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Entre Malthus, Godwin y El Cairo Pablo Simén Lorda Médico de familia y especialista en bioética. Miembro del to B. 1. Godwin y Malthus No es posible abordar un andlisis sobre el pro- blema de la poblacién en nuestra época sin tra- er a colacién el famoso Ensayo sobre la poblacién de Robert Malthus (1736-1834). Es una cita obligada. Sin embargo las referencias al trabajo de Malthus suelen ser de pasada y, 2 menudo, de ofdas. Pocos sefialan que, por ejemplo, el optisculo de Malthus es en realidad un escrito polémico, dirigido contra dos autores muy im- portantes: Condorcet y, sobre todo, William Godwin. Tanto es asf que el titulo completo de la primera edici6n del libro, de 1798, era Ensa- yo sobre el principio de la poblacién, en la medida en ‘que afecta la mejora futura de la sociedad, con ref rencia a las especulaciones de Mr. Godwin, Miz Con- dorcet y otros escritores (en adelante el Ensayo).' Estos otros escritores son Adam Smith, Wallace © Price. Pero los relevantes son sin duda Con- dorcei, al que dedica dos-capitulos ~el 8 y el g-'y William Godwin, con quien polemiza di- rectamente en 6 de los 19 epigrafes del escrito ~los capitulos 10 al 15 ambos incluidos-. William Godwin (1756-1836) es un autor muy poco conocido a pesar de haber sido uno de los autores de filosofia politica mas relevan- tes de la Inglaterra de finales del siglo xvimi y comienzos del xrx. Han sido los autores anar- quistas los que lo han rescatado del olvido y lo consideran uno de sus predecesores histéricos ms relevantes.* Sin embargo lo cierto es que Godwin es un personaje dificilmente clasifica- ble. Como no podfa ser de otra manera por el tiempo y el Iugar que le tocé vivir, Godwin per- tencce en realidad a la tradicién ilustrada libe- ral briténica que nace con Locke, pero fuerte- 34 ~ Acontecimiento Otono de 1995 mente influenciada légicamente por la expe~ iencia de la Revolucion Francesa, sobre todo por las posiciones mas radicales. Es pues, diga- moslo asi, un «liberal de izquierdas» cuyas ide- as sobre la organizacién politica y sobre la pro- piedad Jo hacen acreedor del titulo de «proto- anarquista». Pero es preciso sefialar que su argumentacion ética es 1a mayoria de las veces de corte utilitarista, fuertemente deudora de Hume, y muchas de sus afirmaciones parecen escritas por el mismisimo Bentham (1748- 1832), cuya obra no sabemos si conocié. Sin embargo también fue buen conocedor de los clasicos griegos, y muchos de sus planteamien- tos morales tienen asimismo raices socraticas, plat6nicas y aristotélicas, La biografia de Godwin es, como su obra, extraordinariamente sugerente.* Baste recor- dar que estuvo casado con Mary Wollstone- crafi, una de las mas importantes feministas de su €poca —Vindicacin de los derechos de la mujer, 1792-. De este matrimonio nacié Mary God: win, que serfa la esposa de uno de los mayores poetas roménticos ingleses, Percy Bisshe She- ey, quien estaba fascinado por las ideas de Wi- liam Godwin, a quien consideraba su mentor espiritual.’ Mary (Godwin) Shelley pas6 a la posteridad por ser la autora de la novela Frans- kenstein, quizas uno de las exposiciones més in- teresantes del mito antropolégico de la Moder- nidad por su simulténea mezcla de apologia y critica de esa aspiraci6n a la divinidad de la que hablarfa Feuerbach. Por su parte, la hijas- tra del desgraciado segundo matrimonio de Godwin mantendria relaciones con Lord By- ron, de las que nacerfa una hija, Allegra. God- win, que renegé de su actividad como sacerdo- te presbiteriano, desarrollé una intensa activi dad como ensayista, novelista y periodista, pero su situacién econémica fue mas bien siempre precaria toda su vida. No fue un activista politi- co, sino un apasionado buscador de la verdad mediante la reflexién filosofico-politica. Murié en Londres en 1836, siendo un modesto y olvie dado funciona- rio. Su obra mas importante fue Investigacion en torno a la Justicia Politica, ) su in- fluencia en la vir- tud y la felicidad generales, (en ade- lante Justicia Poli- tica) publicada en 1793, ¥ que causd una auténtica conmocién entre la nobleza y la burguesia de su tiempo.