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MUELLE OESTE D 5 > a ag ° Maurice Koch La accion en un Monique barrio extremo inc] de una gran Cecilia ciudad portuaria CEs cortada en dos Clara por un rio. En un Ea tinglado de! Rodolfo antiguo puerto, un paisaje lunar Charles frio y desolado. Fak «Abad» Un alba de tempestad de nieve, dos anos antes, Charles, que volvia en el Ferry, fue advertido por los obreros que cruzaban cada mafiana y que se embarcaban para trabajar en el puerto, de una presencia anormal e inquie- tante a lo largo del muro exterior del hangar. El se acerco y percibid una especie de bulto, oscuro e inmévil, medio cubierto por la nieve, que se pare- cia ligeramente a un jabali muerto o adormecido. Se acerco; cuando estaba a dos metros, la forma se enderez6 bruscamente, grande, inmensa, agitada por temblores, los ojos brillantes y con un gorro de nieve en la cabeza: pro- ‘nuncié algunas palabras ininteligibles que hicieron reir a Charles quien, rete- niendo las Ultimas consonantes, probablemente inglesas 0, quizas, arabes, bautiz6 provisionalmente al animal. Después, como estaba de muy buen humor, lo cogié por el brazo, lo metié en el hangar, le encontro un rincén donde el extranjero estuvo al abrigo de la nieve. Dispuso algunos cartones para darle calor y, luego de verlo acostarse, desprendiendo un intenso vapor de todo su cuerpo, Charles se alejé silbando y volvio a su casa. «El se detiene para orientarse. De golpe mira sus pies. Sus pies han desapareci- do.» Victor Hugo Ante un muro de oscuridad. ruido de un motor de coche al ralenti, no lejano. Entra Monique. MONIQUE.-zY ahora?, {dénde? ;Por dénde? ,C6émo? jDios mio! {Por aqui? Es un muro, no se puede avan: Zar; no es ni siquiera un muro, no, no da de nada; podria ser una calle, una casa, el rfo, un descampado, un agujero asqueroso. No veo nada, toy cansada, no puedo mas, tengo lor, me duclen los pies, no se dénde ir. {Dios mio! Y si de repente alguien, algo, apare- era en este aguje tud deberfa toma io- nar si un tio, varios tfos, todos los tos del mundo, me salieran al paso rode- ‘ndome? Me gustaria tener un aspec- to normal pero a esta hora, aqui, con esta ropa. ;Voy lista! Oigo ruidos, oigo perros, estamos rodeados de perros salvajes que trepan por los escombros. Tendria que haber inten- tado llegar hasta aqui con el coche: quiza con la luz de los faros podria ver, al menos, qué es lo que se arras- tra por el suelo. Estamos ante un muro, Maurice, no podemos seguir avanzando, Digame qué hacemos, ahora, digame en qué agujero prefiere que caigamos. Entra Koch. 34 KOCH. é exactamente donde estoy MONIQUE.-;Exactamente! jFantasti co! {Qué fuerte! jExactamente! ;Qué maravilla! Pues apafese usted solo ya que lo sabe todo tan exactamente. Al fin y al cabo no soy ni su madre, ni su mujer, ni su nifiera. No pienso jugar- me el pellejo por un capricho suyo. KOCH.-No se juegue nada, Monique Regrese MONIQUE.-;Regresar? ;Pero como quiere que regrese? Tengo las Iaves del coche KOCH.-Yo volveré por mis propios medios. MONIQUE.~;Sus qué?, sus medios? qué medios? {Dios mio! ;Pero si ni siquiera sabe conducir, si no distingue la derecha de la izquierda, usted hubiera sido incapaz de encontrar este puto barrio, de estar solo, no sabe hacer absolutamente nada solo. Me gustaria saber cémo piensa vol- v KOCH. Llamaré a un taxi MONIQUE.-;Perfecto! un taxi. |Muy bien! Busque un teléfono, busquelo: espere que pase un coche por aqui espere. {Dios mfo! Estamos perdidos en un estercolero y usted me habla de taxis. KOCH.-Hay un ferry que hace el tra- yecto hasta el puerto nuevo dos veces al dfa, Recuerdo perfectamente dén- de se coge. Pasa a las seis; lo cogeré. MONIQUE.-zY yo? ;,Qué hago yo? No puedo dejarlo aqui ni puedo irme por- que soy yo la que sabe conducir; con la responsabilidad de haberle traido hasta aqui, y usted que no sabe hacer nada por si mismo, y su jodido ferry que puede que ni exista, verdadera- mente voy lista. Al menos podrfan haber dejado el alumbrado publico, se verfa un poco. Hay algo en el suelo que resbala, y qué es. En mi familia, figtrese fama de tener vista de lince hasta tal punto que dejaron de ence- rrarme en el s6tano como castigo Pero tan oscuro, asi, no, no lo habia visto jamas. No tendria que haber dejado las Iaves puestas, solo falta que nos lo roben. {Dios mfo!, horas atravesando estos barrios sin luz ni indicadores. Ademdas tengo la sensa- cién de que nos miran, Maurice, se lo aseguro. (Pausa. Ruido del motor de un coche lejano.) Antes aqui habia farolas, era un barrio burgués, nor- mal, animado, lo recuerdo perfecta- mente. Hab{a parques con arboles, coches, cafés, comercios; habia viejos que atravesaban la calle, ninos en sus cochecitos. Era un barrio de artesa- nos, un mundo normal, inocente. No hace tanto de eso. Pero hoy, {Dios mio!, cualquiera, el més inocente que se perdiera aqui a pleno dfa seria masacrado a pleno sol y su cadaver tirado al rio sin que nadie sofiara encontrarlo. La culpa es de los alquileres bajos. Tendrian que haber animado a los propietarios a subirlos, tendrian que haberlos forzado, aunque no hubieran querido. Las cucarachas, las ratas y las cucarachas han invadido este lugar como hordas vencedoras; los propie- tarios han dejado resquebrajarse los muros, los vidrios rotos no han sido reemplazados, los viejos han muerto; y los comerciantes han acabado por desertar de este barrio y hoy, estos edificios, kilémetros y kilémetros de calles, no reportan ni un duro, niun céntimo a nadie, nada, nada. |Qué asco! Dios sabe quién vive aqui aho- ra, Dios sabe quién nos esta mirando en este momento (Pausa. Silencio.) Venga, Maurice: diga algo, no tengo Ia intencién de hablar sola toda la noche. El motor esta en marcha, acér- quese. (Silencio. Koch se aleja en la oscuridad.) No vaya hacia alli, Mauri ce, el suelo resbala y usted lleva zapa tos de ciudad. (Largo silencio.) Mau- rice, Maurice, no hay bicho viviente aqui. (Silencio.) ;D6nde esta? No veo ada, no oigo nada. El motor, Ya no lo oigo. No me deje sola, no me deje sola, (Choque del agua contra la roca.) iMaurice! Una repentina brecha se abre entre las nubes e ilumina furtivamente la fachada del hangar y la autopista desierta sobre la que cae una silenciosa luvia de hojas; regresa la oscuridad y permanece el cha- poteo del agua contra las paredes. MONIQUE.-iDios mio! eocoo Interior del hangar; abertura que da aa la autopista. Koch entra y se apoya en un montante. KOCH.