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POLÍTICA ANALÍTICA

Por Juan Fernando Perdomo*

Reforma Fiscal 2000, 2001, 2002, 2003,…


Aquí hemos insistido que una REFORMA ESTRUCTURAL debe ser de largo aliento: Coherente;
Que resuelva los PROBLEMAS ESTRUCTURALES; que impacte y sea equitativa para todos los
ciudadanos; sea sencilla y dé certidumbre.

Pero, como en diciembre del año 2000, como en diciembre de 2001, como en diciembre de 2002,
así estamos, una vez más, ahora, en noviembre de 2003.

De nueva cuenta, la Cámara de diputados está entrampada en el análisis de la iniciativa del


Ejecutivo en materia de Ley de Ingresos y de Presupuestos de Egresos.

Es de preverse que, también como en los años anteriores, que discutan sobre la base de esa
iniciativa, hagan algunos ajustes, modifiquen algunos números, realicen algunas transferencias…
para que al final sólo les quede actuar como simples correctores de estilo, en una materia que es
la que puede permitir o no el desarrollo y el crecimiento de este país.

Y ello, debido a que otra vez estamos siendo avasallados por un proceso inverso y perverso: el
gobierno dice lo que necesita y luego nos señala de dónde piensa obtenerlo. Y discutimos si las
fuentes de financiamiento del gasto público son éstas o aquéllas. Se plantea la necesidad de
recursos extraordinarios por 50 mil millones de pesos, se nos amaga con una crisis presupuestal, y
se nos transfiere la responsabilidad de buscar de dónde los obtenemos.

El artículo 74 Constitucional en su fracción IV señala: “Que es facultad exclusiva de ésta (La


Cámara de Diputados) examinar, discutir y aprobar anualmente el presupuesto de egresos de la
Federación, discutiendo primero las contribuciones, que a su juicio deberán decretarse para
cubrirlo”

¿No debiéramos empezar por definir una política económica de estado y por planear los ingresos y
luego definir qué hacer con ellos? Es preciso determinar qué queremos y para qué queremos que
sirva el sistema tributario, sin olvidar que debe ser un instrumento no sólo recaudatorio sino
distributivo.

El Presidente Vicente Fox tiene una oportunidad y una obligación histórica: la de no ser sólo el
presidente de la alternancia, sino el presidente de la transición. Si él no quiere serlo ni formar parte
de este proceso, los diputados sí deben hacerlo. El Poder Legislativo sí debe impulsar la transición.
Y para hacerlo es necesario que vaya más allá de la simple corrección o ajuste de lo que propone
el ejecutivo.

Los tiempos legales limitan a los legisladores, es claro, pero se puede trabajar ya con propósitos de
mayor alcance. Es conveniente que modifiquen lo indispensable y al mismo tiempo exista un
compromiso con un proyecto de mediano plazo para que, por ejemplo, en los primeros meses del
año entrante, se tenga muy clara la política general de ingresos y criterios de un presupuesto de
egresos sobre bases más amplias y con visión de país. Ya no debemos aceptar que nuestros
diputados sean correctores en materia hacendaria reduciendo al mínimo su carácter de
legisladores.

La transición implica también llevar a cabo la modernización y el fortalecimiento de nuestras


instituciones. Las nacidas del pacto social de 1917 funcionaron bien o mal, pero muchas de ellas,
prácticamente todas, ya han sido desvirtuadas por la realidad. De 1950 a 1980 hubo crecimiento en
México con un desarrollo sostenido pero insuficiente Desde entonces el crecimiento ha sido

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errático y el desarrollo nulo: y basta sólo una muestra, desafortunadamente rotunda: hoy
reconocemos que existen más de 50 millones de pobres en el país.

Lejos de atender esta transformación de las instituciones, el actual gobierno conservó el mismo
andamiaje, lo que ha traído como consecuencia que los problemas se agudicen.

Ante este hecho, cabe preguntarnos si lo que hemos estado haciendo en materia de ingresos y
presupuesto de egresos ha sido lo correcto. Definitivamente no: independientemente de muchas
otras variables que hay que considerar, el aumento de la pobreza y las grandes desigualdades lo
revelan por sí mismo.

Dentro de estas instituciones, la que está encargada de manejar los recursos de nuestro país, se
ha debilitado a tal grado que hoy vivimos en medio de una legislación compleja, prácticamente
inentendible, incluso para los que se dicen especialistas; nuestros ingresos prácticamente el 40%
dependen del petróleo, el contribuyente sigue padeciendo persecución y frecuentemente es tratado
como delincuente ante la discrecionalidad que existe por parte de las autoridades, por la falta de
certeza jurídica; independientemente de que propicia mayor corrupción y como consecuencia fuga
de ingresos, nuestro sistema fiscal no promueve el ahorro interno, el desarrollo de las empresas ni
la investigación tecnológica. Y más aún, nuestro sistema recaudatorio es uno de los más caros del
mundo: cada peso recaudado nos cuesta 40 centavos.