‘ En 1797 aparecié asimis- mo una recopila- cién de ensayos suyos con el titulo de Enquirer. Uno de estos ensayos, el dedicado a la avaricia y la pro- digalidad, sera el que moverd a Malthus a ocu- parse de la obra de Godwin, como lo atestigua Ia primera frase del Prefacio de su Ensayo (1798): «Este Ensayo debe su origen a una conversacién con un amigo, en torno al ensayo del seftor Godwin sobre Ia avaricia y la prodiga- lidad, publicado en su Enquirer».’ El «amigo» en cuestin era en realidad su padre, Daniel Malthus -que fue intimo amigo de Hume y Rousseau-, simpatizante de muchas de las ide~ as de Godwin. Pero el grueso de Ia critica de Malthus a Godwin toma como referencia algu- nos de los parrafos que éste dedica al tema de la poblacién en su Justicia Politica La Justicia Politica de Godwin es una obra fascinante, un auténtico tratado de ética politi- ca que consta de ocho libros. Hay alli paginas bellisimas. En él subyace una antropologia tipi- camente moderna de corte roussoniano, total- mente confiada en Jas posibilidades del progre- so humano ilimitado cuando se sigue la propia raz6n, yen la bondad innata del hombre cuan- do se le libera de las perversiones de origen social, que le desvian de su natural inclina- cién a la basque- da de la verdade- ra felicidad. Des- de estas premisas Godwin. realiza en su obra una profunda critica a todos los sistemas de gobierno, in- cluidos los con- tractualistas, y di- sefia un sistema social presidido por la ausencia del Estado y por la abolicién del monopolio de la propiedad. Su descripcién del sistema equitativo de propiedad, que lleva a cabo en el libro VIM, tiene un tinte amable e ingenuo, pues esta convencido que no se llegard.a él por la fuerza de las armas y la violencia, sino en la medida en que los hom- bres descubran que es el tinico sistema que ra- cionalmente puede proporcionar la felicidad auténtica. Su conexién con la literatura utépi- ca del Renacimiento es innegable, pero sus Propuestas son menos visionarias, més analiti- cas, en definitiva, més ilustradas que en aqué- lla. La concepcién que Godwin tiene de Ia pro- piedad esta estrechamente vinculada a su idea de que sélo es legitima en la medida en que cumpla su funcién social, cual es la de elevar el toto de 1995 Acontecimiento » 35 caudal de felicidad y bienestar general de to- dos. Godwin est4 convencido de que su sistema igualitario puede garantizar un progreso in- definido de la humanidad. Es entonces cuando surge, ante esta idea ~como en Condorcet= el potencial problema de la superpoblacién de la tierra, puesto que a la cuestin del aumento de la poblacién debido al bienestar se aiiade la firme creencia en la posibilidad de alargar casi indefinidamente la vida humana. Godwin apor- ta dos soluciones que son las que va a criticar precisamente Malthus. Una la conviceién de que el desarrollo del potencial cientifico y téc- nico de una humanidad en situacién de bie- nestar puede llegar a movilizar los stificientes recursos como para alimentar a una masa de poblacién inimaginable. El problema, por tan- to, se retrotrae hacia un futuro demasiado leja- no como para resultar preocupante. La segun- da solucién parte de la conviccién de que a medida que se logre el desarrollo integral de los hombres en Ia situacién de equidad, la pre- ‘ocupacién por la bisqueda intelectual del pla- cer de la Verdad ir desplazando a otro tipo de intereses mis bajos, como el sexual. Por tanto en la sociedad igualitaria se caminara hacia un situacién de autocontrol del crecimiento de la poblacién. 