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Introduccion a Derrida Maurizio Ferraris Amorrortu editores Buenos Aires - Madrid poeestannaononinidensatiiiasneasseA Pi ible onl 4 “Introduzione « Derrida, Maurixio Ferraris eeractatara Fig Spa Home Bo, 2003 So Le pe pala por cnvena cn ulama Literacy ey oa : ‘eed iano Padilla Lopes one deacon dl einen ato reservados por Se ee. Parusy 105, pin = CLOSTAAS Bos covanes ror ears Eset Si, CSan Andi, 25-2500 Mads seeamororualtores com Taveprducé tal arial deter enorma atin = ‘ra or eulquir neo mesa lettin one, a fo copia, ebacio, dial o cain stoma sae trams enor de neat, rads oie ores via dretee nord Queda beco el dept gue previa ey 2° 1.728 Industria argentine. Mado in Argentina IBN 10: 905380002 SEN18 o7ms0 363065 TSN 6.490718, oe Dai, sn oa Ferrerie, Maurin Tntroducion a Derrida 1° ed. - Buenos Aires Amarrorts, 2008, 192 p. 20x12 em, « (Biblioteca de filsota) ‘tradveiin da: Luciano Padilla Lopez ISBN 950-518-8682 1. Filosofia, I. Padilla per, Laciano, trad 1. Titalo Gon 'i00 Ipreco on los Talleres Grdficos Color fo, Paso 192, Avellaneda, provincia de Buenoe Aires, en agosto de 2006, ‘Trad de eat edisién: 2.000 eerplazes. ;- indice general 43 I. 1952-67: Aprendizaje fenomenolégico 1:1 Beole Normale Supérieure 12 Dialéctica en la fenomenologia [2.1 El eardcter irreducible de la génesis, 18, 1.2.2 El signo y las ideas, 28. 12.3 La subversién de Ia fenomenologia, 35 1.3 El argumento trascendental 18.1 Real, ideal, iteracién, 43. 13.2 Bl teorema deMiinchhausen, 48. 1.3.8 La ley de Murphy, 53 TL. 1967-80: Deconstruceién de la metafisica IL.1 La gramatologia como ciencia trascendental 11.1.1 E168 y la superacisn de la metafisica, 63. 11.2 La gramatologia, 69, 11.1.3 Gramatologia ¥ esquematismo, 75 TL.2 La deconstruecién como andlisis intermi- nable 11.2.1 Represién, 82. 11.2.2 Deconstruccién, 91 TL3 {Qué queda después de la deconstruccién? 1.3.1 Aporias, antinomias, absoluto, 99, 11.3.2 Diferencis /Diferancia, 103 renner eee IML. 1980. 1. 1952-67: Aprendizaje fenomenolégico 109 IL. xica y ontalogia : 70 TEL Bl eambl de elt, 109. 11.1.2 Cetin de lo posmoderno, 113. 1111.3 Heidegger y Mars, 117. TT.1.4 La polaridad ética/ontologta, Objetos sociales 324 130 TIL2 Duclo y autobiografia 139. Cronologia de vida y obras 16) Historia de ta critica 171 Bibliografia I. Repertorios bibliogeaficos, 171 TL Obras de Derrida en ediciéa original, 172 TIL, Traducciones al italiano, 174 IT bis, Traduceiones al castellano, 17] IV, Estudios acerea de Derrida, 179 Obras colectivas y fasefculos monogrficos, 179. Posestructuralismo, 180. Hermenéutica, teoria de la literatura, tooria critica, 181. Filosofia analitia, 182, Fenomenologia, 183. Derrida en Ttalia, 184 {IV bis, Versiones en castellano, 185] 1.1 Ecole Normale Supérieure La insuficiencia de los pioneros. Dan testimonio de In actividad de Derrida como fenomensiogo tres obras mayores: Ia Memoria de 1953-54 sobre El problema de a genesis en ta filosofta de Husserl;! la extensa In- ‘troduecién de 1962 a £1 origen de la geometria,? y La voz, el fendmeno,? de 1967, ademas de cierta cantidad de contribuciones menores.* Quinee aos, y una elec- ign casi inevitable. " be probltme dela gondze dans la philosophic de Russert, ev. tor: de Gandillac (publicada en 1990, Paris: PUF, trad al tall node V. Costa, I problema della genesi nella flowjia di Hasse, Milén: Jaca Book, 1982), Traduecin eintreducetin dela obra de B, Hosser, Vorigine de 1a géometrie, Pars: PUR, 1962 trad, italiano e introductlon de Di Martino, Lorigine delta eomtrla, Mia: Jace Book, 1951, 1 Za voix et le phénoméne, Introduction au probleme du signe dons ia phénoménalogie de Husson, Paris: PUF, 1967 (tra. la ano de G, Dalmaseo, La voce ei enomeno, Milén: Jnen Book, 1968). 4 Genes t structures tla pénaménclogie (1950), ineluido shor raen Lierture et a diffrence, Para: Seu, 1867 (ted, al allane eG, Poi, Ler scridtura ea difference, arin: Pins, 1974; nue. ‘a edieién eon introducsi de G, Vattlne iid, 1900 reseine do H. Hoh, Lebensivelé und Gaschihte, en Les Bees Philsophiguse, 4, 1968: de B. Husterl, Phanomenclopische Payehologie, ii. 2, 1066; de J. N. Mohanty, B, Musser's Theory of Meaning, thi 1964; La phénoménolagie ot la cléture dela représentaion, Avanas poche, 196; La forme et evoulirdire. Note eur la phénoménote suande Derrida enpezn a estudiar Slosofi en la ee le Supérieure, Huser], a quien Sartre y Beale Nore Sirotuldo en racine on cat ‘po de recibir un pleno reconocimiento. weadémico, ¥ la odo recht m Taatiuye un palo de araceién diel {enorme ee corbordrclo ficient: © ex2P- Se ee lo Sslon que aompatiaren Ia - Ci een loquese dicen lamar onesie (oat er roucultyLyoiad, surge como fone barat eran en gual mdi por Heeger 9 Por ret iyry ia fenomendogin ao dark do cons- are rafrcaca en su mayor parte universi- tui woe Jalmente omeontrada en la Besle Nort sn coer continuidad que atin hoy pardara. 7. tisomncogia ve muestra como na gr Pro ae errr lobre init, do una filosfin enpas do llevar a las cosas en si, més alld de las exhaustas tra- Taree Soden beta como tora del eonoeimionto en sso de rindar una alternatva fl derrambe Alem fs Vergoniano on ln culira frances. Pare eai a loeture de Tosser pave ndisoei- aa reetnacn de Hedogger ea la cltura Sa ae de egger eae alumno,y mas tard el rival, de ‘atts qe trangcribio la fonomenolgta dontre dol Besser jclune Blosffa dela existencia 3, mismo tuareo nord enn entramado més complejo de ‘Srecin a twain fst. en a craters, ena inmate poagu- 1a, gracias a la mediacion de Jean Beaufret, quien a wer se desompetiard en la Beole Normale, larecupe- TaNon'Tleclien de Heldogpes despatn de haberee a tte con el nagnmo, pasa precaament por Soa one nfcm, peo, Huswerlde le france: ‘gisdu langage 2967), ahora en Margos dea philosphie, Pari: Mi frit, 1972 (red al italiano de N. fotrida, Marginé della fosofta, ‘Turia: Binaval, 1997). 10 | ses é una mixtura de fenomenologfa y de existencia- lismo, eon cierta apertura a la psicologia; esa amalga- ima tiene una cabal representacién en el titulo de tres obras sumamente influyentes: El ser y la nad (1943), de Sartre; Fenomenologia de la percepeidn (1945), de Merleau-Ponty, y Descubriendo la existencia con Hus- serly Heidegger (1949), de Lévinas. De todos modos, estas lecturas pioneras ya resul- tan insuficientes para la generacién de Derrida. El punto de partida no serd, para Derrida, el encuentro entre fenomenologia y existencialismo, sino, antes bien, la epistemotogia, y en especial el problema de la sgénesis de los objetos ideales, El Husserl que le inte- ‘rosa es ¢] te6rico del conocimiento, aquel que se habia preguntado eémo era posible que de la experiencia padieran nacer ciencias objotivas. Echado por la puer- ta, el existoncialismo volverd a entrar por Ia ventana, ‘pero, tal como veremos, en formas mucho mis media tas que las de los afios euarenta. Compatteros de escuela. Ala epistemologia ya ha- bia dirigido su interés Foucault, quien —siguiendo la nea de Canguilhem—se dedicara al estudio del naci- miento de la psicologia, de la medicina, de las ciencias Jhumanas, esto es, el problema do la génesis. Son pro- blemétieas a las cuales se muestran muy sensibles también compaiieros de estudios de Derrida, como el faturo sociélogo Pierre Bourdieu y el filésofo Gérard Granel. La atencién prestada a los origenes materia- Jes y sociales del saber, a la aceién de la estructura 80- bre lo que en términos marxianos se llamaba «super- estructura», llega a Derrida por sugerencia de Althus- set, para ese entonces profesor asistente en la Keole Normale. Derrida se propone mostrar que Husser! tiene muy. presente desde el comienzo el componente dela indivi- dualidad histérico-sensible (al menos como problema n o dificultad), y procura poner en evidencia que este re conocimiento no choca en absoluto con el ideal de la fe- nomenologia como ciencia rigurosa; porel eontrario, es quello que lo posibilita, mediante un proceso dialée- tico, Ahora bien, si debe haber dialéctica, esta ha de ser materialista, Derrida —do acuerdo eon el filésofo vietnamita, en ese entonces activo en Francia, Tran- Due-Thao, autor de Fenomenologéa y materialismo dialéctieo (1951)— traduce la idea de Husserl de quo cel sujeto ee relaciona con el mundo no como actividad, sino como pasividad en la valorizacidn de la génesis ‘material de los objetos ideales, es decir, de las estruc- turas, En esa via, Derrida encuentra en Husser! casi to- dos los ingredientes que mutrirdn su reflexién, en for- ma de una suerte de alquimia de los opuestos. De he- ‘cho, Husiser] es el gran adalid de la filosofia como cien- cia rigurosa y como teoria pura; pero ala vez es el pen- sador atento a las determinaciones histéricas y exis- tenciales que constituyen el fundamento adverso del cual la flosofia debe Alejarso, cl tosrico de una filosofia que Ilegue a Ins cosas mismas y el paciente analista de las mediaciones que nos hacen acceder a la expe- Los maestros y el método. Derrida recibe de sus maestros inmediatos una disciplina que condicionara la prosecueién de su trabajo ‘Un primer elemento es el peso de la historia de la filosofia, que constituye un factor de prestigio y simul- ‘tdneamente de regresividad de la Eeole Normale Su- périeure, Fundada por Napoleén, ls escuela tiene co- ‘mo primer objetivo formar docentes de licvo que, tras un periodo de préctica en Ia escuela secundaria, serdn convoeados a la universidad. A ello obedece el cursus centre un canon de clasicos de la filosofia, practicamen- te sin modificaciones desde la época de Bergson, cuyo 2 apréndizaje eorroboran los apuntes, las anotaciones y mis tarde los sominarios de Derrida conservados en Jos archivos de la universidad californiana de Irvine. sto hace de la Normale una institucién de tendencia, conservadora, aunque sus profesores puedan revelar ‘una gran apertura mental; este es el caso de Maurice de Gandillae, estudioso del pensamiento medieval, quien acompafiara a Derrida en todos los momentos, cruciales de su vida académica, dirigiendo su Memo- ria, inviténdolo, en 1959, al primer congreso y, por ‘timo, en 1983, participando en In comision que le otorgaré cl equivalente a la titularidad de eatedra, Cuando Derrida discurre acerca de la imposibilidad de salir dela metafisica y simultsineamente se ejercita en a subversién del canon filos6fico, una subversién que de manera edipica se mezcla con una cercania y fami- liaridad, se revela como un hijo de esa escuela, en todo y por todo. Pese a ello, la Ecole noes sélo una escuela de histo- ria de la filosofia. Ensefia, en la forma expositiva dela dissertation, el ejercicio de la exégesis de textos, que consiste en comentar y problematizar un clasico pre- sentdndole cuestiones teéricas no necesariamente ma- nifiestas en la inteneién originaria del autor. También ‘en ese caso, bajo el estrato superficial, no resulta dificil ® sueques Derrida Papers 1946-88, Collection number: MS-CO1, Special Collections and Archives, The UC Irvine Libraries, Un versity of California, Irvine, California, En au estado actual, el ar chivo consta de 47.8 pies lineals (116 esas y 10 contenedores do formats mas grande) Abarea manuceritos, textos mecinografindas Y regstros que teatimonian Ia carrera profesional completa de De- "ids como estudiante inluidos texts eon anotaciones y correc nes de Althuseer, Do Gandilne, Foweult,doeontay estudizo. La ‘oleceia a sido organizada en contro serie: 1, Trabajo eecolares (1946-60, aproximadamente: 1 pe lineal; 2. Doconcia y seminaries (1958.96): 7,2pieslineales; 8. Publicaciones y actividad como cone renciante (1860-88, sproximadamente): 298 pias Inga; Teg tros do audio y video (1887-99) 4.4 pos lineaos, 13 encontrar la disertacién en la filigrana de Ia decons- truceidn, y ya desde el abordajea Tusserl, una lectura icacionos todrieas imp citas, mas que alas consecuencias y a los antecedentes figos. Bn ese aspecto, Derrida estaba muy influeneiado por el método histérico de Martial Gus. roult, autor de Descartes segtinel orden de las razones, partidario de una historiografia como reconstruecién racional de las tematicas de los filésofos, La idea bi siea, de Guéroult como més adelante de Derrida, es que las eontradicsiones de los filésofos no estan fuera de sus toxtos, ni deben reconstruirse & partir de ins- tancias externas; ya estén alli, en sus obras. Riso equi- vale a decir que la deeonstruccién de un texto comien- za precisamente en el texto deconstruido, Un tltimo elemento, La filosofia de Ia Hoole Nor- male se caracteriza por a invocacién de tres +H: no s6lo Flusserl y Heidegger, sine también Hegel, que en Ja escuela tiene un gran intérpreto en Jean Hyppolite, autor de-un libro como Genesis y estructura de la «Fe. nomenologta del espiritus, de 1946, Interrogar génesis y estructura en Husserl, como hace Derrida on 1953- 54, es algo por completo distinto de una alusién extrin- seca a Hyppoite, y trae aparejada la insercién de la dialéctica en la hermen6utiea del texto. Las contra- diceiones de los fildsofos no son evidencia de wn fraca- so, sino una invitaci6n a trabajar sobre ellas y supe- rarlas, esto es, « explicitar algo no dicho que resulta ‘as importante que lo dicho. Aparte de esta referencia especifica, pocas ensas quedan tan de manifiesto como Ja fidelidad de Derrida a las tres grandes «Hl de la &- losoffa académica francesa, Bastard con agregar a los tres «maestros de la sospecha» (segzin la definicin de Paul Ricceur) que se abren camino en Francia a ¢o rmienzos de los aflos cincuenta y sesenta, por sendas aacadémicas (Merleau-Ponty, Ricoeur, Foucault, Delen- ze) 0 extraacadémicas (Klossowski, Blanchot, Batai ul Ile, la vanguardia literaria reunida en toro a la revis- ta Tel Quel): Nietzsche, Froud y Marx, y obtendromos la constelacién que guié el trayecto de Derrida. De ta disertacidn ala deconstrucciéin. Para movimiento ese sistema de textos, la dialéeti valoriza el rol de lo negativo o de lo que, en términos freudianos, puede denominarse «eprimidos, resulta el instrumento mis apropiado. Ser cuestién de enfati- zarr, en perfecto estilo dialéctico pero con intenciones psicoanaliticas, que aquello que los fildsofos no dicen, lo ‘que excluyen de su itinerario te6rico 0 de la forma cum- plida de su sistema, es en realidad un ingrediente de gual importancia que cuanto dicen abiertamente. En ‘ese ¢jercicio de Teetura, Husserl os ol primer paciento. Al principio, en la época de la Memoria sobre EU problema de la génesis en la filosofia de Husserl, el punto en que la dialéctica se implanta en la fenomeno- logia es el vinculo entre génesis material y estructura ideal: gde qué modo las ideas surgen de las individua- Tidades materiales y coneretas, y cwénto incide esa gé- nesis en Ia conformacién de Ia idealidad? La respuesta ‘de Derrida es que lo individual concreto no constituye un limite de lo universal abstracto, una eesién em- pfrica de la cual se prescindiria con beneplécito, sino que offece la condicién de posibilidad para la génesis, de la idea, La represién es, pues, dialécticamente el ‘Més adelante, en Ia época de Ia Introduccién aE? origen de la geometréa, el meollo del problema es la re- lacién entre objetos ideales y transmisién histérica: de qué modo interfieren en la ciencia los vehiculos de ‘comunicacién y de tradicionalizacién, esto es, ol Ien- guaje y la escritura? La respuesta es que los medios de transmisin no son exteriores y accidentales respecto de la idealidad, sino un indispensable ingrediente de esta, en el nivel ligicoe ideal. También en ese easo de- 16 Sane rT rere eet ‘encontrar la disertaci6n on la fiigrana de la decons- truccidn, y ya desde el abordaje a Husserl, una lectura inmanonte, atenta a las implicaciones tedricas impli- citas, més que a Jas consecuencias ya los antecedentes historiogréficos. En ese aspecto, Derrida estaba muy influenciado por el método histérico de Martial Gué- roult, autor de Descartes segtin el orden de las razones, partidario de una historiografla como reconstruceién acional de las tematicas de los filésofos. La idea ba- sica, de Guéroult como mas adelante