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Geertz, C (2093) Desergcida densa’ haciq. una tHeor(q dé la colAuva. En: “La wterorctacan de les caltoray"! GEDIOA: Barcelona. “Pr. (4-40 L Descripcién densa: hacia una teoria interpretativa de la cultura I En su libro Philosophy in a New Key, Susanne Langer observa que ciertas ide- as estallan en el paisaje intelectual con una tremenda fuerza. Resuelven tantos pro- blemas fundamentales en un momento que también parecen prometer que van aresol- ver todos los problemas fundamentales, clarificar todas las cuestiones oscuras. To- dos se abalanzan a esa idea como si fuera un formula mégica de alguna nueva ciencia Positiva, como si fuera el centro conceptual alrededor del cual es posible construir un nuevo sistema general de andisis. El sibito auge de semejante grande idée, que cclipsa momenténeamente casi todo lo demas, se debe, dice la autora, “al hecho de ue todos los espiritus sensibles y activos se dedican inmediatamente a explotaria. La probamos en toda circunstancia, para toda finalidad, experimentamos las posibles, ‘extensiones de su significaciGn esticta, sus generalizaciones y derivaciones”. Pero una vez que nos hemos familiarizado con la nueva idea, una vez que ésta forma parte de nuesira provisin general de conceptos teéricos, nuestras expectativas ‘© hacen mas equilibradas en lo tocante a los sos reales de dicha idea, de suerte que as termina su excesiva popularidad. Slo unos pocos fandticos perssten en su inten to de aplicarla universalmente; pero pensadores menos impetuosos al cabo de un ticmpo se ponen a considerar los problemas que Ia idea ha generado, Tratan de apli- carla y hacerla extensiva a aquellos campos donde resulta aplicable y donde es posi- ble hacerla extensible y desisten de hacerlo en aquellos en que la idea no es aplicable ni puede extenderse. Siera valedera se convierte entonces verdaderamente en una idea seminal, en una parte permanente y perdurable de nuestro arsenal intelectual. Pero ‘yano tiene aquel promisorio, grandioso alcance de su aparente aplicacién universal ‘que antes tenfa, La segunda ley de termodindmica o el principio de la seleccién natu- ral o el concepto de motivacién inconsciente o la organizacién de los medios de pro- dduccién no to explica todo y ni siquiera todo lo humano, pero, sin embargo, explica algo; de manera que nuestra atencién se dirige a aislar slo lo que es ese algo, a de- sembarazamos de una buena porcién de seudociencia ala que, en el primer enfusias- mo de su celebridad, la idea también dio nacimiento. ‘Que sea en realidad éste 0 no el modo en que se desarrolian los conceptos cien- Uficos fundamentalmente importantes, nolo sé Pero ciertamente este esquema enca- Jitenel concepto de cultura alrededor del cual nacié toda la disciptina de la antropolo- 2/4, la cual se preocups cada vez més por limita, especificar, circunscribir y conte- ner el dominio de aquélla. Los ensayos que siguen, en sus diferentes maneras y en sus varias direcciones estén todos dedicados areducir el concepto deculturaa sus ver- daderas dimensiones, con lo cual tienden a asegurar su constante importancia antes ue a socavarla. Todos ellos, a veces explicitamente pero con més frecuencia en vir- tud del andlisis particular que desarrolian, preconizan un concepto de cultura més es- trecho, especializado y, segin imagino, teéricamente mas vigoroso que el de E. B. 19 ‘Tylor, al que pretende reemplazar, pues el “todo sumamente complejo” de Tylor, cu- ya fecundidad nadie niega, me parece haber legado al punto en el que oscurece més jas cosas de lo que las revela, El pantano conceptual a que puede conduc el estilo por-au-feu tyloriano de te- orizar sobre fa cultura resulta palpable en lo que todavia es una de las mejores intro- Tampoco éste parece un descubrimicnto 2 0, también mis exactamente, “inscrbe". La mayor pane de la etogratia se encontrar cienamene en libror ¥ areal anies que en pelclas cinemaogrias,regisuos, museos, ac; pero aun en ibror y arculor hay por supuesto fotografie, dbus, dagramas,tablas, te. En 3 muy notable, y para algunos familiarizados con la actual “bibliografia” seré poco plausible. Pero, como la respuesta estindar a nuestra pregunta fue “El etndgrafo ob- serva, registra, analiza —una.concepciGn del asunto por el estilo del Vini, vii, vinci-—, dicha respuesta puede tener consecuencias mds profundas de 1o que parece primera vista, y no poco importante entre ellas ¢s la de que distinciin de estas tres fases de conocimiento (observar, registrar, analizar) puede normalmente no ser posi- ‘le y que como “operaciones” auxénomas pueden no exis en realidad. La situacién es ain mds delicada porque, como ya observamos, lo que inscribi- ‘mos (0 tratamos de inscribir) no es discurso social en bruto, al cual, porque n0 s0- 1mos actores (0 lo somos muy marginalmente o muy especialmente) no tenemos ac- ces0 directo, sino que sdlo la pequefa parte que nuestros informantes nos refieren.