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Matei Calinescu Cinco caras de la modernidad Modernismo Vanguardia Decadencia Kitsch Postmodernismo Presentacién por José Jiménez Traduccién de Francisco Rodriguez Martin Alianza Editorial Diseiio de cubierta: Angel Uriarte En la Coleccion Metrépolis: 1 edicién, 1987 En la Coleccién Neometrépolis: 2." edicién, 2003 Reservados todos los derechos. Bl contenido de esta obra esta pro tegido por la Ley, que establece penas de prisién y/o multas, ade- mas de las correspondientes indemnizaciones por dafios y per- juicios para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren piiblicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artistica o cientifica, su transformacién, interpretacién o ejecu- cién artistica fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorizacién. © Duke University Press, 1987 © EDITORIAL TECNOS (GRUPO ANAYA, S. A.), 2003 Juan Ignacio Luca de Tena, 15 - 28027 Madrid ISBN: 84-309-3869-9 Depisito Legal: M. 50.766-2002 Printed in Spain, mpreso en Espatia por Closas Orcoyen, S. L. Poligono Igarsa. Paracuellos de Jarama (Madrid) Para Adriana e Irina Ahora bien, existe una urgente necesidad de experimentar un nuevo: tipo de critica, que consistira en gran parte de un estudio ldgico y dia- léctico de los términos utilizados... En la critica literaria estamos cons- tantemente utilizando términos que no podemos definir, y definiendo otras cosas con ellos, Estamos constantemente utilizando términos que tienen una comprensién* y una extensién que no encajan bastante: ted- ricamente debe hacerse que encajen; pero sino pueden, debe hallarse entonces otro modo de tratar con ellos de manera que sepamos en todo momento lo que queremos decir. T.S. ELIOT, Experiment in Criticism (1929) * El autor utiliza los términos ingleses «intension» y «extension», subrayando los prefi- jos in y ex. Este juego lingitistico se pierde en su traduccién castellana. indice Nota de presentacién: El entramado estético de la modernidad, por José Jiménez... Pag. Prefacio a la segunda edicién ... Agradecimientos Introducccién ... Lau Lau Lau IDEA DE MODERNIDAD .. Enanos modernos a hombros de antiguos gigantes .. El problema del tiempo: Tres eras de la Historia Occidental Los antiguos somos nosotros Comparacion entre modernos y antiguos De lo moderno a lo gotico, a lo romantico, a lo moderno.... Las dos modernidades .... Baudelaire y las paradojas de la modernidad estat Modernidad, muerte de Dios y utopia Modernismo literario y otros modernismos Comparacién entre modernos y contemporancos IDEA DE VANGUARDIA De la modernidad a la vanguardia ........ La metifora «vanguardia» en el Renacimiento: una figura retar La vanguardia «romdntica»: de la politica a la politica de la cultura. Algunos escritores de mediados del siglo Xix y la vanguardia Dos vanguardias: atracciones y repulsiones ......cesemseeee Vanguardia y extremismo estético .. La crisis del concepto de vanguardia en la década de los sesenta .. Vanguardia, deshumanizacién y fin de la ideologia . Vanguardia y postmodernismo . Intelectualismo, anarquismo y estasis, IDEA DE DECADENCIA .. Versiones de la decadencia De la «decadencia» al «estilo de decadenc La euforia decadente ... Nietzsche sobre «decadencia» y «modernidad» El concepto de decadencia en la critica marxista MU decadentismo. p) Il 15 17 19 27 27 33 37 41 49 55 60 72 81 96 153 153 159 173 180 199 213 10 MATEI CALINESCU KITSCH .... 223 Kitsch y modernidad .. 223 Kitsch, camp y gran arte 227 Etimologia, contextos de uso y “dey de inadecuacién estética» 230 Kitsch y romanticism .. 234 Mal gusto, ideologia y hedonismo 236 Algunas consideraciones estilisticas . 245 Kitsch e industrializacion cultural 251 El «hombre-kiisch» .... 254 SOBRE EL POSTMODERNISMO (1986) .... 259 Una nueva cara de la modernidad ......... 259 Epistemologia y hermenetitica: de la modernidad a la postmodernidad 263 El silencio de la vanguardia .. 269 La novedad del pasado: el punto de vista desde la arguitectra 273 Criticas del postmodernismo ........ 280 Postmodernismo literario: configuracién. ‘de un n corpus 287 Recursos postmodernistas y su significado . 293 Conclusion .......... 300 SELECCION DE BIBLIOGRAFIA CRITICA ....... 303 inbice DE NoMBRES 317 INDICE DE CONCEPTOS ........ 323 Sobre el postmodernismo (1986) UNA NUEVA CARA DE LA MODERNIDAD Si aceptamos que existen, como propuse en el primer capitulo de este libro, dos modernidades conflictivas ¢ interdependientes — una socialmente progresista, racionalista, competitiva, tecnolégica; la otra culturalmente cri- tica y autoeritica, concentrada en desenmascarar los valores basicos de la primera— estamos mejor preparados para entender las ambivalencias y para- jas a menudo molestas vinculadas al lenguaje de la modernidad. El mi nismo literario, tomando un rapido ejemplo, es asi tanto moderno como anti- moderno: moderno en su compromiso con Ja innovacidn, en su rechazo de Ja autoridad de la tradicién, en su caracter experimental; antimoderno en su abandono del dogma del progreso, en su critica de la racionalidad, en su sen- tido de que la civilizacién moderna ha ocasionado la pérdida de algo valio- so, la disolucién de un gran paradigma integrador, la fragmentacién de | e una vez fue una poderosa unidad. Trascendiendo todas las dificultad conceptuales demasiado evidentes surgidas por causa del vocabulario de la modernidad, he hablado metaféricamente de las «catas» de una moderni- dad constitutivamente doble —dual, ambigua, y duplicada—. De aqui la nueva cuestién: ¢Ha desarrollado la nocién del postmodernis- ‘mo, durante més o menos la Ultima década, suficientes rasgos distintivos como para que un «fisonomista cultural» la considere como una «cara de la moder- nidad» con todas las de la ley, al mismo nivel del modernismo, decadencia, van- guardia o kitsch? sta es claramente una cuestién retorica, ya que el merohecho de afiadir este capitulo sobre el postmodernismo a Caras de la modernidad: ov is ca una respuesta afirmativa. Pero, por otra parte, i = provisional, y de hecho carente de significado, hasta que sus pros y sus contras sean examinados mas detenidamente, apropiadamente.calificados y modula- dos. Si el postmodernismo ha