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CÓMO AGRADAR A DIOS

“Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó. Pero los


principales sacerdotes y los escribas viendo las maravillas que hacía,
y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo
de David! se indignaron, y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y
Jesús les dijo: Sí; ¿Nunca leísteis: De la boca de los niños y de los
que maman perfeccionaste la alabanza? Y dejándolos, salió fuera de la
ciudad, a Betania y posó allí” (Mateo 21:14-17).

Todo lo que está escrito en la Biblia cumple un propósito, y Dios ha


querido darnos una gran lección a través de cada suceso que allí se
menciona.

En una oportunidad, el Señor llamó a Sus discípulos y les dijo que


tomaran un asno y que lo prepararan porque Él entraría a Jerusalén
montado en ese animal. Ellos prepararon un asno que nadie había
montado, y Jesús entró a la ciudad sobre un sencillo pollino de carga.
La gente emocionada tomaba las ramas de los árboles para batirlas, y
otros las colocaron en el polvoriento camino a manera de alfombra,
mientras la muchedumbre decía: “¡Hosanna al Rey de Israel, bendito el
que viene en el Nombre del Señor!”

Veamos la actitud de la gente. Tomaron ramas de los árboles y alabaron al Señor, colocaron una especie de tapete,
como demostrándole que querían lo mejor para Él. Debemos entender esto, Jesús no pisó con Sus pies las ramas, fue el
asno el que pisó las ramas. Piense que usted es como ese burrito donde cabalga Jesús, ahí está usted cabalgando y
Jesús encima. Usted es el siervo, Jesús lo está controlando. ¿Pusieron el tapete para el burro o para Jesús? ¿Qué
hubiese sucedido si el burro hubiese creído que el tapete era para él? Se habría levantado y habría dicho: ‘Gracias,
gracias’. Y si se levanta el burro, tumba al jinete. Cuando el hombre quiere tomar la gloria que sólo pertenece al Señor,
va a tumbar al jinete que es Jesús de Nazaret, porque le estaremos robando la gloria. Pero Él no comparte Su gloria con
nadie.

Aquellos niños empezaron a exclamar dentro del templo, “¡Hosanna al hijo de David!”, y los líderes religiosos se
incomodaron tanto que dijeron al Señor que les mandara callar. Era como si estuvieran diciendo ‘Tú no puedes
salvarnos, solamente la ley de Moisés nos salva’. ‘Manda callar estos niños’, como diciendo ‘Son unos pobres
ignorantes, no saben de la ley como nosotros sabemos, mándalos callar porque no entienden nada’. Y llegó la respuesta
tan sabia del Señor: “¿Nunca leísteis?: De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza”. Esos
niños que estaban juzgando injustamente tenían, delante de Dios, una alabanza más pura que la de ellos que eran los
líderes. ¿Por qué? Porque los niños no han dicho vulgaridades con su boca, ustedes sí. Ellos no se han quejado,
ustedes sí. Ellos no han dicho mentiras, ustedes sí. Ellos no viven renegando, ustedes sí.

¿Cuántos pecados usted ha cometido con su lengua? Mentiras, amenazas, venganzas, el odio lo exterioriza a través
de las palabras, y luego con esa boca que parece una cañería y estuvo renegando y quejándose y maldiciendo en el
hogar, cuando llega al templo, cree que porque cambió de lugar ya está todo santificado. “Aleluya, Dios te amo” y el
Señor dice: “No seas hipócrita, primero limpia el agua sucia de la cañería, purifica tus palabras, renuncia a tus mentiras,
arranca de ti el engaño, para que puedas adorarme con pureza de labios”. ¿Qué es lo que dice el Señor? “Tienes que
volverte como un niño”.

¿Usted tiene la inocencia de un niño? ¿Tiene la mirada tan pura de un niño? Hombre, ¿su mirada es pura? Cuando
mira a una jovencita, la mira como a una hermana, ¿o cómo la mira? La Palabra nos dice que si nuestro ojo derecho es
ocasión de caer, lo saquemos, porque mejor es perder un miembro del cuerpo y no que todo el cuerpo sea echado el
infierno. Si aplicáramos esto literalmente, tendríamos una congregación de tuertos y tuertas, una congregación de piratas,
pero lo que el Señor nos dice es que se debe cortar con esa mala intención, cortar ya con ese pecado. Debemos pedir
pureza de ojos, clamando: “Señor unge mis ojos con colirio para que vea. Señor, dame esas gotas espirituales en mi
vista para que mire a las mujeres como debo mirarlas”.

Joven, cuando el diablo coloca una mujer hermosa delante de los ojos y dice: ‘¿Verdad que es hermosa?’, y usted dice:
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‘No, no debo mirar, pero espere que no vi bien...’ Si el diablo dice: ‘¿Verdad que es hermosa?’, dígale: ‘¡Sí, es hermosa,
pero más hermoso es que la hizo Jesús de Nazaret y yo lo miro a Él!’

Dios quiere que usted tenga el corazón de un niño, para que tenga una boca pura, una mente pura y así su alabanza
agradará a Dios. Cuando tenemos una alabanza pura entonces ésta se convierte en fortalezas; la alabanza se
convierte en murallas protectoras altas y poderosas cuando sale de labios puros. Cuando pudo santificar su vida, usted
alaba a Dios y su alabanza agrada al corazón del Señor.

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