« Esto no es tan terible como parece, pues en realidad no todos los cretenses son men- tirosos y porque no es necesario saberlo todo para comprender algo. Pero hace pare~ cer relativamente imperfecta la concepcién del andlisis antropolégico como manipt- lacién conceptual de hechos descubiertos, como reconstrucciGn I6gica de una reali- dad. Disponercristales simétricos de significacién, purficados dela complejidad ma- terial en que estaban situados, y luego atribuir su existencia a principios autégenos de orden, a propiedades universales del espiritu humano o a vastas Weltanschaungen 1 priori, es aspirar a una ciencia que no existe e imaginar una realidad que no podré ‘encontrarse. El andlisis cultural es (o deberia ser) conjetura significaciones, estimar las conjeturas y legar a conclusiones explicativas partiendo de las mejores conjetu- sas, y no el descubsimiento del continente de la significaciOn y el mapeado de su pai- ssaje incorpéreo, VI De manera que la descripcin etnogréfica presenta ts rasgos caraceristcos: ¢s interpretativa, 1o que interpreta es el flujo del discurso social y la interpretacién consiste en tratar de rescatar “Io dicho” en ese discurso de sus ocasiones perecederas ¥ fijrio en términos susceptibles de consulta, El kula ha desaparecido 0 se ha altera- 4o, pero para bien o para mal perdura The Argonauts of the Western Pacific. Ade- ids, la descripcién einogréfica tiene una cuarta caracteristica, por Jo menos tal co- ‘mo yo la practico: es microscépica. Esto no quiere decir que no haya interpretaciones antropolégicas en gran escala ‘de sociedades enteras, de civilizaciones, de acontecimientos mundiales, etc. En reali- dad, en esa extensiGn de nuestros andlisis a contexts més amplios, lo que, junto ‘con sus implicaciones teGricas, os recomienda ala atenci6n general y fo que justi ca que los elaboremos. A nadic le importan realmente, ni siquiera a Cohen (bueno. tal vez a Cohen sf) aquellas ovejas como tales. La historia puede tener sus puntos tsniopologia ha edo falundo onciecia sobre lor modot de repesentcién —par no hablar {de lor experiments con ell “Bn ln medida en gue Is idea de “observacign. paricigante" refors el impulso del, snuepSlogo a compenctre con us informantes ¥ considers antes personas que objets, foe ti idea valor, Pero en Ia medida en que condo al aniopilogo a perder de vista ln natrleza muy evpeial de et propio papel y+ mnagaane 1 mismo camo algo més que un trnsedaic Stored (ambos ot de I pla, ee enzo fr satin foe mis peace de 32 culminantes y decisivos, “grandes ruidos en una pequetla habitacién”; pero aquel pe- uefio episodio no era uno de es0s momentos. ‘Quiere decir simplemente que el antropélogo de manera caracteristica aborda sas interpretaciones mas amplias y hace es0s andlisis més abstractos partiendo de Jos conocimientos extraordinariamente abundantes que tiene de cuestiones extrema- damente pequefias, Enfrenta las mismas grandes realidades politicas que otros —los historiadores, los economists, los cienificos politicos, los sociélogos— enfrentan en dimensiones mayores: el Poder, el Cambio, la Fe, la Opresién, el Trabajo, la Pa- sin, la Autoridad, la Belleza, a Violencia, el Amor, el Prestigio; sdlo que el antro- pélogo las encara en contextos fo bastante oscuros lugares como Marmusha y vi- das como la de Cohen— para quitarles las mayisculas y eseribirlas con mingscula, Estas constancias demasiado humanas, “esas grandes palabras que nos espantan a to- dos”, toman una forma sencilla y doméstica en e508 contextos domésticos. Pero ‘aqui esté exactamente la ventaja, pues ya hay suficientes profundidades en el mundo. ‘Sin embargo, el problema de cémo llegar, partiendo de una coleccién de minia- turas etnogréficas como el incidente de nuestras ovejas —un surtido de observacio- nes y anécdotas —, ala descripcidn de los paisajes cultuates de una nacién, de una é- ;poca, de un continent, o de la civilizacién noes tan fécil de eludir con vagas alusio- nes a las virtudes de lo concreto y de mantener bien firmes los pies en la tierra. Para ‘ura ciencia