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La otra poltica.

Estamos en un tiempo en que hacer poltica se parece demasiado a un falso combate de boxeo. Uno
de esos combates de pressing catch en el que los contrincantes se desafan, se amagan, y con gran
destreza escnica simulan una pelea en la que en realidad todo est pactado y nunca se golpean. La
actividad poltica se ha convertido en un espectculo meditico donde concursantes o combatientes
andan a la grea para ver quin y de qu manera se lleva el aplauso del pblico. Quizs sean los
signos de nuestro tiempo. Quizs, como a algunos les gusta repetir, no se pueda hacer otra cosa.
Pero hay formas ms nobles, ms honestas y crebles de hacer poltica, de estar en la poltica.
Pienso y siento que en poltica no se trata de hablar de las personas, y menos de sus cuestiones
personales; tampoco de descalificar, ni siquiera a los adversarios. Hacer poltica es hablar, pensar,
debatir para, finalmente, proponer cambios y transformaciones que tienen efectos en la vida de las
personas. El debate, y llegado el caso la disputa, debiera fijarse en las formas de hacer poltica, en
los resultados de las polticas que aplican, en la influencia que sus decisiones tienen en lo cotidiano
de nuestras vidas y en nuestras perspectivas de futuro. Hacer poltica no es criticar a tal o a cual
persona; es ser capaz de analizar el presente para proyectar futuros colectivos.
Insisto. Hay formas de hacer poltica, como hay formas de amar, que no precisan recurrir ni a la
grandilocuencia del gesto, ni al personalismo egocntrico, ni al explosivo pero breve efecto de los
combates fingidos. Esos espectculos nos entretienen un rato, o un da, pero no dan ms de s. Al
menos a quien escribe, le interesan quienes creen ms en sus causas que en s mismos.

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