formado verdaderamente una fisonomia cultu- ral propia, uno deberia poder describirla clara y convincentemente, trabajo que noes facil en absoluto, dada la gran pomposidad (0 incluso «hiperpomposidad») semiantica de los contextos en los que a menudo aparece el término. Por si misma, la cada vez més circulacién de la palabra postmodernis- mo —que hoy dia uno se encuentya rutinariamente en la seccién cultural de [259] 260 MATEICALINESCU periédicos y revistas— prueba poco si es que algo. Realmente, la consecuencia mas evidente de un uso tan vago y extendido ha sido la de acrecentar la dudo- sa «aura» que rodea al postmodernismo desde sus comienzos en adelante, aura que ha seguido inspirando apasionados ataques, no sélo acerca de la validez del concepto, sino también acerca de la legitimidad artistica y moral de lo que pretendidamente representa. Gerald Graff ha denunciado asi al post- modernismo literario como uno de los mitos centrales de la contracultura, ideado para autorizar una celebracién anti-intelectual de una energia vital bruta y una costumbre de despreocupado hedonismo'. Mas recientemente, Charles Newman ha atacado la mentalidad postmoderna de un modo inclu- so mas arrollador, considerando mas all4 de Ja literatura los factores socia- les y econdémicos que dan cuenta de su destructivo atractivo’. Las polémicas salidas de este tipo son también una forma de reconoci- miento (negativo) y, mediante un efecto perverso, pueden contribuir al éxito de lo que indignamente rechazan. El éxito popular no se traduce, sin embar- go, en credibilidad intelectual. El enemigo mas poderoso del postmodernismo ha seguido siendo la sospecha escéptica con la que es ain considerado por un segmento significativo de la inte/ligentsia*. Muchos criticos excelentes de la literatura contempordnea no pueden llegar sencillamente a tomarse en serio el postmodernismo. Ellos, tipicamente, lo ignoraran, se encogeran de hombros, 0, segiin sea el caso, se reiran de él, Asi, al escribir sobre John Ashbery —poeta que ha estado tan insistentemente asociado con el pos- tmodernismo— un ingenioso tradicionalista como Claude Rawson inten- tard desinflar la nocién sugiriendo que es poco mas que un cédigo para el tipo de los extrafios juegos infantiles a los que la «gente-post» le gusta jugar’. Pero mas alla de la critica literaria, existen cada vez mas numerosos pen- sadores y eruditos en una diversidad de 4reas (incluyendo la filosofia, la his- toria y filosofia de la ciencia, y la sociologia) que creen que la modernidad ha Ilegado a su fin 0 que esta experimentando una profunda crisis de iden- tidad. Existe desde luego poco acuerdo sobre lo que precisamente pueda cons- tituir el postmodernismo, ¢ incluso menos sobre si la nocién misma tiene alguna legitimidad. Pero el mero surgimiento de esta. mejor dicho, do cat 00ST a eae To a ms ' Véase Gerald Graff, «The Myth of the Postmodern Breakthrough», en Literature Against Lsself (Chicago: University of Chicago Press, 1979), pp. 31-62. 2 Véase Charles Newman, The Post-Modern Aura: The Act of Fiction in an Age of Infla- ton, con un prefacio de Gerald Graff (Evanston: North-Western University Press, 1985). * Palabra usada para referirse a la intelectualidad, al conjunto de intelectuales de un pais 0 Area cultural (Libro de estilo, 1 Pats, 1977, 15.* ed., p. 363, 1999, Ediciones El Pats). ? Lareciente critica de Claude Rawson en su articulo sobre John Ashbery, «A Poet in the Postmodern Playground, aparecié en el Times Literary Supplement, 4 de julio de 1986, p. 724. modos, y su posible de! fendmeno cultural. .Qu historia de] término pos Lo que aprendemos canos del postmodernisn 0, con un estilo mas vatic to uso limitado en la dis 1940 y de la década de 1 del postmodernismo cua como «post 0 anti-mode Es bastante posible que. historiador britanico Arn de ventrilocuo a través.de cid aun gran publico lect mindndola «Post-Moder Toynbee tuvo un grz JaSegunda Guerra Mun moderna no fue adoptad: eruditos de las disciplin do a los poetas, artistas ron.como aplicéndolo al Toynbee los comienzos de la década de 1870. La trucci6n sin precedentes miicleo de la alta civiliza cién de una modernidad mente superada. Asi, als ja posguerra (siendo las lado del Atlantico de lo qq postmoderna de las ans ella y acogieron la nuevy: * La critica de Jarrell de | teen 1946, se reedité en Rane cita es dela p, 216, En su Post 1980), Jerome Mazzaro subra referente a la poesia american utilizé el mismo término ... ¢ * Bl resumen de Somer bee se publicé en 1946 por la York: Dell, 1965). La «dad historia occidental, después Media»), y Occidente III («M 30. Realmente, la consecuencia isido la de acrecentar la dudo- € sus comienzos en adelante, ataques, no sdfo acerca de la alegitimidad artistica y moral iraff ha denunciado asi al post- centrales de la contracultura, telectual de una energia vital onismo'. Mas recientemente, istmoderna de un modo inclu- a literatura los factores socia- ictivo atractivo*. abién una forma de reconoci- rso, pueden contribuir al éxito ular no se traduce, sin embar- poderoso del postmodernismo la que es atin considerado por *, Muchos criticos excelentes ar sencillamente a tomarse en lo ignoraran, se encogeran de 31. Asi, al escribir sobre John ‘emente asociado con el pos- como Claude Rawson inten- co mas que un codigo para el a«gente-post» le gusta jugar’. cada vez mAs numerosos pen- incluyendo la filosofia, la his- que creen que la modernidad ) una profunda crisis de iden- ‘que precisamente pueda cons- ybre si la nocién misma tiene 2 de esta cuestién —o, mejor atas sobre la modernidad, sus Breakthrough», en Literature Against 31-62. The Act of Fiction in an Age of Infla- -Western University Press, 1985), I conjunte de intelectuales de un pais ). 