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Traduccién de EDUARDO TERREN TRAS LAS HUELLAS DEL MATERIALISMO HISTORICO por PERRY ANDERSON > siglo veintiuno editores, s.a. de c.v. siglo xxi editores argentina, s.a. Primera edicién on espaol, 1985 arta eicidn en espaol, 2004 © siglo efitores, 2. dec, cen cocdicign con {© siglo do expat editor, sa, isbn 968-23-1463-1 primera econ en ings, 1983 (Call and verso editions, londres tial original: nthe tracks of asorical materi derechos reservados conforne la ley impreso y hecho en méxic'printed and made in mexico INDICE Prélogo 1. Prediccién y realizacion 2. Estructura y sujeto 3. Naturaleza e historia Epilogo Indice de nombres 66 105 134 1, PREDICCION ¥ REALIZACION El término que nos retine aqui hoy, «teoria critica», contiene sus propias y peculiares, aunque productivas, ambigedades. En primer lugar, teoria gde qué? Los uusos oscilan entre dos polos principales: el de la litera- tura, el mas familiar, tal y como nos recuerda el nom- bre y la coleccién alos que hacemos honor; y el de la sociedad, en una tradicién menos difundida pero mas polémica y penetrante. En esta segunda version, las dos palabras que constituyen la expresion se escriben frecuentemente con maytiscula para destacar la dife- rencia respecto a la primera. El otro componente del, término plantea problemas parecidos. ¢Qué tipo de critica se esté teotizando? zCon queé base y sobre qué principios? Aqui esta en juego una amplia gama de posturas, como pone de manifiesto esta coleccién con Ja amplitud de sus miras. En la prictica, y lo podran atestiguar los lectores de la Historia de la critica de Wellek *, la gran variedad de posiciones existentes, dentro de la critica literaria siempre ha tendido, a pesar de las naturales fricciones entre ellas, a relacio- nar lo literario con lo social. La necesaria conexién entre uno y otro aspecto ha sido confirmada a menudo incluso por quienes han repudiado de una forma mas tenérgica la nocién misma de «teoria». La critica de la literatura, declaré Leavis, es después de todo la «cri- |tica de la'vidas. Este movimiento involuntario de lo |literario a lo social, tanto si es establecido como si es simplemente sugerido, no ha revertido en un movie nto de lo social a lo literario, Las razones no son \dificiles de encontrar. La critica literaria, tanto «prac- + Laistoria deta eritia modems (1750-1930), Madrid, 3 vol, Gre- os, 1969-72 IN. del TI. Prediecién y realizacin 5 ticas como «tedricas, es varacteristicamente eso ‘mismo, una critica: su irreprimible impulso evaluador tiende espontineamente a transgredir las fronteras del texto hacia la vida exterior que se le asocia. Paraddj camente, la teoria social carece en si misma de una carga discriminatoria comparable. La teoria de la ac- cién que dominé la sociologia norteamericana como corriente principal durante tanto tiempo es un caso {que tenemos bien a mano. Mientras que la mayoria de |as teorias de la literatura proponen directa 0 indirec- tamentealgiin discurso sobre la sociedad, las teorias de la sociedad que contienen aunque sea de forma tangen- cial un discurso sobre la literatura son relativamente escasas. Es dificil imaginar una poética parsoniana, | pero es bastante facil apreciar en el New Criticism una sociologia 0 una historia efectivas. La teorfa critica de la que voy a hablar constituye a este respecto una excepcién. El marxismo, por su- puesto, entra absoluta y preeminentemente en la cate- goria de esos sistemas de pensamiento interesados en la naturaleza y direccién de la sociedad en su conjunto. Sin embargo, a diferencia de sus rivalesen este campo, ha desarrollado también a lo largo de este siglo un amplio discurso sobre la literatura. Existen varias ra- zones para ello, pero una, sin duda, reside en la intran- | sigencia misma de lacritica realizada por los fundado- res del materialismo hist6rico al orden capitalista en ‘que vivian. El marxismo, con una perspectiva radical e invariablemente critica desde el principio, fue llevado répidamente por su propio impulso, como si dijéra-) mos, al terreno dela critica literaria. La corresponden-| cia entre Marx y Lasalle muestra lo natural de este ‘movimiento en sus inicios. Lo cual no quiere decir que tanto entonces como posteriormente hubicra una con- cordancia facil entre los discursos social y literario dentro del marxismo. Al contrario, el historial de sus relaciones ha sido complejo, tenso y desigual, escin- dido por multiples interrupciones, desplazamientos y puntos muertos. Sino se ha producido una ruptura 6 Perry Anderson total mas o menos desde los dias de Mehring se debe, sin duda, al hecho de que, mas alla de su punto critico inicial comin, ha habido siempre una linea histérica fundamental en el horizonte de cada una de ellas. Noes casual. pues, que la locucién eteoria critica» tenga dos |connotaciones dominantes* por un lado, un cuerpo g | neralizado de teorias sobre la literatura y, por otro, un | determinado corpus de teorias sobre la sociedad quese | remontaa Marx. Este tiltimo es el que suele escribirse ‘con mayuiscula; el cambio a caja alta fue propiciado esencialmente por la Escuela de Franctort en la década de 1930. Horkheimer, que codified este sentido en 1937, intent6 recuperar con él la agudeza filoséfica del materialismo de Marx, excesivamente debilitada, al entender de su generacién, por la herencia de la 1 Internacional. Politicamente, declaré Horkheimer, la stinica actividad del tedrico critico consiste en eapre- surar un desarrollo que conduzca a una sociedad sin injusticias . Intelectualmente, sin embargo, pretende —en palabras de Adorno—selevaren éla autoconcien- cia te6rica aquello que le separa tanto de explicaciones diletantes del universo como de la ‘teoria tradicional’ de la ciencia» +, El principal atague de la Escuela de Franefort en sus intervenciones a lo largo del tiempo apunta en esta direceién: una larga y apasionada elu- | cidacion critica del legado y las eontradieciones de la filesotia clisica y de sus sucesores contemporaneos, elucidacién que, con el paso de los aos, se fue diri. ‘iendo cada vez mas a los campos de la literatura y el " Max Horkheimer, «Traditonelle und kritische Theorie, Zais ohn frSovialforschug, vol. 2, 1937, p. 274 [Teoria tradicional y leori erties» en Teoria cies, Buenos Aires, Amorrorts Editores, 1974. 252), Horkheimer sigue diciendo que eso toric deberia ha arse en contradicion con las opiniones imperantesentrelosexplota- dos, yaquesin a posiilidad deeseconfictono habria ncesidad de teoria que aguéllos requiere, dado que se podria dsponerinmediae tamente de ell. "Theodor Adorno, Negarive dialectics, Londres, 1973, p.197 Wie lecica negative, Madrid, Tara, 1975, 9.198). Prodiccién y realizacién 7 arieen la obra de Adorno o Marcuse, quienes acabaron|| ws carrera en el terreno de la estética, Con todo, es|| obviamente insuliciente detinir al marxismo como una ia critica simplemente en funcién de la meta de luna sociedad sin clases, o de los procedimientos de una lilosofia conscientemente materialista, No es ésa la | vordadera razén por la que el término cs apropiado | para el marxismo. [La caracteristico del tipo de critica que en principio | representa el materialismo historico es que incluye de lorma indivisible e incansable la autocritica. Es decir, cl marxismo es una teoria de la historia que pretende colrecer a la vez una historia de la teoria, En sus estatu- los se inseribié desde el principio un marxismo del | marxismo: Marx y Engels ya detinicron las condicio- hes de sus propios descubrimientos intelectuales como ia aparicién de determinadas contradicciones de clase de la sociedad capitalista misma, y sus objetivos poli- Licos no simplemente como un «estado ideal de cosas», sino como algo originado por el «movimiento real de las cosas. Esta concepcion no tenia nada de compla- cencia definitiva, comosien lo sucesivo la verdad tuera ‘ ser garantizada por el tiempo, el ser por el devenir, como si su doctrina fuera a permanecer inmune al terror por la mera inmersién en el cambio. «Las revolu- | ‘iones proletarias», escribié Marx, «se critican cons- tantemente a si mismas, se interrumpen continua- mente ensu propia marcha, vuelven sobre lo que pare- || ccia terminado para comenzarlo de nuevo desde el prin- cipio, se burlan concienzuda y cruelmente de las inde~ cisiones, de los lados flojos y de la mezquindad de sus primeros intentos, parece que s6lo derriban a suadver- sario para que éste saque de la tierra nuevas fuerzas y vaelva a levantarse mas gigantesco frente a ellos» ’. | > Karl Mars, +The Bighteenth Brumaire of Louis Bonaparts. en Mary-Engels Seietod Work, Mose 1951, . 228 [E118 de Sma de LISS Bonaparte, Barcelona, Aetel, 1971 p18, 8 Perry Anderson Dos generaciones después, fue Karl Korsch quien por primera vez desde los turbulentos dias de 1848 aplico esta autocritica revolucionaria al desarrollo del mar xismo, distinguiendo, segin sus propias palabras, «tres grandes periodos en el desarrollo de la teoria del marxismoa partir de su nacimiento, por las que nece- sariamente tenia que pasar en virtud de su relacién con el desarrollo social practico de esa épocas *. Estas pa- labras fueron escritas en 1923. Sin ser enteramente consciente de ello, su autor estaba inauugurando con cllas un cuarto periodo en la historia de la teoria mar- xista, periodo cuya forma final iba a estar alejada de las expectativas ilusiones del momento. Yo mismo he intentado investigar algo sobre el desarrollo de esta forma en un ensayo sobre la evolucién y el modelo del marxismo occidental desde las secuelas de la primera ‘guerra mundial hastacl final del largoboom que siguié ala segunda, esto es, el medio siglo comprendido entre 1918y 1968 ?, Esta investigacion, escritaa mediados de los afios setenta, incluia un diagnéstico y algunas pre- dicciones.Trazaba un balance provisional de un argo eriodo que parecia haber terminadoen un callejénsin salida, y sugeria otras direcciones en las que la teoria marxista podria o deberia moverse dentro de un nuevo ‘marco, Objeto fundamental de estas conferencias sera ‘comprobar la exactitud del analisis y de las anticipa- cones de dicho texto a la luz de los subsiguientes des- arrollos. Sin embargo, antes de abordar esta tarea, es necesa- rio hacer una observacion preliminar. He dicho que el marxismo se distingue de todas las otras variantes de la teoria critica por su capacidad —o al menos por su ambicién— de construir una teoria auiocritica capaz de explicar su propia génesis y metamoriosis. Esta «Karl Korsch, Masism ana philosophy, Londres, 1970p. St {Mor ism yfilosfta, Mésco, Era, 1971, p37) S Considerations on Wistert Mars, Londtes, 1970 Considenaci- nessobre el marsismo occidental, Madrid, Siglo XX1, 197]. Prediccién y realizacién ppeculiaridad precisa todavia de algunas explicaciones ‘nas. No esperamos de la fisica o de la biologia que nos: proporcionen los conceptos necesarios para considerar) Suraparicién como ciencias. Paraesto necesitamos otra| terminologia anclada en un contexto convencional- ‘mente definido.comoun contexto de edescubrimiento> | y no de «ustificacién». Pero, ciertamente, los princi-| pios de inteligibitidad de la historia de estas ciencias, hoon absolutamente externos aellas. Al contrario, lo paradéjico es que una vez constituidas alcanzan nor- tnalmente un grado relativamente alto de evolucio inmanente, que es regulada por los respectivos pro- blemas planteados en cada una de ellas y por sus suce- sivas resoluciones. Lo que Georges Canguilhem, histo- riador de las ciencias de la vida claramente volcado en clestudio de las dimensiones sociales y «normativas» {que las alectan, no duda en llamar su comin «acti dad axiolégica: la bisqueda de la verdads ® actua de modo creciente aunque no absoluto como regulador interno, aislandolas de un orden puramente externo de determinaciones de la historia cultural o politica. Po- dria decirse que aunque los origenes de las ciencias naturales escapan enteramente a su propio campo teo- rico, cuanto més se desarrollen menos necesidad ten- dran de cualquier otro campo te6rico para explicar su desarrollo, La «busqueda de la verdad» institucionali- zada y la estructura de los problemas impuestos por el paradigma dominante son suficientes en buena me- ida para dar cuenta de su crecimiento. En este sen- tido, Canguilhem, al igual que Lakatos en la filosofia de la ciencia anglosajona, afirma la prioridad de la historia interna de los conceptos de las ciencias natu- rales en sus sucesivas derivaciones, rupturas y trans- formaciones. Para Canguilhem, su historia externa, siempre presente, es causalmente crucial sélo en los ‘momentos en que el progreso enormal» vacila. * Georges Canguithem,Enudes dhistire de phlosope des scien aris, 1970, p19 10 Perry Anderson For contra, disciplinas descrtas trdicionalmente como humanidades, como los estudios literarios, a fas han reivindicado un progreso tacional acumula- tivo de este tipo. Estin sujetas a las mismas determi- naciones externas en sus origenes, pero nunca las elu- den