El debate sobre la historia
reciente en Uruguay
Carlos Demasi
fo 2006 se instalé en Montevideo un fuerte debate
Desde mediados
sobre la pertinencia y la oportunidad de la ensefianza de la
nifios y j6venes en los institucos estatales. El tema aparecia en la agenda desde
que el 1° de marzo de 2005, cuando en oportunidad de asumir la Presidencia
de la Repiiblica, el Dr. Tabaré Vénquez anuncié que se levaria adelante una
encomendara los Consejos de Primaria, Secundaria y al de Educacién Técnico
Profesional, que adecuaran los programas de enseiianza para incluir en ellos
la ensefianza del pasado reciente. Igualmente encomends a la Direccién de
Formacién y Perfeccionamiento Docente que instrumentara cursos de historia
de la segunda mitad del siglo XX destinados a maestros y profesores. Ello se
radujo en la selecci6n por concurso de docentes que durante el afio 2006 se
‘encargaron de dar una serie de 34 clases trasmitidas por television abierta sobre
Uruguay y el Mundo 1945-2004, y elaborar una
ufa tiulada “Materiales de apoyo para la ensefianza de la historia reciente” de
ibre acceso en Ia web,
En una sociedad conmovida por acontecimientos tales-como el procesa-
sno dictatorial y el hallazgo realizado por
equipo de antropélogos forenses de restos humanos en predios
anuncio de la incorporacién del pasado reciente a los contenidos de ensefianza
provocé inquietud en circulos politicos. Desde el momento mismo dela desig-
miento de integrantes del golCantos Demast
nacién del equipo de historiadores que se encar
cursos para los docentes de aula, la de los dos par
uayo: lo Colorado y Ps
‘en Inacusacién de que la
ensefianza del pasado reciente sélo podia perseguir el obj
las mentes de los jdvenes en beneficio del partido gobernante. Invocé como
ba que los designados para la tarea (el autor de este ar
westigadores Vania Markarian y Alvaro Rico) eran “notorio:
Frente Amplio”. Asi aparece expresada la queja en la pigina et
del diario El Pais, de Montevideo:Ese Codi
profesores que debian redactar esos mater
de preparar materiales y
Rico, Carlos Demasi y Vania Markarian fue optar por ‘una’ versién de la
historia contemporinea nacional que responde a la del actual gobierno”
(Sanguinetti, 2007)
Por su sola existencia, un debate de esta indole representa un hecho
infrecuente en la sociedad uruguaya tan poco propensa a las discusiones,
peto en este caso resulta aiin mds extrafio si se tiene en cuenta que la deci-
sién de ensefiar el pasado reciente tuvo (en el plano de las di
sumado decisiones y recomendaciones de las autoridades edu
1985, cuando se instalé el primer gobierno surgido de elecciones tras la
dictadura
Sin duds,
la emergencia de esta discusi6n confluyeron diversas mot
sociales y pedagégicas como posicionamientos
los deseos de proyeccién personal de algunos politicos. Lo que resulta ms claro
es que la ensesianza de
que integran el sentido comin de la sociedad uruguaya y que
lo menos tres dimensiones diferentes: el rol qu
(y especialmente los partidos tradicionales); Ia idea que la sociedad
historia como forma de conocimiento y el papel que juega la educ:
Ia configuracién del ser de ls uruguayos. Por supuest
leva a revisarlas por separado.
Fl debate sobre la bissoria recente en Uruguay
El rol de los partidos politicos
fiesta en la
cipio es importante sefialar un fendmeno que se
iguaya: a diferencia de lo que sucede con el relato nacional en otros
en el caso de Uruguay existe un amplio espacio de consenso sobre el
y no aparece la lucha entre una hi yun relato revisionista
Esto no significa que no haya polémicas sobre el sentido de algunos episodios
iste un acuerdo amplio respecto del marco conceptual en
en el que se identifiea a los pa
ruccién de la
- La estructura del relaco
enfrentaron a estos partidos en el
mnalidad politica. De
lo XIX como Ia etapa fundacional de la
‘extrajo la conclusién de que son los i
gia asi abrazado al principio del orden y de la ley; el
libertad, aun cuando esta no fuera otra cosa en m
aun cuando no pasase de ser
autoridad por los métodos restrctivos (Pivel, 1942, I
Es evidente que en ef relato de la historia nacional uruguaya esos partidos
os han sido sobredimensionados; han aparecido como los elementos
trasciende ampliamente, al pretender
comunidad entera en todo su desarrollo
ico. Porotra parte, en esta configuracidn los partidos resultan ser entidades
Ya que se los presenta como
ino que desde el momento de su surgimiento ya se los presenta
3s simbdlicos plenamente configurados.