-;Podria, por favor, ayudarme a cruzar el hangar y levarme a la orilla del rfo, alli donde hay una magni vista del nuevo puerto, donde se toma el ferry? Soy demasiado torpe para cruzarlo solo; zy también a coger dos piedras gruesas para meterlas en los ? Le prometo no pedir nada mas. No piense cosas raras; soy inocente de todo aquello que se pueda imaginar al ver a un hombre en este sitio y a esta horas y con un objetivo dificil de vinar; sé que entonces se piensan di mil cosas distintas, mil razones de las que ninguna es acertada. Le pido que me crea. Pero es cierto que no voy calzado para andar por aqui, que mi memoria no es buena para orientarme en la oscuridad, y que esto ha cambiado tanto, que necesito ayuda para pasar al otro lado; alli puede que haya luz para que busque las piedras yo solo; entonces le daré las gracias y ya esté 35 El caso es que dinero, lo que se dic dinero no uso desde hace tiempo: usted debe saber que el dinero en monedas y en billetes hace tiempo que no se usa, como en la Edad Media, bueno, no sé mucho de histo- ria. Como mucho se leva encima lo justo para beber una copa o comprar tabaco, pero como he dejado de fumar y ya no bebo, tinicamente Ievo encima las tarjetas de crédito. Quiero darselas, si sabe utilizarlas; yo sé que no es facil, pero si sabe, mejor para usted. A mi me importa un rébano. (Avanza unos pasos, pone la cartera.) El ferry se coge alli, estoy seguro Quiero ir allf. Es una raz6n honesta, supongo, que justifica mi presencia aqui; en cualquier caso a usted no le importa; quiero ir alli. (Busca en sus bolsillos.) Tengo un mechero. Un Dupont. Creo que funciona con una especie de recambio, no sé. Y unos gemelos, son de oro; y también un anillo. (Lo saca de su dedo) Bagatelas (Avanza, pone los objetos en el suelo, retrocede.) El reloj no me apetece dejarlo en cualquier sitio, podrian pisarlo. Es un Rolex. Creo que funciona con una especie de pila. No sé. Es uno de los mas caros. (Se lo quita.) Le juro que me duele dejarlo. Creo que porque fui yo el que lo compré, sin raz6n, en Ginebra, un dfa que pasaba por una joyeria; no s como este anillo, y lo demas, rega- los, fruslerfas. Le aseguro que me duele dejarlo en el suelo. (Le tiende la mano. Revuelo de pajaros cerca de él.) Tenga cuidado, por favor, tenga cui- dado de no pisarlo. (Avanza, deja el reloj en el suelo, vuelve a su sitio.) Ahora que ya no tengo nada, aytide- me. (Charles le coge del brazo.) CHARLES.-(Bajo.) Los otros le estan 56 esperando ahf, al otro lado, como gili- pollas, como si fuera a llegar por el rio, en una lancha de la policia y a plena luz; pero yo sabia que vendria por detras, como los cerdos; estaba seguro porque yo hubiera hecho lo mismo. Seguro que no pensaba encontrar a alguien tan listo como usted; se hubiera equivocado si hubie- ra crefdo que aqui todo el mundo es tonto, Por eso no sacar de nosotros ni un error, ni una ilegalidad, nada. De mi no en todo caso; hablo por mi Antes incluso de que usted bajara del coche ya lo habia localizado, habia ofdo el motor; incluso habia reconoci- do la marca: Un Jaguar, lo reconozco aunque sea el pensamiento de un Jaguar el que pase por la cabeza de alguien, por eso estoy aqui. Cuando el otro dia vi que el ferry no paraba aqui, les dije a los otros: no os pongais nerviosos; a lo mejor estén en huelga, o averiados, o van al desgua ce. Pero cuando por la noche entré la nifia a decirme: han cortado el agua, supe que iban a intervenir. Rapida mente comprendf que no se corta el agua si no se esté decidido a interve- nir, es la tiltima cosa que se corta, por los incendios. Cuando hacen eso es que estan decididos a aplastar hasta la ultima de las ratas. Pero han olvidado que las ratas son mucho més astutas que los hombres; hablo por mi Les dije a los otros: desconfiad, estén al acecho; os estan mirando, os estan vigilando; van a espiar vuestra mini ma respiraciGn, vuestro minimo mov miento, vuestro minimo sueno; y si sospechan, desde el otro lado, la mas minima ilegalidad en una de vuestras respiraciones, o en uno de vuestros suenos, vendran corriendo, la arran- cardn del silencio de vuestras guari- das, la engordaran y la haran crecer, y la convertirén en un crimen que mos trardn a toda la ciudad y, entonces tendrén raz6n, y nos habremos deja do coger por unos gilipollas con razon (Mas bajo atin.) ,Queréis que aban- donemos estos lugares, no? Habria que ser mas ratas que las ratas para querer vivir aqui. No queda ni un café, ni una discoteca, ni una mujer: no queda ni luz, ni ferry, ni agua. Ten- g0 trabajo, un trabajo decente, que me esté esperando en el puerto; un puesto de gorila en un club cuando yo quiera. Sepa que yo no tengo ningin motivo para hacerle dafo, sepa que no tengo ningtin motivo para ayudar- le. No tengo motivos para ponerme nervioso, tengo tiempo y tengo paciencia. Recuerde que, pase lo que Pase, yo estoy de acuerdo con usted. Recuerde que ha sido usted el que me ha pedido ir allf; y si yo le ayudo es que estoy de acuerdo con usted. El insomnio pone nervioso a todo el mundo. Por la noche no dormimos porque trabajamos, por el dia no dor mimos porque no hemos trabajado; asf que no dormimos nunca. Pero yo no necesito dormir, no estoy nervioso. Por eso le esperaba aqui, en la oscuri- dad de detras, como un cerdo; pero le digo que pierde el tiempo. No descu- brir4 nada. Mire a su alrededor, no encontraré nada; mire en los rincones, cave el suelo, registre las cabezas; no queda nada, ni el mas minimo suefio, en ningtin sitio. No hay mas que cor dura, por todas partes. (,Quién eres? El que ha visto al dia- blo. {Quién eres? Intento decirlo: vol- via Una noche por el gran jardin con la mochila del colegio, vi a un hombre bajo la farola vuelto de espaldas, me acerqué a él, volvid la cabeza, sélo la cabeza, tenfa la piel rosa y pelada y los ojos azules, dejé mi mochila y me salvé corriendo hasta la casa, intento decirlo; ;Quién eres?, una idea tarda el tiempo que tarda una hormiga en ir de los pies a la cabeza en llegar a mi espiritu, pero intento decirlo: Una noche mi padre se levanté como siempre se levantaba por mis herma- nos cuando tosian y temblablan de fiebre y yo no tosia ni tenia fiebre pero él me mir6, por la manana pidio a las mujeres que no me peinaran como peinaban a mis hermanos, que no me dieran de comer mas y que no viviera mas bajo el mismo techo que mis hermanos; después é1 me arranc mi nombre y lo tir al agua del ri con las basuras, intento decirlo; los niflos nacen sin color, nacidos para la sombra y los escondrijos con el pelo blanco y Ia piel blanca y los ojos sin color, condenados a correr de la som- bra de un Arbol a la sombra de otro Arbol y a mediodfa, como el sol no perdona ninguna parte de la tierra, a huir bajo la arena; para ellos su desti- no bate el tambor como la lepra hace sonar las campanas y el mundo entero se acomoda a ello; para otros, una bestia, alojada en su coraz6n, perma- nece Secreta y no habla hasta que el silencio reina a su alrededor; es la bestia perezosa que se despereza cuando todo el mundo duerme, y se pone a mordisquear las orejas del hombre para que él se acuerde de ella; pero cuanto mas lo digo mas lo escondo, por eso no lo voy a intentar mas, no'me pregunto mas quién soy. Dice Abad). eoc0°0 (El malecén del puerto. Una tenue luz se desparrama sobre el rio. Entra Char- les. Suena la sirena de un barco. Entra Koch. Revoloteo de aves.) KOCH.-Tengo miedo. CHARLES. iPor qué? KOCH.-No lo sé. CHARLES. {Tienes un arma? KOCH.~;Un arma? No. ;Por qué? CHARLES.-Un poli no vend sitio como éste desarmado. KOCH.-Yo no soy un poli CHARLES.—;Funcionario? KOCH-No. CHARLES.-;Detective privado? KOCH.-No. CHARLES.-Entonces qué? KOCH.-Nada, normal, nada en particu- lar. CHARLES.-Si es asf tienes motivos para tener miedo. (Muy bajo.) Son Weston. KOCH.~,Qué? CHARLES.—Los zapatos. KOCH.-No soy yo quien compra mis zapatos. (En voz baja.) ,Quién es? CHARLES.~;Quién? 3ST KOCH.-jAlguien en la sombra que me mira! CHARLES.-No te pon {Tienes un arma? S nervioso KOCH.-No, ya te he dicho que no. CHARLES.-Nadie vendrf: arma, sin tener un motivo. aqui sin un KOCH.-Yo tengo mis motivos CHARLES.-Entonces tienes un arma. KOCH.-jNo! CHARLES.-Si eso es cierto estas colga do, tio. (Charles se dirige hacia Abad escondi- do en la penumbra: hablan al ofdo. Regresa junto a Koch.) CHARLES buscando. -Pregunta que a quién estas KOCH.-A nadie. CHARLES.-Entonces, ,qué has venido a hacer aqui? KOCH.-He venido a morir. CHARLES.-;,Quién quiere tu muerte? KOCH.