2. Malthus y Godwin Si penoso es el poco conocimiento que en ge- neral se tiene de la figura de Godwin, igual- mente de lamentable es la idea que de Malthus se posee en determinados circulos, donde es considerado como una especie de bestia inmo- ral. Tales juicios maniqueos suelen ser fruto de Ta ignorancia. Lo cierto es que Malthus es un personaje tan fascinante como Godwin, por mas que sus planteamientos nos resulten alta- mente cuestionables. Daniel Malthus, el padre de nuestro autor, era un tipico country gentleman inglés, esto es, un hacendado rural de clase media que vivia de las rentas que le proporcionaban sus propie- dades. Como gran amigo y admirador de Hu- me y Rousseau, que frecuentaron su casa, su se- gundo hijo, Robert, fue educado en un ame Diente intelectual muy selecto, decididamente 36+ Acontecimiento Otto de 1995 influenciado por el Emilio de Rousseau. Asimis- mo Robert fue, como Godwin, un gran conoce- dor de la cultura clasica, En 1784 ingres6 en el Jesus College de Cambridge. Alli tuvo como com- paiieros a quienes legarian a ser brillantes figuras de la intelectualidad briténica, como al poeta Coleridge o al explorador Clarke. En 1788 tomé las érdenes religiosas, y a partir de cntonces reparti6 sus estancias entre Cambrid- ge y una vicarfa cercana. Pero la vida académi- €a fue absorbiéndole mas y mas. En 1804 se ca- 86, y de su matrimonio nacieron tres hijos. En 1805, a los 355 aiios, ocupé la primera catedra de Economia Politica de la historia de Inglate- rra, en el East India College. Abandonaria defini- tivamente sus dedicaciones religiosas para con- centrarse en la vida crudita y universitaria, co- mo prestigioso profesor. Murié en 1834, on medio del reconocimiento generalizado a su labor como economista. El primer Ensayo (1798) €s una obra juvenil, Posteriormente Malthus fue ampliéndolo en sucesivas ediciones, que apagaron la brillantez polémica de la primera edicién y lo volvieron un texto farragoso. Pero lo mas interesante es que el Ensayo supuso el estimulo inicial para desarrollar toda una investigacién sobre econo- mia politica, investigacién que se vio alentada por su estrecha amistad con David Ricardo (1772-1828), con quien discrepa en muchos puntos de su teorfa econémica. El culmen de esta investigacién son sus Principios de Economia Politica (1820), una obra capital del pensa- miento econémico clasico.* «Si Malthus y no Ricardo hubiera sido el tronco del que broté la ciencia econémica del siglo x1x, cuanto mis sa- bio y rico serfa hoy el mundol», decia Keynes, para resaltar que no pocos de los planteamien- tos de la economia del bienestar tienen en rea- lidad su origen, paraddjicamente, en las ideas econémicas de Malthus.? Pero lo que nos interesa ahora es el plantea- miento de Malthus sobre el problema de la po- blacién. En el capitulo 1 del Ensayo Malthus esboza con extraordinaria claridad lo que pretende demostrar. Establece, pues, dos premi sas: «Primero: el alimento es necesario a la exis- tencia del hombre» y «Segundo: la pasion en- tre los sexos es necesaria y se mantendra practi- camente en su estado actual». Y afirma que a partir de ellas, el andlisis de Ja evolucién social y econdmica leva a la siguiente conchusi6n: La capacidad de crecimiento de la poblacién es infinitamente mayor que la capacidad de Ia tierra para producir alimentos para el hombre. La poblacién, si hho encuentra obsticulos, aumenta en progresién geo- ‘meétrica, Los alimentos tan s6lo aumentan en progre- sién aritmética, Basta con poseer las mis elementales nociones de mimeros para poder apreciar la inmensa diferencia a favor de la primera de estas dos funerzas ® Es obvio que