363, 1999, Ediciones El Pais). o sobre John Ashbery, «A Poet in the iry Supplement, 4 de julio de 1986, CINCO CARAS DELAMODERNIDAD 261 enfrenta a un importante y confuso fendmeno cultural. ,Quién se habria imaginado, basandose-en la temprana historia del término postmodernismo, que su carrera iria tan lejos? Lo que aprendemos de esta historia es que los primeros usuarios ameri- canos del postmodernismo, poetas tales como Randall Jarrell, John Berryman o, con un estilo mas vaticinador, Charles Olson le dieron a la palabra un cier- to uso limitado en Ja discusién de la «nueva poesia» de la tardia década de 1940 y de fa década de 1950, Jarrell fue quizds el primer americano que hablé del postmodernismo cuando, en 1946, caracterizé la poesia de Robert Lowell como «post o anti-modernista, y como tal con la certeza de ser influyente»*. Es bastante posible que Jarrell inventara el término independientemente del historiador britanico Arnold Toynbee, quien hacia la misma época (haciendo de ventrilocuo a través de quien la resume en su obra, D.C. Somervell)‘ anun- cié.aun gran publico lector una nueva edad de la historia de Occidente, deno- mindndola «Post-Moderna» y sugiriendo que podria ser la ultima. Toynbee tuvo un gtan impacto en la vida intelectual de la posguerra de ia Segunda Guerra Mundial en Occidente, pero su nocién de una edad post- moderna no fue adoptada por sus colegas fiidsofos de la historia, ni por otros eruditos de las disciplinas sociales ¢ histéricas. Su atractivo parece limita- do a los poetas, artistas y criticos literarios, que a menudo lo reinterpreta~ ron como aplicdndolo al inmediato periodo de posguerra, ignorando que para Toynbee los comienzos de la edad postmoderna se retrotraian a mediados de la década de 1870. La Segunda Guerra Mundial, con su salvajismo y des- truccién sin precedentes, con su revelacién de la brutalidad existente en el nucleo de la alta civilizacion tecnolégica, pudo aparecer como la culmina- cién de una modernidad demonjaca, una modernidad que habia sido final- mente superada. Asi, algunos de los poetas americanos mds innovadores de la posguerra (siendo las consecuencias de la guerra menos sombrias en este lado del Atlintico de Jo que lo fue en Ja arruinada Europa) liberaron a lanocién postmoderna de las ansiedades pesimistas que Toynbee habia incluido en ella y acogieron la nueva época como un tiempo exaltado en el que la acti- * La critica de Jarrell de la obra Lord Weary’s Castle de Lowell, publicada originalmen- te en 1946, se reedité en Randall Jarrell, Poetry and the Age (Nueva York: Knopf, 1953). La citaes de la p. 216. Bn su Postmodern American Poetry (Urbana: University of Ilinois Press, 1980), Jerome Mazzaro subraya que Jarrell fue el primer usuario «del término postmoderno referente a la poesia americana» y observa que dos afios después, on 1948, ohn Berryman utilizé cl misino (érmino ... eitando a Jarrell como su fuente» (p. VII). * Elresumen de Somervell de los vols. 1-6 de Un estudio de la Historia de Arnold Toyn- bee se publicé en 1946 por la Oxford University Press. He utilizado la edicién Dell (Nueva ‘York: Dell, 1963). La «Edad post’moderna» aparece como el cuarto perfodo principal de la historia occidental, después de Occidente I («Edades Oscuras»), Occidente IT («Edad Media»), y Occidente I («Modernan), 1475-1875 (p. 57). 262 MATEI CALINESCU vidad poética podria definirse, segtin Charles Olson, como una «arqueolo- gia de 1a mafiana» ampliamente simbdlica‘. Tal interpretacién optimista-apocaliptica del término post-moderno Jo hizo adecuado para recibir un destacado lugar en la retorica revolucionaria de la década de 1960. La malvada modernidad estaba muerta y su funeral fue un tiempo de salvaje celebracién. El modesto prefijo «post» se convir- tid casi de la noche a la mafiana en un modificador altamente honorifico de la contrasefia de la liberacién. El mero hecho de «suceder después» fue un estimulante privilegio, democraticamente otorgado a cualquiera que quisiera pretenderlo; todo lo que merecia la pena comenzaba con «post» — post-moder- no, post-hist6rico, post-humano, etc.—’. En la década de 1960 el destino del postmodernismo parecia haber estado indisolublemente vinculado con el destino de la contracultura, con sus numerosas, a menudo contradicto- rias, contracorrientes de anarquismo, antinomismo*, y una «nueva gnosis»*. Sorprendentemente, sin embargo, el postmodernismo no desaparecié con. el fervor radical de esa década. Fue de hecho durante las décadas mis cal- mada de 1970 y 1980 cuando el postmodernismo se convittié en un térmi- no mas plausible en la critica literaria y artistica, y sobre todo en ja critica de la arquitectura, Fue también durante estas décadas cuando se aclimaté, en mayor 0 menor grado, en otras disciplinas hist6rico-tedricas, que van desde Ja epistemologia a las ciencias sociales. En este proceso el término, que al principio habia sido utilizado casi exclusivamente en América, se estable- cid internacionalmente’. Ademas, y esto es quizas més significativo, lanocién © Charles Olson, Additional Prose, Ed. George F. Butterick (Bolinas: Four Seasons Foun- dation, 1974), p. 40. El pasaje en su totalidad dice asi: «Yo soy un arquedlogo de la mafiana, ¥ los actos do escritura que sosticnen el presente trabajo son (I) de Homero hacia atris, no hacia delante; y (II) desde Melville hacia delante, en particular él mismo, Dostoievski, Rim- band y Lawrence. Estos son Jos hombres modernios que proyectaron lo que somos y en lo que nos encontramos, que destruyeron el hechizo. Dirigieron alos hombres hacia delante a lo post- moderno, lo post-humanista, lo post-histdrico, el actual presente vivo, lo “maravilloso”». 7 Para una lista mds extensa de! vocabulario «post», confeccionada a partir de un critico representativo, Leslie Fiedler, véase la p. 142 del presente texto. ¥ (De anti, y del griego nomds-ley) Doctrina que ensefia, en nombre de la supremacia de la gracia, el indiferentismo con respecto a {a ley, (Tal dectrina informa gran parte del protes- tantismo naciente; como tendencia se encuentra en el quietismo catélico.) (Nueva Enciclo- pedia Larousse en diez volimenes, tomo L, p. 533, Editorial Planeta, 1981), * Para una presentacién critica del «nuevo gnosticismon y otras corrientes de pensamicnto caracteristicas de la década de 1960, véase Ihab Hassan, Paracriticisms: Seven Meditations of the Times (Utbana: University of Illinois Press, 1975). > Para una historia detallada del término postmodernismo en sus anteriores fases, véase Michael K@hler, «“Postmodernismus”: ein begriffshistorischor Uberbliclo, Amerikasstudien 22,ntim, 1 (1977): 8-17. Una sintesis cultural-histérica mas