después, En otras palabras, no poseen una estabi- lidad axiologica derivada de la autonomia de lo vert dico, ni una movilidad autorreflexiva capaz de expli- car sus modelos variables de investigacién en funcién de sus propios conceptos. Una disciplina que si preten- did hacer esto iltimo de un modo explicito fue, por ‘supuesto, la sociologia del conocimiento desarrollada por Schelery Mannheim. Pero este esfuerzo fue dema- siado lejos y terminé en un relativismo que negaba realmente cualquier validez cognitiva a las ideologias utopias que analizaba, minando, asi, sus propias pre- tensiones. «El todode un conceptode ideologia global e indiferenciado», seal Adorno, «acaba en la nada» puesto que una vez que deja de diferenciarse de toda conciencia verdadera, cesa de estar capacitado para criticar una falsa. Adorno insistio acertadamente en. que la linea divisoria que separa una sociologia del conocimiento de este tipo del materialismohistéricoes la «idea de una verdad objetiva». Mafiana veremos la sorprendente importancia de este lugar comin, apa- Fentemente inocuo. Baste sefialar por el momento que | 10s protocolos para una retlexién marxista sobre el ‘marxismo deben ser, por tanto, dobles. Por un lado, la suerte del materialismo histérico en un periodo dado debe situarse ante todo en el complejo entramado de las luchas de clases nacionales e internacionales que lo caracterizan, cuyo desarrollo sera captado por sus propios instrumentos de pensamiento. La teoria mar- xista, empefiada en comprender el mundo, ha aspi rado siempre a una unidad asintotica con la practica popular tratando de transtormarla. De esta forma, la > Negative dialectics, p. 198 Ip. 1981 Prediccién y realicacién u Lrayectoria de la teoria siempre haestado determinada, primordialmente por el destino de dicha practica. ual, jutier exposicién del marxismo de la altima década| sera, pues, en primera instancia, una historia politica de su desarrollo externo, Parodiando la consigna de la escuela histérica alemana de Ranke, podria hablarse de un constante Primat der Aussenpolitik en cualquier Consideracion seria del desarrollo del materialismo histérico en cuanto teoria, que seria todo lo contrario cl orden de prioridades de la teoria de la literatura de Wellek y Warren, en la que los enloques «intrinsecos» prevalecen sobre los sextrinsecoss. Pero al mismo tiempo, precisamente por toda esa distancia que se- para.a Marx de Mannheim (0 de sus sucesores contem- poraneos), dicha consideracién debe atrontar también fos obstaculosintertos, las aporias y los bloqueos de la (oria en su intento de aproximacion a una verdad ineral de la época. Una historia puramente reductiva ‘del marxismo, que lo forjaraen el yunque de la politica mundial, contradice la naturaleza de su objeto. Habia socialistas antes de Marx: la tremenda innovacion que Este introdujo, y que todavia hoy olende a muchos Socialistas —por no hablar de los capitalistas— fue la ‘spiracién a un socialismo cientifico; es decir, un so- ‘ialismo gobernado por criterios de evidencia y verdad rracionalmente controlables. Una historiainterna de las cogueras e impediments cognitivos, asi como de sus vances e intuiciones, resulta esencial para un verda- deroexamen de la fortuna del marxismo, tantoen estos Liltimos afios como en otros momentos anteriores. Sin testo no se daria el rigor de la auténtica autocritica: el recurso a un movimiento mas amplio, el de la historia. tenderia a deslizarse desde la explicacion material a la exeneién o a la exculpacion intelectuales. Pasemos ahora a los asuntos que nos interesan. La * Ren Welleky Austin Warren, hea of literature, Londees, 1963, (Teoria trav, Madrid, Gredos, 7.1979) ef pp. 7374y 139-141 In 87-899 185.681, 12 Perry Anderson \contiguracién del marxismo occidental que se man- tuvo durante tanto tiempo tras la victoria ¥el posterior aislamiento de la revolucion rusa fue fundamental mente —como intenté describir— el producto de las sucesivas derrotas del movimiento obrero en las for- tslezas del eapitalismo avanzado de la Europa conti- ental, tras la primera ruptura llevada a cabo por los bolcheviques en 1917. Estas derrotas vinieron en tres oleadas: en primer lugar, el levantamiento proletatio de la Europa central (Alemania, Austria, Hungtia, lta, Mia) inmediatamente después de la primera. guerra mundial, fue aplastado entre 1918 y 1922 de forma tal ue el lascismo emergi6 triunfanteen todos esos paises en menos de una década. En segundo lugar, los frentes Poputares de finales de la década de 1930 en Espana y Francia se deshicieron con la caida de la republica espatiola y el derrumbamiento de la izquierda rane esa, que Prepars el terreno para lo que dos atios mis tarde seria Vichy, Finalmente, los movimientos de re- sistencia encabezados por partidos socialistas y com nistas de masas que estallaron en toda Europa oceiden. tal en 1945-46 fueron incapaces de conseguir que +t ascendiente en la lucha armada contra el nazismo se transformara en una posterior hegemonia politica dis radera, El largo boom de la posguerra subordiné gra: dual ¢ inexorablemente el trabajo al capital en las democracias parlamentariasestablecidasy las nacien tes sociedades consumistas de la Onganizacign de Coope: racién y Desarrollo Economico, Fuc en el marco de esta serie global de coordenadas historicas donde cristaliz un nuevo tipo de teoria mar. xista, Al este, en la URSS, el estalinismo quedo conso- lidado. Al oeste, Estados Unidos y Gran Bretana, las sociedades mis grande y mas vieja del mundo respec- tivamente, no fueron turbadas por ningiin desalie re volucionario proveniente de abajo. Entre estos dow Hancos, en aquellas sociedades en las que el movie tmiento obrero cra lo suficientemente fuerte como para Plantear una auténtica amenaza revolucionaria al 6 B Prediveion y realizacion see en sade peruo etsy Alora, Ph ee ee inset aes bo ns Se ee ial padres fundadores: Lukécs, Korsch y Gramc tivo del movimiento comunista de su propio Pz | tras la primera guerra mundial, Pero como estos) Ce ee | n Tos sindicatosy fos par- \nplazaron gradualmente de Toner Vids politicos a Tos institutes de investigacion y ortamentos de unversidad,Eleambio,inaugurado Vos ncimient de a seus de Franelort a ial, ‘Ss adSada de 1920 y principe da de 1930, sino Vitale absolut en el pesado de la guerca fi Mada de 980 en que apenas habia orc | iors imertante que no fern poner un 8 lnm Ia acter. mas que de an puesto en la fucka | “Jat eambio de terreno institucional se rte eal uns modiacion del enfeque nila. at como seh srasadads encanta ve politien,y de aqua Ta economia, el marx ‘dnt esta ayestrn Losgrandes ana SSnomivos del captalismo en un mareo marxista \jrecievon en su mayor parte tas la gran depresn;| 4 Perry Anderson cel examen politico del Estado burgués decayé tras el silenciamiento de Gramsci; la discusién estratégica de las vias hacia un socialismo realizable desaparecio casi || por completo. Su lugar fue ocupado por un restableci- | miento progresivo del discurso ilosdfico propiamente dicho centrado en cuestiones de método, es decir, de | cardcter mas epistemolégico que sustantivo. A este respect la obra de Korsch de 1923, Marxisino y /ilaso- | lia, result6 protética. Sartre, Adorno, Althusser, Mar~ use, Della Volpe, Lukas, Bloch y Colletti produje- ron todos grandes sintesis, enfocadas esencialmente | hacia problemas de cognicién que, aunque reformula- dos dialécticamente, estaban escritos en un idioma de gran dificultad técnica. Para sus propésitos, cada uno. de ellos recurrio a legados filos6ficos anteriores al mismo Marx: Hegel, Spinoza, Kant, Kierkegaard, Schelling y otros. Al mismo tiempo, cada una de las escuelas del marxismo occidental se desarrollé en un, estrecho contacto, a menudo casien una simbiosis, con los sistemas intelectuales coetineos de caricter no mar- xista, tomando conceptos y temas de Weber en el caso. de Lukécs, de Croce en el caso de Gramsci, de Heideg- | ger en el caso de Sartre, de Lacan en el caso de Althus- ser, de Hielmslev en el caso de Della Volpe, etc. La cconfiguracion de esta serie de relaciones laterales con la cultura burguesa, extrafa a la tadicién del mar- xismo clisico, era en s{ misma una consecuencia de la dislocacion de las relaciones que se habian mantenido entre éste y la prictica del movimiento obrero. La ausencia de éstas tltimas propicié en la tradicion mar- | xista una inflexién hacia un pesimismo subyacente, | manifiesto en las innovaciones mismas que traio al campo tematico del materialismo historico tanto en la teoria de Sartre sobre la légica de la escasez como en la vision de la unidimensionalidad social de Marcuse, en. Ja insistencia de Althusser en la permanente ilusion ‘ideologica, en el temor de Benjamin a la confiscacién. de la historia del pasado, o incluso en el desolado estoi- cismo del propio Gramsci Vrediccién y realizacién 15 Al mismo tiempo, Centro de la nueva constriccién de’ uss parametros, la brillantez y fecundidad de esta tra- licién fueron, se mire como se mire, notables. No sélo vlcanz6 la filosofia marxista un nivel de sofisticacién ny por enc de ls niveles medics del pasado, sin | ‘que los principales exponentes del marxismo occiden- (al inctaron también normalmente estudios de Tos pprovesos aulturales en las esferas més altas de las super- structuras, como si se tratara de una brillante com- | pensacién por su descuido de las estructuras c infracs- vcturas de la politica y Ia economia. El arte y la, ‘lcologia, sobre todo, fueron el terreno privilegiado de | ran parte de esta tradicion, tratados por un pensador tras otro con una imaginacién y una precision que el materialismo histérico nunca habia desplegado con’ wterioridad en este punto. En los tiltimos dias del) marxismo occidental, en efecto, puede hablarse de una. | /\ verdadera hipertrofia de la estética, que llegé a estar || ‘en otras partes por culpa de la atrofia de la politica | alista del momento: imagenes ut6picas del futuro, ‘maximas éticas para el presente, fueron desplazadas y || Jensadas en las complejas meditaciones sobre arte on las que Lukacs, Adomo 0 Sartre concluyeron gran | parte de la obra de su vida, Con todo, cualesquiera que sean los limites externos || le la tradiciOn representada por estos tedricos, su | inismo distanciamiento de la practica politica inme- data la dejaba al abrigo de cualquier tentacion de \nansigir con el orden establecido. El marxismo ocei- slental en su conjunto rechazé6 todo pacto reformista.. Hiergia de un suelo en el que los partidos comunistas wnasas contaban con la lealtad de la vanguardia dela ‘lose obrera en los principales paises de la Europa ntal, partidos quea finales de la década de 1920 Vn al mismo tiempo enemigos intransigentes del ca- pilal y estructuras estalinizadas que no permitian dis- ‘union o disensiones serias sobre cuestiones politicas, ‘inportantes,exeluyendo de antemano una conexién de fontin ccargada de todos los valores reprimidos o nega 16 Perry Anderson [corte revolucionario entre teoria y prictica, En estas condiciones, algunas de las principales mentes del mar- xismo occidental —Lukics, Althusser, Della. Volpe— optaron por continuar como miembros oficiales de sus ) respectivos partidos mientras desarrollaban, en la me- | dida que les era posible, un discurso distante de los ‘dogmas oficiales, en oposicin cifrada a ellos. Otros, ‘como Sartre, intentaron teorizar la practica de estos | partidos desde fuera, Otros, como Adorno en la Alema- ia de Ia posguerra, se abstuvieron de una relacion directa con cualquier tipo de politica. Pero ninguno de | ellos capitulé nunca ante el status quo ni lo realz6 | durante los peores aiios de la guerra fria, Esta larga y atormentada tradicién — como ya he lexplicado— se fue agotando a finales de la década de |1970. Habia dos razones para cllo! La primera fue el nuevo despertar de las revueltas de masas en Europa loccidental, y de hecho en todo el mundo capitalista, | avanzado, donde la gran oleada de disturbios estudian- | tiles de 1968 anuncid la entrada de contingentes mas | vosde laclase obreraen una nueva insurgencia politica | deun tipo nunca visto desde los dias delos espartaquis- sitas ode los consejos de Turin. La explosién de mayo en Francia fue la mas espectacular de todas ellas, seguida por la ofensiva de la militancia industrial de Italia en 1969, la decisiva huelga de los mineros ingleses que derrocé al gobierno conservador en 1974 y, pocos me ses despues, el levantamiento de Portugal con su ra- pida radicalizacion hacia una situacién eevolucionaria del tipo mas elasico. En ninguno de estos casos el im- |petu de la rebelién popular provino de los partidos |establecidos de izquierda, ya fueran socialdemécratas {/o comunistas. Lo que parecié prefigurarse fuc la posi bilidad de terminar con el divorcio existente entre la teoria socialista y la practica de masas de la clase obrera, que habia durado medio siglo y dejado su marca en el marxismo occidental’ Al misma tiempo, el |\prolongado boom de la posgacrra se interrumpié brus- \\camente en 1974: por primera vez en