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POLÍTICA ANALITICA

Por Juan Fernando Perdomo*


EL DESARROLLO SOCIAL EN MÉXICO (I)
Lo han manifestado organismos internacionales como la CEPAL o el programa
de las naciones unidas para el desarrollo (PNUD), y hasta financieros como el
FMI y el banco mundial. Los problemas sociales más graves de México son la
pobreza y la desigualdad.
Ambas son en buena medida producto del modelo de desarrollo vigente. La
administración del presidente Fox ha enfocado su política de desarrollo social en
el combate a la pobreza; pero, para dar lugar a una genuina justicia social no
basta con la reducción de ésta, sino que tiene que reducirse también la brecha
que separa a los pobres de los ricos. Se requiere un nuevo esquema de
distribución de la riqueza y no sólo la reducción de la pobreza extrema. Y México
sigue ocupando los primeros lugares en desigualdad.
Y que en un país, que se cuenta entre las principales economías del mundo, el
47 por ciento de su población viva en la pobreza es algo que está muy mal. Que
el 10 por ciento de la población concentre 43.1 por ciento del ingreso y el 30%
más pobre apenas el 4.1 por ciento nos habla de una terrible e inaceptable
desigualdad.

El PIB per cápita anual en México supera los 9 mil dólares, o sea 270 pesos
diarios. Por SEDESOL sabemos que un pobre extremo sobrevive con 20 pesos
diarios y un pobre no extremadamente pobre, lo hace ¡Con 23! Esto muestra el
tamaño de la desigualdad. Y es que tanto la desigualdad como la pobreza están
íntimamente asociadas a la inequidad en la distribución del ingreso.

El programa de las naciones unidas para el desarrollo señala que en términos de


niveles de ingreso, México presenta condiciones similares a las de Ecuador,
pero por debajo de Sri Lanka y Paraguay, pues si se midiera índice de desarrollo
humano (IDH) únicamente por el ingreso per cápita, México pasaría del lugar 53
en el ranking mundial al número 100. Según el informe sobre desarrollo humano
México 2004 del PNUD, más de la mitad de la desigualdad que hay en el país
obedece a las diferencias en el ingreso, poco más del 30 por ciento a las de
educación y el resto a las de salud.
Por eso los logros, que los hay, de los programas contra la pobreza de la actual
administración palidecen ante las necesidades y rezagos acumulados a lo largo
de décadas de una política económica excluyente, que ha producido la pobreza
y la desigualdad que hoy tímidamente tratamos de resolver. Es más, el éxito de
los programas contra la pobreza, que según el quinto informe del presidente fox
cada vez atienden a más y más pobres, en algún sentido nos habla del fracaso
de la política económica para sacarlos de la exclusión.
El PNUD señala que la estrategia de desarrollo humano requiere de crecimiento
a favor de los pobres y expansión equitativa de las oportunidades sociales, es
decir de un modelo de desarrollo que no sólo privilegie la estabilidad económica,
necesaria pero insuficiente, sino que incorpore a quienes actualmente están
excluidos del desarrollo. Es decir:”Transformar las necesidades humanas en
demanda económica”. No se vale que la estabilidad macroeconómica sólo
beneficie a los grupos situados en lo más alto de la pirámide del ingreso.
El crecimiento del producto por habitante en México entre 1980 y 2003, apenas
alcanza en promedio 1% anual, cuando las cifras del periodo 1950-1980
triplicaban ese porcentaje. En México se ubica el 17% de los pobres
latinoamericanos, casi una quinta parte del continente. Y aunque ha habido una
mejoría en las cifras sobre pobreza, buena parte de ello es debido a las
iniciativas de la población rural a diversificar sus trabajos y fuentes de ingreso
o… a emigrar. Según estimaciones del banco de México, las remesas de
emigrantes suman alrededor de 17-19 mil millones de dólares anuales.
David Ibarra nos señala que “más difícil que la pobreza parece resultar el
combate a las desigualdades en la distribución del ingreso. En 1989, año de la
culminación de la crisis y reinició de la recuperación, 75% de la población
mexicana estaba compuesta por personas con ingresos per cápita inferiores al
promedio nacional, en 2002, esa cifra apenas se reduce a 72%”.
Las asimetrías en el reparto del ingreso y la pobreza son resultado de las
características del sistema social del país, de sus instituciones y de la naturaleza
de las políticas públicas. Las instituciones de países igualitarios, como Noruega,
tienden a reproducir la equidad, mientras que ahí donde prevalecen
desigualdades acusadas se tienda a perpetuarlas, como es nuestro caso. Los
programas contra la pobreza de la SEDESOL ayudan a reducir la pobreza, pero
los más duros obstáculos se enfrentan cuando se intenta abatir la concentración
de riqueza e ingresos, porque para ello habría que cambiar la distribución del
poder político y económico.
Las políticas públicas nacionales ya han sido rebasadas aun frente a los
planteamientos conservadores del primer mundo. El banco mundial y el fondo
monetario internacional, ante el deterioro social que se produce en América
latina o África, dejan de ver a la pobreza como el producto de los errores de los
gobiernos para reconocer también orígenes en la abrupta apertura de mercados.
El informe del desarrollo mundial 2000-2001, el banco mundial propone
multiplicar las oportunidades de los pobres a través de: a) Fortalecer sus
ingresos mediante políticas de mercado y extramercado; b) Reducir su extrema
vulnerabilidad, perfeccionando las redes de seguridad social; c) Acrecentar su
poder político a fin de que sus demandas sean oídas; d) Permitir que países se
adueñen y formulen sus objetivos y estrategias económicas y sociales, en vez
de recibirlos pasivamente del exterior.
*Juan Fernando Perdomo es egresado del TEC DE MONTERREY.
Servidor publico, empresario y Político (jperdomo@infosel.net.mx)

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