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100 afios de arqueologia NEL PERU Introduccion, seleccion, comentarios y notas por ROGGER RAVINES Fuentes e Investigaciones pars. la Historia del Perit DIOS PERUANOS Edicién de PETROLEOS DEL PERU - 1970 So NTRODUCCION Rogger Ravines “Llegaré el momento, habia escrito Ephraim George Squier (1821-1888) —verdadero iniciador de la arqueologia andina—, que estos materiales mostraran no solamente que existieron varias civili- zaciones distintas y aisladas en el Pera, sino que algunas de cllas son més antiguas que la incaica”. El momento Iegé con Uhle y sus excavaciones en Pachacamac entre 1896 y 1897. El Pera Antiguo se ha revelado lentamente. No fueron sélo los conquistadores, ni ese pufado de hombres que por caminos insospe- chados se lanzaron al descubrimiento de nuevas tierras; ni los cro- nistas, ni los historiadores del siglo XVI, tampoco los viajeros ilus- trados de los siglos XVII y XVII, que con sus relatos deslumbra- ron Europa. Han sido también los hombres del siglo pasado y del presente cuyas investigaciones han permitido este “descubrimiento” del Perit. Mosaico de tribus y de pueblos, desde los némadas pri- mitivos desconocedores de la alfareria, hasta los creadores del Estado Incaico. La profundidad milenaria del proceso cultural de estos pueblos, donde aun el mas cercano 2 nosotros como el Inca, se extinguiera en el curso de cuatrocientos afios, sin permitirnos una vision cabal de su historia, hacen pensar en los remotos; de lo que nada dijeron los cronistas espafioles, porque nada vicron ni supieron de ellos. Sus testimonios actuales se concretan a un conjunto de monumentes, exhumados sélo cuando el avance de la ciencia acumul6 evidencias y puso sobre el tapete hechos y testimonios inequivocos. Los documentos sobre el desarrollo de estas culturas precolom- Dinas son de este siglo. Los descubrimientos arqueoldgicos, ayuda- 3OO9099900.45529.999.99,99.9999999,9905 12 ROGGER RAVINES dos continuamente con nuevas técnicas y métodos de datacién han permitido vislumbrar un panorama insospechado. Catorce milenios de historia que se enfrentan a las timidas insinuaciones cronolégicas de las “cuatro edades de] mundo andino” de Felipe Guaman Poma de Ayala, en los albores del siglo XVII. Sin embargo, reunir todos los testimonios arqueolégicos accrea ‘a muchos volimenes. Ni siquie- de las culturas precolombinas exigir! ra los de una sola cultura o estilo, o los dados por un solo autor cabrian en un volumen. No se trata aqui de un corpus, sino de una seleccign antolégica, con todos sus riesgos y limitaciones, y en le que ha jugado papel importante el criterio personal. Cada lector familiarizado con el tema echara de menos algunos de su prefercn- cia y juzgar4 otros como superfluos. Pero, si permite obtener una vision global de la cultura andina, este libro habré cumplido su cometido. Es necesario admitir, finalmente, que esta seleccién anto- Iogica, no debe considerarse en el sentido literario. Aqui los textos no interesan por su forma, (considerando, ademis, que muchos de ellos son traducciones al castellano), sino por su fondo, y por el modo en que contribuyen a esa vision de los antiguos pueblos del Pera. a Desde 1940, el cuadro evolutivo de la cultura antigua peruana se fijard a base del trabajo de tres grandes arquedlogos: Frederick Max Uble, Julio César Tello Rojas y Alfred Louis Kroeber. Unle, el “padre de ia arqueologia peruana”, tiene el mérito de reconocer las primeras manifestaciones de poblaciones prealfareras cn la costa cen- tral, situarlas en una edad aproximada de 200 afos antes de nuestra cra y atribuirlas a pescadores primitivos, sin una fecha limite en su extincién. Tello, hizo importantes descubrimientos arqueologicos en Chavin, Nepena, Paracas, Sechin, Huari, recorrié palmo a palmo ¢l territorio nacional y aportd el concepto de Chavin como primer es- tadio alfarcro a partir del cual se desarrollara esa continuidad cultu ral que es el Peri prehispinico. Finalmente, Kroeber, en