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Jean-Claude Margot TRADUCIR SIN TRAICIONAR Teoria de la traducci6n aplicada a los textos biblicos EDICIONES CRISTIANDAD CONTENIDO Prefacio [G. Mounin} 11 Introduccién_... 15 Cap. I: Traduccion y exégesis 33 I._Sociedades Biblicas y exégesis 35 IL. El exegeta y Ja traducci6n . 40 IL. Anilisis estructural _y traduccién 47 Cap. Il: Lingiiistica y traduccién 5B I._Las diferencias de orden fonoldgico p> Il. Las diferencias de orden _gramatical .. 60 IV. _Diferencias y equivalencias sisters 86 Cap. Il: Traducir la totalidad del. mensaje . 95% I._Traduccién_y culturas . 26 Il. Traduccién_y comunicacién 116 IIL. Traduccién_y psicologta 127 IV. La _traduccién automa’ Cap. IV: Traduccién y pardfrasis .... 152 I._Pardfrasis legitima y pardfrasis ilegitima 153 I. Darilrasis voluntaria y pardfrasis involuntaria . woe — 162 . La pardfrasis voluntaria, 162—2. La pardfrasis in- alate 69. ILI. Modo de tratar las ambigiiedades .. 179 Iv. Medidas para evitar la pardfrasis .. 192 SEGUNDA PARTE Cap. I: Problemas planteados por la traduccién de Mt 17,24-27. 199 I._El texto griego que se ha de traducir .........sssseeeeeee 200 Copyrighted material 10 Contenido IL. La comprensién del texto 202 IIL_La estructura del texto 211 IV. Los problemas de traducci 212 1. Construccién de la frase, 213.—2. Dificultades Ss vocabulario, 215.—3. Rasgos culturales ajenos al lec- tor de hoy, 217. ‘V. La aplicacién actual del texto 219 Cap. TI: La estructura del texto. Cadena de los participantes y de los acontecimientos a 228 Primer ejemplo: Mc 6,14-29 225, Segundo ejemplo: Le 1,1-4 234 Tercer ejemplo: Hch 1,1-5 240 Cap. III: La traduccién de textos de estructura compleja 255 Primer ejemplo: Rom 1,1-7 263 Segundo ejemplo: 1 Pe 1,3-9 278 Cap. IV: Términos teoldgicos, expresiones | foras .... 292 I. Términos _teoldgicos a ' 300 1. Justo, justicia, justificar, 300—2. Pecador, 315— 3. Redencién, 322. I.__Expresiones idiomaticas .. 330 IL.__Metdforas_...... 336 Cap. V: Niveles de lenguaje y géneros literarios . 354 Niveles de Jenguaje e Conclusién 403 Bibliografia ... 407 Siglas_utilizadas 432 Indice de citas biblicas . 434 Indice _analitico 445 Copyrighted mat PREFACIO Desde hace quince 0 veinte afios disponemos de una decena de obras —en francés, ruso, espafiol, inglés y aun en portugués— que ofrecen una buena base de reflexién sistematica —incluso se puede decir cientifica— sobre esa operacidn intelectual y lingiifsti- ca que parece trivial a los profanos y, por el contrario, misteriosa a los sabios: la traduccién. Esta situacién bastante nueva nos dis- tingue de perfodos anteriores, en los que la traduccién sdlo habia dado lugar a notas, a observaciones dispersas, a consejos empiricos 0 a reflexiones de tipo artesanal. Esto no significa que el libro de Jean-Claude Margot, que se anade a esta lista ya prestigiosa entre los especialistas, sea simple- mente un buen titulo mds. El primero de sus méritos particulares es que, siendo obra de un traductor consumado, su contenido lin- giiistico y la calidad de ese contenido son excelentes. Porque, tras un breve perfodo de entusiasmo, la mayorfa de los traductores ma- nifiestan una aversién indudable a Ia iniciacién lingiifstica indispen- sable para su arte, y vuelven incansablemente en sus publicaciones a la coleccién de pequefias recetas puntuales, preciosas pero poco formativas. La obra de Margot es ante todo un alegato firme, argu- mentado, y también equilibrado, a favor de una cultura lingiifstica de base en los traductores, y este alegato procede de un traductor. El segundo mérito particular del libro radica en su calidad peda- gégica. Es claro, metddico, carente de toda jerga y de todo ensayis- mo, verdaderamente formador. Aunque tiene buenos predecesores en este campo ——citemos a Fedorov, Vinay y Darbelnet, Nida—, no es un mérito muy frecuente. Baste sefialar a este respecto que, exceptuada la traduccién de la Biblia, no disponemos todavia de la obra que nos aporte el detalle y la sfntesis de los principios y de los métodos, de los programas y de los trabajos practicos que consti- tuyen o deben constituir la experiencia de las decenas de institutos de traductores extendidos hoy por el mundo entero, Obra que se- ria quizd la primera pedagogia de la traduccién conocida. En el Ambito particular, pero inmenso, de la traduccién de la Biblia, el mérito particular de este libro radica en su relacién con Jos que resumen la ensefianza de Nida. Margot, como todos nos- otros, le debe mucho; él lo sabe y Io dice, pues la ingratitud inte- 12 G. Mounin lectual no es su estilo. La pregunta correcta sobre este punto es la siguiente: ges la obra de Margot sdlo una buena sintesis de la doc- trina de Nida 0 es algo mds? A mi juicio, si. Ante todo, porque es la primera sintesis accesible en francés. Luego, porque es una sin- tesis que abarca toda la ensefianza de Nida de 1948 a 1978; sintesis que el mismo Nida no ha hecho. Ademis, es una sintesis que con- juga la fidelidad para con un maestro insustituible con la entera li- bertad de juicio de un discfpulo lo bastante experimentado para ser en ocasiones critico, pero siempre con moderacién. Esta actitud es posible en parte porque la cultura de Margot esta unida a una bibliograffa europea, mucho mds amplia que la de Nida, exclusivamente anglosajona. Este es el caso, por ejemplo, cuando sefiala, a propésito de la funcién social de los géneros lite- ratios biblicos, que «si los autores de este articulo [Romano y Hatton] deploran Ia insuficiencia de informacidn disponible en este campo, ¢no serd en parte porque ignoran lo que ha podido escribir- se fuera del mundo anglosajén?». Se podrian multiplicar los ejem- plos, como el silencio de Nida sobre el excelente método de traduc- cién de Vinay y Darbelnet y sobre Analyse conceptuelle du Coran, de P. Allard (experiencia que debe tenerse en cuenta a propésito de las relaciones entre concepto y palabra y sobre un thesaurus bi- blico de 20.000 sentidos en el griego del NT, en curso de elabora- cién), y, por ultimo, su silencio sobre todo lo que no es la semdn- tica componencial anglosajona, etc. En algunos de estos puntos, por otra parte, Margot no tanto critica a Nida cuanto lo completa como buen conocedor del tema. Nida ha sido poco discutido en el mundo francéfono por ser poco lefdo, excepto por los buenos obreros de la Alianza Biblica Universal. Casi sdlo Henri Meschonnic le da algunos arafiazos de pasada, como cuando menciona la traduccién del Eclesiastés de la Biblia de Jerusalén, considerfndola como «el resultado bastante poco estético de las teorfas de Nida sobre la adaptacién» (Paroles du Sage: «Le nouveau Commerce», cuaderno 12 [1968] 89), Aho- ra bien: aqui se trata de un debate fundamental y central sobre la oposicién entre traducciones «orientadas hacia la equivalencia dind- mica» (durante largo tiempo situadas en primer plano por Nida) y traducciones «orientadas hacia la equivalencia formal». Sin duda al- guna, ha sido una etapa necesaria y prioritaria en la inmensa cantera de la traduccién de la Biblia en més de un millar de lenguas. Pero los mds diversos andlisis del discurso y las nuevas reflexiones sobre la retérica y la estilistica vuelven hoy a poner en plena luz el pro- Prefacio 13 blema de las traducciones «mds literarias», es decir, m4s atentas a preservar las equivalencias retéricas, estilisticas y poéticas de un texto. Margot tiene razén al sefialar esta insuficiencia de Nida, que éste, por otra parte, estd corrigiendo en colaboracién con Jan de Waard. Margot ha tenido el mérito de haber sido el primero en abordar este problema en el marco de la traduccién de la Escritura. Lo hace por referencia a Jas tentativas de Meschonnic y de Chouraqui, uti- lizando las persuasivas criticas de Meschonnic contra Chouraqui y criticando por su parte las soluciones del primero de ellos. A lo sumo, se puede lamentar que sobre este punto haya sido Margot, que tiene ciertamente mucho que decir, demasiado breve quizd, in- cluso en el marco de una obra tan extensa como la suya, Algunos ejemplos no biblicos, como La Eneida, de Klossovski, habrian sido bienvenidos, al igual que una discusién de los principios en que se fundan Meschonnic y Chouraqui, en gran parte los mismos de Wal- ter Benjamin, que Nida ignora por tratarse de fuente alemana. Al menos ha puesto Margot sobre el tapete un tema que va a nutrir desde ahora muchos debates entre los traductores, y no sélo los de la Biblia. No se harfa plenamente justicia a la obra de Margot si no se indicaran también otros dos méritos suyos. Ante todo ofrece —a través de los problemas planteados por el texto de la Biblia— un modelo de andlisis que puede servir de base para todos los grandes corpus en que la traduccién se enfrenta con textos lejanos en el tiempo o en el espacio, como Shakespeare, Dante, Pouchkin, la poe- sia arabe... Luego se percibe a través de su obra, mas que en otras, un factor inadvertido de la vasta empresa actual de la traduccién de la Biblia: una ecclesia de la investigacién, un inmenso laboratorio con su cardcter organizado, colectivo, comunitario, no concurren- cial, que podria ser el suefio de no pocos equipos de investigacién cientifica en muchos otros campos. Georces Mounin INTRODUCCION En esta obra no tenemos la intencién de volver a plantear el pro- blema de principio tratado con frecuencia en el pasado, a saber: el de la posibilidad 0 imposibilidad de la traduccién '. Este problema, en efecto, estd notablemente superado por los hechos actuales. En todos los campos y, se podria afiadir, en todos los paises la traduc- cién desempefia un papel creciente desde hace unas decenas de afios; serfa inconcebible para una nacién cualquiera querer vivir en una especie de autarquia intelectual, cientifica o técnica, conten- téndose con obras originales escritas en la lengua del pafs. Edmond Cary se expresa asi a este respecto: «La época actual es la primera que recurre sistemdticamente a la traduccién bajo las formas més diversas» (en los campos comercial, técnico, politico, artistico o li- terario, mientras que en otros tiempos la traduccién afectaba casi exclusivamente a este ultimo campo). Mas adelante afiade: «La gama de las lenguas interesadas por las operaciones de traduccién se amplfa sin cesar... Ya no imaginamos una nacién que viva de su solo patrimonio, una econom{a o ensefianza que no se preocupe por lo que tiene lugar mds all4 de sus fronteras...»; y cita esta frase de E. Renan: «Una obra no traducida est publicada sdlo a medias» ?. Esta situacién general se produce igualmente en el campo par- ticular de la traduccién biblica: mientras que a comienzos del si- glo x1x la Biblia sdlo habia sido traducida, total o parcialmente, a 71 lenguas (comenzando por la griega de los Setenta), se Ilegaba al final de 1977 a un total de 1.631 lenguas (266 para el conjunto de la Biblia, 420 para el Nuevo Testamento solo y 945 para un libro, al menos, de la Biblia). Miles de traductores trabajan actualmente * Cf. G. Mounin, en Les belles infidéles (1955) 30: «Todas las teorias sobre la imposibi fidad de traducir se nos han transmitido en épocas en que la cultura estaba reservada a un circulo reducido de poblacién privilegiada que disponia del tiempo necesario para conocer las lenguas originales...». Véase especialmente en esa obra el capitulo 1: «La traduction est-elle possi- ble?» (pp. 73s), y también G. Mounin, Los problemas tedricos de la traduc- cién, trad. esp., Gredos, Madrid 1971. [Cf., igualmente, el libro de L. Alonso Schiikel La traduccién biblica: lingiiistica y estilistica, Ed. Cristiandad, Ma- drid 1977.] * E. Cary, 1956, 7-10. [En este libro, todas las obras se citan no por el titulo, sino por el afio en que se publicaron. El lector las puede identificar en Ja bibliografia que aparece al final del libro.] aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. Motivos de nuevas traducciones 17 ria de traduccién. Las bases exegéticas son con frecuencia sélidas, pero el paso de una lengua a otra se enfoca segiin principios insufi- cientemente esclarecidos: «La traduccién se rige por una exigencia de correspondencia formal entre el texto original y el texto tradu- cido, considerdndose las adaptaciones necesarias para la legibilidad del texto como un mal menor 0 una concesién inevitable» °. Desde luego, seria erréneo pensar que antes de la mitad del si- glo xx no se habia hecho nunca alguna observacién util en lo que concierne a la teorfa de Ja traduccién’, Prueba de ello son las re- flexiones de Lutero * y las de Dolet ° en el siglo xvi, que se cuentan entre las mds avanzadas de Ja época moderna. De cuanto Lutero escribié sobre la traduccién nos bastard recordar aqui