nacida en tribus indias, en las islas del Pacifico y en las comunidades africanas y que luego se sintié animada por mayores ambiciones,éste ha legado a ser un importante problema metodoldgico, un problema que por lo general fue mal manejado. Los modelos que los antropdlogos elaboraron para justificar su paso des- de las verdades locales a las visiones generales fueron en verdad los responsables de ‘ocavar toda la empresa antropolgica en mayor medida que todo cuanto fueron capa- ces de urdir sus erticos: los socidlogos obsesionados con muestreos, los psicdlogos ‘con medidas o los economistas con agregados. De estos modelos, los dos principales fueron: el de Jonesville como modelo “microedsmico” de los Estados Unidos, y ede la isla de Pascua como caso de prue- ba y modelo de “experimento natural”. O bien los cielos metidos en un grano de are- na, o bien las mas remotas costas de la posibilidad. Decretar que Jonesville es Estados Unidos en pequetto (0 que Estados Unidos ¢s Jonesville en grande) es una faacia tan evidente que aquf lo inico que necesita ex- plicacién es cémo la gente ha logrado creer semejante cosa y ha esperado que otros Jacreyeran. Laidea de que uno puede haar la esencia de sociedades nacionales, de ci- vilizaciones, de grandes religiones en las Lamadas pequefias ciudades y aldeas “tipi- cas” es palpablemente un disparate. Lo que uno encuentra en las pequertas ciudades y aldeas es (jay!) vida de pequefias ciudades o aldeas. Sila importancia de los estudios localizados y microscépicos dependierarealmente desemejante premisa—de quecap- tan el mundo grande en el pequefio—, dichos estudios carecerfan de toda relevancia, Pero por supuesto no depende de esto. El lugar de estudio noes el objeto de es- tudio. Los antropdlogos no estudian aldeas (tribus, pueblos, vecindarios...); estu- dian en aldeas. Uno puede estudiar diferentes cosas én diferentes lugares, y en locali- dades confinadas se pueden estudiar mejor algunas cosas, por ejemplo, lo que el d minio colonial afecta a marcos establecidos de expectativa moral, Pero esto no signi- fica que sea el ugar lo que uno estudia. En las mas remotas provincias de Marruccos y de Indonesia me debati con las mismas cuestiones con que se debatieron otros cien- lifcos sociales en lugares mds centrales: la cuestin, por ejemplo, de cémo se expli- ca que las mas importunas pretensiones a la humanidad se formulen con los acentos 33 4el orgullo de grupo; y lo cierto es que llegué aproximadamente a las mismas con- clusiones. Uno puede agregar una dimensiGn, muy necesaria en el actual clima de las ciencias sociales, pero ¢50 ¢s todo. Si uno va a ocuparse de la explotacién de las ‘masas tiene cierto valor la experiencia de haber visto aun mediero javanés trabajan- 4do en la tierra bajo un aguacero tropical o a un sastre marroguf cosiendo caftanes ala Juz de una lamparilla de veinte bujas. Pero la idea de que esta experiencia da el cono- cimiento de toda la cuestin (y o eleva a uno a algxin terreno ventajoso desde el cual se puede mirar hacia abajo a quienes estin éticamente menos privilegiados) es una idea que sélo se le pude ocurrir a alguien que ha permanecido demasiado tiempo vi- viendo entre las malezas. El concepto de “laboratorio natural” ha sido igualmente pemiciaso, no sdlo Porque la analogia es falsa —zqué clase de laboratorio es ése en el que no se puede ‘manipolar ninguno de los parimetros?—., sino porque conduce a la creencia de que 10s datos procedentes de los estudios.ctnogréficos son més puros o mas importantes ‘© mds s6lidos o menos condicionados (la palabra preferida es “elementales") que los datos derivados de otra clases de indagacién social. La gran variacin natural de las formas culturales es, desde luego el gran (y frustrante) recurso dela antropologia, pe- 10 también es el terreno de su més profundo dilema tedrico: zcdmo puede conciliarse ‘semejante variacién con la unidad biol6gica del género humano? Pero no se trata, ni siquiera metaféricamente, de una variacién experimental porque el contexto en que se da varia junto con ella, de manera que no es posible (aunque hay quienes lo inten- tan) aisla lay de lax y asignarles una funcidn propia. Los famosos estudios que pretenden mostrar que el complejo de Edipo era al re- ‘vés entre los naturales de ls islas Trobriand, que los roles sexuales estaban inverti- dos entre los chambuli y que 10s indios pueblo carecian de agresiGn (todos ells eran «eran caracterfsticamente negativos, “pero no en el sur”) no son, cualquiera que