clase obrera. La expansi6n industrial se hace “a costa de los tfabajadores", puesto qué los em- pleadores, al tratar de reducir al minimo el pre- cio decosto para aumeniar sus génancias, exigen @ sus obreros jornadas de trabajo cada vez més largas por salarios cada vez menores. Avia més, no temen, cuando es posible reemplazar a Ios hombres adultos por mujeres ios qué hacen eT abajo por salarios ms bajos. Tenemos, des- graciadamente, testimonios particularmente elo- cuentes de este estado de hecho en dos informes oficiales sobre las condiciones de trabajo en In- glaterra y en Francia, En Gran Bretafia es al informe Ashley, resul- tado é una encuesta hecha'ent Inglaterra a me- diados del siglo XIX para estudiar las condicio- né&de'empleo de las mujeres y de los nifos en las iinas de carbon. El informe de esta ComisiGn de Encuesta, pu- blicado en 1842, revela a la opinién briténica hechos absolutamente indios de um pats civili- 7d6. Por él se sabré que mujeres y nifios traba- Jan en las minas, en el fondo de los poros, de doce # dieciséis horas por dia. Los nifios bajan los pozos desde los seis afios. A esta edad estén encargados de abrir y cerrar las puertas de las galerias; de los doce a los quince afios suben de categorfa y se los afectaal manejo de los caballi- tos que artastran las furgonetas de carbén, lo que les vale recorrer de diez a doce leguas diarias; después de los dieciocho afios, nueva promocién: se convierten en bestias de carga y se les enco- mienda —como a las mujeres por lo demas— 73 tinar de las sdcas de carbén arrastrandose alo largo de galerias rebajadas, Hlenas de charcos de agua. En Escocia, se ios obliga incluso a subir esas s casa la superficie por esceleras cavadas en laroce. Es facil imaginar las consecucncias morales de esta promiscuidad de hombres, mujeres y ni- fics en ei fondo de las minas; se comprenderd la repercusién que en 1a salud de aquéllos habran tenido esas condiciones de trabajo que —subra- ‘ya Disraeli en su noveia Syhil— “parecen haber pasado inadvertidas por la sociedad creada para abolir la esclaviud negra”. En Francia disponemos del informe Villermé, de fa tiismia Spo 1840, ia Academia de Cieticias Morales y Politicas encarga al doctor ‘Villézmé el estudio de las condiciones de trabajo en la industria textil. En este informe se veré que Francia no tiene nada que envidiar a Inglaterta en lo que respecta 4 las condiciones de trabajo. Bn Ja industria texti], la duracién del trabajo alcanza en ciertas regiones de dieciséis a dieci- sieve horas por dia, mds el tiempo necesario para iry venir de 1a casa del obrero a la ftbrica, lo que implica todavia una a dos horas més, dado que los grandes centros urbanos no estan todavia constituidos y los obreros viven a menudo en caserios alejados. Desde el desarrolio del maquinismo el empleo en las fabricas de mujeres y nifies es corriente. A menudo sélo hay que vigilar Ja marcha de una maquina; ias mujeres pueden bastar para ello y, al ser més bajos sus salarios, se las prefiere siem- pre que es posible. 74 s.enican.en la hilanderfa desde los siete 2 lermé encontrd de cinco. Trabajan des de ias seis dé ia mafiand hasta Ids stete de la tarde bajo una tetnperatiita recalentada; todd eT Ga de pie. Y Villermé afiade que enire los instrumentos de trabajo figura en todas las fabricas el latigo destiniado a tenerlos despiertos. i Los salarios apenas alcanzan para asegurar la subsistencia de los miembros de la familia obre- ra mientras éstos puedan trabajar, pero la enfer- medad o la desocupacién de alguno de ellos si nifica miseria y subalimentacién. Las condiciones de alojamiento son deplora- bles. El informe comprueba que en Lille los obre- ros viven, en gran nimero, en sotanos y en cova- chas; la consecuencia de esto es un indice de mortalidad muy elevado, y sobre todo, una mior- tandad infantil aterradora. En ia regidn de Muihouse la duraciéa media de vida —que, ‘por otra parte, no supera Jos veintiocho afios en la clase rica—, cae a la cifra inveros{mil de un afio y tres meses en los obreros de las hilanderfas Por cien nacimientos entre estos tiltimos hay, en efecto, treinta decesos en los seis primeros me- ses y veinte en los nueve meses siguientes. Los obreros no pucden defenderse contra to- dos estos hechos lamentables con movimientos de masas, pues toda asociacién de trabajadores est4 prohibida desde la Revolucion Francesa. Dado que la ley Le Chapelier y el Cédigo Penal han prehibido toda “coalicién” por ser contraria alos principios liberales ¢ individualistas, los tra- bajadores estén aislados frente a los emplea- dores; cada uno debe discutir con un patron las 75 condiciones de su contrato individual de traba- jo. Tal es ef régimen det cual los grandes antepa- sados esperaban la realizacién de condiciones de irubajo “normaies”, en el que la armonia de los intereses debfa actuar espontaneamente para ase- gurar ef equilibrio natural; régimen que desem- ‘ocd de hecho —y era inevitable— en la explo- tacién de una clase por otra, en la ley de Ja jun- gla, en el triunfo del mds fuerte sobre el débil. Es evidente, en efecto, que entre el obrero que bus- ca trabajo para vivir y hacer vivir a su familia el dia siguiente, y cl patrém que busca un obrero pare desenvoiver sus negocios, ta partida no es igual, puesto que fo que est en juego no es le mismo. Un régimen de li incontrolada no puede condtici mas que al aplastanii@ies-del pri- meéro por el segundo. En este dominiiby, dir iis tar de Lacordaire, “ta libertad oprime y la ley libera”. Por eso estos resultados no tardarin en provo- (os intervencionisias, los socialistas, los cristianes sociales) llegaraén a la conclusién de que ei régimen de libertad econémica incon- trolada esta lejos de asegurar la armonia de inte- reses eminciada, tanto entre los productores y fos consumidores (las crisis de superproduccién lo demuestran) como entre los empleadores y asa~ faxiados (las condiciones de trabajo de mediados del Siglo XEX son una triste ilustracién de ello). Bajo su presidn los poderes priblicos sexu idos, desde e] final del siglo, XTX, a re- Tal laissezzjaire para intervenir activamen- ' te en materia social. En ef segundo cuarto del si- glo"XX, le reglamentacién alcanzard al campo \, econdmico en si. 78 & CAPITULO VI EL CAPITALISMO REGLAMENTARIO F. La evolucién general de ias estruciuras del capitalismo (fin del siglo XIX y principios del sighe XX) Elfin del siglo XIX y la primera mitad del XX conoceran, a la vez, el apogeo del capitalismo y ja crisis é la que algonos has queri- 1, Apegeo dei eapitatisms. El capitaiisme ile- ga A st apoges en el periods que precede a la primera guerra mundial. Se desarrolla en un primer momento en Euro- pa. En Gran Bretafia, Francia y Alemania ¢! im- pulso adquitida en el perfodo precedente conti- nia y se intensifica, La produ in crece. con: derablemente, el comercic internacional se de- sarrolla y el crédito desempefia un papel predo- minante en la produecién y ext los intereatabios. Las causas de esta prosperidad son a la yex ( ‘Nuevos instrumentos técnicos son desevbier- tos al final del