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VICENTE MERLO ‘Nueva Era ane ate ieee is BPlOCMME Rss ULC CHCCC Cem Al fin, un andlisis serio e inteligente del fenémeno de la Nueva Era. Probablemente, la obra mas completa y ambiciosa sobre el tema producida por un autor en lengua cas- tellana. Un estudio destinado a convertirse en el libro de referencia obligatorio sobre el universo de la Nueva Era. Con exquisita soltura, Vicente Merlo nos adentra primero en su propia trayectoria espiritual por los distintos senderos de la Nueva Era. De esta forma amena y sincera nos introduce en una exposicién muy rigu- rosa, abundantemente ilustrada, del grueso de los autores, movimientos y doctrinas que conforman la llamada new age. La obra se articula en torno a lo que el autor denomina las tres dimensiones constitutivas de la Nueva Era: la dimensién oriental, la dimensién psico-terapéutica y la dimensién esotérica. Si en sus obras anteriores, Vicente Merlo se habfa centrado en las tradiciones orienta- les, especialmente las fndicas, aqui el nticleo del trabajo (y de la Nueva Era) resulta ser el amplio campo del esoterismo. Rastreando sus raices en el esoterismo occidental tradicional, el grueso de la obra lo constitu- ye la exposicién de un buen ntimero de presentaciones contempora- neas, desde la teosofia de Blavatsky, la antroposofia de Steiner o la obra de Bailey, hasta las mds recientes “canalizaciones” influyentes en este Ambito, como las atribuidas a Seth, Ramtha o Kryon. Cabe destacar el extraordinario capitulo final, en el cual se pasa revista a las distintas criticas formuladas contra la Nueva Era, mere- ciendo una mencién especial la réplica —meticulosa y polémica-, a las criticas vertidas desde el catolicismo oficial. Vicente Merlo es doctor en filosofia y autor de una decena de libros, entre los que podemos destacar, Las ensefianzas de Sri Aurobindo (Kai- 6s, 1998), Simbolismo en el arte hindi (Biblioteca Nueva, 1999), La autoluminosidad del Gtman (Biblioteca Nueva, 2001) y La fascinacién de Oriente (Kairés, 2002). ISBN: 978-84-7245-642-6 Ensayo 9 "788472"456. | Vicente Merlo LA LLAMADA (DE LA) NUEVA ERA Hacia una espiritualidad mistico-esotérica editorial PK airds Numancia, 117-121 08029 Barcelona www.editorialkairos.com © de la edicién en castellano: 2007 by Editorial Kairés, S.A. Primera edicién: Marzo 2007 LS.B.N.: 978-84-7245-642-6 Depésito legal: B-9.816/2007 Fotocomposicién: Beluga y Mleka, s.c.p. Cércega 267. 08008 Barcelona Impresién y encuadernacién: Romanya-Valls. Verdaguer, 1. 08786 Capellades. Todos los derechos reservados. No esté permitida la reproduccién total ni parcial de este libro, ni la recopilacién en un sistema informatico, ni la transmisién por medios electrnicos, mecénicos, por fotocopias, por registro por otros métodos, salvo de breves extractos a efectos de resefia, sin la autorizacién previa y por escrito del editor o el propietario del copyright. Quiero dedicar esta obra, con todo mi agradecimiento, a aquellos tres seres humanos cuyas ensefianzas y cuya presencia fisica y espiritual impactaron mi alma en mi juventud y me mostraron el camino hacia la Luz: Antonio Blay, Vicente Beltran y Jean Klein. Quiero expresar mi agradecimiento a Jaume de Marcos, Jorge Ferrer, Juan Guijarro, Pawel Odyniec, Agustin Pdniker y Maria José Portal por su lectura del manuscrito original y por las observaciones y sugerencias realizadas sobre él. A Agustin Paniker también por su confianza como editor. Y a Maria José Portal, por su paciencia, su comprensién y su amor. SUMARIO Prefacio 6.0... . eee ccc eee eee eee Prélogo: Fragmentos de una memoria viva 1. Introduccién: Nuevos movimientos religiosos ..... 59 Cuestiones conceptuales e intentos de clasificacién ..59 2. La obsesién por la ortodoxia o en las antipodas de la Nueva Era: fundamentalismos, integrismos, tradicionalismos .......... 6.0.0 cece cere eee eee 67 2.1. Fundamentalistas y evangélicos en el protestantismo norteamericano ............+-. 69 2.2. El integrismo tradicionalista en el seno del catolicismo. Comunién y Liberaci6n ....... 72 2.3. Ala sombra del Cor4n: el fundamentalismo islmico. Los Hermanos Musulmanes 2.4. Ultraortodoxia en el judaismo fundamentalista: Gush Emunim, Lubavich 2.5. Rasgos principales del fundamentalismo 3. La Nueva Era: primera aproximacién ........... 