reciente y més comprensiva puede verse en el articulo de Ihab Hassan «Post-face 1982: Toward a Concept of Postmodernism», en The Dismemberment of Orpheus, 2: ed. (Madison: University of Wisconsin Press, 1982), pp. 259-271. El estudio mas completo hasta la fecha de la carrera terminoldgica del postmo~ de lo postmoderno reafit tenido en la periodizaci¢ Antes de discutir co entre los modernos y pe de los principales marco postmodernismo en los dentes utiles. Existen do ha aparecido mas 0 mer de la modernidad. La pt blemas de epistemologi néutica, La segunda hace guardia en la cultura del que existen entre los tip son muy interesantes, a amplias de una estructi tanschauung*. Los usos en efecto, sin embargo, rarlos mds detenidamen tificar, por asi decirlo, ¢ EPISTEMOLOGIA Y } ALA POSTMODERN! Las presentaciones 1 nismo incluyen a veces 1 tos, tales como la crisis « los procesos naturales, el tién del tiempo y particul ha desplazado al poder¢ opinion de Karl Popper dad» mas bien que la mi luciones cientificas» de’ malinterpretarse y desvi tas. Incluso asi, el nuev: nes tedrico-epistemoldog lugar importantes camb y en la legitimidad de s dernismo es el articulo de Hai with Modernismus», en Appr tens (Amsterdam y Filadelfia * Bsto es, concepcién de como una «arqueolo- nino post-moderno lo etorica revolucionaria 1a muerta y su funeral fijo «post» se convir- tamente honorifico de zeder después» fue un ualquiera que quisiera | «posb>)— post-moder- | da de 1960 el destino emente vinculado con menudo contradicto- yuna «nueva gnosis»®. mo no desaparecié con 2 las décadas mas cal- convirtié en un térmi- obre todo en la critica is cuando se aclimato, tedricas, que van desde ‘eso el término, que al n América, se estable- significativo, la nocidn. solinas: Four Seasons Foun- n arquedlogo de la mafiana. de Homero hacia atrds, no | mismo, Dostoievski, Rim- ‘on fo que somos y en lo que ibres hacia delantea lo post- vivo, lo “maravilloso”». ionada a partir de un eritico nombre de la supremacta de “orma gran parte del protes- ‘catblico,) (Nueva Enciclo- neta, 1981). cortientes de pensamiento icisms: Seven Meditations i 1 sus anteriores fases, véase Iberblick», Amerikasstudien te y mds comprensiva puede oncept of Postinodernism», “of Wisconsin Press, 1982), i terminolégica del postmo- CINCO CARAS DELAMODERNIDAD 263 de lo postmoderno reafirmé el impetu inicial filosdfico-histérico que habia tenido en la periodizacién de Toynbee. Antes de discutir con mas detalle los aspectos artisticos de la querella entre los modernos y postmodernos, creo que una presentacion resumida de los principales marcos tedricos en los que ha sido (re)conceptualizado el postmodernismo en los afios recientes podria proveernos de unos antece- dentes utiles. Existen dos areas en las que el concepto del postmodernismo ha aparecide mas 0 menos insistentemente desde la publicacién de Caras de la modernidad. La primera es ampliamente filoséfica, incluyendo pro- blemas de epistemologia, la historia y filosofia de la ciencia, y la herme- néutica. La segunda hace referencia a las nociones del modernismo y la van- guardia en la cultura del siglo Xx y a su posible agotamiento. Las analogias que existen entre los tipos de cuestiones que se preguntan en las dos areas son muy interesantes, aunque no justifican, creo, ningunas hipdtesis mas amplias de una estructura epistémica postmoderna 0 disposicién 0 Wel- tanschauung*. Los usos del postmodernismo en estas dos areas presentan en efecto, sin embargo, una especie de «parecido de familia», y conside- rarlos mas detenidamente puede que nos ayude en nuestro intento de iden- tificar, por asi decirlo, el postmodernismo «fisonédmicamente». EPISTEMOLOGIA Y HERMENEUTICA: DE LA MODERNIDAD ALA POSTMODERNIDAD Las presentaciones mas comprensivas de las cuestiones del postmoder- nismo incluyen a veces referencias a problemas epistemolégicos y concep- tos, tales como la crisis del determinismo, el lugar del azar y el desorden en los procesos naturales, el principio de indeterminacién de Heisenberg, la cues- tidn del tiempo y particularmente el tiempo irreversible (cuyo reconocimiento ha desplazado al poderoso modelo clasico del universo como un reloj), la opinién de Karl Popper de las teorias cientificas en términos de «falsabili- dad» mas bien que la mera «verificabilidad», y los «paradigmas» y «revo- luciones cientificas» de Thomas Kuhn. Huelga decir que tales ideas pueden malinterpretarse y desvirtuarse facilmente por los criticos literatios y artis- tas. Incluso asi, el nuevo interés que muestran los criticos por las cuestio- nes tedrico-epistemolégicas proviene de un sentido real de que han tenido lugar importantes cambios en los modos como la ciencia se ve a si misma y en la legitimidad de sus procedimientos de inferencia. Y este interés se dernismo es el articulo de Hans Bertens, «The Postmodern Weltanschauung and Its Relation with Modernismus», en Approaching Posbnodernism, ed, Douwe W. Fokkema y Hans Ber- tens (Amsterdam y Filadelfia: John Benjamins, 1986), pp. 9-51. * Esto es, concepcién del mundo. 264 MATE CALINESCU intensifica por una creencia de que tales cambios en los paradigmas cienti- ficos no pueden dejar de tener analogias al nivel de la conciencia artistica. De modo significativo, esta creencia parece recibir reconocimiento o 4nimo cuando un fildsofo de la ciencia, tomando prestado la controvertida etiqueta cultural del postmodernismo, hablara de una «ciencia postmoderna» casi como algo que cae por su peso". Pero incluso una postura més cautelosa, como la adoptada por Ilya Prigogine ¢ Isabelle Stengers cuando elaboran su distincién entre una «ciencia moderna» y una «nueva ciencia», puede ser bastante relevante respecto al mas anaplio debate sobre tmodernismo. 