veinticinco afios Prediccién y realizacién "7 la estabilidad socioeconémica basica del capitalise | nado era cuestionala, Las condiciones, portant, thacelamestardespejando el camino ubjetiva y obje-| (amen) para ef nacimienfo.de otr tipo de mar We conelusiones personales sobre su. probable so eeeclusiones que eran tambien recomends- vii vividas con un espiritu. de razonado opti vtiuimo-~ eran euatr. Em primer lugar, estimé que 9 reed eaperar que los decanos supersivientes de Ia truuigndel marxismo ocedental produjeran nuevas visas de importancia significativa, mientras que mu vinosssus inmediatos sepuidores mostraban signos de wee Virando hacia lo que terminaria siendo una de- ston iaion con respect a Cina como alterna (ian socedad posrevoluconaria la URSS y ejem- Vics as investigaciones socalitas de Ocedente Ii feyundo lugar, sugert que la reapertura de una vtheuon entre la teria marxista la practica de ma- seh lo pases avanzados podria recrear algunas de in. Sonietones que consttuyeron el canon clasico del viatealsm elasico en la generacion de Lenin o Ls ‘inburgo. Esta reuniicacion de teora y practck ten Ivica mi entender, dos consecuencias: desplazaria incvuablemente todo el centro de gravedad de I cul- rs esta cael con unto de problemas basics hanteados por el movimiento dela economia mundial, qi eStructura del Estado capitalista la constelacion de 1nc tases sociales el sigailicado y ta tuncion de la rns tedos les cuales habian sido sistematicamente (escuados durante muchos aos. Pareciaimponerse vin vuttaa lo conereto,unretomo ala preocupacto- Ml Mar maduroo de Lenin, Dicho cambio resuci tina necesartamente esa dimension que mas se ha (eitaa de menos en la tradicin del marsismo occ (inal desde la mocre de Grams a Saber, la discu= viinesraepica de las vi por las que un moviencat A lactonario podria traspasar las Darreras del Es (iit democratico burgues para aleanzar una verds- 18 Perry Anderson dera democracia socialista, Pronostiqué que, una vez reanudado el debate estratégico, seria probable que la gran tradicién de oposicidn al estalinismo que, aunque radicalmente marginada, habia sobrevivido sin solu- cin de continuidad con el marxismo clasico —la tra- dicién proveniente de Trotski—tendiera a adquirir vuna relevancia y una vitalidad nuevas, liberada ya del conservadurismo en el que su defensa de un pasado vencido habia tendido a congelarle frecuentemente. En tercer lugar, predije que el renacimiento de una forma mas clasica de cultura marxista tendria que implicar virtualmente la expansidn de ésta a los bas- tones angloamericanos del imperialismo que, por lo general, se habfan opuesto con éxito al materialismo historico en la época del marxismo «occidental », Des pués de todo, tue en el Reino Unido y en los Estados Unidos —respectivamente el mas viejo y el mas pode- roso de los Estados capitalistas— donde siempre se habjan planteado, para dejarlos forzasamente sin res- puesta, los problemas mas decisivos de la teoria socia- lista. Las revueltas de los campusa finales de la década de 1960, dejando aparte sus otras limitaciones, pare- cian mantener la promesa de una futura tnielligentsia socialista capaz de superar en cantidad y calidad todo lo que cualquier otra sociedad hubiera conocido en el pasado. Finalmente, en cuarto lugar, mantuve que un ‘nuevo desarrollo de! materialismo historico no tendria sélo que reexaminar lirme y pausadamente la herencia de los pensadores clasicos, desde Marx y Engels hasta Lenin, Luxemburgo y Trotski, intentando identiticar, criticar y resolver sus omisiones 0 contusiones especi- ficas, sino que tendria que adaptarse también a los avances fundamentales conseguidos por la hestorio- 4grajia marxista —sobre todo en el arva anglosajona— desde la segunda guerra mundial, que hasta ahora ha- bia permanecido luera del perimetro central de la fee fa marxista, dominada como estaba por la diseiplina tilosética, La contromtacién e antegracién de ambas Hevaria consigo una reconsideracion del estatuto y la Prodiecién y realizacion 19 ‘nificacién global del pasado en un sistema de pen- uniento totalmente engranado con el presente 0 el ‘ure a un nivel cotidiano; y ni la historia ni la teoria «uedarian inalteradas en ef encuentro de ambas * hss [ueron mis conjeturas en aquel momento. ¢Qué hha quedado de ellas tras el contraste con el curso real «lc los acontecimientos? A mi entender, la suposicién ‘nas general ha sido conlirmada —aunque, como ve- ‘ems, ne de una forma definitiva ni satistactoria—. Bs «ir, la imponente tradicién del marxismo occidental con sus tonalidades epistemolégicas 0 estéticas, snbrias o esotéricas— ha llegado realmente a un in, cnsulugarha nacido con una rapidez y una contianza) notables otro tipo de cultura marxista, orientada pri- wordialmente hacia esas cuestiones de orden econd- co, politico o social que faltaban en su predecesora. |.a productividad de este marxismo ha sido tormida:| ble, quedando practicamente fuera de toda duda que hemos sido testigos de un periodo de crecimiento y inuineipacién global. Sin embargo, en el marco de esta vunpha perspectiva, la historia como suele ser habi- \usl— ha deparado algunas sorpresas ironias des- »ncertantes para las conjeturas formuladas en aquel | mento. Veamos esto con mas detalle. La convicetén de que el marxismo occidental habia «guido su curso results, como he dicho, correcta. Esta volucion no era ditietl de prever. En parte, la muerte bpiologica de la generacién mas antigua iba a desempe- ‘har su papel. Entre la linea divisoria de 1968 y la fecha tle mi ensayo murieron Della Volpe, Adorno, Gold ‘nnn, Lukées y Horkheimer. Al final de la década les |uieton Bloch, Marcuse y Sartre. Pero el proceso de wolamiento tuve también otras luentes, Los dos teéri- jovenes de los comentados por mi eran Althus- ser y Colletti, que poraquellos afios estaban todavia en * Vease Considerations on Weston Marsism, pp. 101-2, 9-101, 1023, foresters 20 Perry Anderson lo mejor de su vida. A pesar de ello, como ya anticipé, ‘ninguno produjo con posterioridad una obra sustan- cial, cayendo en la repeticion o en la negacion. En general, pues, puede trazarse una linea de separacién con respecto a la experiencia del marxismo occidental originario a mediados de la década de 1970. Que tue lo que le sigui6? Un repentino entusiasmo, ‘una nueva pasion por lo concreto. Si pasamos revista a los temas clave que habian permanecido mas abando- nados por la tradicién del marxismo occidental y en cuya enumeracidn insisti en 1974, podemoscomprobar que durante los aiios siguientes dieron lugar, en la imayoria de los casos, a una actividad tedrica concen- trada, produciendo frecuentemente sintesis memora- bles. Las leyes del movimiento del modode produecién capitalista en su conjunto —que, si exceptuamos El capital monopolista, de Baran y Sweezy, de estructura casi keynesiana, habia sido tierra de barbecho para la investigacion marxista desde Ia teoria de Grossmann sobre la gran depresion— eran exploradas ahora por tres conjuntos de trabajos decisivos: primeramente, El capitalismo lardio, innovadora obra de Ernest Mandel ala que siguieron susestudios sobre The second slump y Long waves of capitalist developments; en segundo lugar, clgran librode Harry Braverman sobre la transtorma- in del proceso de trabajo alo largo del siglo xx, Labor and monopoly capital; y,en tercer lugar, la ambiciosa y ‘original obra del economista francés Michel Aglictta, Teoria de la regulaeton capitalisia ®. Con obras como éstas, el analisis marxista del capitalismo contempo: " Ermest Mandel, Late capitalism, Londres, 1975 [capitalism tardio, Mexico, Era, 1972), The second stump, Landes, 1978, Long waves of euptalst devdopemants: the mara imerpreation, Cam ‘ridge, 1978 las largos ends del desarola capitis, Madrid, Siglo XXIjen reparacion|; Harry Braverman, Labor and monopoly capia Nueva York, 1975 (abajo y captal monopolist, Malco, Nuestro ‘Tiempo. 1975}: Michel Agiita, A theory of capitalist relation eat lackin y erss del captaismo, La experiencia de ls Estados Unidas, Madrid, Siglo XX1, 1973}, Prediccién y realizacién 21 vaneo ha alcanzado, y en algunos aspectos superado,| luna vez mas el nivel de la época clasica de Luxemburge y Hillerding. Al mismo tiempo, las investigaciones his-| ‘oricas concretas han ido acompaiiadas de la reanud: ‘16n de un intenso debate conceptual y metodolégico al jue se asocian los nombres de Morishima, Steedman, Roemer, Lippi, Krause, etc." En el campo politico, las) siructuras especificas’ del Estado capitalista moder- yo habjan sido una de las grandes lagunas del mar- xismo occidental, demasiado poco preocupado por la uraleza precisa de la constitucién politica occiden- | uu! en la que subsistia. Hoy dia también se ha subsa- nado esta ausencia en buena medida con una serie de | \inportantes estudios. Aqui se incluyen, por supuesto, | los cinco libros de Nicos Poulantzas, que investigan | ‘oda la gama de tormas parlamentarias, fascistas y | ulitares del Estado capitalista; la obra com mayor | hase empirica de Ralph Miliband en Inglaterra; los | slebates de la Escuela de Ia Kapitallogik en Alemania | Occidental, junto con las contribuciones de Claus Off yl reciente y fundamental libro del sociélogo sueco Goran Therborn ¢Cémo domina la clase dominante? " Veanse Micho Morishima, Marrs economics, Cambridge. 1973, Us wor ecm de Wars tora dual de valor de erie, Madrid, Tecnos, 19795 Tan Steedman, Mare afte Safa, Londres, [017 ihn Roemer, A general they of exploaton and class, Catm Inge (Mass) 1982; Marco Lipp, Value and anurans in Mare. Lon ‘hs 107; Ulrich Krause, Money and absract labour Londres, 1982, Nicos Poulantass,Pdica! power and social classes, Londres, 1973 Vint politico eases sociales, Madrid, Siglo XXI, 1972) econ and Vi utrship, Landes, 1974 Paseismo ydetadura, Madrid, Siglo XX, 1716 Clases end contemporary captalism, Londres, 1975 [bas clases ‘eel eaptaltemo ena, Madi, TH The ens of ‘he catrshps, Londres, 1976 (La rss de las dctadurae, Madi ilo XX, 1976] State power. secatiom. Londres, 1978 Estado, por ism, Madi, Siglo XXI, 1979); Ralph Miliband, The Staten uals society, Londres, 1969 (ET estado en la sociedad coptatsta Would, Siglo XXL, 1977), Marxism end poles, lord, 1977 (Mer. sive’ politica, Madd, Siglo XXI, 1998), Capitalist democracy in Itain: Oxford 1982; Joh Holloway Sol Picotto, compe Stateand wvtel, Londres, YT; Claus Ole, maureen ds Rpts 2 Perry Anderson Los nuevos tipos de estratificacién social en el capita lismo tardio también han sido objeto de estudios mas rigurosos e imaginativos que los producidos por el ma- terialismo historico en el pasado, incluso en su época clasica: en este sentido, han sido relevantes la obra de Erik Olin Wright en los Estados Unidos, la del italiano Carchedi y las investigaciones de Roger Establet y Christian Beudelot en Francia’. La naturaleza y la dinamica de los Estados poscapitalistas del Este, te- rreno durante largo tiempo prohibido para una inves- tigacion pausada a mucha dela izquierda europea, han recibido una nueva y penetrante atencion, sobre todo enel extraordinario libro de Rudolf Bahro La alterna ‘iva, pero también, de forma més académica y especia- lizada, en los estudios de economistas como Nuti y Brus, Y esta expansidn de la teoria marxista en la ‘economja, a politica y la sociologia no ha ido acompa- ada de la correspondiente contraccidn en los campos de la filosotia o de la cultura, parcelas particulares del, ‘marxismo occidental. Al contrario, estos afios tambien han sido testigos de la progresiva obra de Raymond chon States, Prancort, 1975; Goran Therbor, What dos the ruling lass do wher rds? State apparatuses an State power unr fue lism, eapllsm and sollte. Londres, 1978 LComeo daria ls lase dominant? Aparates de Estado y per ettal ne fexalvmo, cate Talismo ye socalimo, Madi Siglo XXI, 1979; vease tambien sa imperial of poe ante pone of ely, Le "Bek Olin Weight Clas, crs and he State, Londres 1978 Case css y Estado, Madrid, Sigh XXI, 1983], y Class suctrc and income ‘kaerminatt. Nueva York, 1979; Guglielmo Cardechh-On the econ nical denafaton of octal classes, Londres, 1977, Chitin Baudet 4 Roger Estabet, cole capitate en Frence, Paris, 1971 Ca escuda apulista on Frencia, Madrid, Siglo XXI, 1976] La pete beurgeeste ‘en Prance, Pris, 1974 (con Jacques Tosser), Qt tnavale pr a, Pans, 1979, “ iRudolf Bohro, The altematve in Eastern Burope, Landes, 1978 la alrmative, Madrid, Alanza-Materes, 1977; Domenica Macto Nut, «The contradictions of socialist economics, The Socialist Reis fer, 1979; Wlodzimierz Brus Sacialist onnership and politcal ystom, onde, 1975, Prediccién y realicacion 2B \Williams.en Inglaterra, estudios sobre la cultura mate-| sJen susentido més amplio,y de Fredric Jameson en} los Bstados Unidos, en un terreno mas especificamente| Iitevario; mientras que en la filosolia, La teoria de la | fusoria de Karl Marx: una defensa, de G.A. Cohen, que | proporciona por primera vez a la filosofia analitica ‘riterios metodologicos para referirse a los conceptos| Iuisios del materialismo