-Nadie, yo. CHARLI {Por qué? KOCH.-Por un problema personal, un asunto de dinero. Tengo que rendir cuentas por un dinero que no era mio, y que ya no existe. No puedo pre: tarme ante el Consejo de Admin: én. Mi reputacidn esta a punto de irse al traste, pero eso me da igual, lo que no soporto es contemplar mi caf. da. CHARLES.-Mal sitio has escogido para huir de la carcel. KOCH.-,.Quién habla de carcel? {Se imagina las monjas que me confiaron sus ahorros Ievando a la carcel a un hombre honorable? No tengo ni edad ni ganas de réhacer mi imagen. CHARLES.-¢Por qué no te largas fuera con el dinero? KOCH.-;Qué dinero?? Ya le he dicho que no sé qué paso con él, no me acuerdo. Quizé un poquito hoy, otro poco mafiana. No recuerdo haberme excedido. Soy un hombre de moderados, cometf un error: C uno se jubila no deberia aceptar un cargo de administrador donde nadic le vigila. CHARLES.(A Abad.) Ha venido en coche. No es policfa. No lleva un arma. No tiene una raz6n valida, esta colgado. (Abad dice algo a Charles.) Pregunta que por qué quieres arreglar tus Sucios asuntos aqui. KOCH.-Yo conocia este barrio. Busca- ba un sitio parecido a mf. Sélo necesi to que me dejen acercarme al rio y que me dejen coger dos piedras para meterlas en los bolsillos. No haré rui do, no quiero que me peguen, no quiero que me hagan dafio, ya no ten- g0 nada para dar. CHARLES.~; Has venido s6lo? KOCH.—Con una mujer. Ella conduce mi coche. CHARLES.~;,Qué pasa, no hay ferry? éHay huelga en el puerto’ KOCH.-;Huelga? ;Y yo que sé! Sier pre hay huelgas, ademas vivo lejos de aqui, no me meto en los asuntos del puerto, Charles y Abad hablan largo tiempo al oido, CHARLES.-Se muerto atraerii a. Dice que un ala policia KOCH.-Dile que todo sera répido. Bas- tan dos piedras para irme al fondo. No quedaré ni rastro, CHARLES.-Se niega KOCH.-Dile que dejaré una carta escri- tg librandoos de sospecha. Se la dais a mujer CHARLES.-No traga KOCH.-Suplicale. CHARLES.-No. (Bajo.) qué me das a cambio? KOCH.-Os lo he dado todo, todo, he el reloj. Ni siquiera lo ha recogido. ta CHARLES.-Yo no recojo nada. KOCH.-Llévese el coche CHARLI —No me has dado dinero. KOCH.-Le he dado las tarjetas. CHARLES.-Pero no dinero. KOCH.-;Pero eso es dinero! No conoz- co otro. CHARLES -En tus bolsillos. KOCH.-Los he vaciado, Ilévese mi cha- queta si quiere y déjeme en paz con el dinero. ,Qué queréis mas?, ,cien francos...? El dinero es cosa de men- digos, de salvajes, pero mis tarjetas no, ni mi Rolex, ni mi Jaguar, llévese- lo todo. CHARLES.-(Por Abad.) No me contes- ta, Esté colgado. Koch se acerca al agua y coge dos pie- dras, Charles le sujeta por la chaqueta CHARL a hacer? 'S.-gDe veras lo vas KOCH--Si. CHARLES.-;Por qué si lo tienes todo? Puedes irte donde quieras. Huelo tu dinero. Su olor me irrita los ojos. zPor qué lo vas a hacer? KOCH.-Déjeme CHARLES.~2Y las Illaves del coche? KOCH.-Puestas. CHARLI iY esa mujer? KOCH.-Se la queda. CHARLES .¥ los zapatos: KOCH.-Me los quedo. Charles mira a Abad, Abad mira a Koch, Koch se pone las dos piedras en sus bolsillos eoooo «El segundo dia, poco después del alba, cuando él reposaba en su litera, su segundo vino a informarle de que una vela extranjera entraba en la bahi Melville La autopista, por la noche, con el ruido del agua contra los muros. Entra Fak, seguido de Clara. Se detienen en la puerta del hangar. FAK.-Ya que has llegado hasta aqui, entra. CLARA.-Esta muy oscuro ahf dentro. FAK.-No mis que aqui fuera. CLARA.-Por eso, aqui esté oscurisimo. FAK.-No estar tan oscuro cuando te veo. CLARA.-Yo no te veo; para mi completamente oscuro. std FAK.-Si entras ahi conmigo te contaré una cosa a propésito de una cosa de la que hablaré si entras conmigo. CLARA.-No puedo. Mi hermano me daria una paliza FAK.-No se va a enterar. CLARA.-Aun asi no entro. FAK.-;Entonces por qué me has segui- do hasta aqui? CLARA.-He venido a tomar el aire, porque he bebido mucho café, en mi casa hace calor, no para hacer nada céntigo. FAK.-No te pido que hagas nada, s6lo que me dejes hacer; entra y yo me ocupo de todo. 59 CLARA.-Esté demasiado oscuro, soy muy pequeiia y tengo miedo. FAK.-Hay agujeros en el techo por los que entra la luz del puerto. CLARA.-zY cémo podria saber que es verdad para no tener miedo? FAK.-No tienes mas que cerrar los ojos. CLARA.-jQué tonteria! Si los cierro estaré completamente oscuro. FAK.-Si los cierras, puedes imaginar que estas a plena luz, que yo te llevo, que entramos juntos, los abres cuan- do yo te diga y a lo mejor no vale la pena abrirlos mas. CLARA.-Si al menos hubiera luz en calle, podria ver la puerta y decidir entro 0 no entro,/pero ahora no veo ni la puerta y né sé si quiero o no) Creo que no porque no veo ni puerta, hasta el punto de que sé que hay jina porque la veo cuando es de /de la misma forma que si no me haBlaras no sabria que estas ahi, y acabo teniendo miedo. FAK.-No te puedes pasar la vida con miedo, un dia u otro hay que dejar de ser pequena. CLARA.—Ademis, sé exactamente para qué quieres que entre; por eso no quiero, porque sé de qué se trata. FAK.-Si eres pequefia, no pueden saber Para qué quiero que entres, y si lo sabes es que no eres una nifla. Asi que no te montes historias y entre- mos. CLARA.-Quizé no lo sepa muy bien porque atin soy algo pequefia, pero estoy segura que no es nada bueno porque mi hermano me pegarfa si me viera contigo. FAK.-,C6mo sabes que no es bueno si no sabes lo que es? CLARA.-No sé qué es porque soy pequefia, pero no por ser pequefia me tengo que tragar lo que me dices. FAK €s bueno si no Io h: Pero cémo puedes decir que no probado nunca? Si lo hubieras probado y dijeras: No €s bueno, yo dirfa: tanto peor, no entramos. Pero yo sé que si lo proba- ras no dirfas: no esta bien, dirfas: esta muy bien, y entrarfas ahi dentro sin tanto cuento, Sé que no sabes nada, que primero hay que probar y des- pués decir: yo sé CLARA.~;Por qué no empiezas por decirme ‘aqui lo que querfas contar- m FAK.—Aqui no. Te lo diré dentro y te daré una cosa. CLARA.~,Qué? FAK.-Te la daré después. CLARA.-Yo no digo, por supuesto, qui- zs, que un dia, no pase dentro s alguien muy guapo me dice: «Pasa», pero el problema es que a ti te conoz~ co, y aunque esté oscuro sé como eres; entonces, sin querer ofenderte, no sé si eres tan guapo como para decir: «Con éste paso». Y «pasar» de los demas. FAK.-Td no puedes saber si un chico es guapo o no. Ti no sabes nada de los chicos, CLARA.~;,Cémo que no? Es muy fuer- te, sé mirar a la gente y decir: «es gua- Po» o «no es guapo». Eres td quien no puede decirlo, seria demasiado facil Son los otros los que dicen esas cosas. En serio, soy perfectamente capaz de elegir con quién entro o:no entro. FAK.-No siempre vas a poder mirar a los chicos con ojos de nina, y de momento no sabes dénde mirar para juzgarlos; después de probar podras decir: Qué idiota fui cuando dije que este chico es guapo, y no lo es, y que €se no es guapo, y ahora sé que lo era CLARA.-Si entro, ;qué has dicho qué me das? FAK.-(Tiende el puo cerrado.) Un encendedor. CLARA.-Yo no fumo. FAK.-De oro, con iniciales. (Se lo ense- fia). CLARA.-(Tiende la mano.) Vale, me lo quedo. FAK.~Te lo doy si entras conmigo. e CLARA-(Retira la mano.) Entonces no me lo quedo. Cuando se da una cosa no se pide nada a cambio. FAK.-Precisamente no pido nada CLARA.-;Qué no pides nada?... ;Qué fuerte! FAK~Yo no pido que digas: «si, entro contigo», te pido que no digas: «no, no entro». Te pido que «no hagas algo» luego no te pido «que lo hagas»; mientras que si te niegas estas hacien- do algo y yo no te pido eso. Al con- trario. CLARA.