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El debate sobre la historia reciente en Uruguay Carlos Demasi fo 2006 se instalé en Montevideo un fuerte debate Desde mediados sobre la pertinencia y la oportunidad de la ensefianza de la nifios y j6venes en los institucos estatales. El tema aparecia en la agenda desde que el 1° de marzo de 2005, cuando en oportunidad de asumir la Presidencia de la Repiiblica, el Dr. Tabaré Vénquez anuncié que se levaria adelante una encomendara los Consejos de Primaria, Secundaria y al de Educacién Técnico Profesional, que adecuaran los programas de enseiianza para incluir en ellos la ensefianza del pasado reciente. Igualmente encomends a la Direccién de Formacién y Perfeccionamiento Docente que instrumentara cursos de historia de la segunda mitad del siglo XX destinados a maestros y profesores. Ello se radujo en la selecci6n por concurso de docentes que durante el afio 2006 se ‘encargaron de dar una serie de 34 clases trasmitidas por television abierta sobre Uruguay y el Mundo 1945-2004, y elaborar una ufa tiulada “Materiales de apoyo para la ensefianza de la historia reciente” de ibre acceso en Ia web, En una sociedad conmovida por acontecimientos tales-como el procesa- sno dictatorial y el hallazgo realizado por equipo de antropélogos forenses de restos humanos en predios anuncio de la incorporacién del pasado reciente a los contenidos de ensefianza provocé inquietud en circulos politicos. Desde el momento mismo dela desig- miento de integrantes del gol Cantos Demast nacién del equipo de historiadores que se encar cursos para los docentes de aula, la de los dos par uayo: lo Colorado y Ps ‘en Inacusacién de que la ensefianza del pasado reciente sélo podia perseguir el obj las mentes de los jdvenes en beneficio del partido gobernante. Invocé como ba que los designados para la tarea (el autor de este ar westigadores Vania Markarian y Alvaro Rico) eran “notorio: Frente Amplio”. Asi aparece expresada la queja en la pigina et del diario El Pais, de Montevideo:Ese Codi profesores que debian redactar esos mater de preparar materiales y Rico, Carlos Demasi y Vania Markarian fue optar por ‘una’ versién de la historia contemporinea nacional que responde a la del actual gobierno” (Sanguinetti, 2007) Por su sola existencia, un debate de esta indole representa un hecho infrecuente en la sociedad uruguaya tan poco propensa a las discusiones, peto en este caso resulta aiin mds extrafio si se tiene en cuenta que la deci- sién de ensefiar el pasado reciente tuvo (en el plano de las di sumado decisiones y recomendaciones de las autoridades edu 1985, cuando se instalé el primer gobierno surgido de elecciones tras la dictadura Sin duds, la emergencia de esta discusi6n confluyeron diversas mot sociales y pedagégicas como posicionamientos los deseos de proyeccién personal de algunos politicos. Lo que resulta ms claro es que la ensesianza de que integran el sentido comin de la sociedad uruguaya y que lo menos tres dimensiones diferentes: el rol qu (y especialmente los partidos tradicionales); Ia idea que la sociedad historia como forma de conocimiento y el papel que juega la educ: Ia configuracién del ser de ls uruguayos. Por supuest leva a revisarlas por separado. Fl debate sobre la bissoria recente en Uruguay El rol de los partidos politicos fiesta en la cipio es importante sefialar un fendmeno que se iguaya: a diferencia de lo que sucede con el relato nacional en otros en el caso de Uruguay existe un amplio espacio de consenso sobre el y no aparece la lucha entre una hi yun relato revisionista Esto no significa que no haya polémicas sobre el sentido de algunos episodios iste un acuerdo amplio respecto del marco conceptual en en el que se identifiea a los pa ruccién de la - La estructura del relaco enfrentaron a estos partidos en el mnalidad politica. De lo XIX como Ia etapa fundacional de la ‘extrajo la conclusién de que son los i gia asi abrazado al principio del orden y de la ley; el libertad, aun cuando esta no fuera otra cosa en m aun cuando no pasase de ser autoridad por los métodos