dos aspectos esenciales: ante todo, el traductor debe determinar con precisién y de forma concienzuda el sentido del texto original”; luego pondré todo su esfuerzo para encontrar los giros idiométicos mas adecua- dos para expresar el mensaje asi comprendido en la lengua recepto- ra. En efecto, para Lutero «el texto es rey, mientras que Ja traduc- cién no es mds que una sierva humilde y fiel decidida a servir a su duefio. Pero esta sierva esta firmemente resuelta a hablar su propia lengua» ", El reformador mismo se expresa asi en su Carta sobre el arte de traducir: «Me ha costado mucho esfuerzo traducir para poder ofrecer un alemén puro y claro. Con frecuencia se ha dado el caso de buscar y preguntarnos durante quince dias, o durante tres © cuatro semanas, acerca de una sola palabra, sin encontrar, a pesar de ello, respuesta inmediata. Al traducir el libro de Job, M. Philip- pe (Melanchton), Aurogallus y yo trabajamos de tal manera, que apenas nos fue posible terminar tres lineas en cuatro dfas... Ahora esté en alemén y terminado; cualquiera puede leerlo y examinar el texto; se pueden leer tres o cuatro paginas sin dificultad alguna y sin que se perciban las piedras y tropiezos que habfa alli...». Y mas ° D. Marguerat: Rthph 2 (1972) 105. * Se encontrarén numerosos ejemplos de tomas de posicién de autores del pasado respecto a la traduccién literaria en R. A. Brower, 1959, 274-293, y F. Giittinger, 1963, 223-229; y respecto a la traduccién biblica, en E. Nida, 1964, 12-29. Véanse también D, Lortsch, 1910; D. M. Beegle, 1960; F. F. Bru- ce, 1970; RGG I (1957), art. Bibelihersetzungen, col. 1193ss, y The Book of a Thousand Tongues (1972), sobre la historia de la traduccién biblica. * Resumidas en M. Trinklein, 1970, 80-88. ” Véase E. Cary, 1963, 5-14. ° Para los textos de base utilizados por Lutero en su traduccién de la Biblia estén recogidos en RGG I (*1957) 1205. " H. Bluhm, citado por M. Trinklein: TBT 21/2 (abril 1970) 85. 2 18 Introduccién adelante afiade: «No es la literatura latina lo que hay que escudri- fiar para saber cémo se debe hablar aleman..., sino que hay que pre- guntar a la madre en su casa, a los nifios en la calle, al hombre ordi- nario en el mercado y observar su boca para saber cémo hablan, a fin de traducir de esa forma; entonces comprenden y advierten que se habla alemén con ellos» Por su parte, el humanista, impresor y traductor francés E. Do- let (1509-1546), de quien se ha podido decir que «es nuestro mas grande teérico de la traduccién» ", establecié cinco principios fun- damentales en su tratado La maniére de bien traduire d’une langue en autre’, Se pueden resumir asi: 1) Es necesario que el traductor entienda perfectamente «el sentido y materia» del autor al que tra- duce. 2) Es necesario que el traductor tenga un perfecto conoci- miento de Ja lengua del autor al que traduce y, del mismo modo, un perfecto conocimiento de la lengua en la que traduce. 3) Al tradu- cir no hay que someterse al texto palabra por palabra. Los que co- meten este error «depravan con frecuencia el sentido del autor al que traducen y no expresan Ja gracia y perfeccién ni de una ni de la otra lengua». 4) El traductor debe emplear los giros que son natu- rales en la lengua receptora, sin introducir en su traduccién formas calcadas en Ja lengua original. 5) El traductor debe cuidar el equi- librio de la frase, la armonia de la censtruccién del texto, es decir, que no basta elegir palabras apropiadas, sino que conviene dispo- nerlas en un orden que no repela el ofdo o el espiritu del lector. A pesar de la importancia de los principios enunciados y practi- cados por hombres como Lutero y Dolet, la teorfa de la traduccién apenas progresd durante los siglos siguientes y no se desligé de un empirismo que oscilaba entre el literalismo més estricto y una liber- tad excesiva frente a los textos *. A este propdsito, no cabe sino asentir al juicio de dos especialistas actuales de la traduccién: «Si la traduccién es una funcidn lingiiistica de todos los tiempos, no ha sido, sin embargo, considerada como un tema digno de interés por la mayorfa de los gramiticos, filésofos y lingiiistas» *. «Durante = M. Luther, 1964, 194-195. “ E. Cary, 1963, 6 * E. Dolet, 1540. © Por lo que respecta al campo literario, G. Mounin ha descrito bien este fenédmeno: al reinado de las «bellas infieles» (siglos xv y xvii}, en el que se trataba de evitar todo lo que repugnaba al gusto de la época, sucedié Ia reaccién del comienzo del siglo xix y la vuelta a la palabra por palabra (G. Mounin, 1955, 77ss). * J. P. Vinay, en A. Martinet, 1968, 729. Cf. la opinién del geémetra de Fidelidad al original y elegancia en la traduccién 19 siglos, la traduccién ha sido considerada como un ejetcicio literario, y lo que se podfa decir de sus principios y técnicas pertenecfa a la retérica y a la estilistica, aunque muy marginalmente por otra par- te, Eran escritores traductores quienes, en la medida de lo posible, codificaban empfricamente su experiencia en este campo» 7, Desde este punto de vista, la traduccién de la Biblia no fue una excepcién: los traductores que se han manifestado acerca de su trabajo mues- tran constantemente que estan divididos entre la preocupacién de traducir literalmente el texto original y los escripulos que sienten de plegarse a ciertas exigencias del estilo de su propio idioma. He aqui dos ejemplos tipicos de lo que se concebia en el fondo como un dilema; la oposicién entre fidelidad al texto original y la claridad o elegancia del estilo de la traduccién. En 1667 aparecia en Mons (Bélgica), y sin nombre de traductor, el Nuevo Testamento de Lemaistre de Saci (uno de los «sefiores» de Port-Royal): «Desde que aparecié (este Nuevo Testamento), tuvo un éxito clamoroso. Desperté entusiasmo y el problema era hacerse con él. La ciudad, la corte, hablan de ello; unos ponderan su mérito, alaban su encanto, el refinamiento y la belleza del estilo; otros lo denigran, lo declaran sospechoso, contaminado de here- jia» *. Ahora bien, el mismo Saci tenia escrtipulos de la calidad li- teraria de su texto: «¢Qué sé yo —dice al final de su vida— si no he hecho algo contra los designios de Dios? He tratado de eliminar de Ja Escritura santa Ja oscuridad y la aspereza, mientras que Dios ha querido hasta ahora que su palabra estuviera rodeada de oscuri- dades. ¢No tengo, pues, motivo para temer que el llevar a cabo, como traté de hacerlo, una versién clara y quiz4 bastante exacta respecto a la pureza del lenguaje sea oponerse a los designios del Espiritu Santo? ¢Quién puede asegurarme que éste no es un méto- do diferente del que plugo al Espiritu Santo elegir?... Hay una gran diferencia entre contentar y edificar. Es cierto que se conten- ta a los hombres hablandoles con una cierta elegancia, pero de esta manera no siempre se los edifica» ". Bossuet, por su parte, formula observaciones parecidas: «La traduccién publicada en Mons habria Montesquieu: «Las traducciones son como esas monedas de cobre que tienen el valor de una pieza de oro y hasta tienen mayor uso para el pueblo; pero son siempre endebles y de mala ley» (Montesquieu [1721] 1964, 203). . Mounin, en A. Martinet, 1969, 375; cf. G. Mounin, 1976, 90. Bs “Meyhoffer, 1941, 21. Sobre los debates suscitados por la publicacién del NT de Mons, véase también V. Baroni, 1955, 100ss, " Citado por J. Meyhoffer, ibid., 22-23. 20 Introduccién sido mds venerable y mds conforme a la gravedad del original si se la hubiera hecho un poco mis sencilla, si los traductores hubieran incorporado menos su refinamiento y la elegancia de su espiritu a la palabra de Dios... Si tiene algo censurable, es principalmente que finge demasiada finura y que quiere hacer que se encuentre en la traduccién un encanto que el Espiritu Santo desdefié en el ori- ginal» ®. En cuanto al segundo ejemplo, se trata de la versién Ilamada de Lausana, en el siglo xrx7!, que uno de sus traductores, L. Bur- nier, defendié en dos folletos *. Al contrario de la versidn de Saci, la de Lausana fue atacada por «su literalismo excesivo»: «se tacha de crimen su escrupulosa fidelidad», «se nos reprocha nuestro esti- lo, con frecuencia puro hebreo o puro griego y siempre poco fran- cés» (L. Burnier, 1866, 41, 115, 124). Burnier se propone, pues, justificar este literalismo (y veremos que su posicién corresponde bastante de cerca al punto de vista de Saci expresado en el pasaje citado anteriormente). Segtin él, lo que ha orientado a los traducto- res de la versién de Lausana es la conviccidn de que la Biblia, por ser inspirada, no puede ser tratada como cualquier obra literaria: «Si se cree realmente que la Biblia es la Palabra de Dios, para tra- ducirla habrd reglas distintas de las que hay para traducir un libro humano» (ibid., 49). El cardcter particular del lenguaje biblico hace necesaria una traduccidn tan literal como sea posible, porque «la lengua de Ja Biblia... no es puramente humana, asi como Jesucristo no es simplemente un hombre» (p. 74). Por consiguiente, serfa una traicién querer acomodar la traduccién de la Biblia al gusto de to- dos, tanto desde la perspectiva del estilo como de Ia del contenido. Es indudable que una traduccién literal seré a veces oscura, pero «yo aconsejo a todo el mundo desconfiar de una versién que sea siempre y en todos los pasajes perfectamente clara» (p. 61). Burnier insiste ademas en la unidad de Ja Biblia y del lenguaje biblico. A propdsito del Nuevo Testamento, subraya «la admirable exactitud de expresidn que caracteriza (sus) escritos, la sorprenden- te armonia verbal que existe entre hombres tan diversos y sobre temas tan delicados...», armonfa que no se explica sino por la ins- piracién divina de las Escrituras (p. 162). Por ello es necesario, * Tbid., 23. x "La primera edicién del NT aparecié en Lausana en 1839 (71849, °1859, *1872). En cuanto al AT, aparecié en cuatro entregas de 1861 a 1872, pero ya en 1854 se habia publicado una edicién experimental de los Salmos. » L, Burnier, 1866 y 1871. Cf. L. H. de Laharpe, 1866. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 22 Introduccion deseara mantener el equilibrio entre literalismo y libertad, aten- diendo a estas tres cualidades: «exactitud, claridad, correccién» (L. Segond, 1874, XIII) *. Por otra parte, el NT de Edmond Stap- fer * se hizo famoso por su valor literario, que hace agradable su lectura. Esta traduccién estuvo guiada por el principio siguiente: «Producir en el lector francés de hoy la impresién que el original produjo en el lector de su tiempo» (F. Stapfer, 1889, 12). Sin embargo, Stapfer establece una doble distincién: ante todo entre los textos faciles de traducir (los cuatro evangelios, por ejemplo *), en los que «la versién literal es con frecuencia la mas fiel», y los textos dificiles de traducir (la mayoria de las cartas); en este se- gundo caso, distingue los pasajes «cuya exégesis es controvertida», que se traducen siguiendo muy de cerca el texto, y los pasajes «so- bre cuyo sentido todos estan de acuerdo», que permiten al traductor una mayor flexibilidad de expresién, quien, por otra parte, es cons- ciente de que «literalismo es con frecuencia sinédnimo de infideli- dad» (ibid., 13)*. Asf trata de justificarse frente al reproche que se podria hacer a esta versidn de carecer de coherencia, de no ba- sarse siempre en el mismo sistema de traduccién. Anotemos a su favor que Stapfer critica con razén las ediciones en que cada ver- siculo se pone en linea aparte, como si «las cartas de los apdstoles (fueran) colecciones de sentencias desligadas» (p. 8; cf. p. 14)™, y que no quiso atenerse «a traducir en todas partes y siempre una misma palabra griega por una misma palabra francesa» (p. 12) *. Al comienzo del siglo xx, el esfuerzo del comité responsable de la versién Sinodal * se dirigié especialmente a la mejora del estilo ” Segond querfa también estar desligado de las «preocupaciones dogmé- ticas» (1874, XIII) y no pretendia haber gozado de una «especie de inspira- cién infalible» (p. XV). * 11889, ® Cf. la definicién de la equivalencia dindmica dada por Taber y Nida, 1971, 173. * Al comienzo de Ja segunda parte de esta obra volveremos sobre esta «facilidad» de traduccién de los evangelios. “ Tendremos ocasién de ilustrar esta afirmacién, que no todos admiten en Ia actualidad, * Sin embargo, es Ja disposicién adoptada todavia recientemente en el NT de la Pléiade, 1971. ® Pero 1a motivacién aducida a este propésito («nuestra lengua nos ofte- ce a veces sindnimos que no existen en griego», p. 12) es insuficiente desde el punto de vista lingiifstico, como veremos en el capitulo 2 de la primera te. 411910, Es el resultado de una larga cadena de revisiones, cuyo punto de aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 24 Introduccién tamos la tensidn entre literalismo y calidad literaria, cuando se aca- ba de afirmar «que una traduccién palabra por palabra y demasiado literal puede a veces no expresar sino imperfectamente el sentido real de una frase y de una expresidén» (ibid. ). Muy poco se puede extraer del proemio de la nueva versidén Crampon ®, que seiiala las diversas etapas de la traduccién empren- dida por Crampon y sus sucesores, y afirma simplemente que «la traduecién del canénigo Crampon... era un acierto: a la vez precisa y clara, atestiguaba un conocimiento profundo de las lenguas bibli- cas en el autor y también una gran cultura literariay (1960, V) °. Los objetivos pretendidos por la versién de Maredsous“ son caracterizados igualmente de manera general: «Poner en manos de los cristianos de lengua francesa un texto sencillo, claro, accesible y adecuado a Ia lectura publica. Quiere también presentar un texto de la Biblia que incorpore los progresos recientes de la exégesis y tenga en cuenta la evolucién del vocabulario contempordneo» (1968, IX) *, El canénigo Osty *, por su parte, ha querido respetar «el texto original hasta el escripulo» y ha tratado «de ser coherente en el empleo del vocabulario para escapar al reproche de fantasia y de falta de constancia, merecido por tantas versiones que son obra de una pluralidad de autores» “; ademas, no ha «recurrido a la equi- valencia sino en los casos en que el literalismo habria [evado al contrasentido, a lo grotesco o a la indecencia» (1970, 7-8) En una perspectiva diferente, mencionemos también el esfuerzo * 1960. Su primera edicién se publicé en siete voltimenes entre 1894 y 1904, pero el canénigo Crampon murié durante la impresién del primer vo- lumen. La edicién de 1960 se debe, para el AT, a J. Bonsirven, y para el NT, a A. Tricot * D. Lortsch (1910, 205) hacfa ya una apreciacién muy positiva de esta versidn. * 11949, 71968. La segunda edicién es fruto de la colaboracién de los mon- jes de Maredsous y de los de Hautecombe. ® En la nota preliminar de esta segunda edicidn se citan amplios pasajes de la Constitucién dogmitica sobre la divina revelacién (Vaticano 1), que abrié la puerta a la colaboracién entre protestantes y catélicos en el campo de la traduccién biblica y justificé oficialmente el empleo de los textos origina- les, como base de esta traduccién, con preferencia a versiones como la Vul- gata. * La Biblia en 22 vohimenes: 1970-1973; en un volumen: 1973. “ Cf. esta declaracién recogida por el boletin de las ediciones «Rencontre» (marzo 1973, 2): «Yo no sé... si uno solo puede traducir bien; lo que sé, en cambio, es que muchos no pueden traducir bien»; alusién transparente de Osty a su colaboracién en la Biblia de Jerusalén.. Las traducciones de Dhorme y Chouraqui 25 de P. de Beaumont * para hacer accesibles los textos del NT y al- gunos textos del AT a diversas edades mediante un vocabulario limitado y estructuras simplificadas. Debido a su precio y al literalismo de la traduccidn, el Antiguo Testamento de la Biblia de la Pléiade “, preparado bajo la direccién de E. Dhorme, no podia ser popular. Peto presta servicios induda- bles al traductor, sobre todo en razén de la abundancia y de la cali- dad de sus notas ”. En el Nuevo Testamento de Ja misma edicién *, Jean Grosjean ha querido «emplear la misma palabra francesa siem- pre que el autor emplea la misma palabra griega», y también «em- plear en lo posible palabras de la misma familia en francés cuando ha encontrado palabras similares en griego»; ha querido también «evitar traducir por palabras francesas que ya no tienen sino senti- do eclesiastico las palabras griegas que entonces hab{an asumido por primera vez sentido religioso» (1971, XVI) *. El Nuevo Testamento de la TOB™ «ha tenido en cuenta dos exigencias fundamentales: el rigor cientifico de una traduccién nueva, establecida sobre la base de las mejores ediciones criticas del NT griego..., y la necesidad de un trabajo verdaderamente comin para cada uno de los libros biblicos». Mas adelante se precisa que esta traduccién es a la vez «menos original y mds nueva que las otras, antiguas 0 contempordneas. Menos otiginal, porque el riesgo de la empresa y el cardcter colectivo del trabajo han excluido desde el principio algunas opciones personales y libertades en la traduc- cién, que constituyen el interés de otras versiones. Mas nueva, por- que las verificaciones despiadadas a que han sido sometidas las di- ferentes traducciones han hecho surgir exigencias y aportaciones complementarias que con frecuencia aparecen en el texto» (1972, 9). André Chouraqui*, traductor judio del AT, estima que la fide- “ NT, 1973. En la pagina 5 de esta edicién aparece una lista de las otras publicaciones de textos del NT y del AT, traducidos por P. de Beaumont, en orden a «tres aproximaciones sucesivas a la religién». * T.T, 1956: t. II, 1959. * Mas adelante veremos los servicios que una traduccién literal puede prciear al estudiante o al traductor (primera parte, cap. 1). = 1, “ Para una evaluacién de estos principios se consultaré D. Marguecrat: Rthph 2 (1972) 107-111. * 1972. El AT de la misma versién aparecié en 1975 y una edicién de la Biblia en un volumen, con el aparato de notas reducido, al comienzo de 1977. s, he Lo citamos segtin sus introducciones a la traduccién del Cantar y de los almos, 1970, 26 Introduccién lidad necesaria a Ja vez a la lengua hebrea y a la lengua francesa conduce al traductor a lo imposible: «Debe traducir en una lengua implacablemente analftica, cuyo genio es claridad, mesura, preci- sién, un texto en que la conexién intima del sentido y del sonido se expresa en ritmos y resonancias de la visi6n mds que en ideas...». Sin embargo, quizd queda un camino posible, que prepara desde los Ultimos decenios el estallido de las estructuras clasicas de la lengua francesa. En este pais..., «los traductores que acepten la apuesta, el esfuerzo y el riesgo deberdn orientarse hacia la creacién de un Jenguaje nuevo...» (1970, 110-111). Entre todos los nombres citados en esta répida visidn de con- junto debe ponerse aparte el de Henri Meschonnic™. En efecto, Meschonnic es especialista en lingiifstica y poética. Como Choura- qui (del que, por otra parte, se distancia netamente *), Meschonnic sefiala la conmocién actual de las estructuras clasicas de la lengua francesa, sobre todo en el ambito poético: «El francés no es ya lo que era antes del surrealismo. Ha desarrollado la flexibilidad meta- f6rica y ritmica presentida por Baudelaire... Quiz4 el lenguaje poé- tico moderno podr4 dar al ambito francés la Biblia con toda su fuerza de lenguaje consondntico, con sus absolutos paratacticos, que son paradigmas de prosodias y de ritmo... Asi, se ha realizado una coincidencia del francés moderno y de textos biblicos, que hay que comprender para asegurar el francés en ritmos en los que se reco- noce credndose» (1970, 10). Su traducciédn de los Cinco Rollos quiere estar «en tensién con la equivalencia formal para ofrecer el texto con su distancia sin los defectos seftalados: literalismo forza- do, sobrecarga de comunicacién, contrasentido». Ademds, en fran- cés hay que quitar la capa convencional que cubre el texto, hecha tanto de teologia como de cientifismo (se «corrige» el texto), «la suavizacién de las palabras y de la gramética», pero sin que esto vuelva al «calco» (pp. 11-12). Lo que llama mis la atencién a pri- mera vista en la traduccién de Meschonnic es la voluntad de tradu- cir «los acentos y las pausas cuya jerarqufa compleja constituye la * H. Meschonnic, 1970. Véase especialmente la introduccién general: «Pour une poétique de la traduction», pp. 9-26. “ A propésito de Ja traduccién del Cantar de los Cantares por A. Chou- raqui, declara: «Este es un ejemplo de ese dialecto literario compuesto, de ese francés ficticio. Chouraqui exotiza..., barbariza... Traduce no Ja palabra, sino su etimologia... Medievaliza... Una traduccién nueva, si quiere ser fiel al con- junto de la obra..., hablard del amor en este poema con palabras actuales» (pp. 25s). ¢Para quién se traduce? 27 modulacién del vers{culo bfblico, su ritmo y a veces incluso su sen- tido... La diccién, sefialada en hebreo por un sistema de acentos, es lo que yo he querido recrear mediante espacios en blanco (en una jerarquia no arbitraria), recrear los silencios del texto, ritmo de pagina...» (p. 15). Se hacen ademés precisiones sobre el equili- brio adoptado en este libro para los diversos acentos del hebreo (pp. 16s). EI esfuerzo de Meschonnic, con su preocupacién de tener en cuenta el nexo entre sentido y forma * y de evitar a la vez los bar- barismos 0 arcaismos indtiles («Desterrar no es desfigurar», p. 58), es ciertamente de gran interés. Pero cabe preguntarse si su traduc- cidn no Ilegar4 sélo a una parte de ese «ptiblico europeo letrado» al que hace alusiédn (p. 11), y mds concretamente, a las personas que tengan algtin conocimiento del hebreo, por no decir de las for- mas nuevas de la poesfa francesa, que, como es sabido, no interesan mds que a una pequefia minorfa de lectores. De este modo, se llega a una de las cuestiones planteadas por Cary: «¢Para quién se tra- duce?» *, Desde este punto de vista, el objetivo de Meschonnic y el de los especialistas de las Sociedades Biblicas es muy distinto En resumen, el balance es especialmente decepcionante en lo que concierne a la teoria de la traduccién *. Se tiene la impresién de estar dando vueltas sin encontrar respuestas satisfactorias a la mayoria de las cuestiones abordadas, o mds bien rozadas. Sin em- bargo, vale la pena poner en evidencia muchas de estas cuestiones * Para un tratamiento diferente de los problemas planteados por la poesia, «que se debe traducir como poesia», véase W. Smalley, en Black y Smalley, 1974, 337-371. ®" CF. p. 12: «Sacrificar el estilo, el sentido: se han equivocado los dos, al separar lo que constitufa una sola cosa». A este propdsito conviene recordar que el nexo entre sentido y forma se plantea de manera especialmente aguda al traductor en el dimbito de la poesia. *E, Cary, 1956, 33; cf. también més adelante capitulo I de la primera parte. * Este hecho explica, sin justificarlas, las criticas formuladas por Meschon- nic contra Nida, cuya obra parece no conocer sino muy parcialmente (la tinica referencia indicada es el atticulo de Nida en R. A. Brower, 1959, 11-31, cita- do segiin la edicién de 1966; H. Meschonnic, 1970, 12; cf. 9, 134). “Se nos objetard que los traductores se han explicado a veces mds am- pliamente en articulos de revista que en el prefacio de las propias versiones. Pero, de hecho, estos articulos no aportan nada fundamentalmente nuevo. Vesse, por ejemplo, TBT 9/4 (octubre 1958) 152s (Dhorme) y 153-153 (Ca- zelles). aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. Propésitos de este libro 29 nes: la yuxtaposicién de versiculos traducidos con cierta libertad en lenguaje actual, traduciendo otros literalmente 0 de forma ar- caica? ® ¢En qué medida la extrafieza que nos producen textos es- critos hace siglos en otras lenguas distintas de las nuestras y en diferente contexto cultural exige tales giros arcaicos? ¢En qué me- dida, por el contrario, hay que tener en cuenta Ia evolucidn de Ja lengua receptora? 7) No hay que considerar como legitimo el deseo de crear una «lengua nueva» para traducir fielmente con todos sus matices el mensaje biblico? Y, entonces, zno hay motivo para esperar del lector que acepte el aprendizaje de esta lengua nueva con ayuda de notas abundantes? 8) Esto nos lleva a replantear Ja cuestién: ¢para quién se tra- duce? ¢Para una sola categoria de lectores o para categorfas que varian segtin las circunstancias? (Nuevos lectores, nifios 0 adultos, medios que gozan de una buena formacidn literaria 0 medios de cultura muy limitada, etc.) *. 