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filosofía y política, la tragedia simultánea

Entre los días 26 y 29 de abril de 2010 se celebró en Córdoba una


nueva edición del seminario “filosofía y política” organizado y dirigido
por la UNED de Córdoba y el departamento de Ciencias Sociales y
Humanidades de la UCO. Los temas abordados, por orden de
intervención de los ponentes, fueron los siguientes:

- El fenómeno de Europa, la implicación política de su proyección


cultural y su relación con la idea de España.
- La idea de España como nación. Edad Moderna, Ilustración,
Siglo XIX
- La segunda República como posibilidad para la emancipación y
europeización de la nación española. (Javier San Martín Sala)

- Evolución y adaptación de los conceptos “valores”,


“ciudadanía” y “justicia”
- La “política” como problema grave, sólo superado por el
desempleo.
- Relación de la filosofía con la vida cotidiana, la vida “real”.
(Manuel Gracia Navarro)

- Concepto de “filosofía” en estoicos y epicúreos y su relación con


la vida cotidiana (bios) o el mundo real. (Ramón Román Alcalá)

- Concepto de “memoria” de la democracia


- Necesidad de identificar nuestros problemas de identidad como
pueblo y la pertinencia del pensamiento de Ortega.
- El proyecto de restauración y los diferentes puntos de vista de
Ortega y Azaña y sus formas de acción para afrontar el
problema de España. (Antonio García Santesmases)

- Concepto de “discurso público”


- Necesidad del saber filosófico y saber político.
- Forma de entender el progreso, el reformismo y la democracia.
- Necesidad de reforma de la Constitución, en concreto artículo 6.
(Ramón Vargas Machuca)

- Diferencias fundamentales entre el pensamiento de Ortega y el


de Unamuno y concepto de amistad “entrañada”.
- Necesidad de un estado aconfesional pero educador en la ética
y en la moral. (Pedro Cerezo)

Sería posible agrupar los temas tratados en dos bloques; por un


lado los temas planteados por los profesores San Martín Sala, García
Santesmases y Cerezo se centrarían en la necesidad de conocer la
evolución de la idea de España como nación desde la Época Moderna
hasta la Segunda República, partiendo de una influencia radical de la
tradición católica y un profundo sentimiento antiliberal y antieuropeo

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que tendría su origen en la contrarreforma potenciada por Carlos V e
impulsada a lo largo del Concilio de Trento (1545-1563) y que se
extenderá y culminará con la creación de la CEDA (Confederación
Española de Derechas Autónomas) en 1933. Será precisamente en
este año cuando Ortega abandone lo que había sido hasta entonces
su pensamiento político: su certeza de la necesidad que tenía España
de Europa para afrontar una reforma liberal profunda que permitiese
su evolución y su equiparación con el resto de países europeos y que
discutirá apasionadamente tanto con Azaña como con Unamuno.
Azaña se decantaría, tras su victoria con el Frente Popular en 1936,
por avanzar en las reformas que se habían fijado en la Constitución
de 1931; el carácter marcadamente anticlerical de ésta haría surgir la
CEDA y con ella una frontal oposición a cualquier tipo de avance
liberal que abocó en la rebelión del general Franco y poco después en
la Guerra Civil. Este primer bloque se trataría de una visión de la
filosofía política desde el pasado hacia el presente. Es decir,
comprender los problemas reales del pasado, a través del
pensamiento de Ortega1, nos permitiría interpretar los problemas
actuales.

Un segundo bloque, comprendido por las conferencias de los


profesores Román Alcalá, Gracia Navarro y Vargas Machuca se
ocuparía del pensamiento hacia delante, esto es, de la importancia
que puede tener la incorporación del razonamiento filosófico a la vida
política activa de la sociedad, no sólo de los “políticos” profesionales,
para el futuro de la nación como lugar común. Por ello desde la
exposición del profesor Román, que mostró los efectos que en lo
cotidiano (bios) tuvo la adopción de un determinado modo filosófico
de vida en la Época Helénica (epicureismo y escepticismo); hasta el
planteamiento teórico de lo que debería ser una participación real en
la construcción de la vida política desde el reformismo según lo
planteó el profesor Vargas Machuca o las medidas adoptadas
políticamente en la reforma del Estatuto de Autonomía para
Andalucía planteadas por Gracia Navarro de las que resaltó el artículo
36, “Deberes”, de la LEY ORGÁNICA 2/2007, de 19 de marzo2.
1
El título “la tragedia simultánea” alude no sólo a los términos “filosofía” y “política” sino
también a la tragedia que supuso el fracaso del modelo republicano para las mujeres que
pensaron y actuaron junto a los filósofos y políticos mencionados. Se echan terriblemente en
falta nombres como el de María Zambrano, que no sólo no dejó de pensar nunca en la
política y en el valor de la democracia, como sí hizo al parecer de modo premeditado Ortega
a partir de 1933, sino que participó activamente en la conceptualización de éstas mediante
artículos y conferencias leídas tanto en los años de la república como en el exilio, véase La
razón en la sombra (2004), una edición crítica a cargo de Jesús Moreno Sanz. Entre otros
muchos dejó escritos libros como Pensamiento y poesía en la vida española (1939) y Persona
y democracia (1958). Las ideas de María Zambrano bien habrían podido formar parte del
corpus teórico de este seminario. Es del mismo modo sorprendente que se eludiera hablar de
la importancia que tuvo el trabajo teórico y práctico de la diputada Clara Campoamor en la
obtención del voto para las mujeres en 1931, véase El voto femenino y yo: mi pecado mortal
(1936) o lo que supuso la incorporación de las mujeres a la universidad en 1910, véase
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Cien/anos/mujeres/universidad/elpepusoc/20100308elpepusoc_1
2/Tes.
2
Véase artículo 36 del Estatuto para la Autonomía de Andalucía:
http://www.juntadeandalucia.es/especiales/aj-nuevoestatuto-estatuto.html?
idSeccion=1&idApartado=1&ctitulo=3

