0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
270 vistas4 páginas
Facultad gracias a la cual podemos determinarnos (podemos
determinar nuestra conducta) en virtud de principios. Es el
“motor de la acción”.
Kant distingue la voluntad santa y la voluntad humana:
Voluntad santa es aquella que sólo puede ser determinada por
la razón, nunca por la inclinación, como ocurre en Dios. Para
esta voluntad la ley moral no tiene la forma de imperativos
puesto que inevitablemente, dada su constitución, cumplirá la
ley.
Facultad gracias a la cual podemos determinarnos (podemos
determinar nuestra conducta) en virtud de principios. Es el
“motor de la acción”.
Kant distingue la voluntad santa y la voluntad humana:
Voluntad santa es aquella que sólo puede ser determinada por
la razón, nunca por la inclinación, como ocurre en Dios. Para
esta voluntad la ley moral no tiene la forma de imperativos
puesto que inevitablemente, dada su constitución, cumplirá la
ley.
Facultad gracias a la cual podemos determinarnos (podemos
determinar nuestra conducta) en virtud de principios. Es el
“motor de la acción”.
Kant distingue la voluntad santa y la voluntad humana:
Voluntad santa es aquella que sólo puede ser determinada por
la razón, nunca por la inclinación, como ocurre en Dios. Para
esta voluntad la ley moral no tiene la forma de imperativos
puesto que inevitablemente, dada su constitución, cumplirá la
ley.
Facultad gracias a la cual podemos determinarnos (podemos
determinar nuestra conducta) en virtud de principios. Es el motor de la accin. Kant distingue la voluntad santa y la voluntad humana: Voluntad santa es aquella que slo puede ser determinada por la razn, nunca por la inclinacin, como ocurre en Dios. Para esta voluntad la ley moral no tiene la forma de imperativos puesto que inevitablemente, dada su constitucin, cumplir la ley. La voluntad humana puede ser determinada, adems de por la razn, por la inclinacin. Dado que la inclinacin puede movernos a realizar una accin contraria al deber, en nuestro caso la ley moral tiene la forma de imperativo (debes hacer X). Buena Voluntad La voluntad que es buena en s misma, que es buena no porque gracias a su actuacin el sujeto pueda alcanzar un determinado fin sino porque acta exclusivamente por deber. Y ello aunque luego las acciones que el sujeto hace puedan verse truncado en su intencin, o puedan tener consecuencias
no queridas por el sujeto e incluso contrarias a la felicidad de
los dems. La buena voluntad es la que interviene cuando queremos hacer el deber por el deber. TEXTOS DE KANT Kant defiende en este texto la primaca de la voluntad en el mundo moral, por ser la bondad o maldad de esta facultad la que decide al final y de verdad la moralidad de los bienes, cualidades y acciones, incluida la felicidad humana. Por lo dems, la buena voluntad no se cifra en el xito de lo que realice, sino por el querer, en el propsito que la mueve. Ni en el mundo, ni, en general, tampoco fuera del mundo, es posible pensar nada que pueda considerarse como bueno sin restriccin, a no ser tan slo una buena voluntad. El entendimiento, el gracejo, el Juicio, o como quieran llamarse los talentos del espritu; el valor, la decisin, la perseverancia en los propsitos, como cualidades del temperamento, son, sin duda, en muchos respectos, buenos y deseables; pero tambin pueden llegar a ser extraordinariamente malos y dainos, si la voluntad que ha de hacer uso de estos dones de la naturaleza, y cuya peculiar constitucin se llama por eso carcter, no es buena. Lo mismo sucede con los dones de la fortuna. El poder, la riqueza, la honra, la salud misma y la completa satisfaccin y el contento del propio estado, bajo el nombre de felicidad, dan
valor, y tras l a veces arrogancia, si no existe una buena
voluntad que rectifique y acomode a un fin universal el influjo de esa felicidad y con l el principio todo de la accin; sin contar con que un espectador razonable e imparcial, al contemplar las ininterrumpidas bienandanzas de un ser que no ostenta el menor rasgo de una voluntad pura y buena, no podr nunca tener satisfaccin, y as parece constituir la buena voluntad la indispensable condicin que nos hace dignos de ser felices. Algunas cualidades son incluso favorables a esa buena voluntad y pueden facilitar muy mucho su obra; pero, sin embargo, no tienen un valor interno absoluto, sino que siempre presuponen una buena voluntad que restringe la alta apreciacin que solemos con razn, por lo dems tributarles y no nos permite considerarlas como absolutamente buenas. La mesura en las afecciones y pasiones, el dominio de s mismo, la reflexin sobria, no son buenas solamente en muchos respectos, sino que hasta parecen constituir una parte del valor interior de la persona; sin embargo, estn muy lejos de poder ser definidas como buenas sin restriccin aunque los antiguos las hayan apreciado as en absoluto. Pues sin los principios de una buena voluntad, pueden llegar a ser harto malas; y la sangre fra de un malvado, no slo lo hace mucho
ms peligroso, sino mucho ms despreciable inmediatamente a
nuestros ojos de lo que sin eso pudiera ser considerado. La buena voluntad no es buena por lo que efecte o realice, no es buena por su adecuacin para alcanzar algn fin que nos hayamos propuesto; es buena slo por el querer, es decir, es buena en s misma. Considerada por s misma, es, sin comparacin, muchsimo ms valiosa que todo lo que por medio de ella pudiramos verificar en provecho o gracia de alguna inclinacin y, si se quiere, de la suma de todas las inclinaciones. Aun cuando, por particulares enconos del azar o por la mezquindad de una naturaleza madrastra, le faltase por completo a esa voluntad la facultad de sacar adelante su propsito; si, a pesar de sus mayores esfuerzos, no pudiera llevar a cabo nada y slo quedase la buena voluntad no desde luego como un mero deseo, sino como el acopio de todos los medios que estn en nuestro poder, sera esa buena voluntad como una joya brillante por s misma, como algo que en s mismo posee su pleno valor. La utilidad o la esterilidad no pueden ni aadir ni quitar nada a ese valor. Immanuel Kant, Fundamentacin de la metafsica de las costumbres.