restrctivos (Pivel, 1942, I Es evidente que en ef relato de la historia nacional uruguaya esos partidos os han sido sobredimensionados; han aparecido como los elementos trasciende ampliamente, al pretender comunidad entera en todo su desarrollo ico. Porotra parte, en esta configuracidn los partidos resultan ser entidades Ya que se los presenta como ino que desde el momento de su surgimiento ya se los presenta 3s simbdlicos plenamente configurados. De esta forma, todo el devenir posterior aparece casi predeterminado; las referencias temporales sirven simplemente para ider rrollo de ese programa evolutivo. Por lo tanto, esta Cantos Denast el espacio de la realidad hist6rica y, correlativamente, también aquello que se define como verdad histérica aparece permanentemente subo} lea dela permanencia de los partidos se vincula con ‘en cuanto coincide con el concepto de jo por décadas en las aulas. ico uruguayo hizo que se historia que se ha trasmit La presencia de los partidos en ol espacio viera como natural su centralidad permanente en el relato del pasado, y que algunos aspectos antes injustficables, como las vi fandacionales de la convivencia partidaria en el siglo XIX, resultaran legitimados siempre que se independencia del pais y de su supuesta prosperidad siempre ereciente serfa su mérito exclusivo, Pero desde finales de la década de 1960, cuando en Uruguay se instalé la ue cada vex més visible ce cuota de responsabi ‘mantuvieron su hegemonta pk odo. Tal responsabilidad resulta manifiestasise considera que en Uruguay el golpe de Estado de 1973 no ocurtié sorpresivamente: estuvo precedido por el progresivo deterioro de la institucionalidad, ya perceptible desde 1968, y el Presidente electo en 1971 ‘como candidato del Partido Colorado fue el autor del golpe de Estado. Durante eso, ninguno de los partidos jas para hacer jugar los mecani parlamentario. Todas las medidas polit fa etapa previa a la dictadus marcada por el permanente debilitamiento del estado de derecho, tuvieron la aprobacién técita de las mayorias compuestas por legisladores de estos partidos; vio cémo los argumento: desde 1968 para ficar el mantenimiento de rma uruguaya del ue el Poder Ejecutivo nedidas de segurida Hl debate sobre la historia reciente en Uruguay idos por los legisladores oficialistas colorados del Partido Nacional cada vez que se planteaba en lad de volver ala plena vigencia de la Con n En esta conflictiva etapa actuaron como ministros o legisladores algunas figu- ras que més tarde jugaron un papel politico estado de excepcién) fueron ctapa posterior a ka ‘ministro hasta noviembre de lictadura fuera electo dos veces Presidente de la Republica. Antes y después del golpe de Estado, el Presidente gol conté con la colaboracién de politicos de los dos partidos y cuando el Parlamento pudo mostrar un mensaje de apoyo de su antecesor, el di colorado (y entonces Embajador en Espafia) Jorge Pacheco Areco. El repaso de estos episodios ha iente: los partidos habian perdido ciega confianza de los ciudadas acarrear ala crisis y ala cui Pero a partir de la no democritico, en marzo de 1985, surgié un relato francamente contradictorio con la memoria conser- vada en la sociedad. En esta nueva version del pasado, la responsabilidad del 4quiebre insticucional recaia por partes iguales sobre los sectores de la y sobre las Fuerzas Armadas; aunque al momento del golpe la izquierda era laramente minoritara y, por defi res obedecian al poder po- tico que siempre fue ejercido por los partidos tradicionales. En dl relato del ido que aparecié desde entonces en boca de mu cestigos sobrevivientes desaparecieron por igu recayé sobre los grupos guerrilleros, por su accién y por desatar “Ios impulsos represivos de las Fuerzas Armadas” (Marchesi, 2002:140). Cortelativamente, los partidos tradicionales se atribuyeron el mérito de lasalida democratic, ya que fueron la vor de la sociedad durante buena parte ‘culminé, en marzo de 1985, con la asuncién presidenci liberacin posterior de todos los detenidos implicé estereotipar y repeti hasta el cansancio una interpretacién