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El Corin y el Termotanque Ediciones Revista de literatura y artes visuales Preeere es aS Te ieee Marita Negi Pees ec ad orcas Sree Dest eee Cee ven aor bree Peariessaie freer ee eT cee ete ne eee res Perey aey yey went ery. as eee eee et eee ae Oe aerate en Hester arenes et eee eee cere ee eae eee a eee eee ee Se oe TT Pana ayy aay, rag ree erage SS Perera tye re) es ese ae ae eee SE SSS SSS See ee ee SSS SSS Equipo Bites Editorial Exerecto Di Carrio Por Edith Borpe1o | Ilustra Dimas INTERVENCION FOTOGRAFICA Por Agostina QUAGLIARDI AQUENO Por Marcelo SCALONA, Ep1po Gay Por Bernabé De VinsENCt | Ilustra Franco BELNUDO HaBria QUE ESCRIBIR Por José Sarnz | Ilustra Leonel MONTES La ETERNIDAD Y SUS TRUCOS Por Flor INTHEFLOWERLAND | Ilustra Emilia Repet ro NELDAY RAUL Por Pablo: DEGENERACIONES Por Antonin Karat | Ilustra Celeste CrAFARONE EsrorNinos Por Marcelo Briros | Ilustra Gabriel Fix. GERALDINE Por Pablo Castro LeGuizamon ACIELO ABIERTO Por Marfa Victoria Nova, Despe gL Foco Pot Sofia VALLE y Carolina CLertct Hacta ADENTRO Por Josum Panca | Ilustra MO.LUSE ELESPECTADOR Por Jeremias WALTER | Ilustra Leandro Mario RODRIGUEZ P Por Marianela LuNa Maré UNA BABosA Por Lucia GonzAnez LUNA DE PROVINCIA DE SANTA FE Por Andrés CaLtont | Ilustra Mauro CALDERONE rlacién hay entre el sexo y el arte? ¢Cabe preguntarse por cl erotismo? {O hacerlo yaes privarlo de su manifestacié El conocimiento es un acceso carnal, ala culeura entramos por Ia penetracién. Es posible el sexo desquiciado, un arrebarado empellén pasional, pigina a pagina, gozosamente leida, acari ciada con la vista hundida en el cuerpo electrizado que lee. Un libro, asi,es un artefacto sexual. Hay algunos que hicieron gala de su erudicién: supieron jactarse de haber fornicado con mis de mil libros. Coger y leer, en definitiva, comparten un fun- damento: ambos dependen de los relieves. Eseribir, entonces, es en principio dar contorno a una silueta, Tomar la pluma, el lipiz, el pincel, es apropiarse de un cuerpo, rodearlo, volverlo tuna prolongacién de uno mismo, Came sobre carne que hace came. Caso contrario, no hay orgasmo. ‘Nos sacamos la ropa y empuiiamos un arma. Otra vez, tr2- tamos con la vida y la muerte. Matar y vi términos de una sensacién climética. El asunto es terminar matados. Matar un libro, esta revista, oral después recobrard vida al volver a leerla, todo segin el oxigeno que haya conte nido, Para disparar algo antes debe contenerse: para leer, hay aque quedarse quieto un rato. Muerte y vida: entonces, ya no podemos divorciarlas. Estamos llenos de eso: frondosas eyaculaciones derrochadas, en actos poco emocionantes; vulvas hiimedas resecindose en la frustracion; excitaciones contenidas; deseos sofocados con anticipaciéns risitas eémplices y vergonzantes; inhibiciones practicadas por décadas, siglos, ciclos geolégicos. Podrian ‘medirse las energias sexuales dilapidadas en las gimnasias dia ria. Toda una fortuna de ercatividad desperdiciada; empobre- cimiento genital. ‘Antes hubo quicn pidié un equilibrio entre lo permisible y lo prohibido: temieron lo obsceno, lo morboso, lo vergon- zante, y después estuvieron buscindose el placer encerrados en tun cuarto, explorando sus pieles hasta logearinflamarkas, sen tir una Fuerza desmedida, Fscrbires partede eva sewalidad: ka pluma, el papel, la tina, el lento deslizamiento de unos sobre los otros, entidades pegadas,friccionadas, intentando conf diese, Penetrarse, otra vez. La ereccién y la humectacién, fun- didos cn un texto. El escribir como acto carnal cs una buena forma de tomar un libro, prestarse a esc mismo acto. Las largas parrafadas de las novelas, las historias incerm nablemente contadas, las ima foreuito 0 buscado a las mismas tramas, idéntieos problemas, exactos desenlaces, son también una necesidad de volver a pisar sobre lo conocido. Tanteo del terreno: pasar la mano 0 cualquier superficie enardecida— sobre unas figuras. Escarbar buscando estimulos. La poesia erotiza el lenguaje. Hay erotismo en cada verso, en una palabra, en la textura sutil de un fonema, que puede ser también un gemido de placer, un deleite sonoro. Decir es erogenizar la boca con palabras. En este caso, crotismo sublin- gual: sentir una pizca de éxido bajo la lengua, un ambiente espeso y eruptivo, que agita, se roza, estalla. Después todo vuelve a la normalidad y otra vez, compungidos, hablamos de descos, de libertades y de otras nostalgias, Por ms que no se arrugue, la piel tendré fifo, Si no, nada funciond. Conocemos la crueldad del que se impone, el placer exor bitado del mandato. Erotismo patronal: consiste bésicamente en observar a otros contorsionarse con gestos sufridos, epetir mecinicamente eserujamientos y desmembramientos, hasta ver caer una gotita como de aceite. Aparentemente disparauna descarga pulsional que suele conocerse como tasa de ganan- cias. Es cuestién de lapsos: unos van excitando a los otros, intermitentemente, producen erecciones, lubricaciones, dila taciones, ye contraen, se cierran sobre su propio centro. Todo termina, como cualquier batalla, en un derramamiento. Volvemos a caer en las mismas representaciones como el gue corre en circulos por sentirse ansioso pero desoricntado. Conocemos las cavidades mucho menos de lo que espersba- ‘mos, Desear es, en alguna medida, extraviarse. Pero no sicm- pre implica recorrer frenéticamente una circunferencia igual a si misma. En cada vuelta, el encusiasmo disminuye, la pasion decrece. No se escriben dos lineas iguales; no hay dos dibujos que refieran lo mismo; no hay un libro que se lea dos veces En fin, ya lo dijo un griego: no se puede volver a coger en un mismo lecho. Por Edith BORDELLO Tlustra Dimas E CONOCIERON A LOS OCHO, VOLVIENDO DE CATECISMO. LA FLACA Vivia a dos cuadras de a iglesia y la Gordi,a scis.en igual direccién, Anduvie- ron