histérico, es, sin lugar a du) vias, el ito de la década | Un staccato bibliografico de este tipo no puede, viesde luego, acercarse a un inventario comprehensivo, por no decir ya eitico, dela produccién marxista delos, hltimos aios. Hay otras obras y otros nombres que pudrian ser igualmente mencionados, y los que lo han \docstan sujetos ala restricein de sus juicioscomo lo «st cualquiera de sus predecesores. Sin embargo, este iweve apunte de toda una compleja serie de cambios iniclecthales, que precisa un anélisis mucho més fino tcl que ahora nos es posible, muestra ciertos puntos. Aunque podemos hablar de una verdadera «rupturas | pografica entre el marxismo occidental y la forma- | vn naciente que acabo de esbozar, en otros aspectos \wizd haya habido una continuidad de conexiones ma: | yore la que he tenicoen cuenta, aunque normalmente «ha tratado de una conexion mediada, De este modo ppucde discernirse la influencia de la mayoria de las ‘scuclas mas antiguas en el bagaje teorico de muchos, te los recién egados. Probablemente la corriente al- ssertana ha sidola que ha persistdo con mas fuerza vic entre los anteriormente mencionados, Poulantzas, Therbora, Aglietta, Wright y Establet tienen diferentes \icudas con ella. Ei legado de la Escuela de Franctort Véange Raymond Williams, The country and the city. Landes 1973 Marism and iteranue, Oxford 197 Martsmoy literature, Baw ‘ona, Peninsula, 1980} Poli end ters, Londres, 1979,Prablems in| lors ane culure, Loses, 1980, Cillre, Londres 1981; Fredric wuneson The political unconsctous, hora, 1981; G. A. Cohen, Kar Murs theory of history defence, Oxford, 1978 Ua teria dela histor Ue Karl Stare: una defense, Madrid, Siglo XXI, en preparacinl 24 Perry Anderson puede verse en la obra de Braverman, a través de Ba- ran, yen la de Olle, a través de Habermas. La tendencia lukacsiana es reconocidamente dominante en la obra de Jameson. La de Cardechi revela notas dellavolpia- nas. Pero, al mismo tiempo, la misma distribuctén de estos autores indica el hecho mas importante de que el patron geogratico de la teoria marxista se ha visto protundamente alterado durante la ultima década. Hoy dia los centros de produccion intelectual predomi- navies parecen radicar en el mundo anglopariante mas queen la Europa germanao latina, como sucediden los ) peviodos de entreguerra y posguerra respectivamente Este desplazamiento del escenario supone un cambio histérico llamativo. Como en gran parte habia previsto | que sucederia, las zonas del mundo capitalista mas atrasadas en cultura marxista han pasado a ser repentinamente las més avanzadas en muchos sen- tidos. Un estudio mis extenso de los autores y las obras egaria a la siguiente conclusion: la tremenda densi- dad de la investigacion economica, politica, sociol6- ‘zica y cultural, todavia en marcha en la izquierda mar- xista de Gran Bretaia 0 Norteamérica, con su creci miento de periddicos y discusiones, eclipsa cualquier quivlente que haya podidedarse no antguos cen- tros de la tradicin marxista occidental propiamente Jdicha. Pero hay otra razon que explica la naciente “hegemonia angloamericana en el materialismo histé- rico de nuestros dias, razin que, a su vez, ha verificado otra de las predicciones formuladas a mediados de los setenta. Ys el ascenso de la historiografia marxista a | su largamente merecido puesto de honor dentro del | panorama global del pensamiento socialista. El do { mio de los especialistas angléfonos en esta area ha sido evidente desde los afos cincuenta y durante muchos aftos, al menos en Inglaterra, el marxismo como fuerza Antelectual ha sidoppracticamente sindnimo del trabajo de los historiadores. Incluso un destacado pensador de ‘una generacién anterior y de diferente formacién, el Prodiccién y realizacion 25 cconomista Maurice Dobb, logré mayor influencia ‘con sus Estudios sobre el desarrollo del capitalismo, pu- blicados en 1947, esencialmente historicos y que abar- can desde la Baja Edad Media hasta la empresa mo- ‘na, que con su prolifica produccién sobre la econo- ‘nia politica de Marx. Sin embargo, serian los colegas) ‘nas jovenes de Dobb, reunidos en el grupo germinal de’ historiadores del partide comunista de finales de la, dlecada de 1940 y principios de la de 1950, quienes con td tiempo maduraron en la brillante pléyade de aca- Ulemicos que durante los aftos siguientes transtorma-| ton muchas de las interpretaciones aceptadas del pa- ‘ado inglés y europeo: Christopher Hill, Eric Hobs- hawm, Edward Thompson, George Rudé, Rodney Hil- ton, Vietor Kiernan, Geoffrey de Ste-Croix, etc. Mus hos de ellos venian publicando desde el inicio de los ‘ahs Sesenta, pero la consolidacion desu obra colectiva Como un canon de peso abrumador mas alla de su propia disciplina oficial se desarrollé verdaderamente Ulurante los afts setenta, Esta [ue la década en que se publicaron The age of capital de Hobsbawn, The world hhumed upside down Milton and the English revolution de Mill, Bond men made free yThe English peasantry in the ler Middle Ages de Hilton, Class struggle and the in- dustrial revolution de Foster, Whigs and hunters de Thompson, Lords of humankind de Kiernan, seguidas ahora por la monumental Class struggle in the ancient wk world de Ste-Croix '*. Quiza el libro mas convin- Cente y original de Raymond Williams, The country and The age of coptal, Londres, 1975 [Le ea de capitaomo, Madi. Anbor, IFT The world sumed upside dow, Londres, 1975 Et mando tresorado, Made, Siglo XXI, 1943} Milton an the English evolu: ‘lon, Londres, 197; Bond men made fre, Landes, 1973 Siew liber |i'Los movamientoscompesinos medicals yeevantamiento ngs de 1h) Madrid, Sigho XX1, 19781, The English peacaary in the Lat Widile Ages, Oxford, 1975; Clare stragale athe indus revoltion, nen 1978; Whigs end hntrs, Londres, 1978: Lords of humankind {ces, 1973; The clase struggle the ancient Greck werd, Londres, 26 Perry Anderson the city, tiene también aqui su primera filiacién. Para alguien de mi generacién, formado cuando la cultura britanica, absolutamente falta de un impulso marxista local de importancia, pareciaestara la aga de Europa, situacién que nosotros denunciamos constantementea riesgo de ser acusados de «nihilismo nacional», ésta ha sido una metamorfosis verdaderamente sorprendente. En efecto, la tradicional relacién entre Gran Bretaiia y el continente parece haberse invertido: por el mo- mento, la cultura marxista del Reino Unido resulta mas productiva y original que la de cualquier Estado del continente. Entretanto, en Norteamérica se ha producido un ‘cambio mas restringido pero semeiante. Aqui también la historiogratia ha sido el sector principal, con un abanico de trabajos extremadamente amplio—nocon- linado exclusivamente a la historia americana—desde Eugene Genovese, Eric Foner, David Montgomery, Robert Brenner, David Abraham y muchos otros mas ”. Pero alrededor de ella se ha ido desarrollando luna cultura socialista més amplia, no toda ella mar- xista, de una variedad y vitalidad impresionantes, que va desde la sociologia histérica de Immanuel Wallers- tein y Theda Skocpol a la economia politica de James 0'Connor, la obra todavia en marcha de Paul Sweezy y Harry Magdot! y la critica cultural de Christopher Lasch ". El panorama actual a este respecto es radi- Eugene Genovese, Ral, Janda, rll: the world the slaves made, Nueva York, 1978, y From rebellion o revolution: afframerican save ‘reals inthe making of dhe mesdera world, Nueva York, 1979; Eri Fone, Free sol free labo. free men, Neva York, 1970, y Tom Paine and reveltionary America, Nucva York, 1976; David Montgomery, Besond quality Taber an the radial Republicans, Nueva York, 1967, y Wor ‘rs control n America, Nueva York, 1979; Rober Brenner, «Agrarian «lass structure and economic developement in pre-industrial Burope> cognitiva a otra (Fou. Crue etc reason, Londres, 1976 p81, 822 Cri de raz deca, Boonos Aire 2c 1970.41, pp 82, 492) 40 Perry Anderson volumen. En otras palabras, el horizonte de la Critica era un intento de comprender no la verdad de una persona, sino —como dijo Sartre— «la verdad de la humanidad como un todo» (aunque para él habia wna. continuidad epistemolégica basica entre ambas). Apuntaba hacia una historia global cuyo lin mani ficsto seria una comprensién totalizadora del signili- cado de la época contemporanea. Esta promesa, la mayor tormulada quiza por un escritor del siglo Xx, n0 se cumpliria, Sartre escribié un segundo volumen de extensién similar al primero, pero lo abandoné incon cluso e inédito. En este signilicativo acto de desisti- ‘miento y en el silencio que le siguié se decidié —pode- mos verlo ahora— gran parte del subsiguiente destino intelectual de la izquierda francesa. Doce afios des- pues, Sartre termino su carrera con un estudio sobre Flaubert cuyas monumentales proporciones no podian, cultar, sino mas bien, a su modo, casi anunciar, la modestia de su vuelta al proyecto biogrilico de las «Cuestiones de método». Enel interin, todoel terrenode una respuesta te6rica tierras altas con riscos y escarpas— habia quedado vacio, En 1962 Lévi-Strauss publicaba Fl pensamionto salvaje, Duramente dirigido contra laCritica dela razén dialéctica, no s6lo contenia una antropologia —en cualquier sentido de la palabra— completamente al- ternativa, sino que ademas terminaba con un ataque directo al historicismo de Sartre en nombre de las propiedades invariables de todas las mentes humanas ydella igual dignidad de todas las sociedades humanas. Deesta forma, echaba por tierra, con un gesto desdibu- jador, todas las pretensiones de la razon dialéctica y de la diacronia historica construidas por Sartre, redu- ciéndolas simplemente a una mitologia de lo «civili- zadov, contrapuesta al pensamiento «salvaje», sin ninguna superioridad intrinseca sobre él. Sartre, agil y {éctil interlocutor, intatigable polemista hasta enton- ces, no contesté. EI fin tiltimo de las ciencias humanas no es consti- Estructura y sujeto a twir al hombre, sino disolverlos *, concluia Lévi- Strauss, proporcionando con ello la consigna de la dé cada, Cuando en 1965 aparecié por fin la réplica mar- xista, ésta no fue un repudio sino un refrendo de la propuesta estructuralista. Los dos libros de Althusser, Para leer El capital y La revolucion tedrica de Marx, en lugar de ensafarse con el ataque de Lévi-Strauss a la historia o con su interpretacion del humanismo, los aprobé e incorporé al marxismo, reinterpretado ahora como un antihumanisme tedrico para el que la diacro- hifa no era mas que un edesarrollo de las formas» del conocimiento sinerénieo. Sartre, declaré Althusser en Jas paginas de] semanario del Partido Comunista lta- hiano, fue un falso amigo del materialismo histérico, ‘mas distante de él realmente que su supuesto oponente Lévi-Strauss *. La innovacion y genialidad del sistema althusseriane eran innegables por derecho propio; en otro sitio he detendido su legado *. Rapidamente ad- quirieron gran prestigio e influencia en Ia izquierda rancesa, desplazando a corrientes te6ricas anteriores representadas no sélo por Sartre, sino también por Lelebyre, Goldmann y otros, y practicamente presen- tes todas en la formacién de una generacion mas joven de marxistas. Pero incluso en la cumbre de su produc: tividad, el althusserianismo estuvo siempre en una in- tima y latal dependencia con el estructuralismo que le precedié y que le sobreviviria, Lévi-Strauss habia in- » The sevage mind, Londres, 1966, pp. 254-5, 247 El pensamiento salvaje Menico, Fondo de Cultura Bcanoaaa, 2 ed, 1972,pp.370-73, 31 Vans las dos partes de su intervencin publicadas bao os ct Jos de «Gl lattumenti del marsinosy «Teoria e metodov en Rinas Sta, 25 de enero y I de febrero de 1964, criticando las opiniones “epiesadas por Umberto Reo sabre las principales cortintes de Is ilura contemporines. Estetextohasdo constantemente pasado por ‘Toe ls iblograiashabituales de los eseits de Althusser. * Arguments within Englch Marrsm, Londres, 1980 Teoria, poltice histor on debate con Edward Thompson, Madrid, Siglo XX1, en preparacién a2 Perry Anderson tentado imperiosamente cortar el nudo gordiano de la relacién entre estructura y sujeto expulsando a este liltimo de cualquier campo de conocimientocientifico.. En lugar de oponerse a este movimiento, Althusser lo radicaliz6 en una versién del marxismo en la que los sujetos fueron abolidos totalmente, a no ser como efec- tos ilusorios de unas estructuras ideolbgicas. Pero en una subasta objetivista de este tipo, tenia que ser so- brepujado. Un aio después su antiguo alumno Fou- cault, al proclamar a pleno pulmén la retérica del «fin del hombres, redujo a su vez al marxismo a un efecto involuntario de una anticuada episteme victoriana, y ademas secundario®, El avance del estructuralismo, lejos de ser desviado o contenido por la nueva leetura del marxismo, ue acelerado por ella, pese a las decla- raciones de reserva de éste. El testimonio mas importante del modelo hegemo- nico resultante lo depararon los acontecimientos de mayo en Francia. Aqui podria haber parecido plausi- ble pensar que la