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Por qué los abogados hablan para que

nadie les entienda


y otras historias policiales
| Santiago Sanmiguel Garcés |

trabajo de grado

Pontificia Universidad Javeriana

Facultad de Ciencias Jurídicas

— 2010 —

tutor: Ricardo Sanín Restrepo.


"¡Siempre arrogantes, porque llevamos en nuestra sangre la libertad!"
pablo rueda arciniegas
himno del departamento de santander

“Por qué los abogados hablan para que nadie les entienda y otras historias policiales” está bajo una licencia
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| Resumen |

El Derecho, como institución de regulación social, ha creado un lenguaje específico para su

funcionamiento que, muchas veces, excluye a aquellos que deberían entender el ordenamiento de

forma más clara a fin de hacer valer sus derechos. En este documento se estudia la posibilidad de

apertura del lenguaje técnico, que no implica de ningún modo la pérdida de validez de la institucio-

nalidad científicamente fundada, reclamando, a su vez, la vileza que conlleva la exclusión lingüística

de los no-abogados; tanto para ellos como receptores del ordenamiento, cómo para los operadores

jurídicos que lo implementan.

palabras claves: Lenguaje, Pesadilla, Anarquismo Epistemológico, Ciencia Jurídica.


| Cláusula de Exculpación. |

Este escrito nace de una entrevista a Nilson Pinilla Pinilla, un discurso de Oscar Iván Zuluaga

y un acto de genocidio. Sale de la infinidad de tiempo que he gastado explicando noticieros y la dife-

rencia entre Corte Constitucional y Corte Suprema de Justicia a amigos cercanos, a no-tan-amigos y a

mi familia. También diría que obedece a los millardos de veces que oí decir en clase que esa respuesta

errada parecía de periodista y no de un abogado.

Espero que este texto logre asir por más que unas pocas páginas la atención de quien lo lea,

pues en su totalidad fueron escritas con el mayor respeto, consciencia y cautela. Aunque siempre está

bien recibida la opción de decir “esto a mi no me gusta, ¡al diablo!, y tir[ar] el [texto] por la ventana

[. C]omo autor me parecería perfecto. Pues nada . . . más positivo que una especie de polémica en

ausencia. ¿No?” (Cortázar).

Creo y sostengo que es mejor cuestionar, rehacer, y creer que “en el arte hay respuestas”

(Liniers “7.11.2009”) a simplemente aceptar que el lenguaje y el derecho son estructuras rígidas; otro

lo diría mejor que yo,

(liniers “macanudo 6”, 22).


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| 1. Las Palabras |

Sé que no se acostumbra iniciar así un texto de este tipo y, quizás, el método para desarrollarlo

tampoco sea el “usual de un [escrito] académico. Yo no quiero sumergirlos dentro de un argumento

complejo, reforzado con referencias a algún oscuro pensador Francés – sin importar cuán natural esto

sea para la extraña clase de académicos en la que nos hemos convertido”1; 2 (Lessig “Free Culture” 29).

Al comienzo de cada sección trataré de ilustrar, mediante una historia, el problema sobre el que se

hará hincapié para así desarrollarlo con una base clara; pues no puedo pecar de lo que aquí denuncio,

y redactar un texto inentendible.

El 26 de febrero de 2007, la entonces presidente de la Corte Internacional de Justicia Lady

Rossalyn Higgins DBE, declaró ante la prensa internacional que tenía que “haber quedado claro que

hubo un grave riesgo de genocidio en Srebrenica” 3 (Van Den Berg AFP 17:36 GMT). Se refería a la

sentencia que esa corte había expedido sobre el conflicto entre Serbia y Bosnia–Herzegovina, especí-

ficamente sobre la intervención de fuerzas militares serbias, o de grupos auspiciados por ese gobierno,

que participaron en la masacre de entre 6000~ y 8000~ hombres y niños en esa población (en su ma-

yoría musulmana). La sentencia declaró que hubo un acto de genocidio y no genocidio propiamente

dicho, porque no pudo demostrarse que existió verdaderamente Dolus Speciallis4, pues “la evidencia
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no reveló que estos terribles actos fueran acompañados del específico intento de destruir a un grupo;

que es la prueba que se exige para el genocidio” 5 (Van Den Berg AFP 20:32 GMT). Una habitante

de Srebrenica entrevistada por una agencia internacional, al oír la noticia del fallo, reclama con in-

dignación que “las víctimas de Srebrenica, sabe[n] que Serbia estuvo directamente implicada. Noso-

tros vimos tropas Serbias bombardearnos, apuntar en contra y matar a nuestros hijos y esposos, los

vimos cometer genocidio aquí”6 (Krilic), ¿acaso tendría que haber habido en cada pueblo de Bosnia

10.000 víctimas, como Srebrenica, para que la corte se percatara que se cometió genocidio en Bosnia?

(Krilic). El problema sería que tendríamos que entrar a explicarle a esa señora, “si sin tecnicismos se

pudiera”, el concepto de genocidio, acto de genocidio, y de Dolus Speciallis, entre otros (Sanmiguel–

Garcés, Vallejo–Giraldo 12).

“Mientras la Corte Internacional de Justicia falló que Belgrado dio


‘apoyo militar y financiero considerable’ a la Jefatura Bosnio–Serbia,
la corte encontró que [Serbia] no comandó la masacre en Srebrenica.” 7
(van den berg afp 17:36 gmt)

El Vice–presidente de Colombia, Francisco Santos, refiriéndose al trato aberrante, inhumano y

cruel al que son sometidos los secuestrados por las guerrillas de éste país, declaró “que eso habla de la cla-

se de organización terrorista genocida (sic) que son las FARC” (7 de septiembre de 2009). Aunque claro,

desde lo más alto del gobierno esto ya se había afirmado sin reparo. “Una cosa es la gestión humanitaria

[del Presidente de Venezuela], que siempre hemos agradecido; otra cosa es tener complicidad e incurrir

en el delito de albergue y . . .financiación de genocidas” (Álvaro Uribe Vélez, Rueda de prensa, 4 de marzo

de 2008). “Hoy, Camilo Ospina, nuestro embajador en la OEA, anunciará que Colombia se propone, en

la Corte Penal Internacional, denunciar[lo]” “por patroci[nar] y financia[r] . . . genocidas (Discurso, 4 de

Marzo de 2008)”. Claro, sea dicho de paso, desde el otro lado del espectro ideológico, Iván Márquez, del

secretariado de las FARC, unos meses antes ya había llamado al Presidente Álvaro Uribe el “heredero de

Santander . . . usurero, sanguinario y”, también, “genocida” (Iván Márquez citado por L.C. Restrepo). A

ellos tres tocará igualmente, si sin tecnicismos se pudiera, explicarles el concepto de genocidio, de acto de

genocidio, y de Dolus Speciallis (ídem), pues quien sabe si en la actualidad lo pueden entender.
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La palabra, por su capacidad de exponer el pensamiento ha sido siempre dotada de gran po-

der, por lo que no sorprende que en tiempos en que empezaron a construirse las diversas formas de

Estado, los ‘dueños de la letra’ se organizaran institucionalmente en lo que llamaron Audiencias, Ca-

pítulos, Seminarios, Colegios, y Universidades (Rama 62), a fin de concentrar y maximizar su poder y

control sobre el lenguaje. Lo que una palabra pueda decirnos, nunca debe ser subestimado, la “palabra

es un anticipo del pensar consumado ya antes que nosotros” (Gadamer 21), e incluso su significado

se sigue reformando después de esto. Podría llegar a decirse que las relecturas posteriores puede que

sean más eficientes y que en esas reinterpretaciones haya más verdad que en el sentido “supuestamen-

te original” en el que fueron escritas (Gadamer citado en Žižek en “El Sublime Objeto de la Ideología”

272). Porque no sólo es necesario transmitir el mensaje a través del lenguaje, sino también recibirlo.

Ya si éste es asimilado de modo favorable, o no, depende de la ideología detrás de quien pregunta o

recibe la respuesta (Feyerabend “Conquest of Abundance” 122).

Por lo que es paradójico, que el Derecho, (que aprecia tanto la seguridad de sus conceptos)

establezca normas de interpretación, de comprensión simple, que pueden llevar a la “relectura y efi-

cacia posterior”, y de este modo se vea amenazada esa seguridad. Como ejemplo está el artículo 21 del

código civil colombiano donde se dice que “las palabras de la ley se entenderán en su sentido natural

y obvio, según el uso general de las mismas palabras; pero cuando el legislador las haya definido  ex-

presamente para ciertas materias, se les dará en éstas su significado legal.” Claro, depende de a qué

corresponde ese “sentido natural y obvio”,

(liniers “macanudo 6”, 81).


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Aquí se pretende criticar y analizar la forma en que se expresa el Derecho hoy, desde nuestras

cortes, desde los servidores públicos, desde los abogados de a pie y de los de carro. Pero intentaré abrir

la posibilidad a cualquier procedimiento, por ridículo que parezca, que pueda explorar interpretacio-

nes o caminos que no son propiamente la primera opción del jurista, y utilizar tales procedimientos

como herramientas en esta crítica; dado que todo razonamiento, por sólido y lógico que sea, puede

mantenernos en una prisión, sólo que nosotros no nos damos ni cuenta que estamos en ella (Feyera-

bend “En camino hacia una teoría del conocimiento Dadaista” 103). Como primer paso debería estar

querer salir de ese encierro.

No intento abolir las reglas de interpretación clásicas de la ciencia jurídica, ni demostrar que

carecen de valor. Mi intención es más bien ampliar el inventario de reglas y herramientas de interpreta-

ción para proponer un uso distinto de las mismas (101), teniendo siempre su eficiencia como prioridad.

En la actualidad nos engañamos creyéndo que las fuentes externas al Derecho funcionan

como si de ficción literaria o cinematográfica se tratara. Menospreciándolas de antemano creyendo

que son sólo motivos aislados que no nos pueden decir nada de lo que el Derecho es (o debería ser).

Creemos que carecen de valor argumentativo o documental. Nos tomamos demasiado en serio su

irrealidad/externalidad cuando, por el contrario, deberíamos contemplar mejor lo que éstas nos di-

cen sobre el estudio del Derecho, del contexto en el que debería analizarse y desde donde deberían

surgir sus cuestionamientos/respuestas, pues muchas veces representan condiciones más reales que la

realidad misma, más reales de lo que quisiéramos que fueran, o de lo que somos capaces de aceptar 8

(Pervert’s Guide to Cinema).

Aquí se parte de la necesidad de cuestionar la metodología tradicional, pues los procedi-

mientos “que son utilizados de forma habitual, sin pensar en las razones que hay detrás de éstos,

usualmente son acompañados de una creencia metafísica” 9 (Feyerabend “Conquest of Abundan-

ce” 152) que se cierra a las demás interpretaciones posibles y blinda su esencia de ser ‘contaminada’.