por la misma vereda todos los sibados al mediodia, hasta que se dieron cuenta de que renfan el mismo camino y s hicieron amigas. Al principio, e recorrido era lo tinico en comiin, pero mas adelante, cuando la curiosidad superd al pudor, se confesaron que ninguna estaba ran segura de ha existencia de Dios, y quea las dos les daba cerror el padre Samuel. Mucho miedo por separado, pero ahora que eran dos, las pequefias ateas querian quedarse durmiendo hasta tarde los sibados y domingos, y mirar ls peliculas que no debian, porque invocaban al Demonio. Ahora que eran dos, podian aguantarse el miedo al padre Samuel y con suspicacia dividir el esfuerzo para hacer firmar el carton de asistencias que les vendian en la iglesia a diez pesos, lo que era un des propésito para una forocopia, porque el gasto representaba el total de dos tarjetas con la foto de Leonardo Di Caprio de las que vendian en el videoclub. La Iglesia ‘mostraba la hilacha: habia que levantarse temprano el fin de semana, pedir los dicz pesos, gastarlos en el cartén y al final de la misa, esperar a que una vieja amargada se dignara a firmarlo, Encima, cuando el vicjo Samuel decia que iba a aparecer el cuerpo de Cristo en vivo y directo. nunca pasaba nada, y caminaban las dos cuadras rumiando el fraude. ‘Alla madre de la Flaca, lo tinico que le importaba era que la chica tuviera todo el carcén firmado, hubiera ido o no a la misa. A la made de la Gordi, lo tinico que le importaba era mostrarse compinche eon [3s nenas, de modo que les hablaba sobre temas tan prohibides quela madre de la Flaca, de haberlo sabido, la hubiera denun- ciado por corrupcidn de menores. A duras penas tomaron la comunién y la expe- riencia Fue, una vez mis, un insulto asus inceligencias. No sintieron nada, no vieron a Cristo y no les crecié Ia fe sino la confisin A los doce, ya sabian lo que significaba culeat. Y sabian también, que después de coger por el ano, el pene salialleno de excremento y ya no se podia inserear por la vagina. Como conservaban cierta inocencia, pensaban que si la pareja se decidia a coger por atris, es decir, a culear, no podian después coger por adelante, es decir, no podian, lisay Hanamente, coger, porque silo hacian, ala mujer se le Ilenaba la concha cde mierda y eso trafa enfermedades. Aunque sabjan todo, no tuvieron oportunidad de practicarlo hasta bien entrados los veinte, porque ademas de saber sobre la esche- richia coli, sabfan que el culo es para los maridos. «Ustedes chupen pija y higanse coger por la conchita (siempre con forro, aunque omen pastllas), pero el culo hay que reservarlo, porque si no, cuando se asen, no les va a quedar ninguna parte sin uso para agasajar alos maridos». Crecieron con algunas deformidades sexuales y otras vicisitudes que separan sus historias. Porque de todo lo que sabian, poco aplicaron. La Flaca tuvo el primer aborto alos tres meses de su primera relacién sexual. Tenia dieciseis y no pudo con- tener el apuro del pibe que queria desvirgarle la conchita, con forro o sin él, el may pendejo. Ahi descubrieron lo solas que estaban, a pesar de ser dos, y lo mucho que se parece un feto de diez. semanas una cebolla flaca y remojada. Para el siguiente, ya habjan aprendido qué decir y que callar al entrar en la sala de emergencias, porque ambién sabjan que después de l cebolla, venian (y cusntos) litros de sangre, y emo, las iba a recibir un m&dico joven con cara de pisaste mierda y aire de sabelorodo, avalado por tres meses de residencia Al tercero, vaya a saber por qui, se lo qued6, El caso fue conocido, porque el hijo dela Flaca nacié con tres inconscientes: el que le correspondia y el de los dos aborta- dieos. Aftos més tarde, el Giuliano se convertiria en la earade todos los panfletosanti abortistas yla Flaca, del bando opuesto, en una activa milicante en favor de la liber tad femenina. Aquel desamparo sce volvié una forma de vida cada tanco renegaba de haberse comprado el cartén de asistencias de misaen lugar de las dos fotos de Di Caprio, porque pensaba que de haberlo hecho, la vida hubiera sido distinta. Para moderar un poco las cosas, empez6 a coger por el culo y descubrié que culear no s6lo equilibraba el universo, sino que ademas le gustaba. or su parte, la Gordi fue desarrollando durante la adolescencia algu- nas inquietudes sexuales inconfesables. La madre loca habia pasado a mejor vida en un accidente con el auto y aungue Ie habia dejado largas hhoras de ensefianza sobre scxo, se habia J olvidado de decirle que los pitos y las con- chas no andan sueltos, sino que vienen ‘con un cuerpo y un temperamento al que se puede amar 0 no, antes o después de quelos pitos ylas conchasse encuentren, Las pijas se fueron sucediendo una tras otray a Gordi se enamoré de todas llas, ereyendo enamorarse del combo com- pleto y, por lo tanto, sufriendo al pedo la mayoria de las veces Por otro lado, le aparceian fantasfas ‘que, segin la pareja, ban desde el exhi- bicionismo (coger en el baledn que daa Iacalle) la somnofilia (coger y ser cogida mientras uno w otro dormia) y el mis tradicional trio con alguna otra chica Muchas veces tuvo que cambiar la fan- tasia por los chocolates o el dedo indice, porque con las pijas sueltas no lograba la confianza para hablar de semejantes hete- rogencidades. Con Ignacio, sin embargo, fue distinto, A Alle pudo contar todo sobre ella, sobre la ignorante de la madre que en paz descanse; sobre la Flaca, los abortos, el universo y los miedos de las dos; y sobre el padre Samucl, que por suerte también se habia -uerto para alivio de los nis y adultos de la comunidad. El mundo. que habia sido un lugar sombrio, se volvia mis ameno. A Ignacio la mayorfa de las veces le hacian gracialashistorias de la Gordi y cuando no, teniall precisién de un traductor para elegir las palabras antes de decinlas, No era solamente una pija, era