postura estructuralista se encontra- ria desconcertada por una dinamica histérica que ha- bia intentado soslayar 0 negar. ¢Qué irrupcién mas espectacular de sujetos individuales y colectivos ca- bria imaginar que la revuelta de los estudiantes, obre- 08 otros muchos en 1968? Si alguno de los discursos reinantes antes de mayo debia ser capaz de responder a esta notable explosién politica de la lucha de clases y sobrevivir teorizandola, el candidato mas adecuado Iogicamente era la variante marxista desarrollada por Althusser. Pues, aunque inadaptada al cambio en otros. sentidos, disponia al menos de una teoria de la contra diccién y la sobredeterminacién y, con ello, del tipo de sunidad de ruptura» ” que podia dar origen a una. * The order of things, Londes, 1970, pp. 261-62 (Las palabras y las cosas: una arqueclgia de far cionctas humanar, México, Siglo XXI, 1968, pp. 256.571, ” Veaae For Marz, Londres, pp. 99-100 [a revolucn seria de Mars México Silo XXI, ed. 1971, pp. 7981) Poimuctura y sujeto 43 ‘wacidn revolucionaria en una sociedad dividida en lases, como estuvo a punto de ocurrir en Francia, En ‘calidad, lo que ocurrié fue justamente lo contrario, Althusser intenté ajustar su teoria concediendo con ‘erto retraso un espacio al papel de las «masas» que, «in Feconocia ahora, «hacian la historias aunque oshombres las mujeres» no la hicieran * Pero como suuicra que la direccion general de las investigaciones «le Althusser no fue corregida ni perfeccionada, la in- ‘woductién del problema del sujeto historico en la ma- «winaria de la causalidad estructural iniciada en Para ‘vr Fl capital condujo simplemente a la incoherencia Ys noaparecieron mas sintesis comparables a las desu (va mas temprana. La consecuencia de ello fue la pogresiva desaparicion y disolucion del marxismo siuhasseriano como corriente a mediados de la década de 1970 "or otto lado, contrariamente a lo que podia espe- ‘aise, el estructuralismo propiamente dicho pasé la Hyrucba de Mayo y resurgi6 como el ave Fenix, debili- luxloy modificado, es cierto, pero por nada mas y nada nenos que elequivoco prefijode una cronalogga: ahora fr» posestructuralismo lo que antes habia sido estruc- {uralismo. La relacién exacta entre ambos, el parecido Invnuhiaro comin descendencia quelos une através del vigil registro temporal esta por establecer. Podria ser | rasgo mas revelador de ambos. Pocos han sido los ive han dudado de la existencia de un vineulo entre Wilos. Dos de las figuras més eentrales del primero, fuleinds, no fueron menos destacados en el segundo: Iuican, cuyos Ecrits —reunidos en 1966, con mucho ‘clan estructuralista— antieiparon ya gran parte de Jp critica interna desarrollada en el estructuralismo a Jiarir de 1968; y Foucault, que pasé sin ningiin pro- Jileina ni alboroto de una constelacién a la siguiente jompre a la altura del momento. El mismo Derrida, vin and philosophy, Londres, 1971, p. 21-22 Lenny flosofia, Mévin Era, 1970, pA 44 Perry Anderson pensador puramente posestructuralista cuyas tres primeras obras, publicadas en 1967, prepararon las posiciones para una «revocacién general de los vere- dictos» después de Mayo, pesea sus exigentes reparos a Lévi-Strauss, no pudo sino rendirle homenaje como el investigador de un «nuevo status del discurso» en el que «todo comienza con la estructura, la configuracion © la relaciéns si bien, al mismo tiempo, con el «aban- dono de toda referencia a un centro, a un sujeto, a un origen oa una archia absoluta» * Durante la década de 1970, pues, el destierro del marxismoa los margenes de la cultura parisina se hizo cada vez mas pronunciado, El Flaubert de Sartre, cuando finalmente aparecié, tenia practicamente el aire de una obra péstuma, no con respecto a la vida del, autor, sino con respecto al ciclo de cultura en el que fue concebido. Los eseritos de Althusser se agotaron en cexiguos fragmentos y glosas. Mientras tanto, el estruc- turalismo y su prole continuaron siendo prodigiosa- mente productivos. En los veinte aiios transcurridos desde la publicacién de Fl pensamiento salvaje han apa- recido: la tetralogia antropolégica de Lévi-Strauss so- bre los mitos; la serie de ensayos y seminarios de Lacan sobre psicoanalisis (veinte voltimenes previstos); los densos estudios de Michel Foucault sobre la locura, la medicina, el encarcelamiento y la sexualidad, acom- pafiados de comentarios metodolégicos; la proteica obra de Barthes sobre literatura y las innumerables desconstrucciones de Derrida en filosofia, por no ha- blar ya de la progresiva de Deleuze y otros. Rara vez se habran mostrado mas concluyentes los signos externas de una victoria intelectual. Con todo, cabe preguntarse todavia: cen qué consisti6 esta victoria? ¢En qué sen= tido y hasta qué punto dieron el estructuralismo y el posestructuralismo mejores respuestas al problema conel que hicieron su fortuna. ilustraron su ascenden= cia sobre el marxismo en Francia, esto es, el problema * Writing ond dference, Londres, 1979, p. 286 Pstractura y sujeto 45 vlc la relacion de la estructura con el sujeto? Sobre este punto existe una numerosisima literatura de la que vhhora no pedemes ocuparnos con el detalle o el cui ‘lado debidos. Me limitaré en lo sucesivo a la demarcacion de un »pacio basico en el que las teorias estructuralistas y )posestructuralistas pueden unificarse como una serie sle posibles movimientos u operaciones ldgicas dentro cuun campo comtin. Ninguno de los pensadores que he ‘eneionado o que mencionaré ha realizado todos estos ‘ovimientos, de la misma forma que no hay un com- plcto acuerdo entre dos de ellos. ¥, sin embargo, todos wis temas y propuestas principales caen dentro de los linutes de este terreno comun. La primera operacién digo la primera porque dio origen al nacimiento del \vucturalismo como tal—esta relacionada con lo que )poxdviamos llamar laexorbitancia del lenguaje. La disci- ina de la que el estructuralismo extrajo originaria- ‘nwente la practica totalidad de sus conceptos earacte- Hysticos ue la Linguistica, Fue en ella donde De Saus- wre desarrollé la oposicion entrelangue yparole («len- Wa» y shablas), el comtraste entre las érdenes sincrd- nico y diacrénico, y la nocién de signo como unidad de ‘pnilicante y significado cuya relacién con el referente ers esencialmente arbitraria 0 no motivada en cual- ier lenguaje dado. El avance cientifico que repre- nio el Curso de linguistica general en su propio campo Ive decisivo. La aplicacién de sus conceptos fuera de la slisciplina para la que habian sido forjados comenzd on bastante moderacién en los estudios literarios de Jnkobson y la Escuela de Praga, Aqui los materiales Vinguisticos, aunque sélo fuera por definicién, eran Iyatados como trabajos particulares de la literatura; slentro de la divisi6n saussuriana entraban més en el tainpo de laparofe que en el de la langue, tinico al que ‘soussure consideraba susceptible de analisis sistema- ico El instrumental saussuriano pas6 de Jakobson a Jev-Strauss, que.con su intrépida generalizacion de ‘wjuel a su propio dominio antropologico dio lugar al 46 Perry Anderson Pomructura y sujeto “7 sestructuralismo» como movimiento. eLos sistemas de parentesco», declaraba, eran «un tipo de lenguajes que se ajustaba a las formas de analisis que Troubet zoy y Jakobson habjan aplicado por primera ver a la fonologia. Desarrollando esta identiticacién, afirmd que las reglas de casamiento y los sistemas de paren: teseo eran tales porque constituian «una serie de pro ccesos que permiten el establecimiento de un cierto tipo de comunicacién entre individuos y grupos. El hecho de queeel factor mediador en este caso sean las mujeres del grupo, que circulan entre los clanes, linajes o fame lias en lugar de las palabras del grupo [| no afecta para nada al hecho de que el aspecto esencial del fend ‘meno sea idéntico en ambos casos». Una vez realizada esta equiparacién, no habia més) ‘que un paso a su extension a fadas las principales es tructuras de la sociedad, tal y como las veia Lévi ‘Strauss: se afiadia ahora la economia como intere bio de productos que forman un sistema simboli comparable al intercambio de mujeres en las redes parentesco al intercambio de palabras en el lengua La siguiente expansién fundamental del modelo | Biiistico fue, por supuesto, la reformulacién lacaniai de la teoria psicoanalitica. «El inconscienten, sioncs fundamentales de la jurisdiccin del lenguaje |xvon inevitablemente seguidas por una multitud de venturas y anexiones menores: vestidos, coches, co ‘na y otros articulos de moda o cénsumo fueron suje- \ un atento escrutinio semiologico derivado de la jwistica estructural. El paso final en este camino iba lo Derrida, que—seftalando la ruptura posestruc- Iuralista— rechaz6 la nocién del lenguaje como sis- Jems estable de objetivacién y radicaliz6 sus preten- Wes como soberano universal del mundo moderno ‘one! decreto auténticamente imperial de que «no hay ula fuera del texto», «nada antes del texto, no hay pretexto que nosea ya un textos "EI Libro del Mundo que cl Renacimiento consideré ingenuamente como ‘ino metafora se convierte en la palabra literal, ulti Jo dle una filosofia que haria temblar a toda la meta Hisiea uriosamente fue el mismo Saussure quien advirtis sobre las analogias y extrapolaciones abusivas a partir |r su propio campo que han sido imparables en las Jihimas décadas. El lenguaje, escribié, es «una institu- ‘on humana de una forma tal que el resto de las inst wcinnes a excepei6n de la escritura sélo pueden enga Brovs como st eacrecta real si ercemes en mu nalo- clamé, «se estructura como un lenguaje» ''. Aqui, i Sefalé, ademas, que tanto el parentesco como: realidad, la aplicacidn fue mas radical de lo que I cinoma —graclantiere in dasektecsne coats famosa frase supone. Pues lo verdaderamente imp Bpimilacisn al lenguaje Lévi-Strauss inauguraba el es- tante en la obra de Lacan no es que el inconsciente: estructure «como» un lenguaje, sino, mas bien, que lenguaje como tal sea quien forme el dominio al ante del inconsciente en tanto que orden simboli que establece el insuperable e irreconciliable Otro, lo que, al mismo tiempo, establece el deseo y su repi sién mediante la cadena de significantes. Estas ex} {jucturalismo como teoria general— eran inconmen- suyables con él. Las instituciones familiares como la ‘sionogamia o la poligamia, observ6, no eran objetos 0} jrammarlogy, Baltimore. 1976 p.1S8 (Dela gramattora, ait Siglo XX, 1973,p, 202) Dteseminetion,Chicag, 1981, 328 [iieminacion, Barcelona, Fundsmentos 1975) 1 sNotes indies de Ferdinand de Sauscures,en Cahiers Ferdinand Up ure, 2, 1954, p. 6. La mejor exposicign con mucho de let loons las tensiones el pensamiento de Saussure se encuentra en Wlosiano Tipanaro, On materialism. Londees, 1976, pp. 138.58 Pow materialism y esuctuelismo, Barcelona, Fontanela, 1973, fy) oa), donde se analizan este pasajey otros siiares, " Séructural entapology, Londres. 1964, p. 60. "Por ejemplo, The four fundamental concepts of Londres, 197, p20 Los cuatro conceposfundameraales del pico lis, Barcelona, Seb Barra, 1974, p. 32), 48 Perry Anderson propios de un anilisis semiolégico porque estaban le: jas de la inmotivacidn que corresponde a un signo. ‘Tampoco las relaciones econdmicas entraban en sus categorias, porque el valor econdmico tenia «la raizen ‘cosas y en sus relaciones naturales [..