1a. Por razones 3 pareci- das el azar era considerado negativamente, como un obstdculo a total control del hombre de las leyes naturales? i nie, era el resultado de nuestra ignorancia, como dedujo Laplace cuando formuld ja famosa ficcién de su omnisciente «demonio»; el azar era env dhtimotér-— 1 . Incluso en la biologia moderna, donde el reconocimiento del rol del azar habia hecho posible la teoria de la seleccién natural, una importante figura como Jacques Monod, por ejemplo, no pudo evitar deducir una conclusién filoséficamente pesi- mista de la existencia del azar. Monod sorprende con una observacién casi Pascaliana (como indican Prigogine y Stengers) cuando escribe: «El hom- bre sabe al menos que est solo en la inmensidad indiferente del universo a partir de la cual él surgié sdlo por azar» "'. GGientificosmodermossHistéricamente, el modelo determinista mecanico del universo y el enfoque negativo respecto al azar contribuyeron al «desencan- tamiento» cientifico moderno del universo. Pero ya es hora, creen Prigogine " Stephen Toulmin, «The Construal of Reality: Criticism in Modern and Postmodem Seien- ce», en The Politics of Interpretation, od. W. J.T. Mitchell (Chicago: University of Chicago Press, 1983), pp. 99-117. "’ Tlya Prigogine e Isabelle Stengers, Order our of Chaos: Man's New Dialogue with Natu- re, con un prologo de Alvin Toffler (Nueva York: Bantam Books, 1984). Para la citade Monod y los comentarios sobre su significacién, véanse pp. 3-4 y 84. y Stengers, de invertir es irreversibilidad y el azar. Es esta vision exces gogine y Stengers apare Ja historia y filosofia de k tar que las suposiciones te necesidad de ser disct dustividad o creatividad ha abierto asi nuevos ho: 4Cémo surge el orden de ciencia es capaz de tratar su libro, Prigogine y Ste1 las principales fuentes de el sentimiento de que hal transformaciones de lan garaser,.. Una nueva un te de orden. todos los nit surgir el orden del caos» La epistemologia cor las variaciones histéricas normalmente se toma ser tensiones de la teoria. De mente de una naturaleza los conceptos que marca zan raramente en epistetr tanto en la variedad tradi con su profunda autocon: que tiene 1a hermenéutic: general, el filésofo Rich: que se demuestra que las cional no tienen «fundan la epistemologia no tiene menéutica". Si aceptam este sentido se retrotrae ; del positivismo (recorde son interpretaciones») y hermenéutica le debe su: y directamente al influye ® Ibid., p. 292. ™ Véase Richard Rotty, Ph 1979), especialmente el capitu ios en los paradigmas cienti- ‘el de la conciencia artistica. ibir reconocimiento o énimo ado la controvertida etiqueta «ciencia postmodernay casi ) una postura mds cautelosa, e Stengers cuando elaboran a «nueva ciencia», puede ser te sobre el postmodernismo. ter out of Chaos, la ciencia fuera, mostré una tendencia ha sido sélo reconocida por mpo irreversible (la asi deno- acontra el tiempo irreversible -oducci6n de la irreversibili- nte al esfuerzo de la ciencia materia. Por razones pareci- no un obstaculo para el total zar no existia realmente, eta ajo Laplace cuando formuld o»; el azar era en tiltime tér- Linteligencia. De modo carac- ados». Incluso en la biologia azat habia hecho posible la ‘igura como Jacques Monod, lusién filoséficamente pesi- ide con una observacién casi 's) cuando escribe: «El hom- ad indiferente del universo a acer en su libro es demostrar ypiniones ampliamente nega- dy azar sostenidas por muchos Jo determinista mecanico del contribuyeron al «desencan- ‘o ya es hora, creen Prigogine sn in Modern and Posimodera Seien- 1 (Chicago: University of Chicago 10s; Man s New Dialogue with Nat- 3ooks, 1984), Para la cita de Monod y 84, CINCO CARAS DELA MODERNIDAD 265 y Stengers, de invertir esta situacién, La nueva ciencia revaloriza el rol de la irreversibilidad y el azar y promete un nuevo «reencantamiento» del mundo. 2s esta visién excesivamente optimista 0 exaltada? Sea como sea, Pri- gogine y Stengers aparecen para representar una tendencia mas amplia en la historia y filosofia de la ciencia de hoy dia, tendencia que consiste en acep- tar que las suposiciones basicas de las teorias cientificas estan en constan- te necesidad de ser discutidas, criticadas, y reevaluadas ala luz de su pro- dubtividad 0 creatividads (etelerceaunagsladniesAMIIIEMEREMDR capitulando el tema central de su libro, Prigogine y Stengers escriben en el capitulo concluyente: «Una de las principales fuentes de fascinacién en la ciencia moderna fue precisamente el sentimiento de que habia descubierto las leyes eternas en el micleo de las transformaciones de la naturaleza y habia exorcizado asi el tiempo y el Le- gara ser... Una nueva unidad esta surgiendo: la irreversibilidad es una fuen- te de orden a todos los niveles. La irreversibilidad es el mecanismo que hace surgir el orden del caos» ”. La epistemologia como tal, incluso cuando es totalmente consciente de las variaciones hist6ricas del conocimiento, tiende a trascender Ia historia: normalmente se toma seriamente las implicaciones transhist6ricas o las pre- tensiones de la teoria. De cualquier modo, sus cuestiones centrales son rara- mente de una naturaleza histérica directa. Esto puede que explique por qué los conceptos que marcan periodos (tales como postmodernismo) se utili- zan raramente en epistemologia, La,situacién es diferente en hermeneitica, tanto en la variedad tradicional como en la nueva hermenéutica filos6fica, con su profunda autoconciencia histérica. Reconociendo la gran relevancia que tiene la hermenéutica filos6fica para el pensamiento contemporaneo en general, el filésofoRichanddRoxtyiha llegado hasta argumentar que una vez que se demuestra que |. i i i aceptamos ono tal opinion, la nocién de hermenéutica en este sentido se retrotrae a la critica de Nietzsche tanto del idealismo como del positivismo (recordemos su famosa mAxima de que «todos los hechos son interpretaciones») y del historicismo radical de Heidegger. El término hermenéutica le debe su actual moda filos6fica indirectamente a Heidegger y directamente al influyente discipulo de Heidegger, Hans-Georg Gadamer. ® Tbid,, p. 292. a » ease Richard Rorty, Philosophy and the Mirror af Nature (Princeton University Press, 1979), especialmente el capitulo 7, «tom Epistemology to Hermencutics», pp. 315-356. i A 266 MATEICALINESCU Ni Heidegger ni Gadamer utilizan el término postmoderno, pero muchas de las discusiones filos6ficas actuales de la modetnidad hacen referencia a su pensamiento como una fuente y frecuentemente vuelven a Nietzsche, cuyo impacto sobre Heidegger es bien conocido. No es de extrafiar entonces que, enlos i a ilustrar esta postura, mencionaré