-Mi hermano me mataria FAK.-No lo sabra. CLARA.-Hay una sefiora detras de ti, mirandonos. Fak se gira, Monique est detras. MONIQUE.-;Habéis ofdo el pluf Estoy casi segura de haber ofdo el pluf de un hombre cayendo al agua (Se acerca bruscamente a Fak.) Es él, Maurice, su encendedor. {Qué le habéis hecho? (Se oye la caida de un cuerpo al agua.) ;Dios mio! Estaba segura. (Se lanza sobre Clara.) Sé amable, pequefa, dime por dénde debo ir, tengo que sacarle de alli. El agua debe de estar helada y sucia y llena de petroleo y él no sabe nadar. No se ve nada, me he perdido, llévame. (Fak rie.) Toma dinero, atin te daré mas. (Fak rie.) iIdiota! no te daré nada. (Se va en una direccion). CLARA-No es por ahi. MONIQUE.-Quieres hacerte de rogar, es asqueroso. (Se va en otra direc- cion.) CLARA.-Por ahi tampoco : MONIQUE.—;Por qué eres tan mala conmigo? z,Qué te he hecho yo? {Por qué eres tan idiota? Enséname el camino, s6lo la direccién, sefdlame al menos por donde. CLARA.-Coge mi zapato. (Le tiende su ‘zapato.) MONIQUE.-Me la suda tu zapato. CLARA.-Pues no te ensefio el camino. MONIQUE.—Dame, dame el zapato. ;Y ahora qué? {Dios mjo!, tengo prisa CLARA--Si tiene prisa no puedo llevar- la. No puedo correr con un solo zapa- to. (Fak rie.) MONIQUE.~(A Fak.) {Dios mio! Ayd- deme sefior. (Clara rie.) No diré nada del coche, sé que tiene las llaves, pero no importa, volveremos a pie. Al menos llévame junto a él, tengo que recogerle. (Fak le tiende la mano.) Lo sabfa, tiene usted cara de buena per- sona. Le recompensaré. (En ef momento de pasar por la puerta del hangar hacia donde Fak la arrastra.) Esto esta muy oscuro, no quiero pasar por ahi, estoy segura que hay otro camino. FAK.-Hay agujeros en el techo por don- de se cuelan las luces del puerto. No hay otro camino. MONIQUE.-jAh no! Por favor no me tome por una imbécil. (Se escucha el ruido de un cuerpo cayendo al agua.) Demasiado tarde, se acab6. (A Fak.) jlmbécil!, gpara qué quiere las aves? Con esa cabeza no podria andar un kilémetro con el coche sin que le detuviera la policia. Seré mejor que me dé las Haves inmediatamente antes de que me vaya de la lengua (Llora.) Es igual. Que se ahogue, que se le hinche el vientre, que se lo coman los peces... Que se convierta en un alga, en una ostra... me impor- ta un bledo. (Transicién.) Estoy muy harta de sus gilipolleces. Entra Koch empapado, traido por Charles. 61 MONIQUE.~;Dios mfo! (A Clara.) No te quedes ahi, como un jarrén, imbécil gno ves que esté empapado? Ve a buscar unas toallas. (A Fak.) Las la- ves, deprisa, no tengo intencién de criar moho en este agujero, hasta que se haga de dia, (A Charles.) Suéltelo. CHARLES.-Creo que se ha roto un tobillo. MONIQUE.-(A Charles.) ;lmbécil, traé lo! (A Clara.) ,Y bien? CLARA.-Yo no la conozco, no tengo por qué obedecerle como una criada CHARLES.-Clara. Date prisa MONIQUE.-Y también una camisa para hacer vendas. CHARLES.-(A Clara.) ,Qué has hecho con tu zapato? MONIQUE.-; Vamos, deprisa! CLARA.-(Mirando al cielo.) Mira! (Ella rie sefalando el cielo, se hace de dia de pronto.) (Koch se desmaya en brazos de Moni- que. Charles se acerca a Fak y tropieza con Clara que los arrastra hacia el han- gar, luz de amanecida. Fak observa en silencio desde lejos a Clara y Charles haciendo que no los ve.) CLARA.-(Reteniéndolo.) ,Es verdad que te quieres ir en el coche sin decir adiés, sin despedirte de tus padres? CHARLES.—Déjame, no tengo tiempo para hablar contigo. CLARA.-«No tengo tiempo, no tengo mpo». No das ni golpe y dices no tengo tiempo. Pues te advierto que lo voy a contar y se armard un follén gordo en casa, CHARLES.-Yo no he dicho que me lar: gue en el coche. Yo no he dicho nada. Eres muy pequefia para entende ciertas cosas. CLARA.-Ya no soy tan pequefia. Ayer empecé a beber café y no paré en toda la noche. Jamas habfa pasado unas noche sin dormir. ;C6mo consi. gues aguantar sin dormir en toda la noche? CHARLES.-Por el dfa la luz del sol me mantiene despierto, y por la noche hay que abrir los ojos para verlo todo bien y no se puede dormir con los ojos abiertos CLARA.-Los mfos se cierran continua- mente. Quiero conocer vuestros secretos. Llévame contigo, Charlic no quiero quedarme aqui sola cuidan- do de mama. ;Por qué tienen que ser ‘as las que carguen con todo mientras que los chicos se divierten? No es justo. {Me llevards contigo cuando te vayas? CHARLI ~jIrme? Yo no tengo coche. LARA.-(Seftala a Fak.) ,Y ése que tie ne las Ilaves y te estd esperando? Conozco tus secretos. CHARLES.-No me espera. Lo que yo tengo no es suyo. Lo que él tiene no es mio. Ti no conoces nada. CLARA.-Si. Si. Os conozco. Sois como perros, os mordéis, pero al minuto os laméis el culo. CHARLES.-Date prisa, Clara. No pue do hablarte. Estoy muy ocupado. CLARA.~;Ocupado ti? Si no trabajas nunea. Mama dice que la miseria ha cruzado el pasillo y esta en nuestra puerta y pronto estara en la mesa de la cocina. Mis amigas dicen que | miseria y las desgracias engordan a las chicas, y yo no quiero engordar Por eso no pienso dormir hasta que mi coraz6n esté tranquilo. CHARLES.-No te preocupes, estés muy delgada. Todavia no has sufrido bas- tante. CLARA.-Si te fueras, ,c6mo me defen. deria yo sola? CHARLES.-Todo el mundo tiene que aprender a defenderse solo. CLARA.-T&, enséname ti. Un hermano ha de ensefiar a su hermana CHARLES.-No tengo tiempo para ensefarte. CLARA.-Asf que te vas, sin decir nada. Voy a contarselo a mama, te lo juro. Voy a montar un drama, no os iréis sin que haya un drama. Quiero un drama. Yo quiero ir con vosotros, me ponéis nerviosa. Los chicos que se divierten entre ellos me ponen nervio- sa. Todo el mundo me pone nerviosa. Ese coche me pone muy nerviosa (Pausa.) Voy a beber café hasta que me muera. ,Hace falta mucho tiempo para aprender a defenderse sola? CHARLES.-Si, mucho tiempo. CLARA.-Empieza ahora, no tenemos demasiado. CHARLES.-Yo me defiendo bien, pero no puedo ensefiar a nadie. CLARA.-No quiero que nos digamos adiés. CHARLES.-Es muy sencillo. De repen- te, un dia ya no estaré; ti recordarés el dltimo lugar donde me viste y correras a mi encuentro. Y no estaré ahf, eso es todo. CLARA.-No quiero decirte adiés. CHARLES.-~Date prisa, ve a por las toa las que te han pedido. Clara suelta a Charles. Charles se acer- ca.a Fak, CHARLES.-La voy a matar. FAK.~(Por qué? CHARLES.-Porque te ha seguido. FAK.-He sido yo quien la trajo. CHARLES.-Da igual, una chica de su edad no tiene que estar en las calles. FAK.-Es que ha bebido mucho café. CHARLES.-No tiene por qué beber café a su edad FAK.-No es tan ceria como para no beber café. Lo que pasa es que eres su hermano y no te das cuenta de que po es tan erfa, al menos para no poder beber café. CHARLES.-Precisamente por eso, por- que sé la edad que tiene, no quiero que salga de noche. La voy a matar. FAK.-Era yo quien la seguia, te lo juro. CHARLES.-Entonces la mataré por darte la idea de hacer lo que has hecho. FAK.-Yo no he hecho nada. CHARLES.—La has seguido. FAK.—De noche es imposible saber quién sigue a quién. Te encuentras de cara con alguien sin saber por qué ni quién es. CHARLES.—Ti has intentado hacerla entrar ahi. FAK.-Yo no he intentado nada, te lo juro. Le he hablado porque la noche por casualidad nos ha encontrado. Y algo habia que decir para no parecer idiotas. CHARLI Le has metido mano. FAK.-Eso sf que no. Bueno... bueno. quizé un poco, pero ni esto es seguro porque no se veia nada. CHARLES.