89 3.1. Algunas dificultades en el estudio dela Nueva Era... 6... cece cece eee eee 3.2, Sus raices en el esoterismo tradicional . 3.3. Algunos pioneros indirectamente relacionados. . 99 3.4. El nticleo esotérico de la Nueva Era .........- 101 3.5. Las canalizaciones como “Nuevas Revelaciones” 0.6.0.0... 0-00 eee ee 3.6. Nuevas ciencias y nuevo paradigma Sumario 4. La dimensi6n oriental de la Nueva Era .........- 107 4,1. Introduccién 4.2. La irrupcién del budismo en Occidente 4.2.1. La presencia de las distintas corrientes budistas en Occidente ...............4- 112 4.2.2. La gnosis budista: el recelo del pensamiento y la palabra y la importancia de la practica meditativa .119 43. La tradicin hindé: actualizacién del yoga y el Vedanta ... 4.3.1. Los Hare Krishna, ISCKON . . 43.2. Swami Muktananda y la tradicién siddha .127 43.3. Maharishi Mahesh Yogi y la Meditacién Trascendental . 43.4. Bhagwan Shree Rajneesh (Osho): terapia y meditaci6n ..............00-- 132 43.5. El papel de la mujer como maestra espiritual ..............- 137 44. Del hinduismo clasico de Shankara al neohinduismo de Sri Aurobindo: el anuncio profético de una Nueva Era supramental . 44.1. El no-dualismo acosmista sl ankariano -.. 447 44.2. El Yoga vedantico integral de Sri Aurobindo y el neohinduismo contemporéneo .... ve 152 4.5. La herencia oriental en la Nueva Era been ees 177 5. La dimensién psico-terapéutica dela Nueva Era .. 5.1. Tres precursores: y R. Assagioli 5.2. Esalen, la psicologia humanista y el movimiento del potencial humano: el espectro de terapias alternativas ........... 181 179 179 Sumario 5.3. La psicologia transpersonal: Grof y Wilber ....185 5.3.1. S. Grof: respiracién holotrépica, matrices perinatales y experiencias transpersonales .......... 187 5.3.2. Ken Wilber: filosofia perenne en clave psicolégica. Estadios del desarrollo colectivo e individual ................ 193 5.4. El “ala prosperidad y abundancia” de la Nueva Era en Estados Unidos .............. 204 5.5. La terapia de vidas anteriores: una psicologia y terapia a medida de la NuevaEra .......... 208 6. La dimensi6n esotérica de la Nueva Era ......... 209 6.1. Elementos del hermetismo occidental: breve recorrido hist6rico ........ 0.50. e eee 211 6.2. Intento de delimitacién del campo del esoterismo occidental .............-.066 219 6.3. La Era de Acuario y la astro-historia ......... 225 6.4. Las nuevas revelaciones y la nocién de “canalizaciOn” ........ 0. e cece cee eee ees 6.4.1.J. Roberts/Seth .......... 6.4.2. J.Z. Knight/Ramtha 6.4.3. Virginia Essene ..... 6.4.4. Lee Carroll/Kryon 6.4.5. Jean-Claude Genel 6.5. ,Diseminacion sincretista 0 sintesis unificadora? La necesidad de interpretar ................. 251 6.6. La obra pionera y polémica de la teosofia moderna de Blavatsky «258 6.7. La presencia “Yo soy”, el maestro Saint Germain y la llama violeta. Hacia la ascensi6n individual y planetaria 2.2.2... eee eee eee eee 270 6.8. La clave septenaria en la interpretacién esotérica de la Nueva Era: de A. Bailey a V. Beltran ..... 281 Sumario 6.9. El papel central del Cristo en la Nueva Era... .294 6.9.1. Rudolf Steiner ... os : 6.9.2. La vida de Jestis, el Cristo como simbolo de la vida inicidtica en la obra de Alice A. Bailey ........... 317 6.10. Devas,4ngeles, espiritus de la naturaleza: complemento de lo humano y una puerta hacia la experiencia de lo sagrado ............-0-5 350 7. De la Convergencia Arménica (1987) al fin del Gran Ciclo (2012): De la Fraternidad planetaria ala Fraternidad galactica .................00085 363 7.1. El factor maya: J. Argiielles yC.J.Calleman ...364 7.2. Ensefianzas canalizadas de los Pleyadianos ....373 7.3. Drunvalo Melchizédech y la flor de vida ...... 385 8. OMnia: Pastor/Gualdi. Palabras de despedida_ .. . 395 9. Andlisis de algunas criticas a la espiritualidad Nueva Era... 1... eee eee eee eens 9.1. Desde el racionalismo ilustrado 9.2. Desde el protestantismo evangélico .... : 9.3, Desde el esoterismo tradicionalista- -perennialista 409 9.4. Desde el catolicismo vaticanista ............. 