De esta forma, todo el devenir posterior aparece casi predeterminado; las
referencias temporales sirven simplemente para ider
rrollo de ese programa evolutivo. Por lo tanto, estaCantos Denast
el espacio de la realidad hist6rica y, correlativamente, también aquello que se
define como verdad histérica aparece permanentemente subo}
lea dela permanencia de los partidos se vincula con
‘en cuanto coincide con el concepto de
jo por décadas en las aulas.
ico uruguayo hizo que se
historia que se ha trasmit
La presencia de los partidos en ol espacio
viera como natural su centralidad permanente en el relato del pasado, y que
algunos aspectos antes injustficables, como las vi fandacionales de la
convivencia partidaria en el siglo XIX, resultaran legitimados siempre que se
independencia del pais y de su supuesta prosperidad siempre ereciente serfa su
mérito exclusivo,
Pero desde finales de la década de 1960, cuando en Uruguay se instalé la
ue cada vex més visible
ce cuota de responsabi
‘mantuvieron su hegemonta pk odo. Tal responsabilidad
resulta manifiestasise considera que en Uruguay el golpe de Estado de 1973
no ocurtié sorpresivamente: estuvo precedido por el progresivo deterioro de
la institucionalidad, ya perceptible desde 1968, y el Presidente electo en 1971
‘como candidato del Partido Colorado fue el autor del golpe de Estado. Durante
eso, ninguno de los partidos
jas para hacer jugar los mecani
parlamentario. Todas las medidas polit fa etapa previa a la dictadus
marcada por el permanente debilitamiento del estado de derecho, tuvieron la
aprobacién técita de las mayorias compuestas por legisladores de estos partidos;
vio cémo los argumento: desde 1968 para
ficar el mantenimiento de rma uruguaya del
ue el Poder Ejecutivo
nedidas de segurida
Hl debate sobre la historia reciente en Uruguay
idos por los legisladores oficialistas colorados
del Partido Nacional cada vez que se planteaba en
lad de volver ala plena vigencia de la Con n
En esta conflictiva etapa actuaron como ministros o legisladores algunas figu-
ras que més tarde jugaron un papel politico
estado de excepcién) fueron
ctapa posterior a ka
‘ministro hasta noviembre de
lictadura fuera electo dos veces Presidente
de la Republica. Antes y después del golpe de Estado, el Presidente gol
conté con la colaboracién de politicos de los dos partidos y cuando
el Parlamento pudo mostrar un mensaje de apoyo de su antecesor, el di
colorado (y entonces Embajador en Espafia) Jorge Pacheco Areco. El repaso de
estos episodios ha iente: los partidos habian perdido
ciega confianza de los ciudadas
acarrear ala crisis y ala cui
Pero a partir de la no democritico, en marzo
de 1985, surgié un relato francamente contradictorio con la memoria conser-
vada en la sociedad. En esta nueva version del pasado, la responsabilidad del
4quiebre insticucional recaia por partes iguales sobre los sectores de la
y sobre las Fuerzas Armadas; aunque al momento del golpe la izquierda era
laramente minoritara y, por defi res obedecian al poder po-
tico que siempre fue ejercido por los partidos tradicionales. En dl relato del
ido que aparecié desde entonces en boca de mu
cestigos sobrevivientes desaparecieron por igu
recayé sobre los grupos guerrilleros, por su accién y por desatar “Ios impulsos
represivos de las Fuerzas Armadas” (Marchesi, 2002:140). Cortelativamente,
los partidos tradicionales se atribuyeron el mérito de lasalida democratic, ya
que fueron la vor de la sociedad durante buena parte
‘culminé, en marzo de 1985, con la asuncién presidenci
liberacin posterior de todos los detenidos
implicé estereotipar y repeti hasta el cansancio una interpretacién mo-
lica del poder estatal sobre las causas y sujetos responsables de la
isis sesentistay del desenlace ruprurista en 1973. Al mismo tiempo,Cantos Demast
feel tipo de explicacién que desde entonce:
apareci6 invocado en los discursos
alas. Se trataba de una forma de cor
Sn de los acontecimientos devolvia el protagonismo a los partidos
tradicionales; aunque en este caso los hechos todavia estaban muy cercanos en
tiempo y result6 inevitable que el relato chocara con la experiencia de los
potenciales receptores. Es del caso sefalar que cuando Pivel Devoto es
su relato estaban por cumplirse cuarefita aos de la que se considera la tltima
‘guerra civil uruguaya y, en cambio, en 1985, slo habfan transcuttido doce desde
al golpe de Estado. La ensefianza de la historia de la venfa a poner
cn cuestién toda esta interpretaci6n en la medida en que ponia en contacto |
diferentes memorias que circulaban en la sociedad, y las confrontaba con las
evidencias documentales de un pasado no muy remoto.