completito Ignacio, Tenia el cuerpo blando y a piel casi transparente, los ojos celestes con unas dojeras de die? siglosy el pelo lacio, siempre revuelto. La Gordileveta lacara de recién levantado y le crecia un pene imaginario y se le mojaba la bombacha al instante. Era perfecto Ignacio y queria, como todos, coger con la Gordi por el culo, pero todavia no selo habia pedido. Ella lo presentia y pens6 en adelantarse, porque queria probar coger por el culo, pero tambign queria cumplir una Fantasia, que la habia hecho sentir monstruosa durante mucho tiempo y que ahora s le representaba viable en nombre del amor. Lo que més anhelaba cra romperte ela el culo aél Se lo propuso, poniendo su propio culito de rehén, y a Ignacio la calencura mental y la posibilidad de la aventura no lo dejaron decir que no. El azar, a través de una moneda, decidié que primero le tocaba a él ponerseen cuatro. La Gordi se demoré unos instantesen el baito, mirandose al espejo: el «cinturonga» le quedaba raro, Era la primera vez que se vela con pito y quizés por costumbre preferia toda la vida la anatomfa con que la naturaleza la habia favorecido. Cuando ented en la habitacién, Ignacio estaba en calzoncillos y con la remera puesta, la miraba como un nene asustado y se reia como si se estuviese ahogando con un traguito de agua. « Tranquilo, Nachi, mi amor. Te prometo que voy a ser gentil. Lo bes6, o acarici6, lo masturbé para dale dnimo y le lené el culo de saliva y vaselina. Le cost6 entrar, la primera. Puso mis empeno, la segunda. A la tercera, Ignacio loraba alos gritos. Quizis por el dolor, quizis por el orgullo, quizs por lo que habia perdido y ya no recuperaria. A la Gordi le vino un sentimiento de justicia mezclado con compasion y salié del. En el cuerpo no sentia nada, ni siquicra se habia excitado, Se desaté el cinturén yse visti6, Ignacio se habia acurrucado, ignorando que las sébanas eran un abanico cde mierda y sangre. Tenia los ojos lorosos y muy abiertos. Lo arrop6 y se fue, pensando que través del pobre Ignacio habia aportado al caos del mundo tun poco de equilibrio. Cuando estuvo en la calle la Hamé ala Flaca por telefono y le dijo que ella tambien habia revertide el efecto Di Caprio, que se podian ira la mierda su mama, el padre sully Ia vieja ageia que firmaba i UD Ta Ue ad 0 STURN eT Um UTS ae WO COS an OBLIGADO A CAMBIAR SU ESTADO POR FUERZAS aa Ae Tay SNUG aa aU meets Seer ern La noche anterior vieron Asfixia Peete rnen sre los adictos al sexo se desnudan en baios piblicos y dejan la puerta abierta, adrede. meer erred Remco a primera clase de aviones que no desaparecen. Pero ellos son ros yestin en el batio del boliche de Uranga. Pere oe | Preteen et Es domingo a la tarde, en el salén ‘ocho hombres juegan naipes, ven carreras de San Isidro, partidos de fitbol sin interés. Junto al mostrador, un pizarrén verde con tiza: «Cena homenajea La Dama del Cuore>. Filla pregunta quin esa mujer, el moro dice: —Es una yegua, que el domingo pasado Pen er ene et PA eter one Elllos son turistas. Accidentales, buscando un montecito de Venus por Bombal egaron hasta aqui. iden dos cortados y las mujeres Panett tenses Pere pon Ella pregunta al moro por el viver ye seftalan la nica puerta, al fondo, en el patio. Ella arranca con una sonrisa de desafio Peete een eect cried Ie eruza una raya de saliva por todo el largo al nombre de la yegua: «La Dama del Cuore» y ahi nomis, le cha la falta, lo mira directo en posicién y distancia para que los parroquianos vean y oigan: ene Fl espera un minuto y sale a buscarla No hay dos bafios, hay uno solo. PT cicero ter Dos mingitorios, dos tazas Ferrum. Un solo gabinete. Bastante sucio, Baio de hombres. Ela nervioso, ni bien traspone el umbral ella apaga la luz. Son las siete de la tarde yerano, el patio es de ticrra, un fondo de gallinas que mira al oeste, campo traviesa. A élle parece aquel montecito de Venus Pen een et Pero nialcanza a preguntar , hay reuniones en la casa de un amigo en Jas que se juntan nueve o diez y apagan las luces del living, los padzes duermen, los chicos ponen el canal porno, un montén de lineas en movimiento entre las que a veces seintuye el ilo de un pezén, y se masturban en grupo, en masa, como sifueran un ejércio, y el tipo, que todavia no termina de ser un tipo, comprucha que es cierto s0 del liquido, que sus amigos, después de un rato de apretarse y estirarse el pito, sangran blanco por la punta y se desinflan, como si les hubieran abierto la vilvula vital, hace fuerza, siente presion en la musieca derecha, es zurdo pero se hace la paja con la mano ineémoda porque escuché que as parece que te la hace otto, ot, piensa, y hay algo decisivo en que re la haga otra u otra o en que pareaca que te la hace, se le endutece la murieca derecha, parece que el cuerpo se le va a eseapar por el agujero con el que mea, cierra los ojos, adivina una lengua en el centro della pantalla, Ja imagen le hace acordar a esos libros Ilenos de puntos de colores a los que hay que ‘iar fjo durante un par de minutos para encontrar un barco navegando erguido, piensa basco, vela, verga, vuelve a concentrarse, aprieta un poco mis, siente que se va‘ desarmas, Romina se le cruza en al zapping cerebral, el ombligo de Romina, piensa en los huecos de Romina, en las cuevas, en las cavidades de Romina, se le tensa el cuerpo hasta los bordes, encoge los cusdriceps, todavia no sabe que son los ccuddiceps,abre los ojos se inclina hacia adelante para despedir el liquido blanco sin mancharse, se ordefia el pito, supone que esta punto de desinflarse, de derramarse, incluso leg asentiralgo de eso siente que el euerpo sele ca, selehace aire, siente que se evapora, que los huesos y la carne se le aflojan para salirse, paralicuarsey escaparse por el agujero, espera el golpe del liquide contra el piso, espera terminar artodillado, temblando un poco, sin