418 Epilogo Bibliografia indice onomastico .. PREFACIO El titulo La llamada (de la) Nueva Era quiere indicar dos co- sas. En primer lugar, se trata de una exposicién amplia de al- gunas de las principales corrientes de ese “movimiento”, de- nominado “Nueva Era”, en torno al cual ha habido y sigue habiendo tanta confusién y tanta descalificacién répida y no siempre fundamentada ni justificada. Hay, pues, una presenta- cién de la llamada Nueva Era. Ahora bien, en segundo lugar, he decidido mostrar mi compromiso con algunas de las mani- festaciones de la new age, compromiso tedrico y practico, in- telectual y existencial, como se pondrd de manifiesto en las paginas del prélogo, dedicadas a repasar algunas de las princi- pales influencias que he recibido en el campo de la espirituali- dad mistico-esotérica, tal como me gusta denominar la natura- leza de la Nueva Era. Soy consciente de que tanto el término Nueva Era como el de esoterismo han sufrido un desgaste tal que resulta poco recomendable su uso, mucho menos si uno muestra una cierta identificacién —por critica que sea— con ellos. No obstante, me siento en deuda con muchos de los que han utilizado tal terminologfa y -aunque actualmente me cues- ta identificarme con cualquiera de estos términos— me parece justo saldar esta deuda y ser fiel a esa terminologia de la que tanto he bebido. De ahi que el titulo refleje también, mediante el paréntesis, hasta qué punto me he sentido Iamado por la “fi- losofia” de la Nueva Era, he escuchado la “llamada” de la Nueva Era. Por ello, el prélogo, por fragmentario que sea, creo que resulta esencial para comprender el resto. Ademés del prélogo, el libro consta de nueve capitulos y un epilogo, de extensién e importancia desigual para el tema que tratamos de desarrollar. Asi, los tres primeros capitulos 13 La llamada (de la) Nueva Era pueden considerarse preparatorios e introductorios. En el pri- mero se trata de enmarcar el movimiento Nueva Era en el gru- po mas amplio de los lamados nuevos movimientos religio- sos, mostrando la riqueza que dicho término abarca, término que prefiero sustituir por el de Nuevos Movimientos Espiri- tuales. El capitulo segundo, antes de entrar propiamente en la Nueva Era, atiende brevemente al fendémeno del resurgir de los fundamentalismos e integrismos religiosos que se produce al mismo tiempo que el despertar de la Nueva Era, esto es, fun- damentalmente en el tiltimo cuarto del siglo xx, si bien puede considerarse que estamos en las antipodas del espiritu de la Nueva Era. Tanto en el judaismo, como en el cristianismo (protestante y catélico) y el islam asistimos a una “revancha de Dios” después de los anuncios de su muerte, intentando no ya la modernizaci6n de estas tres tradiciones, sino la rejudaiza- ci6n, recristianizacién y reislamizacién de la Modernidad. Dado que en otra ocasién me he ocupado del equivalente hin- du, no lo hemos incluido aqui, pero sabemos que tanto en la India como en Japén se ha Ilevado a cabo un notable recrude- cimiento de posturas tradicionalistas, fundamentalistas, de manera simultanea al avance de movimientos més préximos a una comprensi6n postmoderna. El capitulo tres constituye una primera aproximaci6n al fenémeno de la Nueva Era, plantean- do las dificultades que nos encontramos al abordarlo, insi- nuando la necesidad de ponerlo en relaci6n con sus raices en el esoterismo tradicional y esbozando quiénes son sus pioneros y cudles sus corrientes fundamentales. A partir de ah{ comienza lo que he denominado las tres di- mensiones constitutivas de la Nueva Era: la dimensién orien- tal (capitulo 4), la dimensién psico-terapéutica (capitulo 5) y Ja dimensién esotérica (capitulo 6). Puesto que de Oriente y especialmente de la India he hablado en obras anteriores, aqui no se trata mds que de insinuar la influencia de algunas doctri- nas y prdcticas orientales en la formacién y desarrollo de la Nueva Era, sobre todo de aquellas corrientes hindties y budis- 14 Prefacio tas que pueden considerarse mds pr6ximas al espiritu de la Nueva Era o que han influido, siquiera de manera indirecta, en ella. Asi, Goenka, Taisen Deshimaru, Thich Nhat Hanh o las distintas escuelas del budismo tibetano, por parte del budismo; o los Hare Krishna, Swami Muktananda, Maharishi Mahesh Yogi, Osho o diversas maestras espirituales como Amma o Mother Meera. Pero, una vez ms, el desarrollo mas significa- tivo lo ocupa el veddnta y Yoga integrales de Sri Aurobindo, autor que, ademas de constituir una de mis influencias mayo- res, puede ser considerado uno de los pioneros