(por ejemplo, un campo vale en proporcién a lo que produce)» '*. Todo celestuerzo de Saussure, ignorado porsus seguidores, se ccentré en recalcar la singularidad del Lenguaje, lo cual le separaba de otras formas 0 pricticas sociales: «Es- tamos firmemente convencidos —declaro— de que a quien se adentre en el terreno del Lenguaje puede muy bien decirsele que se desprenda de todas las analogias posibles» '', En realidad, las analogias que pronto iban a ser descubiertas por Lévi-Strauss 0 Lacan, en su ex: tensidn de las categorias linguisticas a la antropologi © al psicoandlisis, se derrumban ante la menor inspec: ibn critica, El parenteseo no puede compararse con ¢l lenguaje como sistema de comunicacién simbslica en el que se «intercambian», como diria Lévi-Strauss, respectivamente mujeres y palabras, desde el mo- ‘mento en que ningiin hablante enajena el vocabulario a un interlocutor, sino que puede reutilizar libremente cada palabra «dada» tantas veces como dese, mien: tras que los casamientos —a diferencia de las conver saciones— son normalmente vinculantes: las mujeres: rho son recuperables por sus padres tras sus bodas. El termino «intercambio» autoriza menos todavia una clisién de la economia: aunque a los hablantes y a las familias de Ia mayoria de las sociedades pueda atri- buirseles al menos una equivalencia aproximada de palabras y mujeres, es evidente que noocurre lo mismo. ‘con sus bienes. En otras palabras, ninguna economia, puede ser definida en una primera instancia en termi hos de intercambio: la propiedad y la produccién son Saussure, Course in general linguists, Londres, 1960, pp. 73, 80 (Gursorde ingisncn general, Benes Ares, Losda, 168 ed, 1977, Bp 137, 18). Notes indies de Ferdinand de Seussures,p. 64 Voimetura y sujeto 49 cinpre previas, La triple formula de Lévi-Strauss funciona, en efecto, a la hora de proyectar todas las tlaciones de poder. explotacton y desigualdad queson Inhcrentes ne séloa las economias mas primitivas, yno thiyamos a nuestra civilizacién del capital, sino tam- fnicn'a todo orden familiar o sexual conocido por noso- tos, en los que lo conyugal esta atado a la propiedad y |i. lemenino a la subordinacién. Consideraciones de vate tipo son igualmente validas en el caso de Lacan. La ‘Construceion del inconsciente como objeto de investi- jpacton psicoanalitica llevadaa cabo por Freud, lejos de ‘siructurarle como un lenguaje o de identificarlo con ‘lo define precisamente como incapaz de ser some- lilo a la gramatica generativa que, para una lingii fics postsaussuriana, comprende las estructuras mas profundas del lenguaje: es decir, incapaz de formar frases y seguir correctamente lasregias de transforma- ‘ion, El inconsciente freudiano, inocente hasta la ne- fracion, es ajeno a toda sintaxis. [estas ob eciones puntuales, por definitivas que pue- don ser para las diseiplinas en cuestién, no expresan in embargo la razn por la que el Lenguaje no es un nelelo apropiado para ninguna otra practica hu- tana, Quizé podamos ver més claramente la distancia. ‘istente entre ellos si recordamos el argumento pre- sentado por Lévi-Strauss en Bl pensamiento salvaje de que el lenguaje proporciona una experiencia apod {ica de una realidad totalizante y dialéctica, anterior y fsterior a la conciencia y a Ja voluntad de cualquier sujeto hablante, cuyas manifestaciones, por contra, no on nuinea totalizaciones conscientes de leyes linguisti- |" El presupuesto basico del estructuralismo ha sido siempre que esta asimetria es paradigmatica para |i sociedad yla historia en general. Pero,en realidad,la Fvlacion entre langue y parole constituye un ambito culiarmente distorsionador a la hora de trazar las Uilerentes posiciones de la estructura y el sujeto en el The savage mind, p. 252 p.265) 50 Perry Anderson mundo externo al lenguaje. Y lo es al menos por tres razones basicas. En primer lugar, las estructuras line guisticas tienen un coeticiente de movilidad historica excepcionalmente bajo entre las instituciones sociales. ‘este respecto, por su alteracion lenta y, con pocas y recientés excepciones, inconsciente, son bastante dis: tintas alas estructuras econdmicas, poiticas 0 religio- sas, cuyas tasas de cambio —una vez alcanzado el um= bral de la sociedad de clases— han sido por lo general incomparablemente mas répidas. En segundo lugar, sin embargo, esta inmovilidad caracteristica del len guaje como estructura va acompafiada de una no me- nos excepeional inventiva del sujeto dentro de ella: el anverso de la rigidez de la langue es la libertad volatil de la parole. La manifestacion no tiene ninguna cons: triciéa material: las palabras son libres, en el doble sentido del termino *. No cuestan nada de producir y pusden ser multiplicadas y manipuladas a voluntad dentro de las leyes del significado. Todas las otras pricticas sociales importantes estan sujetas 2 las leyes, de la eseasez natural: las personas, los bienes 0 los poderes no pueden ser generados ad libinwn y ad inf ritum. Con todo, la libertad del sujeto hablante es curiosamente intranscendente; es decir, sus efectos 8o- bre la estructura son practicamente nulos en eireuns- tancias normales. Incluso los mayores escritores, uyo genio ha influido en culturas enteras, han alterado por lo general relativamente poco el lenguaje. Natural- mente, esto deja entrever la tercera peculiaridad de la relacidn estructura-sujeto en el leaguaje: a saber, que el sujeto del habla es axiomaticamente dividual: «no habléis todos ala vex» esla forma habitual de decir que ‘un habla plural ao es un habla, que no puede oirse. Por contra, Ios sujetos relevantes en el dominio de las es- tructuras econdmicas, culturales, politicas o militares son primera y principalmentecolectivos: naciones, cla- + Bl sérmino correspondiente en Inglés e fe, que en este caso pusde traduire tanto por eeratitor come por slibre» IN del I, Voiructura y sujet st s castas, grupos, generaciones. Precisamente por la accién de esios sujetos es capaz de producir {jansiormaciones profundas en esas estructuras. Esta sistineiéa fundamental es una barrera insuperable para cualquier transposicién de modelos linguisticos a procesos historicos de tipo més amplio, El movimiento ile apertura del estructuralismo es, en otras palabras, lun cnsanchamiento especulativo del lenguaje que ca- cv de eredenciales comparativas. {Cuiles son las consecuencias intelectuales de esta bsolutizacién del lenguaje dentro del estructura- lisino? El efecto inmediato mas importante es lo que pademos llamar —y es la segunda operacion modal walizada eneste espacio caracteristico—laatenuacton Jc lo verdad, Saussure distinguia, en el signo, el signili- ‘ante y el significado, 0, como él decia, la «imagen usticae y el «conceptos. Por una parte insistia en el ‘aracter arbitrario del signo con respecto a cualquier lcrente al que «nombrara»; en la separabilidad, en joitas palabras, del «concepto» de su «sonido». Por ‘ya, recaleaba el hecho de que, en la medida en que el Jevjguaje no era simplemente un proceso de nomina- ‘on, cada significante s6lo adquiria su valor seman- Jico en virtud de su posicién diferencial dentro de la foiructura de la langue; la relaci6n, en otras palabra: ‘untze los conceptos en el sistema de sonidos en st con Junto. El valor linguistico, escribia, «esta determinado Al mismo tiempo sobreestos dos ejes» ".«Una palabra fiuede trocarse por algo desemejante: una idea», y puede compararse con otra cosa de la misma natura- Joya: otra palabra "El resultado es un precario equi- brio entre significante y signiticado en su compieja concepeién del signo. Este equilibrio estaba destinado se ingstique gndrale ition etgue, vol Led. Rt Jiwler, Wiesbaden, 1968, p- 259 [La editon espanola porn que cita- ues intedtra lnedici criticade Engler de todos modos, véaseP. Wve ors tm general igus, p11 fp. 196) 32 Perry Anderson 4 romperse tan pronto como el lenguaje se tomara, como modelo universal fuera del dominio de la comu- nnicacién verbal en si misma. Pues la condicién de su transformacion cn un paradigma portatil era su cierre en un sistema autosuficiente no anclado ya en una, realidad extralingaistica, El proyecto estructuralista, pues, se someti¢ desde el principio a la represién del eje referencial de la teoria del signo de Saussure. BI resultado solo podia ser una megalomania gfadual del significante. Lévi-Strauss, ‘comenzé la escalada de sus afirmaciones con la tesis poco probable de que el lenguaje fue inventado en bloque por el hombrecomoun sistema completo, supe rior ya a sus posibles usos. «El hombre dispone desde sus origencs de la integridad de los significantes, en- contrandose con grandes dificultades para situar un significado, dado como tal, pero que no es conocido», escribié ", El resultado fue una constante «supera> bundancia del sigaificante con respecto al significado, sobre el que aquél podia colocarse por si mismo». Las can, nuevamente, fue responsable del siguiente paso al_ identificar las redes de significantes con sus posiciones_ diterenciadoras en lalangue, relegando el signiticadoa tun mero flujo de cosas dichas comoparoles. Alli donde Lévi-Strauss invocaba aun «signilicante flotante» yun signilicado implicitamente estable, Lacan hablaba_ ahora de un «incesante deslizamiento del signifi por debajo del sigaificante> ®, tomado a su vez como, luna metafora del sujeto; de ahi la imposibilidad de significar un significado intencional estable: el dinas mismo interrelacional de la misma cadena de signif antes, corxtensiva con el inconsciente, deshace cons tantemente la ideatidad ilusoria del ego represent: "© etntrodustion &Focuvee de Magcel Maassen M. Mats co Socicigieer snirepeloge, Paris, 1980p. xlx|statreducciona laa de Maree! Mauss», enSocologiayaniopologis, Madrid, Teco, 197 0} ™ Bents, Landes, 197, p. 154 vmenura y stjeto 33 jy ellos. Tras esto, Derrida s6lo le quedaba rechazar |i propia nocién de signo como unidad-en-la-distin- ‘son del significante y el signiticado, suprimiendo toda sutonomia residual de! significado. El lenguaje secon- "eahora en un proceso en el que «cada significado ‘ots también en la posicién de un significante» *, es ‘hit. un sistema de significantes flotantes puros.y Simples sin una relacién determinable con ninguin re- lovcnte extralinguistic. | conseeuencia necesaria de dicha contraccién del \euuajeensi es, porsupuesto, negar cualquier posibi Inlad de entender la verdad como tuna correspondencia {las proposiciones con la realidad. Fueron Foucault y Herida quienes asumieron de una forma més resuelta In logica subsiguiente: con ello fueron capaces de re- \noceder, mas alla de Saussure, hasta cl legado lilosé- {ico del dltimo Nietzsche, con su implacable denuncia vic la ilusién de la verdad y la fijeza del significado, Vara Derrida, cualquier concepto de verdad debe con- silerarse equivalente ala metafisica compulsiva de la presencia eon Ia que Nietzsche rompiéen su—y cito— sicliz atirmacion del juego del mundo y Ja inocencia sel devenir | sin pecado, sin verdad y sin origen> *, Foucault insiste menosen la liberacién de lo idico con Jespecto a lo cognitive que en la tirania de lo veridico Jism. La voluntad de verdad, afirma, produce su conocimientoa través de «una falsificacién primaria y Jermanentemente reiterada que plantea la distincién nire lo verdadero y lo falso» ®, Bste cambio de mar- ‘iw al punto muerto de una neseiencia prockamada jjro nunca enteramente practicada por sus seguidores f extraio a la primera generacién de pensadores es: \ivcturalistas. Tanto Lévi-Strauss como Lacan, Poston, Chicago 198, p20 Posies, Valencia, Peters, p28). ki ie Wri and difrenc, py. 292. "Langage, ceuntarmemary, pace, hac, 1977, p. 203; aqui Junin ia ene expres es Mitac wae 7 s4 Perry Anderson cuando lo requicte la ocasién, presumen de aspraco: rcs centiieas, pensandoinclusoenla materatizacion de sus discplinas respectivas, Pero, trax un examen més detenidolalgica circular del lenguaje nutorel rencial que aportan a sus respectivas disciplinas tiene sus electos predecibles, As, Levi Strauss se pregunta 4ié importa st sus interpetaciones de lon res son lorzadas oarbitrarias, desde el momento en gue elles snismas pueden se leidasigualmente como mito: «A Hin de cuentas resulta lo mismo que en este libro el Pensamiento de los indigenas sudamericanos cobre forma por operacion del mio, cl mio por operacion del suyor Lo queaqul se encluye desde el principio esel error en la identidad autommanitestada’de la mente humans. Asian clerta.coherenela, Levi Stas exalts en las mismas piginas a Wagner como ewer, dadero iniciador de los analisisestructrales de os mitoss, que realiz6 sus Investigaciones el medio Superior de la misca: superior porque es completa: mente interior a si mismo, porgu es el arte que on Principio esta mas alla del significado ola representar cién, La solucion es similar en Lacan, que conserva un oncepto rudimentario de loreal mas alla de lost lco, pero slo como el «imposible» que no puede ser signilcado: una esfera de lo inelable que insiste, no tiene nada en comin con la mera stealidads en tte sue «préva-porcer de lantasias. A la inversa, Lacan tmerecio también los reproches de Derrida por presen var In nocién de verdad; sélo que por verdad él ons tendela capacidaddel sujetonotanto pars articulated deseo como para alcanzarel conocimicnte,Estacaore, siva redetinicion de la verdad responde a fin de cuentas. a de Levi Sirus, Pes la precision eral no Pertinenteparacl slenguajevdclsujetopsicoanalitice, aque no puede dear de hablar sverdaderamenter ee 2% The row and the cooked, Londces, 1969, pp, 13.15 Wo cnudoy lo explica la «logica de desarrollo que presupone la | idencia —y, en esta medida, la historia in- de la mente» *, mientras que la narrativa histo fica estudia las circunstancias fortuitas y las fen que estas persistentes estructuras meniales, iferentes niveles de madurez, encuentran su expre~ ‘social. Entre ambos existe un abismo insuperable. explicaciones tedrico-evolutivas», insiste, «no | no precisan ninguna interpretacién narrativa, | que ni siquiera se pueden poner en forma narrati- || No existe, pues, garantia alguna de que elorden jalcontemporaneo corresponds al nivel mas alto de oll moral inscrto en la logica procesual dela fe, En esta medida, Habermas conserva cl énfasis fico de sudistincion original entre «faciblidade linprogresoeconémicoacurmulativoy la smadurez- | los sujetoséticosociales, capaces —o, mas bien paces de ssegurar tin contrel responsable de | quel. Con todo, una vez que ha sido concedida la’! inacia causal del desarrollo historco al proceso de endizaje comunicativoy que ésteha sido basado en Potencial parse crecimiento moral nerentea toda te humana, la teoria tiene una tendencia intcin- ta derivar hacia un providencialismo inocentc. Fiste os el