sea su validez.empirica, hip6tesis"cientificamente demostradas y aprobadas”. Son interpre- taciones 0 malas interpretaciones a las cuales se lleg6, como en otras interpretacio- nes de la misma manera y que son tan poco concluyentes como otras interpretacio- nes, de suerte que el intento de asignarles la autoridad de experimentacién fisica no ¢ sino un malabarismo metodol6gico. Los hallazgos etnograficos no son privilegia- os, son s6lo particulars. Considerarlos algo més (o algo menos) los deforma y de- forma sus implicaciones, que para la teoria social son mucho més profundas que la ‘mera primitividad. (tra particularidad es ésta: la razén de que prolijas descripciones de remotasin- cusiones para robar ovejas (y un etnégrafo realmente bueno hasta llegariaa deter nar qué clase de ovejas eran) tengan importancia general es la de que dichas descrip- ciones presentan al espirtu sociol6gico material concreto con que alimentarse. Lo ‘importante de las conclusiones del antropdlogo es su complejo cardcter especifico y circunstanciado. Esta clase de material producido en largos piazos y en estudios prin- cipalmente (aunque no exclusivamente) cualitativos, con amplia partcipacién del es- tudioso y realizados en contextos confinados y con criterios casi obsesivamente mi- croseépicos, es 1o que puede dar alos megaconceptos con los que se debaten las cien- cias sociales contemporéneas —legitimidad, modemizacién, integracién, conflicio, carisma, estructura, significaciGn— esa clase de actualidad sensata que hace posible concebirlos no s6lo de manera realsta y concreta sino, lo que es més importante, pensar creativae imaginativamente con ellos. El problema metodoldgico que presenta la naturaleza microscSpica de la etno- srafia es real y de peso, Peronoes un problema que pueda resolverse mirando una re- 34 motalocaldad como si fuera el mundo metido en una taza de 16 o el equivalenteso- ciolgico de una cémara de niebla. Ha de resolverse —o en todo caso se lo manten- ‘rd decentemente araya—comprendiendo que las acciones sociales son comentarios sobre algo ms que ellas mismas, y que la procedencia de una interpretacién no deter- ‘mina hacia dnde vaaser luego impulsada. Pequefis hechos hablan de grandes cues- tiones, guifios hablan de episiemologia 0 correrfas contra ovejas hablan de revolu- cin, porque estin hechos para hacerlo asi, vo Y esto nos lleva por fin a considerar la weorfa, El vicio dominante de los enfo- ques interpretativos de cualquier cosa —literatura, suetos,sintomas, cultura— con- siste en que tales enfogues tienden a resistir (0 se les permite resistin) la ariculacién ‘conceptual y a escapar as alos modbos sisteméticos de evaluacién, Uno capta una in- terpretacién o no la capta, comprende su argumento 0 no lo comprende, lo acepta 0 ro lo acepta, Aprisionada en lo inmediato de los propios detalles, la interpretacién es presentada como valida en sf misma 0, lo que es peor, como validada por la su- ‘puestamente desarrollada sensibilidad de la persona que la presenta; todo intento de formular la interpretacién en tminos que no sean los suyos propios es considerado una parodia o, para decirlo con la expresién mas severa que usan los antropélogos ‘para designar el abuso moral, como un intento etnocéntrico. En el caso de este camipo de estudio, que timidamente (aunque yo mismo no soy timido al respecto) pretende afirmarse como una ciencia, no cabe semejante acti- td, No hay razén alguna para que la estructura conceptual de una interpretacién sea menos formulable y por lo tanto menos susceptible de sujetarse a cénones explici- ios de validacién que la de una observaciGn biolégica o la de un experimento fisico, salvo la razén de que los términos en que puedan hacerse esas formulaciones, si no faluan por completo, son casi inexistentes. Nos vemos reducidos a insinuar teorias porque carecemos de los medios para enunciaras, ‘Al mismo tiempo, hay que admitir que existe una serie de caractersticas de la imterpretacién cultural que hacen el desarrollo teGrico mucho més dificil de lo que suele ser en otras disciplinas. La primera carateristica es la necesidad de que la teo- ‘fa permanezea mas cerca del terreno estudiado de lo que permanece enelcaso decien- cias més capaces de entregarse ala absiraccin imaginativa. En antropologia, slo ‘reves vuelos de raciocinio suelen ser efectivos, vuelos més prolongados van a parar 1 suefls I6gicos y a confusiones académicas con simetria formal. Como ya dije,to- docl quid de un enfoque semidtico de la cultura