decisivos en la gestacién de un pensamiento como el que encontramos en la Nueva Era. En el capitulo 5, una vez mostrada la herencia oriental de la Nueva Era, pasamos revista a su dimensidn psico-terapéutica, distinguiendo entre sus precursores (W. James, C.G. Jung, R. Assagioli), el amplio espectro de terapias alternativas que sur- ge en este contexto, que comparten una vision holistica del ser humano y de la enfermedad, y dos de las corrientes mas cerca- nas a la Nueva Era, como son la psicologia transpersonal y la terapia de vidas anteriores. Esta ultima la tratamos en otra obra, de ahi que nos limitemos a evocarla y remitir a ese otro lugar. En cuanto a la psicologia transpersonal, nos hemos ate- nido a esbozar algunas de las ideas mds fecundas de Stanislav Grof y de Ken Wilber, dos de sus maximos representantes, aunque su actitud no se halle exenta de criticas a ciertos as- pectos del movimiento analizado. El capitulo 6, como ira intuyendo el lector a medida que avance en la obra, constituye el nticleo del libro. Efectivamen- te, desde nuestra interpretacién, sin quitar importancia a las dos dimensiones anteriores, cruciales en la gestacién de la Nueva Era, el verdadero corazén que hace latir la Nueva Era y otorga su sentido més profundo es su dimensién esotérica. De ahi que el capitulo ocupe por si solo mds de una tercera parte de toda la obra. Comenzamos recorriendo algunos de los hitos del esote- rismo occidental tradicional, bajo la denominacién de herme- 15 La llamada (de la) Nueva Era tismo, sin ignorar que tanto el gnosticismo como el neoplato- nismo constituyen partes esenciales de ese complejo proceso hist6rico. Tras el recorrido hist6rico, exponemos —de la mano en ambas ocasiones de A. Faivre— algunas de las caracteristi- cas esenciales del esoterismo occidental clasico, para pasar a continuacién al esoterismo contempordneo que puede ser con- siderado —con W. Hanegraaff-— un esoterismo secularizado. En éste, después de abordar la cuestién de la Era de Acuario y la astrohistoria, asf como el tema estrella de la Nueva Era, que seria el fenémeno de las “canalizaciones” en tanto revelacio- nes espirituales procedentes de fuentes no-fisicas (Seth, Ramt- ha, Kryon y otros), nos centramos en la corriente que podemos llamar teoséfica en un sentido amplio, incluyendo no sdlo la obra pionera de la teosofia de Blavatsky, sino también la antro- posofia de R. Steiner (si bien termina mds cerca de una con- cepcién rosacruz que teoséfica) y la presentacién que prefiero llamar posteoséfica de A. Bailey, V. Beltran, D. Spangler y otros. Tres temas han sido seleccionados para representar este enfoque: el papel central que desempeiia el Cristo en la Nueva Era (deteniéndonos especialmente en la cristologia antropos6- fica de Steiner); la cuestién de los devas o angeles y su colabo- racién con la evolucién humana (privilegiando aqui la obra de V. Beltran), y de manera especial lo que denominamos la clave septenaria, sobre todo a través de la obra de A. Bailey. El capitulo 7 atiende al desarrollo mas reciente de algunas manifestaciones de la Nueva Era, muy especialmente la reac- tualizacin de la sabiduria maya llevada a cabo por J. Argiie- Iles, con una interpretaci6n esotérica del Tzolkin (calendario maya) y de la procedencia de los mayas (maestros galacticos del tiempo), asi como las ensefianzas presuntamente proce- dentes de canalizaciones cuya fuente no seria sino algtin miembro avanzado de una civilizacién perteneciente a las Plé- yades (a través de B. Marciniak y B. Hand Clow), Sirio 0 Arc- turus. Todo ello queda enmarcado en un ciclo que comenzaria con la Convergencia Arménica de 1987 y terminaria en el 16 Prefacio 2012, fechas que han ido pasando a un primer plano en muy distintos mensajes y ensefianzas (Argiielles, Marciniak, Kryon, Sri Kalki Bhagavan, V. Essene, Maestros Ascendidos, etc.). Por cierto, también los Maestros Ascendidos, relacionados con el movimiento Yo Soy, Saint Germain y la llama violeta, son es- bozados como peculiar divulgacién estadounidense de las en- sefianzas teosdficas que han ocupado y ocupan un espacio des- tacado en ciertos campos de la Nueva Era. Un tiltimo autor queremos destacar de los incluidos en este capitulo por com- partir la atencién prestada a la cuestién de la Ascensién —indi- vidual y planetaria—, tan