Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Expediente: 011-L-01921/07
PSICOONCOLOGIA
Síndrome de Damocles
Dentro de los propios, están los aportes hechos desde la práctica clínica y la
investigación realizada incansablemente hasta nuestros días por los
maestros de la disciplina desde hace ya muchos años (década del 460
profesor José Schavelzon) y el aporte continuo, que desde entonces hasta
hoyelde ellos hasta nuestros días con renovado y nada despreciablemente
enriquecido por algunos aporte de sus seguidores.
1
Dentro de los aportes casi propios, están aquellos provistos aportes desde la
neuropsicoendocrinología con su particular visión integradora de lo
sistemáticamente desintegrado por una praxis médica positivista imperante desde el
siglo XVIII. YCcomo aporte ajeno, a una incipiente apertura de algunos sectores
(y lamentablemente solo, de algunos) de la oncología clínica a todo, lo que
desde la Psicooncología pretendemos aportar.
Este período de “sobre vida” es un desafío para nosotros (¿por sobre la vida
anterior?) y sobrerespecto a algunas cuestiones observadas en esta etapa rezan
estas notas, que sin un correlato metapsicológico todavía muy claro pongo
vuestra a consideración esperando esperando ansioso de agradecimiento todo
aporte que se les puedadeba dar.
No pretendo más que abrir un espacio al que le están faltando sin duda los
aportes que puedan acercarle.
3
Es en esta cuestión que ha cambiado la psicooncologíapsicooncología pues aquí
también ha cambiado la oncología, quiene con sus adelantos nos requiere (aún
sin ser muy conciente de ello), en ayuda oportuna, tal situación es la de que
muchos cánceres han dejado de ser los eventos finales y mortales, casi
póstumos, que se escriben en elun epílogo, para devenir en finalmente en
eventos vitales que se esinscriben en la memoria, como otro capitulo más de la
novela vital de la persona.
He buscado una referencia para que nos asista en lo que quiero decir respecto de
algunos factores en estas “etapas nuevas” en el proceso de enfermar, padecer y
sanar de cáncer, que nos ilustren lo más claramente posible, en el cambio de
paradigma: aquel exclusivamente biológico, físico, químico y molecular de otrora, por
uno con cierta dinámica que ayude a concebir a la enfermedad como un hecho
individual (del individuo), personal (de la persona), social (de los míos que también la
padecen) y psicológico (de mi alma , pensamiento, conducta, actos, gestos y
proceder). Encontré una historia que creo nos asistirá en el intento de entender,
comprender y transmitir lo difícilmente expresable desde el particular discurso del
“sufriente mudo” (todo sufrimiento es psíquico).
Persiste un concepto casi medieval en la cartografía médica de las fronteras entre las
disciplinas, casi aquel mismo de los mapas de Colon y anteriores, en la que según
los dichos de muchos, se dibujaban las líneas entre lo que existe y lo que no. La
salud, según aquellos conceptos todavía actuales, obra como aquella cartografía,
usa dichos de muchos para dibujar nuestras presuntas líneas y mientras más sean
aquellos que dicen, creeremos más justos y exactos los límites marcados, pero en
nuestra disciplina por ser aún pocos, deberemos alzar la voz, para compensar la
inferioridad numérica, tanto como sea necesario para que el trazo de las fronteras se
ajusten lo más posible a los límites actualizados que proponemos.
4
La Historia:
Hacia el siglo IV a.C. en Siracusa, según la tradición confirmada por los historiadores
romanos Cicerón y Horacio, el tirano Dionisio I debía soportar en su corte a un
personaje que le resultaba muy molesto ya que permanentemente elogiaba la forma
de vida, los placeres y la fortuna del tirano. Este personaje se llamaba Damócles.
Cierto día Dionisio, el viejo, cansado de los comentarios llenos de ironía y envidia de
Damócles, le pide que lo suplante en el trono durante un festín, haciendo colgar una
pesada espada sobre el trono justo sobre su cabeza y únicamente atada con una
crín de caballo, luego lo invitó a, beber y a comer los suculentos manjares; Damócles
no pudo.