Pero “el mundo está lleno de mensajes confusos, cartas incompletas, discos rayados. Del mismo modo hay

muchas maneras para hacerse cargo [de un] problema, cada una con sus ventajas e inconvenientes10 (83),
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se trata de unir el lenguaje del ‘canon’ con lo que está fuera de la esfera de lo que el Derecho considera

cómo propio, para que despierten a cachetadas a unos cuantos; para que prendan las alarmas sufi-

cientes para no cumplir, una vez más, con los vaticinios de García Márquez, y que llegue el momento

en que mirando para atrás lamenten que nos “gritaban que no entendíamos en lengua de cristianos

cuando eran ellos los que no entendían lo que gritábamos” 11 (“El otoño del patriarca” 29), dándonos

cuenta que hay un lado desde fuera que no se siente integrado al lenguaje jurídico, que cree que no

hace parte de ese lugar (aunque le corresponde uno), y que los abogados juran que los incluyen y, lo

que es peor aún, que los controlan; pero puede ser, que como los indios conquistados que visitó Co-

lón, de El otoño del patriarca, sean los de afuera los que no se crean de donde viene tanto cuento que

son ellos los conquistados.

Siempre existirá una forma de hacerse entender,

(liniers “macanudo 6”, 28),

y en este momento el Derecho está cerrado sobre sí mismo, determinando sus propias barreras y ge-

nerando sus propios significados sin muchas veces dar crédito del entorno en que se produce (Guar-

diola–Rivera, Sandoval–Villalba 98). Se pronuncia desde nuestras Cortes con expresiones acuñadas

en se mismo acto, o en desuso para la Real Academia de la lengua Española, con gramática confusa,

y con latinajos (que estandarizan conceptos, pero) que olvidan que están hablando de personas que sí

acudieron a un abogado es porque ellos no lo son (aunque hay quien no quiere representarse a sí mis-

mo). Elevando sus fallos (sic) a un tecnicismo que, desde el modo de ver de este escrito es innecesario,
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(liniers, “macanudo 6”, 54),

pues en una discusión pública no cuentan sólo los argumentos, sino el modo y manera de exponerlos

(Feyerabend “En camino hacia una teoría del conocimiento Dadaísta” 129), para que así el otro inter-

locutor pueda entendernos.

”¿Sabes qué ha hecho el hip–hop con la palabra ‘nigger’?


Yo estoy tratando de hacer lo mismo con la palabra ‘vandalismo’: traerla de vuelta.” 12
banksy (“the rs 100 agents of change” 62)

Quizás yo le esté apostando a hacer eso con una palabra que carece de significado estos días: Justicia.
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| 2. Las trampas del Derecho |

“Ten cuidado ahí, uno puede quedar atrapado por trucos de abogado… y eso.”

calvo desconocido,
Juan Valdez, Calle 70.
Bogotá: 10 a.m. 14/01/2010.

En la película de ciencia ficción Stalker (1979), de Andrei Tarkovsky, existe una región cus-

todiada por el gobierno en la que pareciera que ocurrió un desastre nuclear. Nunca se dice exacta-

mente que devastó esa área en ruinas, lo único que se rumora es que existe un cuarto donde si uno

formula su deseo más profundo, éste se hace realidad; claro está, nadie nunca lo ha logrado y, como

consecuencia, quien lo intenta enloquece por completo. Para llegar a La Zona, como se le conoce a

esta región y, en especial, al cuarto que cumple los deseos, es necesario ser guiado por un Stalker;

sujetos excluidos de su sociedad porque su oficio es peligroso, clandestino e ilegal. Los Stalkers son

los únicos que conocen realmente como llegar hasta aquel cuarto en La Zona, pues la región está lle-

na de trucos nuevos y viejos… de trampas. Se retrata como un sistema caprichoso, pero un sistema

completo, que no diferencia quién es quién, ni presta atención si alguien es bueno o malo, como les

informa el Stalker a sus acompañantes. La Zona puede llegar a matar a cualquiera que entre en ella,
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simplemente hay que prestar atención, entender el sistema y respetarlo, pero nadie sabe exactamente

cuáles son sus reglas. La única que queda clara es que no se puede llegar a la meta caminando de

forma recta, entre más intrincado el camino es más seguro. El Stalker los guía lentamente, así sus

clientes no lo entiendan, él sabe que no puede llegar al mismo punto dos veces por la misma ruta, y se

comporta frente a La Zona con la cautela, la vehemencia y el temor propios del oscurantismo religioso

(Pervert’s Guide to Cinema). La trama acierta en escoger a un escritor y a un científico para acompañar

al Stalker. El primero, le reclama si no es sólo cuestión de poder por lo que los Stalkers ni siquiera en-

tran a aquel cuarto. Si es que no se siente omnipotente al llevarlos hasta allí con sus reglas; reglas que

ni siquiera él sabe como las aprendió ni por qué debe seguirlas.

No es común que se acepte que “los abogados somos un grupo arrogante de personas, [y

que] el hecho de que nuestra profesión nos ponga en contacto con muchas disciplinas genera la falsa

ilusión que las dominamos todas” (Hart Ely Citado en Sanín-Restrepo 19) porque a decir verdad, se

tiene la fiel creencia que

(liniers “macanudo 4”, 49).

Cuando la realidad es que muchos que ejercen en el foro morirán leguleyos, con el alma pren-

dida de un inciso, como tanto le impresionaba a Gilberto Alzate Avendaño, quien no vaciló en afirmar

que tenía “demasiada imaginación [como] para consagrar[se] al derecho, que exige dotes menores,

crítica y dialéctica. El abogado [–decía él –] no crea. No produce nada útil. Es una actividad parasita-

ria. Para sostener a uno de nosotros, muchos campesinos y obreros tienen que estar sudando plusva-

lía” (“La Autobiografía en Colombia”).


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Desde fuera, “la compleja relación entre una ‘alta cultura’ jurídica y una cultura jurídica ‘pop’

en ascenso” (Guardiola–Rivera, Sandoval–Villalba 74) se resuelve señalando que los “legos se acercan

cada vez más a develar el esotérico secreto de la profesión legal: el derecho es una forma de hacer

cosa con palabras, es performance, y en tal sentido no se encuentra demasiado lejos del ‘game-show’

de televisión, la telenovela o cualquier otro ritual en términos de espectacularidad, forma y falta de

sustancia” (74). Porque “nuestra profesión ha dejado de percibir sus límites, y líderes de la misma no

han sabido apreciar los altos costos que ésta impone sobre otros” (Lessig “Free Culture” 192). Se olvida

que la eficiencia del Derecho debe ser una prioridad, y que esta depende en gran parte de que verda-

deramente sea accesible para quien se está pretendiendo regular o por lo menos debería hacer todo lo

posible, para limitar sus alcances donde no está haciendo ningún bien13 (192).

Hemos aprendido a olvidar lo que por generaciones se entendía con claridad, “el imperio de la

ley depende del cumplimiento de la misma. Puesto que si a menudo, y cada vez con más frecuencia,

nosotros como ciudadanos experimentamos incumplir la ley, por desconocer su límite, menos respe-

to le tendremos a esta” 14 (202). ¿Habrá algo peor que la incertidumbre de no entender el alcance de lo

permitido ni la eficacia de quien prohíbe?,

—Eso es ley. ¿Dónde puede cometerse aquí un error? —


—No conozco esa ley—dijo K.
—Pues peor para usted—dijo el vigilante.
—Sólo existe en sus cabezas —dijo K, que quería penetrar en los pensamientos de los vigilantes, de
algún modo inclinarlos a su favor o ir ganando terreno. Pero el vigilante se limitó a decir:
—Ya sentirá sus efectos.
Franz se inmiscuyó en la conversación y dijo:
—Mira, Willem, admite que no conoce la ley y, al mismo tiempo, afirma que es inocente.
—Tienes razón, pero no se puede conseguir que comprenda nada —dijo el otro”
(kafka “el proceso” 6).

De esa manera la libertad se convierte en un campo minado por el derecho”15 (Howard). Yo

“estoy a favor del sentido común, la honestidad común, y la decencia común. Lo que me inhabilita

para siempre para ejercer cargos públicos”16 (H.L. Mencken). En un “Estado de Derecho, donde en to-

das partes [reina] la paz, [y] todas las leyes permanec[en] en vigor17 (Kafka “El Proceso” 5) no debería

presentarse ésta dualidad entre “el derecho que es posible entender” y el “derecho existente”, porque

así, el relato que Camus hace en El Extranjero de cómo interactúa un sujeto común con el derecho,
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no es más que un retrato obsceno de la realidad, donde el acusado de Camus simplemente atiende a

un espectáculo que él desencadenó, pero que a la larga, le es totalmente ajeno (114 – 115)18. ¿Cuántos

ven el derecho desde la barrera como simples espectadores?; Ya a lo lejos comienza a reclamar Edipo

“¡Hay que obedecer a pesar de ello!”, pero Creonte, quien es el héroe de esta historia, replica “No al

que ejerce mal el poder” (Sófocles vv. 628-29). Todo hombre decente se avergüenza del gobierno bajo

el que vive19 (H.L. Mencken). ¿Pero en serio deberíamos?

(montt “2009.11.07”)

El mayor peligro para un ordenamiento es la persona que toma su ideología al pie de la letra

como un Stalker, pues una ideología imperante no pretende ser tomada en serio o literalmente (Žižek

“El sublime objeto de la ideología” 55) porque se corre el riesgo de aspirar a su imposición a toda

costa. Procurando que sus propios términos sean totalmente objetivos, a tal punto que se falsea la po-

sición del universal para hacerlo cumplir un papel específico. Es decir, se le atribuye a cierto concepto

general características que en la fantasía le pertenecen, pero que si éste se analiza bajo el concepto

de realidad cambia drásticamente (“El espinoso sujeto” 188), pensar que el ciudadano colombiano

promedio es clase media, con educación superior, mestizo, gana más de un salario mínimo y cuenta
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con seguridad social, es una pretensión estatal, es un ideal de análisis, pero no puede decirse que es

la realidad.

No podemos caer en la creencia metafísica que el Derecho es un ente superior a nosotros, La

Zona, que está llena de sus propias reglas, reglas que ya olvidamos donde las aprendimos y por qué

tenemos que cumplirlas. Es necesario retomar la idea que el poder del Derecho no es más que un

poder derivado. Poder que una comunidad delegó en virtud del contrato social a un organismo su-

perior para que administre de forma exclusiva derechos que antes detentaba cada asociado en cabeza

propia y ahora sólo podrán ser ejercidos por el ente superior. Este poder es en esencia negativo (Rand

“America’s Persecuted Minority: Big Business” 48), porque es a través de la vigilancia, las prohibiciones,

los parámetros de conducta general que se expresa; usualmente a través de la coerción, que en nuestra

concepción jurídica, es la garantía para ejercer el poder estatal. Pero fue la sociedad la que empoderó al

derecho, tal cosa no es discutible, se siente tan tonto recalcarlo que parece que no tuviera sentido.

