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EL
CONTADOR DE HISTORIAS. Era una tarde
calurosa, el vagn de tren era, igualmente,
bochornoso y la siguiente parada,
Tamplecombe, estaba casi a una hora de
distancia. Los ocupantes del vagn eran
una nia pequea otra nia an ms
pequea y un nio tambin pequeo. Una
ta, que perteneca a los nios, ocupaba un
asiento de la esquina y el otro asiento de la
esquina del lado opuesto estaba ocupado
por un hombre soltero que era un extrao
ante aquella fiesta, pero las nias
pequeas y el nio pequeo ocupaban,
enfticamente, el compartimento. Tanto la
ta como los nios conversaban de manera
limitada pero persistente, recordando las
atenciones de una mosca que se niega a
ser rechazada. La mayora de los
comentarios de la ta empezaban por No, y
casi todos los de los nios por Por qu?. El
hombre soltero no deca nada en voz alta.No, Cyril, no -exclam la ta cuando el nio
empez a golpear los cojines del asiento,
provocando una nube de polvo con cada
tesoros del parque; despus prosigui:Bertha sinti mucho que no hubiera flores
en el parque. Haba prometido a sus tas,
con lgrimas en los ojos, que no arrancara
ninguna de las flores del prncipe y tena
intencin de mantener su promesa por lo
que, naturalmente, se sinti tonta al ver
que no haba flores para coger.-Por qu no
haba flores?-Porque los cerdos se las
haban comido todas -contest el soltero
rpidamente-. Los jardineros le haban
dicho al prncipe que no poda tener cerdos
y flores, as que decidi tener cerdos y no
tener flores.Hubo un murmullo de
aprobacin por la excelente decisin del
prncipe; mucha gente habra decidido lo
contrario.-En el parque haba muchas otras
cosas deliciosas. Haba estanques con
peces dorados, azules y verdes, y rboles
con hermosos loros que decan cosas
inteligentes sin previo aviso, y colibres que
cantaban todas las melodas populares del
da. Bertha camin arriba y abajo, disfrutan
o inmensamente, y pens: Si no fuera tan
extraordinariamente buena no me habran