siglo XTX: el motor de explosion & 7 y luego la electricidad y el motor Diesel se agre- ara la mgulina dé vapor Cotno fuentes deTuer- za moti y provocan una verdadera revolucién ten los transportes con los ferrocarriles, las flotas mercantes modernas, el antomévil, la aviaci6n. Los procedimientos de febricacién se nan en la industria carbonifera, con la meceniza- cién del derribo y del transporte; en la siderur- gia, con el descubrimiento del martillo-pilén y de los procedimientos Bessemer, Martin y Thomas. La aplicacién de las ciencias ala indus- tia permite-Ie-creacion de industrias quimicas poderoias (colo explosives, abonos) y de Ia industri del alumbrado (gas y electricidad). Estos descubrimientos han permitido hablar de ‘una segunda revolucién industrial ‘Nuevos instrumentos econdmicos permitirén, al mismo tiempo, sacar de ellos el mayor partido posible: desarrollote tos banéos y de la moneda escriturarid (Chediies y iraisTerencias de crédi- 0s); desarrollo sobre todo de.los valotes mobi- liariog’y de las sociedades anénimas por accio- nes que, al feinir'importantes capitales, posibi tan la produccion en gran escala y la coastitu- ccién de empresas concentradas poderosas. Por iltimo, el capitalismo se desarrolla tam- bién fuera del coiitinente europeo con Ia indus- ‘fializacién de los Estados Unidos y del Japén. Esta prosperidad en pafséS que eran aatescom- pradores provocaré muy pronto no sélo el cierre de algunos mercados tradicionales de producto- res europeos, sino también la aparicién de nue- vos competidores en los mercados mundiales. 78 2. La erisis del capitalismo liberal, Esta se inicia 20 Ta guerra de 1914, que prepare i de- Clinacién de Europa en la economifa mizhdial y ie-los pulses Beligerintes son suplantados en los mercados exteriores por los neutrales, que desarrollan considerablemente su industria y se agricultura. La crisis se manifiesta en wn prinei- pio por las revolicioiiesdé posguérfa: revolucién sovietioats TOIT, que instaura en Rusia un régi- jnenrcOTeCtivista findado en la doctrina marxista /revoluciones italiana (1923) y alemana (1933), que vonservan' del €Xpitalismo el principio dela propiedad privada pero que lo despojan de su li- erase Se afirma scbe todo con Icy Eco- siémica de 1929: tenada en los Estados ‘UnI5s, alcanza a todos los paises, salvo Jap6n y Rusia, y toma muy pronto una amplitad y una gravedad tales que arin de ella, a juicio de al- fgunos, no una simple crisis periédica de super- produccién, sino una crisis que afecta los prin- cipics mismos del sistema. Provoca en todas partes caida de precios, depresién en los négo- clos, desocupaciom,yuiebras y devaluaciones monetarias. J “Todos @stos acontecimientos tendrén profun- das repercusiones en Ja organizacion de la pro- duccin y de los intercambios. La estructura del sistema capitalista se caracterizaba, en el siglo ‘XIX, por la conjuncién de ta propiedad privada y dela libertad econ6mica. La primera seré mas ‘0 menos salvaguardada, al menos en las nacio- nes oceidentales, pero ia segunda desaparecerd progresivamente. Laestructura de las empresas evoluciona de Ja forma individual a la forma colectiya y, por 79 tanto, de la competencia af monopolio. Las pe- iietas Sinpresas familiares de los siglos XVII y XIX son reempiazadas cada vez rads por erapre- sas gigantes organizadas en sociedades anénimas. Se pasa de un capitalisme competitive de peque- fias unidades a un capitulismo monopolista de grandes unidades. . La organizacién de la produccidn en el inte- rior Ué cada pais deja de éstar abandonada ale iniciativa privada. Los gobiernos intervienen cada vez més en la vide econGmica para reglamentar no sélo las condiciones de trabajo (salarios, du- taci6n, vacaciones, etc.), sino también los pre- cios, la tasa de interés, €] reparto de las materias primas y de los productos. No dudan en reempie- zat a la iniciativa priveda para asegurar Ja ges- tién de ciertos servicios econdmicos y de cieztas industrias claves (transportes, minas, bancos, se- guros). El capitalismo individualista y abstencio- nista da lugar a un capitalismo intervencionisia y a veces a un capitalismo de Estado. Los intercambios internacionales, por sa par- to, on lugar de desarroliarse libremente, chocan con obsticulos cada vex mas numerosos. Las ba- gaa “cuotas y medidas autérquicas”. El control de cambios y los acuerdos de clearing rei réfuerzan el contra! de los movimiento’ dé mercancias por el de los movimienios de capitales, Al capitalis- mo cosmopolita y librecambista sucede un capi- talismo nacional y autérquico. La guerra de 1939 precipitard ain mds estas wes evoluciones. Al consugrar, desde el punto de 80 vista econdmico, la declinacién de Europa en provecho de los Estadié Unidos, dotados de vna poteti¢ia indiistrial y financiera cunca igualads; al provocar, desde él punto de vista polltico, el corte del mundo en dos bloques antagdnicos —paises capitulistas y paises colectivistas— acentia las tendencias monopolistas ¢ interven- cionistas de {a economia moderna e incluso, a pesat de loables esfuerzos, sus tendencias pro- teccionistas. Sin embarge, cuando consideramos en forma global y retrespectiva Jos cien tiltimos afies, com- probamos que, a peser de las frenadas que las crisis peri6dicas de superproduccién han ocasio- nado en su crecimiento, el capitalismo signié in- crementéndose. Alcanz6, en lo que concierne al progieso tgcnico, al desarrollo de la produccién, al aumento de los niveles de vida, resvitedos im- concebibles un sigic antes, Pero esto fue sole po- sible a costa de una transformacién profunda de sus estructuras tradicionales. Estos cambios son patticularments scnsibles en lo que concierne al régimen econdémico domi- nante en su expansién, se tate ya del régimen de los bienes 0 del régimen de las personas, El pri- mero evoluciona de una manera caracteristica on lo referente al aleance de las reglas que rigen a propiedad.:E] segunde se transformazé atin mAs profundamente. Es cuestionado el principio mis- mo de la no intervencién del Estado, tanto en el piano de las relaciones entre empleadores y asa- lariados (libertad de trabajo) como en el de las relaciones entre los mismos productores (libre competencia). ai I, La evolucion dei régimen de los bienes ‘sistema capitalista Heracs dicho que la propiedad privada de los © medios de produccién constituye la caracteristi- ce esencial del sistema capitalista. Contintia sien- do el régimen corriente de las sociedades “occi- dentales, a pesar de ciertas zonas de propiedad colectiva (dominio piiblico y privado, parques nacionales, manufactuzas de Estado, administra ciones), zonas ampliadas en 1a mayor parte de Jos pafses por las nacionalizaciones que, después de la guerca de 1939, han transferido ai sector ptiblice numerosas empresas, dependientes has- ta entonces del sector privado (minas, clectrici- dad, bancos, seguros). Sin embargo. aan cuando en Francia la con- cepcién modema de la propiedad privada tiene siempre sus fuentes en los principios del Cédigo, Civil de 1804, ha sufride desde entonces una evo- Iucién muy neta en lo que