base al estudio de los materiales excavados por Uhle en Moche y deposita- dos en la Universidad de California, en. Berkeley, estructurard, en 1925, la primera cronologia cientifica para los Andes Centrales. En lo que respecta al aspecto puramente hist6rico, en el senti do de fechas y datos, la primera secuencia cronolégica de la cultura INTRODUCCION 13 peruana precolombina, basada en resultados de excavaciones, fue claborada solamente hacia 1918. Sin embargo, afios antes, Max Uhle, Clemente Markham, Philip Ainsworth Mcans y Carlos Wiesse intentaron algunos esbozos. Uhle, sobre la base de sus trabajos arqueolégicos iniciados en 1896, diferencid los siguientes periodos: I Pescadores primitivos de la costa (Ancén, Supe, Pachacamac, Arica). IL Culturas costefias “protoides” de origen centroamericano (Pro- to-Chimi, Proto-Nasca y Proto-Lima). I Tiahuanaco, 0 el “comienzo del periodo megalitico del Perit”. IV Estilos epigonales originados de Tiahuanaco. VY Inca, con sus perfodos: a) legendario y b) histérico. El “periodo megalitico” se incluye también en las clasifica- ciones de Markham y Means. Markham (1910), habla tanto de un “perfodo Megalitico” asf como de un “Imperio Megalitico”, carac- tetizado por las ruinas de Tiahuanaco, Sacsahuamin, Ollantaitambo y la Piedra Raimondi de Chavin. Means (1917), usa la misma ex presion de Imperio Megalitico, para cubrir una extension que abarca desde los diaguitas del noroeste argentino hasta el norte del Pera, y in él fue el nitcleo de las culturas del viejo Peri. que se 2 — 200 a.C. migraciones preliminares. 200 ac. — 600 d.C. Imperio megalitico o Tiahuanaco. 600 — 1100 Perfodo Tampu Tocco, Decadente. 1100 — 1530 Imperio Inca, Fue, sin embargo, Wiesse (1913), quien mejor interpreté y di- vulgé la posicién de Uhle, ¢ hizo la mis compresiva sintesis crono- logica de la arqucologia andina 2 base de los diversos trabajos pu- blicados hasta entonces: 1 Perfodo Primordial: a) Pescadores primitivos de la costa b) Pueblos de transicién a la edad de los metales. ¢) Tribus primitivas de la sierra. II Expansion de las inmigraciones. HI Civilizaciones Proto-Nasca y Proto-Chimit. 1V_ Givilizacién Tiahuanaco. 14 ROGGER RAVINES V_ Perfodo intermediario de fraccionamiento: a. Imperio del Gran Chima. b. Sefiorfo de Cuis-Mancu. c. Senorio de Chuquis-Manco. VI Givilizacién Incaica. Las investigaciones de Tello en 1919, marcan un segundo pe- riodo en la historia de la arqueologia peruana, Tello no fue un investigador sistemético. Si bien, logicamente, su posicién y concep- cién varia notablemente de su primer a su ultimo libro, los dos en que intentara explicar el desarrollo cultural de los Andes, su inter- pretacién, en ambos, es eminentemente histérico-cultural y evolucio- nista. Por otro lado, en lo que respecta a sistematizacién cronolé- gica, en el primero (1921), sopesando el material acumulado se muestra confundido, al cxtremo de,en las décadas siguientes, relegar a un segundo plano todo el problema cronoldgico, sin lograr, des- graciadamente, hasta su muerte, acaecida cn 1947, el uso de una terminclogia consistente. En 1921, en su Introduccién a la Historia Antigua del Peri, Tello propuso, para Ia costa, sierra y foresta peruana, las cuatro siguientes épocas de desarrollo y una era anterior a todas ellas, que representarfa a las culturas primitivas de los Andes. Cuarta Epoca: Era contemporanea 1530 — 1921 Tercera Epoca: Era Inkana 1150 — 1530 d.C. Segunda Epoca: Era Pre-Inkana B00 — 1150 d.C. Primera Epoca: Era Arcaica 200 - 800 4.C Era Primordial 200 a. C. En 1939, la concepcién cronolégica de Tello tiene un cariz diferente. Considera el territorio andino dividido en tres grandes zonas naturales con limites geogréficos precisos: norte, centro y sur andino y tres regiones geograficas longitudinales: litoral del Pacifico, ‘andes Occidentales y Andes Orientales. En cada una de estas dreas regionales encuentra un tronco principal a partir del cual se desarro- llardn as culturas siguientes hasta su ancxién al imperio incaico. Estos tres troncos genéticos son: Chavin-Kotosh, Paracas-Cusco y Pucara-Tiahuanaco, en el norte, centro y sur andino, respectivamen- te. Tello no desarrollé totalmente este esquema, y en su cuadro 15 INTRODUCCION cronolégico publicado en 1942, se limit6, unicamente, a dar una secuencia de las Civilizaciones de los Andes Occidentales: NORTE. Culturas Inca, Recuay-San Agustin y Chavin-Kotosh Ja. Edad (1000 a.C.