Para fundamentar que el tema hacendario merece una revisión de fondo; Se citan sólo algunos de
los renglones en los que hay que hacer cambios profundos:

1. Aproximadamente sólo 30% de quienes reciben ingresos pagan impuestos. ¿No está en
esa evasión permanente y crónica mucho más de los 50 mil millones que andamos
buscando?
2. Se desconoce el número de personas que se dedican al comercio informal. Pero según
diversas informaciones, se dejan de recaudar por este concepto más cien mil millones de
pesos ¿no podrían los gobiernos estatales responsabilizarse de la recaudación del comercio
informal y así aumentar sus ingresos.
3. Se tiene información fehaciente de que durante el año 2002, se presentaron más de 30 mil
demandas en contra de la Secretaría de Hacienda por parte de los contribuyentes, perdiendo
la Secretaría más del 50% de los juicios. Solamente a manera de ejemplo, mencionamos dos
casos: el de una empresa de jugos que ganó el juicio por la cantidad de 27 mil millones de
pesos y el de otra, que ganó el juicio por una cantidad aproximada a los 11 mil millones de
pesos.

Es decir, solamente dos juicios de los más de 20 mil que se perdieron, representan para el
contribuyente un costo de cerca de 40 mil millones de pesos. Nos preguntamos ¿esto no
quiere decir que el complejo sistema tributario que tenemos propicia la fragilidad y a la vez
la dificultad en el cobro de los impuestos?.
4. De cada peso que recauda la federación, el 60% es manejado por los gobiernos estatales.
Solamente el ramo 33 se le asignan para este ejercicio: 250 mil quinientos sesenta y dos
punto siete millones de pesos. Lo sorprendente no es el monto sino la peculiar posición de
los gobernadores: se resisten a que el ejercicio de esta partida sea auditado, ¿Cuál puede
ser una razón válida para esa postura? ¿Por qué el poder legislativo federal no puede
auditar recursos que autoriza, lo cual está en sus facultades? ¿A dónde van a dar esos
recursos? ¿Por qué año con año se ejercen grandes partidas en el Ramo 33 y la pobreza
sigue creciendo? ¿No será que allí también podríamos encontrar los 50 mil millones de
pesos, o miles de millones más que andamos buscando?
5. Este fin de semana, solamente a manera de ejemplo, dos revistas especializadas y con
datos claramente sustentados, nos hacen ver que solamente en la paraestatal PEMEX
existen fugas de ingresos y corrupción que alcanzan más de 250 mil millones de pesos.
¿No sería que allí también podríamos encontrar los recursos que buscamos y que casi
siempre terminamos encontrando en los bolsillos de los contribuyentes de siempre?

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6. Qué si se aprueba el IVA a medicinas y alimentos, a las escuelas, los libros, las consultas
médicas, que supuestamente nos dan un ingreso superior a los 60 mil millones de pesos
terminaríamos con la pobreza y la desigualdad y la recesión económica que existe actualmente
en este país? Definitivamente no.

El tema central no es el IVA a medicinas y alimentos; si el gobierno (Ejecutivo- Legislativo) siguen


trabajando como lo ha venido haciendo en los últimos veinte años, año con año se producirán
misceláneas fiscales mejores o peores que las anteriores, pero siempre limitadas, las mas de las
veces confusas y complejas y seguiremos sin encontrar las soluciones cuando considero se
encuentra en manos del poder legislativo.

Los Legisladores tienen que hacer cuanto puedan para que la ley ingresos y presupuesto de
egresos del 2004 sea lo mejor posible sin dañar a las clases populares, pero empezar desde
ahora, dado que el ejecutivo no desea hacerlo, a trazar el rumbo que verdaderamente impulse el
desarrollo

El trabajo de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública, no debe ser coyuntural, ni


temporalmente intensivo, debe ser persistente y continuo, hasta lograr las reformas estructurales
que esta legislatura merece discutir y aprobar.

El presupuesto de la nación no puede quedar reducido a una simple comprobación de gastos.


Debe tener un objetivo final y una repercusión en la calidad de vida de los mexicanos. Gastamos y
gastamos y cada vez hay más pobres, no hay inversión, no hay empleo, no hay crecimiento ni
desarrollo. Pongamos un freno a esta inercia.

Trabajemos para el desarrollo sostenido y sostenible. La visión de corto plazo seguirá siendo
cadena para el progreso. La de largo plazo puede ser nuestro instrumento para la gran
transformación que el país requiere.

Estoy seguro que todos :


¡Estamos a favor de una verdadera REFORMA FISCAL INTEGRAL!
¡Que sea equitativa, simple, de largo alcance, coherente. Y que resuelva los problemas
estructurales!

Me dijo, hace unos días, un ex secretario de hacienda de México:


“Mira: Lo primero que hay que hacer es involucrar a todos los que deben pagar y, sobre todo, que
pueden hacerlo. Después hay que hacer la recaudación sencilla, informando de manera
transparente y eficaz el uso de los recursos y, finalmente, decidir como se modifican las tasas.
¡Pero no al revés!”

¡Estamos en contra de soluciones parciales- parches- que solamente vienen a complicar aún más
nuestro sistema tributario!

(Agradezco al Dip. Jesús Martínez Álvarez sus textos y comentarios)

*JUAN FERNANDO PERDOMO es egresado del TEC DE MONTERREY.


Servidor público, empresario y político ( jperdomo@infosel.net.mx )

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