fuerzas, como si fuera un héroe o un jugador de Firbel, espera festejr el campeonato anatémico, retuerce un poco la cara sin enteratse, por puro instinto, y sale del erance cuando nota que tiene la mano seca, cast intacta, apenas marcada por la transpiracién, acaba de eyacular mudo o acaba de eyacular una sustaneia que se funde al contacto con el aire, no sabe, y no sabe tampoco que sus compaiieros, que tuvieron que limpiarse los restos con papel higiénico, lo miran como si fuera un fantasma o como si fuera alguien capaz de producie fantasmas, no sabe que sus compaficros, por dentro, estin asustados porque picnsan que los bebés fancasma se fabricanasi,con esperma invisible, y son grandescomo paracyacular pero no como para desprenderse de la inquietud que producen los fantasmas, no sabe, artodillado feence al tlevisor, buscindose el Kquide en la palma, eneze las junturasde 4 los dedos, chorreado sobre los pelos de la alfombra, en la cara confusa aque dibuja la Muvia del clevisor, no sabe, todavia, que un poco se va.a quedar ahi, para siempre, arrodillado, y que la sensacién de alte, de hacerse aire, de perder la salide2 como silo hirvieran de a poco, lo va a perseguir siempre, y no sabe, todavia, aque ese vacio, la mirada de sus companeros, la cara de Romina cuando se entere, su futuro evaporado, no va a acabar nunca, no se dice, todavia, porque no sabe, pero se va a deci, con esas palabras, con esa méerica, que no val acabar, ng va acabar nuncae LAETERNIDAD YSUS TRUCOS 16 Por Flor INTHEFLOWERLAND Iustra Emilia REPETTO L MAGO SE CANSA DE COGER BAILARINAS. O kamikazes de la daga. © payasos de circo que huelen a rutinas de sexo crudo, como aroma a pasto recién cortado que vuelve a crecer. Y mafana lo mismo. Se cansa del dame algo de vida, como venga del dame algo de muerte, en lo que pidas por diez segundos, 0 cien 0 lo Infimedo. Lenguas que vibran contra vibradores automaticos, como los gestos. Came rota, cremosa, sin bordes chorreando todavia un hambre inconclusa y sin embargo, en pose de dueha inconmovible. Todo es perforable, agujero que salva durante el rato en que la sangre busca drogarse de semen hasta elasco propio de los diez segundos restantes. 2Y después qué? Después irse a sacar otros juegos de la galera que sin embargo tienen gusto al mismo polvo de ayer y su contradiccién de siempre, porque la etcrnidad y los trucos no se llevan bien. Entonees dobla la carne usada y la guarda cn el pantalén como un conejo desinflado e initil, no amanecido, para reinventarse mafana cogiéndose ilusiones a través de otros cuerpos, que no lo salvan de infernos pero lo anclan a la Tierra con algo parecidoa creere A VIEJA QUE ME COMPRO ME PUSO RAUL CREO que tenia un hermano que se llamaba Raiil, que se ‘murié jovencito. La escuché hablar de eso con otra ieja, que viene a tomar el té de vez en cuando, Se lama Nelda, la vieja. Parece que antes tenia un gato, pero un dia le agarré una locura y le med todo. Tavo que tirar alfom- bras sillones. Hoy en dia, cuando est htimedo, sube desde los zécalos un olor agrio. Asi que me comprd a mi. A veces me da un poco de miedo, porque segiin lo que escuché. al gato lo liquidé ella misma. Lo encontré meando una moguet (dijo as), ke dio un araque de furia y lo ahorcé. Yo, por las dudas, ando sosegado. A veces ‘me dan ganas de mear algin rinedn, o morder algiin mueble, pero me controlo. Igual, la vieja, hasta ahora, me traté bien. A veces, demasiado. A mi no me gusta mucho que me anden fra- neleando tanto. © que me pongan ropa. Yo estoy bien asf. Me tengo que aguantar que me hable como aun opa. © que me cante unas cancioncitas que inventa,en las que siempre soy yo el prozagonista, Pero mis que es0, no. Bueno, salvo esto otto. Recign venimos de la plaza. Me saca a pasear siempre. Me larga a corter y yo aprovecho. Ahi si, meo donde se me canta. Y siempre hay alguno para boludear un rato. Me jode un poco que me haya puesto Rail, porque los otros perros no tie- nen nombres asi. Y cada vez que me eneuentro con alguno, sme cargan. Los perros, cuando andan en patota, pueden ser muy erue~ Jes, Una vez conoc! un roteweileral que le habjan puesto Fajita Lo que han vuelto loco aese pobre muchacho. ¥ miré.que lo mirabas y te daba miedo, ch. Pero asf y todo, cuando andan en patora, los que viven en la calle, se le animan a cualquiera. Como me pasé recién, Dect que Nelda cuvo reflejos ripidos y me salv6. Si no, no la contaba. Fstaba corriendo por la plaza Yy Se apatecié el Negro, un flaco con cara de nada que anda siempre rodeado de cinco seis mis, que lo siguen a todos lados. Se creen los duefios del mundo. No ce encuentres un hhueso enterrado si estin ellos, porque te cagan a palos para sacértelo. Y después lo tiran por ahi, ni siquiera es que lo quie- ren para mordisquear un rato. Asi que, yo estaba correteando por ahi, para despuntar un poco el vicio, porque la verdad que en el departamento de la vieja no podés correr sin tirar a la mierda los jarrones 0 alguno de los millones de adornitos que tiene; y se me cruza el Negro. «Miré quién vino», le dice a tuno que parece que le hubieran cerrado la puerta en la cara. ‘Un marroncito que debe haber tenido dueio, porque tiene un collar con una medallita. EI marrén no le dice nada, porque son unos aleahuetes que esperan que el negro haga los chis- tes para reitse. «El algodén de aicar con patas. dice. Y los imbéciles se rien. «Hay que devolverlo al pochoclero». dice y me empiezan a rodcar. Te digo la verdad, yo empece a ladrar como loco, de los ner vios, Ahi Nelda me sintié y empezd a tratar de espantarlos. Pero nada, che. Los tipos, inedlumes. En una de esas, el Negro {grita «Vamos a culearnos al enano». Te digo que nunea senti ln terror semejante. Me empezaron a dar topetazos y me que- fan montar. Algunos me mordisqueron las orejas, otros me clavaron las patas en las costillas. Dect