Por lo tanto, cuando se discute la actuacién de los partidos en la etapa previa
ala dictadura se esti poniendo en crisis su cardcter de entidades identficadas
la medida en que puede sefalase la existencia de una etapa
la que actuaron contra el interés nacional. De alli que cuando
yencia de la historia reciente,
yacusan de que esti
desu propia construcci ica ya quedejan a la vista que ésta es tan p
y tan sesgada como la que ahora cuestionan. En resumen, la historia re
ppone en criss el lugar de los partidos en la explicacién del pasado al insertarlos
en una dindmica y una localizacién diferentes de las que la historiografia les
habia adjudicado.
Pero este cambi
de construccién de
del relato bipar
presentaba como la simple descripcién de la realidad, mientras que los demas
es que eran puramente ideolég-
como parte de la verdad
fan naturalmente a los contenidos de ensefianza, mientras,
ser excluidas porque eran visiones parcalizadas. Pero
tradicionales la nota de ideolégico ha aparecido como una caracteristica comin a
El debate sobre a historia recente en Uruguay
todos los relatos del pasado y lo que ahora se reclama es la “igual participacién”
de todas ls versiones en los contenidos que se leven al aula. De esta forma, se
argumenta, las diferentes voces partidarias pueden establecer un didlogo que
permita que el estudiante const
supone que debe haber repres
de la verdad para conformarse con reclamar apenas una porcién de relato del
pasado. Desde estas nuevas posiciones, la estrategia apunté a ci
mecanismo de seleccién y a proponer una forma mas plural de
‘como representantes parti-
1, sobre los temas
debié haberse
asegurado la diversidad y la objet rataba de una guia docente y no
de contenidos, debié haberse considerado (| a docentes que no hubieran escrito
sobre esa época” (Lorenzo, 2007. Subrayados mios).
Esdecir, la calificaci6n técnica de los historiadores no serfa un dato relevante
(como dijo el diputado Lorenzo, serfa mejor aiin si “no hubieran escrito sobre
quese
el senador Gallinal, podefa ser “diferente, o2
antes los antecedentes de los autores
ceencel camino aqui propus
timo término, se trata de la aplicacién de lo que en Uruguay se
denomina légica del consenso, que desde el final de la dictadura ha sido un me-
canismo muy utilizado para construir acuerdos a partir de posiciones politicas
diferentes o atin antagénicas pero que en este caso aparece Hlevada a su més
‘extrema expresi6n.