es ayudamos a lograr aceéso al mun- do conceptual en el cual viven nuestros sujetos, de suerte que podamos, en el senti- do amplio del término, conversar con ellos. La tensicn entre la presin de esta nece- sidad de penetrar en un universo no familiar de accidn simblica y as exigencias de progreso técnico en la teoria de la cultura, entre la necesidad de aprehender y lanece- Sidad de analizares,en consecuencia, muy grande y esencialmente inevitable, Enrea- lidad, cuanto més se desarrolla la teoria més profunda se hace la tensiGn, Esta és la primera condicién de la teorfa cultural: no es duefa de sf misma. Como es insepara- ‘le de los hechos inmediatos que presenta la descripcién densa, la libertad dela teo- +a para forjarse de conformidad con su lgica interna es bastante limitada. Las gene- ralidades a las que logra llegar se deben a la delicadeza de sus distinciones, no a la fuerza de sus abstracciones. 'Y de esto se sigue una peculiardad en la manera (una simple cuestiGn de he- 35 cho empirco) en que crece nuestro conocimiento de la cultura... dé las eulturas... de luna cultura..: erece a chortos, a saltos, En lugar de seguir una curva ascendente de comprobaciones acumolativas el andlisis cultural se desarrola segin una secuencia discontinua pero coherente de despegues cada vez ms audaces. Los estudios se real zan sobre ols estudios, pero no en el sentido de que reanudan una cuestin en el punto en el que otros la dejaron, sino en el sentido de que, con mejor informacién y conceptualizacién, los nuevos estudios se sumergen més profundamente en las mis- mas cuestiones. Todo andlisis cultural serio parte de un nuevo comienzo y termina ‘en el punto al que logra llegar antes de que se le agote su impulso intelectual Se mo- vilizan hechos anteriormente descubierto, se usan conceptas anteriormente desarro- Jados, se someten a prueba hip6tesis anteriormente formuladas; pero el movimiento ‘no va desde teoremas ya demostrados a teoremas demostrados més recientemente, si- no que va desde la desmariada vacilacién en cuanto a la comprensiGn més elemental, ‘una pretensin fundamentada de que uno ha superado esa primera posicién. Un e tudio antropolégico representa un progreso si es mas incisivo que aquellos que lo ‘recedieron; pero el huevo estudio no se apoya masivamente sobre los anteriores a fos que desafia, sino que se mueve paralelamente a ellos, Es esta razén, entre otras, a que hace del ensayo, ya de treinta piginas ya de trescientas péginas, el género natural para presentar interpretaciones culturales y las teorias en que ellas se apoyan, y ésta es también la raz6n por la cual, si uno busca tratados sistemdticos en este campo, se ve ripidamente decepcionado, y tanto més si llega a encontrar alguno. Aqui son raros hasta los articulos de inventario y en todo ‘caso éstos slo tienen un interés bibliogréfico. Las grandes contribuciones tedricas estén no s6lo en estudios especificas —y esto es cierto en casi todos los campos de estudio— sino que son difciles de separar de tales estudios para integrarlas en algo ‘que pudiera llamarse “teorfa de la cultura” como tal. Las formulaciones teéricas se ciemten muy bajo sobre las interpretaciones que rigen, de manera que separadas de és- tas no tienen mucho sentido ni gran interés. Y esto es asf no porque no sean genera- les (sino fueran generales no serfan te6ricas), sino porque enunciadas independiente- ‘mente de sus aplicaciones, parecen vacfas 0 perogrulladas. Puede uno (yen verdad es <ésta la manera en que nuestro campo progresa conceptualmente) adoptar una linea de alaque trico desartollada en el ejercicio de una interpretacién emogrifica y emplear- Jaen otra, procurando lograr mayor precisién y amplitud; pero uno no puede escribir ‘una Teoria General de la InterpretaciGn Cultaral, Es decir, uno puede hacerlo, sSlo {que no se ve gran veniajaen ello porque la tarea esencial en la elaboracién de una te- oriaes, no codificarregularidades abstractas, sino hacer posible la descripcién densa, no generalizar a través de casos particulars sino generalizar dentro de éSts. Generalizar dentro de casos particulares se llama generalmente, por Io menos ‘en medicina y en psicologia profunda,inferencia clinica, En lugar de comenzar con tuna serie de observaciones ¢ intentarincluislas bajo el dominio de una ley, esa infe- rencia comienza con una serie de significantes (presuntivos) e intenta situarlos den- {ro de un marco inteligible, Las mediciones se emparejan con predicciones tedricas, pero los sintomas (aun cuando sean objeto de medicién) se examinan en pos de sus peculiaridades teGricas es decir, se diagnostican. En el estudio de a cultura los signi- ficantes no son sintomas o haces de sintomas, sino que son actos simbdlicos 0 ha- ‘es de actos simbélicos, y aquf la meta es, no ia terapia, sino el andlisis del discurso social. Pero Ia manera en que se usa la teoria —indagar el valor y sentido de las co- sa5— es el mismo. ‘Asi llegamos a Ja segunda condicién de la teoria cultural: por lo menos en el 36 sentido estricto del tSmino, esta teorfa no es predictiva. Quien pronuncia un diag- néstico no predice el sarampién; simplemente manifiesta que alguien tiene saram- pidn 0 que a lo sumo anticipa que es probable que a breve plazo alguien Jo adquicra. Pero esta limitacién, que es bien real, ha sido en general mal interpretada y ademis cexagerada porque s¢ la tomé como que significaba que la interpretacién cultural es ‘meramente post facto; que, lo mismo que el campesino del viejo cuento, primero ha- ‘cemos Tos agujeros en la cerca y luego alrededor de ellos pintamas el blanco de tro. No se puede negar que hay algo cierto en esto y que a veces se manifiesta en lugares prominentes, Pero debemos negar que éste sea el resultado inevitable de un enfoque clinico del empleo de la teria. Verdad es que en el estilo clinico de la formulaciGn teérica, a conceptualiza- ‘in se endereza ala tarea de generar interpretaciones de hechos que ya estin a mano, ‘hoa proyectar resultados de manipulaciones experimentales o a deducirestados futu- ros de un determinado sistema, Pero eso no significa que la teorta tenga que ajustar- se a solamente a realidades pasadas (0, para decirlo con més precisiGn, que tenga que [generar interpretaciones persuasivas de realidades pasadss); también debe contemplar —intelectualmente— ealidades faturas. Si bien formulamos nuestra interpretacion de un conjunto de guifios o de una correria de ovejas después de ocurridos los he~ chos, a veces muy posteriormente, el marco teérico dentro del cual se hacen dichas interpretaciones debe ser capazdecontinuar dandointerpretaciones defendiblesamedi- da que aparecen a la vista nuevos fendmenos sociales. Si bien uno comienza toda descripciGn densa (més all de lo obvio y superficial) pantiendo de un estado de gene- ral desconcierto sobre los fendmenos observados y tratando de orientarse uno mis- ‘mo, no se inicia el trabajo (o no se deberiainiciar) con las manos intelectwalmente ‘vacfas, En cada estudio no se crean de nuevo enteramente las ideas tedricas; como ya dij, las ideas se adoptan de otros estudios afines y, refinadas en el proceso, se las aplica a nuevos problemas de interpretacién. Si dichas ideas dejan de ser tiles ante tales problemas, cesan de ser empleadas y quedan més o menos abandonadas. Sicon- tintan siendo iiles y arrojando nueva luz se Tas continéa elaborando y se continta usindolas$ ‘Semejante concepcién de la manera en que funciona la teoria en una ciencia terpretativa sugiere que la distinciGn (en todo caso relaiva) que se da en la ciencias experimentates 0 de observacisn entre “descripcidn” y “explicacién”, se da en nues- {to caso como una distincién atin mds relativa entre “inscripciGn” (“descripcién den- sa") y “especificaciGn” (“diagnéstico”), entre establecer la signficacién que determi nadas acciones sociales tienen para sus actores y enunciar, lo mis explicitamente {que podamos, lo que el conocimiento asi alcanzado muestra sobre la sociedad al que se refiere y, més alld de ella, sobre la vida social como tal. Nuestra doble tarea con- siste en descubri las estucturas conceptuales que informan los actos de nuestros su- 5 Yay que sdmiir que exo tiene algo de idealizacién, Porque Ias teri ara vez soo ecididamente deseanadas en el weo médica, too que se hacen cada vex més improductvas, sada, ines o vacua y ilen pers mucho dsputs de que wn pafado de persona (aunque Exas ton fecoenicmente muy apasionadss) plea todo interés por ules tess. Cienamente en lca de le anropologin, mis difel rea el problema de eliminar de a bibliogralia ideas Snoiads que obtener ideas producivas, ye dan dscusiones terias ea mayor media de To que fino prefer, discuiones gue son més calcas que consructvas; cameras completas st han Aesicado a apresrar In defoncin de nociones moribundas, A medida que progress nuesto campo bra esperar que cae conic. de Ia mala herbs intelectual lepue a ser-una pare menoe Prominenie ea nueiar actividades. Per, por el momento, ln verdad es que Iss vieas torts