concieme a extension, objeto y propictarios. i, Extensién del derecho de propiedad. La concepeién de la propiedad privada del Cédigo Civil de 1804 se asemeja a la propiedad quirita~ ra romana en su titima etapa, sin coincidir, sin embargo, completamente con ella, ya que Tes han sido impuestas ciertas limitaciones. La propiedad, segiin ei articulo 544 del Codi- go Civil, es el derecho de gozar y de disponer de Tas cosas. Es, en principio, un derecho absolute {ei articulo 544 no prevé ninguna restriccién a los derechos det propietario), exclusive (un solo individuo tiene el derecho de disponer de un bien 82 con exciusion de cualquier otro), perpetuo (este derecho no cesa con la vida del propietario, quien puede decidir la suerte de su bien después de su mierte; sino lo have, la ley lo reemplaza tenien- do er cuenta su presunta voluntad). De hecho, 2 pesar del principio del articulo 544, el derecho.de propiedad en Francia es ex- clusivo y perpetuo, pero no absoluto. Comporta limitaciones de orden familiar, fiscal o social. Algunas habfan sido reconocidas ya por el Cédi- go Civil. Desde entonces se multiplicaron consi- derabiermente. Consideraciones familiares restringen el de~ recho de disponer por causa de muerte. El pro- pietario, si Gene parientes préximos, ne puede disponer libremente mas que de una fraccién de sus bienes: la cuota disponible; la otra fraccién. constituye la reserva hereditaria y debe corres- ponder obligatoriamente a los herederos. Consideraciones fiscaies intervienen en la atribucién de wna parte de los bienes del propie- tarjo fallecido al Estado, Este descuento es ian- to mayor cuanto més alto es el monto de la for- tuna y cuanto mas lejanos sean.los parientes que heredan. Consideraciones sociales, por titimo, timitan hoy cada vez mis los derechos del propietario. Estas limitaciones se originan en la idea de que elejercicio del derecho de propiedad es legitimo solo en la medida en que no perjudique al interés, de la colectividad. El principio ya estaba admiti- do en al Cédigo Civil con los servicios de vecin- dad, cl derecho de medianfa, etc. Fue extendido considerablemente por leyes ulteriores y por la 83 trigo y de fijar su precio por una mayoria de tres enartos de votos; de no haberla, el Gobiemo pro- cedet‘a a sa fijacién. Fi servicio tenfa ef 1n000- polio del comercio exterior y fas eompras inte- Flores se realizaban al precio fijado, por medio de caoperativas o comerciantes registrados, Ast seremedié la deficiencia dela legislacidnde 1933. Esta organizzci6n lograra sanear et mercado del trigo y una ley posterior (17 de noviembre de 1940) extenders el principio a todos los cereales transformando el Servicio det Trigo en el Servi- cio Nacional Interprofesional de Cereales (ONIC). La legislacién sobre los acuerdes industriales se origina en prcocupaciones andlogas. La pre~ ccupacién por frenar Ia ealda de Los precios de venta conduce a los poderes piblicos a fomentar Jas agrupaciones de productores eapaces de 1i- sitar la competencis. La necesidad de reducic los precios de costo justtica el establecimiento de cnotas de procuccidn y su concentracién en Jas empresas mejor equipadas y més eficientes. En la indnstria azncarera, un decreto del 30 de ‘cetubre de 1935 decide que los zeuerdos firmados entre cultivadores de remolacke y fabricantes, para fijar los precios y limitar la produccisn se- in obligatorios para toda la industria siempre ‘que agrapen las cuatro quintas partes de las em presas que representen las cuatro quintas partes de Ia producci6n. En la industria harinera tos de- ceretos de 1935 y 1938 institayen un comité inter profesional que prohibe Ia creacién de auevos rolinos y Ia extensidn de los que estén yaen ser- vieio y que establece cuotas de produecién, En tod el calzado, una ley de! 22 de marzo de 1936, pro- hibe tods epertara o extensin de negocios sin autorizacin del Ministerio de Comercio. La pos- ca maritima, Ia industria de la achicoria, tx de Ja potasa, son objeto de idénticas medidas entre 1935 y 1938, Diversos paises europeos siguen le misma politica. En Ilalia, una ley del 16 de junio de 1932 pre- ‘¥é consorcios obligatorios si €t 70 % de los peo- ductores lo pide. Al mismo tiempo, tna ley del $ de fehrera de 1934 antoriza al gobiemo a prohi- bir toda nueva ereacién de empresas. Eo Bélsi- ca, un decreto det 16 de enero de 1935 reglamen- tala produccién por intermedia de carteles obli- gaiorios creados por iniciativa de los scctores industriales interesados. En Holanda, una fey del 24 de mayo de 1935 ticnde a hacer obligatocios ciertos acnerdos cumplides por mayorta entre los miembros de una profesién, Inglaterra también toma este camino En materia industrial, si bien en la industria (extil, en los astilleros y en la produccién quimi- ca se presentan planes de eartelizacién sin gran éxito, por el contrario en la industria carbonifera und ley de 1930 reglamentard la produceién y los precios y fomentard le concentracién. Unt Con- sejo Centra) de Productores fija la cuota nacio- nai de producci6n que cs primero repartida entre Jas cuencas y luego entre las minas por juntas, regionales que fijan adernds los precios de venta munis. Se nombra una Comision de Reorgani- zaciéa para “ayudar a la fusién de empresas ku~ Heras que juzgue conforme al interés general”. 105 En ie agricultura, teyes de 1931 y de 1933 oc ganizan “planes de mercado”, Cuando los dos fereios de ioe productores de un mismo arvieulo o pidan, podran see constituidas agrapaciones Shiigetorias para fijar el volumen de ls produc ti6a, los precios, ete., bajo el contrat de comités de consumidores y de comisatios del Gobierno. Se proceders asi on el caso de tas papas, de I= feche, del lipalo y de fos cexdos. ‘Veinos ast cémo nsmerosos paises tradicio~ nalnente hostles aos carteles y a_los Seuerdos Gavicrten la cartelizacién on obligatoria. Como jpartida de estas disposiciones tin favora~ ‘bles para las grandes empresas concentradas, se ‘vena veces obligadas a tornar medidas paca pro- teger los pequetios negocios; por ejemplo, en Francia, la prohibicién de abrir nuevos negocios de precio tinica (ley del 22 de marzo de 1936) 0 de le citeulacién de camiones-bazares (deereto- ley de} 30 de octubre de 1936), peligrosos para los pequetios comerciantes. b) Las experiencias corporativas. En el momen~ to-en que Francia y Estados Unides emprenden el camino del dirigismo, otros pafses tratan de establecer una reglamentacin ain més estricta ¥¥ més completa de sus econotnfas, mediante ua erganizacién calificada de “comporativa”. De he- cho, las experieacias que se intentan con este nombre difieren poco, en cuanto a sus métodos y a su espirity, de las precedentes. ‘Sélo se muntiene aproximadamente en Ja If nea del corporativismo la experiencia que Sala- zar lleva a cabo en Portugal, desde hace casi 30 afios; se trata, por otra parte, de un corporativismo de Estado, no de uno de asociacién. Las dos ex- eriencizs més importantes, las de Italia y Ale- mania, cotresponden, por el contrario, a un di- rigismo que, en este tiltimo pais, confina en el estatismo. La