de Derrida, es ‘que las contradicciones de los fildsofos no estan fuera de sus textos, ni deben reconstruirse a partir de ins- tancias externas; ya estdn alli, en sus obras. Eso equi- vale a decir que la deconstruccitin do un texto comien- za precisamente en el texto deconstruido. Un tltimo elemento. La filosofia de la Beole Nor ale se earacteriza por Ia invocacién de tres «EH»: no ‘slo Husserl y Heidegger, sino también Hogel, que en Iu escuela tiene un gran intérprete en Jean Byppol autor de-un libro como Génesisy estructura de la «Fe- nomenologia del esptritu», de 1946, Interrogar génesis y estructura en Husserl, como hace Derrida en 1953- 5a, e8 algo por completo distinto de una alusién extrin- seea 2 Hyppolite, y trae aparejada la insercién de la dialéctiea en In hermenéutica del texto. Las contra- dicciones de los fildsofos no son evidencia de un fraca- s0, sino una invitacién a trabajar sobre ellas y supe- rarlas, esto es, a explicitar algo no dicho que resulta iis importante que lo dicho. Aparte de esta referencia especifica, pocas cosas quedan tan de manifiesto como Ja fidelidad de Derrida a las tres grandes +H» de Ia f- Josofia académica francesa. Bastara con agregar a los ‘ros «maestros de la sospecha> (segrin la definicién de Paul Ricaur) que se abren camino en Francia a co- mienzos de los afios cincuenta y sesenta, por sendas ‘académicas (Merieau-Ponty, Riewur, Foucault, Deleu- 20) 0 extrancadémicas (Klossowski, Blanchot, Batai- u Te la vanguardia literaria reunida en torno ala revis- ta Tel Quel): Nietzsche, Froud y Marx, y obtendremos Ja constelacién que guid el trayecto de Derrida. De ta disertacién a ta deconstrucciéin. Para poner en movimiento ese sistema de textos, Ia dialéetica, que valoriza el rol de lo negativo o de lo que, en términos freudianes, puede denominarse «reprimido, resulta el instrumento més apropiado, Sera cuestién de enfati- zar, en perfecto estilo dinléctico pero con intenciones psicoanaliticas, que aquello que los fikésofos no dicen, lo que oxcluyen de su itinerario tesrieo o dela forma cum- plida de su sistema, es en realidad un ingrediente de gual importancia que cuanto dicen abiertamente. En ese ejercicio de lectura, Husser! es el primer paciente. Al principio, en Ia época de la Memoria sobre El problema de Ia génesis en ta filosofia de Husserl, el ‘punto en que la dialéctica se implants en la fenomeno- logfa es el vinculo entre génesis material y estructura ideal: {de qué modo las ideas surgen de las individua- lidades materiales y concreias, y cusinto incide esa sé nesis en Ia eonformacién de la idealidad? La respuesta de Derrida es que lo individual concreto no constituye de lo universal abstracto, una eesién em- pirica de la cual se prescindirfa con beneplicito, sino que ofrece la condicion de posibilidad para Ia génesis de la idea, La represién es, pues, dialécticamente el Mas adelante, en la época de la Introduceidn a EU origen de la geometria, el meollo del problema es la re- lacién entre objetos ideales y transmisién histérica: @de qué modo interfieren en la ciencia los vehiculos de comunicacién y de tradicionalizacién, esto es, el len- guaje ya eseritura? La respuesta es que los medios de ‘transmision no son exteriores y accidentales reapecto de la idealidad, sino un indispensable ingrediente de esta, on el nivel logico e ideal. También en ese caso de- 16 Pr bbe buscarse la condicién de posibilidad precisamente ‘en lo excluido, al menos de modo expreso, del miicleo duro de la teoria, Por tiltimo, y abiertamente, con La voz ye! fendme- no, Derrida enfrenta ol vinculo entre individualidad y ‘universalidad: de qué modo el yo cmpirieo determina elyo fenomenol6gico puro sobre el cual Husserl funda lanecesidad desu doctrina? También en este caso el yo ‘empirico (0, mejor, lo empirico a seeas) se presenta co- 1o condicién de posibilidad del yo trascendental, En los tres casos, donde se vea una contraposicién —asi resuena el argumento de base de Derrida— sera necesario develar una complementariedad, que a esta altura se eonfigura como la dialeetizacién del par his- toria/estructura, El punto inicial: la dialéctica entre historia y es tructura. Antes de la guerra, Raymond Aron habia in- troducido en Francia el historicismo alemén (Intro: duccién « la flosofia de la historia, 1988); diez afios después, Claude Lévi-Strauss propuso, en perfecta antitesis, fundar la etnologia y, segiin esa tendencia, todas las ciencias humanas sobre una base no histéri- a, vale decir, estructural (Le vida familiar y social de los indios nambikwara, 1948; Las estructuras elemen- tales del parentesco, 1949), El historieismo parece una filosofia adherente a lo real, pero a la vez esté expuesta a los riesgos del rela- tivismo; en la circunstancia histériea que nos ocupa Derrida aborda la cucstién en los afios de In descolo- nizacién primero de Indochina y luego de Argelia— se Jo puede tachar de etnovéntrieo. La idea de shistoria universal» seria, en realidad, un producto europeo, nuestra mitologia blanca e inconsciente, Asi, el estructuralismo se muestra muy atractivo, porque permite o al menos promete superar de un gok pe relativismo y ctnocentrismo. Los comportamientos 16 sociales de cualquier tipo de etnia reflejan, indepen- dientemente de su historia, estructuras en comtin, co- ‘extensivas con el acontecimiento originario constitui- do por el pasaje del estado de naturaleza a la cultura. La ventaja de este planteo, que satisface una necesi- dad positivista endémica de la cultura francesa, es que no parece ser imputable de etnocentrismo, Sin em- Dargo, la contrapartida es que en el estructuralismo se representa una forma de trascendentalismo abstracto —Paul Rieceur hablaré, a propésito de Lévi-Strauss, de ‘un skantismo sin sujeto trascendental—; tanto més cuanto que una de las matrices del estructuralismo, ademas de la lingtfstica de Saussure, redeseubierta a comienzos de los aos sesenta junto con los andlisis lingiisticos y etnologiens de los formalistas rusos, es la filosofia de las formas simbdlicas de un neokantiano como Cassirer. La solucién de Hussert. {Qué hacer? Una historia reciente aportaba enseianzas tedricas. La antitesis entre historieismo y estructuralismo volvia a actuali- ar el debate entre génesis y estructura, o psicologia y flosofia, que Husser! habia afrontado en su momento, y la dialéctica prometia resolver las contradicciones, transforméndolas en ctapas de un itinerario. Cuando Husserl comienza a trabajar (su primera publicacién como flésofo y no como matemético es la Filosoffa de a aritmética, de 1891), por una parte, se encuentran elhistoricismo y el psicologismo; por la otra, Frege, en la logica, y Marty, en la lingiistica, que proponen, res- pectivamente, un imperio de los pensamientos puros, independiente de cualquier sujeto concreto, y una for- ma de estructuralismo. Con respecto a esta controversia, el argumento de base de Husserl adopta esta tonalidad: las estructuras| ideales tienen una génesis, que de todas formas no compromote su eardcter ideal y absolute. En ello estri- w eereererrmeererrecres err rere eee eee ba el punto basico de Derrida,® que retrotrae cincuen- ta.aios el debate en pleno desarrollo entonces, y mues- tra que la necesidad de integrar la estructura con la genesis ya estaba enteramente presente en Husserl, quien precisamente mediante la integracién entre gé- nesis (esto es, shistoria») y estructura (esto es, «idea») habia salvado los derechos de una filosofia como cien- cia rigurosa, en oposicién a los relativistas de su época. Puede volver a intentarse el experimento, adaptando- Joa la nueva cireunstancia En esta opcin, el joven Derrida obviamente no es- 44 solo. Si buscamos el clemento comin de Ia eritica que Piaget, Merleau-Ponty y Ricwur dirigian en esos afios al estructuralismo y a la fenomenologta, lo en- contraremos en la necesidad de integrar la estructura con una consideracién genética, sin por ello renunciar ala dimensién estructural o ideal. <¥ en qué consiste —sugiere Derrida—esta necesidad, sino en la deman- a de conciliar los contrarios, vale decir, de una dialéc- tica en la cual génesis y estructura puedan estarigual- mente representadas? 