mo- lica del poder estatal sobre las causas y sujetos responsables de la isis sesentistay del desenlace ruprurista en 1973. Al mismo tiempo, Cantos Demast feel tipo de explicacién que desde entonce: apareci6 invocado en los discursos alas. Se trataba de una forma de cor Sn de los acontecimientos devolvia el protagonismo a los partidos tradicionales; aunque en este caso los hechos todavia estaban muy cercanos en tiempo y result6 inevitable que el relato chocara con la experiencia de los potenciales receptores. Es del caso sefalar que cuando Pivel Devoto es su relato estaban por cumplirse cuarefita aos de la que se considera la tltima ‘guerra civil uruguaya y, en cambio, en 1985, slo habfan transcuttido doce desde al golpe de Estado. La ensefianza de la historia de la venfa a poner cn cuestién toda esta interpretaci6n en la medida en que ponia en contacto | diferentes memorias que circulaban en la sociedad, y las confrontaba con las evidencias documentales de un pasado no muy remoto. Por lo tanto, cuando se discute la actuacién de los partidos en la etapa previa ala dictadura se esti poniendo en crisis su cardcter de entidades identficadas la medida en que puede sefalase la existencia de una etapa la que actuaron contra el interés nacional. De alli que cuando yencia de la historia reciente, yacusan de que esti desu propia construcci ica ya quedejan a la vista que ésta es tan p y tan sesgada como la que ahora cuestionan. En resumen, la historia re ppone en criss el lugar de los partidos en la explicacién del pasado al insertarlos en una dindmica y una localizacién diferentes de las que la historiografia les habia adjudicado. Pero este cambi de construccién de del relato bipar presentaba como la simple descripcién de la realidad, mientras que los demas es que eran puramente ideolég- como parte de la verdad fan naturalmente a los contenidos de ensefianza, mientras, ser excluidas porque eran visiones parcalizadas. Pero tradicionales la nota de ideolégico ha aparecido como una caracteristica comin a El debate sobre a historia recente en Uruguay todos los relatos del pasado y lo que ahora se reclama es la “igual participacién” de todas ls versiones en los contenidos que se leven al aula. De esta forma, se argumenta, las diferentes voces partidarias pueden establecer un didlogo que permita que el estudiante const supone que debe haber repres de la verdad para conformarse con reclamar apenas una porcién de relato del pasado. Desde estas nuevas posiciones, la estrategia apunté a ci mecanismo de seleccién y a proponer una forma mas plural de ‘como representantes parti- 1, sobre los temas debié haberse asegurado la diversidad y la objet rataba de una guia docente y no de contenidos, debié haberse considerado (| a docentes que no hubieran escrito sobre esa época” (Lorenzo, 2007. Subrayados mios). Esdecir, la calificaci6n técnica de los historiadores no serfa un dato relevante (como dijo el diputado Lorenzo, serfa mejor aiin si “no hubieran escrito sobre quese el senador Gallinal, podefa ser “diferente, o2 antes los antecedentes de los autores ceencel camino aqui propus timo término, se trata de la aplicacién de lo que en Uruguay se denomina légica del consenso, que desde el final de la dictadura ha sido un me- canismo muy utilizado para construir acuerdos a partir de posiciones politicas diferentes o atin antagénicas pero que en este caso aparece Hlevada a su més ‘extrema expresi6n. La concepcién social del conocimiento histérico De lo expuesto anteriormente se desprende que la yeupa un lugar central en fa culeura social uruguaya, donde son permanentes las referencias al Cantos Deuast riales, como es el caso de Juan Pi también ocupé la presidencia del érgano de direccién del Partido Nacional De esta forma la investigacién histérica qued6 configurada como una forma ta, en una confusa combinacién de investignci6 Jmpuso una idea casi mistica de del hi ‘consecuencia se fueron consolidando algunos conceptos que hoy se encuentran Jados en el sentido comin dea sociedad. En particular podemos mencionar idea de que la