9) ¢Cémo evitar el subjetivismo del que ningin traductor puede estar plenamente desligado? ¢Cémo no caer en la trampa del dogmatismo, de los apriorismos doctrinales? * ¢Hay recetas que favorecen la objetividad de la traduccién? Desde luego, no tenemos la pretensién de resolver todas estas cuestiones de forma decisiva. Sin embargo, las investigaciones em- prendidas en el campo de la lingiiistica desde hace unos decenios y los resultados obtenidos permiten esclarecerlas con nueva luz y sacarlas del carril en que habfan quedado atascadas en el pasado. Ademas, las numetosas experiencias de traductores de la Biblia en todas las partes del mundo amplian considerablemente nuestro cam- ® Asi, por ejemplo, en el NT de TOB hay que apreciar el esfuerzo reali- zado por los traductores de Mateo para renovar la comprensién del padre- nuestro no sélo con ayuda de las notas, sino también en la traduccién del mismo texto (1972, 57-60). Pero en otros lugares, en el mismo NT, son mu- chos los casos en que se ha preferido el literalismo a un esfuerzo similar. “ «Las palabras biblicas estan cargadas de evocaciones y resonancias para los expertos, los capitalistas del sentido...»; pero un témino muy evocador para los expertos «es quizd el que, por el contrario, creard barreras para el proletario del sentido», esctibe M. Bouttier (ETR 3 [1972] 373) ® D. Lortsch ofrece numerosos ejemplos de estos apriorismos doctrinales en las versiones catdlicas y protestantes del pasado (1910, 478 y 482; cf. 194). En sentido inverso, hay que sefialar el esfuerzo de objetividad de versiones como la Biblia de Jerusalén (Mt 1,25; Le 1,28...) o la TOB (nota a Rom 3,28). aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. CAPITULO I TRADUCCION Y EXEGESIS Para traducir un texto la primera condicién es, evidentemente, com- prenderlo bien. Esto supone no sélo un buen conocimiento de la len- gua original, sino también la capacidad de captar los diversos aspec- tos de Ja situacién cultural (histérica, geografica, intelectual, etc.) en la que el texto hunde sus rafces. «El buen traductor —-escribe J. Fourquet— somete la cadena de la lengua fuente a una exégesis tan exhaustiva como sea posible... En esta exégesis introduce no sdlo todas las indicaciones que le da 1a cadena, sino también todo el contexto en el sentido mds amplio, desde las frases inmediatamente precedentes hasta el conjunto de la obra del autor; todo el entorno en el que ha sido creado el texto, desde el detalle bibliogréfico hasta toda la personalidad del autor; todo el ambiente y la época» '. Por lo que respecta a Ja Biblia, los autores de Jas recientes versiones francesas se han preocupado, en su mayoria, de sacar partido de la luz proyectada sobre el texto por las investigaciones recientes. Difi- cilmente se admitiria una posicién como la que definié L. Burnier en el siglo pasado: «Los comentarios se consultaron poco, porque estimamos que cuando se trata de traducir la Biblia, ella es por si misma su mejor comentario» 7, Se rechazaria también Ia idea de que la simple adhesién a una confesién de fe «ortodoxa» bastarfa para preservar al traductor de los errores de interpretacién. Hay, pues, un amplio consenso en cuanto ‘al recurso a las clen- cias biblicas. Este es incluso uno de los factores que ha permitido Ilevar a cabo la traduccién ecuménica de la Biblia en francés: «El desarrollo espectacular de las ciencias bfblicas, una misma sumisién a las disciplinas del andlisis filoldgico, literario ¢ histérico, contactos e¢ intercambios personales en el curso de encuentros internacionales ¢ interconfesionales han permitido a Jos especialistas del estudio de Ja Biblia estar muy cerca en los métodos de trabajo y en las concep- ciones generales» *, De tal manera est4 arraigada esta conviccién, J. Fourquet: «Langages» 28 (diciembre 1972) 64. ? L, Burnier, 1866, 34. * TOB, 1972, 7. 3 34 Traduccién y exégesis que se ha llegado a escribir que «la traduccién es una tarea exegé- tica» *, Tendremos que corregir, en el desarrollo de este capitulo, lo que tal afirmacién tiene de excesivo. Pero, por el momento, nos bastard subrayar el hecho de que el traductor debe estar al corrien- te de los principales resultados de la exégesis histérico-critica® y ser capaz de recurrir a los instrumentos de trabajo apropiados: dic- cionarios, gramdticas, comentarios, sin olvidar, desde luego, las mejores ediciones criticas del texto del AT y del NT * Normal- mente, buenos comentarios, asi como versiones acompafiadas de introducciones y de notas (Dhorme, TOB, Biblia de Jerusalén), le ayudardn a descubrir los principales problemas ligados a la critica textual, a la critica literaria (fuentes, géneros literarios), a la critica histérica (entorno, autor, destinatarios) o a la exégesis de detalle. No es necesario insistir aqui en los diversos aspectos de este itinerario exegético; por una parte, el consenso al que acabamos de aludir harfa esta insistencia superflua; por otra, los estudiantes de nuestras Facultades de Teologia reciben una formacién mucho mas intensa en el campo de la exégesis que en el de la traduccién, de modo que no tenemos que detenernos en temas considerados bien conocidos. Sin embargo, nos parece ttil desarrollar tres puntos acer- ca de Ja relacién entre exégesis y traduccidn: ante todo, puesto que Ja Alianza Biblica Universal patrocina la mayorfa de los proyectos de traduccién de la Biblia en el mundo (més de quinientos en la ac- tualidad), conviene precisar la posicidn de sus departamentos de tra- duccién respecto a la formacién exegética del traductor; en segun- do lugar, dado que con frecuencia se tiende a privilegiar de manera * «A translation of the NT is an exegetical task. (In fact, the line between translation and commentary is difficult to define and can become rather thin...)» (D. M. Scholer: JBL 93/4 [diciembre 1974] 592). Cf. W. C. van Unnik: «The translation, any translation, is based on exegesis; it is “exegesis in a nutshell”...» (Black y Smalley, 1974, 170). * Véanse H. J. Kraus, 1956 (AT); W. G. Kiimmel, 1958 (NT); O. Kaiser, 1964, destinado a los estudiantes; y en francés (0 en traduccidn francesa), Robert y Feuillet, I (1959) 69-172; I. Hermann, 1967; H. W. Wolf, 1973 (AT); G. Bornkamm, 1973 (NT); Bovon y Rouiller, 1975 (con la bibliogra- fia). Véanse también G. Fohrer, 1973 (NT); R. W. Klein, 1974 (AT, para los gstudiantes); E. Lohse, 1972 (NT); H. Cazelles y otros, 1973 (AT). © De hecho, en muchas regiones del mundo hay traductores que no tienen las aptitudes que les permitan utilizar con provecho tales instrumentos de tra- bajo. Por eso a los comités de traduccién de los que forman parte conviene afiadir al menos una persona que tenga un buen conocimiento de las ciencias biblicas. Sociedades Biblicas y exégesis 35 exclusiva el papel de la formacidén exegética, tendremos que mos- trar cémo esta formacién no basta por si sola para asegurar la ca- lidad de la traduccién; en tercer lugar, tendremos que preguntarnos en qué medida el andlisis estructural, que tiene gran auge en Fran- cia, puede prestar servicio al traductor. I, SOCIEDADES BIBLICAS Y EXEGESIS En la actualidad, los responsables de los departamentos de traduc- cién de las Sociedades Biblicas comparten la conviccién de que un estudio exegético serio del texto fuente es una condicién indispen- sable para Hevar a cabo una traduccién de calidad (aunque ésta no sea para ellos la tinica condicién). Este hecho debe ponerse en evi- dencia debido a la ignorancia 0 a los prejuicios que hay a este res- pecto en algunos medios. En un articulo del «Journal of Biblical Literature», el juicio de M. Smith ilustra de forma caracteristica estos prejuicios, puesto que en él las Sociedades Biblicas son consi- deradas (globalmente) como ciudadelas de lo que el autor llama «pseudoortodoxia» 7, lo que implica, en el contexto, que sus cola- boradores son incapaces de tomar en serio los resultados actuales de las ciencias bfblicas. Por otra parte, una informacién insuficiente explica que a veces se puedan ofr observaciones de este género a propésito de las traducciones en el lenguaje corriente patrocinadas por la Alianza Bfblica Universal (ABU): «Para las Sociedades Bi- blicas poco importa lo que se traduce con tal que sea comprensi- ble»; 0: «Entre Ia fidelidad y la claridad, las Sociedades Biblicas han optado por Ia claridad». Ahora bien: si las investigaciones re- lativas a la puesta a punto de un método preciso de traduccién con- tintan sin cesar es, al contrario, porque las Sociedades se niegan a encerrarse en este dilema tradicional: la fidelidad al texto original en oposicién a la claridad, la traduccién palabra por palabra, consi- derada como precisa, en oposicién a la elegancia, que seria una trai- cién. Este dilema fue exptesado en una férmula célebre que se re- monta al Renacimiento: «Las traducciones son como las mujeres: si son bellas, no son fieles, y si son fieles, no son bellas». A este propésito, R. Poggioli ha observado con razén que, en toda obra artistica, la belleza es el grado més alto de Ja fidelidad, mientras 7 The Bible Societies are strongholds of pseudoorthodoxy: JBL 88/1 (marzo 1969) 23. 36 Traduccién y exégesis que la fealdad es sindnimo de Ja infidelidad 0 de la traicién *. En realidad, el objetivo que pretenden los especialistas de la ABU es una traduccién a la vez fiel al texto fuente y conforme a las estruc- turas de Ja lengua receptora. Por consiguiente, los departamentos de traduccién de la ABU se preocupan de asegurar tanto la infor- macién biblica como la informacidn lingitistica de los traductores. Respecto a la informacién biblica, destaquemos las realizacio- nes o los proyectos siguientes: la edicion de un NT griego para traductores, cuyo texto ha sido establecido por algunos de los me- jores especialistas del mundo (K. Aland, M. Black, C. M. Martini, B. M. Metzger y A. Wikgren) y que presenta las principales varian- tes textuales de manera muy clara’; la preparacién de un dicciona- tio del griego del NT, que reagrupa las palabras por campos semén- ticos "°; la preparacién de una obra que trata de unos 3.500 proble- mas textuales del AT (con la colaboracién de D. Barthélemy, A.R. Hulst, N. Lohfink, W. D. McHardy, H. P. Riiger y J. A. San- ders)"; la publicacién de comentarios dirigidos a los traductores, Preparacs de ordinario por dos autores: un biblista yun lingitis- ; los articulos de la revista «The Bible Translator» ", etc. A esto se afiade la presencia en diversas partes del mundo de consejeros de traduccién, encargados de asistir a los comités de traductores y * Citado en R. A. Brower, 1958, 143. ° 11966, 71970, 91975. La justificacién de las opciones tomadas por este NT se da en B. M. Metzger, 1971. En la misma edicién ha aparecido A Coxcise Greek-English Dictionary of the New Testanzent (B, M. Newman, 1971). La critica del sistema de evaluacién de las variantes en este NT Ja hace J. K. El- liot en TBT 26/3 (julio 1975) 325-332; pero esta critica debe compararse con los argumentos expuestos por C. M. Martini en Black y Smalley, 1974, 149-156, a favor de la autoridad concedida a ciertas familias de manuscritos; muestra en particular el valor limitado de algunas afirmaciones relativas a los «aticismos» de los manuscritos egipcios, considerados como correcciones apor- tadas al griego de la koiné. ‘9 Véase el primer informe a este respecto en TBT 24/1 (enero 1973) 141-144 ™ Han aparecido tres voliimenes de resefia provisional bilingtie (francés- inglés): sobre el Pentateuco (Londres 1973), sobre los libros hist6ricos (Stutt- gart 1976) y sobre los libros poéticos (Stuttgart 1977). Véase también C, Lo- cher: TBT 26/3 (julio 1975) 346-352. 2 Aparecidos en inglés, salvo indicacién contraria: Marcos, 1961 (traduc- cién francesa, 1963); Lucas, 1971 (adaptacién francesa, 1977); Hechos, 1972; cartas de Juan, 1972; Romanos, 1973; Rut, 1973; 1 y 2 Tesalonicenses, 1975; Galatas, 1976; Filipenses, 1977. Que aparece en dos series, a razén de dos nimeros por afio y serie: «Practical Papers» por una parte y «Technical Papers» por otra. Sociedades Biblicas y exégesis 37 de controlar su trabajo antes de que sea enviado a Ja imprenta. Estos consejeros son biblistas o lingiiistas, que se mantienen con regularidad al corriente de sus investigaciones respectivas; infor- man, entre otros, a los traductores sobre los comentarios, dicciona- tios y graméaticas bfblicas que les son directamente utiles (estas obras estén a disposicién en las bibliotecas de los diferentes centros de traduccién de la ABU). Ademés, se dan con regularidad semina- rios para traductores, unas veces en un pais y otfas en otro, y en ellos se presentan tanto los problemas que plantea el conocimiento del texto original como los que plantea el trasvase de un mensaje desde la lengua fuente a la lengua receptora. Una de las realizaciones mencionadas puede suscitar una obje- cién: ¢Es necesario publicar una nueva serie de comentarios? ¢No son suficientes las grandes colecciones ya aparecidas? A esto se debe responder sin vacilacién: esta serie llega sin duda alguna en su momento y colma una laguna seria. Con demasiada frecuencia, en efecto, el traductor constata al abrir un comentario normal, in- cluso excelente, que los intereses del comentarista no coinciden con los suyos *: por una parte, tales comentarios contienen una canti- dad de informaciones que no son directamente titiles para la traduc- cién, y el traductor que tenga dificultad para seleccionar entre materiales de muy distinto valor a este respecto, corre el riesgo de perderse en el detalle; por otra parte, el