12 Dialéctica en la fenomenologia 1.2.1 Bl cardicter irreducible de la génesis Las tres etapas de Husserl. El problema de la géne- sis en la filosofia de Hussert es una monografia en tres partes que separa las etapas del problema de la géne- sis en el itinorario completo de Husserl en busca de un ‘motivo comin: la definicién de la dialéctica que media entre historia y estructura, condensada en el motivo La mejor presentacin de cate context y de ss implinciones Lesricas os la brindada por Vineonzo Costa en La generasione della forma. La fenomenolagiae il problema della genes in Hassel ein Derrida, Milén: Jara Book, 1986, 18 + dela «génesisn; en este caso, el origen de las estructuras yen especial, de las estructuras ideales de la ciencia ‘La primera parte corresponde al surgimiento del problema, Husserl, que se ha formado como matemé- tico pero est influenciado por la reduccién de la légica a psicologia propuesta por John Stuart Mill, propone ‘una explicacién genética y antiplaténiea de las ideali- dades mateméticas, a las que hace depender dela cologia: en resumen, el ntimero es fruto de nuestra ‘mente; y personas eon mentes diferentes de las nues- tras tendrian niimeros diferentes de los nuestros, 070 tendrian niimero alguno. Después de la caida de este planteo, debida (al me- 108 en parte, visto que Hlusserl ya habia empezado a ever sus propias posiciones) a ia demoledora critica de Frege ala Filosofia de la aritmética, se hace presen- te la tentacién logicista. Bs la segunda etapa de Hus- serl y la segunda seecién de la Memoria, que examina el trayecto que leva desde las Investigaciones légicas de 1900-01 a las Ideas de la dévada siguiente. Aqui, ‘Husserl, con una tajante inversion de rumbo, acomete Ja formulacién do una logica pura, loque dentro de ese contexto significa la basqueda de uns légica completa- mente depurada de cualquier elemento psicolégico y genético, ese a todo, el trabajo de Husserl, que se empeiia, en la radical disociacién dela estructura respecto de la sgénesis, va rumbo @ un fracaso, en cuanto sufre las consecuencias de la impostbitidad de una reduecién de Jo empftico a la esfera de lo trascendental. Una vez aleanzado ese punto, se abre la tercera etapa, donde el motivo histérico y genético vuelve a entrar de modo potente en la trama husserliana, Lo que cuenta ahora es la busqueda de una genealogia de la légica (ast se Jee en el subtitulo de Experiencia y juicio, publicado péstumamente en 1939, pero que reclabora manus tos de los aos vointo). Es euestién de arraigar las es- 19 se rr aE ‘tructuras formales en el mundo, sin por ello reducirlas su origen empirico —ya sea contar, en la aritmética, ohallar formas en el espacio fisico, en la geometria— ¥, por sobre todo, sin reducir la esfera del @ priori tini- camente al émbito de la matemétiea, En brisqueda del verdadero traseendental. A esta altura, encontrar los orfgenes de las estructuras idea- les significa —y es este otro rasgo que Derrida nunca abandonaré en su trayectoria—aclarar eémo puede lo trascendental reivindicar un papel determinante con rrespecto a la experiencia, la cual se muestra permeada. por esquemas conceptuaies, precisamente, porque el drigen de estos reside en el estrato preconceptual del mundo de la vida, es decir, en lo que Huser! habia identificado como momento antepredicativo (anterior ala formulacién del juicio, que es un elemento coneep- tua. Elnticleo de este proyecto, su contenido esencial, se encuentra en un tramo de la Memoria, en el que De- rida cita Sobre la ldgioa y la teoria de la viencia (1947), de Jean Cavaillés: una légica en verdad absoluta, que derivara su propia autoridad sélo de sf, no resultaria ‘trascendental; un trascendental que fuera meramente aprior’y analitico ya no seria puro, sélo se mostraria mas vacio.” En este caso, el mecanismo es bastante evidente, y se trata de un punto respecto del cual Derrida nunca volvera sobre sus pasos: el verdadero traseendental no ‘es un a priori situado en un mundo hiperuranio, ni un, « posteriori determinado por cémo piensan las distin- tas personas; es una estructura colocada en el mundo, tuna ley del conocer (epistemologta) que depende de ‘una conformacién originaria del ser (ontologt.a), "Le problame deta gentee dans lo philosophie de Husserl, ope, ie 46, 20 BL a priori material y los dogmas del empirismo. Este planteo de lo trascendental es lo que Hsserl ha- bia considerado «a priori materials: que no pueda ha- ber una extensién gin al menos un color, que no se pre- sente un rojo que tienda al verde, depende de cémo es- ta hecho e! mundo, pero tiene la misma indole necesa- ria que proposiciones como «el todo es més grande que Ja partes, sla menor distancia entre dos puntos es la recta que los incluyes, «todo euerpo tiene una exten side Este es cl aspecto en verdad decisivo desde el punto de vista tesrico: de acuerdo con Husserl, Derrida rom- pe con la tesis segin la eual ela priori poseo un earse- ter s6lo formal o, para expresarlo en la terminologia de Kant retomada y discutida por Quine (Dos dogmas del empirismo, 1961), desautoriza la idea de que subsis- tirfa una diferencia sustancial entre juicios analtticos {aquellos en que el predicado esta incluidoen el sujeto) Y juicios sintétioos (aquellos en que el predicado esté exeluido del sujeto), y de que o6lo exitiria una nocesi- dad légica, mientras que la materia resultaria silo contingente, Corresponde deconstruir la dicotomfa que contra- pone el « priori (logic, formal y necesario), por un la~ do, y ela posteriori (empfrico, material y contingent), par el otro, reeonociendo que pucde existir una neces Gad en la experiencia, que se determina a posteriori (on el sentido de que un ciego no podré llegar a conocer Jas leyes de los colores), pero que no por eso resultaré contingente, Después de la dialéctica entre génesis y estructura, yen estrecha conexién con ella, he aqui otro caso dé ‘econstruceién antes de la deconstruccién. Cuando on 1968 Derrida pronuncie su propia conferencia progra- mética acerea dela ediférances,§ en la cual se afirma Ahora inclu en Marges dela philosophie, op. it. 21 Heese seaestsee ee emmnce sera sect eee aH ERE eee erga ere TTR que la tarea de la filosofia posmetafisica consiste en sacar a Ja luz el movimiento secreto que engendra las ‘contraposiciones tradicionales (empirico y trascen- dental, forma y materia, apariencia y esencia, ete.) lo hard una vez mis sobre la base de esa adquisicién: el a priori no estd sélo en la mente de Dios ni en la del hombre, sino también en el mundo o, més exactanfen- te, en algo que antecede a la diferenciacién entre men- te y mundo. Derrida dio muchos nombres a este «tereeron, tox ‘mados de Ia tradicion floséfica (en primer lugar, como veremos, el de la imaginacién trascendental en Kant, como raiz comin de sensibilidad e intelecto)? o inven- tados mediante una teoria original, como sucede en la tematizacién de la escritura propuesta en la Gra- matologta. A partir de cierto punto," Io identifies con Ja Rhora a que se refiere Platén en el Timeo, a estructu- ra que precede y unifica ideas y objetos mundanos, Pero, en qué consiste exactamente el «teroero», el ), entonces, ya por si sola la inmortalidad es una posibi lidad a Ia cual habremos de prestar la debida atencién. Aeeste respecto, no se hace Derrida més ilusiones que cualquier otro. Simplemente, si el argumento hisico esque, en un nivel de idealidad, tenemos que conside- rar las posibilidades como necesidades, entonces la po- sibilidad de que yo mucra y la posibilidad de que no muera, no obstante su notoria diferencia estadistica, son dos hipétesis que debo nevesariamente tomar en venta, Esto puede parecer absurdo. {Qué sentido tiene sostener que debo considerar también la posibilidad de no morir? Atin més: la imposibilidad del «on cuanto tabs, esto es, de la esencin, significa que no hay ratas uuhongos sélo porque no hay hongos o ratas en