Pero el sentido común es una idea rara en el Derecho de estos días 20(Lessig On Laws That

Choke Creativity)21 y nos hemos acostumbrado a que esta anomalía se convierta en el deber ser de

nuestra profesión; lo inentendible e intrincado como imperativo. Y aunque nuestro ‘campo de expe-

riencia’ está modelado, ‘superpuesto’, y ‘conspirado en contra’, no solo por el lenguaje, sino por nume-

rosos esquemas e instituciones22 (Feyerabend “Conquest of Abundance” 21), no debe alimentarse la

brecha que hay sobre el entendimiento de la ciencia jurídica sólo porque “cada intelectual, el editor de

un libro, y el autor del mismo, el estratega militar y el abogado internacional, hablan y negocian con

un lenguaje que se ha especializado y puede ser utilizado por” sus pares, “hasta el punto de que los

expertos utilizan una lingua franca” casi inentendible para los demás (Said 29). Aunque no por eso

se justifica que no hacerse entender sea lo normal, más si el Derecho aspira que el orden público sea

el reflejo de las normas que lo constituyen. Así olvida que la relación entre quién es el destinatario de

la norma y el contenido de ésta es más complejo que la delegación sucesiva de poderes que eventual-

mente llevan a crear una norma imperativa.

“No es muy inteligente juzgar la personalidad de un académico por las cosas que ha escrito”

(James 34), lo sé. Pero igual el intelectual no es “un pacificador, ni un fabricante de consenso, sino más
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bien alguien que ha apostado con todo su ser a favor del sentido crítico, y que por lo tanto se niega a

aceptar fórmulas fáciles, o clichés estereotipados o las conformaciones tranquilizadoras o acomoda-

ticias de lo que tiene que decir el poderoso, . . . así como estos hacen.” (Said, 41) Si es de intelectuales

construir la ciencia del derecho, ellos también deberían prestar atención a esta advertencia.
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| 3. La Ciencia del Derecho |

“Si uno no cambia, no evoluciona y termina por dejar de pensar.”

rem koolhaas

En la película Children of Men de Alfonso Cuarón, magistralmente adaptada de la novela de

P.D. James del mismo nombre, la especie humana se encuentra cerca a su fin. Por dieciocho años no

ha nacido nadie en el mundo como consecuencia de la infertilidad generalizada de toda la especie,

por lo que lentamente la humanidad ha ido aceptando que se acerca el final del tiempo conocido.

En una escena intermedia, Theo Faron, el héroe, va a visitar a su primo, quien es el Custodio de In-

glaterra23, para pedirle un favor burocrático. Al entrar al apartamento del Custodio, encuentra en el

vestíbulo el David de Miguel Ángel, en el comedor el Guernica de Picasso, un pedazo de pared con

un Banksy en el garaje y (en escenas borradas del corte final muestran en el pasillo) varias pinturas

de Rembrandt. El Custodio lamenta mirando la gigantesca estatua de David, a la que le falta media

pierna, que llegaron demasiado tarde, de no ser así podrían haber salvado La Pietá. Žižek comenta

lo curioso de la escena, donde lo grotesco de todas las obras de arte allí presentes, desprovistas de un

mundo, carecen de significado, porque en ese contexto “¿acaso qué significa ser dueño de una estatua
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de Miguel Ángel (o de cualquiera)?… ésta sólo funciona si representa cierto mundo, pero si falta ese

mundo, no es nada”24 (Žižek sobre Children of Men).

La ciencia del derecho sin la cultura que la soporta tampoco llega demasiado lejos. “Al fin y

al cabo la ciencia es un producto nuestro y no nuestro soberano” por lo que ésta debe ser un súbdito

y no el tirano de nuestros deseos” (Feyerabend “Tesis a favor del Anarquismo” 16). Pero así como

tergiversamos la razón de ser de las cosas en la cotidianidad,

“nosotros nombramos funcionarios públicos, para que le funcionen al público,


y terminamos haciéndole venias, es decir, todos sirviéndole a ellos”
jaime garzón, cali 1997,

la práctica Jurídica, en la actualidad, “por su misma naturaleza parece apropiarse del territorio de

lo jurídico reduciéndolo a la mera aplicación mecánica de ciertas normas a casos concretos” (Guar-

diola–Rivera, Sandoval–Villalba 26). Cuando la ciencia, “lejos de ser solo un relato simbólico, es el

esfuerzo tendiente a formular la estructura de lo Real que está debajo de la ficción simbólica” (Lacan

citado “El espinoso sujeto” 176) es decir, el entramado que nosotros creamos para poder comprender

o acercarnos a aquello que es tan descomunal que no puede ser asimilado en su forma original. Lo

Real detrás de la ciencia del derecho es la Justicia, lo único que debería justificarla y a lo único que

debería responder.

La diferencia entre la perspectiva aquí planteada y la tradicional es que mientras los que abo-

gamos por la primera ciertamente vislumbramos el espacio por donde se mueve el conocimiento,

entendiéndolo como un escenario, que puede flexibilizarse y servir para cumplir nuestro cometido y a

su vez nos va dando el terreno por el que nos movemos; los otros son considerablemente controlados

por este escenario25 (Feyerabend “Conquest of Abundance” 104), porque sí las normas son inamovi-

bles y deben cumplirse sólo por el hecho de existir, sin atender a más que a sí mismas, no queda otra

cosa que aceptar que es su ciencia la que los gobierna y no al revés.

No existe una verdadera conexión natural entre los logros de la humanidad “y un mundo

cuyas características son independientes al pensamiento y la percepción, o, para expresarlo de forma

más dramática, [cavilemos sobre] la idea de que los humanos son aliens (extranjeros), no los habitan-
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tes originarios del universo” 26 (Feyerabend “Conquest of Abundance” 167). La ciencia no está fuera

del alcance del entendimiento humano. Mi propuesta es que esta fuerza del entendimiento se emplee

no sólo en los juicios, sino también en todos los asuntos sociales importantes que hoy por hoy están

en manos de los expertos” (“En camino hacia una teoría del conocimiento Dadaísta” 57). De este

modo podríamos abrirnos a perspectivas, que en principio podrían no sonar del todo científicas, pero

los efectos de éstas se vislumbran a través “de insinuaciones, eslóganes, y actitudes”27 (“Conquest of

Abundance” 172) que vienen desde fuera, o que impregnan la jerga coloquial del quehacer jurídico

sin que se mida su alcance,

(el niño rodríguez).

“Después de todo, ¿quién puede decir que el mundo, el cual tajantemente se resiste a ser uni-

ficado, realmente es como los educadores y metafísicos quieren que sea, ordenado, uniforme, e igual

por todos lados?28 (Feyerabend “Conquest of Abundance” 156) ¿En qué momento la faena neurótica

del derecho sacrificó el dinamismo para cimentarse 29 cómodo en la inmovilidad? Dado que si se idea-

liza como algo anclado y terco, dejará lentamente de ser parte de la evolución en los cambios sociales

para convertirse en un lastre (Lessig On Laws That Choke Creativity). Puede suceder que los humanos

que hoy defienden la rigidez del pensamiento jurídico, eventualmente dejen de existir, como en Chil-

dren of Men, a causa de su infertilidad intelectual, y el vacío nunca sea llenado. “No es una fórmula

para el éxito, es una fórmula que paraliza”30 (Howard), ya sea porque la cultura que se intenta regular

tendrá unas necesidades diferentes a las que las estructura rígida estaba diseñada para solucionar,
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o puede que los custodios sean reemplazados por otros que no entienden el porqué de las cosas o

simplemente no les interesa. Darwinista si se quiere, pero si se pierde la capacidad de adaptación, a

cualquier nivel, se está condenado a perecer.

— capitán: Define baile.


— computadora: Baile: evento social en el que se realizaban danzas animadas.
— capitán: ¡Auto! la tierra es impresionante. ¡Estas son granjas!,
así se llaman, los humanos metían semillas en la tierra,
vertían agua sobre ellas y de ellas crecía comida, como ¡pizza!” 31
(wall-e)
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| 4. ¿El derecho para qué? vs. ¿El arte para quién? |

En una entrevista al Dr. Nilson Pinilla Pinilla, quien era entonces el presidente de la Corte

Constitucional, se le preguntó qué pensaba acerca de lo inaccesibles que eran las sentencias que esa

corte profería para quienes no han tenido una formación como abogados. El magistrado respondió

que si bien los planteamientos jurídicos profundos son indispensables, nunca se puede perder vista

que el Derecho va dirigido al ciudadano común y es precisamente a éste a quien debe llegar, por lo

que las providencias judiciales deben reflejar claridad en todo momento. “Nada se logra si no llega

al destinatario”, afirmó ya hacia el final de la entrevista. Fuera del impreso agregó que personalmente

trataba que en sus sentencias no aparecieran tantos latinajos32 (Foro Javeriano 10).

El derecho en sí no es percibido como un asunto artístico; sin embargo, no debería rechazarse

de plano esta posibilidad. El arte en los términos planteados por H.G. Gadamer, tiene tres caracterís-

ticas fundamentales: el juego, lo simbólico y la fiesta (20-21).

Tiene una función de juego, lúdica, que debería entenderse como la propiedad de constituirse

como un fin en sí mismo, tal como lo es un juego de niños donde todo lo demás es irrelevante, en donde hay
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un vaivén que nos lleva al goce personal, un exceso necesario sin más justificación que el hecho de jugar.

Lo simbólico es la sustancia que explica su existencia, la verdad inscrita en el arte, el canal por don-

de se transmite su mensaje; el Derecho se expresa a través de la simbología de la autoridad, por ejemplo.

Y la fiesta, que es la necesidad de la participación externa de algún otro, tanto para su existen-

cia, como para su interpretación, reforzando la condición de llevar algo a vivir por sí mismo, pero que

rechaza el aislamiento entre los participantes. La fiesta es comunidad, es la presentación de la comu-

nidad misma en su forma más completa, pues “la fiesta es siempre fiesta para todos. Así, decimos que

«alguien se excluye» si no toma parte” (44) de ella, si no está bajo el manto del ordenamiento o no se

atiene a las reglas que le impone el Estado de Derecho.33

Aquí propongo utilizar herramientas del estudio del arte para develar comportamientos del

derecho, comparando la evolución de las perspectivas de la historia del arte con la justificación y el fin

del Derecho en su estadio actual.

En la cultura griega antigua, “Dios y lo divino se revelaban expresa y propiamente en la forma

de su misma expresión artística . . . [pero] con el Cristianismo y su nueva y más profunda intelección

de la trascendencia de Dios, ya no era posible una expresión adecuada de su propia verdad” a través del

lenguaje artístico conocido (Hegel citando en Gadamer 16). El Derecho, en principio, pretende incluir

y atender a su entidad divina que es la Justicia, cosa que en el camino se ha tergiversado y nos ha llevado

a un estado del arte completamente diferente, puesto que existió algún “momento en que el concepto

de «arte» adoptó el tono que para nosotros le es propio y la obra de arte empezó a existir totalmente

por sí misma, . . . convirtiéndose el arte en arte”(Gadamer 27), alejándose de la necesidad de incluir

lo divino en toda su faena para hacerse independiente del todo. Desde que el derecho no quiso ser ya

nada más que derecho, “comenzó la gran revolución artística (sic), que ha ido acentuándose en la mo-

dernidad hasta que el arte se ha liberado de todos los temas tradicionales” sin dejar de ser eso, arte (27).