sentido de la «pragmatica universal de Ha: mas. Enlla el lenguaje se convierteno meramente cl rasgo distintivo dela humanidad en cuanto tal, ino en el pagare de la democracia, conccbida esen- ‘elalmente como la comunicacién necesaria para llegar * Communication and the evolu of soctry p. 123. "Zur Rekonsirttion des histerischen Materiaismas, pp. 24645 Ip. 2261 «Estas funciones dela nvestigacin historic con relacion a Ina eora de a evolucionsclal na se corresponden con as areas que realizar a cola dela evolucion con respec a lahistorogra ‘os ejemplos ofreidos por Habermas correspond la tras- Won. las civiizaciones arclcas, con la aparcion del Estado, y ala ltansicion aa «moderidad,con a diferenciacion de una sociedad de Imereadoy el surgimientocomplementario de un Estado fiscal 76 Perry Anderson see ited vce et i ws ee aoa nner | este modo, la ética comunicativa se basa en las «nor- ssn ee eet ee eect Seal eee p Ailtimo parece dudoso, oscuro o detestable, resulta | tansparente y redimido en el primero. Ambas empre- | tenguaje como arbitro y arquitecto ultimo de toda so- ° Rrowladge and human intrest, p. 314 2 Ibid, p. 314 ° Commaniction andthe evolution of soca. p. 186 Naturaleza e historia 1 sinos, manteniendo —como dice su critico mas autori ‘ado que «desde el momento en que el habla es el medio distintivo y omnipresent de la vida a nivel hhamano la teoria de la comunicacion se convierteen el estudio fundamental de las ciencias humanas: revela| la infraestructura universal de Ia. vida sociocultu-| ral® , Toda la confusion del paradigma del lenguaje {feneral radica aqui,en el desplazamiento del «medio» | al «fundamento». Pero asi como el estructuralism yell, posestructuralisme desarrollaron una especie del] —podriamos decir— concepcién diabdlica del len- | guaje, Habermas ha producido una firme concepcion | ngélica, Cuando, como dijo Derrida, en Francia «el lcnguaie invadi la problematica universal» '*—~como siempre ocurre en sus escritos, cl verbo es significa- tivo-- bombarded el significado, cubrié por completo Ia verdad, burlé a Ia ética y ala politica y aniquilé Ia historia, En Alemania, por el contrario, y concreta mmenteen la obra de Habermas, cl lenguaje restaura el Sirden de Ia historia, facilita el balsamo del consenso a la soctedad, asegura los fundamentos dela moral, foria| loselementos dela democracia y se encuentra congéni-| tamente dispuesto contra la desviacion respecto de la verdad. Apesar de todos estos contrastesen lasconelu- siones y enelpathos, las preocupaciones ysuposiciones: ‘omunes son incontundibles. \ fun sin abandonar un terreno que les es comtn,| Habermas, por lo general, ha intentado ofrecer una] solucion positiva o racional a cuestiones que el estruc- {uralismo dejaba sin resolver o calsticaba como irre Solubles. Asi la teoria de las estracturas mentales uni versales de Lévi-Stravssno podiaexplicarel desarrollo Social: Habermas intenta superar el abismo entre am- + thomas McCarthy, The eral theory ofTurgen Habermas, Bos ton, 1918, p. 282, Habermask reconocido cortectament la excepeo- tal clldad dela obra de McCarthy como investigncion bre au pen To Wrating and difference, p- 280, 80 Perry Anderson |socava la integracién social —crisis generada paradé. Jicamente por cl éxito mismo de la regulacion, dirigida por el Estado, del ciclo de acumulacion econdmica—se Jadccua fielmente en este aspecto al esquema de la Primacia normativa postulada por su teoria evolutiva, de la historia ". Desde que fuera desarrollada a fina. ies de la década de 1960, esta concepcién ha reeibido | Muy pocas confirmaciones empiricas. Hasta puede de- [citse que el inicio de la recesin mundial de los aiios etenta ha arruinado la regulacién econémica de los _Principales paises capitalistassin generar ninguna cri. | sis de legitimacin del sistema de mercado como tal. El resultado, hasta ahora, ha sido el opuesto al esperado. Por Habermas: doce millones de parados solo en los Estados Unidos y el Reino Unido, presididos sin em. bargo por gobiernos revigorizados de extrema derecha con Reagan y Thatcher a la cabeza, Este error —posi- blemente provisional— es de alguna forma, quizd menos grave que la auscncia absoluta en la expo- sicién habermasiana de un agente colectivo que con vierta una deslegitimacion del orden social existen. te en un avance hacia la nueva legitimidad de un or. den socialista. Una vez mas se plantea aqui cl pro- blema de la estructura y el sujeto en su forma { Leitnation cris, Londees. 1976, especialmente pp. 7594 ‘ema de legac ene eptaislrde, Buen Aiea Kens "Boru, 1975 pp. 60-95, Para una cilia elas de ns concn {xPresudas Agu por Habermas, weave David HelacCssecns, Jeztimatin andthe State enjoin Thompuony David Hl seas Habermas ert debts, Londres, 1982, pp. 16198 tae cohen ue contene una ampla gam de conribiiones,comensselon {magnifico ensayode Agnes Helles, Haberman and Maen rane cluyends con wa dtalad yconconnida Fspucta de Haber tun ejemplo practice admirable de ox prinaposdscursnes ele ue él aboge: Observes qu ena Reply tomy chines Naerney ene ie ia dimension evidenter del concen de verdad oy ak ePisemologa prcinnurgestemente una mayor casicnse eae Se todavia intent hacer dela orrespondencia ciples wae aso limes que un eter central de dcha verdad po, Nawraleza historia 81 la, en el terreno de la practica politica mis- jlabermas, como podia desprenderse de la predispo- y rea firmando las exigencias morales del «comunismos en una elocuente defensa de un nuevo utopismo. El incon Yeniente de dicha posicion, sin embargo, estriba en que no explica por qué el marxismo habria de adquirir In abrumadora preeminencia que de hecho ha adquirido én el movimicnto obrero internacional de este siglo ‘Aqui las exigencias de reflexion con las que comenza- bbamos deben ser respetadas una ver mas. Hay que 105 aa A106; Perry Anderson preguntarse cuéles han sido las razones historicas del dominio absoluto del materialismo histérico en el pen samientoy la cultura socialistas en su conjunto, 0, mi exactamente, er qué reside el caracter tinico del mn: xismo como tcoria para un socialista, y hasta dénde Hega. Cualquiera que sea la respuesta que demos aqui, ebera ser muy esquematica. Pero. podria decitse, aunque muy aproximadamente, que la primacia es: tructural del materialismo historico en la izquierda se hha basado hasta la fecha en tres caracterfsticas que lo diferencian de todas las demas contribuciones a la cultura del socialismo. (i) La primera es su amplia {esfera de accién como sistema intelectual. Aunque ha, hhabido otros muchos pensadores socialistas de interés Y mérito, de Saint-Simon a Morris, de Jaurés a Wig- forss, de Chayanov a Myrdal, sélo Marx y Engels pro- dujeron un amplio cuerpo tebrico capaz de ser des- arrollado continua y progresivamente después de ellos. |Esta capacidad se deriva por supuesto, como dijo Le- nin, de la sintesis que lograron entre «ia filosofia ale- ‘mana, la economia inglesa y la politica francesa», sin- tesis que produjo un conjunto de conceptos y tesis, interrelacionados sobre una variedad de practicas y formas sociales mas amplia que cualquier alternativa En este sentido no ha habido iguales, ai tan siquicra les potenciales, dentro del socialismo, Hay otros pensadores socialistas; pero, por el momento, sdlo hay tun cuerpo depensamiento socialista que constituya un fauténtico paradigma de investigacion colectiva.y permita debates ¢ intercambios através de las genera- | ciones y los continentes en un lenguaje comin. (i) La | segunda facultad peculiar del marxismo, dentro del espectro mas amplio del pensamiento socialista, ha, residido siempre en su caracter de teoria del desarrollo Jniswonco. Tambien agui ha habido muchos buenos huistoriadores socialistas de tradiciones diferentes: [Tawney o Lelebsre, Beard 0 Taylor. Pero solo hay un undidato a exposicion general del desarrollo humano 107 tpilogo a tee farts somal decivihracin, Se tata del i a cisco, Tod las chs versiones Par iat tarcon derivacioneso agients, Soo | marxismo ha producido un conjunto de instrumen-|| aaa fave lo sufcientemente general YI Slgmente diferencias como prs ra arene acca de a evolucionhistorieay sus stu liva inteligible !. En este aspecto todavia no ha sido¥ aan cae ee na ya sla dentro deta cultura socialist re eande fn scasa en general, Noy com anagem cake de Weber es la que ms podria ha ere ora pesar de extraordinsiarqueta de sos error aes conerctan: cares ignfeativamente aera nica ounos principles motores generale: Ae a indgnies mont de deductrioe de ella en be: tds a cmedernteaciine no han hecho mas nals co gue dc la eraion de Weber de Se al ceqocens mciay tutelni, 0 Jando tn far cl marrismo ae ha mantenido apare |} aoe eas rndciones del penamientosois| et i racine eu radicalone come Hamada || (it corse onan ena lucha contra el capitalism | Fo et hablo eorrentes dentro dl Tov ratte gue han rvalizado con en cuanto 9 en ee des bata at narquismo expatol, || por ejemplo—, pero sin eficacia como movimientos de: ro le Pascal Ha habldo taubin correntes| ane ei ciaciapractca —como la socialde | toralnscc cna buepos por; peri ai so ea radical El eaptalimo ha exo ant| | ran ona fahaban conta sao ali donde el In faces guaeguido ol predominio entre elas «lo largo de los siglos, desde las sociedades primitivas | » Para algunas seflexiones sugerotes sobre la instanca narativa del materialism historic, ease Jameson, The political unconseias, 1920, 108 Perry Anderson Fpilogo 109 ‘das a nuevas presiones, lo que no puede sino ser mo- Livo de alegria. Cada uno de los tradicionales privile- jy tgios del marxismo, en realidad, esta experimentando ahora un desafio significative, En primer lugar, y esto." es lo mas obvio, Ia sistematicidad del marxismo como |” tcoria general de la sociedad ha sido cuestionada por el movimiento feminista, que ha desarrollado discursos | sobre la familia ola sexualidad gue eseapan en buena | parte a su esfera tradicional. Desde luego, la literatura.) clasiea del marxismo contiene un memorable capitulo, dedicado a estos temas en la obra del tiltimo Engels, pero luego esto nunca se consolids como una preocu: | pacién fundamental y continua, cayendo en negligen-| cias y dilaciones endémicas, De ahi que, aunque las} contvadicciones y omisiones de esa herencia se hayan compensado en parte mediante el recurso precario a cuerpos de pensamiento menos cientificos como el psi coanillisis, no puede haber duda de la naturaleza pro- vechosa y radical del cambio perceptual, de la altera- cion éptica irreversible aportada por el nuevo femi nismo. La preeminencia del marxismo en un sentido} as estrictamente historico esta mucho menos ame- | nazada por el momento, aunque también aqui la apa-| ricion de una vigorosa historia de las mujeres es poten- cialmente una prueba critica para él, Ademas, la nota- ble importancia de la demografia como terreno toda- via sin dominar, y en buena medida sin explorar, de la historia, es para el marxismo otro motivo de futura inquietud interna, un estimulo cuyas consecuencias tendremos que ver una vez que sea clforado en toa extension !, En general es de sefialar que los tltimos |, afios han preseneiado la consolidacién en el mundo angloparlante de una revista de historiadores socialistas (o0 marxistas) que cuentan con un gran numero de Todas las revoluciones socialistas triunfantes hasta la fecha han estado guiadas por la bandera del materia lismo histérico, 0 se han unido a ella Fstas tres facultades no han abandonado al mar- xismo actual, Pero no son motivo de triunfalismo, El ‘materialismo historico, en cuanto cuerpo racional de pensamiento que inspira a una practica controlada del cambio social, ha sufrido las consecuencias de su pro: pla preeminencia en el universo intelectual del socia. lismo. En cuanto teoria, podriamos decir que ha sido demasiado poderosa para bien suyo. Debido precisa. mente a sus tremendas bazas, la marginacion de sus contrincantes della izquierda le result6.a menudoexce- sivamente sencilla, y su victoria sobre las crticas de la |}derecha infructuosamente fécil. Durante mucho tiempo el marxismo no se enfrenté a ningun reto inte. lectual verdaderamente importante dentro del movic ‘miento socialista, ni siquiera a una explicacién de los grandes momentos de la historia de una solide2 o una seguridad similares que hubiera podido darse fuera de éste , El resultado s6lo podia ser la perpetuacion de ‘sus puntos débiles. El conocimiento raramente crece in un coeficiente adecuado de resistencia. El mar xismo ha sido a menudo vietima de sus propias venta: jas, desarrollando ciertas inercias yvicios caracteristi 0s por falta de correcciones y contrapesos adecuados, Hoy dia, sin embargo, estas ventajas se hallan some. o * La abundancia de demuncias mas o menos rituales del marxismo Vease la destacable obra de Barbara Taylor, Eve anid the new ersuler Loves. 