originalidad de fa experiencia portiguesa proviene de Ia personalidad del verdadero jefe del Estado portagnés, Oliveira Salazar, profeso en Ja Universidad de Coimbra, Establecié un r gimen autoritario, pero muy impregnado de le doctrina social eristiana, y que supo preservar de Jos excesos cometidos por Los dictadores italiano y alemén, Foe Tlamado al poder en wn perfodo extrema damente grave para Portugal: finanzas rainosas, ‘economia desorganizada, onden piblico compro~ metido por incesantes desdrdenes (hiuclzas, re- vyueltas, ete.), Comienza por sanear la situacién financiera, restableciondo enérgicamente e] equi Iibrio del presupuesto, y se aboca lucgo a organi- zar la economia Una ley del 23 de setiembre de 1933 prevé Ia constitucién de corporaciones que deben englobar todas las actividades profesionales (oficios), in- telectuales (universidades), retigiosas (iglesias) Como en la Edad Media, se considera a la socic- dad como a un conjunto de cuerpos orgenizado. Estas corporaciones deben, ea principio, estar constituidas voluntariamente y no impuestas. La organizaciGn es la siguiente: ‘En la base, las corporaciones deberdn asentar- se en los sindicatos patronales y en los sindice tos obreros, pero se trata de sindicatos de un tipo particular, 107 En lo que concieme a los sinclicatos obreros, se disuelven los que ya existfan antes del adveni- mieato del nuevo régimen y que, en su mayoria, eran de tendencia anarquista Se los seempleza por sindicatos nacionales. En cada distrito y por cada profesién existe un solo sindicato nacional cuyos estatutos, cuentas.y dir _gentes son controlados porel Estado, el que pue~ Ge ademis disolveria en cualquier momento. En lo que concieme a los sindicatos patrone- Jes 0 “gremios”, se prevén dos categortas. Unos, sindicatos facultativos, son formados libremente por Tos patronos de una regién o de una rema Geterminads de 1a producci6n. Si retinen por To menos fa mitad de los jetes de empresa y repre- sentan como mfnimo la mitad de Ia cffta Tetal oporada en la profesién, pueden ser reconccidos por los poderes pilblicos como representatives. Otros, sindicatos obligatorios, son ereados di- rectamenie por él gobierno y retinen a todos fos jefes de empresa de una rama determinade, Las sindicatos obreros y los patronales agrupados en Ja corporacién deben regular las, condiciones del trabajo por medio dle convencio- nes colectivas, aplicables a toda La profesi6n y isciplinar y sanear la produccién y Tos inter cambios. De hecho, som los sindicatos patronales obli- gatorios los que han desempeniado hasta hoy el papel prineipal. El mercado del trigo, el de vino de Oporto, han sido asf arganizados por medio de verdaderos Institutos de Estado, En lo cumbre esta prevista una Cémara corpo refiva que sesiong junto a la Cémara poltica, pero 108 de simple caréctex consultivo. Sus miembros de- ben, en principio, ser elegides por les corpora- ‘clones, pero como ia meyoria de éstas todas no cexistfan, han sido hasta shora designados por los poderes piblicos. En sama, el régimen portugués, aun cuando proclams su fidelidad a los principios del corp rativismo de asociaciGn, sigui6 siendo hasta hoy ‘un régimen de corporativismo de Estado. El Go- bbierno, por medio de los “gremios” obligatorios, asegura Ie organizacién y orientacién de la ceo- nomia, Por ofra parte los dirigentes pormagueses han precisado siempre que se trata de uni etape temporasia, destinada a Gar alos interesados una conciencia corporativa suficiente para que ol Es- tado pueda, luego, confiarles In administracién de Ios profesiones. De hecho, las primeras cor. pocaciones acaban de ser instiuidas en 1956 y cl régimen va a encontrar, sin dude muy pronto, su fisonomia definitive ‘No insistiremos aqui sabre les otras experten- cias Hamadas corporativistas, las dc Kalia y Ale- mania, que escondian mal bajo ese nombre une direcci6n de la economia de tendencias totalita- rigs y no habrian de sobrevivir e los regimenes fas- cistas que las habfan instaurado. Se originan, ex re- sumen, en preocupaciones mucho més ‘que econémicas, incluso en imperatives militares, yy no parece que deban constituir en I historiadel apitalismo ms que una fase circuastencial ‘Lo mismo ocurre con Jas medidas de orgeni« zacién de la economie temadas en Francia per el gobierno de Vichy durante el periodo de la ccu- paci6n (1940-1944), Por cierto se han expresadc 108 en instituciones (comités de organizacién, servi- cio de roparto de los productos iadustriales, cor poracin campesina, ete), extremadamente inc resantes en cl plano de Los prineipios, en la me- ida en que atestiguan tna adhesién ala doctrina corporstivista, Fero el firseionamiento ha sido profundamente falseado por las condiciones ex- cepcionaies del momento (ocupacisa del terito- Ho, tributes, pemuris) para que de él pueda des- prenderse una ensefianza de aleance general. ‘Ocazre Jo mismo con Jes medias de control de los precios y de les.rentas, de racionamiento de preductes slimenticios y de reparto autorite- rio de Tos producios industriles, que fueron en- ‘onces necesarias. La razéa de una decisién tan rofundamente anciliberal como Is prohibicidn de ercar nuevas empresas industriales 0 comer ciales (deereto del 9 de septiembre de 1939) re- side en Ia preocupacién por salvasuardar Los de- rechos de los movilizades y de los prisioneros. ¢) La experiencia britinica de planificacion econdmica. Esta experiencia parece tener, por el contrario, un aleance mucho ms profundo y mas permanente ‘Al Binal de le segunda guerra rmundial el Go- biemo faborista surgido de Ias elecciones de 1945 emprende la politica a la que el Ministro de Hacienda Sir Stafford Cripps daré pronto sa nombre Se trata ala vez de modificar Ia estructura del sistema capitaliste mediante ciertasreformas que vyeremos liege (nacionalizaciones) y de estable- cer unit direccién de la economfe, Economic Planning, que permita al Gobierno controlar #3 evolucién durante los afios erticos inmediata- ‘mente posteriores a la guerra. ‘Los objetivos esenciales del Gobiemo briténi- ‘co eran ia recuperacién de una balanze de pagos cuyo déficit hacta poligrar las reservas de oro ¥ de divisas y la independencia econémica del pais y. ala vez, el mantenimiento de fa plens ocupa- cién que li economia de guerra habia asegurado. ‘Se buseé la manera de lograrlo mediante una ple- nificacién de la economia, planifieaci6n que, sin ‘embargo, no tiene nada en comin con la de los pafses colectivistas y totalitarios. Fundada esencialmente en fa docttina de Key nes, compleiada por los trabajos de Beveridge y de los miembros det Instituto de Estadisticas de Oxford, aparece como una planificacién 4g, parcial y de coyuntuca, No se trata de fijar, para el conjunto de la vida cconémica, objetivos rigarosamiente obligatorios ‘como los de los planes, quinquenales sovieticos, sino de dar a los productores y a los consumido- res indicaciones sobre Jo que es deseabie que ‘hagan y de incitarlos a hacerlo por medio de esti- ‘mulos spropiados, que comporian una parte de obligacién més 0 menos grande. Esta planificacién dei ritmo de