—;Hasta dénde la has toca- do? FAK.-No sé... puede que hasta aqui Pero de ahi no he pasado, estoy segu- ro, porque vefa lo suficiente. CHARLES.-No quiero que le metas mano en ningtin sitio, gte enteras?..., ni que se te pase por la cabeza la idi de hacerla entrar allf de noche, sin decirmelo. Es demasiado pequena para pensar por sf misma y para verte venir, deslizandote como una lagarti- ja, diciendo una cosa y pensando otra. Conozco tu técnica; pero luego sera demasiado tarde y tendré que ser yo quien la consuele. No quiero tener que consolarla. Prefiero matarla antes de que tengas un pensamiento sin consultarme si puedes seguir adelante. 63 FAK.-Te juro que nunca tendré tna idea sin pedirte permiso para conser- varla. De momento, tengo la cabe vacta. CHARLES.~;Me lo juras? FAK Te lo juro. CHARLES.-;Por qué estarfas dispuesto a jurarlo? FAK.-Por lo que quieras que jure, juro. CHARLES.-No sé por qué. No encuen- tro por qué hacerte jurar que nos sir- va alos dos a la vez. FAK.-Cuando lo encuentres me Io dices. CHARLES.~Jiiralo por... las llaves del Jaguar que levas en el bolsillo. K.-Te lo juro por esto. (Mete la mano en el bolsillo.) CHARLES.-No sé por qué estas juran- do. FAK.-Si sabes que tengo unas laves aqui, es que sabes por qué he jurado, y Si esa cosa nos sirve a ti y a mi. CHARLES.-Sacalas, que las vea. No intentes engaharme. FAK.~Yo no intento nada. No las saco y punto. CHARLES.-Entonces.... fifty-fifty FAK.-(Fifty qué?... Yo no te he pedido nada. CHARLES.-Ti la has seguido, le has metido mano y encima has pensado sin pedir permiso. La mataré. FAK.-Eres su hermano, ella es pequefia y es normal que le pegues, asf no ira por mal camino. Yo no digo nada, no Soy su hermano. CHARLES.-No cambies de Conozco tu técnica tema FAK.-Ti no conoces mi técnica, habla- mos de saber si podria, si se me ocu- rriera tener la idea de poner la mano donde yo quiera, y dejarla puesta; y la idea de hacer entrar a quien yo quiera y donde yo quiera, sin tener que decirselo ni pedirselo a nadie. CHARLES.-A mi entender, podrias (Le tiende la mano.) FAK.-Y que podria conservar la idea, por ejemplo, de hacerla entrar ahi dentro, aunque ella no sepa qué signi- fica, aunque sea mil veces pequefa, 0 mil veces mayor. Aunque tenga her- manos mayores y hacerla entrar cuan- do yo quicra, sin que nadie le pegue, ni la consuele, ni nada de nada. CHARLES.-Si tienes esa idea, la puedes mantener, no hay problema. Fifty fifty, y no hay por qué matar a nadie. FAK.—{Lo juras? CHARLES.-Lo juro. FAK.~;Por qué CHARLES.-Por lo mismo que ti has jurado, Fak le da las Waves a Charles. Aparece Cecilia. El sol se eleva en el cielo. Cuando Charles lo ve, cierra los ojos. Fak y Clara se miran. Salen por distintos sitios. cooce A los pies del muro blanco, inundado de Sol. Cecilia se acerca a Charles. CECILIA .-Dime, Carlos, dime qué piensas hacer para sacar todo lo que podamos sacar, para hacerle escupir para desplumar a este pajaro, para sacarle a ese viejo gallo hasta la ulti ma gota de su sangre antes de que pueda largarse con su gallina y todas huestras esperanzas y todo ei pastel sin dejarnos ni una parte en esta negra miseria sin agua, sin dinero andando a cuatro patas para lamer las meadas de los perros y beber el agua de la Iluvia de las basuras, mientras tu. Carlos, larva podrida al sol, estas dur miendo cuando tenias que estar rrado a su pelo como un murciéla; CHARLES.-No me lames Carlos y haz- me sombra. CECILIA.-Deja de dormir y contésta me. CHARLES.-No duermo. CECILIA.-Siempre duermes cuando te pregunto algo. CHARLES.-No, pienso en ello. CECILIA.-Es lo mismo. Siempre que hay que hacer algo, o ya te has dormi- do o atin estas durmiendo, siempre te veo, siempre con los ojos cerrados, hasta el punto que he olvidado su color, hasta el punto que cuando te veo me pregunto si es a mi hijo al que estoy hablando, si es ese gusano podrido al sol al que un dia traje de nuestro pais, hasta este pais con la esperanza de convertirlo en un ser humano de primera clase; pero hoy al verte, la esperanza que me mantu- vo en pie en la travesfa ha desapareci- do, y s6lo me queda este gusano igno- rante, incapaz y renegado, palido como la gente de aqui, vestido como la gente de aqui, mimado por el sol y las maneras y la pereza de cocodrilo de las gentes de aqui, que desprecié la escuela volviendo la’espalda a la res- petabilidad, obligado a trabajar en un trabajo sin nombre, de noche, un tra- bajo sin contrato, sin aumento y sin respetabilidad e incluso eso lo has echado a perder y ahora dando vuel- tas como un gusano en un charco mientas que ahf se esté secando nues- tro trozo de pastel que tt vas a dejar escapar sin que nos den las gracias como lo merecemos porque tt lo has sacado del agua. CHARLES.-No he sido yo quien lo ha sacado del agua. ci 1A.-Si, has sido ti, si, has sido tu, lo vi desde la ventana, ha de pagar por haber cajdo en este agujero, Car- los, hay que hacerle pagar. CHARLES.-No quiero que me lames Carlos. CECILIA.-Es tu nombre. ES.—Me llamo Charles. CECILIA.-No ante Dios, no ante Dios, ni ante mi CHARLES.-No me dejas pensar. CECILIA.-Deja de pensar y contésta- me CHARLES.-O se habla o se piensa, no se pueden hacer las dos cosas a la vez. CECI en todos nosotros? CHARLES.-Pienso en general. CECILIA.-Somos demasiado desgracia- dos y no lo bastante ricos para pensar. CHARLES.-Hay que pensar para tener un plan. CECILIA.-No necesitamos ningiin plan. CHARLES.-Yo necesito un plan si quiero hacer algo. CECILIA.—No haces planes, duermes. CHARLES.—No duermo, pienso. CECILIA.~2¥ cual es el resultado? CHARLES.—Dame tiempo. CECILIA omos demasiado viejos para esperar; si ti no haces nada, me ocuparé yo misma de sacarle el jugo. CHARLES.-Tu no hards nada, estas demasiado vieja y enferma para seguir trapicheando. CECILIA! ha venido para todos, no sdlo para ti, ;Qué pasa? Llega un coche de madrugada, todo el mundo sale a trapichear y a mf se me deja tirada en un rinc6n porque estoy vieja y enferma. Saldré yo a trapichear por- que ti no haces nada. CHARLES.-Si no paras de hablar no puedo pensar, si no pienso no puedo hacer ningtin plan, y si no tengo un plan no haré nada; déjame en paz. CECILIA —No, Carlos, no te duermas, no te duermas, Carlos. 65 CHARL arles, hostia! ic CECILIA.-No te duermas. CHARLI Me da cl sol en la cara. Ella se mueve y le hace sombra. CECILIA.-Quiero que me incluyas en tu plan, en el centro de tu plan, quie- ro comer contigo mi parte del pastel a la que tengo derecho antes de reven- tar. No quiero que hagas planes para ti solo, que nos dejes tirados en esta mierda en medio de salvajes de quie nes desconozco sus costumbres y su religion, sin agua, sin dinero, sin luz, con esa hija que no sé a quién dejar porque no conozco a nadie aqui, y este carcamal de marido que no acaba de exhalar el ultimo aliento de gue rrero y yo misma, tan vieja, tan enfer- ma, de un mal de aqui, cruel, sin nom- bre ni santo varén a quien invocar, porque es en ti en quien yo tengo puestas todas mis esperanzas para darle un nombre a mi enfermedad y no reventar como voy a reventar, sin haber conocido ni un solo momento sin sufrimiento y sin miseria, como una mosca encerrada en un armario que muere antes de que hayan abier to la puerta CHARLES.