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2.

LA TRISTE AUSENCIA
Su manto recogi la noche oscura
que cobijaba el mundo tristemente,
y abrindose las puertas del oriente
se asoma a su balcn la aurora pura.
De la fresca arboleda en la espesura
los cfiros susurran blandamente;
desata el arroyuelo su corriente,
y por mrgenes verdes se apresura.
Sus fragancias respiran flores suaves,
y llenando los vientos de armona
requiebros trinan las parleras aves.
Todo el mundo se llena de alegra,
menos yo, que en mis penas siempre graves,
ausente estoy de la zagala ma.

Dolores padezco en ellas

conque al verlas tan pajizas

conque as voy tropezando,

las he de dejar en blanco;

que fue achaque que saqu


cuando anduve en malos pasos.
De los pies soy tartamudo

en cuyo papel escripto


con varias letras de granos
son las cejas negros rasgos,

y de la lengua soy zambo,

son los ojos pardas tildes.

porque con ella tropiezo

[...]

y con ellos no ando claro.


[...]
Rostro casi no le tengo,
porque las bubas de antao

ste soy, y pues soy ste


no soy feo votado a tantos
sino fiersimo, pues
de puro fiero soy huapo.

ni cara en qu persinarme

Y as digo, cuando miro

con flaqueza me dejaron.

mi estupendo garabato,

Colores a las mejillas

Dios me bendiga porque

ni aun retricas las hallo

soy de fiereza un milagro (ff. 16r19r).

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