brevemente al filésofo italiano Gianni is i ia, Filoséficamente, segimVattimopeltindelamodemidad™ lexidn tipicamente jue esta en directa @posiciéniconlap impositivo, universal, atemporal, agresivamente centrado-en-si-mismo, ieee ae aN ESRC STERIC, etc.) La oposicién pensamiento fuerte/pensamiento débil, lejos de ser sdlo ted- rica, tiene implicaciones axiolégicas, practicas, ¢ incluso directamente poli- ticas. En un reciente pasaje caracteristico (reeditado como prefacio a Al di Ja-del sogetto), Vattimo deja claro que una teoria moderna «fuerte» de larevo- Jucién (como por ejemplo La marxista) siempre implicara algun tipo de «tra- bajo violento de homogeneizacion y universalizacién»; subraya que, mas gene- ralmente, «la pretensi6n de tener una relacién con los valores que no esté regida por la memoria, nostalgia, suplica, es una pretensién demoniaca»*. Central para la conceptualizacién que Vattimo hace del pensamiento débil son las notas Heideggerianas de dndenken («recordar» o «volvera pensar») y Verwindung (diferente del mas frecuente Uberwindung o «superar» y traducible por pala- bras tales como «curaciém, «convalecencia», «resignacién», o «aceptaciém). Otro término claye es pietas, el signo bajo el que se organizara la ética del pensamiento débil. La expresién mas adecuada del pensamiento débil es la “ En este pais la opinién de que el postmodernismo se retrotrae a Heidegger es mante- nida por William V, Spanos y Richard Paimer. Véase en particular Martia Heidegger and the Question of Literature: Toward a Postmodern Literary Hermeneutics, ed. William V. Spanos (Bloomington: Indiana University Press, 1979). Bl ensayo de Richard Palmer que contribu- y6 a ese volumen, «The Postmodernity of Heidegger, pp. 71-92, puede considerarse como programatico de este enfoque para la cuestién del postmodernismo. "© Citoa partir de la traduccidn ingiesa del articulo de Vattimo «Bottle, Net, Truth, Revo- lution, Terrorism, Philosophy», Denver Quarterly 16, n.° 4 (invierno 1982): 26-27. Pata las declaraciones principales de Vattimo sobre el postmodernismo filosdfico, véase su Al di ld del sogetto: Nietzsche, Heidegger e l’ermeneutica (Milén: Feltrinelli, 1981), y La fine de la modernita: Nihilismo ed ermeneutica nella cultura postmoderna (Miléu: Garzanti, 1985). El debate sobre el «pensamiento débil» fue iniciado por Hd pensiero debole, ed, Gianni Vattimo y Pier Aldo Rovaiti (Milan: Garzanti, 1983). Para una discusién util del postmodernismo en Italia, véase Stefano Rosso, «Postmodern Italy: Notes on the “Crisis of Reason”, “Weak Thought”, y The Name of the Rose», en Exploring Postmodernism, ed. Matei Calinesou y D. W. Fokke- ma (Amsterdam and Philadelphia: John Benjamins, de préxima aparicién). «correcta» actitud he mer en Verdad y mét (elaborada de atenci: interpretacidn, respet que dice antes de cue propia «racionalidad De los muchos a postmodernidad, aqu ha sido responsable d cuando Jiitgen Habe ciudad de Francfort, llendetes Projekt», t dernity». En esta con de postmodernidad c Ja modernidad ha fra rian por lo tanto sup tracién», Habermas | fia emancipatoria, no Lo que debe rechazar ha sido revalorizada Benjamin es atin una rechazarse es la ideo Lo que realmente estructuralismo» fran nidad y de sus valor do que Michel Foucé al grupo de pensador Jungkonservativen (j descendencia comun fo moderno mas ant ‘6 Jairgen Habermas, (invierno 1981): 14. " Ibid, p. 13. © Véase Jiirgen Habe nity, ed, Richard Bernsteit mas explica que al comp Repiiblica de Weimar (An subrayar «que todos etlos nidad y una renovacidn a menudo a tiempos area el contexto aleman ilustes turas politicas contrarias, «The French Path to Post New German Critique 3° ostmoderna, pero muchas rnidad hacen referencia a vuelvena Nietzsche, cuyo de extrafiar entonces que, a Heidegger como el «pri- iencionaré brevemente al de sus comentarios sobre 2 sobre el «fin de la moder- , el fin de la modernidad isamiento débily, un modo 1directa oposicién con la iento que es dominante, e centrado-en-si-mismo, adiga, etc.) débil, lejos de ser sdlo ted- neluso directamente poli- ido como prefacio a Af di oderna «fuerte» de la revo- plicard algun tipo de «tra- t™»; Subraya que, mas gene- s valores que no estéregida 6n demoniaca» *. Central amiento débil son las notas rapensar») y Verwindung rar» y traducible por pala- gnaciém», o «aceptaciom»). se organizara la ética del el pensamiento débil es la ‘etrotrae a Heidegger es mante- cular Martin Heidegger and the eneutics, ed. William V. Spanos ¢ Richard Palmer que contribu- 1-92, puede considerarse como tnismo. itimo «Bottle, Net, Truth, Revo- invierno 1982); 26-27. Para las mo filos6fico, véase su Al di la eltrinelli, 1981), y La fine de la zyna (Milan: Garzanti, 1985). El iero debole, ed. Gianni Vattimo in Util del postmodernismo en isis of Reason”, “Weak Thought”, Matei Calinescu y D. W. Fokke- ima aparicién). CINCO CARAS DELA MODERNIDAD = 267 «correcta» actitud hermenéutica en la que el intérprete, como sugiere Gada- mer en Ferdad y método, practica, por asi decirlo, una debilidad metédica (elaborada de atencién y obediencia a las exigencias internas del objeto de interpretacién, respeto por su esencial fragilidad, voluntad de escuchar a lo que dice antes de cuestionarlo, y renovados esfuerzos para no imponerle la propia «racionalidad» de uno o las convicciones). De los muchos aspectos de la discusién filoséfica de la modernidad y postmodernidad, aqui me centraré sélo en uno. Lo he seleccionado porque ha sido responsable de una interesante polémica actual que comenzé en 1980 cuando Jurgen Habermas, al serle concedido el premio T. W. Adorno de la ciudad de Francfort, dio una conferencia sobre «Die Moderne: Ein ut llendetes Projekt», traducida al inglés como « i 10- Ee eT odetridad o el «proyecto de la Ilus- 2 tracién», Habermas argumenta desde el punto de vista de su propia filoso- fia emancipatoria, no es un proyecto fracasado, sino que Lo que deberechazarse no es la modernidad, cuya herencia critica tal y como ha sido revalorizada por la Escuela de Francfort de Adorno, Horkheimer o Benjamin es atin una fuente de «emulacién para el intelectuab)"*; lo que debe rechazarse es la ideologia (neo)conservadora de la postmodernidad. Lo