La concepcién social del conocimiento histérico
De lo expuesto anteriormente se desprende que la yeupa un lugar
central en fa culeura social uruguaya, donde son permanentes las referencias alCantos Deuast
riales, como es el caso
de Juan Pi
también ocupé la presidencia del érgano de direccién del Partido Nacional
De esta forma la investigacién histérica qued6 configurada como una forma
ta, en una confusa combinacién de investignci6
Jmpuso una idea casi mistica de
del hi
‘consecuencia se fueron consolidando algunos conceptos que hoy se encuentran
Jados en el sentido comin dea sociedad. En particular podemos mencionar
idea de que la historia es el pasado, y aquella que supone que el simple
jempo garantiza la objetividad del historiador.
ficacién de la historia con el pasado supone que el caudal
gif refleja la verdad de
un proceso de acumulacién
interpretativo. Para la
fueron completadas o perfeccionadas por los ms recientes ya
iguos
resultado, el relato pyedominante sobre el pasado no admite modificaciones
porque eso supone la admisién de un error: 0 bien estaban equivocados los
ta historia sub specie acternitats es lo opuesto de la hist
conocimiento en construccién, porel contratio, parece una ext
inhibe su propia dindmica de desarrollo.
Este esquema, producto del quchacer historiogréfico de la dirigencia
, cre6 una poderosa matriz que configuré al pasado uruguayo y que
cmergencia de las primeras generaciones de histoiadores prafo~
je aparecicron desdela segunda mitad
n Jas herramientas tedricas
y metodolégicas mas afinadas pero no las utilizaron para poner en cuestién
cesta construccién. Siguiendo las tendencias historiogréficas de la época, di-
ficaron las teméticas de la investigacién histérica y se desentendieron de
Ia historia politica. De esta forma aparecieron obras muy innovadoras que se
Fl debate sobre la bistoria recente en Uruguay
de analizar instituciones 0 grupos sociales antes descuidados, pero
on sin choques con la versin histérica conven
‘Aunque pueda discutirse que Pivel Devoto aceptara si
lad Ia existencia de una historia social, es llamativo que se declaren sus
yulos José P. Barrin y Benjamin Nahum, dos de los historiadores
aque renovaron lh fia uruguaya a partir de la década de 1960 con las
Historia rural del Uruguay moderno y Batlle, los estanci
briténico. Asi las nuevas perspectivas se superpus
lacos ya instituidos y con los productos de particulates
parciales 0 rasg¢
investigacién de un his
de un particular, cualquiera fuera su capacitacién. La profesionalizacién del
‘quehacer historiogréfico no signifi un ineremento de la consideracién social
del conocimiento
‘Ms reciantemente, a dif
a agravar evta situacién. En esta era del restigo encuentran
construidos desde la historiografia. La revalorizacién de la memoria ha traido
‘como consecuencia una devaluacién correlativa de la investigacién hi
ya que no se coneibe una historia que no tenga sesgo
itancia visible,
aunque el historiador no tenga
$n da por resultado una extrafa pluralidad de voces.
jzado por los historia-
dores, los politicos-historiadores de la primera mitad del siglo XX impusieron una
fuerte jerarquizacién (sin duda, muy vinculada al poder social que detentaban
sus agentes), donde las construcciones pos crarias o ensayisticas tenfan
un valor determinado dentro de su mbito especifico, sin que pudieran aspirar
al starus de conocimiento que detentaba Ia historia. Pero fa situacién actual
bien esCantos Demast
propone la equivalencia epistemolégica de todos los relatos, y por lo tanto las
afirmaciones de un historiador pueden ser rebatidas por la vaga evocacién del
episodio o por la cita de una obra literaria. Es asi como se puede apreciar el
sentido de las intervenciones de los legisladores que reclamaban que pattici-
paran “representantes p: 3” para lograr “diversidad y objetividad” (apa-
rentemente dos términos sinénimos). En el contexto polémico del debate que
invoctbamos al comienzo, se oyeron todo tipo de versiones sobre la forma como
habfan ocurrido en realidad los acontecimientos; y muchos que habian vivido
alguna experiencia o que conocian al
con el talante de quien asi saldaba defi
la obvia afirmacién de que no es historia cualquier discurso sobre el pasado,
aparecié como una audacia en cuanto pretendia marginar de la discusién a
muchas voces que, aunque irrelevantes desde el punto de vista historiogréfico,
ran consideradas prest
Pero aunque se admite en general que todos los relatos
sesgo partida la idea de que la simple distancia tempor
centre el acc atecimiento relatado y la construccién del relato
iador. En el pasado, el hecho de que los hist
rantiza la obje-
lores fueran
males no fue
Puede re-
formé en historia
sultar un tanto misterioso el modo en que lo politico se
objetiva (es deci
tiempo liberara a la historia de esos indeseables componentes partidistas: un
politico militante podfa ser considerado a la vez como un historiador objetivo,
siempre que se ocupara del estudio de épocas remotas. Si bien no existe un
ctiterio definido respecto de cudnto tiempo debe transcurrir para lograr este
«efecto, la confianza en la fincién depuradora del tiempo parece muy artaigada;
no sorprende que Tomés Linn, uno de los columnistas de la revista semanal
Biisqueda, afirme que en el relato de la Gltima dictadura uruguaya “...solo la
idad de enmarcarlos en procesos de largo
” (Linn, T,, “Los claroscuros de Seregni,
Ferreira y Medina”, Bisqueda, 30/8/2007: 6. Subrayado mio).