ta actividad econdmica esté enmarcada, por lo demés, ea el respeto de las libertades esenciales (libertad de pensamiento, de asociacién, de reunin) y, si bien Ja libertad en Ja eleccién del empleo y en la dis- pposici6n de Ia renta es en ciertos puntos menos- ‘cabada, esos ataques son siempre encarados como excepcionales y temporarics, Recurriendo en lo posible a le cooperacién ¥ xno a la cocreidn, esta planifieacién es, conforme al temperament briténico, extremadamente égil y empirice, y comprende mucho mejor, segs la Jelir expresiOn de Lhomme, a une “direcei6n pla- sificada’” de In economfe, Por otra pare se trata —y no hay que olvidar lo para apreciar sanamente In experiencia labo- Fista— de dirigir Ia pemoria y no la supersbun- Gancia, como en Ios tiempos de 1933. Gran Brotafia, agotada por cinco afios de gue- ra que comprometieran st potencia industrial y Geterioraron su hegemonfa comercial y financie- 1a, instauraré ana politica de austeridad sacri‘i- cando el restablecimiento del nivel de vida —impacientemente esperado sin embargo des- ppués de las privaciones de los tiempos de gue~ rra—en aras de la xecuperscién de su balanza de pagos. Esto implica el mantenimiento y la agravacién de Ins medidas de direcci6n de la economia to- sacas en el curso de las hostilidades y que coma- portan, junto con procedimientos de intervenciGn Sicecta del tipo 1933-1934, provedimientos de conti! indirecto precanizados por Keynes y sus discipulos Control del consumo por el reparto autoritario. 4 fos productos industriales y el racionamiento de los productos alimenticios. Control de le producéidn por el reparto de materias primas y de mano de obra, por la jimitacién de eiercas producciones y el favoreci- mniento de otras, pero también por el control y 1a 432 oriencacisin de las inversiones y, en el dominio agricola, por una politica de precios garantize- dos y la erganizaciOn de los mexcades, Control de precias por el juego combinsdo de Ja fijeeién y de la congelzcién, pero también por Js generalizacisn de Ins sabvenciones a los pr ductores destinadas a favorecer la oferta y a la vexa evitar el alza de los precias en el consuma, Conuroi de rentas con el congelamiente de ios salarios y de los alquileres, la limitacin de Los ividendos y, sobre todo, con una politica sisce- mética de redistribucién de Los ingroaos por tik boatos de fueree progresién y por une amplia par- ticipacion del presupuesto en Ia financiaeiér. do Ja seguridad social Control del créilitoy de ta moneda por ia lieni- tacién del monto de los adelantos bancarios 9 la reglamentacién de la emision de acciones y obli- _gaciones, pero también por la maniobra de le tasa de interés y las operaciones de mercado abierto, Control del comercio exterior y de cambios pot supuesto con un régimen riguroso de Ticen- ins de importacién y de exportacién, complets- as por compras gubernamentales y ventas sujetas a prioridedes y con el fortalecimiento del rea de la hibra esterina (supresién de la fbertad do transferencies, poo! de divisas). El gobierno britfnico pudo de ests manera pa- rar ol drenaje de sus reservas de ore y divisas y asegurar Ia recuperacién de Ja actividad econd- tnice, evitando una crisis de reconversin, y si tien no pudo impedir fa devalvecién de la licra, 2] menos limits seriamente su deprectacisn. Evidentemente, semejante arsenal de regla- rmentaciones y de controles constituy6, para un Peebio tradicionalmente amants de la ibertad, {ina atadura dificil de tolerar. Con todo, fue so portada con una disciplina y un sentido efvico admirables mientras lo exigis el interés del pats ‘S6io cuando el restablecimiento de la produc cién interior permitié Ia recuperaci6n del equili- brio entre fa oferta y la demanda se levantaron progresivamente los controtes directos; fueron ‘mantenidos solamente los medios de intervenci6n indirectos y globales, a los que la masa de la po- blacién era menos sensible. Por otra parte, en el mismo perfodo, el gobier- no isborista realizé nacionalizaciones importan- que modificaron de manera permanente la estructura del capitalise britinico. 2.Laintervencién en laestructurade a eco- noméa. Desde antes de fa guetta de 1939, dife- rentes corrientes de pensamiento habfan pedido Ta realizaciGn, en el mismo seno de! sistema ca- pitalista, de reformas capaces de remediar sus Gefectos més graves. So trataba para algunos de sustracr ios sectores clave al dominio de feu- dalidades financieras cayo poder aumentaba continuamente con el desarrollo de las sovieda- des anGnimas y ln concentracién de las empre- fas; para otros, de modificar el estamito mismo de 1a empresa capitalista, asociando a su gestion el personal asalariado. 4) Las nacionalizaciones. Bl sindicalismo re ‘clamaba, desde hacia tiempo, la transferencia de las indusirias bésicas al sector publico. En el ‘momento més agudo de Ia crisis mundial de 1929 114 cl socialista belga Hensi de Man presentaba un plan de division de la economia en tres sectores: un sector nacionalizado que comprendiera las industrias clave y Ins que constiufan monopo- Jigs peivados; un sector controlado que agrupara Jas industrias cartelizadas —aguéllas en el seno. de las cuales hay acnerdos que compromieten Ia competencia—; y un sector libre abandonado a Ja iniciativa privads, que cubriera la agricuitura yelcomereio. Et plan de Man inspiraria numerosos movie rmientos en easi todos los paises, pero fue nooe- sario esperar la guerra y la conmocidn suplemen- taria que caus6 al capitalismo liberal para que tuna ola de nacionalizaciones sacudiera la mayo- ria de los patses europeos. Sefialemos aqui solo Jos ejemplos franceses y briténicos. Francia habfa dado ya algunos pasos por este camino al crear, entre las dos guerras, distintos servicios industtiales y comerciales (servicio del niégeno, servicio del trigo) y, sobre todo, des- pués de Ins clecciones de 1936, al nacionatizar el Banco de Emision y algunas fébricas de arma- ‘mentos. Sin embargo, un movimiento muclio més poderoso se desencadenaria con la liberacién. El ‘progratna del Consejo Nacional de la Resistencia preveia la nacionalizacién de las empresas que tuvieran carécter de servicios piiblicos naciona- Jes (minas, transportes, fuentes de energia) y de agucllas que arriesgaran la independencia del Estado en provecho de una feudalidad finenciera (bancos, seguros). La Constitucién de 1946 con- sagraria el principio de qne tales empresas deben Iegar a ser propiedad de la colectivided. 