—0): Chavin 2a, Edad (0—800 d.C.): Huailas 1, Marafion 1 Sa. Edad (800 — 1321 4.C.): Interandino Ecuatoriano, Esmeral- das, Manabi, Chima, Muchik, Huai- las IL, Marafion I 4a, Edad (1321 — 1532 d.C.): Naciones del Chinchaysuyo. Chi- mit Tallén, Huailas-Yunga. CENTRO. Culturas Inka y Paracas Ja. Edad (1000 a.C.—0): Pre-Paracas y Pre-Cusco. 2a, Edad (0 — 800 4.C. Paracas-Cusco, Wanka I, Chanka I 3a, Edad (800 — 1821 d.C.): Nasca, Chanka Il, Nasca II, Pacha camac y Chukurpo 4a. Edad (1321 —15324.C,}: Naciones del Kontisuyo, Chincha, Rukana SUR: Culturas Ince y Tiahuanaco. la. Edad (800a.C.—0): Pukara 2a, Edad (0-800 d.C.): Pukina, Tiahuanaco . Edad (800 — 1321 d.C,): Pukina-Atacama y Kollawa |. Edad (1321 — 1532 d.C.): Naciones del Kollasuyo y Diaguita- Chileno. E] primer esquema cronolégico norteamericano, lo sustenté Kroeber en 1925, sobre una concepcién en parte intuitiva, en parte apologetica de fascs estilisticas. Se caracteriza por su estricto senti- do tipoldgico, forjado a base de colecciones museolégicas y de acuerdo al sitio-tipo y a los estilos alfareros respectivos, pero consi- derando en lo posible las evidencias estratigraficas modemas. Kroe- ber (1927), diferencid entre Pre-Tiahuanaco, Tiahuanacoide, Post~ Tjahuanaco, Pre-Inca e Inca, no como estilos sino como periodos temporales. Establecié, ademés, dentro de cada uno de ellos, diferen- cias cuidadosamente aceptables, usando los términos de “temprano”, “media” y “tardio”. El método seguido por Kroeber es evidentemente histérico, cuyo fin iltimo, segin él mismo lo expresara, era lograr que el cua- dro descriptivo se convierta en una narracién ordenada de aconte- cimientos (Kroeber, 1942). Sobre estas sugerencias, afios después, An9AADDNIAIADAIAIAD 16 ROGGER RAVINES Rafael Larco Hoyle (1948), con ocasion de la Mesa Redonda de Chiclin, realizada entre el 7 y 8 de agosto de 1946, estructuré un cuadro cronolégico para la costa norte, en un patron eminentemen- te evolutivo y en el que cada una de sus épocas culturales las sub- dividia en “inicial”, “medio” y “iltimo”, Las épocas de la cronolo: gia de Larco sont 1. Precerdmico; 2. Inicial de la cerdmica; 5. Evo- jutivo; 4. Auge; 5. Fusional; 6. Imperial y 7. Conquista. Un primer perfodo norteamericano, entendide como el naci- miento de un centro de estudios peruanistas, se inicia hacia 1945, cuando Kroeber y/o sus discipulos, emprenden las primeras excava- ciones intensivas en dos dreas definidas de Ia costa: la primera en la zona norte (valles de Chicama y Vind) y la segunda en la Zona sur (valles de Ica y Nasca). De los trabajos Chicama:Vir ¢ Ica'Nasca, pero sobre todo del “Proyecto Vir”, ha de surgix un nuevo trata- tniento de los datos, que enfatizaba en la necesidad de estudiar de un modo integral l desarrollo cultural de un 4rea limitada. El proyecto Virit, planted por primera vez Ia urgencia de els- Dorar una secuencia maestra, que a la vez que permiticra la ubica- cin temporal y la interpretacién humana en un ambiente limitado, daria los fundamentos para correlaciones mis amplias con las otras freas andinas. Los arquedlogos entraban por primera vez en pose- sign de un conjunto de datos que les permitia examinar e inferir sobre aspectos tecnolégicos, sociolégicos y religiosos a trav de un largo perfodo y observar la historia de varias instituciones sin la ne_ cesaria presencia de las propias sociedades aborigenes; se tratabd Gjertamente de un interjucgo de institucion sobre institucién, de tecnologia sobre tecnologia y de desarrollo social, que hasta antes de entonces se habia enfocado desde un punto meramente