fisyden menor a mori que ser radia, 37 {etos, Io “dicho” del discurso social, y en construr un sistema de andlisis en cuyos términos aquello que es genérico de esas estructuras, aquello que pertenece a ellas, porque son lo que son, se destaque y permanezca frente alos ots factores determi- nantes dela conducta humana, En etnografia, la funcién de la teorfa es suministrar un vocabulario en el cual pueda expresarse lo que la acccign simbilica tiene que de- cir sobre si misma, es decir, sobre el papel de la cultura en la vida humana, ‘Aparte de un par de ariculos de orientacién que versan sobre cuestiones més fundamentals, es de esta manera cSmo opera la tcorfa en los ensayos reunidos aqui. ‘Un conjunto de conceptos y de sistemas de concepios muy generales y académicos “racionalizaciGn”, “simbolo”, “ideologia”, “ethos”, “revolucisn”, “identidad”, “metéfora”, “estructura”, “sito”, “cosmovisién”, “actor” “funcin”, “sa grado” y dcde luego lo “cultura” misma-—esthentrcejido en el cuerpo etnogrtico ‘de descripcién densa con la esperanza de hacer cientficamenteelocventes meras ocu- rrencias aisladas.* La meta es llegar a grandes conclusiones partiendo de hechos pe- ‘quefos pero de contextura muy densa, prestar apoyo a enunciaciones generaes sobre el papel de la cultura en Ia construccién de la vida colectiva relaciondndolas exacta- mente con hechos especiticos y complejos. ‘De manera que no es solamente interpretaciGn lo que se desarrola en el nivel ims inmediato de la observacién; también se desarrolla la teoria de que depende con- ceptualmente la interpretacién. ‘Mi interés por el cuento de Cohen, lo mismo que el interés de Ryle pot tos ‘uitfos, nacié de algunas ideas muy generales. El modelo de “la confusidn de len- sguas” (la concepcién segin la cual el conflicto social no es algo que se dé cuando, por debilidad, falta de definicién o descuido, las formas culturales dejan de obrar, si ‘no ms bien algo que se da cuando, lo mismo que los guirios burlescos, esas formas ‘estén presionadas por situaciones o intenciones no habituales para obrar de maneras ‘no habituales) no es una idea que extraje del cuento de Cohen, Se la debo a colegas, estudiantes y predecesores. ‘Nuestra en apariencia inocente “nota metida en una botella” es algo mas que tuna pintura de Ios marcos de significacién dentro de los cuales actdan mercaderes ju- dios, guerreros beréberes y procénsules franceses, y hasta algo mAs que una pintura de sus reefprocas interferencias. Es un argumento favor de la idea de que reclabo- rarelesquema de relaciones sociales esreacomodar las coordenadas del mundo experi- mentado. Las formas de la sociedad son la sustancia de la cultura. vio Existe un cuento de la India —por lo menos lo of como un cuento indio— so- ‘bre un inglés que (habiéndosele dicho que el mundo descansaba sobre una platafor- ‘ma, la cual se apoyaba sobre el lomo de un elefante el cual a su vez se sostenfa s0- bre el lomo de una tortuga) pregunté (quiz4 fuera un etndgrafo, pues ésa es la mane- raen que se comporian): .y en qué se apoya la tortugs? Le respondieron que en otra tortuga. 2Y esa otra tortuga? “Ah, sahib, después de ésa son todas tortugas.” BT gruso defor siguientes explo te refere mis a Indonesia que a Mamsecos, puck slo shor comionso a encan ns dficaades Je mis maleriles reaivon al aon de Affen gue en 2 ie foeren remnidoe recieniemens. H abajo sob el campo realizado en Indoncia se fen 1952-54, 1987-1958 y ex 197I; en Maruecon en 1964, 1965-1966, 1968-1969 y 38 Y sas verdaderamente la condiciGn de la cosas. No sé durante cunt tiem- po seria provechoso meditar en el encuentro de Cohen, el jeque y Dumari (el tiempo de hacerlo quiz4 se haya pasado); pero sé que por mucho que continge meditando en ese encuentro no me acercaré al fondo del asunto. Tampoco me he acercado mas al fondo de cualquier otra cosa sobre la cual haya escrito en estos ensayos que siguen o en otros lugares. El andlisis cultral es intrinsecameente incompleto, Y, lo que es pe- or, cuanto més profundamente se lo realiza menos completo es. Es ésta una extrafia ciencia cuyas afirmaciones més convincentes son las que descansan sobre bases mas twémulas, de suerte que estudiar la materia que se tiene entre manos es intensificar las sospechas (tanto de uno mismo como de los demés) de que uno no esté encaran- do bien las cosas. Pero esta circunstancia es lo que significa ser un etn6grafo, aparte de importunar a personas sutiles con preguntas obtusas, ‘Uno puede escapar a esta situacién de varias