5
ruedas, en los primeros días las paspaduras del pañal en los últimos las escaras de
decúbito.
Un paciente escribió:
“…El consuelo es que después el pelo crece, quienes nos lo dicen creen
honestamente tranquilizarnos, sin tener la menor idea de que nuestra enfermedad
nos impide pensar en después, nos roba de un zarpazo el futuro, nos cristaliza en un
presente eterno. Los segundos se hacen horas, las horas días, los intervalos entre
los ciclos de quimioterápia se transforman en nueva unidad de medida. Así a la
pregunta de ¿cuánto llevas de tratamiento? Ya no respondemos tres meses sino
cuatro ciclos.
No es la pelada lo que molesta sino que esta enfermedad te roba el futuro, el pelo
crece, seguro que crece si dicen que crece aún después de muertos….”
No hace mucho que la expectativa de vida no sobrepasaba los cuarenta años, hoy
morir antes de los setenta es morirse pronto. Mientras estamos sanos creemos que
solo se muere de vejez, enfermos caemos en la cuenta de que eso es solo una
ilusión. Contra esta ilusión, la realidad de la enfermedad le declara la guerra y el
campo de batalla serán nuestro cuerpo y fundamentalmente nuestra mente, en la
que cada una, realidad e ilusión, cada cual con su estrategia y con sus armas, se
trabarán en feroz lucha por la victoria, pero que nos quede claro que aún ganando
las huestes de la ilusión los daños serán terribles, habrá que reedificarse y
restaurarse casi por completo.
6
El síndrome de Damócles se da ante el proceso de reconstrucción personal en la
situación particular de aquellos pacientes que sobreviven al sacudón siempre
inoportuno de su escalera que deben luego del mal llamado período de control
reincorporarse a sus vidas.
Aquí el individuo deberá optar entre reconstruir lo dañado por la enfermedad y los
tratamientos o más drásticamente empezar de nuevo y desde cero, quizá con una
nueva arquitectura. Habrá estructuras que bien merezcan una artística restauración,
otras que será mejor terminar de derrumbarlas y reemplazarlas por unas totalmente
nuevas y mejores.
Estas tareas no le resultarán fáciles a ninguno sin compañía ni ayuda (aquí entramos
los psicooncólogos). La propuesta es la de aprovechar lo aprendido durante el
proceso de enfermedad y en el momento de reedificar evitar caer en la tentación de
reconstruir lo anterior compulsivamente. Es de animarnos a cambios.
Este Síndrome deberá diferenciarse de dos cuadros planteados por los constructos
psicopatológicos y que son totalmente distintos, a saber: El síndrome de Lázaro de
Dhomont que se refiere a la situación particular de pérdida de los beneficios
secundarios de la enfermedad, así como la desconexión parcial con el equipo
médico, agotamiento de las licencias laborales, o pérdida del protagonismo en el
entorno familiar y social. Tampoco se refiere a lo que hoy llamamos trastorno por
estrés postraumático, presenta varias diferencias clínicas que no lo excluyen pero
que merecen ser tenidas en cuenta con precavida independencia, ya que el evento
vital cáncer es de tal magnitud que es lícito suponer que no se agotan sus secuelas
1 Schavelzon, José “Impacto psicológico del cáncer” Editorial Galerna. Año 1977
7
en los vericuetos taxonómicos del D.S.M.IV2 con la única referencia que hace en sus
909 páginas a algo referido al cáncer.
8
de la incertidumbre que instala la enfermedad, ocupando el lugar de la fantasía de
infinitud, se relaciona con lo que podríamos llamar fantasía existencial y con el
cuestionamiento de todas las elecciones hechas a lo largo de toda la vida.
El Síndrome de Damocles es propio del paciente, el SEPT puede ser del paciente o
de cualquier allegado.
Una vez abocados a la tarea de acompañar a los que estén en este azaroso e intimo
trance recordemos ayudarles a construir esa estructura interna, ese esqueleto del
alma que la sostenga y dé forma y les permita independizarse claramente del
esqueleto exterior (coraza) por dentro del cual todo era yo y por fuera todo ajeno
Psicooncólogo
9
Jefe de la Unidad De Psicooncología
10