espec lativo. Las excavaciones del “Proyecto”, en Chicama y Vira, hicieron posible delinear una historia completa de estos valles, con mas de 4 tail afios de ocupacion ininterrumpida. Por primera vez, de entre los escombros de Huaca Prieta, Junius B. Bird extrajo los restos preal- fareros mis antiguos de los Andes Centrales, se obtuvieron los ma- teriales para la primera serie de fechados radiocarbonicos y tambien Ja primera cronologia absoluta 3000 a.C. Inicio de la agricultura prealfarera 2700 a.C. Capa mas profunda de Huaca Prieta 3 ANTRODUCCION 17 2400 a.C. Capa M. prealfarera, con tejidos 1300 a.C. Capa D. prealfarera . 1200 a.C. Aparicién de la primera alfareria Guaiape 800 a.G. Aparicién de Ia alfareria Cupisnique 650 a.C. Aparicién de la alfarerfa Salinar 550 a.C. Aparicion de la alfareria Gallinazo 350 a.C. Desaparicion probable de la alfareria Gallinazo. Finalmente, de aqui nacerén también, un conjunto de esque- mas cronoldgicos que trataron de resumir y periodificar el desarro- Ho de Ja Cultura Antigua del Peni: Wendell C. Bennett | William Duncan Strong | Gordon R. Willey 1945 1945 1945 Imperialistas Imperial Horizonte Inca Constructores de ciudades Expansionistas Fusion Horizonte Tiahuanaco Maestros artesanos Floreciente Horizonte Negativo Horizonte Blanco/rojo| Cultistas Formativo Horizonte Chavin Agricultores tem- pranos Preagricola Preceramico El concepto Horizonte estiltstico o+Estilo de Horizonte fue divulgado por Kroeber, en 1942 (1944, p. 108). Se entiende por Horizonte, a un conjunto de elementos estilisticos que se dispersan unitariamente sobre una extensa area y que son usados con fines cronolégicos. Los estilos horizontales adquieren validez desde el momento que sirven para fijar en su posicién cronoldgica objetos de contextos desconocidos y que pueden ser, con respecto a él, contemporaneos, anteriores o posteriores. Horizonte, tal como lo planted Willey, no era un concepto nuevo en la arqueologia peruana. Lo introdujo Uhle hacia 1902 al tratar de los estilos Tiahuanaco ¢ Inca. Tello lo usd al definir el es- tilo Chavin, y Muelle lo habia y lo ha redefinido en més de: una oportunidad (1952, 1958). a a 18 ROGGER RAVINES A la fecha estos tres Horizontes han sido y son aceptados tacitamente en el cuadro de desarrollo de la cultura andina. E] ori- gen de los horizontes Inca, Tiahuanaco y Chavin, tal como los con- Sderamos actualmente, esta en los estilos serranos, que a principio de siglo se agrupaban en el denominado “perfode megalitico”. Kroeber, afos después, basindose en la decoracién de la alfareria, afiadira los conceptos de horizontes “Negative”, “Blanco en rojo” y “Nasca B-Y”. Desgtaciadamente, ¢l concepto mismo sufrio un res qucbrajamiento en su esencia, al notarse que mientras los estilos artesanales a que aludian, cubrian un gran perfodo de tiempo, su distribucion gcografica era limitada. En 1949, Bennett y Bird, retomaron cl concepto de estilo de Horizonte, cn un esquema cronolégico que aparecia modificado de la siguiente manera: Chavin — Blanco en Rojo — Negativo — Tia: huanaco — Negro-Blanco-Rojo — Inca. Sin embargo, fue esta vez el propio Bennett quien asestd el golpe suicida a la idea cuando dijo Sgurge alguna confusién del hecho que la pintura negativo-resistente contiata durante periodos mucho més tardfos como una tradicién, particularmente en la sierra norte”, (Bennett y Bird, 1949: p. 109). C. R. Willey hizo notar que el estilo puede ser una vertical, es decir una tradicion persistente a través de varias épocas —aunque él habia defendido y defendia especialmente Ia presencia de un Hort- zonte Blanco en Rojo (White on Red Horizon), situado entre Cha- vin y Tizhuanaco— y lo peligroso que es considerar como cl mismo concepto “‘Tradicién alfarera” y “Horizonte estilistico”. Las Wiltimas clasificaciones de la arqueologia andina, han puesto total- mente de lado el uso de la decoracién alfarera para nominar a los estilos de horizonte. Hasta antes de 1947, el problema de patrones de clasificacion para reconstruir