Por ello “el arte moderno, huérfano de Dios, persigue libre y desesperadamente, a través de

la aventura formal, una forma de lo divino. . . .[B]uscando a [ese dios] desconocido que ha salido de

nuestro escenario y del que, en ciertos momentos, imploramos su retorno” (Argullol 10). Adoptando

tendencias, si bien conceptualmente amplísimas como la de Estado social de derecho, para incluir de
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nuevo la Justicia, en el norte del quehacer jurídico, ubicándola por encima del cumplimiento de las

normas que hacen parte del Derecho. Debemos partir haciendo énfasis que tenemos “que abarcar

tanto el gran arte del pasado y de la tradición como el arte moderno, pues éste no sólo no se contra-

pone a aquél, sino que ha extraído de él sus propias fuerzas y su impulso.” Ambas concepciones de lo

que es derecho o a lo que éste le corresponde, son en sí Derecho, y ambas “han de ser considerados

conjuntamente. No es sólo que ningún artista de hoy podría haber desarrollado sus propias audacias

si no estuviese familiarizado con el lenguaje de la tradición, ni es sólo que el receptor de arte también

esté permanentemente inmerso en la simultaneidad de pasado y presente” (Gadamer 19).

“Ciego está el que crea que puede tomar lo uno y dejar lo otro. No es posible dejar esto cla-

ro de manera suficientemente decidida: quien crea que el arte moderno es una degeneración, no

comprenderá realmente el arte del pasado” (Gadamer 51). Así como reputados juristas y académicos

de este país rechazan el orden constitucional vigente; el problema no es que el orden constitucional

cambio y ‘esto es lo que hay’, o que no es aceptable porque fue ilegítimo y constituido sólo para evitar

la extradición de grandes capos. El problema del pataleo se reduce a un cambio de la estructura del

poder, a un quebrantamiento del orden simbólico y a la asunción de un proceso de adaptación que

lleva casi veinte años en pro de buscar una estructura de principios explícitos en el orden constitu-

cional Colombiano, cosa que debería considerarse como el avance que es y no como un insulto a la

teoría jurídica del país. “La pregunta que nos plantea el arte de hoy entraña de antemano la tarea de

juntar algo hecho pedazos por la tensión de dos polos opuestos: de un lado, la apariencia histórica del

arte, de otro, su apariencia progresista. . . .El auténtico enigma que el arte nos presenta es justamente

la simultaneidad de presente y pasado” (Gadamer 49).

Resaltaría también “que en la obra de arte no sólo se remite a algo, sino que en ella está propia-

mente aquello a lo que se remite” (Gadamer 40); es decir, hay cosas que sí hay que tomar por dogma

para poder entender, pero esto no significa que todo lo que haga parte del ordenamiento jurídico es

necesario o eficiente en su práctica, muchas veces se reseña a sí mismo para justificarse o ser coheren-

te. El problema de estudio retorna cuando ese dogma de lo que es jurídico se expande infinitamente

coartando todos los rincones34 de lo que conocemos, impidiendo su adaptación. Porque no es ajeno a
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este sentir pensar que el derecho puede propagarse de forma ineficiente 35,

“[1] — ¿Sabías que uno puede engañar un alcoholímetro si uno chupa un pedazo de carbón?
[2] — ¿En serio?
[3] — De pronto deberíamos cambiar nuestra campaña a:
“Si debes beber y conducir, chupa carbón”
[2] — Si, ¿pero el policía no se preguntaría por qué estas chupando carbón?
[1] — No hay ley que lo prohíba.
— ¡Todavía! — [responden al unísono]” 36
(thank you for smoking).

“Uno de los impulsos fundamentales del arte moderno es el deseo de anular la distancia que

media entre audiencia, consumidores o público y la obra” (Gadamer 31); y es aquí donde deberíamos

prestar mayor atención. Es necesario juntar los dos lenguajes, el estático del dogma y las ideas ten-

dientes a devolverle un sentido de divinidad al arte que es el derecho. De ese modo cobra sentido el

uso de una herramienta como la Acción de Tutela, que busca que las libertades individuales y colecti-

vas que el ciudadano común sabe que tiene, trasciendan “de ser una simple expresión de buena volun-

tad” (Esguerra 129) del estado, y no sólo un ejemplo “más de las muchas diferencias entre el mundo

el realidad y el de la fantasía” (129). Es un instrumento de arte moderno en términos de Gadamer,

pues intenta reducir el espacio entre el público y la obra fusionando los dos lenguajes; no le da tanta

importancia al artista, se exalta su público, por ello se incrustó en la esencia de la Acción de Tutela la

informalidad, porque en teoría para interponerla no es “necesario actuar por medio de apoderado”

(artículo 14 Decreto 2159), no necesitamos de un Stalker que nos lleve hasta la justicia.

Pero aquí el camino se torna ambiguo, una vez más. Dado qué eso que afirma con tanto or-

gullo el magistrado Nilson Pinilla Pinilla: “nada se logra si no llega al destinatario” (Foro Javeriano

ibídem) es lo que este texto pretende expresar y defender, pero no puedo evitar advertir el cinismo que

se desprende de esa frase viniendo de un exponente de una alta corte de este país, donde se profieren

a diario, quizás, los mas inentendibles textos jurídicos de obligatorio cumplimiento.

Porque las sentencias que examinan la constitucionalidad de una norma, es decir, que estu-

dian si es posible aplicar un texto normativo garantizando también el cumplimiento de la constitu-

ción, dichas sentencias son de obligatorio cumplimiento para todos los asociados del estado (alcance
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erga omnes), pero incluso quienes estudiamos la “ciencia del derecho” sabemos que para poder com-

prender los textos interminables que llamamos “sentencia C, de constitucionalidad” es necesario tanto

adaptarse a una lógica de gramática inversa, como estar preparado para colaborar con la “creencia

de que ‘hablar raro es hablar bien’ [, la cual] se torna especialmente exasperante en el gremio de los

abogados. [Donde] expresiones como: ‘en el entendido de…’, ‘toda vez que…’ o ‘siendo éstas dispo-

siciones…’ no son más que giros retóricos que alargan innecesariamente las frases. Además, el uso

excesivo de gerundios (evidenciando, perjudicando, encausando), de verbos sustantivados (el reco-

nocimiento, el aseguramiento, el otorgamiento) o las oraciones extremadamente largas y llenas de

giros argumentativos vuelven agotadores e incomprensibles” (R. Restrepo) este tipo de textos. Como

si fuera poco, desde los fundamentos del Derecho se predica que “la ignorancia de la ley no excusa su

cumplimiento”, los fallos de la Corte Constitucional (hablando con rigor) no son ley, pero si su alcance

y cumplimiento obliga a todos los ciudadanos no debería tomarse esto tan a la ligera.

El público no entiende, incluso en casos que la Corte decide sobre fallos de tutela, donde el efecto

se limita a las partes que participan de ese proceso (efecto inter–partes), las cuales requieren que la sen-

tencia sea traducida por su abogado… ese que en primer lugar era innecesario para interponer la Acción

de Tutela. ¿No se supone que éste sistema pretendía proteger los derechos fundamentales de todos los

individuos asociados al estado colombiano? — ¿Acaso cuál derecho fundamental se está violando con

esto? — respondería algún docto. — El de entender — diría Antanas Mockus (El país que sueña Mockus).

Porque no es mucho pedir, si lo que se pide es claridad cuando alguien se dirige a uno en su mismo idioma,

[dialogo imaginario entre dos costureras chinas]


“— ¿Alguna vez probaste el mate?
— ¿Lo que se unta sobre las galletitas?
— No, eso es el paté.
— ¿Paté no es el café con leche?
— No, eso es café late.
— Qué idioma imposible el castellano”
(magnus 49).

Por ello no titubeo en afirmar que hay una carga cínica protuberante. “La fórmula como la propone

Sloterdijk” para redefinir el ‘Ellos no lo saben, pero lo hacen’ de Marx es”: ‘Ellos saben muy bien lo que

hacen, pero aun así, lo hacen’. La razón cínica ya no es ingenua, sino que es una paradoja de una falsa
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conciencia ilustrada: uno sabe de sobra la falsedad, está muy al tanto de que hay un interés particular

oculto tras una universalidad ideológica, pero aun así, no renuncia a ella” (Žižek “El sublime objeto

de la Ideología” 57).

“Edipo: ¡De qué modo tan enigmático y oscuro lo dices todo!


Tiresias: ¿Acaso no eres tú el más hábil por naturaleza para interpretarlo?”
(sófocles vv. 439-40)

Por lo que ese Derecho desprovisto de divinidad al que hemos llegado, que se pliega sobre sí

mismo y se auto determina, es defendido por una razón cínica consciente, que incluso coopta esos

espacios que creíamos que rompían las barreras de lo usual y acercaban al espectador con la obra. Lo

podemos ver analizando un producto que se vende sin problema en nuestras facultades de derecho:

el “derecho sin justicia”. Aquel donde el abogado sólo debe preocuparse por utilizar las herramientas

que le da el proceso para llegar a una “verdad procesal”, manteniendo sin pudor su vida “prendida de

un inciso” (Alzate ibídem). Así como el “café sin cafeína, [la] nata sin grasa, [y la] cerveza sin alcohol”

proporcionan esa misma realidad sin substancia, sin el núcleo duro de lo real, de esa manera comen-

zamos a experimentar toda la ‘realidad real’ como si fuera una entidad virtual. (Žižek “Bienvenidos

al desierto de lo Real” 15). Nos enseñaron con naturalidad cómo llegar a la “verdad de los hechos” es

imposible, cómo los mejores libros son los que comentan a un gran académico extranjero o desglosan

artículo por artículo una ley nueva sin aportarle nada sustancial al texto original, cómo lo más impor-

tante no es la Justicia sino el convencimiento del juez, cómo ante la ley todos somos iguales pero en

los estrados somos quién nos represente,

(liniers“macanudo 5”, 67).