comentario guarda frecuen- temente silencio alli donde el traductor espera precisamente una respuesta a las cuestiones que se plantea (por ejemplo, sentido de expresiones idiomaticas o de metdforas 5). Ademas, en las obras especializadas se advierten con frecuencia afirmaciones contestables, marcadas por prejuicios de orden lingiifstico, que tienen el peligro de extraviar al traductor insuficientemente critico. Entre los numerosos ejemplos que se podrfan aducir de este hecho, mencionemos dos: en su comentatio de los Salmos, Maillot y Leliévre declaran lo siguiente a propésito del estribillo del sal- mo 136: «Todos saben que la palabra (hebrea) besed, traducida aqui por “amor’’, escapa de hecho a toda traduccién» '*, Esta afir- “ Cf. Bratcher y Nida, 1973, VIIIs. ** Se encontraré un resumen de los problemas planteados por la traduccién de expresiones particulares de los Salmos a lenguas africanas en J. de Waard: TBT 20/4 (octubre 1969) 143-149. Véanse también las diversas categorfas de ejemplos presentados por J. A. Loewen: TBT 26/2 (abril 1975) 223-234. ** Maillot y Leliévre, III (1969) 205. Cf. el prdlogo del traductor griego del Eclesidstico: «No hay equivalencia entre cosas expresadas originariamen- te en hebreo y su traduccién en otra lengua» (BJ, 1973, 989), donde se ve aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 42 Traduccion y exégesis traduccién tiende a transmitir el mensaje de una lengua extranjera en la lengua materna de un publico dado, que precisamente ignora esa lengua extranjera. Hay que estar, pues, atentos para no traicio- nar, por medio de un mal método de traduccién, la exégesis seria previamente hecha. De esto se siguen dos consecuencias: 4) Paralelamente al esfuerzo exegético, es decir, al esfuerzo de comprensién del texto original, situado en su contexto en sentido amplio (literario, histérico, geografico, cultural), el traductor debe hacer un estudio del medio al que va destinada la traduccidn; estu- dio de cardcter a la vez lingiiistico y cultural. Es indispensable que recuerde siempre las preguntas formuladas por E. Cary: no sdlo «qué traducis?», sino también «gdénde y cudndo traducis?, ¢para quién traducis?» *. El desconocimiento de esta necesidad es sufi- ciente para explicar un considerable ntimero de errores o de absur- dos que aparecen en diversas traducciones del pasado o del presente; errores o absurdos que implican graves malentendidos respecto a la fe*. 4) Este doble paso (comprensidn del texto original y del me- dio al que se dirige la traduccién) supone necesariamente un traba- jo en equipo en el que se completan y se equilibran competencias diversas. Ningtin traductor, por mas dotado que esté, puede tener por si solo las cualidades (exegéticas, lingiifsticas, psicoldgicas) que le permitan superar todas las dificultades ™. Sin embargo, la dificultad que experimenta el exegeta para po- nerse en el lugar del lector potencial no explica sino en parte el ca- rdcter insatisfactorio de muchas traducciones biblicas. Este se debe también a la conviccidn mds 0 menos consciente de que las lenguas biblicas son lenguas «aparte» o sagtadas. Se quiere respetar «la lengua del Espiritu Santo» * o al menos reproducit de modo formal 8 E, Cary, 1956, 25-33. % Se encontrardn ejemplos de este tipo de errores en N. Kwak: TBT 26/3 (julio 1975) 301-307 (Biblia en coreano). 5 A propésito de la organizacién y composicién de los comités de traduc- tores, véase Taber y Nida, 1971, 152-154. “’ Expresién empleada por EH. Cremer en el prefacio de su diccionario del gtiego del NT (11867); véase W. G. Kiimmel, 1958, 243. En nuestra introduc- cién hablamos del punto de vista de los traductores de la versién de Lausana, p. 6, idéntico al de Darby (1859, I). Mencionemos también, en nuestra épo- ca, el grupo holandés descrito por A. de Kuiper (en Bratcher y otros, 1974, 80-85), que justifica el empleo del «patois de Canaan» y las traducciones Ila- madas’ ccncordantes. El exegeta y la traduccién 43 gitos considerados teoldgicamente intocables *. A este respecto, es curioso constatar cierta convergencia de opinidn entre exegetas que muchas veces adoptan una posicién muy critica frente a los textos y algunos de los mas rigidos fundamentalistas ®: cualesquiera que sean sus motivaciones respectivas, unos y otros reaccionan negati- vamente cuando algunos traductores hacen una traduccién no lite- ral de expresiones que tradicionalmente se han vertido calcdndolas del hebreo, del griego o del latin; para unos y otros, estas expresio- nes son «sagradas». Esta posicién se ha de relacionar también con la opinién ain ampliamente extendida en las Iglesias de que una traduceién es tanto més fiel cuanto sea més literal (se admitird en rigor que una traduccidn en lenguaje corriente es itil para personas que alin no tienen conocimiento alguno del «lenguaje biblico»; pero que cuando hayan «progresado en la fe», estas personas podrdn acceder al grado superior y leer una traduccién més literal), En el capitulo siguiente volveremos a tratar los problemas planteados por el paso de una estructura lingiiistica (la de las lenguas originales) a otra (la de las lenguas receptoras), Por ahora nos limitaremos a hacer dos observaciones: a) Ante todo, una observacién de orden teoldgico: la idea de que las lenguas biblicas tienen un cardcter sagrado estd en contra- diccién con el hecho de la encarnacién “'. Para hablar a los hombres, Dios se sirve de hombres y lenguas comprendidas por los hombres en las diversas épocas representadas por los documentos biblicos: hebreo y arameo y después el griego del siglo 1 de nuestra Era, El mismo Jestis «consideraba las preocupaciones de sus oyentes em- pleando su lenguaje habitual; respondia a sus preguntas con las » Asi, dikaiosyne y sarx se traducirén sisteméticamente por «justiciay y «carne», y en largas notas se indicaré que estos dos términos tienen un sen- tido distinto de sus acepciones corrientes en espafiol y francés. De este modo, se invita al lector a aprender una nueva lengua, que no ¢s cl gricgo, pero tampoco ninguna de las otras lenguas. Cf. nota g de la TOB, p. 40 del NT («chair»), y nota w, en la p. 475 («justice). [En NBE se traduce dikaiosyne por rehabilitacién o amnistia, segtin los casos, y sarx por «bajos instintos». CE. Nt «Vocabulario biblico-tealdgico», Rebabilitacion, Ill, y Hombre, e). del T.]. N. * Constatacién ya hecha por Nida y Reyburn, 1972, 115. * Tras haber caracterizado la lengua empleada por el NT, C. S. Lewis es- cribe: «Does it shock us? It ought not to, except as the Incarnation itself ought to shock us» (citado por D. M. Beegle, 1960, 82). Para una descripcién matizada de la relacién entre inspiracién y encarnacién, véase L. Alonso Schikel, La Palabra Inspirada (Madrid *1986) 49ss, 114s, 2115s. 44 Traduccién y exégesis palabras que les eran familiares» (E. Lohse, 1973, 8) *. El estado actual de la cuestién esté resumido con claridad en estas lineas de Hi. Cazelles; «Del mismo modo que el descubrimiento de los papi- ros griegos ha obligado a renunciar a Ja idea de que habia un “griego biblico”, que serfa una lengua sagrada original, la koiné*, asi también el descubrimiento de la lengua de Canadn utilizada por las cartas de Tell el Amarna, las tablillas de Ugarit (siglo xiv a. C.) e incluso algunas inscripciones ha hecho desvanecerse la idea de que el hebreo, su ortografia y su vocabulario, podia constituir una len- gua particular y sagrada... Las semejanzas no se limitan al vocabu- lario, sino que afectan también al estilo, a la prosodia y a las formas del relato: didlogo o repeticiones... Los autores biblicos quisieron ante todo hacerse entender y emplearon el instrumento lingiiistico que tenjan a disposicién» (H. Cazelles, en «Les quatre fleuves» 1 [1973] 22-23; cf. M. Greenberg, 1965, 1-9). Por lo que respecta a la difusién ulterior del evangelio, el relato del primer Pentecostés tiene un valor profético y ejemplar: los hombres reunidos aquel dia en Jerusalén oyen hablar en sus diver- sas lenguas de las «maravillas de Dios» (Hch 2,8-11). Asi, pues, el hombre no esta llamado a aprender una lengua sagrada para conocer a Dios; es Dios quien se acerca a él para interpelarlo en la lengua que él comprende. La concepcién de una lengua sagrada es propia de otras religiones, pero ajena al mundo biblico “. b) La segunda observacién u objecién, a propdsito del cardc- ter sagrado o tinico de las Jenguas biblicas, es de orden lingiifstico: el andlisis de las estructuras del griego y del hebreo biblicos mues- tra que son lenguas como las otras, con sus cualidades y sus imper- fecciones. Su empleo en la Biblia se explica por razones histéricas y no porque tendrian mds capacidad que otras lenguas para trans- mitir los mensajes divinos. El valor excepcional que se ha querido atribuir, por ejemplo, a ciertas particularidades del hebreo biblico © Cf. J. Jeremias, 1973, 10ss, a propésito del «idioma subyacente a las pa- labras de Jestis». ® Se encontrard una rdpida descripcién de la koiné en J. Humbert, 1972, 115-126, En cuanto a su relacién con el griego del NT, se consultara W. Bauer, 1967, y Blass-Debrunner-Rehkopf, 1976, 1-9 (con presentacién de los semi- tismos, latinismos y préstamos de otras lenguas). “ ¢Algunos cristianos parecen adoptar un punto de vista sobre la Biblia que se parece més a la ensefianza del Islam sobre el Corn que a la doctrina biblica de Ja revelacién: consideran la Biblia como un documento dictado por Dios mas bien que como una coleccién de obras que reflejan la individualidad cultural, estilistica ¢ intelectual de los escritores...» (Taber y Nida, 1971, 93). aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 46 Traduccion 9 exégesis traiciona los significados profundos del canto (= el Cantar)» *, 0 también: «El hebreo prefiere las palabras concretas, que crean imé- genes, a las palabras abstractas. Esto vale especialmente para tét- minos que tienen un uso teoldgico, Asf, ‘el Sefior es paciente” se diré ‘el Sefior tiene las narices largas”; “la ternura de Dios” serd “las entrafias de Dios”, etc.» ®. A esto hay que responder dos co- sas: toda lengua es capaz de expresar tanto abstracciones como el aspecto concreto de la realidad (el hebreo no carece de términos abstractos con valor teolégico, como gracia, amor, verdad, fideli- dad, etc. "; el francés y el espafiol no carecen de expresiones con- cretas en la linea de las citadas: «ser un hombre de pelo en pecho» por «ser valiente», «se me hinchan las narices» por «encolerizar- se», etc.); en el campo de la poesia (puesto que se trata de ello cuando se habla del Cantar), el francés ofrece muchos ejemplos de textos que harfan pensar al extranjero no informado que esta lengua es «sintética» por naturaleza *. Por consiguiente, nunca se insistird demasiado en el hecho de que todas las lenguas son adaptables a situaciones nuevas y son aptas para expresar, segtin su genio particular, un mensaje emitido primero en otra Jengua. Al igual que otras, las lenguas biblicas no son intraducibles. A este respecto, J.-L. Doneux, especialista caté- lico de las lenguas africanas, afirma lo siguiente: «Hemos... mane- jado hasta ahora una ficcién: no es la lengua la que dice lo que quiere decir, es el locutor. Y al lingiiista le basta haber asegurado que toda lengua es capaz de instrumentar todo lo que el locutor dice y quiera decir en ella... La palabra de Dios se puede traducir en las Jenguas africanas como en cualquier otra lengua del mundo. Y esto porque el lenguaje funciona en todos los hombres a partir de Jas mismas condiciones de posibilidad, la funcién simbdlica de la experiencia de lo real. Ni las diferencias de gramética, ni las distan- cias de léxico, ni las variaciones culturales en la organizacién se- ” A. Chouraqui, 1970, 21. * Estas Ifneas proceden de un proyecto de introduccién a una versién nueva del AT en francés. Como entre tanto este proyecto ha sido corregido, nos abstenemos de mencionar a su autor. * Sobre este tema del hebreo lengua «concreta», véase también J. Barr, 1961, 28s. = Mounin habla de «la ilusi6n de éptica lingiifsticas del traductor que «siente Ja lengua que traduce como una lengua nueva y se ve siempre llevado a sobreestimar la expresividad de las palabras extranjeras» (G. Mounin, 1955, 35). Esta ilusidén es frecuente no sdlo en los traductores, sino también en Jos comentaristas biblicos. Andlisis estructural y traduccion 47 méntica del dato subyacente a los términos hacen imposible la tra- duccién» ®. La 6ptica de los traductores de formacién puramente exegética debe, pues, ser rectificada mediante una informacién lingiiistica ele- mental. Y es lamentable que la indiscutible competencia reflejada por muchas versiones recientes en lo relativo a las ciencias biblicas quede, por otra parte, comprometida por la falta de competencia equivalente al nivel de la traduccién propiamente dicha. III. ANALISIs ESTRUCTURAL Y TRADUCCION No se podria exigir al traductor que esté especializado en todos los campos relativos a su trabajo. Lo esencial es que disponga de bue- nos manuales de base y que sea capaz de consultarlos. Es necesario igualmente que pueda aprovechar los resultados de nuevas formas de investigacién; a este efecto, se le debe proporcionar una ayuda para que discierna en ellas lo que es directamente util para el buen cumplimiento de su tarea, Por ello cabe preguntarse en qué medida el método de andlisis estructural de los textos, puesto de moda en Francia en estos ultimos afios, puede iluminar al traductor. No tenemos que describir aqui este método, porque otros lo han hecho ya de forma competente *. Nos limitamos a esbozar la respuesta a esta pregunta: ges adecuado el método de andlisis estructural para completar el de la exegesis histérico-crftica en lo que concierne al conocimiento del texto de base que el traductor debe poseer? Segiin F. Bovon, «lo que distingue al andlisis estructural de la * J.