estilos 0 periodos, a base del material arqucolégico, ho habfa recibido una verdadera atencién. Bennett introdujo el cambio, y su presencia en el Peri significd una “nueva vision”. Tras su interpretacién evolutiva y socio econémica, usada en su clasificacion de las culturas de los Andes Gentrales, en 1946, in froduce los conceptos de “grandes periodos”: Periodes Chavin, Perfodos Tempranos, Periods Medios, Perfodos Tardios y Perfodos Inca y. “estilos”. A esta terminologia nominalmente inadecuada, Bennett le dio solucién trasladando al mundo andino cl concepto O796000909 19 INTRODUCCION de “rea cultural” y “cotradicién”, conceptos desarrollados por Clark Wissler y Alfred L. Kroeber, para Norteamérica. Sobre estas bases, en la Conferencia de Nueva York (del 17 al 19 de julio de 1947), Julian H. Steward, resumié el siguiente esque- ma de desarrollo funcional: Imperio y Conquista: Inca, Chima Florecimiento regional: Mochica, Nasca, Tiahuanaco clésico Desarrollo regional: Salinar, Gallinazo Desarrollo interéreas: Chavin, Gupisnique Comienzo de Ia agricultura bisica: preceramico Preagricola. E] otro de Jos aportes notables de la década del 50, a la confi guracién y estructuracién de la cronologia y desarrollo de la cultura antigua peruana, fue el trabajo de la Expedicién de la Universidad de Columbia, New York, a Nasca e Ica, realizado entre 1952 y 1953, bajo la direccién de William Duncan Strong, con Ia partici pacién de Robert L. Stigler y José M. Lillien. Entre los diversos cortes estratigréficos realizados por Strong, los de Cahuachi permitieron establecer la primera secuencia cultural para los estilos Paracas y Nasca (desde Paracas T4, hasta Nasca 3). ‘Ademis quedé convincentemente demostrado que: 1. Sobre el rea general del sitio, cl estilo Nasca se desarrollé a partir del de Paracas. 2. Las supervivencias culturales son de tal naturaleza que permiten afirmar que ciertos estilos caracteristicos de Paracas persisten hasta el perfodo Nasca clisico. 3. La distincién entre los estilos Cavemas y Necropolis —hecha a base de las interpretaciones de las excavaciones de Tello en Para- cas— no es aparentemente de importancia cronolégica en lo que concieme a la alfarerfa. La alfarerfa Necropolis, de formas sim- ples, ligeras y de colores claros, se encuentra mezclada con la alfareria incisa y pintada poscoccién de Cavernas, a través de todo el depésito de Paracas, al igual que otras técnicas como la “pintura negativa” que también se encuentra en todos los niveles. 4, Por el contrario, en Ocucajc, la alfareria correspondiente, sobre M99999999949499990 9999999990090 ER RAVINES 20 ROG todo el tipo Cavernas, se asocia con un porcentaje bien bajo de piezas Necropoll 5, El examen de un conjunto de 30 tumbas excavadas, correspon: dientes a la época Paracas, permitié descubrir algunos aspectos interesantes, en lo que respecta a la alfarerfa doméstica, la cual ts abundante, incluso en las tumbas més ricas en piczas finas y decoradas. Las cabezas trofeo son comunes y los créneos general: mente deformados. 6. Finalmente, sobre el material registrado por Strong, cuatro and isis de Carbono 14, dieron resultados importantes. Las Necropo- is consideradas cominmente como correspondientes a la fase final de Paracas y eventualmente contempordneas al primer © segundo periodo de Nasca, aparecieron como anteriores a Caver- nas. Sin embargo, nuevos fechados corrigieron el error inicial y tubicaron exactamente a ambas fases en sus verdaderas posiciones cronolégicas. En las demds excavaciones estratigraficas de Strong en otros sitios de Paracas, de Ocucaje y del valle de Nasca, result6 evidente que la alfareria monocroma que se crcia caracteristica de Necrépo- lis y de Ia época mas reciente, estaba asociada, en parte, con Ia al farerfa del tipo Cavernas y con la decorada en negative, considerada justamente como la més antigua. ‘Al concluir la misién de Strong, el mismo aio emprendian ex: cavaciones en sitios Paracas, Pablo Soldi, en un cementerio de la hacienda Juan