central, junto a la posible mutacién del ADN, en miltiples ensefianzas de las tiltimas décadas; se trata de Drunvalo Melchizédek. El capitulo 8, muy breve, constituye una especie de despe- dida del grueso del trabajo a través de unas palabras proceden- tes del “canal” esotérico y Nueva Era que més cerca de mi co- raz6n ha estado y que presentamos bajo la denominacién de OMnia. El capitulo 9 entra en didlogo con algunas de las criticas diri- gidas contra la Nueva Era. He seleccionado cuatro frentes oposi- tores: el racionalismo ilustrado (tomando como ejemplo el andli- sis de M. Lacroix), el protestantismo evangélico (de Peretti a Groothuis), el esoterismo tradicionista encabezado por R. Gué- non, y, finalmente, al que dedicamos una mayor atencién, en- trando en un didlogo mas detenido que sin duda exige ser conti- nuado, el catolicismo vaticanista. Un breve epilogo nos ayudaré a recapitular el recorrido rea- lizado y a matizar algunas cuestiones, asi como a clarificar el sentido de esta obra. 17 f PROLOGO: FRAGMENTOS DE UNA MEMORIA VIVA No es mi propésito escribir una autobiografia. Tampoco expo- ner en detalle las ensefianzas de aquellos que mds han influido en la formacién de mi filosoffa de la vida y mi camino huma- no. Se trata, mds bien, de una serie de “reconocimientos” y de “agradecimientos” en memoria de aquellas personas y aque- llas ensefianzas que me han marcado en mi btisqueda de lo esencial. Son, pues, fragmentos, tanto en el tiempo como en lo que respecta a las dimensiones de mi experiencia tenidas en cuenta aqui. Ni los comienzos de mi vida ni los tiltimos quin- ce afios, aproximadamente, estan incluidos. Eso hard que en los capitulos siguientes se recojan autores e ideas ausentes en el prdlogo, en algunos casos porque su aparicién es reciente, en otros porque lo ha sido mi descubrimiento. La narracién de este prdlogo cobra sentido, pues, como cla- rificacién de los capitulos que constituyen este libro: La llama- da (de la) Nueva Era: hacia una espiritualidad mistico-esotéri- ca. Dejo fuera, por tanto, aquellas influencias mAs estrictamente filos6fico-occidentales que, sin embargo, tienen que contarse entre mis formadores y maestros del pensar. Al igual que haré mis tarde, conviene distinguir entre las ensefianzas aprendidas a través de libros y las ensefianzas transmitidas por un profesor, un instructor o un maestro. En el primer caso tendria que decir: Platén, Descartes, Kant, Hegel, Husserl, Heidegger, Zubiri. No se trata de multiplicar innecesariamente los nombres, sino de evocar aquellos que mas han influido en la formacién de mi pensar. Entre los profesores de filosofia no me atreveria a men- 19 La llamada (de la) Nueva Era cionar a ninguno que haya cumplido la funcién de maestro en sentido fuerte, ni siquiera a nivel filoséfico. El primer nombre que viene a mi mente, en cualquier caso, es el de J.M. Navarro Cord6n, quien me introdujo en los tiltimos afios universitarios a Kant, Hegel y Heidegger. Mas tarde, acuden a mi memoria, no sélo como “ensefiantes” que han “‘ilustrado” mi camino fi- los6fico y han ejemplificado para mi la dedicacién intelectual seria e integra, sino también, y en primer lugar, como amigos, estimuladores y facilitadores en el camino filoséfico, Adela Cortina y Jestis Conill. Ambos no tan sdlo me han ayudado en mi peregrinaje filoséfico, sino que sus ensefianzas y sugeren- cias han sido muy utiles para no desligarme excesivamente de la actualidad filos6fica académica. Gracias a ellos lef con aten- cién a Habermas y Apel, a Zubiri y a A. Renaut, a fenomendlo- gos y hermeneutas y, sobre todo, me interesé por el campo de la filosofia practica a partir de la ética dialdgica o discursiva, asi como por la entonces en auge postmodernidad filoséfica Pero no es mi intencién demorarme ahora en ellos. Quiero pasar ya a la faceta que mds me interesa y que ha ido marcan- do cada vez mds —desde los tiltimos afios de estudiante en la Facultad de Filosofia— mi pensamiento y mi vida. Junto a la formacién filos6fica académica occidental a la que antes hacia referencia, hay que destacar y pasar a primer plano mi forma- cién 0 mi bisqueda espiritual y esotérica. Cobra sentido rela- cionar esto con mi (relativa) fascinacién por Oriente, pues, como se ver, buena parte de las influencias mds significativas