lo que hace Malthus es criticar las dos soluciones que Godwin daba al hipotéti- co problema de la sobrepoblacién de su socie- dad igualitaria: no cree en la capacidad ilimita- da de producir alimentos, ni cree en la progre- siva extincién del deseo sexual. Pero Malthus no se detiene aqui, lo que hace es negar preci- samente la posibilidad de una sociedad iguali- taria porque las propias leyes de la naturaleza lo impiden. Estas leyes obligan a la eterna lu- cha por el espacio y por el alimento, recursos siempre limitados, y por tanto ejercen una pre- sién restrictiva sobre el crecimiento de las po- blaciones, vegetales, animales y humanas." Es, por tanto, esta ley de la naturaleza la que hace que unos gancn y otros pierdan, es ella la que instaura las desigualdades sociales y la miseria de buena parte de la poblacién, para facilitar que los efectivos de la misma se mantengan al mismo nivel que los recursos cconémicos de toda ia sociedad en conjunto. En el fondo, el verdadero destino de los ataques de Malthus es la postura de Godwin ante el Estado y la pro- piedad, y lo que defiende es la estructura social y econémica establecida, por ser, al decir suyo, producto directo de las leyes de la naturaleza: ‘Ninguna pretendida igualdad, ninguna reglamenta- ‘ibn agraria, por muy radical que sea, posira eliminar, durante un ‘siglo siquiera, la presion de esta ley, que aparece, pues, como decididamente opuesta a la post ble existencia de una sociedad cuyos miembros pure ddan todos tener una vida de reposo, felicidad y relativa holganza y no sientan ansiedad ante la dificultad de proveerse de los medios de subsistencia que necesitan ellos y sus familias.” Las argumentaciones de Malthus tienen una sabor decididamente conservador y, curiosa- mente, un trasfondo igualmente utilitarista, co- mo en Godwin. Pero éste es el lado oscuro del utilitarismo, puesto que si la mayor felicidad colectiva que puede conseguirse es la que ema- na del orden social establecido, esta justificada Ia miseria de muchos si con ello se garantiza el bienestar «general». Malthus, que se inserta co- mo Godwin en la tradicion liberal britanica es, sin duda y a diferencia de éste, un «liberal de derechas». Para Malthus este orden econémico y social est amenazado por Ia constante tendencia de Tas capas mas bajas de la poblacién a aumentar su niimero, que s6lo logra evitarse por la pre- sién que la miseria ejerce en contra de esta tendencia. Por eso las leyes de beneficiencia las poor law inglesas~ le parecen tan nefastas, porque permiten que los mas pobres se liberen de la miseria en un grado suficiente como pa- ra, sin salir en realidad de la pobreza, se anule el efecto disuasorio y comiencen a reproduci se, con lo que el niimero de pobres no hace si- no aumentar, y al haber mds personas con las que repartir los bienes escasos, se produce a la larga un empobrecimiento general de toda Ja sociedad. Lo mas que puede hacerse con la mi- seria es seguir el principio de caridad, que obliga a mitigar el sufrimiento de los demds, pero que nunca puede tratar de subvertir la desigualdad ordenada por las leyes de la naturaleza, Con todo hay que decir que Malthus no era partidario de los métodos artificiales de con- trol de la natalidad, lo que propugnaba era convencer a los pobres de que practicaran la abstinencia sexual y, sobre todo, retrasar al mé- ximo la edad del matrimonio. La antropologia que subyace en las posicio- nes de Malthus es de corte netamente pesi- mista, quizés no hobbesiano pero sf flocalvi- nista. Desconfia netamente de las capacidades del hombre, de su raz6n, y de las posibilida- des de un desarrollo cientifico y técnico que haga progresar a la humanidad, porque en el fondo esta convencido de que ello seria anti- natural. twit de 1995 Acontecimiento - 37 