115 Diversas leyes y ordenanzas de 1945 y 1946 Jo apliceron a Tas minas de carbéan, 2 Jas indus- trias del gas y ia electricidad, a Tos transports _aéteos, aos cuatro bancos de depésitos mis gran- des (Societe Générale, Crédit Lyonnais, Comptoir atEscomnpic, Banque Nationale pour le Commerce, et TTndustrie), 9 fas quince compathias de seguros ids iinportantes y por Stimo, por muy distintas razones, a Jas fabricas de automéviles Renault, La transferencia de la propiedad se hizo, salvo ‘en este wikimo caso, indemnizando a los antiguos accionistas. La gestién de tas empresas naciona- Tizadas se organiz6 sobre una base teiparita: los consejos de administraci6n, integrados por re- presentantes del Estado, del personal y de los usuaties. ‘Estas medidas se completaron con un esfter- zo por modemizar y eqaipar el aparaco ce pro- duccisn, mediante plancs dgjles y pacciales (Plan ‘Monnet, Plan Hirsch) que determinaron la oriensa- cidn deseable de la economia francesa y Yes re dios para alsanzar los objetivos previstos. El pro~ grarria tavo, por supuesto, un cardeter més ienpers- tivo para el sector pafblico que pare el privado. ‘Gran Bretafia Jlevaba a cabo al mismo tiem- po reformas andloges, menos previsibles atin en tun pafs et donde las administraciones pablicas del Estado eran pricticamente deseonocidas, dado aque no existfa mas que la gestion a cargo de las tmunicipalidades de ciertos servicios industriales fo comerciales (gas, agua, transportes en comin} EI Partido Laborista rectamaba desde hacia ticmpo ta nacionalizacién de ta industria carbo- affera, Llegado al poder, agregé la nacionalizacién de todas tas industrias de vital importencia para In economfa nacional. Encard, incluso, six reali ladas| de maners insoficientemence eficaz por Jas empresas privadas (astilleros) y de aque- Jas que constiaitan monopolies peligrasos paral consumidor (azdear, comeato, industries guittaicas) “Ho resumen, las medidas tomades se refirie- rop.al Banco de Inglaterra, a las explotaciones de minas de carbén, a Ia aviacién civil y a las telecomunicaciones, al gas y le cicctricidad e in- cluso, a pesar de oposiciones vehementes, 2 10s trunsportes camineros y ferroviarios y a la side- rorgia, Por el contrario, més felices que la “vieje dama de ls City", los cinco grandes bancos de epSsitos no fucron tocados, como tampoco las, compafitas de seguros, 7 Como en Francia, la expropiacién myo lugar pormedio de indemnizaciones en dinero on ti los del Estado. Perola gestin de las eumpreses nacionales pre- senta dos diferencias esenciales con respecio a a de Francia, Constitayen, en primer lugar, una estructura mucho menos centralizada; organisenos regicnales ayodan en casi todos los casos a los organismes centeales: en segundo Iugac, ia au- sencia de representantes del personal en los consejos de administracién, que no tienen la ‘estructura tripartita que es conocida en Francia ¥ estén sélo compuestos por personas “califi- ‘cadas”; los consumidores interviewer, por su par te, en Comités consuhivos. ‘Se sabe que las dos dltimas nacionalizaciones realizadas por el Gobiemo Iaborista, 1a de los scansportes cantinerus y Je de La siderurgia, ban sido anuladas por el Gobiemo conservador que le sucedi6 en 1953; esas empresus volvieron al sector privado. ‘Con todo, una parte importante del potenciat industrial de Gran Bretatia, caloulada en, mis 0 ‘menos un quirto del total, ha sido de esta manera transferida al sector publico. b) La participacién del personal en la gestién. ‘Al mismo tiempo que se sustrafan asf ramas en- teres de In industria o del comercio a las normas ccepitalistas, otro movimiento habria de afectar, cen cierios pafses, todas aquellas que habian que- ‘dudo al spargen de ese socializacion parcial, cues tionando el principio mismo sobre el que repose Tn empresa privada, separaci6n entre el capital y el tatbajo. 1La participacién de los trabajadores en Ja ges- tidn proviene de una concepcién de le empresa ‘muy distinta de la que prevalecfa en los primeros afics del capitalismo liberal. Se trata nada menos que de ver en los trabajadores no ya @ simples asalariados, vendedores de teabajo, sino colaboradores del negocio, asoviados a su éxito. Es Ia tendencia que trata, segiin los términos de in enciclica Quadragesime Anno, de atemperat el contrato de teabajo con elementos tomados del Contrato de sociedad, o incluso, segtin los deseos fe F Perroux, de realizar une “comunidad de tra- ‘paj0" fusionando los diversos elementos que des- ‘empeftan un papel en la vida de Ia empresa: capi- {al y trebajo. Se considera a los obreros como socios que aportan el trabajo de la misms mane- ra en que otros sccios eportan el capital 18 En la prictica, Jas modalidades propuestas va- riaron segtin las €pocas. Entre ias dos guenas so ‘encaré sobre todo una participacién del personal en Jos beneficios © ea el capital de la empresa; con la Liberaci6n se aventué la participaci6n en Ja gestién al instaurar comités de empresa, Sefialaremos aqu! sélo esta titima forma, Ia Gnica que constituye una verdadera “reforma de a empresa’ Tssta participacién del personal en Ja gesticn, Hamada a menudo “control abrero”, condvcinia, sise la llevara hasta sus Gltimas consecuencias, ‘ana transformciGn total del estatuto de la em- presa. El empleador dejarta de ser el defo ab- soluto de su negocio, libre de conducirlo a su antojo. Tendria s6lo los derechos que Ie corres: ponderfan por prover el capital y, eventualmen- te, por trabajar personalmente en ta direccién téonica o comercial, pero deberfa compartir Ia autoridad con los delegados del personal y acep- tar su control ‘Sin legar aia hasta esos érmiinos, ¢! movimiento cen sentido de um cierto control obrero se ha hecho notar en numerosos paises capitalistas desde la ‘iltima guerra ‘Algunas experiencias de consejos obreros se habian hecho antes o dusante la guerra, en dife- rentes patses (Gran Bretaila, Suecia, Estados Unidos), pero, aparte de los cteados por la muy efimera repiblica neofascista de Mussolini, en 1945, no respondian 2 las exigeneias denna ver- dadera participacion obrera en la gestién. La mayorfa de estos Consejos, en cfecto, no reci- ian mas que atribuciones sociules (gestion de 19 tas obras socinles, control de Ia upticacién de a i) legislacién del abajo), técnicas 0 profesionales 4h (cooperacién en una mejor organizacion del tra bajo, prevencién de accidentes), pero no atriba- Las atribuciones del comité, ue se reine al mienas una vez por mes bajo Ia presidencia det Jefe de ta empresa, sun de tes érdenes: Sociales: gestién de las obras sociales que in Ci ciones, econémicas. No tenfan responsabilidad ni poder alguno para oriencar Te produccion, Ta fijaciéa de precios, el reperto de las genancias. ‘Ahora bien: dasde 1945, por lo menos dos pal- ses hen superado esta concepeisn con dos expe- riencigs particularmente signilicativas: Francia y Alemania, En Francia, e} principio de un contrat obrero sobre la gestién de fas empresas habia sid pro- puesto, desde su comienzo, porla C.G:7.U. yen 1936, la C.P'T.C. peda también que se preparara alos trabajadores para fas cargas y responsabili dades de Ja gestidn con Ia constitcisn de un ea pital trabajo y con Te posibilidad dda a los re- presentuntes del trabajo de ingresar en los con sejos de administracidn, ‘Retomada en el programa del Consejo Nacio- nal de la Resistencia, romé fuerza legal Ia idea por wna ordenanza de] 22 de febrero de 1945 y tana ley del 16 de mayo de 1946 sabre los comi- tés de empresa. Laconstitucién de un comité ¢s obligatoria en teresen a los asalariados y a so familia: cantines, jardines obreros, guarderfas: aplicecisn de ta le- gislaci6n social, Téenicas: sugestiones sobre la organizaci6n d= la