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Efectivamente, la responsabilidad social de la ciudadanía ha de
pasar necesariamente por un reconocimiento de sus “deberes” como
ciudadano o ciudadana de pleno derecho. Sólo de este modo podrían
comprenderse los requerimientos de reforma de la participación en la
vida política activa que reclama Vargas Machuca. La globalización ha
procurado un aluvión de problemas comunes3 que se desarrollan
esencialmente en el espacio público y el espacio público reclama una
acción política cotidiana que precisa de una formación específica en
ciudadanía que ha de ir más allá de la puramente educativa.

3
Innerarity, Daniel (2010) “Una política de la humanidad” en Hermenéutica y humanismo
redescubierto, actas de la XXI Conferencia de la Academia de la Latinidad, Córdoba, España,
26-28 de abril de 2010, p.245.

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Para analizar situaciones que trasciendan la opinión de la
“corriente” principal, o sea, conseguir que exista una opinión
“ciudadana” autónoma conlleva de forma ineludible enseñar a
pensar, enseñar a razonar, enseñar a conversar, para que esa
“opinión” no sólo atienda, por ejemplo, al marco de la declaración
universal de derechos humanos sino que reconozca la capacidad y la
potencia del razonamiento público para mejorar y/o ampliar dicha
declaración4.

En este sentido, parece interesante atender a la diferencia


entre “diálogo” y “conversación” apuntada por Santiago Zavala5. Para
este filósofo mientras el diálogo, en el sentido platónico del término,
siempre avanza hacia una verdad “dada”, se trata de un camino
controlado y dirigido hacia un objetivo preestablecido que elude los
caminos sin desbrozar que puede adoptar una conversación, sin una
finalidad de verdad la conversación amplia las posibilidades de
acceso al presente y a la realidad. Siguiendo este planteamiento
podríamos concluir que la participación ciudadana según está
estructurada actualmente plantea “diálogos” en vez de
“conversaciones” contribuyendo con ello a alentar el desconcierto y
la desconfianza de la sociedad hacia la clase política.

Por otro lado, parece interesante reseñar también la aportación


al pensamiento político de Hannah Arendt quien hacía la siguiente
reflexión, sobre el espacio político-público (polis) ateniense: la vida
consistía en una ininterrumpida e intensa contienda de todos contra
todos, afirmando que fue precisamente ese individualismo excesivo lo
que llevó a la polis a su fin, este espíritu agonal (…) envenenó con
odio y envidia la vida de los ciudadanos. De ello quizá pueda inferirse
que el espacio político no es una mera localización física de un
ámbito en que las acciones sean visibles sino algo vinculado a la
necesidad de límites, delimitado por leyes. El nomos limita y, en el
mismo gesto, permitiría la multiplicación de ocasiones para la
acción y el discurso6.

Son necesarias, pues, no sólo las herramientas que facilita la


filosofía para el razonamiento público y la “conversación” sino la
4
Podría aplicarse igualmente a la reforma de la Constitución española, la Constitución
Europea o la Reforma del Tribunal Constitucional, temas todos ellos de plena actualidad y
que la mayor parte de la sociedad no sólo vive como problemas que les son completamente
ajenos, a lo más podrán expresar una nimia “opinión” si es que son alguna vez preguntados
por un medio de comunicación, sino que no confían en que la clase política adopte las
reformas que más convienen a la mayoría sino como un conflicto de intereses entre partidos
políticos.
5
Véase el planteamiento a partir de la traducción de las palabras alemanas Gespräch, Dialog
y Unterhaltung que podrían ser traducidas como “discusión”, “diálogo” y “conversación”.
Zavala admite que Gespräch puede aproximarse, en inglés, al sentido de conversación pero
nunca al de diálogo. Zavala, Santiago (2010) “Being is Conversation: Remains, Weak
Thought, and Hermeneutics” en Op. Cit. Nota 3, p.p. 199-200.
6
Arendt, Hannah (1954) “Philosophy and Politics”, Social Research, nº82, mencionado por
Fina Birulés en “Por qué debe haber alguien y no nadie”, introducción a Arendt, Hannah
(2009) ¿Qué es la política?, Paidós, Barcelona, p.25.

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incorporación de la clase política a estos mismos escenarios en los
que se puedan expresar y escuchar los argumentos de unos y otros
para la construcción real de una sociedad real.

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