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| 5. La pesadilla de Edipo |

En Wanted, una película de acción irracional que se estrenó en 2008, el personaje de Morgan

Freeman, Sloan, es el superior de una secta antiquísima de asesinos, La Fraterniadad, a quienes sus

objetivos son revelados al interpretar un pedazo de tela, que es fabricado por un telar inmenso e ino-

perado que ellos llaman el destino. Lo que ordene el telar debe obedecerse lealmente. Sloan es el en-

cargado de interpretar el nombre del siguiente objetivo a asesinar, inscrito en código binario a partir

de las imperfecciones del pedazo de tela. Ejecutando su tarea descifra que su nombre ha sido señalado,

lo ignora y para evitar su muerte comienza a fabricar objetivos a placer. El héroe en la película, Wesley

Gibson, interpretado por James McAvoy, descubre esto e intenta destruir la organización entera. En

el ataque a la base central de La Fraternidad, Gibson es acorralado por todos los miembros sobrevi-

vientes, Sloan aparece y es desenmascarado en su quehacer, pero revela que el nombre de todos en esa

sala ha sido reclamado por el telar. Y es allí donde les explica: “Si no hubiera hecho lo que hice, todos

ustedes estarían muertos. Yo salvé sus vidas. Ahora, miren donde estamos: somos más fuertes que

nunca, cambiando el curso de la historia tal y como vemos… seleccionando los objetivos que nosotros

queremos. Podemos redistribuir el poder como lo consideremos adecuado. El lobo es quien manda,

no las ovejas. Ahora, si alguno de ustedes siente que debe seguir las reglas de La Fraternidad al pie de
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la letra, lo invito a que coja su pistola, la ponga en su boca y hale el gatillo. De lo contrario, dispárenle

a este hijo de puta y llevemos nuestra Fraternidad de Asesinos a alturas reservadas tan solo a los dioses

de los hombres. Ustedes deciden”37 (Wanted).

Que no pueda entenderse el alcance de la “ciencia jurídica”, al no ser clara la existencia de la

justicia en la labor del abogado, lleva a pensar que además de ser ciertos todos los chistes sobre ellos,

los pocos juristas consientes que se salvan son producto del imaginario popular;

(liniers “macanudo 5” 45).

Una decisión ético-política escandalosa, cómo la de excluir la justicia para preservar “la única

forma de hacer su trabajo”, se vislumbra una vez se hayan decantado (Laclau citado intertext. en Žižek

“El espinoso sujeto” 197) las consecuencias de tal decisión. Es necesario que corra mucha agua bajo el

puente para que nos demos cuenta que tal decisión se tomó en algún momento de la historia, y peor

aún, se necesita tiempo para entender que esa decisión y sus consecuencias son asimiladas hoy de

forma gratuita o esencial para el dogma (197).

Conviene entonces mencionar la forma en que se analiza la tiranía a partir de la actitud de

Edipo en Edipo Rey (Foucault), donde el rey-tirano teme todo el tiempo perder el poder; Edipo Rey

es un relato de esa latencia. Pues él, y solo él, detenta la verdad ante sus ojos; sólo que no quiere acep-

tarla, pues son sus esclavos quienes confirman que los oráculos tenían razón en su profecía. Cuando

al final se corrobora que Edipo fue entregado a otro reino y no muerto, como lo ordenó su padre,
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se une la verdad divina (justicia, las profecías de los oráculos), con la verdad popular, pues son los

esclavos los únicos que pueden confirmar la identidad del culpable de la enfermedad de esa tierra

(Sófocles, Coro vv. 169). De esa forma demuestran que Edipo estaba equivocado, y que así se negara

a aceptarlo, con su actuar cumplió la profecía a la letra (Focault). Edipo actúa como Sloan, sabe la

verdad, porque se la han dicho, pero por los medios que tiene, usando el poder que en él se encarna,

intenta conservar a toda costa su posición privilegiada. ¿La diferencia cúal es? el Derecho excluyó la

justicia e hizo esa ausencia parte del dogma. Edipo sucumbió cuando se armonizaron el sentir de lo

divino con el sentir de su pueblo.

La visión edípica del deseo incluye imponer su voluntad de forma violenta, así implique

aniquilar a los que lo acusan de ser el problema que él mismo está buscando, borrando la voz, divi-

na o terrenal, que se interponga. Foucault evita tocar la interpretación Freudiana de Edipo porque,

dice él, que no se trata sólo de deseo, como todo el mundo piensa, sino de la lucha por el poder. En

este caso sí me parece pertinente examinar el deseo del derecho en ese contexto edípico. Pero no

solo el deseo de alcanzar y proteger el poder, pues gracias al Derecho se determina el poder… es un

deseo cumplido. Se trata del deseo inalcanzable de regular cualquier situación de forma “objetiva”,

objetivizar como buena ciencia, no importa a qué costo. Porque es my fácil “sacrificar la vida con la

certidumbre de que tal modo uno redime su alma eterna, pero ¡cuánto peor es sacrificar esa misma

alma por amor” (Žižek “El espinoso sujeto” 340) a una causa que lo condene al escarnio público y a

confirmar chistes de ratas gigantes o canguros que litigan!

De pronto nos despertamos en esta pesadilla kafkiana del proceso. Pero entendiendo pesadi-

lla como “como una fantasía materializada”38, la cual se realiza necesariamente mediante un proceso

violento, un corto circuito entre fantasía y realidad (Perverts Guide to Cinema). Porque “un orden

legal siempre nos impone deberes y derechos específicos, es siempre una ley que define una comu-

nidad específica a expensas de la exclusión de los miembros de otras comunidades étnicas, etcétera”

(Badiou citado en Žižek “El espinoso sujeto”, 159);


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(montt “2010.03.23”).

Aquí planteo que estamos frente a una doble exclusión, la que es intrínseca al orden legal y la

que se produce, si al aplicarlo, el sujeto de derecho es vetado de aprehender del todo la norma o los

mecanismos que están a su disposición para hacer cumplir el derecho. El proceso violento se vuelve

explícito si retomamos el problema del lenguaje, porque con mediocridad reducimos lo “justo” a las

veces que el juez se pronuncia sobre un caso, objetivizando como lo manda la ciencia, la disputa a tra-

tar, imponiendo su decisión sobre las partes que les interesa el litigio. Claro, éstas cumplen, en eso no

hay lio; pero la denuncia es relevante cuando no es posible entender la forma como están redactadas

sentencias como esa, la ley, o un decreto; ese derecho objetivo, “justo”, perpetuo que se impone desde

afuera, justificado sólo por él mismo, por el deseo intransigente de Edipo, no por el sentir de a quién

se regula. Más cuando nos rodeamos de la pesadilla de ver materializada la objetividad inalcanzable

redactada en una hoja de papel, convencidos que ‘hablar raro es hablar bien’.

“Jamás un Estado se preocupó por el amor, y no existirá nunca un Estado que pueda hacerlo.
–Pero podría preocuparse por la justicia –dijo Julian.
–Justicia, compasión, amor. – Rolf estaba impaciente.
–Son puras palabras. De lo que estamos hablando es del poder.”

(james 47)
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“El problema no es el sistema penal sino los que lo manejan” diría Guillermo Mendoza Dia-

go, Fiscal General Encargado (Semana), y ¿cómo culparlo? porque así “la antiquísima historia de

nuestro pueblo reco[ja] la crónica de los castigos más monstruosos.” Igual “no obliga a nadie a ser

partidario del derecho penal vigente.” (Kafka “Sobre el sistema Penal”), lo triste es oír que el sistema

no funciona por culpa de los funcionarios… de boca del jefe de gran parte de ellos. Por eso a la

afirmación ‘Ellos saben muy bien lo que hacen, pero aun así, lo hacen’. (Sloterdijk citado en Žižek

“El sublime objeto de la Ideología” 57), que ya mencionamos, debe complementarse de tal forma

que “si la ilusión est[á] del lado del conocimiento, entonces la posición cínica sería una posición

posideológica, simplemente una posición sin ilusiones: ‘ellos saben lo que hacen, y lo hacen’. Pero si

el lugar de la ilusión está en la realidad del hacer, entonces esta fórmula se puede leer muy de otra

manera: ‘ellos saben que, en su actividad, siguen una ilusión, pero aún así, lo hacen’” (61). Ni siquie-

ra creo que se sigan la ilusión de hacer justicia, creo que se siguen la ilusión de obedecer el derecho,

como al telar de La Fraternidad, así haya reclamado nuestro nombre y nosotros lo sepamos. Hay

que dejar de desear la objetivación, la seguridad jurídica, el control, debemos dejar de ser Stlakers

pregonando un cumplimiento oscurantista. Hay que retomar el deseo de la justicia, qué como tal

imposible, acorta la distancia entre la obra y el público como querría Gadamer. Debe redefinirse la

dirección del derecho, no pretender que el proceso es algo aislado; no pretender que el derecho es

un fenómeno autosuficiente.

El abogado lleva las velas pero no puede impartir un rumbo diferente de no ser el de la jus-

ticia. Suena obvio, pero muchos aún afirman que las cosas no son así de sencillas, que eso nos lle-

va a perder nuestro trabajo. Ese es el riesgo que debemos correr, si es que aún creemos que Temis

sirve para algo. Porque “cada negocio tiene sus propios términos y su propio tipo de moneda” 39

(Rand, Entrevista con Mike Wallace). El negocio del derecho (para muchos) quizás sea el dinero, sus

términos son las normas y la regulación; pero su moneda debería ser la justicia.

El derecho ha tomado su propio curso, “los lobos son los que mandan, no las ovejas” a la

manera de Sloan, a causa de decisiones concatenadas y en las que de a poco se ha dejado de aten-

der a la justicia; es arte que es sólo eso, arte desprovisto de algo divino. Nadie está de acuerdo en la
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definición de amor, y no por ello cesan de existir quienes creen en éste o siguen incansablemente

buscando su significado; por lo que escudarse en lo difícil de la definición de justicia es, irónica-

mente, una salida facilista.

Yo estoy de acuerdo con Woody Allen, todas las ideas geniales “sufren del mismo error fatal,

que es éste: todas están basadas en la noción falaz de que la gente es fundamentalmente decente. Que

les darás la oportunidad de hacer lo correcto y ellos la tomarán. Que no son estúpidos, egoístas, cobar-

des, gusanos miopes”40 (Whatever Works), que no todo el mundo es color de rosa, por eso mismo, más

vale que la gente tenga que sudar buscando su definición de Justicia. Porque el “estéril esfuerzo por

definir la idea de justicia absoluta merced a un método racional, científico o cuasi–científico” (Kelsen

16) no demuestra que es una tarea imposible. Demuestra lo deficiente del ‘método científico’ para

llegar a ella; aunque el deseo de justicia por sí solo, irrealizable como es, cambie totalmente el rumbo

actual. No es necesario que todo sea científicamente probable, si dentro de la reglas de su ciencia es

coherente, pero esto es viable sólo si se reconocen los límites de las herramientas que se utilizan (Fe-

yerabend “En camino hacia una teoría del conocimiento Dadaista” 101). Al final, Kelsen se disculpa,

porque no pudo llegar a resolver su interrogante de ‘¿Qué es la justicia?’ dado que si los grandes pen-

sadores de la historia no pudieron (21), ¿acaso quién es él para lograrlo?, pero, ¿no opera esto como

argumento de autoridad para muchos que no les interesa llegar a la definición de Justicia? — Si Kelsen

no pudo, — uno de los grandes pilares de la ‘ciencia del derecho’, — pues, ¿acaso quién soy yo? — Sin

embargo la afirmación de Kelsen cuenta con algo digno de admirar, que no tiene la pregunta anterior,

a la manera de Feyerabend, deja el rigor científico a un lado para admitir en primera persona su de-

rrota, cosa que muchos apenas asienten con cinismo cuando les toca.