Pablo, y Federico Engel, en el valle de Asia y I pro- pia peninsula de Paracas. En el curso de los afos 1957-1958, un equipo de arquedlogos norteamericanos de la Comisién Fulbright, entre ellos: Lawrence Dawson, Dwight Wallace, Dorothy Menzel y John H. Rowe, de la Universidad de California, Berkeley, trabajaron en nuevos sitios de Tos valles de Ica y Nasca, haciendo una revisién de los estilos Para- cas y Nasca, y ofreciendo como consecuencia las primeras secuen- cias para el area. fin los ultimos afios, Menzel, Rowe y Dawson (1964), trabajan- do sobre esta secuencia original de Paracas, han corregido e1rores primigenios y adoptado un sistema de numeracion consecutiva de tno 2 dice para las principales fases de Ocucaje, equivalente del estilo Paracas del valle de Ica. OR Oe meee fa INTRODUCCION 21 Los mismos autores y alunmos de la, Universidad de California, Berkeley, han establecido ocho fases para el estilo Nasca, y recono- cido diez para el de Ica, quedando asi establecida la serie mas com- | pleta y detallada de los cambios estilisticos en la alfarerfa de un rea limitada. El aporte peruano a la problemética de la nueva década se inicia con la Mesa Redonda de Chiclin, en agosto de 1946, para continuar afios después con la Primera Mesa Redonda, reunida en Lima en 1953; la Mesa Redonda de Ciencias Antropolégicas, de enero de 1958, y la Segunda Mesa Redonda, con ocasion del “I Congreso Nacional de Historia del Pera (Epoca Prehispanica)”, ccle- brado en Lima entre el ¢ y 9 de agosto de 1958. Finalmente, la Quinta Mesa Redonda, que se realizara con ocasién de la Semana de Arqueologia Peruana, propiciada por el Instituto de Etnologia y Arqueologia de la Universidad de San Marcos, del 9 al 14 de no- viembre de 1959, y que incidié una vez mas sobre el problema. Sus resultados y alcances han sido comentados parcialmente por Muelle y Lumbreras (1960). Una comparacion de estas sugerencias clasificatorias nos enfren- ta al siguiente cuadro: . j la. Mesa Redonda Mesa Redonda de Cien- 2a, Mesa Redonda 1953, cias Antropolégicas - 1958 1958 . Imperial Imperial Horizonte Tardio Reinos y confedera Reinos y confederaciones | Perfodo Int. tardio cones Fusional Gran fusion Horizonte medio Florecimiento regional | Configuracién regional Periodo Int. temprano Formativo tardio Formative temprano | Formativo Horizonte temprano Agricultura incipiente Periodo inicial Preagricola Periodo precerimico En 1962, John H. Rowe, precisé y definio el esquema de la Segunda Mcsa Redonda de 1958, en términos de cronologia abso: luta (escala larga): Horizonte Tardio (1476-1534), Periodo Interme dio Tardio (1200-1476), Horizonte Medio (800-1200), Periodo Intermedio Temprano (200 A.C. ~ 800 A.C.), Horizonte Temprano (200-1000 A.C.), Perfodo Inicial (1800-1000 A.C.). Sin embargo, 22 ROGGER RAVINES una recopilacién de los nuevos fechados radiocarbénicos, obtenidos a partir de 1962, le han permitido un reajuste en los datos y orig pado el siguiente esquema para los periodos alfareros (escala corta): Horizonte Tardio 1470 A. D. Perfodo Intermedio Tardio 9304 20 A.D. Horizonte Medio 580+ 20 A.D. Perfodo Intermedio Temprano 300 - 350 A. D. Horizonte Temprano 1200 - 1400 A.C. Periodo Inicial 1930 - 2000 A. C. La designaci6n “periodo intermedio” (Temprano y Tardio), en cl esquema de Rowe, se refiere al hecho de que éstos se encuentran entre el Horizonte Temprano y Medio; y Medio y Tardio, respec tivamente. El perfodo Inicial, representa la época antes del Horizon: te ‘Temprano en que se encuentra la alfareria, Durante los perfodos Intermedios ¢ Inicial, se encuentran més diversificaciones regionales que durante los Horizontes. La unificacién cultural del Horizonte Temprano refleja la ex- pansién de influcncias de Ia tradicion Chavin que aparentemente tmana del Norte del Peri, La unificacin cultural del Horizonte Medio resulta en parte de la difusién de ideas religiosas relacionadas a las del complejo Tiahuanaco al sur del Lago Titicaca. La difusion Gel Horizonte Tardio representa la expansion