poseen la fragancia oriental (Merlo, 2002). Distingo -sin se- parar— entre “espiritualidad” y “esoterismo”, ya que en el caso de algunas figuras debe diferenciarse, si bien, en ultima ins- tancia, mi actitud personal es tratar de unir ambas tendencias y proponer una “espiritualidad esotérica”. En el desarrollo de las paginas siguientes se ird clarificando el sentido de ambos tér- minos. De momento comencemos con un cierto orden crono- l6gico que permite comprender mejor la evolucién o al menos la transformacién de mi pensamiento y mi vida. Mi vida inte- 20 Prélogo lectual que se gesta en los dos tltimos aiios de bachillerato, pero comienza a dar sus primeros pasos balbuceantes en los primeros cursos de Ja Facultad de Filosofia en Valencia. La educaci6n cristiana catdlica tradicional recibida, sin grandes entusiasmos ni convicciones, durante los dieciséis 0 diecisiete primeros afios de mi vida, entra en crisis dos afios antes de ingresar en la Universidad. Dos afios de angustia reli- gioso-existencial, en los que el pensamiento inicia la bisque- da de un camino de comprensién del sentido de las creencias y practicas religiosas. Asisto al despertar del pensamiento criti- co en mi; las dudas y el escepticismo, junto a la conciencia de la dificultad de desembarazarse de las creencias en las que uno ha sido alimentado, abundan y dominan la escena personal. Son los aiios de las primeras lecturas significativas. La entrada a la Facultad de Filosofia y Letras, para cursar la es- pecialidad de Filosofia Pura, tras haber acariciado la idea de es- tudiar Psicologia, y concretamente Psicoanilisis, supone un despertar y una iniciacién a la vida intelectual. Los dos prime- ros afios, de convulsiones politicas universitarias (estamos en los afios 1973-1975), implican un despertar, por 6smosis, de la sensibilidad politica y social, al mismo tiempo que una politi- zaci6n de la filosofia. Son los afios del inevitable freudo-mar- xismo: H. Marcuse, W. Reich y la revolucién sexual, S. Freud, K. Marx, E. Fromm, M. Harnecker, A. Schaff, Carlos Castilla del Pino, y un largo etcétera de textos que iban circulando en- tre los aprendices de filésofos que nos habfamos encontrado en esa Facultad, en esos afios. Los intereses y hasta la preocupacién religiosa o espiritual habian quedado enteramente abolidos. Filosofia, politica y psi- cologia son los tres temas que ocupaban entonces mi atencién. Por esas mismas fechas discuto con mi hermano por sus re- cientes flirteos con la espiritualidad oriental, a través de Guru Maharaji, el joven hindi que con apenas 16 aiios lleva tiempo 21 La llamada (de la) Nueva Era ya sorprendiendo a los auditorios masivos de la India, Estados Unidos y Europa hablando de meditacién, de paz interior y del “Conocimiento” que otorga para la realizacién de todo ello. El escéptico en mi, alejado ya de toda creencia y prdctica religio- sa 0 espiritual, contempla con ignorante condescendencia a mi hermano, José, dos afios mayor que yo, quien sin dejar sus pantalones acampanados, su larga melena y su amor por Bob Dylan y los Rolling Stones, creo que ha caido en manos de al- guna secta con un guru jovenzuelo que le debe estar tomando el pelo. Pero, poco a poco, debo reconocer que veo a mi her- mano més contento, mas feliz, y sobre todo més centrado, mds en paz, con mas calma, sabiendo resolver o al menos afrontar los conflictos familiares intergeneracionales, con mayor acier- to y serenidad. Asisto a una innegable transformaci6n positiva y algo en mi interior, sin que mi mente intelectualizada mds superficial cese en sus criticas, tiene que ir reconociendo que alguna cosa valiosa hay tras todo ello, aunque sean unas técni- cas de meditacién a las que luego se les afiada una paraferna- lia espiritualoide. En fin, por ese primer toque, esa primera grieta en mi mu- ralla materialista e intelectualista te estaré siempre reconocido y agradecido, hermano. Son los afios en que lef por primera vez el Dhammapada y la Bhagavad-gita, La Republica de Platén y otros textos. ¥ sobre todo, sobre todo, supuso el descubrimiento de la obra de Bla- vatsky, de A. Besant, de Leadbeater, de Jinarajadasa, la concep- cién teos6fica, en una palabra. Tras las lecturas introductorias iniciales: A. Powell, E. Schuré, A. Besant, C.W. Leadbeater, Yogi Ramacharaka, etc., bucée en