que realmente origin la polémica fue el ataque de Habermas del «post- estructuralismo» francés, definido como un rechazo conservador de la moder- nidad y de sus valores centrales de ragionalidad y universalidad. Sugirien- do que Michel Foucault y Jacques Derrida son profundamente semejantes al grupo de pensadores conocido durante la Republica de Weimar como los Jungkonservativen (jovenes conservadores) ’, Habermas quiso subrayar su descendencia comin no sdlo de Heidegger sino en ultimo lugar del fildso- fo moderno mas antimoderno, Friedrich Nietzsche *. Aunque no mencio- Jiirgen Habermas, «Modernity versus Postmodernityn, New German Critique 22 (invierno 1981); 14. ” Thid.p mas explica que al compatar a Foucault y y Derrida con los ajovenes ‘comservadores de la Repiiblica de Weimar (Arnold Gehelen, Martin Heidegger, Carl Schmitt y Ernst Jiinger), quiso subrayar «que todos ellos toman de Nietzsche el gesto radical de una ruptura con la moder- nidad y una renovacién revolucionaria de las energias pre-modernas, retrotrayéndose muy a menudo a tiempos arcaicos. Como cualquier comparacién, tiene sus debilidades, pero en el contexto aleman ilustra efectivamente las afinidades intelectuales que, a pesar de las pos- turas politicas contrarias, se derivan'tfe la autoridad de Nietzsche» (p, 229), En otro ensayo, «The French Path to Postmodernity: Bataille between Eroticism and General Economics», New German Critique 33 (otofio 1984): 79-102, sciiala de nuevo a Nietzsche como el ori- 268 MATEI CALINESCU nado en la conferencia del Premio Adorno, un tercer francés, Joa EPANGOID e quizds el principal objetivo de la critica de Habermas. Tanto implicita como explicitamente, iti -ntata at snide mecca Deon exp! cita, al mismo tiempo que utilizaba el enfoque de Habe: Tespecto al cono- cimiento en términos de legitimacién, Lyotard habia rechazado sumariamente su nocién de Diskurs o consenso tacional, proponiendo de un modo bas- tante fatuo que una vez que la modernidad se desintegra, isentimiento — disenti- miento como un principio-guia o disentimiento por el mero hecho de disen- timiento—. Pero el desafio implicito que Lyotard hace de la doctrina de la modernidad de Habermas habia sido el mas importante. Se necesité la forma de un argumento sobre la falta de credibilidad de las concepciones univet- salistas, o los grandes cuentos de hadas ideologicos, de los que en iiltimo término se habia derivado el proyecto mismo. En esencia, Lyotard explica en la La condicién postmoderna y, mas recientemente, en Le Postmoderne expligué aux enfants (1986), que existen dos tipos de «grandes relatos» (grand récits) 0 «metanarrativas» (métarécrits) que han servido para legitimizar el conocimiento en el pasado o, dicho de otro modo, para dar una respuesta convincente a la cuestion: ¢,Para qué sirve en ultimo término el conocimiento? El primer tipo es mitico (tradicional) y el segundo proyectivo (moderno). En las culturas tradicionales, como muestra la antropologia religiosa, el cono- cimiento esta legitimado haciendo referencia a los origenes, al tiempo pri- mordial cuando las cosas adquirieron existencia. A diferencia de los mitos, las metanarrativas caracteristicas de la modernidad legitiman el conocimiento en términos no del pasado sino del futuro”. Lo que tienen en comin las diversas metanarrativas de la modernidad. de Lyotard es la nocién de una finalidad universal. A pesar de su diferen- cia, los proyectos modernos estén todos sentados como premisas sobre una visidn finalista de la historia universal, y en este sentido el Cristianismo (como gen de un cierto discurso sobre la modernidad, discurso iniciado en Francia por George Batai- Ile. Su comin descendencia de Nietzsche puede que explique los sorprendentes vinculos exis- tentes entre dos pensadores que de otro modo serian extremadamente diferentes como son. por ejemplo Bataille y Heidegger. Ambos, escribe Habermas, «intentan liberarse de la pri- sin de la modernidad, que surge de un racionalismo occidental que ha salido victorioso a escala de la historia mundial. Ambos quieren superar el subjetivismo ...'Tanto estén de acuer- do ambos pensadores sobre este proyecto que lo que Foucault dice sobre la idea de tans- gresion de Bataille podria también decirse del posterior concepto de trascendencia de Hei- degger, cto.» (pp. 80-81). Jean-Francois Lyotard, The Postmodern Condition: A Report on Knowledge, trad. de Geoff Bennington y Brian Massumi (Minneapolis: University of Minnesota Press, 1984); ori- ginalmente publicado como La Condition postmoderne (Paris: Minuit, 1979). ® Tbid., pp. 18-37. Véase también Jean-Frangois Lyotard, Le Postmoderne expliqué aux enfants (Paris: Galilée, 1986), pp. 37-42 y 45-64. relato de la redencién 1 es constitutivamente pacién» de la modernic paradigma cristiano: la del conocimiento, medi vada ignorancia; el esp mente o «Geist» de la 2 xista de la emancipaci revolucionaria del pro de la humanidad de la intervencién de la «ma universal a partir de inn tales metanarrativas (id universalidad ha sido d yo denominaria version desintegrando ante nue toires» heterogéneas y déjica y paralégica. Bi puede ser mas que una Los entresijos y de nos interesan aqui, Susy licidamente resumido: cipulo de John Dewey. rencia a la disputa Habe nas de las corrientes neo-marxismo, «post el concepto de postmo menos la tiltima décad EL SILENCIO DE LA El término postmo dente en la discusién de » Lyotard, Le Postmode » Richard Rorty, «Habe nity (véase nota 18), pp. 16 introducci6n de Peter Dew a views (Londres: Verso, 198 sentante dol post-estructural marxista alemén de la dispu halla en el articulo de Albre nism, Precis international cer francés, Jean-Frangois tica de Habermas. lition postmoderne (1979) tbermas". De forma expli- labermas respecto al cono- arechazado sumariamente oniendo de un modo bas- sintegra, el valor cardinal n disentimiento — disenti- or el mero hecho de disen- {hace de la doctrina de la ‘tante. Se necesité la forma : las concepciones univer- icos, de los que en ultimo 1 esencia, Lyotard explica nente, en Le Postmoderne le «grandes relatos» (grand servido para legitimizar el lo, para dar una respuesta > término el conocimiento? do proyectivo (moderno). apologia religiosa, el cono- os origenes, al tiempo pri- A diferencia de los mitos, [Jegitiman el conocimiento rrativas de la modernidad sal. A pesar de su diferen- como premisas sobre una. itido el Cristianismo (como ido en Francia por George Batai- Jos sorprendentes vinculos exis- nadamente diferentes como son as, «intentan liberarse de la pri- lental que ha salido victorioso a ‘tivismo ... Tanto estan de acuer- ault dice sobre la idea de trans- acepto de trascendencia de Hei- { Report on Knowledge, trad. de y of Minnesota Press, 1984); ori- tis: Minuit, 1979). od Le Postmoderne expliqué aux CINCO CARAS DELA MODERNIDAD 269 relato de la redencién final de la humanidad del pecado original adamico) es constitutivamente moderno, Todos los importantes «relatos de emanci- pacién» de la modernidad son esencialmente variaciones secularizadas del paradigma cristiano: la metanarrativa del progreso de la Ilustracién a través del conocimiento, mediante Ja cual la humanidad ser4 emancipada de la mal- vada ignorancia; el especulativo relato hegeliano de la emancipacion de la mente o «Geist» de la autoalicnacién a través de la dialéctica; el relato mar- xista de la emancipacién del hombre de la explotacién a través de 1a lucha revolucionaria del proletariado, y ef relato capitalista de la emancipacién de la humanidad de la pobreza a través del mercado, esto es, a través de la intervencién de la «mano invisible» de Adam Smith, que crea una armonia universal a partir de innumerables y conflictivos intereses personales”. Pero jue yo denominaria versiones de una «teodicea epistemoldgica» moderna se estan desintegrando ante nuestros ojos y dan lugar a una multitud de «petites his- toires» heterogéneas y locales, a menudo de una naturaleza altamente para- déjica y paralégica. Bajo tales circunstancias el Diskurs de Habermas no puede ser mas que una persistente ilusién. Los entresijos y detalles de la polémica entre Habermas y Lyotard no nos interesan aqui. : - El objetivo de mi breve refe- renciaa ladisputa Habermas/Lyotard/Rorty ha sido simplemente indicar algu- nas de las corrientes del pensamignto contempordneo (hermenetitica, neo-marxismo, «post-estructuralismo» francés, etc.) en el que ha figurado el concepto de postmodernismo, positiva o negativamente, durante mds 0 menos la tiltima década, EL SILENCIO DE LA VANGUARDIA. El término postmodernismo ha disfrutado de una popularidad mas evi- dente en la discusién de la vanguardia en el arte contemporaneo. % Lyotard, Le Postmoderne, p. 47. ® Richard Rorty, «Habermas and Lyotard on Postmodernity», en Habermas on Moder- nity (véase nota 18), pp. 161-176. Para una perspectiva Habermasiana del debate, véase la introduccién de Peter Dow a su edicidn de Jurgen Habermas, Aulonomy.and Solidarity: Inter- views (Londres: Verso, 1986), pp. 1-35. Lyotard es considerado aqui como un tipico repre- sentante del post-estructuralistno francés bajo la influencia de Nietzsche, Otro informe neo- marxista alemén de la disputa HaborIas-Lyotard sobre la modernidad y postmodernidad se halla en el articulo de Albrecht Wellmer, «On the Dialectic of Modernism and Postmoder- nisnp», Praxis International 4 (enero 1985); 337-361). 270 MATEITCALINESCU lo nuevo, un valor relativo, no absoluto, no puede valer un precio tan excesivo y exorbitante. Aba: do las estrecheces de la vanguardia y optando por 2 Umberto Eco ejemplifica esta comprensién del postmodernismo como una reaccién al «silencio» en ultimo término o inevitable esterilidad de la vanguardia. Aunque incluso rechace una definicién simplemente cronolé- gica del postmodernismo (para él, el término es mas bien «una categoria ideal —o, aun mejor, Kunstwollen, un modo de operar—»), Eco subraya apro- piadamente el vinculo histérico existente entre el agotamiento de la vanguardi: furiosamente antitradicional y el surgimiento de la buena vatuntad posts . En su informe de como compuso su miste- rio medieval y extrafio best-seller El nombre de la rosa —informe que puede considerarse como una re-escritura postmoderna irénica de «The Philosophy of Composition», la famosa explicacién légica paso-a-paso que hace Edgar Allan Poe de cémo concibié su poema romantico «El cuervon— ddmbetto., Lavanguardia histérica... intenta ajustarle las cuentas al pasado. «Abajo la luz de luna» —un eslogan futurista—es una plataforma tipica de toda vanguardia; sélo hay que sustituir «luz de luna» por cualquier nombre que sea adecuado. La van- guardia destruye, desfigura el pasado: Las sefioritas de Avignon es uo act de vanguardia. Luego entonces En arquitectura y las artes visuales, sera el panel icio come estela, puro lelep{pedo, arte minimal ‘en este sen- ol * La cuestién de las dos estrategias de lo nuevo —innovacién y renovacién— as el tema central de los ensayos incluidos en /nnovation/Renovation: New Perspectives in the Huma- nities, ed, Thab and Sally Hassan (Madison: University of Wisconsin Press, 1983). Véase espe- cialmente Ihab Hassan, «ideas of Cultural Change», pp. 15-46. Para un redescubrimiento del pasado desde una perspectiva que he denominado «pluralismo dialogico, véase mi articulo «From the One to the Many: Pluratism in Today's Thought», pp. 263-288. tido, cl Cage de le que la vanguardia ( consiste en recone que su destrucci6n inocentemente *, Eco es consciente q tado todas sus posibilid por tales tedricos del p Literature of Exhaustio Eco hace del problema modernista del pasado falta de inocencia debe parddica y autoparddic: Pero existe un seniti de inocencia del postmo con el lado mas oscuro, en las politicas genocida las monstruosas consec tica) o del tribalismo ci pueden y no deben igno petta considera como | Milan Kundera y Pier Pz sos modos al desastre ¢ reté, en el que se propor moderna, en contraste Scarpetta observa que de «la muerte del arte» mado (simbélicamente’ maturgico de la vangua vidad de los postmod cambiado «post-apocal esta muerte [del arte], « —crear incluso desde ¢ noci6n de una cultura r absurdo”, que signific apocaliptica)—. Toda i pletamente anacrénicay * Umberto eo, Posteri ver (Nueva York: Harcourt B * “Véase John Barth, 7h (Northridge, Calif: Lord Jot ® Guy Scarpetta, L'Tmpr

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