del Imperio de los Incas que tuvo su centro en el Cusco. En suma, los Periodos y Horizontes en este sistema significan sélo épocas de tiempo relative, para facilitar y precisar las discusio- wes concernientes a cuestiones de contemporaneidad y sucesiones cronolégicas de estilos y culturas en los Andes Centrales. El hecho dle que estas épocas se definan a base de cambios culturales, algu- nos de los cuales también reflejan cambios en la vida cultural de tina tegién © acontecimientos de interés general en la historia cultw ral andina, es un producto incidental y no tiene ningin significado especial en el sistema de cronologia relativa. Un concepto cronoldgico que ha adquirido cierta popularidad en la arqueologia peruana de los iiltimos afios ¢s el de “Formati- vo”. El término —en el sentido de sintetizador de los primeros ya vnieatos alfareros de cualquicra de los esquemas arqueolégicos regio- ales de Centro y Sudamérica (véase Meggers y Evans, 1963)— ha sido aceptado por unos pocos autores y su uso y definicion sen- : IvrropuccioN 23 sulato, plantea serios problemas, principalmente en el caso del anti- guo Pert. La tendencia actual es de entender el término “Periodo Formativo” no en el sentido de desarrollo, sino de una manera hasta cierto punto neutral, para definir un periodo arqueolégico de la alfareria temprana, referido a la més antigua, y subdividido en “Temprano”, “Medio” y “Tardio” (Thompson, 1964). Dijimos paginas atrés que con los descubrimientos de Bird en Huaca Prieta se inicié una nueva etapa en Ia investigacibn y el naci- miento de la prehistoria Peruana, o del estudio de las culturas liti- | cas, primordiales o prealfareras. Este descubrimiento significé nece- | sariamente algunos cambios, agregados 0 modificaciones en los es- quemas cronolégicos que se estaban cstructurando. J. Bird y W.C. Bennett consideraron, por entonces, dos periods: uno entre los 1000 y 2300 A.C. 0 de los Agricultores Tempranos y el otro que conelufa hacia los 2300 A.C. y referido a los Cazadores némadas Sin embargo, sdlo a partir de 1958 y las investigaciones de Cardich en las Cuevas de Lauricocha, situadas a 4,000 m. de altura, cs que este estadio precerimico, adquirio verdadera_profundidad cronoldgica. Cardich dividié los sitios de Lauricocha en cinco nive- Tes u horizontes, de I 2 V, para el primero de los cuales obtuvo el i fechado radiocarb6nico aproximado de 8 mil aiios antes de Cristo. Los dos niveles superiores, eminentemente alfareros, databan desde aproximadamente 1000 aos A.C. hasta 1500 D.C. | Edward Putnam Lanning y Eugene A, Hammel (1961: pp. 139-154), usando en gran parte la secuencia de Cardich, sintetizaron las industrias liticas del oeste sudamericano, dividiéndolas en 5 pe- riodos, fechados desde aproximadamente 10 mil aos hasta la extin- cién de los ona y yaghan en ticmpos histéricos: Perfodo IV (3000-1200 A.C.) Hasta la inwoduccién de Ia alfare- ria. Conchales de Ia costa. Periodo II (6000-3000 A.C.) Litico temprano [II. Puntas pe- dunculadas. Periodo IT (8000-6000 A.C.) Fases tempranas de Lauricocha. Perfodo I (8000-10000 A.C.) Sin representacion en los Andes Centrales. SanaannandnAAaaANG 2 ROGGER RAVINES 1 Sélo muy recientemente Lanning y Patterson (1967), usando fechados radiocarbénicos, han estructurado un nuevo esquema de cronologia relativa, como un modo de organizar las industrias y cul- turas prealfareras de los Andes Centrales. Estos periodos son: Perfodo VI A.C. 2500 1800 1500 Perfodo VA.C 4200 — 2500 Periodo [V A.C. 6000 — 4200 Perfodo HL A.C. 8000 — 6000 Perfodo HW A.C. 9500 - 8000 fi Periodo 1 A.C. 2 9500 EL principal problema con el uso de este sistema es el de Ia datacion cruzada, vale decir, cl modo de determinar como la se- cuencia arqueolagica de otras regiones se ajuste con la de Ia costa sur (estadio alfarero) 0 con las culturas prealfareras datadas. En lo que respecta a las cronologias regionales de este estadio, estratificada de hay al menos dos aportes notables. La secuene Lauricocha, departamento de