empresa, disposiciones tendientes @ acrecen- tat el rendimiento individual o fa produccién tot. Econémicas: se consulta obligatoriamente al comité sobre todas las cuestiones que concier- nan & a gestién y marcha general de Ia empress, Su competencia se exticnde, incluso, desde Ia Jey de 1946, a los salarios y a los precios. Se le informa obligatoriamente sobre les beneficios renlizados y puede hacer sugerencia sespecto de su sfectacién. El jefe de la empresa debe presea- tar, como -mfnimo una vez al aflo, wu informe so- bre Ja actividad de la empress y sobre los pre- ‘yectos para el siguiente ejercicia. En los negocios cxganizados como sociedades anénimas, Jos balances, cuentas e informes deben serle comuunicados antes de la asemblea general; puede pedir explicaciones alos contadores, y dos de sus miembros asisten con vor consultiva a to- Se toda cmpresi industrial o comercial que dé ocu- paciéin amas de cincuenta asalariados. Est com- puesto por delegados del personal elegidos entre ddag las sesiones del consejo de administracitn, Estas atribuciones de orden econémico cons tiruyen la parte ras original y més importante ii los candidatos presentados por Tos sisdieatos de de fa nueva legislacisn francesa, Sigaifican el i Ths dovecategorfasobrerosy cuaiosjerérquieos, comienza dem verdadero contt sobre la Tar i cuyo mimero varia segin le importancia de [os ha de la empresa y han provocado resistencias él efeetivos, patronales muy vivas, sobre todo en To que se ol 20 Hh t0 ia refiere a in comunicacién de ios resultados financieros del negocio al comité, Por eso es tanto mas sorprendente comprobar que, desde el comienze de Ia experiencia, los comités de empresa han parecido preocuparse bestante poco por sus atribuciones econsmicas. Se interesaron escesamente en la marcha finan- ciera y comercial de la empresa y se preccuparcn sobre todo por sus etribuciones sociales. E] pro~ bblema de ins eantinas constitoyé para muchos de cellos la preocupacién dominante. Esto se explica sin duda por las dificultades de la épova en materia de abastecimiento, peto ciertamente también se debe a la falta de forma eign econémica de la mayoris de tos obreros, gbienes no comprendieron el alcance de fa refor- mu y el valor del instrumento puesto en sus ma- nos, y ala falta de cuadros sindicales suficiente- menie formados para poder elevarse de la simple politica de reivindicacién o defensaa la conside- racién de los problemas generales de gestion de las empresas. {La experiencia alemana, ms reciente, pare- ce desarrollarse més favorablemente, Preparada por la institacién de Tos consejos de empresa de 1926 y pore! programa de la democracia cristia- 1a, Ie gestiéa conjunta fue facilitada por el rea- ‘gnupamiento de la clase obrera en un sindicato tinico en 1948. ‘La nueva Confederacién de los Sindicatos Ale- snanes pedia no s6lo ana asociacién de tos traba- Jacores a la gestin en el cuadro de ia erspresa, sino también una reorganizacién del aparaio econdmico que vinculara los sindicatos con la vida econsmica en todos Jos estadios. Una ley det 21 de mayo de 1951 realizé par~ ‘ialmente fa primera de eses teivindicaciones, al rganizar la representaciGn de los axalariados ea el consejo de administracién ¥ en el consejo de Gireeci6n de las empresas mineras y sidersgicas de mAs de mil obteros. Los consejos de administracién comprenden cen adelante, segtin lx importancia del negocio, cinco a diez miembros gue representan al capi tal, designados por ie asamblea general de accio- nists, y un nimero igual de representantes del trabajo presentados por las organizaciones obre- ras. Aesto se agrega un miembro suplementario, elegido por las dos primers categorfas entre las personalidades calificadas por su competencia técnica 0 econémica, y que acta en casos de empate. En cuanto a Jos consejos de direecién, deben comportar un director técnico, un director comer cial y un director social. Fste sitisno no puede serelegido en contra de la opinién de la mayorfa de los delegados de los trabajadores. Muy a me mudo incluso es elegido entre tos dirigentes de Jas organizaciones sindicales. Los primeros resultados de osta experiencia parecen satisfactorios. El clima social ha mejo- ado y han aumentado la produceién y la produc tividad, Sin embargo. la formula no se extendis al conjunte de'Ie industria, camo to pedian los sindicatos. De todas maneras, se comprende el alcance de ‘una reforma semejante. Sor las bases mismnas de 123 la empresa capitalists las que aqui se ponen nue- vamenie en discusiOn y de esta nueva estructura de Ts eropresa resuitarfan, si ella se generaliza, estrueturas del mercado de trabajo y del mercado de prodnetos, también completamente distintss. Se norard, sin embargo, que en muchos paises capitalistas —en Estados Unidos e incluso en Gran Bretafia o Escandinavia— esta participa- ign en {a gestién no figura entre las reivindica~ ciones de los sindicatos, que prefieren dejar la responsabilidad de la misma al patronate y cen traf sn accién en un acrecentamiento de La parte del trabajo en el producto social. Comprobames, en summa, que el eapitalismo de mediudos del siglo XX difiere scasiblemente del del siglo XIX, El mercado se ha wansformado pasando de un végimnen de competencia entre pequefias empre- 505 privadas a.un ségimen de competencia mo- nopolista entze grupos, incluso entre éstos y em- presas publicas que cubren sectotes de Ta econo- mia cada vez més emplios. ‘El comporamiento econémico de los jefes de empresa ha evolucionsdo. A los pioneras Ce 1a revolucién industrial, évidos de ganancia y ex- pansion, han sucedido, a menudo, tecnéeratas © administeadores més atentos a a conservacion ‘que al desarrollo, mas preecupados por una ges ién impeeable que por una expansién aleatoria. En consecueneia, s¢ ha modificado la posicioa det Estado frence a Is economéa, Renuncia a str absteneién sistemiitica e interviene ya sea para proteger a Is consumidores contra eventuales ‘abuses do les monopolies, ya para proteger 4 los trubajadores contra los cxcesos de un cierto aed patronsto, ya para proteger2 los mismos jofes dé empresa contra una corspetencia de la cue ellos yano quiecen ver mis que los peligros. Su téonica de intesvenci6n se ha perfeecions- do, por otra parce, 2 ls faz de Ia experiencia, A los procedimientos desordenados ¢ incoherentes, del comicize, que se traductan en controles dix rectos, siempre desagradables para los someti- Gos y & menudo poco eficaces, prefiere ahora los medios de acciGn indizectos y glcbales fundades en un mejor conocimiento de !a renta nacional politica racional del enédito, politica monetaria incluso poltica fiscal. Mas atin, no duda en to- aaa su cergo la gestiOn de inmportantes secteres e la economfa y en infloir sobre sv orientacién por medio de planes que prevéa las etapas de su desarrollo. EL Esrado gendarme ha sido reemplszado por el Estado providencia o inclusive, segiia la ex- presidn de Jean Marchal, por un Estado féustico. ‘TORCERA PARTE, LA ECONOMIA BLANIFICADA COLECTIVISTA En Is economfa colectivista ya no hay merca- do en el sentido elisico del