‘Aparentemente no se repara en que esta suposicién es fuertemente contra-
dictoria con el concepto de partidos tradicionales tal como se los entiende en
Uruguay. Estos partidos construyen su relato del pasado en torno a la tradi
Eldebate sobre l
ria reciente ns Uruguay
pasado forma parte del presente como uno de los clementos que lo configuran.
Por lo tanto, el paso del tiempo nunca puede lograr que un episodio partidario
‘quede definitivamente atrés en el pasado: siempre que se lo invoca se lo trae al
presente y de esa forma puede ser utilizaclo como un arma politica que interpela
al propio partido
Esta caracterfstica ha quedado en evidencia en un episodio reciente. A fines
del afio 2007 se publicé una carta fechada en 1820, enviada por el oriental
Fructuoso Rivera al caudillo entrerriano Francisco Ramirez, en la cual Rivera
le pedfa tropas para enfrentar y matar a Artigas. El documento involucraba a
Rivera—que fuera el primer presidente constitucional de Uruguay y que ademas
es considerado el fundador del Partido Colorado y lo mostraba conspirando
contra la vida de José Artigas, el héroe por antonomasia de Uruguay. Como
Astigas es el referente inexcusable de la historia nacional uruguaya, la carta
mostraba a Rivera, y por extensién a su partido, como un traidor a la causa
nacional. Por esa razén el actual Secretario General del Partido Colorado (el ex
presidente Julio M. Sanguinetti) se consideré obligado a salir ala prensa para
dar la interpietacion correcta del documento
(y por ende, al partido que él fund6) de cual
cia, el caso demuestra la vacuidad de la
del pasado, y arroja luz sobre la falacia que se encierra en el cuestionamiento
alla investigacién histérica sobre la dictadura y sus consecuencias. Entones, cs
ilizados contra la ensefianza de la
ientos narrados, no
periodo post-colonial
cevidente que uno de los argumentos més
historia reciente, la proximidad temporal de los acont
parece aceptable ya que todos los hechos ocusridos en
luye en una disyus
nal, 0 ésta tambié
ico, y entonces aquel argumento se
jente es tan posible como la historia tra
Esa concepcién lineal de un tiempo homogéneo y estitico subtiende el
argumento que considera teéricamente imposible la investigacién del pasado
reciente, ya que ésta estaria atrapada por una insoslayable contradiecién enun-
historia no puede dar cuenta de los hechos recientes. Es necesatio que
transcurra una imprecisa pero importante cantidad de afios para que los aconte-
‘imientos se transformen en historia, y recién entonces pueden ser investigados y
cnsefiados en las aulas. Siesta posicién lograra imponerse, se produciria un corte
clativaCantos Demasi
epistemolégico relevance en la percepeién dela realidad que crearfa una divisis
radical entre e/ pasado (que ya estd estudiado y conocido de forma definitiva)
y los hechos recientes que estin muy mezclados con la dimensién politica. Visto
l conflicto existente entre la vision del pasado surgida desde los partidos y la
‘que surge de la investigacién histérica, no queda claro en qué momento esos
hhechos dejarian de ser recientes y quedarfan integrados al pasad,
Pero esta idea de la acci6n del tiempo hace
8 le otra dimensién que ex-
plica la preocupacién de los dirigentes de los partidos tradicionales frente a este
proyecto de ensefianza: los historiadores que se identifican personalmente con
Ja linea de alguno de los partidos han, prestado muy poca atencién al pasado
reciente, ya que admiten que éste no puede ser visto como historia. Por cierto
‘que los cpisodios de la apertura politica del final de la dictadura son invocados
permanentemente en la épica de todos los partidos y especialmente en los
amados tradicionales; pero los historiadotes que se alinean con esos partidos
no se han ocupado de la reconstruecién histérica del pasado reciente, sino de
episodios més remotos considerados fundacionales en el universo simbélico
de cada colectividad p
Batlle y Ordéfiez hasta
de Aparicio Saravia, cau
y comienzos
comentamos, aparece identifcada con las opiniones
8 del autor, y su actividad no tiene el control de la profesionalidad 0
del rigor académico.