historia es el pasado, y aquella que supone que el simple jempo garantiza la objetividad del historiador. ficacién de la historia con el pasado supone que el caudal gif refleja la verdad de un proceso de acumulacién interpretativo. Para la fueron completadas o perfeccionadas por los ms recientes ya iguos resultado, el relato pyedominante sobre el pasado no admite modificaciones porque eso supone la admisién de un error: 0 bien estaban equivocados los ta historia sub specie acternitats es lo opuesto de la hist conocimiento en construccién, porel contratio, parece una ext inhibe su propia dindmica de desarrollo. Este esquema, producto del quchacer historiogréfico de la dirigencia , cre6 una poderosa matriz que configuré al pasado uruguayo y que cmergencia de las primeras generaciones de histoiadores prafo~ je aparecicron desdela segunda mitad n Jas herramientas tedricas y metodolégicas mas afinadas pero no las utilizaron para poner en cuestién cesta construccién. Siguiendo las tendencias historiogréficas de la época, di- ficaron las teméticas de la investigacién histérica y se desentendieron de Ia historia politica. De esta forma aparecieron obras muy innovadoras que se Fl debate sobre la bistoria recente en Uruguay de analizar instituciones 0 grupos sociales antes descuidados, pero on sin choques con la versin histérica conven ‘Aunque pueda discutirse que Pivel Devoto aceptara si lad Ia existencia de una historia social, es llamativo que se declaren sus yulos José P. Barrin y Benjamin Nahum, dos de los historiadores aque renovaron lh fia uruguaya a partir de la década de 1960 con las Historia rural del Uruguay moderno y Batlle, los estanci briténico. Asi las nuevas perspectivas se superpus lacos ya instituidos y con los productos de particulates parciales 0 rasg¢ investigacién de un his de un particular, cualquiera fuera su capacitacién. La profesionalizacién del ‘quehacer historiogréfico no signifi un ineremento de la consideracién social del conocimiento ‘Ms reciantemente, a dif a agravar evta situacién. En esta era del restigo encuentran construidos desde la historiografia. La revalorizacién de la memoria ha traido ‘como consecuencia una devaluacién correlativa de la investigacién hi ya que no se coneibe una historia que no tenga sesgo itancia visible, aunque el historiador no tenga $n da por resultado una extrafa pluralidad de voces. jzado por los historia- dores, los politicos-historiadores de la primera mitad del siglo XX impusieron una fuerte jerarquizacién (sin duda, muy vinculada al poder social que detentaban sus agentes), donde las construcciones pos crarias o ensayisticas tenfan un valor determinado dentro de su mbito especifico, sin que pudieran aspirar al starus de conocimiento que detentaba Ia historia. Pero fa situacién actual bien es Cantos Demast propone la equivalencia epistemolégica de todos los relatos, y por lo tanto las afirmaciones de un historiador pueden ser rebatidas por la vaga evocacién del episodio o por la cita de una obra literaria. Es asi como se puede apreciar el sentido de las intervenciones de los legisladores que reclamaban que pattici- paran “representantes p: 3” para lograr “diversidad y objetividad” (apa- rentemente dos términos sinénimos). En el contexto polémico del debate que invoctbamos al comienzo, se oyeron todo tipo de versiones sobre la forma como habfan ocurrido en realidad los acontecimientos; y muchos que habian vivido alguna experiencia o que conocian al con el talante de quien asi saldaba defi la obvia afirmacién de que no es historia cualquier discurso sobre el pasado, aparecié como una audacia en cuanto pretendia marginar de la discusién a muchas voces que, aunque irrelevantes desde el punto de vista historiogréfico, ran consideradas prest Pero aunque se admite en general que todos los relatos sesgo partida la idea de que la simple distancia tempor centre el acc atecimiento relatado y la construccién del relato iador. En el pasado, el hecho de que los hist rantiza la obje- lores fueran males no fue Puede re- formé en historia sultar un tanto misterioso el