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Andrés Caicedo Lass

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Ensayo lectura el ABC de los contratos de estabilidad jurídica.

La ley 963 de 2005 instituyo los contratos de “estabilidad jurídica”, con el propósito de
estimular la inversión, en procura del crecimiento económico del país.

Los contratos de estabilidad jurídica, son básicamente una de las herramientas con que
cuentan los inversionistas nacionales y extranjeros para consolidar inversiones seguras y
estables en Colombia. Los inversionistas deben identificar cuales normas son
determinantes para su inversión y se garantiza que si se modifica de forma adversa, la
norma que estabilizó será esta la que le aplica durante la duración del contrato, que
puede variar entre 3 y 20 años. Este periodo de tiempo implica que dichos inversores en
Colombia estarían blindados en contra de la afectación de nuevas leyes, que pudieran
modificar de alguna u otra forma las condiciones iniciales de cuando iniciaron la inversión.

Para esto, es necesario reunir una serie de requisitos incluidos en esta ley, que
garantizaran al estado la inversión de cierto capital a la generación de empleos, a la
explotación de una actividad en territorio nacional, y a la creación de empresa; pero
también requiere de una enumeración taxativa de las leyes que el contratante desee
pactar con el estado para que en un tiempo venidero, estas permanezcan rigiendo dichas
actividades por el tiempo convenido.

Es decir que solamente cumpliendo con las formalidades exigidas por la ley, y el pago de
una prima que oscila entre el 0,5 y el 1% del total de la inversión, se puede garantizar
“inmunidad” en contra de ciertas leyes nuevas que puedan afectar o modificar las
condiciones iniciales de cuando se estableció la inversión. Es una clara muestra de que
se le está imponiendo un precio a la ley, es tan descabellado como la imposición de la
taxa camarae, decisión que tomaron los cleros de la edad media de ponerle precio a algo
que no le corresponde al hombre, la expiación de las transgresiones contra El Creador.
Mediante la Sentencia C320 de 2006, la corte constitucional hace aclaración sobre la
exequibilidad de los artículos 1°, 2°, 3°, 4° y 5 de la ley 963 de 2005, y además hizo un
énfasis en que el artículo primero de esta ley se mantenía conforme a derecho, “en el
entendido que los órganos del estado conservan plenamente sus competencias
normativas, incluso sobre las normas identificadas como determinantes de la inversión,
sin prejuicio de las acciones judiciales a que tengan derecho los intervencionistas”

La Corte Constitucional, fácilmente acude para defensa propia a un argumento


enteramente hermenéutico, al decir que “los órganos del estado conservan penamente
sus competencias normativas, incluso sobre las normas identificadas como determinantes
de a inversión, sin perjuicio de las acciones judiciales a que tengan derecho los
inversionistas”, para con el dar a entender que con los contratos de estabilidad jurídica no
se garantiza una ley inmodificable, sino que se les da la posibilidad de permanecer dentro
de unos términos que ha señalado en un acuerdo con el estado.

Aun así, por mi cabeza solo pasa el concepto mercantilista de la autonomía de las partes,
pero no como un principio, sino como una forma estatal para poder acudir a este contrato
que le permite “capturar” un buen margen de riqueza, dejando así una libertad aparente
entre las partes dispuestas a contratar, pero sí y solo si permanecen en un marco legal
señalado con anterioridad por el legislador. De esta manera validando la extensión del
tiempo de vida de una ley, con el escudo de que se puede hacer mediante la fuerza que
da el contrato de estabilidad jurídica, y no la fuerza que tiene como tal la ley que lo
constituye.

La importancia de esta sentencia, radica en que una ley de esta magnitud puede afectar
la visión de los colombianos hacia la ley, pues se supone, o al menos tenía entendido yo
según mis cátedras de el Doctor Valencia en los primeros semestres de mi carrera que
solamente en la benigna ley penal, se podría encontrar un caso en el que el imputado
podría obtener beneficios sobre una ley que ya no está en vigencia, solo por el hecho de
esta ser más benigna, garantizando así la subsistencia de esta en el tiempo. Caso
contrario al que vivimos con los contratos de estabilidad jurídica, pues aquí estando fuera
de la legislación penal, un inversor puede elegir que leyes (entre las aplicables) desea
prolongar, inclusive si han sido derogadas.

Es de remarcable importancia agregar que la corte, en lo que se refiere a que leyes se


aplican y que leyes no, dice que las personas que suscriban un contrato de estabilidad
jurídica están sometidos al imperio de las nuevas leyes que no han sido objeto de los
mismos e igualmente deben acatar todas aquellas disposiciones que hayan sido incluidas
en los contratos de estabilidad jurídica, denostándonos obviamente que a pesar de la
expedición de una nueva norma, si en el contrato de estabilidad jurídica se ha hecho
mención sobre la misma materia, el contratante no estará sujeto a esta.

De tal manera no discrepo cuando la corte para declarar exequible el artículo primero de
esta ley, expone el argumento de que “los órganos del estado conservan plenamente sus
competencias normativas, incluso sobre las normas identificadas como determinantes de
la inversión si, sin prejuicio de las acciones judiciales a que tengan derecho los
intervencionistas”, ya que no se da un golpe a los contratos de estabilidad jurídica, ni se
presenta una mala noticia para los inversores, pues de de igual forma se continua
permitiendo la celebración de estos contratos, y en adición, al presentarse alguna
reclamación originada por el ente administrativo en lo que respecta a desconocer algún
término del contrato, permite al inversionista acudir ante un juez de la republica, para que
le garantice sus derechos.

Siendo así es necesario tener en cuenta que este ha sido el sentido de la corte, el permitir
que un inversor, al completar ciertos requisitos, y establecer las “normas de juego”
aplicables en su gestión por un lapso de tiempo convenido con el estado, se ceñirá a
estas a cambio del pago de un canon monetario, que le permitirá mantener estas
condiciones a través del tiempo.

¿Privatización de la justicia?

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