Este panorama se vio radicalmente convulsionado por la decisién de con-
vocat a historiadores con formacién académica para encargarse de acercar la
historia reciente a los docentes, como la que se efectué a fines de 2005. Las
dirigencias politicas percibieron un problema: no podrian controlar la construc
cién de esta versi6n del pasado que se trasmitirfa en las aulas; y es reveladora
de esta preocupaci6n la resolucién del Directorio del Partido Nacional que
recomendé a docentes c historiadores de su partido que se inscribieran en el
Iamado realizado por el Codicen.
El papel de la educacién como formadora de ciudadanos
Lasociedad uruguaya tiene un concepto muy alto del papel de la educacién,
para configurar aquellos aspectos que definen una identidad nacional uruguaya.
debate sobre la historia reciente en Uruguay
Segin el relato que circula en la sociedad, alrededor de 1875, cuando el pais
se encontraba anarquizado por la ignorancia y el salvajismo de las costumbres,
José Pedro Varel fundiendo un nuevo modelo de
escuela Iaica, gratuita y obligatoria. La introduccién de estas reformas coincidié
y acompafié el profundo proceso de modernizacién de la sociedad uruguaya
que culminé a comienzos de siglo pasado, y esta coi a tenido como
efecto que en Uruguay se ique de manera automAtica educacién con
‘cambio social. Sin dada la difusi6n del sistema escolar tuvo su influencia en ese
pero el imaginario social tiende a crear una vinculacién
mecinica entre el sistema educativo y el proceso de modernizacién. Como
‘consecuencia, se atribuye alos docentes una poderosa capacidad para configurar
la personalidad de los alumnos; sien el pasado los maestros fueron capaces de
transformar alos gauchos en empleados de comercio, sin duda en el presente
pueden provocar transformaciones similares. Por esa raz6n, tiene sustento
social fa idea de que aquello que el docente ensefia en el aula se transforma
rn una verdad que es recibida de manera acritica por las tiernas mentes de los
jévenes. Se supone que con su discurso, el prof sor determina lo que el alumno
debe pensar, de una forma tan poderosa que condiciona irremisiblemente su
personalidad futura.