que soy bajito, vste. Soy de esos perritos chiquitos, lanudos. De casualidad mido quince centimetros desde el piso. Ahi andaban, algunos ya con la pinga rosada y htimeda al viento, pero ninguno se pudo aga- char tanto para ensartarme. Ahi aparecié Nelda con un palo y lossacé eagando, por fin. La ligaron lindo algunos. Me levanto ¥ynos vinimos al departamento. Quedé medio estropeado, todo sucio y magullado, La vieja ime fue hablando sin parar todo el camino, diciéndome que no ime preocupe, que ya estaba todo bien, que esos perros malos yano me podian hacer nada. Me jode que me hable as, con la vor finita, pero te voy a decir que con el cagazo que me pegué, ime sentf bastante reconfortado, Me dejé acé en la camita que ime armé, Un canasto que tiene unas mantas bordadas con mi nombre. Pero me parece que se fue a buscar el guante La Vieja tiene un guante, que es como una manopla con pinchitos en Ia palma. Con eso me peina. A veces me da la impresion que busca cualquier excusa para peinarme. Por- que, seamos sinceros, cuinto me puedo llegar a despeinar ac adentro. Pero cada dos por tres la veo aparecer con el guante. La primera vez noté que el guante tenia un agujerito por donde sacaba afuera el dedo chiquito. Me Ilamé la NELDA . atencidn, pero supuse que se habria roto. Después entend Es toda una ceremonia para Nelda. A veces hasta pone iiisica, Tiene un disco que dice Ray Conniff y a ella le encanta. Se viste con ropa cémoda, me dice. A mi me da cosa porque me parece que no le quedan bien esas transparencias. Y se sirve un vasito de grapa, que se lo roma de un erago. Entonces empieza a peinarme. Empieza por el cogote y la cabeza. Me pasa el guante lento, una y otra vez. Me pregunta sime gusta. Y la verdad es que esa parte me gusta, Es rato. Me dauna especie de ansiedad con miedo, una sensaci6n rara.No puedo parar de temblar y a veces se me escapa algin gemido, que Nelda me festeja como si hubiera hablado en su idioma. Hay que verla eémo se e va transformando la cara. La vieja tiene una cara rosea, la mandibula cuadrada, cejas gruesas. Tene una voz ronca, que le sale como una erupeién dela boca enorme, que parece mis grande porque se pinta los labios por fuera del contorno, Pero cuando empieza con el guante se transforma. Se le colorean los cachetes, los ojos se van poniendo como inquietantes, junta los labios en pico, como tuna especie de esfinter, un upite, digamos, y asi murmura cosas que no entiendo. Pareciera como que esas arrugas que tiene, que son como surcos profundos, se le desaparecieran. Se pone rozagante. Después de cepillarme un rato el cogoce pasa al lomo, Ahi sigue, y se pone més rara. Levanta la cabeza a veces y resopha ‘Asusta un poco. La primera vez que lo hizo m no le imports, Y despues... sti la parte final. Pasado un rato de cepillarme elllomo me levanta y me da vuelta, Ahi ya no la veo. Y mejor, te digo, prefiero que sea asi. Entonces empieza a pasarme el guante por las ancas y las patas traseras. Baja y sube, baja y sube. Cuando empieza asi yo ya sé lo que sc viene. Ahi si ‘me pongo nervioso del todo. Pero es raro, no me da por raja. Podria pegar un salto y corre la vigja no me agarra més. Es, como sialgo me atrajera, me dejara pegado sobre a cama. Ahi, en ese sube y baja, sica el dedito chiquito fuera del guante y como al pasar, empieza a rozarme... digamos, propiamente el.culo, A mi, de chiquito me cortaron Ia cola. Parece que es eé, pero aella 19 RAUL Por Pablo Garcia tuna costumbre que se usa, que a la larga es mejor. Asi y todo, con ese muién de cola, tengo el impulso todas las veces de taparme el agujero. Es como un reflejo. Se me mueve slo el chicote, como cuando sopla un viento y uno cierra los pirpa- dos sin querer. ‘A medida que aumenta el riemo de subida y bajada, el roce se vuelve menos casual, como que se deti va convirtiendo en una presién, cada ver més pronunciada, La vieja se va encusiasmandos le siento la respiracién cada vex mas agitada y sigue murmurando cosas, de las que slo distingo mi nombre: Rati, dice, cada dos 0 tres de esas pala~ bras ininecligibles Hasta que la mano deja de subir y bajar y venciendo una resistencia a fuerza de trabajo, me mete franco el dedo « quiro en el culo. En ese momento, a mi me pasin unas cosas e recorre desde el rarisimas. Hay una especie de dolor, que agujero, pasando por las ancas, que me llega hasta la mandi- bala. Undolor que se mueve en esecircuito y que cuando llega ala boca ya no es dolor, es otra cosa, una sensacién metilica, tun gusto a clavos en la lengua que me obliga a sacarla y jadeas, como cuando tengo calor. Y de repente siento que he estado vacio y que la vieja me completa con su dedo suave, y la vieja y yo somos uno por toda la eternidad, y una idea de infinito me invade y una tristeza dulce me sumerge en una melancolla tierna y confortable. Después, como quien aprieta un bordn, siento de golpe que se asoma la pinchila rosada y gelatinosa y un chorro viscoso sale de ella, dejindome al borde del desmayo, con un cansancio, que ni veinte vuelta al parque me provocen. Lo que pasa después es confuso. La vieja parece enojarse, Me seta, me insulta, me dice asqueroso y cosas por el estilo. Y est tun par de dias sin hablarme ni mirarme. Se imita a ponerme comida y agua, y se va del departamento, dejindome solo lar gas horas. Con el iempo va volviende a la normalidad. Hasta que un buen dia, la eo venir de nuevo agitando el guante y se prepara el vasito de grapa ‘Como ahora. Ahi viene. Y yo no me quiero ir, aunque me tiemblen ls patase DE GENERACIONES Por Antonin KaTart Ilustra Celeste CIAFARONE, ‘nunea me senti hermoso, valiente, lozana seguridad, ireftenable envereza {serd, entonces, que nunca fai joven? puede que sean tan sélo cambios de épocas, tenemos que ser jévenes de otza forma, 20 n0? algo tan simple para las anaromias y tan problematico para las