-No estas ni tan vieja ni tan enferma, finges para poder loriquear y no dejarme pensar. me gusta Horiquear, y eguiré haciéndolo a los pies de ese cocodrilo que has pescado que se seca al sol, y que si sigues durmiendo huiré con muestra recompensa: pero si no te mueves, yo misma reventaré las rue- das del coche con un cuchillo de coci na e hincaré los dientes en su pierna y le haré aullar hasta que esté comple tamente seco. Carlos, contesta CHARLES.-No quiero ofr ese nombre. CECILIA.-Y yo no te lamaré nunca por otro. CHARLES No contestaré nunca. CECILIA.—Despreciar el nombre por el ‘que nos conoce Dios es un crimen; lo que tienes apuntado en tu cuenta, se argara en la cuenta de otro, y solo el mismo Dios sabe lo que cargaran en la tuya, Carlos. CHARLES No contestaré. CECILIA.-Pero ahora que nadie nos ‘oye, que nadie puede ver lo que dicen mis labios, te puedo Hamar como quiera CHARLES. ‘© quiero a CILIA.~Y yo no puedo Mamarte de otra forma CHARLES.-E! sol se ha movido, me da en los ojos. Ella se mueve y le hace sombra, CECILIA.~(Bajo.) En secreto, Carlos, en el fondo de tu coraz6n, zno suenas nunca con regresar a tu tierra para hacer allf tu vida? {No suefas nunc: con el pais del que venimos, donde todo serfa mas sencillo para ti, donde no serfas extranjero, donde se habla tu lengua y donde serias respetado? En secreto, dime, Carlos, si no suenas nunca en nuestro pafs donde las calles son tan limpias, donde hace frio cuan- do aqui se suda, donde hace calor cuando aqué nos helamos de frio, don: de la gente es cristiana y donde se nos respeta. Dime, en secreto, cuantas veces has soniado, Carlos, con el pai saje de nuestro pafs, con las casas de nuestro pais, con el . con las pri maveras de alli, dime al menos eso. CHARLES.-No me Hames Carlos, no contestaré, CECILIA.Contéstame, contéstam: te lo diré mas. no CHARLES.-No, nunca pienso en eso. CECILIA.-Pero en suefios, ges que no Suefias con eso? CHARLES.-No, no suefio con eso. CECILIA.-,En qué suefas entonces? CHARLES.-Yo no suefo. CECILIA ~No duermas, no duermas. CHARLES.-Yo no duermo CECILIA.-Esté bien, no quiero que vayas a hacer tu vida alli. No quiero que pienses en ello; no quiero que lo suefies, Carlos, ni el mas minimo sue- fio con las primaveras de alli, con los rios de alli, con el agua, con calles blancas; no quiero que suenes con nuestro pais donde la vida seria mas facil, donde la gente es cristiana y donde se nos respeta. Quiero que te quedes aquf, con nosotros, en la mier- da de aqui. CHARLES.-Hazme sombra. CECILIA.-Ya no tengo mas sombra. (llora.) CHARL (Abre los ojos.) Tengo cosas que hacer. e0o00o «La noche soplaba sobre él, soplaba suavemente...» Faulkner Abad, completamente mojado, sobre el malecon, al sol. Charles se le acerca. CHARLES.-Fak me ha dicho que quie- res montarte el negocio por tu cuenta. Tienes derecho a tener secretos; un hermano tiene derecho a tener secre tos para su hermano; pero si un her- mano tiene demasiados secretos para su hermano, en vez de un hermano es un extranjero, y si no es un extranjero es un traidor. Cuando hemos traba do juntos ha sido fifty-fifty, zno?, y como no tienes a nadie a quien ali- mentar debes de tener un buen pico tienes sentido de la economfa, o sea que debes de tener un buen pico. Es verdad, tienes derecho a montartelo por tu cuenta, Fak dice que tienes derecho, Fak siempre tiene raz6n, tu también, y si es asi, s6lo tienes que decirme adiés, tienes derecho a ir por tu lado y yo por el mfo, Pero no seré yo el primero que se vaya, métetelo en Ia cabeza. Serds tt el primero en decir adids, no yo, morito, no yo. ‘ak dice que no habfa suficientes tra- bajadores aqui, y que ahora viven todos en el puerto; Fak dice que una compafia no puede mantener el tra- yecto si no hay suficientes viajeros; Seguro que tiene raz6n, asf son los negocios. De todas formas, morito, el ferry no volver a parar aqu{, eso sf que es seguro, y lo que es seguro, es verdad, es que igual ti quieres mon- tarte tus negocios aparte. Fak dice que tienes raz6n; tiene raz6n; ti siem. pre tienes raz6n; debe de ser porque no hablas mucho y guardas bien tus secretos; entonces, claro, no te equi- vocas demasiado. En cualquier caso, yo no haria mi camino sin ti, no ten- dria nunca secretos contigo, morito, no seria jamas un traidor. La vieja tactica, morito, ha acabado para nosotros, tenemos la sangre demasiado podrida, hay que saber cambiar a tiempo. Mira a los otros: todos se fueron, todos hicieron dinero fuera de aqui, de otra manera. Hay que saber retirarse a tiempo. No hay que aceptar el camino trazado, mori- to, hay que abrirse otro camino, el nuestro. Hemos de continuar los negocios juntos. Al fin y al cabo sélo yo te comprendo, morito, por eso a ti ie interesa que continuemos juntos. En cuanto a tu dinero nunca hards nada tii solo, morito, me necesitas para hablar. Yo sé perfectamente qué hacer con él, harfas mejor en darmelo s que se pudra contigo. Mira como voy vestido: mira mis zapatos; ella se va a dar cuenta ense guida de que soy un miserable. Los ricos ven el dinero en el bolsillo de los otros, a través de la tela, ven tus bolsi- los vacios antes de verte a ti. No quiero parecer un miserable, morito, eso no. Quiero trabajarme a la mujer. Dicen que a un Jaguar, morito, no lo para ni los frenos. Cuando tengamos a la mujer, tendremos el coche, mori- to, pero no segiin la vieja técnica, tenemos la sangre demasiado podrida y no llegariamos lejos. El futuro son los negocios y la dulzura; por eso, me tienes que dejar hacer a mf, hay que 67 ser paciente, no ponerse nervioso. Entonces no habra que frenar, mori- to, te lo prometo. Slo que no puedo ir por ella sin dinero en el bolsillo. Tu dinero, slo lo quiero para Ievarlo en el bolsillo, justo el tiempo de hablar con ella, y después te lo devuelvo. Sélo quiero que no se nos falte al respeto. De todas formas tu sabes muy bien, mori- to, qué es lo que te interesa; Fak dice que tt no pierdes el norte jamas, incluso aunque lo parezca, y tiene razon. Sabes muy bien, desde el pri- mer dia, que 0 te salvas conmigo, o te pierdes conmigo. (Se rie.) Somos her- manos, morito, por la sangre somos hermanos, por el dinero somos her- manos, por los picores somos herma- nos; a ti no te importa que yo sea un piojoso, morito, porque ti eres el pri- mero en rascarte. De hecho. no tienes ‘opcion. ‘Cuando era un chaval, siempre tenia piojos en la cabeza, en los brazos, en el mas mfnimo pelo, una colonia de piojos negros instalados. Mi madre me rociaba de petroleo pero, cuando crefamos que se habian ido, regresa- ban de puntillas y me cosfan a picota- zos. Entonces ella me cepillaba la ufas; decia: debe haber alguno escon- dido ahi debajo; y me hacia beber retama y aspérula para limpiar la san- gre que arrastra los huevos, pero siempre habia uno que conseguia esconderse, y nunca supimos donde Contra el titimo piojo no se puede hacer nada, hay que rendirse. (Rie.) a es mas facil acostum- brarse a los piojos que acabar con ellos. Solo no podria hacer gran cosa con tu dinero. (Rie.) No gran cosa, no, no te pongas nervioso. (Rie..) Ta lo sabes, morito, pero quizé no sepas que yo también lo sé. Quizé lo haya olvidado hace un momento, quizas podria olvidarlo dentro de un rato, pero ahora lo sé y no olvido, morito, que te lo he dicho. ‘Tendriamos que haber nacido de otra manera. Nacer rico e idiota, nacer nifo idiota de un banquero o de un armador, es el tinico suefio que vale la Pena tener, morito; aparte de eso todo lo demas, no vale la pena, ni siquiera sofar con sofiar. Por eso no sofamos con nada morito, no es ni tu culpa ni la mia, hemos nacido mal, eso es todo. (Recoge el dinero que Abad ha colocado delante de él.). Por eso te quiero, morito. (Rie.) Por eso te quiero. (Besa los billetes.) No olvides que te lo he dicho. Charles sale. e0000 La autopista. Hora de la siesta. Koch mojado atin se seca al sol. Tiene los ojos cerrados. Monique y Charles hablan en voz baja. MONIQUE.