La Doctrina Secreta de HP. Blavatsky, la revelacién fundacional del esoterismo moderno, asi como, aunque en menor medida, en su otra gran obra, Isis sin velo. Las ensefianzas teoséficas habian calado en mi hasta tal pun- to que al terminar la carrera, como tema de mi tesina elegi Pla- 22 Prédlogo t6n y la filosofia esotérica, donde esto Ultimo significaba Bla- vatsky y la teosofia. Fue el momento de leer y estudiar despacio tanto a Platén como La Doctrina Secreta. Desde entonces me acompaiia la firme conviccién de la existencia de una Fraterni- dad Espiritual formada por Iniciados y Maestros de Sabiduria y Compasi6n. La vida cobra un nuevo sentido desde esta concep- ci6n esotérica. Todo ello se profundizaria mas tarde con la in- mersién en lo que llegé a ser una de las dos ensefianzas que mds iban a influirme, las ensefianzas de A. Bailey, recibidas del Ma- estro D.K. (Djwal Kul), el Tibetano. El descubrimiento de sus libros y mi ingreso en la Escuela Arcana (escuela esotérica fun- dada por A. Bailey), se producirfa algo mas tarde. Poco antes acaece otra de las influencias significativas: la iniciacién en la Meditacidn Trascendental de Maharishi Mahesh Yogi Mi llamada a la meditaci6n oriental encontr6é pronto dos cauces por los que discurrir: uno de ellos es, justamente, la Meditacién Trascendental popularizada por Maharishi Mahesh Yogi, sobre todo a través de la publicidad que los Beatles le habian hecho en su momento. Todo comenz6 con una sencilla ceremonia y con la transmisi6n del mantra correspondiente y de la técnica de meditaci6n, sin necesidad de adoptar posturas yéguicas aje- nas a la mayoria de los occidentales. Los estudios cientificos sobre la meditacién, que habfan sido impulsados por la Uni- versidad de Maharishi en Ginebra, asi como su adaptacién a las costumbres occidentales, le daban un aspecto atractivo y moderno. De esta manera me inicié en la meditacién. No re- cuerdo, no obstante, grandes experiencias, aunque fui adop- tando el habito de meditar diariamente, sobre todo al principio. Quiz4s el mantra, cuando no los pensamientos, estaba dema- siado presente y el vacio permanecia subyacente sin ser descu- bierto. EI segundo cauce a través del cual discurrieron mis primeras meditaciones fue el oftecido por el Centro Aurobindo de Va- 23 La llamada (de la) Nueva Era lencia, y concretamente por la persona que lo funds y lo diri- gia, Manuel Palomar. Podemos hablar en este caso de raja- yoga, el yoga de Pataiijali, yoga de la mente, en el que Ja con- centracién y la meditacién desempefian un importante papel. Manuel Ilamaba a su centro “Centro Aurobindo”, pues dicho yogui le habia impactado especialmente, al leer sus obras, La vida divina, La Sintesis del yoga, etc., aunque no hay ninguna relacién con el Gshram de Sri Aurobindo en Pondicherry ni con la Fundacién Sri Aurobindo de Barcelona, instituciones ambas que me seria dado conocer afios después. No obstante, en dicho centro fue cuajando un grupito de buscadores que fui- mos guiados por el propio Manuel hacia las que se convertiri- an en dos influencias mayores para casi todos nosotros y en cualquier caso, sin duda, para mi: la obra de A. Bailey, por una parte, y los cursos y los libros de Antonio Blay, por otra. En fin, con Manuel Palomar, ademas de todo lo anterior, rea- licé mi primer viaje a la India y sobre todo, pues fue lo més sig- nificativo del viaje, al ashram de Sri Aurobindo en Pondi- cherry. La huella mds hermosa de esos dos meses en la India (yo deberia tener unos 25 afios, alld por 1980) fue nuestra bre- ve estancia en Pondicherry. Recuerdo que en la revista Solar escribi un articulo sobre la paz sentida en el samadhi de Sri Aurobindo y Madre. Quizds desde entonces quedé sembrada en mi alma la semilla que me haria volver a Pondy al cabo de unos siete afios, para residir alli casi dos y recibir la influencia mas importante de mi vida. Por lo demas, en esa ocasién, los tres que viajamos juntos a la India, Manuel, Pepe Muifioz (en- tonces profesor de Sociologia de la Facultad de Filosofia) y yo, volvimos diciendo que jams volveriamos a la India, Ellos dos lo han cumplido. Calor, comida excesivamente picante de modo al parecer irremediable, tremendas dificultades con el idioma, pues apenas sabiamos inglés ninguno de los tres, in- comodidades en el transporte, trenes