modo en que lo politico se objetiva (es deci tiempo liberara a la historia de esos indeseables componentes partidistas: un politico militante podfa ser considerado a la vez como un historiador objetivo, siempre que se ocupara del estudio de épocas remotas. Si bien no existe un ctiterio definido respecto de cudnto tiempo debe transcurrir para lograr este «efecto, la confianza en la fincién depuradora del tiempo parece muy artaigada; no sorprende que Tomés Linn, uno de los columnistas de la revista semanal Biisqueda, afirme que en el relato de la Gltima dictadura uruguaya “...solo la idad de enmarcarlos en procesos de largo ” (Linn, T,, “Los claroscuros de Seregni, Ferreira y Medina”, Bisqueda, 30/8/2007: 6. Subrayado mio). ‘Aparentemente no se repara en que esta suposicién es fuertemente contra- dictoria con el concepto de partidos tradicionales tal como se los entiende en Uruguay. Estos partidos construyen su relato del pasado en torno a la tradi Eldebate sobre l ria reciente ns Uruguay pasado forma parte del presente como uno de los clementos que lo configuran. Por lo tanto, el paso del tiempo nunca puede lograr que un episodio partidario ‘quede definitivamente atrés en el pasado: siempre que se lo invoca se lo trae al presente y de esa forma puede ser utilizaclo como un arma politica que interpela al propio partido Esta caracterfstica ha quedado en evidencia en un episodio reciente. A fines del afio 2007 se publicé una carta fechada en 1820, enviada por el oriental Fructuoso Rivera al caudillo entrerriano Francisco Ramirez, en la cual Rivera le pedfa tropas para enfrentar y matar a Artigas. El documento involucraba a Rivera—que fuera el primer presidente constitucional de Uruguay y que ademas es considerado el fundador del Partido Colorado y lo mostraba conspirando contra la vida de José Artigas, el héroe por antonomasia de Uruguay. Como Astigas es el referente inexcusable de la historia nacional uruguaya, la carta mostraba a Rivera, y por extensién a su partido, como un traidor a la causa nacional. Por esa razén el actual Secretario General del Partido Colorado (el ex presidente Julio M. Sanguinetti) se consideré obligado a salir ala prensa para dar la interpietacion correcta del documento (y por ende, al partido que él fund6) de cual cia, el caso demuestra la vacuidad de la del pasado, y arroja luz sobre la falacia que se encierra en el cuestionamiento alla investigacién histérica sobre la dictadura y sus consecuencias. Entones, cs ilizados contra la ensefianza de la ientos narrados, no periodo post-colonial cevidente que uno de los argumentos més historia reciente, la proximidad temporal de los acont parece aceptable ya que todos los hechos ocusridos en luye en una disyus nal, 0 ésta tambié ico, y entonces aquel argumento se jente es tan posible como la historia tra Esa concepcién lineal de un tiempo homogéneo y estitico subtiende el argumento que considera teéricamente imposible la investigacién del pasado reciente, ya que ésta estaria atrapada por una insoslayable contradiecién enun- historia no puede dar cuenta de los hechos recientes. Es necesatio que transcurra una imprecisa pero importante cantidad de afios para que los aconte- ‘imientos se transformen en historia, y recién entonces pueden ser investigados y cnsefiados en las aulas. Siesta posicién lograra imponerse, se produciria un corte clativa Cantos Demasi epistemolégico relevance en la percepeién dela realidad que crearfa una divisis radical entre e/ pasado (que ya estd estudiado y conocido de forma definitiva) y los hechos recientes que estin muy mezclados con la dimensién politica. Visto l conflicto existente entre la vision del pasado surgida desde los partidos y la ‘que surge de la investigacién histérica, no queda claro en qué momento esos hhechos dejarian de ser recientes y quedarfan integrados al pasad, Pero esta idea de la acci6n del tiempo hace 8 le otra dimensién que ex- plica la preocupacién de los dirigentes de los partidos tradicionales frente a este proyecto de ensefianza: los historiadores que se identifican personalmente con