Banksy, por ejemplo, es de esos artistas que trata a la gente como personas y no como consu-

midores (“RS 100 Personalidades que reinventan el sueño americano” 87). El derecho debería dejar

de tratar a todos los sectores como clientes, y empezar a tratarlos como personas. Está bien que exista

tal distinción cuando hay un vínculo contractual real, y tal calidad se otorga a la parte representada

por su abogado, pero en términos del lenguaje, cuando se trata de la ley o la jurisprudencia, ¿estamos

tratando de imponer el trato de lobos frente a ovejas? O deberíamos dejar que se acerquen la verdad
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popular de la justicia y la justicia como entidad divina y relegarnos como intérpretes de un lenguaje

que ya no nos pertenece; aceptar que hay cosas que pueden adaptarse con el tiempo.

“Luego la verdad que es restregarse con arena el paladar y ahogarse sin poder gritar.”
(goyeneche)

Porque esa enseñanza de la gente como mercancía hace parte del “derecho sin justicia” que ya

mencioné. A nadie sorprende que en clase se dicte que es posible cambiar el cuestionario de un interroga-

torio justo antes de la audiencia, para desubicar a la contraparte y atacarla sin preparación; o que si un caso

de responsabilidad donde se representa a alguien que uno sabe debe responder por su actuar, de notar un

error del demandante en la forma de probar la culpa, sólo debería advertirse el error en los alegatos de con-

clusión, nuestro cliente debe responder, pero lo exoneramos cubriéndonos en la ineptitud del otro; o que

es posible mediante el engañar a la contraparte, llevándola a aceptar la existencia de una obligación debi-

da para revivir un vínculo prescrito, porque la ignorancia de la ley no es excusa41… la lealtad se le debe al

juez; o un penalista que dice que no se dedica a sacar ladrones de la cárcel pero en su misma cátedra expli-

ca cómo consiguió garantías suficientemente favorables para que un senador implicado en un millonario

caso de corrupción nunca pisara una cárcel, claro, no los sacaba, simplemente no permitía que ingresaran.42

“Edipo: ¿Crees tú, en verdad, que vas a seguir diciendo alegremente esto?
Tiresias: Sí, si es que existe alguna fuerza en la verdad.”
(sófocles vv. 369)

Prefiero recordar aquellos maestros que “nos provocaba[n] para que lo criticáramos y nos cri-

ticaba a nosotros cuando nos limitábamos a escuchar en lugar de participar activamente en las clases.

Me acuerdo perfectamente de una ocasión en la que explotó y nos gritó: ‘¿Son mudos?, ¿son idiotas?,

¿o es que acaso están de acuerdo con todo lo que digo?’ La pregunta estaba plenamente justificada,

pues lo que nos enseñaba eran huesos duros de roer” (Feyerabend “En camino hacia una teoría del co-

nocimiento Dadaista” 130). No los que encarnan el deseo cínico del derecho refunfuñando y lamen-

tando - con una lágrima que les encharca los ojos - cómo no siempre la ‘verdad judicial’ coincide con

la verdad de los hechos. “¿No volvemos a encontrar aquí la tensión entre lo sublime y lo monstruoso
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[das Ungeheure]? Lo que desde una distancia adecuada parece ser un motivo sublime de entusiasmo

se convierte en la figura del mal monstruoso cuando nos acercamos demasiado y quedamos involu-

crados directamente” (Badiou cita intertext. en Žižek “El espinoso sujeto” 151).

Si se tiene la razón con argumentos rectos, es posible llegar legítimamente a una respuesta

favorable con las herramientas del derecho, si es que en realidad se busca la justicia. Depende del

buen uso de estas, como Tiresias, yo creo que aún hay fuerza que reside en la verdad. Porque “un

oponente debe hacer más que proveer hechos, reglas y argumentos sobre los que soportarse. Aquel

debe desmantelar la definición y cambiar la vida de donde ésta pertenece” (Feyerabend, Conquest

of Abundance 71)43, aferrándonos a la idea de “que la autoridad un sujeto, así como su forma, es el

resultado de desarrollos histórico idiosincráticos”44 (138). El “pensamiento y lenguaje son para el ar-

tista instrumentos de un arte,” la vida moral del hombre forma parte del tema para el artista; pero la

moralidad del arte consiste en el uso perfecto de un medio imperfecto (Wilde 5).

“¡Es la Ley!, ¡es nuestra guía de moral pública! ¡Es la ética!, . . . ¿Por qué tendría que privarse un
funcionario?, ¡¿Por qué?!
¿Por qué es que un senador le parece que ese es el concepto de ética?,
¡No! (honorables senadores)
¡La ética es la ley! y en eso no nos podemos equivocar.”
(zuluaga)

Creo que ahí es donde nos estamos equivocando, llegamos al punto de confiar la moralidad del ac-

tuar a una única fuente, objetiva, cómo lo es la ley, dejando a un lado sin pudor el sentir de actuar en

sociedad. Estamos en pugna con un ser bifronte que es nuestro propio Mr. Hyde, por culpa de la jus-

ticia. Entidad que respetamos y señalamos como lo correcto, como lo querría Dr. Jekyll, pero que no

profesamos porque no nos conviene o no se nos da la gana. Llegaremos, si es que no estamos ya allí, a

un punto donde despertaremos una mañana en el cuerpo de Mr. Hyde sin darnos cuenta, añorando

tristemente aquel momento cuando teníamos certeza de qué era hacer lo correcto.

La fiesta y lo simbólico del arte, como parte del derecho, todos lo aprendieron muy bien. Los

términos del juego para hacer del derecho un fin en sí mismo los he mencionado hasta el cansancio;

sólo falta una forma de juego a analizar.


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Olvidamos que es posible introducir características de lo divino en el juego para darle un

sentido más allá de sí mismo; las profesiones no son más que las tareas reservadas a los dioses en

manos de humanos que juegan a ser dioses. De los médicos depende jugar con la vida de las perso-

nas, en diversas etapas de su existencia, modelando sus condiciones para sobrellevar o sucumbir a

sus penas; los arquitectos, que ordenan la luz cómo diría Gaudí, influyen sobre cómo tenemos que

vivir los espacios que vivimos, qué deberíamos pensar al verlos y cómo nos tendríamos que sen-

tir con el orden de las cosas, los diseñadores detrás de los objetos con los que convivimos, juegan

exactamente a lo mismo; en manos de los artistas en general está la habilidad de crear de la nada

y de forma muchas veces inexplicable cosas que de no ser por su talento no habrían existido nun-

ca; los matemáticos y científicos juegan a descifrar las respuestas de un mundos que quizás vayan

inventado cuanto más profundo escarban en su quehacer; todos juegan a ser dioses. Todos menos

los abogados, a quienes les correspondía jugar con la justicia, no a la Marvel-DC comics, sino jugar

con ella para preservarla.

No estamos autorizados ni para pensar ni para opinar, así tenga efectos sobre nosotros,

“¡pinche Varguitas, cambiaste la constitución!”


(la ley de herodes).

Pues así “los de noveno [semestre] ya se pon[gan] corbata y cre[a]n que la vida es verdad” (Garzón),

desde las clases se les acusa de no entender nada sobre el derecho todavía, y que quizás nunca lo lo-

gren. Ahí se materializa de nuevo la pesadilla, la objetividad nos desborda a tal punto que ni siquiera

los que están formados para entender el Derecho pueden comprenderlo. A nadie le está permitido

jugar a la Justicia.

Preferimos ignorar las respuestas sobre justicia que nos dan el Coro, los esclavos y las que

nos exponen los oráculos para no tener que sacarnos los ojos. Intentamos buscar la respuesta siem-

pre en nuestro propio telar, sólo para darnos cuenta que “no exist[e] clasificación alguna en los

archivos, y más de un siglo de expedientes esta[á]n amontonados en el suelo del decrépito edificio

colonial que fuera por dos días el cuartel general de Francis Drake. La planta baja se inun[da] con el

mar de leva, y los volúmenes descosidos flota[n] en las oficinas desiertas. Yo mismo exploré muchas
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veces con las aguas hasta los tobillos aquel estanque de causas perdidas, y sólo una casualidad me

permitió rescatar al cabo de cinco años de búsqueda unos 322 pliegos salteados de los más de 500

que debió de tener el sumario (García Márquez “Crónica de una muerte anunciada” 31).
Sanmiguel | 33|

| 6. Conclusión, re empoderar. |

La revista norteamericana Wired publicó en el 2007 una encuesta sobre dónde obtenía la

gente información de contenido noticioso, por qué elegía esa fuente, y cuanto realmente conocían de

la información recibida. Obtuvieron como resultado que los programas satíricos sobre noticias gene-

raban a su vez más credibilidad, e informan más a sus televidentes. Los encuestados que acertaban en

más ocasiones a preguntas sobre eventos de injerencia global o reconociendo la foto de varios líderes

mundiales eran aquellos que adquirían su información sobre noticias por programas de televisión

como The Daily Show with Jon Stewart y The Colbert Report, dos galardonados talkshows de sátira

política estadounidense. En contraposición, quienes acertaban en una menor proporción eran aque-

llos encuestados que tenían como fuente principal de información noticiosa a cadenas como CNN y

FoxNews (Justo).

Para entender la transformación del derecho en tiempos de globalización, el propio teórico

del derecho está obligado a transformarse, a cambiar de perspectiva (Guardiola–Rivera, Sandoval–

Villalba 60), para que de esa forma, al abordar la problemática relación entre teoría y práctica sea

posible dotarla de contexto, “es decir, de las circunstancias sociales, culturales y políticas actuales que

le dan sentido” (28).


Sanmiguel | 34|

De ese modo colaboramos en el impulso de anular la distancia que “media entre audiencia,

consumidores o público y la obra” (Gadamer 31), revitalizamos el contexto en que nos desenvolve-

mos y armonizamos los conceptos de divinidad y sentir popular. Tal como lo hacen los contenidos

de internet 2.0, páginas web como Youtube, Facebook, Wikipedia, Twitter (en general todas las redes

sociales,) o portales donde el contenido que en estos se publica no viene del creador del sitio sino es

producto de la iniciativa de un usuario que lo quiere compartir. Así, se torna más importante lo que

la gente aporta que quien maneja el portal. Estos proyectos reinventaron internet como herramienta

de información reempoderando a la gente, sin distinción alguna, haciéndolos editores de sus propios

contenidos y de aquello que consumen.