-Ni me tutee, ni suba el tono de voz, se lo ruego, hablemos cortesmente, sin miedo. No tengo ni fuerzas para sentirlo. Si la gente resol- viera sus asuntos con cortesia, con amabilidad y sin levantar la voz, seria todo mas facil y nos cansariamos. menos. ;Tendrfa usted un peine, un trozo de'peine, aunque sea sin pas? Lo nico que no soporto después de una noche en blanco es no poder pei- narme. No, no quiero verlo moverse; esté incubando su capricho, le desper- taré cuando el coche esté listo, en cuanto a mi, me gustaria, ;Dios mio!, al menos... saber. Fije el precio, paga~ ré lo que me pida. {Qué timido parece usted!... Esta luz da al ambiente un tono intimo y sugerente. Preficro no mirarme, mis cabellos deben de ir cada uno por su lado. Esa timidez Suya se me contagia, lo noto, en cinco minutos voy a esconderme ahi detras ruborizada, y asf no hay quicn hable de negocios. Estoy tan, tan cansada y a punto de desmayarme, ;Dios mio, ho me mire asi!... Debo parecer una bruja. Seguro que tiene un trocito de peine sucio en alguna parte CHARLES.-Yo quiero hablar de nego- cios, no doy nada por nada, discutiré con él. Hace tiempo que olvidé como se habla a las mujeres. Con esas gre- fas pareces una escoba, le diré a mi hermana que: venga a peinarte mien- tras hablo con él. MONIQUE.-;,Con é1?... Fantastico, con él, muy bien, ahf lo tiene, tirado como una colilla, enfermo, todavia tiene arena y conchas en la garganta... y quiere hablar con él. ;Muy fuerte! Inténtelo, hablele de la tapa del delco si quiere que le dé un soponcio. Sélo se interesa por él mismo. En cuanto a su hermanita, todavia estoy esperan- do fas toallas, pero ahora no, no espe- ro ni toallas ni camisa, ni peine, ni ayuda de nadie, no espero nada. CHARLES.-No te irds a desmayar. MONIQUE.-Podria ser al menos un poco amable, no me encuentro nada bien, No hay raz6n para que estemos. aqui hasta el dia del juicio. Lleguemos a un acuerdo, pero de dinero, nada, no tengo mas. CHARLES.-Yo tengo dinero, no lo necesito. MONIQUE.-Fantistico, me di cuenta enseguida de que usted no era un miserable. Estoy harta de miserables. Quiero irme, quiero volver, quiero que el coche funcione, no quiero Ile gar a la ciudad con esta pinta. ;Ayt- deme, Dios mio! ‘Se desmaya. Charles la sujeta. CHARLES.-He dicho que venia a ayu- darles. Todavia no es de noche, no tenga tanta prisa. (Pausa, En voz baja.) ,Es un XJS? Coupé. MONIQUE.-Berlina. Vanden Plas. CHARLES.-Cinco punto tres. MONIQUE.-Si. Doce cilindros. CHARLES.-Doce cilindros. ,Es cierto que tiene problemas con los frenos? MONIQUE.-Chorrada de disco, doble circu Cuatro frenos 9, servotreno. CHARLES.-Qué raro... entiende de mecdnica una mujer que MONIQUE.~zTiene usted familia? CHARLES.-Mi hermana. MONIQUE.-{La quiere? CHARLES.-Es astuta, aprenderé répi- do. Hard algo grande si se lo propone. MONIQUE.-Yo con quien mejor me he entendido siempre ha sido con mis hermanos. No tendrfamos que sepa- rarnos nunca de los hermanos, lo demas son tonterfas. ;Por qué dejar a aquéllos con quienes ‘nos entendemos y que no esperan nada de nosotros? CHARLES.-(SeAala_a Koch.) jNi siquiera sabe conducir? MONIQUE.-Ni eso, no sabe hacer nada, no es astuto, no aprender rapi- do. (Pausa.) No me mire. CHARLES.-Un hombre mal vestido es como un coche de lujo sin motor. Lo digo por mf. MONIQUE.-La verdad es que... esa mirada timida de cachorro despierta mi timidez. CHARLES.-Ya estoy viejo. Ya no sé como se habla con las mujeres. MONIQUE.-(Bruscamente.) |Venga con nosotros! (Le tiende la mano.) No quicro hablar con él, usted me salvard de hablar con él, venga con nosotros. (Charles le tiende las Haves.) Si, sera mejor. (Coge las Waves y repliega la mano.) Dése prisa, pronto caeré la noche, lo noto porque me vuelve el Panico. CHARLES.-Despiértale, tu tienes las Maves. MONIQUE.-Las Ilaves, las Haves... qué quiere que haga con ellas? Cree que las necesito? Una nifia sabria ponerlo en marcha sin necesi- dad de laves. No me tome por una idiota. (En voz baja.) La tapa del del- co. Ademas han forzado el capé. Esta abollado. CHARLES.-{Quién? MONIQUE.-;.Quién? Me pregunta usted, {quién? ;Dios mio! Usted supongo. CHARLES.-Sabfa que no hay que hacer negocio con mujeres. (Rée.) Ahora me acuerdo. (Bajo.) Si quieres salir de aqui lo tendrds que llevar ti, son doce kilémetros. MONIQUE CHARLES.-Si sales ya, llegars antes de que anochezca. jLarguese y no me tutee! (“Porque yo habia dicho, helados o no helados, nos volveremos a encon trar, Usted nos lev6, capitan, de un pais calido a uno glaciar sin darnos tiempo de ponernos botines y unos pantalones de lana, nos hizo apresu- Tarnos, s6lo tuvimos tiempo de saltar de la casa al cuartel, del cuartel al muclle y del muelle al barco. Como pulgas con alpargatas y ahora iquién va a cambiarnos las alpargatas podridas por la nieve y el hielo, y los pies que estaban dentro? Renego y dijo: Cierra el pico, caporal camina y cierra el pico; el soldado se incliné hacia mis ofdos: caporal, yo le dije: cierra el pico, soldado, y camina; y entonces yo tenia respeto por la jerar- quia Capitan, capitan, a pesar del respeto que atin tengo por la jerarquia, por qué no dice a los oficiales superiores que a los hombres, a los pobres hom. bres se les han helado los pies por sus alpargatas agujereadas, que no pode mos ir mas adelante, que esta cayen- do la niebla, que habria que volver al barco y esperar los botines. O por el contrario sentarse en la nieve y con gelarse con los pantalones de tela. Capitan, eso es lo que nos espera, nos estamos alejando de los barcos, no los veo ms, no veo ni siquiera a los hom- bres, ni siquiera le veo a usted; el capitén dijo: caporal, no se discute Entonces dejé de ver al capitén, per- dido entre Ia niebla, y al soldado, vi solamente su gorra hundirse en el hi lo, y no via nadie, no of a nadie mas que la niebla. Y la nieve y el hielo, Me senté a esperar Grdenes. Vestido 70 con un pantalén muy ligero, como los que se llevan en los paises calidos. Se ha salido con Ia suya, por cojones 0 no por cojones, nos volveremos a encontrar». Dice Rodolfo.) eocoo El hangar atravesado por rayos dora- dos. Cecilia, detenidamente, preocupada » solitaria, atraviesa el hangar. Llega ante Abad, se detiene, lo mira apenas, saca un pahuelo de su bolsillo, se lo da. CECILIA-Quiero fumar un cigarrillo, soy una vieja enferma, no debo fumar en absoluto por la tos, mi marido no quiere que fume, dice que es de putas: queria traerte toallas para secarte, cigarrillos para drogarte y mi lengua para corromperte, pero soy una vieja sin memoria, no tengo mas que un pafuelo viejo y ganas de fumar, vas a coger una pulmonfa de primera si no te secas. (Abad coge el panuelo.) Me entiendo bien con los salvajes, yo mis- ma soy una salvaje, mi marido dic que siempre seré una salvaje aunque sea puta, hay que refr cuando se tie: nen ganas dé refr, tampoco tengo fue- 20. (Abad le da un cigarrillo encendi do.) Es el mundo al revés pero Dios. por suerte, acostumbra a distinguir los animales puros de los impuros, no fos acostaremos nunca en la misma cama, por suerte, no os embarcaréis en el mismo barco que nosotros, séca te ya. (Tose.) {Puta yo! (Se sienta.) Quiero solamente que nos fumemos un cigarrillo, quiero respirar un poco