3. Malthus después de Malthus, Godwin después de Godwin Las ideas de Malthus fueron adquiriendo fuer- za alo largo del siglo xrx, a medida que se agu- dizaban las contradicciones econémicas y so- ciales de la revolucion industrial y Ia miseria aniquilaba las masas obreras. A finales del siglo xX a las ideas mnalthusianas se incorporaron nuevos elementos. Eran los provenientes de las teorias eugenésicas, que levando al extremo los argumentos naturalistas de Malthus y la ide- ologia darwiniana, tratarian de biologizar las causas de la miseria. El lado mas oscuro de la Eugenesia —porque también tiene vertientes positivas, y no pocas- Ilevaria, como ya se sabe, ala experiencia del nazismo, Por el contrario las ideas de Godwin encon- waron poco eco a lo largo del siglo xrx, domi= nado por los gigantes de las teorias anarquis- tas, socialistas y comunistas. Marx, Engels, Ba- kunin, etc, y no Godwin, pasaran a la historia como los teéricos de la justicia politica y econd- mica y de la critica al Estado y a la propiedad. Después de la segunda mundial, con el ad- venimiento del periodo de prosperidad econé- mica mundial que llega hasta 1973 -crisis del petrdleo-, se produce un hecho curioso: en lo relativo a la poblacién los estados ricos de Nor- te comienzan a comportarse cuasi-godwiniana- mente consigo mismos, pero malthusianamente cuando miran a los pafses pobres del Sur, cuya prosperidad econémica no es suficiente para pero si para multiplicar samente su poblacin. Decimos que los paises del Norte se com- portan cuasi-godwinianamente porque parecen cumplir a pics juntillas los postulados de God- win sobre la poblaci6n. Por un lado creen firmemente en la posibilidad de un desarrollo cientifico y téenico ilimitado que puede pro- porcionarles unos grados de bienestar y desa~ rrollo incomensurables. Por otro confirman su idea de que a mayor bienestar mayor autocon- trol del crecimiento de la poblacién, pero no porque las personas tiendan a dedicarse a las virtudes intelectuales, sino porque quieren dis- frutar de su creciente poder econémico, de su ocio, etc, cosa que exige limitar el nimero de 38- Acontecimiento Ouoto de 1995 hijos y que les facilita la creciente generaliza- cion de los métodos anticonceptivos. Pero en cualquier caso lo que bajo ningiin concepto admiten los paises del Norte son los plantea- mientos criticos que subyacen y dan sentido a las ideas de Godwin: su condena al sistema mo- nopolistico de la propiedad. En esto siguen siendo malthusianos a ultranza, y sobre todo en lo relativo a sus relaciones con los paises del Sur. Estos, por su parte, si parecen cumplir las profecias de Malthus, puesto que se produce en estos afios una auténtico despegue pobla- cional que no se corresponde con su despegue econémico, que sigue siendo infimo. Es enton- ces cuando los paises ricos fuerzan a muchos paises del Sur a adoptar las primeras politicas natalistas Pero en 1972 el Informe del Club de Roma titulado Los ifmites del crecimiento puso de ma- nifiesto que la conviccién en las posibilidades del ilimitado desarrollo de la sociedad mundial era una quimera, que los recursos eran limita- dos y que si la poblacién seguia creciendo co- mo hasta la fecha la situacion podia volverse catastréfica. El informe ha sido muy criticado, pero lo cierto es que supuso que comenzara a aceptarse que, mas alld de los egoistas intereses ‘ocultos de los paises del Norte que habian mo- vido hasta entonces las medidas natalistas, y que como veremos han seguido actuando, lo cierto es que el crecimiento desmesurado de la poblacion era un problema en si mismo que no podia ser ignorado por la sociedad interna- cional, porque amenazaba a todos. Por eso en 1974 se celebré en Bucarest la primera Confe- rencia Mundial sobre Poblacion, y en 1984 en México, la