Entender el lenguaje nos da poder para decidir, “desde mi perspectiva, el dividendo más im-

portante de la era digital. No el acceso a ‘la caja’; sino la habilidad de ser empoderado con el lenguaje

con el que esa caja trabaja. De otra manera solo unas pocas personas pueden escribir con tal lenguaje,

y el resto de nosotros quedamos reducidos a un modo de ‘solo lectores’. ‘Solo lectores’, receptores pasi-

vos de la cultura producida desde otro lugar. Espectadores distantes. Consumidores. Este es el mundo

de los medios de comunicación del siglo XX. El siglo XXI puede ser diferente. Este es el momento

crucial: podríamos hacer las dos cosas, leer ese lenguaje y escribirlo. O por lo menos leerlo y entender

de una mejor manera el oficio de escribir. O mejor aún, leer y entender las herramientas que permiten

escribir ya sea para guiar o engañar”45 (Daley citada en Lessig, “Free Culture” 51).

“Una sociedad libre necesita de luces rojas y verdes [claro,] de otro modo pronto descien-

de a un punto muerto”46 (Howard). Pero debemos tener siempre en mente que “el derecho es un

catalizador del comportamiento humano”47 (Howard), que este define el comportamiento de las

personas, las invita a actuar y a tomar decisiones. “La vida es demasiado compleja como para deli-

mitarla con un software, todas las decisiones involucran juicios de valor y normas sociales, no datos

objetivos”48 por ello “la ley necesita ser lo suficientemente sencilla como para que la gente pueda

internalizarla en sus decisiones diarias. Si no pueden hacer esto, no van a confiar en ella;” por ello

es necesario rehumanizar la ley”49 (Howard). Las personas deben conocer la caja, pero también

tener acceso a ella, poder aportar en su contenido, reescribir sus necesidades, ese es el reto que la
Sanmiguel | 35|

cotidianidad presenta con sus nuevas herramientas. De ese modo “ellos podrían ser accionistas de

su propia felicidad” 50 (Be Kind Rewind).

Como todo arte, se debe hacer hincapié en algunos ‘principios científicos’ o herramientas

ajenas para poder realmente cumplir nuestro cometido, así como la pintura se nutre de la geometría

(Feyerabend “Conquest of Abundance” 97), el derecho debe partir de la lógica, pero debe recuperar la

validez del sentido común (Howard; Lessig On laws that choke creativity) no puede cerrarse de plano la

posibilidad de complementar ‘la ciencia del derecho’, de abrir su panorama para conservar su validez.

La tarea no es sencilla, pero tenemos que entender que “los que cambian el mundo no son

los que tienen mucho amor propio, sino los hombres y mujeres que están preparados para hacer el

ridículo” (James 85), porque “se requieren muchas agallas para levantarse de forma anónima en una

democracia occidental y defender cosas en las que nadie más cree – como paz y justicia y libertad.

(sic)” 51(Banksy 28). A eso debemos aspirar nosotros, así se corra el riesgo de terminar parafraseando

la canción de Sonny Curtis, más conocida por el cover punk de The Clash “Yo luché contra la ley, y la

ley ganó” representada por Banksy:

“yo luché contra la ley, y yo gané” (195).


Sanmiguel | 36|

Es a nosotros a los que nos toca asumir el rol, porque “imaginarnos un mundo en el que

carecemos de poder es nuestro mayor acto de escapismo, porque nos excusa de nuestro egoísmo. La

verdadera pesadilla es que no puede culparse a nadie más por cómo está el mundo sino a nosotros

mismos”52 (Marche).

“Eres fea Lourdes, muy fea. Tú no tienes la culpa, pero yo tampoco.”


(crimen ferpecto)

Acaso, ¿quién entiende por completo los noticieros? O ¿las sentencias de nuestras altas cortes

o la ley del ‘sabio’ legislador? ¿Quién está detrás de todo sino nosotros mismos?

(liniers “macanudo 5”, 50),

“Oh gloria inmarcesible”, esa es culpa de Núñez. ¿Pero hasta donde importa la técnica para justi-

ficar lo inentendible? Es necesario reempoderar el sentido de justicia de los operadores jurídicos,

incluidos los abogados, no buscando la Justicia en sentido democrático, es alcanzarla más bien en

un sentido ideológico. Se trata también de reempoderar a las personas para que puedan moverse en

un sistema que entiendan y que los trata con dignidad, que los incluya para que se sientan identifi-

cados y confíen en él (Howard). Nosotros nos reservamos el derecho a ser los únicos que podemos

entender el ordenamiento jurídico, sin prestar atención u olvidando qué se siente estar dentro de

ese ordenamiento.
Sanmiguel | 37|

Hace poco tiempo, cuando salí de la casa de mis padres en Bucaramanga, para cumplir con el

décimo semestre académico de la carrera de derecho, me preguntaron con verdadero interés.

– ¿Pero qué le hace falta a un Abogado de décimo semestre?–

– Corazón. – les respondí; y lo haría de nuevo en muchos contextos más.

“Tanto en la vida como en el arte,


muchas veces hay que escoger entre sentir o entender”
juanjo sáez
[citado en Liniers “Macanudo 4” 3]

Yo prefiero sentir.
| Notas Finales |

1 Traducción propia; texto original de todas las citas textuales se encuentran como

notas al final.

2 “My method is not the usual method of an academic. I don’t want to plunge you into

a complex argument, buttressed with references to obscure French theorist- however natural that is to

the weird sort of academics we have become.”(Lessig On laws that choke creativity)

3 “It must have been clear that there was a serious risk of genocide in Srebrenica.” (Lady

Rossalyn Higins citada en Van Den Berg AFP 17:36 GMT)

4 Dolo es la intención, consciente al realizar un acto con todas sus consecuencias.

La CIJ estableció que existiera un Genocidio propiamente dicho no sólo era necesaria la intención

(dolo), sino que esta fuera de un grado mayor (Dolus Speciallis). Que se llevara a cabo un plan en el

que se obedeciera sistemáticamente a esa intención de poner fin a un grupo étnico, cultural, religioso,

nacional, etc. (Corte Internacional de Justicia 231 - 376)

5 “The evidence did not show that these terrible acts were accompanied by the specific

intent to destroy a group that is the required proof of genocide.” (Lady Rosalyn Higgins citada en Van

Den Berg AFP 20:32 GMT)

6 “’We, the Srebrenica victims, know that Serbia was directly involved. We saw Serbian
troops shell us, sniper and kill our sons and husbands, we saw them commit genocide here,’ Fadila

Efendic, watching the ruling in her house in Srebrenica said.” (Krilic)

7 While the ICJ ruled that Belgrade had given “considerable military and financial

support” to the Bosnian Serb leadership, the court found it did not mastermind the slaughter in

Srebrenica. “UN’s top court clears Serbia of genocide” (Van den Berg AFP 17:36 GMT)

8 “Our fundamental delusion today, is not to believe in what is only a fiction, taking

today’s fiction to seriously, is on the contrary, not taking fiction seriously enough, you think is just

a game, it’s reality, its more real than it appears to you . . . We need the excuse of a fiction to stage

what we truly are . . . If you’re looking for what is reality, more real than reality itself, look on to the

cinematic fiction.” (Pervert’s Guide to Cinema)

9 “Methods that are used as a matter of habit, without any thought about the reason

behind them, are often tied to metaphysical beliefs.” (Feyerabend “Conquest of abundance” 152)

10 “The world is full of garbled messages, unfinished letters, damaged records. Again

there are many ways of dealing with the problem, each one having advantages and drawbacks.”

(Feyerabend “Conquest of abundance” 83)

11 “. . . y contemplando las islas evocó otra vez y vivió de nuevo el histórico viernes

de octubre en que salió de su cuarto al amanecer y se encontró con que todo el mundo en la casa

presidencial tenía puesto un bonete colorado, que las concubinas nuevas barrían los salones y

cambiaban el agua de las jaulas con bonetes colorados, que los ordeñadores en los establos, los

centinelas en sus puestos, los paralíticos en las escaleras y los leprosos en los rosales se paseaban con

bonetes colorados de domingo de carnaval, de modo que se dio a averiguar qué había ocurrido en

el mundo mientras él dormía para que la gente de su casa y los habitantes de la ciudad anduvieran

luciendo bonetes colorados y arrastrando por todas partes una ristra de cascabeles, y por fin encontró

quién le contara la verdad mi general, que habían llegado unos forasteros que parloteaban en lengua

ladina pues no decían el mar sino la mar y llamaban papagayos a las guacamayas, almadías a los

cayucos y azagayas a los arpones, y que habiendo visto que salíamos a recibirlos nadando entorno

de sus naves se encarapitaron en los palos de la arboladura y se gritaban unos a otros que mirad qué
bien hechos, de muy hermosos cuerpos y muy buenas caras, y los cabellos gruesos y casi como sedas

de caballos, y habiendo visto que estábamos pintados para no despellejarnos con el sol se alborotaron

como cotorras mojadas gritando que mirad que de ellos se pintan de prieto, y ellos son de la color de

los canarios, ni blancos ni negros, y de los de lo que haya, y nosotros no entendíamos por qué carajo

nos hacían tanta burla mi general si estábamos tan naturales como nuestras madres nos parieron y en

cambio ellos estaban vestidos como la sota de bastos a pesar del calor, que ellos dicen la calor como

los contrabandistas holandeses, y tienen el pelo arreglado como mujeres aunque todos son hombres,

que de ellas no vimos ninguna, y gritaban que no entendíamos en lengua de cristianos cuando eran

ellos los que no entendían lo que gritábamos, y después vinieron hacia nosotros con sus cayucos que

ellos llaman almadías, como dicho tenemos, y se admiraban de que nuestros arpones tuvieran en la

punta una espina de sábalo que ellos llaman diente de pece, y nos cambiaban todo lo que teníamos

por estos bonetes colorados y estas sartas de pepitas de vidrio que nos colgábamos en el pescuezo

por hacerles gracia, y también por estas sonajas de latón de las que valen un maravedí y por bacinetas

y espejuelos y otras mercerías de Flandes, de las más baratas mi general, y como vimos que eran

buenos servidores y de buen ingenio nos los fuimos llevando hacia la playa sin que se dieran cuenta,

pero la vaina fue que entre el cámbieme esto por aquello y le cambio esto por esto otro se formó

un cambalache de la puta madre y al cabo rato todo el mundo estaba cambalachando sus loros, su

tabaco, sus bolas de chocolate, sus huevos de iguana, cuanto Dios crió, pues de todo tomaban y daban

de aquello que tenían de buena voluntad, y hasta querían cambiar a uno de nosotros por un jubón de

terciopelo para mostrarnos en las Europas, imagínese usted mi general, qué despelote, pero él estaba

tan confundido que no acertó a comprender si aquel asunto de lunáticos era de la incumbencia de su

gobierno, de modo que volvió al dormitorio, abrió la ventana del mar por si acaso descubría una luz

nueva para entender el embrollo que le habían contado, y vio el acorazado de siempre que los infantes

de marina habían abandonado en el muelle, y más allá del acorazado, fondeadas en el mar tenebroso,

vio las tres carabelas.” (Gabriel García Márquez “El otoño del patriarca” 29)

12 “You know what hip-hop has done with the word ‘nigger’? I’m trying to do that with

the word ‘vandalism’: bring it back.” (Banksy “The RS 100 Agents of Change” 62)
13 “But our profession has lost the sense of its limits. And leaders in our profession have

lost an appreciation of the high cost that our profession imposes upon others. . . . And while I believe

that our profession should therefore do everything it can to make law more efficient, it should at least

do everything it can to limit the reach of the law where the law is not doing any good.” (Lessig “Free

Culture” 192)

14 “Democracies understood for generations, but . . . we have recently have learned to

forget. The rule of law depends upon people obeying the law. The more often, and more repeatedly,

we as citizens experience violating the law, the less we respect the law.” (Lessig “Free Culture” 202)

15 “The land of the free has become a legal minefield.” (Howard)

16 “It is inaccurate to say I hate everything. I am strongly in favor of common sense, com-

mon honesty, and common decency. This makes me forever ineligible for public office.” (H.L. Mencken)

17 “No sin cierta ironía describe Kafka la situación jurídico--política del momento.