-L. Doneux, en V. Cosmao y otros, 1969, 47-48. Cf. p. 45: «(En Europa) se duda de que las lenguas africanas tengan un vocabulario abstrac- to; apenas se ve cémo podrian tenerlo (y aqui aflora de nuevo la idea de “pueblos primitivos”)». Y Doneux sefiala que «el lenguaje en su totalidad no puede ser sino abstraccién»; luego aduce ejemplos de términos abstractos en lenguas africanas. Se leerén también con provecho las observaciones enérgicas y sabrosas de P. Alexandre sobre los prejuicios que hay que «desmontar» a propésito de las lenguas africanas; observaciones que pueden favorecer una mejor comprensidn del cardcter del hebreo (P, Alexandre, 1967, 44-47). * Véanse, entre otros, los ntimeros especiales de las revistas «Foi et Vie» (13, mayo-junio 1974), ETR (1973/1; cf. 1977/2, 231-253) y, en inglés, «In- terpretation» (abril 1974). Sefialemos también: J. B. Fages, 1968; Barthes, Beauchamp y otros, 1971; Barthes, Bovon y otros, 1971; J. Calloud, 1973 y 1976; B. Olsson, 1974; G. Antoine, en Bovon y Rouiller, 1975, 122-135; D. Patte, 1976; Cahiers «Evangiles 16 (mayo 1976) aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 50 Traduccién y exégesis formacién. Cabe esperar, sin embargo, que este estado de cosas se modifique en el futuro, en el momento en que se haya llegado mas alld de lo que es para muchos el estadio de «la moda y del esnobis- mo, [...] tercera desventura de la lingiifstica en Francia», segtin la expresién de G. Mounin *, En todo caso, si es cierto que el and- lisis estructural se interesa casi exclusivamente Por el nivel de la lengua, a | expensas del nivel de la palabra, segtin la distincién de Saussure ©, el equilibrio no podrd restablecerse sino por la colabo- racién interdisciplinar. Es necesario que los especialistas de métodos ya tradicionales estén abiertos a los nuevos métodos que se abren a Ja investigacién y que, a la inversa, los especialistas de estos nue- vos métodos permanezcan atentos a las cuestiones planteadas o resueltas por el conjunto de las ciencias biblicas: «Hay que esperar de la colaboracién entre investigadores lo que un investigador solo no puede asumir. La interpenetracién de los métodos no es cues- tién de un hombre, sino quiz4 de un grupo... Hay una ecclesia de la investigacién» ©. Esta es, por otra parte, la conviccién que ani- ma a los responsables de los departamentos de traduccién de la ABU, puesto que desde hace ajios ellos favorecen las ocasiones de intercambio entre consejeros de traduccién, biblistas o lingiiistas y traductores, asi como los contactos con los medios universitarios que trabajan en las disciplinas relacionadas con Ja traduccién. En resumen, a pesar de las muchas dificultades que el traductor encuentra en su esfuerzo de comprensién del texto de partida (o texto fuente), en la actualidad tiene la ventaja de no estar solo, de no quedar reducido sdlo a su capacidad para resolver estas dificul- tades. Puede apoyarse en muchas obras de valor y debe insertarse en la inmensa comunidad de los investigadores que aseguran bases sdlidas a la interpretacién de los textos particulares. Ademés, en los casos especialmente incémodos, tiene la posibilidad de optar en la traduccién por una variante textual o una variante de interpreta- cién sdlidamente atestiguada y de poner en nota otra variante (0 varias) igualmente legitima. Del mismo modo, en lo que concierne a la traduccién propia- mente dicha, es decir, al paso de la lengua fuente a la lengua recep- “ G. Mounin, ibid., 8 * E, Stankiewicz, en Th, A. Sebeok, 1974, 629.659; cf. P. Ricoeur: «La tarea es entonces... recuperar para la comprensién del lenguaje fo que el mo- delo estructural excluye, y que es quizd el lenguaje mismo como acto de pala- bra, como decir» (1969, 858; cf. 88). %"P. Ricocur, en Barthes, Beauchamp y otros, 1971, 287. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. CAPITULO IT LINGUISTICA Y TRADUCCION Segiin G. Mounin, la lingiifstica no comenzé a interesarse directa- mente por los problemas de traduccién sino a partir de 1950. En- tre las causas que produjeron un cambio de actitud en este sentido, el mismo autor menciona el hecho de la «cuasi industrializacién de las traducciones de la Biblia por la American Bible Society, que no dud6é en Ilamar a lingiiistas cualificados para dirigir su departa- mento de traduccién» ', Fueron, en efecto, el doctor Nida y sus colaboradores del departamento de traducciones de la Sociedad Bi- blica Americana quienes pusieron en marcha un esfuerzo sistema tico de estudio de los problemas de traduccién y del método ade- cuado para resolverlos satisfactoriamente. La investigacién prosigue en la actualidad con expertos distribuidos por todo el mundo. Sin embargo, a primera vista, el traductor podria preguntarse qué tendencia de la lingiifstica puede ayudarle eficazmente en su tarea. En efecto, podria estar aturdido y desalentado ante la abun- dancia de las publicaciones de orden lingiifstico (libros o revistas) y sobre todo frente a la oposicién de escuelas diversas. En una pe- quefia obra sintética reciente, de considerable densidad y calidad, R. Jakobson alude a esta gran variedad de doctrinas opuestas que presenta la teoria lingiifstica contempordnea y a las «tumultuosas» controversias que suscita. Pero afiade inmediatamente que un exa- men en profundidad de todos estos «credos sectarios» y de estas «polémicas vehementes» revela, por encima de las divergencias terminoldgicas 0 técnicas, un trasfondo fundamentalmente «mono- Iitico», cimientos de una «sorprendente uniformidad». En realidad, dice, la mayorfa de los desacuerdos recientes se fundan, por una parte, precisamente en diferencias de terminologia y de estilo de 2G. Mounia, en A. Martinet, 1969, 375; cf. G. Mounin, 1976, 77-88 y 189.214, Seria injusto no mencionar también Ia actividad de los Wycliffe Bible Translators, formados en sesiones de verano (Summrer Institute of Linguistics), en Jas que el acento se pone esencialmente en los conocimientos lingiifsticos, quedando la exégesis como el pariente pobre. El modo de tratar los problemas de traduccién bfblica es presentado en Beekman y Callow, 1974; en cuanto a la importancia del movimiento, véase «Missiology» I/4 (octubre 1974) 411. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 54 Lingiitstica y traduccién y a inspirarse en el ejemplo de la lingiifstica estructural que «ha permitido reanudar Ja descripcién de las grandes lenguas de comu- nicacidn y de cultura sobre bases nuevas y adecuadas para dar cuen- ta de su funcionamiento real» °. Esta sensibilidad al «funcionamiento real» de las lenguas modi- fica fundamentalmente la éptica del traductor biblico: éste aprende a respetar el sistema de la Jengua fuente y el de la lengua recepto- ra; ya no considera el griego como el lenguaje ideal para presentar la ensefianza cristiana, sino como una lengua entre otras, con sus cualidades y sus defectos; ya no cree que todos los sentidos posibles de una palabra gtiega se encuentren cada vez que aparece esa pala- bra sabiendo que cada acepcién particular esté determinada por el contexto; se da cuenta de que es erréneo querer traducir siempre la palabra griega en cualquier contexto por la misma palabra de la lengua receptora; comprende que la traduccién literal de expresio- nes idiométicas es un medio seguro de engendrar malentendidos; se guarda de calcar las estructuras gramaticales de la lengua recep- tora sobre las de Ja lengua fuente’; en una palabra: trata de repro- ducir la disposicién del mensaje original por una disposicién equi- valente y no idéntica, Este punto de vista serd desarrollado e ilus- trado en las paginas siguientes. Para examinar el problema mds de cerca y de manera més deta- Ilada recurriremos a una distincidn admitida por la mayoria de los lingiiistas: la de tres aspectos fundamentales del lenguaje (la fono- logia, la gramiatica y la semdntica). No nos detendremos en las di- vergencias actuales en el modo de concebir la estructura interna de cada uno de estos dmbitos y en las relaciones de uno a otro. Lo importante para nuestro objetivo es mostrar que la traduccién (y también el aprendizaje de una lengua extranjera) est4 inmediata- mente situada en una justa perspectiva si se es consciente de la originalidad de cada lengua en su sistema fonoldgico, gramatical o semAntico. * J, Dubois, 1969, 11. El gran etndlogo germano-americano F, Boas (1858- 1942) ha sido un precursor en este campo, puesto que «se negaba a imponer a las lenguas primitivas las estructuras y las categorfas vdlidas para las dos grandes familias de lenguas (indoeuropea y semita) e insistfa en estudiar cada lengua en funcién de sus propias estructuras» (A. Kardiner y E. Preble, 1966, 215). Cf. también J. Lyons, 1970, 36s: «El lingiiista se interesa por todas las lenguas». 7 W.-A. Smalley, en TBT 16/3 (julio 1965) 111. Cf. Taber y Nida, 1971, 3s. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 58 Lingtitstica y traduccién En segundo lugar, se debe prestar atencidn a los problemas que plantea la transcripcién de los nombres propios. En efecto, con de- masiada frecuencia se han descuidado las exigencias del sistema fo- noldgico de la lengua receptora a este respecto, lo cual ha hecho dificil o incluso imposible la lectura de estos nombres: basta ob- servar, en una iglesia, el ndmero de veces que un lector duda o se equivoca cuando se encuentra con nombres propios en un pasaje del AT, segtin la versién que utilice. Se ha querido imponer a la lengua receptora una ortografia que le es ajena, sin provecho para nadie. Asi, la Biblia de Jerusalén, entre otras, ha procurado «repro- ducir lo mas exactamente posible la forma que estos nombres po- seen, sea en hebreo, sea en griego...» (1956, XII), con excepciones, puesto que se han mantenido formas impuestas por la tradicidn, como Jeremfas o Jestis. Nos da la impresién de que sdlo los que conocen el hebreo o el griego serdn sensibles al sentido de tales transcripciones; pero ellos podrian facilmente recurtir por si mis- mos a los textos originales si quisicran verificar la ortografia de un nombre particular en una u otra de estas lenguas °, mientras que el profano no verd en ello sino extravagancia o incluso pedanterfa. Asi, por ejemplo, un nombre como Bogs (1 Sm 14,4), aunque relativa- mente sencillo de leer, es, sin embargo, una monstruosidad desde el punto de vista de la ortografia francesa, en la que no se pondria jamds una ¢ ante una e, ni como final; jamds se pondria una é en tal posicidn ®; ademds, qué importancia puede tener para el lec- tor medio saber que la ¢ representa el sade hebreo? Seria, por tan- to, preferible adoptar en las traducciones destinadas al gran puiblico una ortograffa a la que este ptiblico esté habituado, El mismo H. Meschonnic admite hasta cierto punto este principio, y tras haber mencionado el respeto debido al «pasado literario» de buen ntimero de nombres propios, afiade: «En la medida en que no se quebrante la fonologia del francés, me parece que se pueden resta- blecer algunos nombres en su verdadero sonido, desfigurado por una grafia falsamente etimoldgica: el hebreo no ha dicho jamds da en Ia practica, como lo pone de manifiesto E. Nida, en W. Smalley y otros, 1964, 22-30. ” No negamos que en algunos casos muy particulares la transcripcidn letra por letra del nombre propio original pueda tener su utilidad (por ejemplo, cuando un autor quiere reproducir un término griego en un texto impreso exclusivamente en caracteres latinos). Cf. H. Leclercq, en NTS 19/2 (enero 1973) 