término. Bs todavia tuna economia de intercambio, en cuanto los in- dividuos se especializan en una sola clase de ‘mercaderfis que cambian por Tos bienes que no producen. Pero estos intercambios no se hacen ya en un mercado en donde la oferta y Ja deman- a se confrontan para determinar los precios y orientar Ia producci6n. Se realizan en las cgnci- ciones decisis. autociartamente. por los pode- i jan también 10s objeios que ‘peoducirse, la tarea de cada uno y su parte nl sogial. En geieral, todo ello est. deter- minado por medio de un plan periédico que esta- bléce el programa de la actividad econ6ritica; de ahi el nombre de econom(a planificaca Prccigemios que se trata agui de una planifica- ci6n integral, de carécter autoritatio, que cubre todos loa aspectos de la vida econémica y social, todos los agentes y factores de produccién, y no de una planificacién égil y parcial como Ia gue cencontrammos a veces en la economia capitalista, Este sistema es el de las economfas socializ das, El reino de los Incas, del Pertt precolombi- zno, eonstieuye un precedente histérico imteresan- te. En plena Edad Media, hacia el siglo X, los soberanos incas edificaron en la futura América 127 del Sur una sociedad colectivista en cuyo seno la actividad econémica estaba integremente plani- feada por los poderes pblicos, que fijaban a cada ‘uno su trabajo y sus recursos. La conquista esps- ola habria de destruir esta curiosa y brillante civilizacién, que se habfa mantenido y desarro- ado durante més de cuatro siglos. En nuestros dias se efectéan nuevas experien- cias colectivistas en Ia Unién Soviética desde 1917 y en las Democracias Populares desde el final dela segunda guerra mundial. Pasaron por sucesivas fases de mayor © menor co con los principio’ colectivistas ortodoy hoy'su fidelidad a los mismos no es total. Por es0 trazarémos ef esquema tedrico de una economia colectivista y veremos luego la evolucién de la experiencia soviética y de los paises satélites. 428 caPfroLo vit EL ESQUEMA TEORICO DE La ECONOMLA COLECTIVISTA La economfa colectivista conserva los carac- teres técnicos del sistema capitalists. Se diferen- cia de él s6lo desde los puntos de vista juridico y psicolégico. I. Caracteres técnicos Se recurte aquf —igual que en la economia capitalista— a ung técnica de produccién y de intercambios muy perfeccionada, may evolucio- nada, que Ig ampliaci6n del mercado y el creci- miento de la produccién en un cuaéro geogréfi- co nacional —incluso internacional— hicieron posible-y necesaria, 1, El maquinismo. Este aspecto desemnpeiie un papel de primer orden en la produccién, Este recurte a los siltimos descubrimienios, a las in- venciones més adelantadas. En tal sentido se pe de decir que la economfa colectivista acude al capital, entendido desde el punto de vista técni- £0, es decir, a los bienes destinados a producir otros bienes que se intercalan entre las materias primas y el trabajo humano (por ejemplo, las mé- guinas), del mismo modo que el sistema opues- to. No es capitalista sino capitalistica. 2. La divisién del trabajo. Este otro aspec- to est4 tan desarrollado como en la economia 128 compleja que comporta, tal como la capitalista, tun desarrollo equilibrado de la agricultura, de la industria, del comercio, de los transportes La actividad econémica se reparte entre pro- fesiones y oficios especializados y,en el seno de cada explotacién, la descomposicion técnica de la obra por realizar est4 muy desarrollada. Se racionalizan los métodos de produccién; el “stajanovismo”, método de organizaci6n cientt- fica del trabajo y de aumento dc Is produccién, en tomo del cual la propaganda soviética hizo ‘mucho ruido, no es mas que una forma del muy capitalista “taylorismo”. T. Caracteres juridicos Por el contrario, desde el punto de vista jurfdi- co, la oposicién entré economia capitalista y eco- nomia colectivistaes fundamental. La propiedad privada de los medios de produccién se ha supri- ‘ido. Todos los bienes productivos, tierra, fabri- as, minas, Vias de comunicaciGn, estén puestos a disposicién del Estado, que los distribuye Iue- ‘go entre Jos cidadanos 0, ms exactamente, afec~ tagada ciudadano a la explotacién de uno de ellos. ‘De aqui resulta: i. La.solucign del problema del reparto de tac ventas, La renia soeial, es deci, eT valor de la pfodacciGn colectiva asf obtenida, es distribuida entre los colaboradores de la obra de produccién por decisiGn’autoritaria de los poderes piblicos, Excluyendo la parte destinada a la amortizaciGn el material. Cada trabajador recibe a cambio del ‘trabajo propdrcionado un cierto poder ‘adquisiti- vo, ya en forma de bonos de trabajo que le dan_ derecho a determinadas cantidades de ciertas, mercanctss 0 de ciertos servicids, Va‘éh forma de moneda que le permite obtener las mercancias y servicios de su eleccién, En este sistema desaparece la ganancia del empresario capitalista, Todos los productores son remunerados por un salario. 2, La desaparicién de las clases sociales. De esta manera se suprime el foso que separa a capi- talistas de proletarios. Ninguna oposicién de in- tereses puede enfrentar ya a los propietarios 0 dirigentes contra los ejecutantes subordinados. ‘No hay més propietarios privados y los dirigen- tes técnicas, siempre necesarios, son simples asa- lariados como los ejecutantes. Esto no significa que todos reciben la misma renta, un salario igual. Subsisten siempre des- igualdades, fundadas ya sea sobre las diferencias del esfuerzo proporcionado en una fase interme- diaria, ya sobre las diferencias de necesidades subjetivas en la fase final. Pero ya no hay renta percibida sin trabajo. Ast desaparéce el sentimien- to de explotacién de ciertos hombres por otros. IIL, Caracteres psicolbgicos Por titimo, otra diferencia esencial: el motor de la actividad econdmica no es la busqueda de ~ Ja ganancia individual sino el est{mulo de un ser- vicio prestado a la comunidad. A este respecto, Id economfa colectivista esté mucho més cerca de los sistemas de economfa cerrada que de la economia capitalista. La produccién se orienta ‘como en la economfa cerrada, en funcién de las 131 necesidades; peto ahora se trata de las necesida- des de 1a colectividad y to de las de"tin grupo incido, as poderes pabiicos, autoritariamen- estas igcedidades, preven los medios pare satislicerlas y establecen ios planes que regulan In actividad econdmica durante un ciero pertodo. L. Ln satisfaceién de Jas necesidades. Las necesidades se satisfacen segtin &] orden de ur- fencia, apreclads B6F fos poderes pubHEOS no Geachefdo con su rentabilidad, como en el siste- ma capitaliste. La autoridad estatal decide si hay que asegarac, ante todo, Ia satisfaccism de las necesidades inmediatas (alimentacisn, vivienda); si debe consagrarse una parce del esfterzo pro- ductive a trabujos de inversion que sélo beneti- ‘ciagéin a ias generaciones futuras (construecién Ge fébricas, diques) 0, por el contrat, si se pue- de derivar una paite de ese esfuerzo para la satis Tacei6n de necesidades menos vitales (distrac-

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