Kafka comenzó la novela el 11 de agosto de 1914, en plena gestación de la I Guerra Mundial. Las

referencias al «Estado de Derecho» y al vigor de las leyes es interesante porque designa un régimen

que se somete al derecho en su forma de actuación. Un manto de normalidad cubre la sociedad en

la que se desenvuelve Josef K, no hay ninguna perturbación del orden político ni ningún «estado de

alarma, excepción o sitio» que pudiera justificar la existencia de tribunales de excepción.” (Nota del

Editor de “El proceso”)

18 “Aun en el banquillo de los acusados es siempre interesante oír hablar de uno

mismo. Durante los alegatos del Procurador y del abogado puedo decir que se habló mucho de mí y

quizá más de mí que de mi crimen. ¿Eran muy diferentes, por otra parte, esos alegatos? El abogado

levantaba los brazos y defendía mi culpabilidad, pero con excusas. El Procurador tendía las manos

y denunciaba mi culpabilidad, pero sin excusas. Una cosa, empero, me molestaba vagamente. Pese

a mis preocupaciones estaba a veces tentado de intervenir y el abogado me decía entonces: «Cállese,

conviene más para la defensa.» En cierto modo parecían tratar el asunto prescindiendo de mí. Todo se

desarrollaba sin mi intervención. Mi suerte se decidía sin pedirme la opinión. De vez en cuando sentía

deseos de interrumpir a todos y decir: «Pero, al fin y al caso, ¿quién es el acusado? Es importante ser
el acusado. Y yo tengo algo que decir.» Pero pensándolo bien no tenía nada que decir. Por otra parte,

debo reconocer que el interés que uno encuentra en atraer la atención de la gente no dura mucho. Por

ejemplo, el alegato del Procurador me fatigó muy pronto. Sólo me llamaron la atención o despertaron

mi interés fragmentos, gestos o tiradas enteras, pero separadas del conjunto.” (Camus 114 -115)

19 “Every decent man is ashamed of the government he lives under” (H.L. Mencken)

20 “Common sense, a rare idea in law” (Lessig On laws that choke creativity)

21 Lessig critica también el hecho que bajo la respuesta del derecho ante cosas como

los derechos de autor en época de re-escritura de internet, donde el derecho debería ser la respuesta

a la explosión creativa que las nuevas tecnologías están promulgando, y no la barrera que impide el

crecimiento intelectual sólo porque las normas son así. Puesto que si el ordenamiento no reconoce

el valor de esta revolución, se criarán a los niños actuales en la ilegalidad, prohibiéndoles lo que para

ellos es apenas natural, Youtube, compartir y descargar música gratis por internet. Se instaurará

la ilegalidad como algo normal y se borrará la línea divisoria entre lo que es legal y lo que no... ¿la

normal anormalidad?

22 “I concluded that our ‘field of experience’ is modeled, ‘overlaid’, and ‘conspired against

not just by language, but by numerous other patterns and institutions, many of them in mutual

conflict.” (Feyerabend “Conquest of Abundance” 21)

23 Cargo con una posición con un rango superior al del rey y del primer ministro de

Inglaterra. Que se creo, según la novela para controlar el caos que se generó después del Omega,

como se bautizó al año en que dejaron de nacer niños.

24 “All this works of art, all those classical statues are there, but they’re deprived of a

world, they are totally meaningless, because, what does it mean to have a statue of Michelangelo (or

whatever), [it] only works if it signals a certain world, and when this world is lacking, is nothing.”

(Žižek sobre Children of Men)

25 “The difference Brunelleschi and tradition is that while Brunelleschi controlled the

set, traditional artists are largely controlled by it. They rarely notice that a set is involved.”

(Feyerabend “Conquest of Abundance” 104)


26 “. . . the relation of human achievements to a world whose features are independent

of thought and perception or, to express it more dramatically, the idea that humans are aliens, not

natural inhabitants of the universe.” (Feyerabend “Conquest of Abundance” 167)

27 “It means that there is a worldview somewhere; that, presented in its full splendor,

it would not sound very scientific - and that is therefore hidden. It is hidden, yes - but from its

hiding place its still affects through insinuations, slogans, and attitudes.” (Feyerabend “Conquest of

Abundance” 172)

28 “After all - who can say that the world which so strenuously resists unification really

is as educators and metaphysicians want it to be - tidy, uniform, the same everywhere?” (Feyerabend

“Conquest of Abundance” 156)

29 Porque se oyen elogios, desde las clases de docentes elocuentes con especialización

afrancesada, a un sistema como el Suizo que requiere de varios años de trámite para aprobar una ley o

para modificarla.

30 “That’s not the formula for success, that’s the formula for paralysis.” (Howard)

31 Captain: Define “hoe-down”.

Ship’s Computer: Hoe-down: A social gathering at which lively dancing would take place.

Captain: Earth is amazing! These are called “farms”. Humans would put seeds in the ground,

pour water on them, and they grow food - like, pizza! (Wall-e)

32 Expresiones jurídicas en latín que generalmente resume un concepto específico del

derecho, pero es utilizado muchas veces como parte del lenguaje común.

33 Debe entenderse esto en sentido genérico, sin perjuicio de las calificaciones

excluyentes como la de Homo-Sacer de Agamben, donde existen sujetos a los que no se les aplica ni

el mínimo de los derechos que se supondría son universales. (Véase también “El fin de los derechos

humanos” de Costas Douzinas)

34 Llegar a intentar definir jurídicamente algo como el acto de creación artístico, en

materia de propiedad intelectual, cuando no cabe una definición en ese respecto.

35 Como aquellas “etiquetas de precaución que dicen: Cuidado, el contenido está


caliente. Arqueólogos nos desenterraran en mil años y verán todas estas etiquetas que dicen lo

calientes que están, lo único que podrán pensar es que es alguna clase de afrodisiaco, esa es la única

explicación, porque acaso ¿por qué debería advertírsele al alguien que algo está caliente?”(Howard)

[“All the labels caution contents are hot, archeologists will dig us up in a thousand years . . . and

see all these labels and contents that are extremely hot, they will think it was some kind of aphrodisiac,

that’s the only explanation, because why should you tell people that something was hot?”]

36 –You know you can beat a breathalyzer by sucking on activated charcoal tablets?

–Really?

–Maybe we should change our campaign to “if you must drink and drive, Suck Charcoal”

–yeah, but don’t the police wonder why you’re sucking on charcoal?

– There’s no law against charcoal

–Yet. (Thank You For Smoking)

37 “If i have not done what i did, you’d all be dead. I saved your lives. Now look where

we are. We are stronger than ever, changing the course of history as we see it. Choosing the targets we

select. We can redistribute power where we see fit. The wolf rules, not the sheep. Now, if any of you

feel to follow the code of the fraternity to the letter, I invite you to take your gun, put it in your mouth

and pull the trigger. That is what Wesley demands. Otherwise, shoot this mother fucker and let us

take our fraternity of assassins to heights reserved only for the gods of men. You choose.” (Wanted)

38 “When Judie, re-fashioned as Madeleine steps out of the door is like fantasy realized,

and of course, we have a name, a perfect name for fantasy realized, it’s called Nightmare.” (Perverts

Guide to Cinema)

39 “Every business has to have its own terms and its own kind of currency issue.” (Rand,

Entrevista con Mike Wallace)

40 “All great ideas but they all suffer of one fatal flaw. [T]his is: that they are all based on

the fallacious notion that people are fundamentally decent. Give them a chance to do right and they’ll

take it. They are not stupid, selfish, greedy, cowardly, shortsighted worms.” (Whatever Works)
41 “Sabiendo que hay tantas normas vigentes, no hay posibilidad alguna que un humano

las conozca todas.” (Howard)

42 Limito los ejemplos en esta materia a los presentes reconociendo lo insuficientes que

son, sólo que, a la manera de los crímenes de Dorian Gray, los más escabrosos son aquellos que nunca

estuvieron en la narración, que nosotros decidimos imaginarnos para completar la historia y que en

cierta medida, los seleccionamos con algo de culpa; porque reconocemos su atrocidad, o porque los

hemos cometido.

43 “An opponent must therefore do more than provide facts, rules, and arguments

resting on them. He must dismantle the definition and change life to which it belongs.” (Feyerabend

“Conquest of abundance” 71)

44 “We have to conclude that the authority of a subject, like its shape, is as much a result

of idiosyncratic historical developments.” (Feyerabend “Conquest of Abundance” 138)

45 “Daley: From my perspective, probably the most important digital divide is not access

to a box. It’s the ability to be empowered with the language that box works in. Otherwise only a very

few people can write with this language, and all the rest of us are reduced to being read-only. ‘Read

Only’ Passive recipients of culture produced elsewhere. Couch Potatoes. Consumers. This is the world

of media from the twentieth century. Twenty first century could be different. This is a crucial point:

It could be both read and write. Or at least reading and better understanding the craft of writing. Or

best, reading and understanding the tools that enable the writing to lead or mislead.” (Lessig “Free

Culture” 51)

46 “A free society requires red lights and green lights otherwise it soon descends into

gridlock.” (Howard)

47 “Law is also a powerful driver of human behavior.” (Howard)

48 “Life is too complex for a software program, all this choices involve value judgments

and social norms, not objective facts.” (Howard)

49 “Law has to be simple enough so that people can internalize it in their daily choices. If

they can’t internalize it, they won’t trust it. . . . we have to rehumanize the law.” (Howard)
50 “They can be stockholders of their own happiness” (Be Kind Rewind)

51 “It takes a lot of guts to stand up anonymously in a western democracy and call for

things no-one else believes in - like peace and justice and freedom.” (Banksy 28)

52 It’s our deepest form of escapism to imagine a world in which we are powerless,

because it excuses our selfishness. The real nightmare is that no one is to blame for the state of the

world but ourselves. (Marche)


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