excepto por una herida de piedra que ya no sangra. Hay son una con
hombres que muros y pierden borona de ceniza cada latido de su extensin.
Hay mujeres que
de tantos vuelos grises han majado la sangre con una sola lgrima. Hay en esta inolvidable gama una disciplina para sufrir. Pero hay unos pocos, que escapan la tragedia como una rfaga de msica. Los que con lazo atan el paraso a un movimiento delgado prontsimo. Hay algunos que guardan aun la luz en un bolsillo de neblina. Hay esos pocos que arrebatan una fbula de miel del duro acto. Hay en esta compacta oscuridad ejemplos de condena y posibilidad. Pero al final de esta vida el hombre con clavo en su respiracin la mujer con pjaro en su sonrisa se postrarn ante la naturaleza para ver la luna arrodillarse en un recuerdo de estrellas