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TEXTO62DE15-16

Comentario lingstico

Pepe vuelve a entrar a los pocos momentos. La duea, que tiene las manos en los bolsillos
del mandil, los hombros echados para atrs y las piernas separadas, lo llama con una voz
seca, cascada; con una voz que parece el chasquido de un timbre con la campanilla partida.
- Ven ac.
Pepe casi no se atreve a mirarla.
- Qu quiere?
- Le has arreado?
- S, seorita.
- Cuntas?
- Dos.
La duea entorna los ojillos tras los cristales, saca las manos de los bolsillos y se las pasa por la
cara, donde apuntan los caotes de la barba, mal tapados por los polvos de arroz.
- Dnde se las has dado?
- Donde pude; en las piernas.
- Bien hecho! Para que aprenda! As otra vez no querr robarle el dinero a las gentes
honradas!
Doa Rosa, con sus manos gordezuelas apoyadas en el vientre, hinchado como un pellejo
de aceite, es la imagen misma de la venganza del bien nutrido contra el hambriento.Sinvergenzas!
Perros! De sus dedos como morcillas se reflejan hermosos, casi lujuriosos, los destellos de
las lmparas.
Pepe, con la mirada humilde, se aparta de la duea. En el fondo, aunque no lo sepa demasiado,
tiene la conciencia tranquila.

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