segunda. Pero sélo ha sido en la Conferencia Internacional sobre Poblacién y Desarrollo de El Cairo de 1994 cuando ha co- menzado a admitirse que la solucién del pro- blema no puede ser solo estrictamente demo- grafica, 4. El sistema equitativo de propiedad de Godwin, la asignatura pendiente de El Cairo Nadie que sea infnimamente responsable pue- de obviar a estas alturas que el crecimiento de la poblacién, sobre todo en los paises del Ter- cer Mundo, es un problema muy serio que afecta a toda la humnanidad, porque lo cierto es que los recursos del planeta, se repartan como se repartan parece que son limitados y no po- dran sostener un crecimiento indefinido de ta poblacién. Nadie que sea minimamente res ponsable puede renegar por tanto de la neces dad de incentivar el control de Ia natalidad en estos paises. Y el desarrollo de estas. politicas debe de realizarse con los medios que resulten mis eficaces, que no son otros que la educa- cién sexual y la difusin de los métodos, sean 0 no naturales. Como bien dice el documento final de la Conferencia,” entre ellos no puede encontrarse el aborto, ni tampoco Ia esteriliza- cién obligatoria. Negarse a reconocer la necesidad del con- iol demografico litnitindose a afiriiar que el probiema de poblacién es un pseudo-problema creado por las naciones ricas es inaceptable. Afirmar que no deben realizarse politicas de control de natalidad para que al final la «bom. ba demografica» termine por hacer estallar la injusta estructura de la comunidad internacio- nal, es utilizar a los pobres de la tierra como medios y no como fines en sf, y aceptar la muerte diaria de miles de victimas de la mise- ria, en la «esperanza» ~cémoda por parte de quienes tales cosas afirman- de que entonces se dard algiin sentido al cruel sinsentido de sus actuales muertes. Pero lo que también resulta inaceptable es reducir todo el problema a la dimensién de- mografica y pretender que la tinica solucién necesaria son politicas natalistas. Los pafses ri cos han pretendido mantener esta idea curan- te mucho tiempo. Y desde esta perspectiva es- tuvieron planteadas las dos anteriores Confe- rencias. Pero las evidencias en contra de esta visién tan sesgada era ya tan abrumadoras que la Conferencia de Bl Cairo se ha visto en la ine- ludible necesidad de plantear la cuestién en el doble término de poblacién y desarrollo. Y es que facilitar el desarrollo econémico, politico, social y cultural de los paises del Sur es tan im- portante como el fomentar el control de la na- talidad. Politicas de desarrollo sostenible —no equivalentes por tanto a la que sustenta el mo- delo desarrollista de los paises del Norte, basa- do en el consumo ilimitado-, socialmente equi- tativas, econémicamente eficaces y respetuosas con el medio ambiente, son pues el otro brazo que Ia Conferencia de El Cairo plantea como imprescindible para controlar el problema de la poblacién. Pero hay que decir que el docu- mento final expresa esta idea, tan importante, de manera muy escasa en espacio y profundi dad, lo que hace sospechar que la cuesti6n si gue siendo dificilmente aceptada por los paises Ficos. En. conjunto, la lectura de el texto del docu- mento de la Conferencia de El Cairo no puede sino suscitar la conformidad y el apoyo de to- dos los que quieran enfocar el problema de manera sensata. El problema no lo plantea pues lo que se dice, sino lo que no se dice. ¥ aqui es donde se vislumbra el interés en recor- dar y repasar Ia polémica de Godwin y Malthus. Porque lo que se ha ocultado en la Conferen- cia de El Cairo es en el fondo lo mismo que en- frenté a Godwin y a Malthus hace ya dos siglos: que la solucién tiltima del problema tiene que ver con la forma de entender la propiedad; en nuestro caso, con Ia estructura econémica in- ternacional basada