generaciones aunque sigamos tirados escuchando discos y fumando la madrugada entera co sonriendo feroces de alegria después de una accién hermosa o valiente o inmortal tuna vee una chica dijo —parecés mis grande alescucharla, queria que no me hablaraalacara ella cogia sin culpas,vivia la vida como en un jardin de infantes pero aterrizaba en la cama y no intentaba cont toda madama madura jugando con el goce respiraba y soltaba un gemido débil y sincero era imposible no querer morder la came tostada que se pegaba alos muslos ir saboreando las curvas de sus piernas recostada, de espaldas, como alzando una plegaria capciosa un pedido que desafiaba todas las Fucrzas, las mias ylas del entorno casi no podiamos parar, mis que para escuchar mejor una cané Zes que éramos jévenes? ella decia gue le gustaba la miisica cuando cogia se compenettaba en la melodia como parte del sexo disfruraba cada acorde como silo produjeran nuescros cuerpos Ja eranspiracién resultaba de nuestras obras [de la pasidn, 2caso, del vigor y la energia habia orra con que se torcfan todas as frecuencias, ‘cogimos con escepticismo, muy eallados y rigurosamente apenas acabamos, los dos sabiamos que no ibamos a volver a vernos no era disgusto, més que nada conformidad: solo un par de veces repetimos aquella certeza de lo negativo ‘conocerlo tenia su encanto, mis que nada ya hablamos distinguido casi todo lo que teniamos para darnos nada més para poner en comin pero tampoco desérdenes, despojos, malezas también estdbamos siendo joven ? zoqué, sino? —penetramos es eso— dijo una que era cantante —dejamos entrar mutuamente después, sin motivos, dejamos de vernos yy nos saludamos sonrientes y cémplices sabiendo que podiamos esperarnos ala distancia, sin deseos manifiestos antes, como con cierta conviccién 20 coger, en todo caso, era cuestién de decision yen eso no cenia lugar el tiempo {no éramos jbvenes, acaso? aquiere decir eso? ajovenes? ah, ;jévenes! esbeltos, rubicundos, expertos en nada triunfales o triunfantes hambreados, de perlas, habladores zarandeando entre postes altos y electrizados, recorriendo escondites con la lengua violentada en tanto trimite {de qué miedo nos habian alejado? ‘nunca pudimos arrancatnos los ganchos, somos jovenes ijévenes! Incapaces y apros de todo, para ser delicias crecedoras y parimnos en ebriedades lacerosas, dar un beso de los nuestros proferienos alguna buena mentira, caudalosa resueitarnos 0 reescribicnos con tatuajes porfios, en auras grandiosas en cielos dulees de eremas psicotropicas, chorreantes jarabes que caen de bocas hérridas hasta las nuestras, €305 ojos chiquititos que miran lo alto y se extienden después alguno se rasca el estomago y levanta la mano para pedir una ronda mis de sus almibares lasplanchas embrujadas como el mardesolado {su inocencia infel? gas alas? podrfan habernosllevado, pero nos escacaron el salvavidas nos dej6 en la costa, escuchando los aplausos era de otro el heroismo. ‘y nosotros, os protegidos avergonzados dla planicie convulsa con los vientos, el amor? todo eso ya fue dicho y nosotros seguimos siendo jévenes de veren cuando soplamos y confesamos que rodo era una mierda yy 80 nos haefa sentimnos cerea, en una habieacién oscura y lena de humo fumibamos y nos pasdbamos las manos por el cuerpo {querfamos llegar algo que no nos hiciera sentir distintos (zjdvenes?) Ja misica siempre ayuds bastance para esa rutina, casi era su centro vital desde ella es que trascendiamos, siendo jvenes dos que se hacian mito estibamos perdiendo, es cierto, como siempre pero era nuestro modo de resist, para eso tenfamos que ser jévenes, no cs verdad? porque sabfamos que no éramos hermosos ni valientes, mucho menos inmortales, en realidad, no habia riesgos que nos alejaran dela muerte que reposaba constante en el lerargo de los ojos ciegos y los dientes negros en las tumbas, as colmenas y los cercos que rondan y montan guardia en el interrogante del resplandor que atravesibamos yes que estibamos acé solos: tun dia nos dijeron que debiamos competir hasta moric (o matarnos) aci, en una soledad de teenoduros sacudiéndose [ésaben por qué? [eson jévenes, tambien? rodeados, quedamos, de lobos que mastican came de lobos (relamen su semen): 2 habia que espiar siempre desde la milla, besar despacio sin ruido, sin salivas implorar hasta anestesiarnos confundienos en una jaurfa en rabia arrancar un peda2o y partir ser toda fuerza, toda una filica entereza tun 050 coronado rigndose de sus proczas ‘nos cogiamos como fantasmas, porque todo lo demas nos habia fallado ninguna adrenalina nos alcanzaba: comabamos y al rato volviamos a saber todo no podiamos olvidarlo, y coger era como olvidar graciosamente despojarnos de lo que hasta entonces éramos [zjovenes? olvidar, incluso, que cogiamos porque no podiamos olvidar dla toxicidad estaba on nuestras fugas? isonaban a metal nuestras vidas? nada que las alteraciones y as vibraciones no corrigicran 1nos dijeron que llegarian armas para salvarnos ‘una cropa de pistoleros recorriendo las calles? ieodos? para inventar el pecado y curaslo? nosottos, mientras tanto, encereindonos con nuestras menudencias, en el ciego de los reflectors, palpindonos hasta encontrar la respuesta de otra piel erizada yuna bocanada que indicara lo incontenible: tuna piba que no tenia veinte, de ojos agudos, gil y sigilosa tenia la piel lechosa yylos pémulos saientes que le daban intriga a sus fieciones la chupaba con devocién y autonomia, una y otra vez sin descanso ni preimbulos come si aquello fuera lo nico por hacer en el mundo chuparla para dar placer, sor maestra en sus artes encender con dedicacién y lujuria cl artilugio que debera devolver algo de ese desco aplastante se refa.con temnura cuando le hacia un chiste y miraba con desinterés desde alld abajo, concentrada con la verga en tuna mano y con la otra dirigiendo las caricias, Los masajesy las pausas se ria como una experta y mostraba la lengua era imposible no arcebatarse y saltar a buscarla hacerse el joven, por un momento otra ver estibamos olvidéndonos para ser jévenes para andar entre chuzas esquivar aguijones, lamer las piedeas preciosas salar precipicios, desenterrar vacios y coger, una ver mis, ahora por la maftana, con menos revuelo que en la noche sin adverti ain la resaca siempre supimos que no saldriamos de ningiin manicomio [zxodavia éramos j6venes, no? remontabamos las calles como en una ronda de reconocimicnto Yy nos sumergiamos en piezas sombrias para olvidar todo lo aprendido tuna vez més, las sombras consuelan lo visible somos nosotros, decta,jovenes 0 no demasiado, porel momento. 