cuanto tales? El meollo no es ese. Silos metafisicos sofiaron la presencia en cuanto tal y la persiguieron con la tenaci- ddad de Ja cual da testimonio la historia del logocen- trismo, entonces este paso al limite esti dictado por una asuncién coherente de los presupuestos de Ia me- tafisiea. Una ver dicho esto, que haya ratas y hongos es un hecho, al igual que es un hecho que hasta ahora hhayan muerto todos; pero no equivale a decir que haya ratas y hongos en cuanto tales (vaya uno a encontrar- Jos), ni que en 2003 no pueda nacer tun inmortal. La erttica de Searle. El pasaje no obvio de la posibi- lidad a la necesidad también es el eje central de la erf- tiea que John Searle dirigié a Derrida diez anos des- pués de la formulacién de la que denominamos tesis, fundamental de su pensamiento.2* 2 J Searle, -Reltorating the Differences A Reply ta Derrida, em Glyph 1, 1977, pigs. 172-208 56 Pocos afios después de La voz y el fendmeno, Derri- da” habia splicado a Austin el mismo mecanismo empleado con Husser! on 1967. Austin es famoso en la filosofla del siglo XX por su teoria de les actos de habla, © Sea, por el interés con respecto a civrias proposicio” ‘nes —eomo las promesas, las apuestas, el «sis al con- traer matrimonio— que no deseriben algo, sino que lo realizan. Hl caso del performative, en la teoria de De- rida, tiene un privilegio eapecial. Fn el fondo, cuando performo un acto lingitistico deberia encontrarme pre- cisamente en el caso ideal en que todo esté presente para mi mismo: soy yo ol que habla, soy yo el que quiere hablar y sé qué quiere (al menos, ereo saberlo), yelacto querrealizonoes trascendente como una mesa una silla, esta presente justo en ¢l momento en que lo enuneio. Pero, una vez més, jexiste semejante in- tencién plena y presente? En sintesis, la objecién de Derrida es la siguiente. ‘Toda intencién presupone un lenguaje, y todo lenguaje es un codigo iterable. La iteracién se abre a dos posibi- Jidades que tornan irrealizable la rogla por la eval Ia intencién viva siempre es diferenciable de la cita de la intencién muerta (por ejemplo, la lista del almacén ol- vidada sobre la mesa de la cocina). Si digo «si al con- ‘traer matrimonio, para que mi acto linglistico sea vé- Tido es necesario que sea iterable, vale decir, que forme parte de un rito y, en términos més generales, de un lenguaje. Si dijera elechugs, si transgrediera el rito, no contraerfa matrimonio, y tampoco lo harfa si dijera « no seria otra cosa que un sistoma de inclusion y de ex. clusién determinado social e histéricamente; Deleuze repite y extrema ese discurso apoydndose en Nietz- sche yen su genealogia de la moral; el grupo de Tel ‘Quel intenta conjugar el nietzscheanismo con la van- guard literaria, el psicoanélisis, el materialismo dia- ectco. ‘No es dificil reconocer, por debajo del discurso filo- séfico, una transparente implicacién poltica. El meo- To de la euestién puede resumirse en estos términos: ‘Jo que se discute bajo las denominaciones altas o te6ri- eas de «euperacién de la metafisica», «muerte del hom- bro», anuerte de la filosofia», «revolucién del lenguaje posticor, oalgunas similares, es en realidad la posibili- dad de una transformacién politica radical efectuada mediante Ia teoria. En esa revolucién, el intelectual seria el Iider de una rebelidn que no se hace tanto en nombre de otras instituciones, sino —como-acaso lo Iubiera sugerido Zaratustra— contra toda institucién 5s por ende, contra toda tradicién. En esa ofervescencia, Derrida se destaca por una peculiar cautela y por desconfiar de las hipétesis de ra- dicales abandonos de la tradicién, de Ia recuperacién deum espontaneismo o de la inmediatez. Sila asercién de base a la cual Derrida llegs mediante Ia lectura de ‘Husserl es la imposibilidad de acceder a las cosas mis- mas, es decir, a una eoncieneia pura y a un abjeto no constituido, mediado y diferido, no sorprende que los dos textos centrales de La escritura y la diferencia la confrontacién con Foucault en Cogito ¢ historia de la Jocura (1863) y con Lévinas en Violencia y metafisioa (1964)— se concentren en la imposibilidad de acceder ‘una alteridad radical, Esto equivale, en términos de filosofia de la historia, a la imposibilidad de un aban- dono radical de la tradicién, de aquello que en el léxico de Heidegger se llama shistoria de la metafisicas; y en términos de perspectivas politicas, significa un escep- ticismo profundo en lo atinente a la esperanza en una revolucfén que restituya una naturalidad no contami- nada por las aberraciones del capitslismo. Dudas acerea de la superacién. La confrontacién con Foucault, esto es, con el mas hicido y radical to6ri- co del posestructuralismo, que dio forma y argumen- tos a la tesis de que todo, incluso la enfermedad, es construido socialmente, resulta crucial desde este punto de vista, Aun dentro de los limites de una mini- ma diferencia de edad (Foucault es de 1926; Derrida, de 1930), asistimos a una revuelta contra un maestro, Foucault denuncia en la Historia de ta locura (1961) el eardeter puramente procedimental, contingente e interesado de la razon, ¥ poco después llegar a afix ‘mar que el hombre misino es una simple contingencia histériea, algo que nace con Descartes, se desarrolla con las ciencias humanas y esté destinado a desapa- recer a causa de la confrontacién con algo que se sus- ‘rae a la eonciencia cartesiana (el inconsciente freu- iano) y a la tradicién de Ia racionalidad europea (el ‘encuentro con otros pueblos anunciado por la etnolo- gia). Fn otros términos, la razén y el hombre son puro procedimiento, y el hombre puede hacer de si cuanto dese, pues bajo un estrato mas o menos profundo de saberes y de ideales se oculta una ciega voluntad de poder, Derrida disiente, No es cierto que todo, excepto la voluntad de poder, sea histérieo, y tampoco que uno pueda deshacerse del pasado asi como cambia de ropa: las idealidades y las estructuras que se conquistan & lo largo de la historia no se borran a fuerza de decisiones, ‘yaque ninguna deliberacién de ese tipo podré cambiar i Jos prineipios de la geomet‘, y probablemente tam- poco algunos aspectos de nuestra racionalidad o de nuestro vivir social. No podemos aleanzar lo que es &x- terior a nuestra racionalidad, ni ver nuestra racionali- dad desde el exterior, no més de cuanto podemos ver- ‘daderamente ponernos en lugar de otro. La idea de sa- lir de manera radical de los vineulos conquistados ¥ transmitidos es, entonces, una quimera, asf como en Ultima instancia es quimériea la aspiracién —que los filésofos franceses cultivan merced ala lectura de Hei- dogger y de Niotzsche— de suporar la metafisica, vale decir —por fuera de toda metifora—, finalmente al canzar un mundo salvaje y liberado. Elangumonto vuelve a presentarse en la eoafronta- cién con Lévinas, que habia eontrapuesto a la ontolo- gia heideggeriana en su opinién, irrespetuosa del hombre destinado a anularse ante el ser—una meta- fisica de la persona de origen judaico, donde aparece como prioritaria la relacidn con la alteridad del otro hombre. Para salir de la metafisica, Foucault sugeria utilizar los caminos del psicoansiisis y de In etnologia; ‘Levinas propone, en cambio, dejaria de lado como a un error de langa data que dirigié la mirada a las cosas y en Tristes trépicos, anslizado por Derrida al comienzo de la segunda parte de la Gramatologia, Lé- ‘viStrauss relata que los nambikwsra, una poblaeién del Amazonas, no sélo no se valen de la escritura: ni siquiera sospechan su uso apropiado, ya que ignoran que est destinada a la comunicacién, la cual ha de en- tenderse como transporte de un sentido lingustico. Asi, cuando ven que el etnélogo toma apuntes, Taman ‘esa operacién strazar lineas», ¥ la imitan con mayor omenor falta de destreza, dibujando lineas onduladas; sélo el jefe de la tribu daria a entender (segin Lévi- Strauss) que ha comprendido el sentido comunieativo de la escritura, y muestra sus propios trazos al etnélo- go. La ceguera tedrica est apuntalada por el prejui- cio: quien comprende que «escribir» es transferir un sentido ideal pertenece al bando de los buenos, esto ¢s, se lo cuenta entre las occidentales; quien no lo com- prende es —pese a toda la retéries que motiva el and- lisis etnogrético— un mal salvaje, 11.1.3 Gramatologia y esquematismo Escritura y archieseritura. A 1a contradiceién de Rousseau, de Heideguer y de Lévi-Strauss, por otra parte y por hipétosis, se li encuentra dondequiera: en Platén tanto como en Hegel, en Kant tanto como en Husserl, en todos los autores sobre los cuales Derrida focalizard sus propios andlisis entre finales de los anos seventa y finales de los setenta, Se la encuentra inclu- sive en Lacan, que pretende liberar a los hombres de Jas neurosis pero luego afirma, de manera semejante al humanista neurdtico Rousseau y al etnélogo etno- céntrico Lévi-Strauss, que el inconsciente estd estruc- ‘turado como un lenguaje, o sea, quo resulta semejante en todo y por todo a la conciencia. 