La fuerza de esta conviccién es muy grande (especialmente entre aquellos
que no tienen experiencia docente) ysirve de sustento a una de as afirmaciones
is persistentes del pensamiento conservador uruguayo: que el crecimiento
del Frente Amplio desde comienzos de la década de 1970 se explica funda-
‘mentalmente por la accién del sistema educativo. Asi, se afirma generalmente
docentes de Secunda
sobre los resultados electorales ha
is A. Lacalle ha hablado de una
“operacién gramsciana” (Lista 71, 2005), levada adelante de forma unsnime
y persistence en las aulas desde comienzos de esa década, con el objetivo de
‘convertira los alumnos en izquierdistas y asf asegurar el triunfo de la izquier-
daen el largo plazo. Por esta razén, una de las preocupaciones principales de
los gobicrnos posteriores a 1985 ha sido el control del sistema educativo y el
ramiento de los docentes. Esta vocacién reguladora se manifests por el
ico-partidario de los cargos de direccién del sistema: aunque
todos los niveles dela ensefianza no universitaria estin dirigidos por Consejos
plaripersonales designados por el Pod hasta 2005 sélo estuvieron
integrados por representantes de los partidos tradicionales, También concurtian
cn esa diteccién las (no siempre) veladas amenazas a los docentes para que seCantos Denasi
abstuvieran de incursionar en temas delicades. Esa
gobernantes sobre el sistema educativo resultaba una perma-
‘con la reiterada afirmacin de la importancia de introducir
reciente en el sistema. Desde 1985, cuando algunos
dirigentes politicos o las autoridades educativas formularon cuestionaron a
idencia tan directa de los
ido que se le ha
a ensefianza no religiosa (como es
mente “neutral”,
726 por la politica negadora aplicada
ivos gobiernos respecto de los crimenes dela dictadura. De acuerdo
‘oficial, en los procedimientos militares incurrieron en exceses que
muerte de algunos detenidos; pero se rataba de hechos aislados y
sistemitica. Asi pudo afirmarse, como lo hizo reiteradamente
je la dictadura en Uruguay no tenia casos de desaparecidos
ni de nifios secuestrados; asi aparecia como ur: égimen compasivo y sobrio, @
4a uruguaya, lo que lo diferenciaba de otros de la regién. Este relato, impuesto
desde los niveles dirigentes del Estado, representaba en sf mismo una historia
oficial fuervemente sesgada que chocaba con las denuncias de los familiares de
las victimas y con la informacién que circulaba en la sociedad. La persistencia
del pocta Juan Gelman, que a fines de la presidencia de Sanguinetti reclamé
que el gobierno uruguayo investigara el paradero de su nuera que desaparecié
poco de dar a luz, puso nuevamente a la vista las “cuentas pendientes” del
régimen militar y cuestioné con fuerza la idea de una dictadura tan benévola. La
empecinada negativa de Sanguinetti a dar curso ala investigacién se derrumbé
de un golpe a pocos dias de producido el recambio presidencial de marzo de
2000, cuando el Dr. Jorge Batlle recibié a Gelman y confirmé Ia desaparicién
en Uruguay de la joven y el hallazgo de su hija nacida en cautiverio. Como
derivacién de estos episodios, en agosto de ese afo se creé la “Comision para
4a Par” para que se encargara de “compilar la informacién” sobre los crimenes
el Informe Final de esta Comisidn se
icinco casos de desaparecidos en Uruguay;
el gobierno uruguayo terminaba reconociendo oficialmente la evidencia de
los crimenes y recomendaba que
con ka ve
provocaron
‘Se promueva y fomente, a todo nivel, con especial énfasis en los planes de
estudio en general y en los procesos de formacién de docentes y educadores
El debate sobre a historia recente on Uruguay
realidad que vivib
sdiados de los aftos
y veraz y permita en-
ccausas y los Factores
10 de los periodos
blica Oriental del
é i le los restos de los desapa-
Se entiende por qué cl compromiso de busqueda del
recidos anunciado por Tabaré Vizquer provocé un cambio radical en la realidad
politica uruguaya, y puso en crisis terminal esta construccién dela realidad asi
‘como la versién del pasado que le servia de fundamento. Repentinam
prensa comenzé a denominar “dictadua’ al gobierno militar; los desapa
3s secuestrados tecuperaron
fueron designados como tales y los torturados y los secuest
su vory pudieron relatar su experiencia ante las cimaras de TV. Las denuncias
carcelados el ex dictador Juan Maria Bordaberry y su ministro de Relaciones
eer Carlos a ‘acusado de complicidad en el Plan Céndor. Esta
uaciOn repercutié con fuerza sobre la sociedad y més directamente sobre
los alumnos, que plantearon directamente sus dudas a los docentes; aunque
cen este caso ya no se trataba solamente de zgué pass durante la dictadura? sino
también de jpor qué recén ahora? El hallazgo de restos humanos en los cuarteles
se acompahé de la publicacién de un extenso informe oficial claborado a parti
de documentos que se conservaban en archivos, proporcionaron la sociedad en
general (y alos docentes en particular), una publicacién que reunfa “datos duros
y materiales documentales ae d paso cael Rs por el Estado red
organizaciones de derechos humanos. Esto puso a la historia reciente en el mismo
satus epistemoldgico y académico que la hitoria nacional ensefada tradicional-
rulas. Asi se verla concretada, finalmente, la voluntad reiteradamente
expresada idades anteriores que recomendaban la ensefianza de “a triste
realidad que vivid el pais’ en el pasado reciente; aunque ese logro despertara poco
‘entusiasmo en quienes antes habjan pasado por set sus impulsores.