4 ESTORNINOS Por Marcelo BriTos Ilustra Gabriel Frx LDESEO TODO LO PUEDE. ACASO MAS QUE el odio y la tristeza, que encuentran siempre alguna manera de detenerse, el instinto de supervivencia, a misma humanidad. El deseo ¢s impulso, el trueno que sigue al relimpago, porque son la misma cosa, somos la misma cosa. Y cuando no suena el trueno, espera. deseo tiene una infinita pacicncia y todo est gobernado por AL arafia muda que teje puentes entre ls casas. Cuando pensé en esto ~esto que estoy escribiendo como si ocurriera ahora mo~ estaba llegando por segunda vez a Roma. He vuelto por un deseo irrefrenable de hacerlo. Nada de ese anhelo era concreto, nada tenfa nombre ni forma y cuando abri los ojos frente la ciudad, lo entendi, entendi lo que buscaba, aunque nunca hubiera sabido realmente qué era. Sus calles vacias en la noche de invierno, los bares arrinconados en el empedrado, ‘area de mil afios escondida en las miradas, la tibieza dela luz artificial en los ojos. Las casas suclen esconder todo -pensé-, y fue justamente cuando recordé esto. A través del océano, lo recondé Esta familia cenia una mansién en La Cumbre y esa casa enorme resistida por el tiempo era codo lo que quedaba, brisa memorial de resignacién y nostalgia. Lo podian decir todos, yen cualquier segmento de existencia. Era todo lo que que- daba del apellido, de un tiempo breve y feliz, de una imagen filial que ellos habian sofiado por otros. No heredaban sélo el ‘material acumulado en la ladera ~a veces le decian la casa de la montafa~ entre érboles y piedras, sino también una alegria ajena, lo mejor de los muertos propios, lo imposible de alcan- zat. Se repartian la propiedad por quincenas y en navidad y afio nuevo coineidan con sus esposas y esposos, con los hijos, primos entre s, que atin acepraban los mandatos dela sangre y eran amigos y se extrafiaban, acaso los tinicos que querfan que llegaran esos dias. La casa tenia tres pisos que rodeaban por el 25 centro la estancias con galerlas de arcos victorianos, y desde alli podia verse hacia el Este, el sol saleando entre las ¢ todos vieron un amanecer, al menos una ver, para repeti, en los bares dela ciudad o en las reuniones obvias, que eran due- fos de un lugar que garancizaba esa vista. Todo tuvo su tiempo alli y eso lo median con la edad de los hijos. Hubo merien- das con cascatillay escones despues del rio, hubo caballos de madera pudriéndose después de la tormenta. Llantos después, de haber caido con las manos sobre ortigas, horas en el bafio después de las moras silestres, matanzas crueles de sapos y sexpientes ciegas. Repitieron la felicidad, lo hicieron cuanto pudieron, Hasta esa tarde del iltimo dfa del 78, todos guarda- ban en la memoria una noche, precisa ynftida, dos aos antes, Juna Ilena en una cabalgata, luz de gas turbando la oscuridad. Se velan las caras yera como estar de tarde, se miraban las risas y cada detalle del pliegue de los eabellos y la piel. Y fue como desafiar la misma tiniebla, algo distinto y audaz, el principio de un recuerdo propio que no dependicra del Album ni de las viejas anéedotas Estuve en ef norte, en el norte de todo y en el del lugar en donde naci. Ahora estoy en el corazén de occidente. Los hombres son iguales. Las mujeres tambien; ahora es correcto decitlo. Ojos claros y negeos. Pémulos hacia afuera y blan- cos, tostados y brillosos. Las sonrisas son iguales, las ligrimas también, Pero en algunos lugares la belleza viene de la natura- leza mistna. No sélo los paisajs, sino que la belleza es todo y todo es la tierra, y quienes la habitan parecieran ser también parte de ella, y quienes la visitan desde ocras culturas son cla- ramente ajenos: muiiccos de plistico perdidos en el césped del fondo. Todos descan por ella y para ella. Mis ojos lo vieron asi caso pudo haber alguna esperanza que no haya entendido. La belleza aqui, en cambio, es lo que el hombre ha hecho. Y el deseo es el de poseer lo que él mismo ha creado, y ala ver también ha fabricado ese deseo, espiral hedénico y siniestro de insatisfaccidn etema. Sin embargo hay un deseo que los {guala, nos iguala. Viene de la misma sangre, de cualquier aire. Resiste al miedo, no lo amilana la muerte ni la ealma. Ahora pasan unos pijaros y se mueven en grupo como un cardumen. Es increible, pero la formacién y los movimientos son impre- decibles, Vienen de la eampifia y me han contado que trata: ron de etradicarlos porque ensucian la calle y los autos. Pero no padieron. Es la tinica seal de naturaleza y la rechazan. Y atin asi no lo logran. La vida se abre camino, aqui como en cualquier lado. se afio habia cambiado algo en las ceremonias. Los chicos habjan crecido, Habia que bajar mis al pueblo a que pudie- ran acercarse a los otros adolescentes, sobre todo Lorena, la mis grande de Rail. El mayor de los hermanos. Rail habia heredado el negocio, un comercio minorista de insumos de panaderia en la parte buena de Saladillo, La menor de las her- ‘manas era soltera, una soledad clegida, sin fracasos como solia decis, como quien no quiere jugar una ficha de dos pesosen un. casino, para no perder. La del medio