6 Ahora bien, esta eguera se explica por Ia implica- cin moral a la que hemos aludido. En el plano teérica, en cambio, las evidentes contradiceiones revelan dos significados distintos de weseritura», Para Lévi-Strauss, In escritura es un transporte de sentido inicialmente mental, después lingiiistico; para Derrida (que suscr- be, por ende, el enfoque de los nambikwara), es toda forma de inseripeion y de iteracién (vale decir, precisa- mente, el strazado de lineas»; sin ezabargo, de acuerdo con el Teéteto y el De anima, aun el registro de una sensacién deberia concebirse como «escritura. ‘Noes posible deshacerse de una escritura concebi- da en estos términos, y respaldndose en esta hipéte- sis, Derrida sugiere que precisamente la inscripeion puede aspirar al rol de lo trascendental. Si considera- mos la escritura no como transeripcién de la voz, sino como archiescritura, como el dejar marea en general, no estaremos ante el vehiculo de la transmisién de un sentido, sino ante la condicién de posibilidad de la ex- periencia. Si Kant habia dicho que para tener contacto con el mundo necesitamos las categorias, Derrida sos- tiene que cualquier vinculo nuestro eon el mundo es mediado y posibilitada por Ia inscripeisn de una gram: me, Con la salvedad de queen este caso—por interme- diode la implicacién moral y politiea—la Critica de la raz6n pura y la Critica de ia razén préetica (y tal vex también un poco de Metafisica de las costumbres) es- tm en un mismo libro, Escrituray giro lingiitstico. En el origen del privile- gio dea escritura como estructura trascendental ests, conforme se dijo antes, Husserl y el a priori material Pero, si se observa la filosofia de esos altos, no es dificil notar que también habian hablado ya de . En estos términos, la filosofia se presenta como un sejercicio de la sospecha», conforme a la definicién con la cual Riewur, en De ia interpretacisn. Ensayo sobre Freud (1965), englobaba la genesiogia de la moral de Nietzsche, la critica de la ideologta de Marx y el psico- anilisis de Freud, Por su parte, Foucault, en su expo- siciin en congreso sobre Nietzsche eelebrado en Ro- ‘yaumont en 1964, habja insistido acerea dela posiciéa central de la triada Nietzsche-Froud-Marx. ¥ pocos adios mas tarde, Habermas propondré en Conocimien- to e interés (1968), mediante una relectura de Nic sche y dela Hscuela de Frankfurt, una interpretacion do la filosoffa clisica como saber falsamente desintere- sado, sin conciencia de sus propios condicionamientos, ‘Lo que unifica esas perepectivas ee, precisamente, la ‘dea de que on filosofia hay un Hamamiento a revelar no sélo los engaiios que puede ocasionarnos la real dad externa, sino también los autoengaiios que el suje- to ejeree sobre sf, bajo la presién de eondicionamientos sociales, materiales y personales, Derrida no es la exeopeién en esa constelacién, Sin embargo, en sintonia con el planteo general de su tra- bajo, no ve en el ejercicio de la sospecha algo tipiea- mente modemno, Hay una represién que es constitut® va de la tradicién metafisien y, maa estrictamente, de émmo esta hecho el hombre. Sila represiéa es més an- tigua que Platén, la emancipacién no esté a la vuelta de la esquina; siempre estamos involucrados en un proceso de esclarecimiento, pero debemos ser cons- , ese valor de lo trascendlen- tal que Derrida roffore ala eseritura? Para Kant, con- sistia en el espacio, el tiempo y las catagorias por me- dio de las cuales 1a mente se refiere al mundo. Como ya vimos, mediante la lectura de Husserl prapuestaen ‘La voz yelfendmeno, y mds tarde en la generalizacion proporeionada en Dela gramatologia, Derrida sugiere que la condicién de posiblidad es provista por el signo, 28 De ta grammatolgi, op. cit pg. 2 % Paych. Inventions ds Foutre, Parts: Galle, 2087, pig 288. 92 a por el proceso de la inscripeién en general, que cons- tituye tanto al eujeto como al objeto De cualquier forma, si para Kant el problema eran el apriorismo (2por qué esas categorfas?) y 1a escasez (qpor qué solamente doce?), para Derrida, el proble- ma es inverso. Hay demasiados signos, y una filosofia trascendental de tipo constructivo resultaria impracti- cable, por exceso de meticulosidad, en coincidencia ean 1g Biblioteca de Babel, o mejor (habida cuenta de que Derrida no tiene en su mira los mundos posibles, sino el real) con el mapa, también imaginado por Borges, tan grande como el imperio que describe. Por consi- guiente, como ya vimos, se comienza por el caso para Iuego remontarse a la regla. Algo es dado, y ae lo clasi- fica como un término dentro de wna serie de opuestos (materia y forma, naturaleza e historia, etc.). La de- construccién exhibe la interdependencia entre esos ‘términos opuestos y hace surgir un tereero, que se re- vela como un absoluto, aunque todavia sea un reenvio yuna remisién; vale decir, como veremos de aqut a po- ‘co mis, una edifférances, Por ende, parece inmotivada la opinién de que la deconstruccién seria una préctiea puramente negati- va, earente de reconstruceién, ya fin de cuentas un juego irresponsable, Por el contrario, es la alternativa de Derrida a 1s argumentacion y al trascendentalismo clasicos: no so trata de desarrollar argumentos ni de proponer fundaciones y teorias, sino de mostrar nexos yrevelar marcos, el més amplio encuadre coneeptual, fen que se desenvuelven los pares filoséfiens tradicio- nales. Es esta una opcién tipica dela hermenéutica del siglo XX, pero en la versién derridiana adquiere un peculiar dejo psicoanalitico: si las estructuras son for- mas derepresion, se revelan por medio de resistencias, exactamente como el perfil de una sociedad y de una forma de vida se delinea en los tabties que son distinti- vvos de ellas, 93, Psicoandlisis y genealogia de la moral. Por tanto, Derrida no tiene en mente construir una ontologia for mal, como podria concluirse en linea husserliana, Y e30 se debe a que su objetivo no es en primer término tedrico: apunta a hacer surgir no reglas légicas, sino jerarquias axiclégicas, valores, precisamente la lucha entre el (supuesto) Bien y el (supuesto) Mal que ali ‘menta nuestros discursos y orienta nucstras eleccio~ nes, El deconstructor es ei analista de la metafisica; pero, dado que de la metafisica no se sale, el analisis es también autoanilisis, y el filésofo se encuentra en la ineémoda situacién de Freud, el tinico psicoanalista que no pasé por un andlisis didéetico, Este punto es decisive, Como ya recordé, Derrida enfatiza que los pares involuerados en la deconstruc- cidn también tienen un valor axioldgico: un término es bueno (por ejemplo, 1a voz o el espiritu); otro es malo (por ejemplo, la eseritura ola materia). Mostrar la co- pertenencia y la implicacién de ambos términos es ofectuar aquello que Nietzsche se proponia realizar con la genealogia de la moral, donde se demuestra que bueno» y «malo» no posefan originsriamente los valo- res que ies asigné el cristianismo, ¢ inclusive podian tener significados inversos (sbueno» es el noble que puede ser despiadado, esto es, «malvados, como en la civilizaciOn griega), y que de todas formas comparten um origen comiin, Ia voluntad de poder. EI esclareci- miento reflexivo de tipo psicoanalitico adquiere, por consiguiente, ol valor de una emancipacién de tipo flustrado, como liberacién respecto de los prejuicios morales. La naturalizacién de la metafisiea, A diferencia de Derrida, Heidegger no examiné esta posibilidad al me- nos por dos motivos. El primero es su relative indifo- rentismo moral, pero el segundo es una hipétesis his- toriogréfica muy ardua, que Derrida no comparte. 