entre salvajes. (Fuman.) Me tengo que ocultar hasta que caiga la noche, entonces buscaré a ese dis- tinguido caballero; es la hora en que mejor funciona mi lengua, si empiezo antes del atardecer estaré agotada. Estoy tan cansada que cuando tengo la mas minima idea, me tengo que sentar para recuperar el aliento. ;Qué puede importarte a ti todo esto? De todas formas él no ha visto nada. es demasiado viejo, tiene seiscientos afios y sus ojos atin destilan agua, asi que Ie haré el numero de la vieja enferma cuyo hijo le salv6 del agua y recogeré el paquet mi lista de bodas como cuando me casé, la tienda es de primera categoria, he visto el coche muy de cerca al sol, por eso me tengo que esconder. Un salvaje ha de saber vivir con discrecin en estas tic rras; tt eres discreto, por suerte, si no llega a ser por las gotas que caen de tu cabeza hubiera tropezado contigo: {qué esperas para secarte?, iqué él Coja una pulmonia?, ,qué pucde importarte a ti todo esto? De todas formas no sacarés nada, por suerte Ese sefior distinguido sabra diferen- ciar, no flotaremos nunca, tt y yo, en el mismo madero; mi marido dice que hay que reir cuando se tienen ganas de reir. (Tose. Tira el cigarrillo.) Ciga- rros Winston, cigarros de maricén. No dejes caer mi pafuelo limpio en e pocilga. (Recoge el pahuelo.) Est4 muy sucio esto. (Mira a su alre dedor.) Es asqueroso. Siento vergiien- za de vosotros, jamas he visto una suciedad semejante. En mi pais ten- driamos vergienza de un lugar seme jante. Incluso las ratas de mi pais se negarian a copular con las ratas de aquf. Pero mi hijo no ha sido nunca una persona normal. Tanto peor, lo haré sin ti; los salvajes en vez de a darse se comen la nariz unos a otros. (Se levanta, se aleja de Abad.) Me habia dicho que habia por aqui un gri- fo con agua, pero no lo he visto. Yo soy una puta con salud, fuerte como para reventar las ruedas del coche con un cuchillo de cocina y sentarme a esperar el crepuisculo. (Rie) {Enfer- ma, yo! Lo oigo jadear ahi detras, apuesto a que ha cogido una pulmo- nia de primera en el agua helada, tu también podrias reventar de una pul- monia, porque no me quieres ayudar. Tengo que hablarle antes de que reviente. ;Por qué los dias son eter- nos? (Da‘ia espalda a Abad, mira al techo, camina de arriba a abajo.) Acuéstate, desciende, céete, {no estas ya harto de asarnos como a gusanos? zNo estas harto de joderme? ,No querrias, por favor, largarte y dejarme el sitio a mi? (Volviéndose bruscamente hacia Abad.) Ti, di a esas gotas de agu que dejen de deslizarse por tu cara, que dejen de golpear el suelo, ese rui- do me agota, no tienes derecho a hacer ruido, ningtin derecho, nada, no tienes derecho a existir. {Qué precio pagaste para vivir en este pais? ,Por qué te fuiste del tuyo? ZAsesinaste a tu madre? {Fue por la politica? Nos habéis traido la desgra- cia, con el olor de vuestros crimenes, de 'vuestra vergienza, de vuestro silencio, de todo lo que escondéis Con vosotros, llegados aqué sin padre, ni madre, ni raza, ni ombligo, ni len- gua, ni nombre, ni dios, ni visado, ha liegado el tiempo de las desgracias; por vuestra culpa la desgracia ha penetrado en nuestras casas, ha trepa- do por la escalera, ha abatido nues- tras puertas y eso ha sido el principio de la miseria, de la falta de dinero, de la oscuridad cuando se necesita luz y de los soles que se niegan a acostars el principio de los barcos que pasan de largo, del abandono de sus casas por la gente respetable, del desorden, de los insultos, de los navajazos, del miedo a la noche, del miedo al dia, del miedo metido en el cuerpo, dei desarreglo de los dias y las noches; el principio de las enfermedades conta- giadas por las moscas que se escon- den en vuestro pelo; antes el sol era el sol y obedecfa al dedo y al ojo, y la noche era tiempo para dormir; la puertas se cerraban con Have, las ven tanas tenfan cristales y los grifos agua; pero vosotros os habéis bebido hasta la Gltima gota de agua y no habéis dejado nada para nadie. Antes todo estaba bien, aquf; no habia ni dolor en las piernas. ni en la espalda, ni en el cuello, ni en los ojos, ni fiebre que te deja postrado, ni dolor de vientre, ni de pecho, Camindbamos erguidos: pero vuestra vergiienza ha curvado poco a poco nuestra espalda y ha bajado nuestra cabeza y ése ha sido el comienzo de la desgracia. No quiero verte mds, no quiero ver nada mas. (Mirando el techo.) Acuéstate. Los rayos dorados caen poco a poco y pierden su brillo. Cecilia sale. eocco Clara entra corriendo a to largo del hangar iluminado por el sol. 7 CLARA.-No tengo tiempo. FAK.-Yo tampoco. CLARA.-No quiero ni que me hables. FAK.-No puedo hablarte porque no ten- 20 tiempo. CLARA.-No quiero ni que me mires, ni siquiera de reojo, FAK.-Ya no necesito mirarte porque he visto todo tranquilamente, de arri ba a bajo. CLARA.-Ti no has visto nada en abso- luto, 2qué estas diciendo? FAK.-Sf lo he visto, esta mafana lo he visto. -ARA.-2Y como lo has visto?, por favor, y menos tranquilamente, jqué fuerte! FAK.-En cl rio, esta mafiana cuando te lavabas. CLARA.-Nunca me lavaria en el rio, 4qué estas diciendo? El agua est Sucia, tengo una casa y un grifo con agua limpia. FAK.-Ya no hay agua, y esta mafana tu mamé te ha obligado a lavarte en el rio, y ella miraba a su alrededor para que nadie te viera, pero yo estaba en el tejado y te vi de arriba a abajo como te veo ahora. CLARA.-No veo que eso cambie las cosas. FAK.-Fijate si las cambia, que deberias hacerlo conmigo para vérmelo todo y estar en igualdad de condiciones, si no serds una idiota. CLARA.-No las cambia porque yo tam- bién te he visto todo cuando te lava- bas esta mafiana en el FAK.-Ti no me has visto nada, porque yo no me he lavado ni en el rio, ni en una casa, ni en un agua limpia o sucia, jamés. 2 CLARA.-Y ti quieres que lo haga con- tigo, cuando ti mismo dices que no te lavas nunca, jmuy fuerte! Puede que yo acabara haciéndolo con alguien que se lavara todo y siempre, ya que tt dices que no te lavas munca, no veo por qué tendria yo que querer hacer- lo. Yo lo tengo limpio todo y siempre. FAK.-Yo también, ya lo ves estoy com- pletamente limpio todo y siempre. CLARA.-;Y es0? No me lo trago. Aca- bas de decir que no te lavas nunca. FAK.-Exactamente; los que no se lavan desde nios estan siempre limpios, porque la mugre resbala por ellos, mientras que a los que se lavan conti- nuamente la mugre les persigue, y cuanto més se lavan mas se agarra. Cuando seas mayor tendras que lavarte mas y mas y cuando seas vieje- cita te lavards todo el tiempo. Y todo el tiempo estards sucia, mientras que yo estaré limpio hasta la muerte. CLARA.-De todas formas sin estar en igualdad de condiciones, yo nunca querria porque sé muy bien que mi hermano te ha dado permiso quiera yo ono. Y yo no quiero. FAK.-No veo que eso cambie las cosas. Lo que quiero es que tu lo quieras también. CLARA.~zY por qué quieres que yo quiera? Si tu ya puedes. FAK.-Porque es mejor quererlo a la vez. Ya verds hasta qué punto, CLARA.-Pues fijate que aun sabiendo que seria mejor si yo quisiera, yo no querria hacerlo con un chico, porque los chicos siempre cambian una cos por otra. Nunca dan nada por nada. Y yo no quiero nada de nada FAK.-Yo no cambio nada. O se me da o no se me da. O tomo 0 no tomo. O doy 0 no doy. CLARA.-;,Cémo que no cambias nada por nada? Por favor. He visto muy bien esta manana cémo cambiabas a mi hermano las Ilaves del coche para

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