Para concluir
jidente que el
es de los que se
Si se ha seguido el desarrollo hasta este punto, resul
problema de la ensefianza del pasado reciente en UruguayCantos Demast
resuelven eae simple paso del tiempo, cuando todos los prota
el contr:
istas hayan,
dela indole de problemas que reclaman un esfuerz0
solucién,
Desde Ia perspectiva expuesta en este trabajo, no resulta llamativa la con-
tradictoria reaccibn de los sectores dirigentes
los partidos tradicionales ance
elanuncio de un plan para llevar efectivamente a las aulas la enseftanza de este
period. Esta vigorosa n en las aulas los encontré apar-
tados de los érganos de decisién y ademés no tenian produccidn historiogréfica
sobre el periodo, que pudiera contrastarse con los datos que ahora cis
Creo que ese contexto (para ellos tan gesfavorable) es lo que explica
tegia que apunté a desacreditar todo el proyecto de ensefianza considerindolo
como una historia oficial, sesgada para adoctrinamiento politico de ki
por parte del
Igualment
de esa forma el mencionado proyect
insforma en historia oficial cuando es promovida
al (politica); y aceptemos que esta es muy negativa como
sefianza porque es sesgada, imperfecta y dogmitica, y afecta
la mente de los jévenes. En esta afirmacién esté implicito el principio de que
desde el poder siempre puede construirse una historia oficial, y que ésta sera
recibida y aceptada por la sociedad y especialmente pot los
ids j6venes. Mas allé de su grado de certidumbre, esta afirmacién revela una
muchos agentes politicos y de buena parte de la poblacién, Pero
como vimos, desde 1985 la historia reciente formé parte del debate social y su
‘ensefianza fue (declarativamente) estimulada por los gobiernos democt
Entonces surgen naturalmente las preguntas: ;qué historia reciente quer
los partidos que hoy son oposici6n, cuando estaban en el gobierno?,
raron, en qué condiciones y con qué controles académicos
Es evidente que por su sola existencia la ensefianza del pasado reciente
pone en cuestién toda una estructura de pensamiento hegeménico, todavia
vvigente en Uruguay. Y no parece inconsistent ubicat en este cuestionamiento
el centro del problema.
Desde el final de la di
tuvo como objetivo principal
por la autoridad
contenido de
conviccién
squiénes la
ura, el relato predominante del pasado reciente
construccién de una legitimacién conservadora
del poder social; y este debate puso a la vista algunos aspectos importantes de
Eldebate sobre ls bioria reciente en Uruguay
a esta
ces construccién. Tal vez quede més el
forma de pregunta: en que lugar se localizan aspectos tan diversos como los que
acabamos de repasar -l valor de la ensefianza, el concepto de la historia como
isciplina y el rol histérico de los partidos politicos para que un solo hecho, la
ensefanza del pasado reciente, pueda impactarlos tan directamente? La respuesta
cerviene en la sociedad uruguaya
parece encontrarse en que!
sobre el centro mismo de
social, y precisamente en lo que parece ser st :
entendida como el espacio donde se resuelven los problemas de legitimacién
social. En este sentido, la construceién basada en un determinado relato del
pasado reciente ha servido de legitimacién ideologica de laautoridad. Bl repaso
se ha mezclado con una determinada y especifica di
dn de culpas y m
ia con lacrisisa fines de
por A. Rico’
de los hed
de responsa
proceso de los acont
ios sesenta, El efecto sobre la sociedad ha sido descr
lizacién y relegitimacién de lasoc’cdad urugea~
del pais como
de los
El proceso de reinstitucio
yaposdictaduraincorporé el ratamiento del historia
uno de los ejes del politico, una especie de prolongaci
recursos ideolSgicos del Estado para reeabar la obediencia alos uruguayos
Bote tratamiento loge, finalmente, disolverl cardcter épico de a historia