4 Para Heidegger, como vimos, la Destruktion era la de- limitacién de un campo, la motaflsiea come nombre ge- neral de la tradicién filosdfica influyente y (al menos en la presentacién que él hacia de aquella) una inte- gracién del método fenomenolégico: la reduecién sus- pende la actitud natural y nos lleva a un émbito de pu- ros fenémenos; la construcrién delinea las estructuras formales de los fenémenos, y la deconstruccién intenta liberarnos de los prejuicios que pueden habernos guia- do al definir las estructuras, Ahora bien, después de 1927, Heidegger comenté a muchos autores de la tradicién filoséifiea (y en parte literaria) de Oceidente, con Ia finalidad de confirmar Inhistoria de la metafisica como olvido del ser. La idea es que el devenir de la filogofia oceidental se presenta- ria como el paulatino olvido del Ser oculto bajo los en- tes, es decir, como una decadencia que coincide con el avance del nihilismo. ¥ ese seria el projuicioo el kimite bisico que pondria en dificultades nuestras formali- zaciones, reveléndolas como histéricamente eond nadas ‘También en Derrida existe la intencion de develar lo oculto en filosofia y en literatura, excepto que falta Ia idea de un avance histérieo (el Ser no esta mas ocul- to en Descartes o en Kant de cuanto lo estaba en Pla- t6n, y por sobre todo, no resulta especialmente eviden- te, por ejemplo, en Parménides), ya que la represion con que se enfrenta la deconstrueeién no es histérice sino estructural. De hecho, la deconstruccién no es quiera un método al que se acoeds con una cleecién de- liberada, merced a la cual, asf como uno decide obrar esa suerte de ascesis filoséfica —Ia reduecién fenome- nolégica—, también puede decidir deconstrair. La de- construccidn es, mds bien, «aquello que aconteces: en In exacta medida en que la tradicién metafisica (en su- ma, el modo en que piensan y se comportan los hom- bres) es una represién fracasada como cualquier otra, 95, que deja tras de s{ una montafia de sintomas y actos fallides. Puntualicemos: la Gramatolog(a es una decons- ‘truceién del trascendentalismo que muestra cémo el ‘yono es una instancia postrera, sino una huella escri- ‘turaria; sin embargo, si bien se mira, es esto mismo lo que suponia un trascendentalista clasieo como Hus- serl, o lo que surge de las reflexiones con respecto al origen del lenguaje desarrolladas por Rousseau. No cobstante, son deconstructores también los indios de Lévi-Strauss; en términos generales —més alla de la referencia a Ia escritura—, se puede denominar «de- construcci6n» a todos los elementos de retorno de lo re- primido caracteristicos de la psicologia individual y colectiva, Con ello, Derrida soluciona un problema serio ¢ irresuelto en Heidegger y en Nietzsche (al menos en el Nietzsche de Heidegger), quienes, por una parte, vefan por doquier la nccién de la metatisica, pero, por la otra, ‘no eran eapacos de explicar su aceién por fuera del ‘efroulo de los cultores de cuestiones filos6ficas. Ciertos intentos de solucidn, en Nietzsche y en Heidegger, con- sistian en decir que las eategorias fundamentales dela metafisica se ejercitan, de manera inconsciente, en el enguaje, en la religiéa y en la técnica; pero subsistia el problema de quo, a esa altura, personas con lengua Jes, religiones o técnicas distintas de las de Oceidente ‘resultarian inmunes a ls metafisica (en efecto, seré la idea retomada por Foucault y por los etadlogos). Por el contrario, viendo en la metafisica una represién que obra como un tabtt universal o como tuna neurosis ¢o- lectiva, y entendiondo por «técnica» el elemento mas ubicuo que puede haber, la inseripeién que garantiza Initerabilidad, Derrida paroce tener éxito en la empre- sa de naturalizar la metafisiea y, simultsineamente, universalizar la deconstruccién, 96 Como funciona la deconstruccién? En concrete, ln deconstruceisn funciona en tres etapas, que podria- mos denominar sepojés, «diferencia» y «dialéetica. 1. Epojé. Para Husserl, la epojé era la suspensiGn do los prejuicios naturales, de la fe eiega en que los fe- ‘némenos que se presentan ante la conciencia se refie- ren a algo existente en el mundo exterior. Para Derri- da, en cambio, como de costumbre, In epajé es moral: suspendemos por método todo aquello que, errada 0 acertadamente (de preferencia acertadamente, habi- da cuenta de que no es euestién de optar por el mal contra el bien), constituye el entramado de nuestra ex periencia, a partir de pares de opuestos fundacionales cuya relevancia moral puede parecer insignifieante (gqué hay de moral o de inmoral en privilegiar la vor por sobre la escritura?), y, sin embargo, nos condi- cionan precisamente desde un punto de vista axiol6- gico. Para hacerlo, es necesario mostrar que cada tér- ino de la oposicién depende del otro, es el otro dife- rente y diferido (y este es el nexo entre deconstruccién ¥ différance, que nos ocupara en breve): tipicamente, Ja forma, que es resultado de la retencién, se revela eo mo una materia diferida, demorada también en au- sencia del estimulo; a la par de ello, lo inteligible se ‘muestra como una versidn diferida de lo sensible, ides- lizado y vuelto disponible por una repeticién indefini- da (del triéngulo en la arena al tridngulo en la cabeza §s ademds, a todos los tridngulos de nuestra historia); cultura es también el nombre que toma la naturaleza tras verso sometida a Ins iteraciones de la téenica y de laley, 2. Diferencia, La segunda etapa no consistiré en sustituir un término con otro, mediante esas subver- siones simples cuya falsa radicalidad ya estigmatizé "Ba las entrevists ompiladas on Poston, op ct. 20 podra hs ar amplias autorelesienes abre ol eancepte de lec 97 - coos =o umameemnaanr aaa EEE GEER ESHEETS Heidegger. No habré espacio para remitir la forma ala materia, lo inteligible a lo sensible, Ia cultura a la na turaleza, mas que nada porque la materia (0 la sense cién, ola naturaleza) nunca seda en cuanto tal y siem- pre se presenta ea determinada forma, de modo que ‘con plena legitimidad puede sostenerse que la materia (por ejemplo) es una forma diferida no menos que la forma es materia diferente, Asf, la Diferencia llega a ser la estructura total de la realidad: cumple ta fun- ign que Hegel asignaba a lo absoluto, 3, Dialéctica. Por eso, como tercora etapa, la de- construccién revela una dialéctica originaria, la dia- Iéetica entre dialectizable y no dialectizable que Derri- a mencionaba al comienza de su itinerario, 0 la «ratz comin» de Kant. Esa dialéetica no tiene una eonchi- sion siquiera ideal, y privilegia lo negativo, con un evi- dente parentesco con Ia relectura de la dialéctiea hege- liana propuesta por Adorno 0, mas simplemente, de acuerdo con In imagen, poco divertida pero expresiva, segyin la cual deconstruir signifiea serrar la rama so- bre la que uno est sentado."® ‘Lo que sunge de la deconstruccién no son tesis o cle ‘mentos simples (de aqui el fastidio de muchos filésofos con respecto a Derrida: gpor qué no propone tesis?; dis- ceatir con él es como trenzarse a pufietazos con la nic- bla), sino conceptos-limite, aquello que en la tradi- cidn de la dialéctica platonica se mantenia en la forma, dela aporia, en la dialéctiea trascendental de Kant da- ba lugar a antinomias indecidibles y en la dialéetica hogeliana daba lugar a lo absoluto. 184. Culler,On Deconstruction. Theory and Criticium after Struc turatism, Ithaca y Nueva York: Cornell University Press, 1982 rad, al italiano de 8, Covicebili, Suila decostrusione, Mili: Bompian, 2988) OH, Pataam, Renewing Philosophy, Cambridge: Harvard Unie versity Press, 1902 tad, altaliane de, Marconi, Rinnoware fa Tose, Nils: Garzant, 1988), 98 11.8 Qué queda después de la deconstruccin? 