en la sistematica explota- cién y expolio del Tercer Mundo por parte de los paises del Norte rico. No se trata pues s6lo de poner a punto politicas natalistas y de desa- rrollo; esto es muy importante y muy necesa- rio, pero no Mega al fondo de Ia cuestién. Lo que hay que plantear ademis es el reparto de una riqueza que esta ya de entrada desigual- mente distribuida. No se puede tratar sélo de que los ricos ayuden solidariamente (desarrollo) a los pobres a salir de su miseria, sino de que ademas empiecen por renunciar justamente (re- parto) a mantener el desequilibrio preestable- cido por su propia riqueza. Esta es pues la ta- rea pendiente: definir un auténtico sistema equi- tativn internacional de la propiedad como el que queria Godwin. De lo contrario todas las gran- des Declaraciones, como la de los 15 principios del documento final de la Conferencia de El Cairo, seguiran pareciendo hermosas palabras escritas sobre papel mojado. Yel grito de God- Otto de 1095 Acontecimiento - 39 win continuara sonando, inquebrantable, en nuestros ofdos: Si fa justicia tiene algiin sentido, es inieno que un. hombre posca Io superfluo, mientras existan seres humanos que no dispongan adecuadamente de esos elementos indispensables (...). Los habituado a tal punto a la contemplacién de la injust- cia, de la iniquidad y la opresién, que sus sentimientos han llegado a atrofiarse y su inteligencia se ha vuelto incapaz de coraprender el sentido de la verdadera vir- mod." Notas 1. Marius, R. Primer ensayo sobre la poblacién. Madrid: Alianza, 1966. 2. Las criticas a Conpoxcer tienen como objetivo su famoso Esbozo de tin cuadro histbrico de ls progre- sos del espiritu humano, publicado en 1793. (Madrid: Editora Nacional, 1980) 3. GARCIA Mortyon, P. Del socialismo utdpico al anar- quismo. Madrid: Cincel, 1985. 4. Cano Ruxz, B, William Godwin, su vida y su obra. México: Ideas, 1977. SHELLEY, P. B. No desperttis « la sexpiente. Antologia poética bilingie. Traduccién, prélogo y notas de Juan Abeleira y Alejandro Valero. Madrid: Hipe- Tidn, 1991. 6. Gonwin, W. Investigacién acerea de la justicia politi- ea, Madrid: Jitcar, 1986. Edicién incompleta —faltan varios capitulos~ realizada en papel y tipografia propiciadores de Ia ceguera del lector, pero que al menos, tiene el mérito de ser la Tinica de la que disponemos en Espafta. Incluye e 40- Acontecimiento Otoio de 1995 ademas un hermoso articulo introductorio. redactado por Diego Abad de Santillan en 1945, para la edicién que de la obra se hizo en Argen- tina, 7. Macrnus, R. Op. ctv. 43, &. Barner, W. J. Historia del pensamiento econémico. 4° ed. Madrid: Alianza, 1980: 53-71. 9. Lop Keynes. «Robert Malthus (1766-1834). Bl primer economista de Cambridge». En Matr- Hus, R. Op. cit. pp. 7-40. 20.MALTHUS, R. Op. cit. pp. 52-53. 11.Darwin seré influido por este planteamiento de Malthus, 12. Mautaus, R. Op. cit. p. 55 ag.Nactones UnrDas. Conferencia Internacional de El Cairo sobre Poblacién y Desarrollo. Programa de Accifn, Madrid: PPC, 1995. 14.En cuanto a la prevencién de la infeccién por el VIH, el documento insiste abiertamente en la necesidad de difundir al maximo todas las medi- as preventivas eficaces, incluido el uso del pre- servativo. La postura de la Iglesia Catélica, negindose a legitimar moralmente el uso del preservative como medida preventiva adecuada es muy cucstionable. A veces parece caminar mis a favor de Ta «cultura de la muerte», que tanto se denuncia, que de la «cultura de la vida», que tanto se proclama. 15,Como muy bien fo ha expresado en su brillante andlisis sobre el documento Javier Gafo. Garo, J «La Conferencia Internacional sobre Poblacién y Desarrollo». En: Nacrones Untpas. Op. cit. pp. 522. 26.GODWIN. Op. cit. pp. 366 373.

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