Ja linea de alguno de los partidos han, prestado muy poca atencién al pasado reciente, ya que admiten que éste no puede ser visto como historia. Por cierto ‘que los cpisodios de la apertura politica del final de la dictadura son invocados permanentemente en la épica de todos los partidos y especialmente en los amados tradicionales; pero los historiadotes que se alinean con esos partidos no se han ocupado de la reconstruecién histérica del pasado reciente, sino de episodios més remotos considerados fundacionales en el universo simbélico de cada colectividad p Batlle y Ordéfiez hasta de Aparicio Saravia, cau y comienzos comentamos, aparece identifcada con las opiniones 8 del autor, y su actividad no tiene el control de la profesionalidad 0 del rigor académico. Este panorama se vio radicalmente convulsionado por la decisién de con- vocat a historiadores con formacién académica para encargarse de acercar la historia reciente a los docentes, como la que se efectué a fines de 2005. Las dirigencias politicas percibieron un problema: no podrian controlar la construc cién de esta versi6n del pasado que se trasmitirfa en las aulas; y es reveladora de esta preocupaci6n la resolucién del Directorio del Partido Nacional que recomendé a docentes c historiadores de su partido que se inscribieran en el Iamado realizado por el Codicen. El papel de la educacién como formadora de ciudadanos Lasociedad uruguaya tiene un concepto muy alto del papel de la educacién, para configurar aquellos aspectos que definen una identidad nacional uruguaya. debate sobre la historia reciente en Uruguay Segin el relato que circula en la sociedad, alrededor de 1875, cuando el pais se encontraba anarquizado por la ignorancia y el salvajismo de las costumbres, José Pedro Varel fundiendo un nuevo modelo de escuela Iaica, gratuita y obligatoria. La introduccién de estas reformas coincidié y acompafié el profundo proceso de modernizacién de la sociedad uruguaya que culminé a comienzos de siglo pasado, y esta coi a tenido como efecto que en Uruguay se ique de manera automAtica educacién con ‘cambio social. Sin dada la difusi6n del sistema escolar tuvo su influencia en ese pero el imaginario social tiende a crear una vinculacién mecinica entre el sistema educativo y el proceso de modernizacién. Como ‘consecuencia, se atribuye alos docentes una poderosa capacidad para configurar la personalidad de los alumnos; sien el pasado los maestros fueron capaces de transformar alos gauchos en empleados de comercio, sin duda en el presente pueden provocar transformaciones similares. Por esa raz6n, tiene sustento social fa idea de que aquello que el docente ensefia en el aula se transforma rn una verdad que es recibida de manera acritica por las tiernas mentes de los jévenes. Se supone que con su discurso, el prof sor determina lo que el alumno debe pensar, de una forma tan poderosa que condiciona irremisiblemente su personalidad futura. La fuerza de esta conviccién es muy grande (especialmente entre aquellos que no tienen experiencia docente) ysirve de sustento a una de as afirmaciones is persistentes del pensamiento conservador uruguayo: que el crecimiento del Frente Amplio desde comienzos de la década de 1970 se explica funda- ‘mentalmente por la accién del sistema educativo. Asi, se afirma generalmente docentes de Secunda sobre los resultados electorales ha is A. Lacalle ha hablado de una “operacién gramsciana” (Lista 71, 2005), levada adelante de forma unsnime y persistence en las aulas desde comienzos de esa década, con el objetivo de ‘convertira los alumnos en izquierdistas y asf asegurar el triunfo de la izquier- daen el largo plazo. Por esta razén, una de las preocupaciones principales de los gobicrnos posteriores a 1985 ha sido el control del sistema educativo y el ramiento de los docentes. Esta vocacién reguladora se manifests por el ico-partidario de los cargos de direccién del sistema: aunque todos los niveles dela ensefianza no universitaria estin dirigidos por Consejos plaripersonales designados por el Pod hasta 2005 sélo estuvieron integrados por