11.3.1 Aportas, antinomias, absoluto Aportas, Examinemos en primer término las apo- ia? Una aporia se presenta cuando una indagacion no logra aleanzar una solucién. El ejemplo tipico lo freee el Teéteto de Plat6n, donde se examinan y luego se descarton distintas definiciones de «conocimiento». sf, la deconstruccién no lleva a una soluein, sino que da cuenta de los rasgos y los Limite, los presupuestos inexpresados y las premisashistérieas—es decir enel léxico de Derrida, los «margenes»— del concepto exa- minado. El analisis de los conceptos de «tiempo», «su- jeto», «presencia», «metatisieas nolleva a conelusiones; revela implicaciones e interconexiones que nos vuel- ‘ven més conscientes de nuestros prejuicios, filoséficos xy de otra indole, Ello impliea una ganancia eognosciti- ‘va, aun cuando adopte las formas de una teologia ne- gativa.2® Sin embargo, el mayor beneficio es moral-pretieo Consiste no tanto ea ver que el negro y el blanco munca sedan puros, que en medio hay un amplio terreno gris (a eso llega nuestra seneates ein esfuerzo), sino que justamente la polarizacién entre blanco y negro, ‘quiera a escala de deal regulatorio, implica un parcial aturdimiento morsl. Dehecho, cualquier principio ela- borado para regular cl comportamiento, en la medida cxacta en que define una esfera de responsabilidades, determina a Ja ver un margen de irresponsabilidad; tambien en la vida moral vale el principio de que cual- quier determinscién es una negacion. Ahora bien, por ‘més indispensables que sean las determinaciones, 2 pories, Pari: Galilee, 1996 (trad tallano de. Berto, Apo re, Min: Bompisni, 1998) 3 Gomment ne pas parler. Dinégations (1992), hoes ined en Payoh op. 99) terrae ae eed eee ee eee ‘embarcaznos en Ia deteccién de aporias nos volver mas agudos. Antinomias. Otras veces, la deconstruccién revela antinomias.”* Una antinomia se presenta cuando am- bas soluciones propmestas, y antitétieas, se muostran posibles, como sucede en Ia Dialécti de la Crtion de la razén pure, La existencia de esas ideas, en la termi= nologia que Derrida®® toma prestada del légico y ma- temético Kurt Gédel, es un « La idea bisica es ‘que Heidegger no cedié ante el nazismo con una re- anuncia al humanismo y los valores del espiritn, sino ‘que justamente en la enfatizacion de esos valores tic- ne origen la opeisn politica. La exaltacién del hombre con respecto al animal, la idea de recogimiento, totalic zaci6n, reductio ad unwra, que esti en la base del lla- mamiento al espiritu, son puro humanismo, pero puc- den revelarse puro nazismo. Esta critica del espfritu y del humanismo, iniciada a finales de los aftos sesenta,® prepara la elaboracién 5 De Fesprit. Heidegger et la question, Porta: Galilée, 1987 (tad alitaliane de G. Zaceari, Dello epirte. Heidegger e la questions, Milén:Felrinelli, 1969). ® Las fina de homme (2068), ahora nelle en Maras de a phi Iosophie, ope de la temstica de Ia animslidad que Derrida fue de- sarrollando en su reflexién més reciente.” En poeas palabras, el anisal, ajeno al mundo del espirita,for- ‘ma parte de lo reprimido de la metafisica tanto como’ la letra, la huellay la eseritura: os una condicién dela lhumanidad (el hombre también es naturaleza), pero ce borrado procisamente al constituirse la subjetivi- dad consciente. No es casual que Heidegger, no obs! tante su reputaciéin como pensador atento a los aspec- tos concretos de la existencia, haya privilegiado la hu- ‘manidad con afirmaciones que no podian menos que resultar lamativas por extravagantes ¢ inmotivadas, por ejemplo, al afirmar que el animal no muere, sino que decode, o bien que su garra es algo incalculable ‘mente distinto de la mano del hombo,$o incluso que, ‘como los seres inanimades, el animal tiene carencia de ‘mundo, ya que silo el hombre poseeria uno. De ali ala conclusin de que también algunos humanos carecen de mondo, acaso por causa de su pobreza de espiritu, ol trecho no es largo. Diaiéetica del espiritu, Fl micleo del axgumento de Derrida es el siguiente, Quien ve en el nazismo una ‘brusca irrupcién de la barbarie en el espiritu europeo parece olvidar que, dentro de los contenides del nazis- ‘mo, precisamente el espfritu puede desempefar un papel primordial; tanto es asi que la adhesin de Het degger al nazismo coincide con una multiplicacién de las apelaciones al espiritu en sus textos, En otros tér ‘minos, el egpfritn y la filosofia no constituyen un res- fanimal que done je suis (a suivra), en M1. Mallet (ed) animal autabiagraphigue. Autour de Jacques Derrid, Actas de) ‘tloguio de Cerisy-la-Salle, 11-21 de uli de 1997, Pars: Galilee, 1009 (trad. al italiane de G, Mota, L'antmale ebe, dnque, ono (eogue), en Rivist di Estetica, SXXVIT, 1988, 8) Sa mano di Heulager, trad alitlisno deG. Seiiay G. Cai raul, ntrodueelén de M. Feravi, Roma Bari: Latorea, 1991, 18 suardo seguro contra Ia reapatieién de la barbarie, desde el momento en que esas regresiones sisteméti- camente van acompatiadas de cénticos al espfritu, a ‘menudo sin nocidn de sus implicaciones. Rn efecto, ha- cia 1983, no sélo Heidegger apela al espiritu; también Huser), en La crisis de las ciencias europeas, ya mar~ sginado de la universidad alemana y discriminado por Judo, habia escrito —en ess apasionada defensa de los valores del espiritu europeo— que un espiritu de ese tipo también incluye a Estados Unidos y el Common- wealth, perono a los esquimales ya los gitanos que va- {gan por Europa sin compartirlo, Derrida extiende esa clase de observaciones a otros menos clave de la constitucién dela flosofia del es- piritu, desde las reflexiones acerea del espiritu euro- peo en Valéry® hasta los Diseursos a a nacidn ale- mana de Fichte."" En esta iitima obra, el lamamien- twalespirieu durantela época de las guerras de ibera- «ién contra Napoledn implica un énfasis cosmopolitico ysaun tiempo, un nacionalismoen sordina, de acuerdo on Ia tesis fichteana de que todo aquel que cree en el desarrollo del espiritu es alemén, con preseindencia de qué lengua hable y de cusl sea su pais natal, Eso equi- vale a decir que puede haber quien, alemén pot bialo- gia e historia, en verdad no lo sea, dado que no com- parte el espfritu en que consiste Ia esencia de la ale- manidad; y que puede haber quien, sin ser alemén, le gue a serlo, justamente, por compartir los valores del espititu. Por una parte, en Husserl y en Fichte o Valé- ry (quo vo en Europa la eabeza pensante del mundo) entramos en contacto con la quintaesencia del cosmo- politismo iluminista, que reconoce la humanidad del 8 ste ap. Sid La inmate urate, Pars Mina (ra italiano eitoductn de M. era Ol Bure, Mi ‘én: Garzanti, 1991). ba i © Gusohtct Difrnce sams, diference otloie, en Le mana ds Hedge a 19 | hombre en la razén, y no en la historia y en la raza. Sin ‘embargo, por otra parte, encontramos un siniestro na- cionalismo. ;Por qué, para ganar dignidad derespetoy. de pensamiento, uno debe pertenecer al espiritu euro- peo, como sugiere Husser),o inclusive al espirita ale- man, como sostiene Fichte? A ese paso, uno se aeerea a Jas incémodas afirmaciones de Heidegger, segrin el cual algunos de sus seguidores franceses le habian di- cho que, cuando querian pensar filoséficamonte, esta- ban obligados a hacerlo en sleméan. La Represién y el Mal. Derrida no la dice, pero es un hecho que el dia que lanz6 el ataque a Rusia, Hitler también declars por radio, en una arenga alas tropas, «que lo que s0 estaba haciendo sucedia en nombre del espititu europeo. De por si, nada hay de sorprendente; toxlos ios ejércitos estiin convencidos de tener a Dios de su lado. Pero ol aspecto importante en un abordaje te6- Tico es otro, ‘Como hemos visto, los pares axioldgices dela meta- fisica provén que del lado del Bien estén el Espiritu, el Sujeto, el Hombre, y del lado del Mal, Ia Materia, el Objeto,e1 Animal. Pero esta particidn no da resultados

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