y autobuses, anhelo des- mesurado y un poco infantil de encontrar a nuestro Maestro, suciedad de los hoteles, pues nuestra economia no era de lujo, 24 Prélogo decepcién por lo no-encontrado, todo ello hizo que el viaje se convirtiera en una pesadilla. Querfamos ver demasiadas cosas: Delhi, Bombay, Benarés, Madras, Pondicherry, Tiruvanama- lai-Arunachala, Rishikesh, etc., y sobre todo anhelaébamos en- contrar al Tibetano, el Maestro D.K., cuyas obras devordba- mos por aquel entonces como la maxima revelacién esotérica habida hasta el momento. Nuestro suefio secreto era que en al- gtin lugar apareceria, esperéndonos con los brazos abiertos, para reconocer nuestra altura espiritual y regalarnos su presen- cia, su dharsan, su mirada, sus palabras, su existencia confir- mada. Pero ni aparecié el Maestro D.K., ni nos iluminamos en la cueva donde meditaba Ramana Maharshi en Arunachala, ni en Benarés nos cautivé el Ganges, ni en Rishikesh pudimos alojarnos en el dshram de Sivananda, ni acertamos en nuestra negativa de ir a ver a un iluminado al que uno de los improvi- sados gufas que con tanta facilidad y en ocasiones sospecho- samente aparecen a los occidentales a su llegada a la India nos queria llevar: desafortunadamente, se trataba del entonces des- conocido, para nosotros, Sri Nisargadatta Maharaj, por mu- chos considerado uno de los grandes jridnis y realizados mds recientes, en la linea del advaita mds puro. Al menos Manuel se trajo el J am That, antes de que aqu{ se conociera. Frente a todo ello, s6lo el remanso de paz de Pondicherry, la ligereza magneética y la luminosidad vibrante de las proximidades del samadhi de Sri Aurobindo y Madre, quedé en mi corazén como algo verdaderamente valioso. ee A medida que voy escribiendo van saltando recuerdos que pi- den su inclusién en estos fragmentos de memoria que nacian como una confesién de las influencias mayores que han mar- cado mi trayectoria humana, espiritual y esotérica. Pero entre todas las influencias recibidas hay que establecer diferencias de grado. Y, como acto de justicia, debe quedar claro desde el 25 La llamada (de la) Nueva Era principio que tres han sido las grandes influencias recibidas por personas vivientes, de carne y hueso, encarnadas, fisica- mente presentes: Antonio Blay, Vicente Beltran Anglada y Jean Klein. Del mismo modo, entre las ensefianzas leidas 0 escucha- das, hay que destacar de modo muy especial las de A. Bailey (D.K.) y mas recientemente las de Pastor-Omnia, éstas con un cardcter distinto y quiz4s mds impactante por el hecho de po- der escuchar la voz (en grabaciones) y ver al canal (Ghislaine Gaualdi) que transmitia tales ensefianzas, asi como presenciar algunas de las inolvidables transmisiones. Un caso aparte, es- pecial por muchos motivos, por la profundidad de su impacto y por el significado que ha tenido en mi vida, es el de Sri Au- robindo (y junto a él, siempre, Mirra Alfassa -Madre-), pues si bien no puede hablarse de presencia fisica, la vivencia en su entorno, en el dshram en el que residieron, la presencia pro- longada, durante dos afios, en su samddhi, en su pensamiento, en su atmosfera, quizds en su Presencia sutil, hacen que ocupe un lugar especial. Pero, vayamos, de momento, a la figura de Antonio Blay. Su influencia sobre mf (y sobre tantos otros que fui conocien- do en sus cursos) ha sido enorme y nunca le agradeceré lo su- ficiente su ejemplo, sus palabras, su transmisi6n, su presencia. Con él no se trataba ya de leer o escuchar unas ideas que te convencian 0 no; no se trataba s6lo de una “filosoffa”, sino de un “estado de ser”, de una experimentacién con “estados de conciencia”, de un descubrir la dimensién estrictamente “espi- ritual” o “superior” de nuestro ser. “Estar centrado” seria uno de los lemas que podrian caracterizar la actitud de Blay, de An- tonio. Fuese o no un Maestro o un Iluminado (aquel que se ha instalado en Brahman, que ha trascendido su ego, que se ha convertido en un canal para la iluminacién de otros seres hu- manos), el caso es que para mi ha desempefiado la funcidn de un maestro no del pensar (maestro del pensar 0 maestro-fil6- sofo), sino del ser esencial. Esto significa la trascendencia de Ja filosofia como sentido ultimo, la superacién de la reflexién 26

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