representantes de los partidos tradicionales, También concurtian cn esa diteccién las (no siempre) veladas amenazas a los docentes para que se Cantos Denasi abstuvieran de incursionar en temas delicades. Esa gobernantes sobre el sistema educativo resultaba una perma- ‘con la reiterada afirmacin de la importancia de introducir reciente en el sistema. Desde 1985, cuando algunos dirigentes politicos o las autoridades educativas formularon cuestionaron a idencia tan directa de los ido que se le ha a ensefianza no religiosa (como es mente “neutral”, 726 por la politica negadora aplicada ivos gobiernos respecto de los crimenes dela dictadura. De acuerdo ‘oficial, en los procedimientos militares incurrieron en exceses que muerte de algunos detenidos; pero se rataba de hechos aislados y sistemitica. Asi pudo afirmarse, como lo hizo reiteradamente je la dictadura en Uruguay no tenia casos de desaparecidos ni de nifios secuestrados; asi aparecia como ur: égimen compasivo y sobrio, @ 4a uruguaya, lo que lo diferenciaba de otros de la regién. Este relato, impuesto desde los niveles dirigentes del Estado, representaba en sf mismo una historia oficial fuervemente sesgada que chocaba con las denuncias de los familiares de las victimas y con la informacién que circulaba en la sociedad. La persistencia del pocta Juan Gelman, que a fines de la presidencia de Sanguinetti reclamé que el gobierno uruguayo investigara el paradero de su nuera que desaparecié poco de dar a luz, puso nuevamente a la vista las “cuentas pendientes” del régimen militar y cuestioné con fuerza la idea de una dictadura tan benévola. La empecinada negativa de Sanguinetti a dar curso ala investigacién se derrumbé de un golpe a pocos dias de producido el recambio presidencial de marzo de 2000, cuando el Dr. Jorge Batlle recibié a Gelman y confirmé Ia desaparicién en Uruguay de la joven y el hallazgo de su hija nacida en cautiverio. Como derivacién de estos episodios, en agosto de ese afo se creé la “Comision para 4a Par” para que se encargara de “compilar la informacién” sobre los crimenes el Informe Final de esta Comisidn se icinco casos de desaparecidos en Uruguay; el gobierno uruguayo terminaba reconociendo oficialmente la evidencia de los crimenes y recomendaba que con ka ve provocaron ‘Se promueva y fomente, a todo nivel, con especial énfasis en los planes de estudio en general y en los procesos de formacién de docentes y educadores El debate sobre a historia recente on Uruguay realidad que vivib sdiados de los aftos y veraz y permita en- ccausas y los Factores 10 de los periodos blica Oriental del é i le los restos de los desapa- Se entiende por qué cl compromiso de busqueda del recidos anunciado por Tabaré Vizquer provocé un cambio radical en la realidad politica uruguaya, y puso en crisis terminal esta construccién dela realidad asi ‘como la versién del pasado que le servia de fundamento. Repentinam prensa comenzé a denominar “dictadua’ al gobierno militar; los desapa 3s secuestrados tecuperaron fueron designados como tales y los torturados y los secuest su vory pudieron relatar su experiencia ante las cimaras de TV. Las denuncias carcelados el ex dictador Juan Maria Bordaberry y su ministro de Relaciones eer Carlos a ‘acusado de complicidad en el Plan Céndor. Esta uaciOn repercutié con fuerza sobre la sociedad y més directamente sobre los alumnos, que plantearon directamente sus dudas a los docentes; aunque cen este caso ya no se trataba solamente de zgué pass durante la dictadura? sino también de jpor qué recén ahora? El hallazgo de restos humanos en los cuarteles se acompahé de la publicacién de un extenso informe oficial claborado a parti de documentos que se conservaban en archivos, proporcionaron la sociedad en general (y alos docentes en particular), una publicacién que reunfa “datos duros y materiales documentales ae d paso cael Rs por el Estado red organizaciones de derechos humanos. Esto puso a la historia reciente en el mismo satus epistemoldgico y académico que la hitoria nacional ensefada tradicional- rulas. Asi se verla concretada, finalmente, la