187-190. * Entendemos por ello una é@ en cuanto grafema, porque el fonema /e/ puede encontrarse en esta posicién (ej., Atel). aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 60 Lingiiistica y traduccién a Ja traduccién propiamente dicha de la Biblia, sirven ya para ilus- trar un principio que el traductor no deberfa olvidar nunca: hay que guardarse de querer imponer a una lengua una estructura pto- pia del genio de otra lengua. La importancia de este principio vol- vera a subrayarse en los dos apartados siguientes. II. LAs DIFERENCIAS DE ORDEN GRAMATICAL Durante largo tiempo se ha vivido en la ilusién de que habia una gramdatica ideal, que se situaba evidentemente en la tradicién occi- dental, y que toda gramética que no tenfa las caracteristicas de tal © cual lengua occidental era por ello mismo inferior: habia que «completarla» *. Ahora bien: todo sistema gramatical, por diferen- te que sea de lo que conocemos en nuestras gramdticas europeas, tiene su valor propio. Cuando se examina detenidamente la cues- tién, sorprende con frecuencia la ingeniosidad y la precisién grama- ticales de lenguas Jlamadas «primitivas» 7”. Lo esencial es, por tan- to, utilizar los recursos de que dispone toda lengua y no imponerle formas que son artificiales o completamente desconocidas en ella: «El traductor debe recordar constantemente que puede traducir cualquier cosa de una lengua a otra a condicién de que investigue durante el tiempo suficiente para descubrir los modos de expresién y esté dispuesto a adaptarse a estas nuevas estructuras lingiifsticas. Mientras que el traductor esté persuadido de que el francés, el grie- go y el hebreo sirven de la manera mds perfecta de marco al pen- samiento humano y de que todas las lenguas deberian conformarse mas o menos a ellas, est4 desesperadamente perdido en cuanto tra- ductor. En toda lengua existen posibilidades de elegancia literaria. No es cuestién de medio de expresién, sino de habilidad por parte * A propésito de Africa, M. Houis critica con razén la idea-fuerza, que atin domina, «segtin la cual las lenguas de Ja familia indoeuropea estén en la cima de la evolucién y las lenguas de los Negros en el nivel mds bajo de la escala. Se piensa, sin embargo, que éstas presentan el interés de oftecer un estado cercano al estado original del lenguaje, en el que las lenguas no ten- drian gramética, el discurso seria una sucesién de monosilabos y el léxico es- taria restringido a un inventario elemental y ejemplar, etc.» (L971, 27). Véase P. Alexandre, 1967, 47: «Tercer bulo (bicéfalo) por desmontar: las lenguas africanas son: a) muy faciles; b) muy dificiles..., porque no tienen gramética. Respuesta: no existe lengua sin gramatica. En todo caso, no en la tierra». 7 Ya D. Lortsch*aduce buen numero de ejemplos de Ja «riqueza» de las Jenguas estudiadas por los misioneros en diversas partes del mundo (1910, 4305s). Las diferencias de orden gramatical 61 del artesano. Es la ignorancia del traductor, y no la presunta pobre- za de la lengua, la responsable de una traduccién pobre» *. ‘Tomemos como ejemplo el caso de las partes de la oracién 0 es- pecies de palabras. Segtin las lenguas, su niimero puede variar de tres a nueve (en espafiol: sustantivos, verbos, adjetivos, articulos, pronombres, adverbios, preposiciones, conjunciones, interjeccio- nes). Por tanto, ya no es posible pensar que la descripcién de una lengua deba fundarse necesariamente en una lista tradicional de es- tas partes de la oracién ”. Y esto se verifica ya en lenguas que per- tenecen a una misma familia lingiifstica. G. Mounin menciona «el malestar de los gramaticos latinos cada vez que su lengua no encaja en las categorias de la gramatica griega, su modelo ideal; para que el latin tenga el mismo ntimero de partes de la oracién que el grie- go, el articulo que falta en latin es reemplazado por la invencién —astuta— de la interjeccién» *. Pero las lenguas no difieren sola- mente en cuanto al ntimero de las partes de la oracién; difieren igualmente en cuanto al modo de expresar una idea por tal o cual especie de palabra. En ngok dinka (Sudan), algunos adverbios (como «recientemente», «rdpidamente», «seriamente», «siempre») se traducen por auxiliares verbales, mientras que otros (como «len- tamente») se traducen por particulas adverbiales. En navajo, lengua india de los Estados Unidos, acho y camino deben traducirse por verbos, de modo que «ancho es el camino» se dirfa literalmente «siendo-ancho, él camina» *'. Un problema que los traductores de la Biblia encuentran muy a menudo es el de los sustantivos del tex- to original de los que no hallan el equivalente en la Jengua recep- tora; términos como arrepentimiento, perdén, justificacién, amor, salvacién, etc., deben ser transformados en ella en expresiones ver- bales (alguien se arrepiente, perdona, justifica, ama, salva, etc.). Asi, se nos pregunté una vez cémo habia que traducir en ngambay (Chad) «yo soy la luz del mundo» (Jn 8,12), dado que en esta lengua no existe el sustantivo «luz»; pero como posee el verbo * E, Nida, 1967, 204-205. * «Uno de los resultados centrales de los progresos del estudio lingiifstico ha an hacer ver que las categorfas tradicionales: nombre, verbo, adjetivo, etc., no constitufan en absoluto instrumentos necesarios de toda descripcién> (F. Frangois, en A. Martinet, 1968, 41). * G, Mounin, 1971, 111. *E, Nida, 1964, 196. Cf, también el ejemplo aducido por F. Frangois: «En malgache no hay, al menos para toda una serie de términos, “oposicin, verbo-nominal, debiendo traducir fivoriana, segtin los casos, por “reunién” © por “hay reunién”» (en A. Martinet, 1968, 41). 62 Lingiiistica y traduccién «iluminar», habfa que utilizar una expresién de este tipo: «yo soy el que ilumina el mundo» o «yo soy la l4mpara que ilumina el mundo» *. Se encuentran igualmente numerosas diferencias en el Ambito de las categorias gramaticales (nimero, modo, voz, tiempo, aspecto, persona, género). Se encontraré una serie de ejemplos de ello en las obras de E. Nida *, de modo que nos limitamos a citar aqui dos dificultades que los traductores encuentran con frecuencia en este terreno. En la conjugacién del verbo francés 0 espaiiol apenas nos preocupamos del aspecto (sélo para distinguir el imperfecto del in- definido); lo que cuenta sobre todo es el tiempo (presente, pasado, futuro). Por el contrario, en muchas lenguas la morfologia del ver- bo expresa principalmente el matiz de aspecto (accién progresiva, efectiva, iterada, anticipativa, incoativa, habitual, momentdnea, du- rativa...) y la indicacién del tiempo no parece tener en ellas sino una importancia secundaria“. Segiin nos comunicé un misionero, la lengua lomongo del Zaire no contiene menos de dieciocho aspec- tos diferentes, lo que obliga al traductor a hacer un anilisis extra- ordinariamente fino no sdélo de la forma verbal del texto original, sino también de su contexto, para saber de qué aspecto se trata *. Esto no significa que, en las lenguas del Tercer Mundo, haya que ser sobre todo sensible a los matices de aspecto mds que a los ma- tices temporales. La situacién varfa de una lengua a otra. Nétese, por una parte, que el aspecto ejerce un papel importante en lenguas relativamente cercanas (geogréficamente) a las nuestras, y por otra, * A este respecto, se encuentra una acumulacidn de dificultades en Me 1,4, con sus cuatro sustantivos «bautismo, arrepentimiento, remisién, pecados»; donde se deba transformarlos en formas verbales, habré que determinar exac- tamente cud] es el sujeto (y eventualmente el objeto) de cada una de estas acciones y cudl es la relacién de las unas con las otras (0 su sucesidn precisa). Cf. Taber y Nida, 1971, 48s. * E, Nida, 1964, 196-206 y 234; 1967, 205-215. % Esto no significa que no pucda expresarse el tiempo; pero no podré hacerse en la morfologfa del verbo. * Actualmente se presta més atencidn a estas cuestiones de aspecto en Jo que concierne al hebreo y al griego: véanse P. Joiion, 1947, 291s, para el hebreo, y Blass/Debrunner/Rehkopf, 1976, 263s, para el griego (pero véase el estudio de Stagg sobre el aoristo, que critica el «dogma» del cardcter pun- tual del aoristo: F. Stagg, en JBL 91/2 [junio 1972] 222-231). Notemos que el francés puede expresar los aspectos por diversos medios (si no en la morfo- logia misma del verbo): prefijos (re-), sufijos (sautiller), verbos y locuciones auxiliares (comenzar a, no cesar de), adverbios (con frecuencia, continuamen- te), etc. Cf. Vinay y Darbelnet, 1958, 75-86, y J. Mateos, El aspecto verbal en el Nuevo Testamento (Ed. Cristiandad, Madrid 1977). aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 66 Lingiiistica y traduccion espafiol no tienen, como el griego, terminaciones correspondientes a los diversos casos; han de utilizar, por tanto, sus propios recursos (sobre todo preposiciones u orden de las palabras) para expresar exactamente las relaciones indicadas por estos casos. El francés no posee el genitivo absoluto del griego, pero no se puede afirmar que la traduccién de la TOB de Mc 5,21: «Quand Jésus eut regagné en barque l’autre rive», sea un empobrecimiento respecto al xat bianspdcavtes tov "Incou mad slic td mépav del griego (ndtese también, en esta proposicién, el hecho de que el adverbio griego méAw se traduce en francés por el prefijo re- de regagné). Tales reestructuraciones son indispensables en todas las lenguas (se en- contrardn ejemplos de ellas en las obras ya citadas de Nida y de Beekman *). Sin embargo, incluso si el traductor es consciente de esta necesidad, tiene el peligro de no tenerla siempre en cuenta de manera consecuente; en efecto, a fuerza de trabajar en una lengua original, llega a producir formas que se le han hecho naturales, cuando en realidad no lo son en la lengua receptora. Esto es lo que los lingitistas llaman interferencias: «Algunos modelos, gramatica- les, semdnticos o fonoldgicos, de la lengua 1 son trasladados en expresiones de la lengua 2» *'. Por consiguiente, el traductor nece- sita siempre la ayuda de la lingitfstica descriptiva (que estudia las estructuras de las lenguas y trata de despejar las reglas que deter- minan el modo en que se hablan *); ademds, le sera provechoso que un estilista revise su trabajo para que detecte tales interferencias. Por supuesto, no se trata de tomarse grandes libertades afirmando que «poco importa la forma con tal de que esté el fondo», sino de encontrar el mejor modo de que la forma sirva al fondo (en vez de perjudicarlo, en la medida en que esta forma estuviera calcada artificialmente de la de otra lengua). Con otras palabras: «Una buena traduccién tratard de representar el estilo de texto original ® E, Nida, 1964, 235; 1967, 216-217; J. Beckman, ed. 1965, 286ss. En- tre Jas otras causas que motivan estas reestructuraciones, mencionemos el caso de los pronombres: no sdlo se encuentran en ellos distinciones que no existen en francés (#ous inclusivo y exclusivo, cuarta persona...), sino también si- tuaciones en que el pronombre griego debe ser reemplazado por un nombre, porque el sistema de utilizacién de los pronombres difiere del de la lengua griega (J. Beekman, ibid., 124ss, 273s; E. Nida, 1967, 210, 217-218). * M. Houis, 1971, 203. * Véase la distincién entre lingiifstica descriptiva y prescriptiva en J. Lyons, 1970, 35s; cf. D. T. Langendoen, en PA 15/3 (mayo-junio 1968) 112s; E. Nida, en TBT 23/2 (abril 1972) 226; D. Frangois, en J. Martinet, 1972, 153-168. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 70 Lingiitstica y traduccion gifstica moderna; «La mayoria de las obras mds importantes publi- cadas en el curso de los uiltimos treinta afios sobre lingiiistica ha dedicado muy poco lugar a la seméntica o incluso la ha silenciado completamente» ©, Sin embargo, desde hace algtin tiempo, numero- sos estudios se han ocupado de las investigaciones relativas a la es- tructura semdntica ©, Pero estas investigaciones tropiezan con mu- chos y muy delicados problemas por resolver”. Entre Jas razones que explican este estado de cosas, mencionemos ésta: la inmensidad del campo que abarcan. Mientras las oposiciones fonoldgicas de una lengua son limitadas en ntimero, mientras es posible hacer un in- ventario relativamente completo y satisfactorio de las reglas gra- maticales de una lengua, la tarea de describir las diversas relaciones que mantienen los miiltiples términos de un vocabulario, cualquie- ra que sea (teniendo en cuenta acepciones mds 0 menos numerosas de estos términos), esta tarea parece infinita: «Describir la seman- tica de una lengua, la totalidad de los significados que presenta, equivaldrfa a estudiar la totalidad de los contenidos de civilizacién que se expresan por esta lengua y nada menos que a tratar de des- cubrir su estructuracién total» ®. Ademés, es bien conocido que el vocabulario de una lengua evoluciona mucho més r4pidamente que su fonologia o su gramatica®; por tanto, se encuentran sin cesar nuevas relaciones. Sin embargo, estamos convencidos de que el léxi- co no es «un montén de palabras»: «Todos (los lingiiistas) estén de acuerdo en que es imposible pensar que las palabras estén pre- sentes de una u otra manera en nuestra cabeza en forma de elemen- tos totalmente aislados unos de otros» ™. Asi es como, entre otras cosas, se ha tratado de agrupar cierto ntimero de palabras en cam- pos semdnticos limitados, siendo los intentos mds conocidos los que * Ibid., 307. “ Véase E. Nida, 1975 (a) y 1975 (b) y la bibliografia. Cf. E. Nida, en TBT 26/1 (enero 1975) 120-132. * Pone de manifiesto los obstdculos para una estructuracién seméntica sis- tematica G, Mounin, 1972 (a) (véanse en particular pp. 16ss: «La semdntica se resiste al estructuralismop). ® Tbid., 52. © Se encontrarén indicaciones sorprendentes sobre el movimiento general del vocabulario francés de 1949 a 1960 en J. y C. Dubois, 1971, 111ss (cf. tam- bién las comparaciones entre el Petit Larousse de 1906 y el de 1961, pp. 133 y siguientes). Este fenémeno es sensible en todas las lenguas: nos han hablado de una traduccién de 1a Biblia en el Cameriin, hecha segiin el lenguaje «clasi- co» de los viejos de Ia regidn; cuando esta traduccién se termind, resulté in- utilizable para la joven generacién, que ya no comprendia el vocabulario. ” G. Mounin, ibid., 49 y 50. Las diferencias de orden seméntico 71 se refieren a los grados militares, los nombres de colores, los térmi- nos de parentesco. A la luz de estos ejemplos, es ciertamente posible «reducir las categorias abiertas del léxico» (as listas ilimitadas de todos los nom- bres, de todos los adjetivos, etc.) a «pequefias categorfas cerradas» Pero es legitimo preguntarse, con G. Mounin, si una vez realizado este trabajo, tendremos «la estructura de un léxico, o estructuras, irreductibles unas a otras de las partes de un léxico» ”. A pesar de todos los estudios dedicados a este tema desde hace muchos afios, la cuestién sigue abierta, y en el estado actual de las cosas, no se debe esperar que vaya a recibir respuesta satisfactoria a corto plazo. Sin embargo, lo mds importante para nuestro objetivo no es pasar re- vista a los problemas planteados por la estructuracién del léxico; nos parece mds urgente subrayar, en atencién a los traductores y a los exegetas, algunos datos (elementales, pero ignorados con fre- cuencia) relativos al vocabulario de las diversas lenguas del mundo. Hay que recordar ante todo el hecho de Ja polisemia de las pa- labras que existe en cualquier lengua. De otra manera: Jas palabras son susceptibles de tener diversas acepciones de sentido, en mayor © menor nimero segtin los casos. De otra manera también: una palabra no es una etiqueta pegada a una cosa y aplicable tinicamente a ella. Si fuera asi, cada lengua deberia tener infinitamente mds pa- labras de las que tiene en realidad; el sistema seria no sdlo poco econdmico, sino que también superaria con mucho la capacidad de memoria de un locutor ordinario ®. Para verificar este hecho basta abrir un diccionario de lengua francesa, por ejemplo; las definicio- nes de las diversas acepciones de sentido de una palabra estén nu- meradas, y a veces hay tan poca relacién entre estas acepciones, que ello obliga a prever varias entradas lexicales *, La situacién se com- plica cuando se trata de varias lenguas, porque no hay dos Jenguas * L. Hjelmslev, citado por G. Mounin, ibid., 53. z 2G, Mounin, ibéd., 53. BCE B, Siertsema, en TBT 20/1 (enero 1969) 8. EI diccionario Larousse du francais contemporain ha «distinguide bajo articulos diferentes los homénimos de cualquier naturaleza u origen: altérer (désaltérer) en el sentido de “dar sed” ha sido separado de altérer (altéra- tion, inaltérable), “modificar el estado normal”. Las disyunciones dan buena cuenta de los derivados diferentes: affiner (purificar) y affinage; affiner (ha- cer més fino) y affinement...» (1971, IV). Estas distinciones son exigidas en particular por la homonimia de dos palabras de raiz diferente o por la evolu- on divergente de dos acepciones de una misma palabra en el curso de la historia. 72 Lingilistica y traduccién en el mundo cuyos vocabularios coincidan exactamente, palabra por palabra, correspondiendo todas las acepciones de sentido de una pa- labra de una lengua B a todas las acepciones de sentido de una pala- bra de una lengua A. Desde este punto de vista, es en parte exac- to decir que tal palabra hebrea o griega es «intraducible» en espaitol (ninguna palabra espafiola puede traducir por sf sola todas Jas acep- ciones de la palabra griega Mdyos, a la que el diccionario de Bauer dedica mds de cuatro columnas [°1958]: 942-947). Pero es exacto sdlo en parte por dos razones: en primer lugar, porque se afirma vinicamente respecto a palabras «clave» cuando de hecho se podria decir de cualquier palabra; en segundo, porque lo que es teérica- mente cierto de Jas palabras tomadas aisladamente, no lo es cuando est4n insertas en un contexto: prescindiendo del caso del poeta que quiere considerar Jas diversas acepciones de una palabra y de los juegos de palabras o de las ambigiiedades pretendidas, «en la comu- nicacién ordinaria las palabras... son la mayorta de las veces uni- vocas. En cada caso es el contexto el que indica claramente cudl de los sentidos de una palabra se debe elegir» *. Esto es lo que per- mite a B. Siertsema declarar: «Las palabras no pueden traducirse; las frases, si» ™. Si tomo la palabra «tiempo» en espafiol, no encon- traré en inglés o en alemdn una palabra sola que exprese a la vez «el tiempo (que hace)» y «el tiempo (que transcurre)». Por el con- trario, si tengo la frase «hace buen tiempo», y esta otra, «el tiempo es largo», sé que en el primer caso hay que traducir por Wetter (alemana) 0 weather (inglesa), y en el segundo, por Zeit (alemana) 0 time (inglesa). De estas constataciones se deduce que no es sufi- ciente enriquecer el propio vocabulario (en la lengua materna o en otras lenguas) aprendiendo largas listas de palabras y teniendo a la vista otras palabras que indican sus diversos significados; hay que disponer también de ejemplos precisos relativos al modo en que estas palabras son empleadas en sus diferentes acepciones ™. * Cf. B. Siertsema, ibid., 9, y J. Martinet, 1972, 78. * Taber y Nida, 1971, 5 ” Cf, B, Siertsema, ibid., Véase Larson y Sinaley,. 1972, 265. Cf. J. Guénot: «El diccionario nos informa sobre el sentido de las palabras remitiéndonos a otras palabras. Pero no nos dice nada sobre el uso... El aprendizaje del sentido estd, por tanto, unido al aprendizaje del uso» (1964, 177s). Por lo demés, se ha tenido en cuenta esta necesidad en el Grand Larousse de la langue francaise: «Los usos son ilustrados con ejemplos. La palabra del diccionario, en efecto, no tiene custencia real, sino inserta en una frase del discurso» ( (i. yc. Dubois, 1971, 32}. Cf. HA. Gleason, 1969, 48. Véanse también las observaciones formula: aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 74 Lingiiistica y traduccién leto, el estado exterior del cuerpo humano («carne desplegada»), la «carne» comestible; luego, en sentido religioso, la naturaleza hu- mana, el cuerpo en oposicidn al espfritu o al alma, los instintos, las necesidades del cuerpo, los sentidos 0 especialmente el instinto sexual (tomado con frecuencia en sentido peyorativo) ©. Serfa cier- tamente oportuno tener més en cuenta esta diferencia de campos seménticos en la traduccién a fin de evitar burdos malentendidos ®. Otro ejemplo: el campo semintico de la palabra hebrea yd no es equivalente al de «mar» en espajiol, porque se refiere no sdlo al «mar» en el sentido en gue nosotros entendemos este término («masa de agua salada que cubre la mayor parte de la superficie de la Tierra»), sino que también puede incluir rfos (gel Nilo?, Is 19, 5; el Eufrates, Jr 51,36), un lago («lago de Kinnéret» 0 «de Kine- rot», Nm 34,11 y Jos 12,3) o la gran tina de bronce del templo (1 Re 7,23ss)“. Por tanto, es un error traducir sistemdticamente esta palabra hebrea por «mar» en nuestras versiones. El mismo li- teralismo se manifiesta en la traduccién «mar de Galilea» (Mt 4, 18, etc.) o «mar de Tiberiades» (Jn 21,1; cf. 6,1), puesto que el Jago de Genesaret no es un «mar» desde nuestro punto de vista ©. Por tanto, no serd excesiva la atencién a estas diferencias de campos seménticos entre los vocabularios de distintas lenguas, cua- lesquiera que sean. En la mayoria de los casos, el contexto indica ® Petit Robert, 1967, 251. © Son muchas las personas que, todavia hoy, interpretan el término «car- ne», especialmente en las cartas paulinas, como lo que designa el instinto sexual en sentido negativo (la «concupiscencia»). Cf. la novela de Christiane Rochefort, Le repos du guerrier, cuyo triste héroe juzga asi a san Pablo: «ha- bla constantemente de la carne»; por consiguiente, es un horroroso «reprimi- do» (1972, 144). [En las cartas de Pablo, NBE suele traducir sarx por «bajos instintos»; cf. Rom 7,18; 8,3 y passim, especificados en Gal 5,19. En los evangelios, se- gtin los contextos, «ser» (Mt 19,5; Mc 10,8), «hombre» (Jn 1,14), «carne» (Jn 6,53), «humano» (Jn 8,15), etc. (N. del T.)]. “HAL, 1974, 395s. En su comentario a Josué, A. Soggin traduce correc- tamente «lago» en Jos 12,3 (1970, 106). * Ni desde el punto de vista del griego clasico, cf. A. Bailly, 1899, articu- lo 040000: «1. Mer... II. Eau de mer... II. Source d'eau salée...» (p. 913). El empleo de daAacea para el lago de Genesaret es un semitismo, una traduc- cidn literal de ydre (véase Jos 12,3 [LXX]), y es sorprendente constatar que Lucas prefiere el término Ain (5,18; 8,22; 23,33, comparados con los para- Jelos de Mt y Mc). [Sin embargo, el uso impropio de thalassa en Mt, Mc y Jn puede tener una intencién teoldgica, la alusién al éxodo, compendiado en la travesia del Mar Rojo. (N. del T.)]. Las diferencias de orden seméntico 75 en qué acepcién se toma una palabra y, por consiguiente, cual es la palabra de la lengua receptora que convendrd a esta acepcidn. Sin embargo, se impone una precisién en cuanto al modo de evaluar el sentido de una palabra segiin el contexto: con demasiada frecuen- cia, en efecto, se tiende a adicionar las acepciones posibles en diver- sos contextos, queriendo encontrarlas todas en un pasaje en el que no se imponen o a privilegiar una acepcidn particular y a proyec- tarla en todos los contextos *. Ya hemos aludido anteriormente a este error, a propdsito de la palabra hebrea besed. Pero queremos ilustrarlo con dos ejemplos. En el relato de la primera visién de Zacarfas aparece un término que la TOB/AT traduce por «profun- didad» (Zac 1,8). Para el término hebreo correspondiente, #‘suld, el diccionario HAL da como primera definicién «(Meeres-) Tiefe», Jon 2,4; Zac 1,8; Sal 69,3.16; 107,24; Job 41,23 (1974, 589). Ahora bien: en todos los pasajes citados, a excepcidn de Zac 1,8, el contexto indica claramente que se trata de la profundidad del mar. Por el contrario, el contexto inmediato de Zac 1,8 apenas se presta a esta interpretacién: se trata de un «jinete sobre un caballo ala- z4n» que «estaba parado entre los mirtos»; por tanto, diffcilmente en el fondo del mar. Pero del hecho de que esta «profundidad» era con frecuencia la del mar se ha deducido que éste debja ser el caso también aqui: «Es decir, en la profundidad de las aguas del mar, en los abismos del océano; éste es el sentido del término en todos los casos en que aparece, bien en singular..., bien en plural» . La expresién «en todos los casos», en esta nota de la Biblia Osty, es claramente una generalizacién abusiva, puesto que el mismo libro de Zacarias atestigua otro empleo: en 10,11, en plural, «todas las profundidades del Nilo» (sentido que, por otra parte, sefiala HAL, art. cit., bajo el n.° 2). Volviendo a Zac 1,8, sin duda es licito ad- mitir con Chary que alli se encuentra un eco de una «imaginerfa mitoldgica» y que «la visién de Zacarfas se refiere de algvin modo a la morada de la divinidad, aunque no nos es posible precisar més “ Esto es lo que J. Barr llama «hipostasiar» un sentido (1961, 38, 71, ” Biblia Osty, ediciones Rencontre, 1972, nota ad loc., p. 325. Es cierto que a anotador precisa en seguida el valor mitolégico de’ la cxpresin, pero esto no quita nada al error de método, caracterizado por la cita aducida aqui. Notemos que KBL indica el sentido «Tiefe vy. Abgrund» para Zac 1,8 y Sal 693.16, mientras que para Jon 2,4, Sal 107,24 y Job 4123 precisa

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