tenia tres varones, uno dedoce, orro de once, y un recién nacido. Fl marido rabajaba en el comercio, como repartidor. Lorena se estaba haciendo ‘mujer ~eso decian todos~, Lorena ya no iba al arroyo con los chicos ni jugaba a la pelota con ellos, nia la Oca. Usaba cor: pifio y amaba secretamente a un joven que la doblaba en edad. Amaba, claro esté, como uno cree amar alos catorce aos, con prescindencia de la carne, con una eternidad de cine. La abuela eensefiaba a tejer-era su aporte al pasaje del mundo femenino, y hablaban horas en la galerfa,a veces con fingida dedicaciéin,a ‘veees porque llovia y no habia ora cosa que hacer El dia anterior aesa tarde habia llovido tanto que no dieron abasto las canaletas que rodeaban el techo para desagotarlo. Las piezas y la galeria mis alta se inundaron, otras estaban pla- gadas de ollas en el parqué para detener las goteras. Pero no fue sélo cso. El depésito se llené y las deposiciones de toda 1a familia empezaron a salir desde abajo del pasto del parque de entrada. El olor era insoportable y no podian entender de dénde venia tanta suciedad, tanta putrefaccién. Todos lim- pando el pasto, descalzos y mirsndose los pies negros de algo que no era barr, algo que habia venido desde adenero de ellos :ismos. Hubo cola en el bafio para ducharse desde la caida de laluz. Habia sélo un bafo con agua caliente yera el que estaba en la planta baja. Era enorme, casi como una habieacién. La ducha era con termotanque eléctrico y contra el azulejo habia un respiradero en forma de rgjlla que daba a la despensa, la linica parte de la casa construida absolutamente de madera. Nadie sabia gue funcién cumplia, pero quien se bafiabay escu- chaba a alguien entrar del otro lado, tapaba con la palma de la mano el respiradero, si es que se habia olvidado de cul con algo. Lorena esa tarde escuché abrisse la vieja puerca de madera, pero no de la forma decidida y violenta con la que Ia abrian todos; la oy6 despacio, con sigilo, como si la inten. ci6n no fuera otra que espiarla. Atin6 a cubrirse.con las manos los pechos incipientes, pequefias colinas rosadas salpicadas de Iunares, y luego lo hizo con una mano y con la otra cubrié La mirilla. Durante la cena miré con recelo alos primos y ellos se refan, pero no podfa culparlos sin pruebas, y se morirfa de ver- _glienza de aceptar delance de rodos que a habfan visto desnuda En el iltimo dia de afio viejo se distrajo en la galeria con Ja abuela, con el atardecer manchado por un areo itis d&bil, tempera aguada por la Iluvia, y por la vegetacién que comen- aba, con esfuerzo, a ganar la pulseada de olores a la marea nauseabunda. Cuando le dijeron que entrara al baiio lo hizo con el tejido en la mano y sin la toalla, para no perder el curno.. Habian pucsco la mesa sobre la galeria baja, a més concurrida delasdos, mantel blanco y lascopas, ys primeros platos para cl aperitivo, Fuentones con hielo y bocellas, bandejas de sind- wiches con repasadores mojados. Su madre lealean26 la toalla yprendié la ducha. Cuando terminé de quitarse toda la ropa, 6, otra vez, la puerta de la despensa. De la misma manera gue la habia oido antes, con el rumor sombrio del acecho, magin6 incluso a los dos estipidos, risueiios saltarines, ca nando en puntas de pic entre las cajas, acexcindose al respira- dero con la carcajada contenida. Esta ver la reaccién fue dis- tinta: odio incontenible. Tomé una de las agujas del tejido y esperd, Cuando lo creyé propicio dio un latigazo recto y veloz entre las pequefias divisiones de lata, y oy6 a alguien erastabi- laren la madera y cerrar fuerte la puerta, ala carrera. Retiré la aguja con algunas salpicaduras de sangre en la punta. No oy6 gritos ni quejas. Fue a la habitacion que compartia con la tia, alli se cambié. Ener6 ella y también su madce, y no parecia ‘ocurrir nada fuera de lo normal. No se ofa alos primos, solian, estar corriendo en el parque delantero, jugando con los perros © con la pelota. Sélo podia escuchar las voces del padre y del to que hacfan el asado en el quincho. Fueron sentindose a la mesa. Ya los veta llegar desde el extremo de la galeria, munidos de piroteenia y hablando en vor alta, pero no podfa verles la cara. Tendeia que ser el mayor, al otro no le interesaban esas cosas. El mayor, si. Se sentaron. Los rostros limpios, anos. Las orejas, podian ser las orejas, pero también estaban intactas. Estaba segura que habia sido el ojo. Mientras pensaba en lo segura que estaba, si, el ojo, habia sido el ojo de alguien, ented el to, El boludo de tu marido ~decfa el tio-, miré cémo se lastimé, Atrds su padre, la cabeza gacha, el rajo que cruzaba el parpado y se alejaba hacia la sien. El boludo dice que metié la cabeza para acomodar una brasa, y se raspé con un alambre de ta parrilla. . has para que a Yo le hice caso con la esperanza dle que Cacho se deje de rom. per las bolas con Ia luz, asf en a oscuridad podia pensar en una pelicula porno y acabar de una ver. Imaginaba que estaba con Jenna Jameson, en Infierno Anal 4, pero de golpe se me aparecia laescena de Liberen a Willy en la que la orca salta por encima del nifio protagonista. Asino es ficil Mis temores de que me aplaste fucron infundados, Geral dine apoyd sus rodillas a mis costados, tomé mi pene semic recto que desaparecié entre su entrepiemna. Cacho le empezé a meter losdedos con salivaen el culo, peroella pidi6 ubricante. Me la segut garchando un rato mientras trataba de esquivar sus besos y senti que Cacho volvia a subir ala cama. Le ponia 29 algiin lubricante que la hacia del horreaba por el orto del ceticeo y me hacia cosquillas en las bolas y se me desparra- maba por el culo, Cuando Cacho la penetré ella se arqueé y xgemia mientras me pasaba el mondongo por mi pelvis en un movimiento circular que me recordaba al zamba del Ialpark. Cuando grté

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