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NIEBLA

vejo que a nvoa que saiu de todo do cu,


salvo o que no azul ainda paira de ainda no bem azul,
me entrou verdadeiramente para a alma
Fernando Pessoa1
La niebla anula un sentido y exacerba otros.
Perdido en medio de la niebla, el pescador oye el graznido de las
gaviotas, huele el olor de las algas, siente el viento tibio del oeste, cree
ver una sombra frente a la proa y reconoce el arrecife.
La niebla hace perder la perspectiva, no se sabe si baja del cielo o
sube de la tierra.
Fuerza a ver las cosas como son, muestra el espacio y el tiempo tal
como son. Nada se percibe como era, nada es lo que era.
Cuando se cree ver algo no se sabe qu o quin es, si est lejos o
cerca, si est por ocurrir o si acaba de ocurrir.
En ese momento se puede captar, por un instante, la banalidad del
saber.
Ya no se ven los colores de las cosas, ni se ven cosas.
La niebla alienta una asctica singular: ver slo color en el color.
Invita a indagar qu significa ver, aunque nunca se llegue a
entenderlo.
Obliga a vivir en medio de aquello que se trata de captar, como la
araa vive en medio de la red, absorbida en el ahora.
Produce atmsferas que no se dejan capturar. Para describirlas las
palabras de la literatura se acercan a los trazos de una pintura
abstracta.
Rodeadas de niebla, las ideas slo pueden llegar al cerebro a travs de
la nariz, la boca y los odos.

1 Pessoa, Fernando (1986). Livro de dessassosego. Bernardo Soares. Sao Paulo:


EditoraBrasiliense: 125 [1914?].

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