maneras: convirtiendo la cultura cn folklore y colectindolo, convirtiéndola en rasgos y conténdolos, convirtiéndola en instituciones y clasificdndolas, 0 reduciéndola a estructura y jugando con elas. Pero éstas son escapatorias. Lo cierto es que abrazar un concepto semigtico de cultu- ray un enfoque interpretativo de su estudio significa abrazar una concepcisn de las , para decirlo con una frase ahora famosa de W. B. Callie, "La antropologia, o por lo menos la antropologia interpre- tativa, es una ciencia cuyo progreso se caractcriza menos por un perfeccionamiento del consenso que por el refinamiento del debate. Lo que en ella sale mejores la preci- sida con que n0s vejamos unos a otros. Esto es muy dificil de ver cuando nuestra atencin esté monopolizada por una sola parte de la argumentacién. Aqui los mondlogos tienen escaso valor porque n0 hay conclusiones sobre las cuales informar; lo que se desarrolla es meramente una discusin. En la medida en que los ensayos aqui reunidos tengan alguna importan- cia, 6taestriba menos en lo que dicen que en aquello que atestiguan: un enorme au- ‘mento de interés, no s6lo por la antropologta, sino por los estudios sociales en gene- ral y por el papel de las formas simbdlicas en la vida humana. La significacién, esa evasiva y mal definida seudo-entidad que antes muy contentos abandondbamos alos fildsofos y a los crticos literarios para que frangollaran con ella, ha retornado ahora al centro de nuestra disciplina, Hasta los marxistas citan a Cassirer; hasta los positi- vistas citan a Kenneth Burke. Mi propia posicién en el medio de todo esto fue siempre tratar de resistirme al subjetivismo, por un lado, y al cabalismo mégico, por otro; ratar de mantener el ‘andlisis de las formas simbélicas lo més estrechamente ligado a los hechos sociales concretos, al mundo piblico de la vida comin y ratar de organizar el anlisis de ma- nera tal ue las conexiones entre formulaciones tedrica ¢interpretaciones no queda- ‘an oscurecidas con apelaciones a ciencias oscuras. Nunca me impresioné el argu- ‘mento de que como la objetividad completa es imposible en estas materias (como en efecto lo ¢8) uno pode dar rienda suelta a sus sentimientos. Pero esto es, como ob- serv6 Robert Solow, Jo mismo que decir que, como es imposible un ambiente per- fectamente aséplico, bien podrian practcarse operaciones quirirgicas en una cloaca. Por otro lado, tampoco me han impresionado las pretensiones de la lingifsica es- ‘ructura, de Ia ingenierfa computacional o de alguna otra forma avanzada de pensa- ‘miento que pretenda hacernos comprender alos hombres sin conocerlos. Nada podr desacreditar mis répidamente un enfoque semistico de la cultura que permitcle que se desplace hacia una combinacién de intuicionismo y de alquimia, por elegantemen- te que se expresen las intuiciones 0 por moderna que se haga aparecer la alqui 9 Siempre est el peligro de que el andisis cultural, en busca de las tortugas que se encuentran més profundamentesituadas, pierda contacto con las duras superficies de a vida, con las realidades poltcas y econémicas dentro de tas cuales 1os hombres estén contenidos siempre, y pierda contacto con las necesidades biol6gicas y fisicas cen que se basan esas duras superficies. La nica defensa contra este peligro y contra el peligro de convertir as el andlisis cultural en una especie de esteicismo sociol6gi- ‘co, es realizar el andlsis de esas realidades y esas necesidades en primer término. Y asi llegué a escribir sobre el nacionalismo, sobre la violencia, sobre la identidad, so- bre la naturaleza humana, sobre la legitimidad, sobre la revolucién, sobre lo ético, sobre la urbanizaciGn, sobre el status social, sobre la muerte, sobre el tiempo y ante todo sobre determinados intentos de determinadas personas para situar estas cosas dentro de un marco comprensibe, significativo. ‘Considerar las dimensiones simbélicas de la accin social —arte, religin, ide- ologia,ciencia, ley, moral, sentido comiin— no es apartarse de los problemas exis- tenciales de la vida para ir pararaalgin émbito empirico de formas desprovistas de por el contrario es sumergirse en medio de tales problemas. La vocacién esencial de la antropologta interpretativa no ¢s dar respuestas a nuestras preguntas ‘mds profundas, sino darnos acceso a respuestas dadas por otros, que guardaban otras ovejas en otros valles, y as{ permitimos incluiras en el registro consuliable de 1o que ha dicho el hombre. PARTE II

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