Hudnuco, ya mencionada, y la clabo- vada por Lanning, para la Costa Central, en base a su trabajo reali: vado entre 1961 y 1963, en los conchales de Ancén y el valle bajo del rio Chillon. Las fases propuestas por Lanning (1967), de la mas reciente a la mas antigua son: Chuquitanta, Rio Seco, Encanto, Corvina, Cana- fio, Luz, Arenal, Chivateros 2, Chivateros 1, Oquendo y Zona Roja. Los diez tiltimos afos han sido decisivos en el estudio de estas épocas tempranas de la cultura _andina, Excavaciones sistematicas sobre todo cn la costa, han permitido replantear algunos de los pro blemas basicos, sobre todo en el origen de In agricultura y domesti- cacién de plantas y la introduccién de la alfareria. Se han estructu- rado algunas nuevas secuencias tipoldgicas, sobre todo para la costa y sierra sur-centro y se han descubierto las primeras evidencias de ta fauna fosil asociada a implementos humanos. Merecen destacar- 4 seen este aspecto las investigaciones de Frederic Engel, en Rio Seco (1960), Paracas (1960), Asia (1961), Chilea (1963-1967), valle del Chillon (1965); las de Thomas C. Patterson, en Chivateros (1965-67) y Lurin (1965); las del Museo Nacional de Antropologia ¥ Arqueologia, en Toquepala (1967); de Thomas Lynch, en el Ca GPO A TTS 25 INTRODUCCION Ilcjon de Huayles; las de James Richardson II, en Piura; las de Richard $. Mac Neishy en “Ayacucho- (1969) y las de Edward M. Moseley y la Misién de la Universidad de Harvard, en Ancén, Ven- tanilla y Trujillo (1969-70). Contribuciones decisivas a la arqueologia andina han sido tam- 2 las investigaciones y excavaciones en las ruinas de Kotosh y zona de Hudnuco, realizadas desde 1960 a la fecha por la expedi- cidn cientifica de la Universidad de Tokio, bajo la direccién de Seiichi Izumi; las del valle de Chancay (1961-1962) dirigidas por Hans Horkheimer, con los auspicios del Instituto Cientifico Aleman de Berlin; las de Vicos y Marcard (1962-1964), dirigidas por Gary Vescelius y por cuenta de la Universidad de Comell; las excavacio- nes en Pacatnami, valle de Jequetepeque, por Heinrich Ubbelohde. Doering, con auspicios de la Sociedad Alemana de Investigaciones (1962-1963); las de Donald W. Lathrap y sus alumnos de la Univer- sidad de Illinois en la selva baja del Huallaga y Ucayali; las de Hans Dietrich Disselhoff, en la costa extremo sur; las de Henri Reichlen en el alto Marafién y zonas de Cajamarca y Chachapoyas; las de la Misién Arqueoldgica Italiana, dirigida por Claudio Pellegrino Sistieri, en Cajamarquilla; las de la Misién Espafola, dirigida por Manuel Ballesteros Gaibrois, en Chincheros y las de Thomas C. Patterson y las Universidades de Columbia y California, en los valles de Chillén, Lurin y sierra central; finalmente las del Proyecto Chavin, de la Universidad de Sun Marcos, en la cuenca del Mosna y Castillo de Chavin de Huantar. I Al ofrecer esta seleceién, lo hacemos convencidos de que su lectura aportara una vision despersonalizada y tal vez més inquieta de la cultura de las antiguas gentes del Pert. Al lado de aportes clisicos, verdaderas revelaciones de un mundo que se descubria; la vision actual, lena de interrogantes y planteamientos, y susceptible siempre de enmendaduras y afiadidos. Cien afios de arqueologfa periana que descubren estas paginas, a través de articulos dispersos y no siempre accesibles, el testimonio de una civilizacién pretérita, la base de su historia. ‘Antes de concluir estas lineas, he de expresar mi reconocimien to y gratitud a todos cuantos han contribuido con su consejo, suge- rencias y criticas a agilizar esta seleccién. A los autores incluidos 26 ROGGER RAVINES que bondadosamente nos han dado su autorizacion para reproducir cus trabajos. Mi gratind especial por sus comentarios a José y Rosalfa Matos, Jorge C. Muelle, John H. Rowe, Edward P. Lanning, Dorothy Menzel, Donald E. Thompson y John Murra. Al personal del Instituto de Estudios Peruanos y, en fin, a todos cuantos han hecho posible este volumen. 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