voluntad reiteradamente expresada idades anteriores que recomendaban la ensefianza de “a triste realidad que vivid el pais’ en el pasado reciente; aunque ese logro despertara poco ‘entusiasmo en quienes antes habjan pasado por set sus impulsores. Para concluir jidente que el es de los que se Si se ha seguido el desarrollo hasta este punto, resul problema de la ensefianza del pasado reciente en Uruguay Cantos Demast resuelven eae simple paso del tiempo, cuando todos los prota el contr: istas hayan, dela indole de problemas que reclaman un esfuerz0 solucién, Desde Ia perspectiva expuesta en este trabajo, no resulta llamativa la con- tradictoria reaccibn de los sectores dirigentes los partidos tradicionales ance elanuncio de un plan para llevar efectivamente a las aulas la enseftanza de este period. Esta vigorosa n en las aulas los encontré apar- tados de los érganos de decisién y ademés no tenian produccidn historiogréfica sobre el periodo, que pudiera contrastarse con los datos que ahora cis Creo que ese contexto (para ellos tan gesfavorable) es lo que explica tegia que apunté a desacreditar todo el proyecto de ensefianza considerindolo como una historia oficial, sesgada para adoctrinamiento politico de ki por parte del Igualment de esa forma el mencionado proyect insforma en historia oficial cuando es promovida al (politica); y aceptemos que esta es muy negativa como sefianza porque es sesgada, imperfecta y dogmitica, y afecta la mente de los jévenes. En esta afirmacién esté implicito el principio de que desde el poder siempre puede construirse una historia oficial, y que ésta sera recibida y aceptada por la sociedad y especialmente pot los ids j6venes. Mas allé de su grado de certidumbre, esta afirmacién revela una muchos agentes politicos y de buena parte de la poblacién, Pero como vimos, desde 1985 la historia reciente formé parte del debate social y su ‘ensefianza fue (declarativamente) estimulada por los gobiernos democt Entonces surgen naturalmente las preguntas: ;qué historia reciente quer los partidos que hoy son oposici6n, cuando estaban en el gobierno?, raron, en qué condiciones y con qué controles académicos Es evidente que por su sola existencia la ensefianza del pasado reciente pone en cuestién toda una estructura de pensamiento hegeménico, todavia vvigente en Uruguay. Y no parece inconsistent ubicat en este cuestionamiento el centro del problema. Desde el final de la di tuvo como objetivo principal por la autoridad contenido de conviccién squiénes la ura, el relato predominante del pasado reciente construccién de una legitimacién conservadora del poder social; y este debate puso a la vista algunos aspectos importantes de Eldebate sobre ls bioria reciente en Uruguay a esta ces construccién. Tal vez quede més el forma de pregunta: en que lugar se localizan aspectos tan diversos como los que acabamos de repasar -l valor de la ensefianza, el concepto de la historia como isciplina y el rol histérico de los partidos politicos para que un solo hecho, la ensefanza del pasado reciente, pueda impactarlos tan directamente? La respuesta cerviene en la sociedad uruguaya parece encontrarse en que! sobre el centro mismo de social, y precisamente en lo que parece ser st : entendida como el espacio donde se resuelven los problemas de legitimacién social. En este sentido, la construceién basada en un determinado relato del pasado reciente ha servido de legitimacién ideologica de laautoridad. Bl repaso se ha mezclado con una determinada y especifica di dn de culpas y m ia con lacrisisa fines de por A. Rico’ de los hed de responsa proceso de los acont ios sesenta, El efecto sobre la sociedad ha sido descr lizacién y relegitimacién de lasoc’cdad urugea~ del pais como de los El proceso de reinstitucio yaposdictaduraincorporé el ratamiento del historia uno de los ejes del politico, una especie de prolongaci recursos ideolSgicos del Estado para reeabar la obediencia alos uruguayos Bote tratamiento loge, finalmente, disolverl cardcter épico de a historia

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