1983,que recuperaadmirablemente para noso\os lhistonial del Leminismo owenista con toda su fuerza Y su paso, ‘caplora tarablen las razoncshistrias de au poateiee eclipse en cl ‘Slo XIX (menor aelute de como lohan presentadolasesposiciones ‘comvencionales. ya Epilogo 17 ética del conjunto de la humanidad, le falto un) “sagente» histérico para librarla del enorme peso de la mmiseria material que tan apasionadamente denunci6) Precisamente porque intent6 liberar a la raza huma ha, «de una vezo, de la esclavitud pudo investigar la) cutstién del sexo tanto o mis que la de la clase: pero| por esa misma razén no fue capazde localizardentro de ls humanidad a quienes serian capaces de traer La | nueva civilizacién. Su universalismo irenista —toda j tuna religién secular en la forma en que fue formulado por sus fundadores "— excluia el conflicto como prin- cipio del cambio politico: de ahi el necesario recurso a la conversion moral. El avance decisivo del socialismo scientifico» fue salir de este punto muerto identifi-|) cando el emplazamiento de un agente social determi-|| nado, enraizado en formas historicamente especificas| | / de produccién econémica, como el punto de apoyo|| desde el que se podia derrocar al viejo orden: la posi- | ‘cin estructural que ocupaba la clase obrera industrial | creada por el advenimiento del capitalismo. Dicho, proceso, por definicion, implicaba la escision ta- jante de la sociedad en dos campos politicos opuestos y la guerra endémica entre ellos. El progreso registrado || con este cambio de perspectiva fuc tan grande que | ‘durante un largo periodo condené a la problematica |.) \a | tutépica anterior practicamente al olvido dentro del | pensamiento socialista, Pero hubo que pagar un preci por ello: el estrechamiento del campo de intereses c racteristico del marxismo como ideologia dominante del movimiento obrero durante el siglo xx Una divergencia similar es la planteada hoy dia por | cl otro problema, aun mas importante, que desborda * Para un andlisiseelarecedor de éstosy de otros asgosafines del sovialinmo ulopico,vense Gareth Stedman Jones, «Utoplan socialism feconsdereds, en Raphael Samuel, comp. People’s history and soca Teter, Londres, 381, pp. 138-42. Bx intomatico que el ultimo proyecto sipaiicativ de Owen fuerallamado « Asociacion det as ‘lacs de tds ae naclones= 18 Perry Anderson los cauces tradicionales del pensamiento socialista: la perspectiva de una guerra nuclear. Aqui también estin | en juego, aunque de forma mas drastica y determi: ante, intereses humanos universales que transcien den la lucha entre el capital y el trabajo: nada menos que la supervivencia de la misma humanidad. Es muy || logico, pues, que quienes han hecho mas que la mayo- | ria por levantar un nuevo movimiento pacifista dando laalarma ante el riesgo cada vez mayor de una aniqui- Jacion total, hayan llamado también a una recupera- cién de la herencia utopica del socialismo. Edward ‘Thompson y Rudolf Bahro son ejemplos sobresalien- stes de ello. Ambos han detectado en el marxismo una insuficiencia moral para luchar contra la forma de peligro con que hoy dia se enfrenta cualquier futuro de. la humanidad: una insensibilidad basada en su natu: raleza como teoria de la lucha de clases que no cesa de ‘oponer fuerzas antagénicas, y no como teoria de la | salvacién de la especie en su conjunto, ahora que «el siglo xx avanza ensangrentado y maltrecho hacia su fin» *. Frentea este legado, elloshan apelado al univer- salismo Mnmediato de una respuesta comin de la hus ‘manidad, mas allé de las barreras nacionales y de clase, para evitar la amenaza de la extincién termonu- \jelear. La fuerza y la logica de esta apelacién son incontes- tables. Hombres de negocios y trabajadores, burdera- tas y campesinos perecerian por igual en una guerra, total. La paz internacional es la condicién tanto de la biisqueda de cualquier forma de socialismo como dela * Para el profundo anlisis de los peligos actuaes de guerra reali ‘audo po Thompson, véanse sus dos ensayos «Notes om exterminia thelast stage of civilizations [eNotes obreeleaterminismo altima faa de Ta cviinacions, Mienras Tami, o© 11, abil de 1982, pp. 85:105jy -Europe, the weak linkin the cold wary pp. 134 329-4909 Extrminism aut cold war. Land, 1982, volume que contiene tt amplia gama de conteibuciones internacionales ala discusion de los problemas contemporaneos del movimento por la pas Soa erro eee 1 ae ae ieee con nec ae | meee ane reer eee| eared 2 ea Se ee] coset eaten ee deniers se deine cine: re al culo racional de los riesgos y sas costes de Sane sma 2 man eeanen ccm deen "© Para una ampliacdn de estos puntos, véanse los importantes censayon de Mike Davis, «Nuclear inpedalsm and extended dete- fencer,» Fred Halliday, «The sources of the new cold ware, em Everminicn and cold wor pp. 3568 9 383-428, 20 Perry Anderson no en l del capital; son los desposeidos, mas que los poseedores de los medios de producciony coaccion de Is Soledad pois actuals Nox une pacio historico ni geométrico en el que las categorias, de ederechas e sisquierdas puedan ser abolidas por lane de magia, Nisiquira es probable que la misma paz, en la medida en que no significa mas quela ausen- Gia (negativa) de guerra, movilice alguna ve ls gran- des costs de paciencia y entusiasmo necesarias para conquistarla en las masas de hombres y mujeres del mundo, sumidos en lasniestra calma que hoy en dia pasa por paz. El nico horirote realisa pars un mo vimiento por la paz duradero es el esbozo positivo de Un orden social mas alla del capitalismo como de la burecracia, que seria el nico tapaz de enterrar la amenaza de guerra entre ellos. En palabras de Wir liams: «Ahora mas que nunea, construc la paz es necesario para constr algo mis que la paz* Aste especto, las dos causas de emaneipacin Be neral consideradas guardan tna relacion no del todo Aistinta, pero tampoco del tad idntica con la casa es pectin dl socialiemo, Pero en cada caso cl caming hac ala una pasa por Is otra como probable condicin, Sin Ta supresion de las clases hay pocas postbilidades de com- seguir una equipacién de los sexes, del misno modo aque sin cl denmantclamicnto del capital es poco proba. ble que se destirre la guerra nuclear. En la practica, el ‘movimiento por la paz yel movimento dea mujer son indisociables a largo plazo de la dinamica del movie mmiento obrero. Esto no da derechos superiores a ext Altima: Ia autonomia de las dos fuerzas eriticas de esto tempo ue plantean dretaente exigency Universales requiere un respeto absoluto, Lo que hace esimponeral movimiento obrero nuevas cespon- sabilidades. Estas incluven no solo una solidaridad "The polities of nuclear disarmamente, Extermént wt Exterminims and cold Epilogo 1a material con la lucha por la coexistencia pacifica de las) haciones y por la plena igualdad entre los sexos, sino tambien una capacidad ideal para reconstruir y des- arrollar la idea del propio socialismo de forma que pueda actuar como un auténtico fulero entre elas. La urgencia de esta tarea es ahora evidente. En los liltimos aios la nocién misma de socialismo como forma alternativa de civilizacién se ha vuelto difusa y remota en amplios sectores de la clase obrera de Occ dente y ha caido en el deserédito popular en significa: tivas zonas del Este. En estas condiciones, se hace mas necesario un énfasis renovado en el socialismo como Sociedad futura, que no existe en ninguna parte del ‘mundo actual y que incluso parece muy cercana, si bien su articulacion debe ser objeto de un debate esen~ cial, tan audaz y concreto como sea posible. El terreno de dicho debate se puede entrever ya en los contrastes texistentes entre las contribuciones actuales al mismo, ue hacen hincapié en ejes tan opuestos como el de los valores y el de las instituciones. Por tomar los dos ejemplos mas paradigmaticos, Edward Thompson, por un lado, ha exaltado las facultades de la imagina- Gion utdpica en Ia configuracién de un desco moral iberado de cualquier calculo demasiado mundano de conociriento convencional; mientras que, por otro’ lado, Raymond Williams ha criticado el impulso cla- ‘de los utopistas por tender hacia una simplifica-) cin escapista del mundo existente, y ha insistido en ta necesidad mas exigente de una especificacion institu-| ional de cualquier futuro socialista, que siempre im- plicara una mayor —y no menor—complejidad que la Ordenacién de! presente capitalista "2, En la medida en {que son tendenicias contrapuestas, la acentuacién de tna de ellas llevaria al anarquismo y al fabianismo | "= véanse los comentatis contrapuestos sobre Morris de Thomp- son. ian Mor: rom romantic to evolutionary, ed revisada, Loo SRT IotT pp 6027, 9 de Wiliams, Problems in mareiaism and ule, pp. 202 122 Perry Anderson ), {|como sus conclusiones légicas. Un marx J, |Siagintio deers cocaine onan egies | flexible entre ambas. eed: | Por contra, el materiali histo rado oc hac porsdn desons lnvee ha Jobeto de eit pare utopismo, pol in acl eee are eames politicas, y Jpbieo denies por suntepiame. debida ale vaguedad espn lease La ttea cea a: Camen Siam crane uncowicn hl {SSC ayer eel unc su ane den o lane, {imeem cre warms dose ost pao rasp capcom pe. {esr farses om ol "Domne tant asa es Saad or | fess no labora de dion del ‘socialism Cp ac ms tos ede eno [SgadsenGinnac made cus ne ule deena EI resultado de ello fue la pron nun stninne gu meas cet Metso iss pr se bres paramo us coy tomas trcul de san Sipe olson cela tan roma de rere ecm excluian la posibilidad, o la necesidad, de conce bir _Srdenamients plies oeconoicor complejo tas \e derrocamiento del capital. La conviccion de aI Sn ne rae ae ||produccion, de la economia y de a forma de gobierno, \fnconts au expresion mis apaionada en ls paginas [Ret tad fat, soa ue caller oc por are inca pare gr el sada ego tore’ s court and sca dona 2s Power and pen nes itcgn Sot ke nosy epuembreocubre de Ble pp 36800 Bpilogo 123 cine absolutamente distante de cualquier mov oat cial o realidad politica existente. Con todo, srutyay duda de que la herencia de su corriente dent 0 ay smo occidental ha sido positiva. Bs probable coer quiza a través del atenuado giro «pedagsico” qe dpentado por la tcoria de Ia comunicacion de iuierda que se defina como marxista: ahora esta 24° auitida de que debe alcanzar los mismos niveles de Heitradez y agudeza en sus propias contribuciones alas venriciones en curso sobre cualquier socialismo fu diseufisto no quiere decir que el libro de Nove esté fava de toda eritica. Recrimina correctamente a la principal tradicign marxista el utopismo de gran parte Foie concepeién de una sociedad socialista, insis: Sto. en terminos practicamente idénticas a 10s de racterizara a cualquier mo- Williams, en que lo que cat Us senlista de dicha sociedad sera la complejidad y seeia simplicidad. Aun asi, su tratamiento del may. Mfano es tambien curiosamente olvidadizo en cierto zallddo: Pues lo que confiere al ibro su gran autoridad sent conocimiento profundo y la exposicion detallads Jes economias planificadas al estilo soviético, reno ee deco no. desde principios dela década de 1920 hasta UIipresente. A esto es'a lo que Nove ha dedicado eas) Saeesenida académica, Gran parte del mensaje del ire es precisamente que ninguna democracta socia: linea de Occidente podria permitirse el lujo de ignorar’ te Mistorial detallado de la planificaci6n centralizads cial Rete por la presuntuosa razén de que es burocti: ‘lea, por tanto,ajena al socialismo. En este sentigo,!= tie cion historica previa de la hazafia tebrica de 14 128 Perry Anderson economia del socialismo posible ha sido la experiencia réctica y acumulativa de los intentos de construecion del socialismo en nombre del marxismo, realizados en condiciones muy duras y desventajosas. No dispone- mos de otra experiencia historica; la socialdemocra. sia ofrece muy pocas lecciones para la empresa de Nove y esté esencialmente ausente del libro. Tras éste no estén las vaciedades de un Crosland —cuya obra El ‘futuro det socialismo ni siquiera es mencionada, y con razén—, sino la perspicacia y el conocimiento de refle- xiones como la de Dilemas de una economia socialista, de Jornal El laboratorio en el que se ha forjado el realismo de Nove lo constituyen la Europa del Este y la sal 6 ypa del Este y Este trasfondo, sin embargo, sefiala tambiga la ausen- cla sencial dela obra-¢Cono vamos it desde donde estamos hoy hasta donde él nos sehala mafans? No hay respuesta a esta pregunta en la obra de Nove, Sa titubeantecomenarisbrelastrasiionrse vai endo en aprensvosllamamientosa la moderaiée del Fartdo Laboatabritnicoy demande coma cién para los capitalists propictares de is Precis les industrias en caso de qu estas sean nacionulinaies, En ningun lgarse hace referencia qué enor case, biopolico dra que products naga nested alcandari la lucha socal, para auc elguna ves legs fa materializase el modelo econorteo de seciaionee Por el que aboga. Entre el radicalismo del atures Ee sas toda a obra de Janos Komal, vane sucesivancle Ant- ‘exalbriam, Armsterdam, 1971; Economics of shortage, Kesiocdony, 1980; yGrowd shortage and ficiency. Oxford, 1982 res obras des ‘nadas,como el mismo explica en atm de lla las bases metodolopicas de Epitogo 129 tado final previsto por él y el conservadurismo de las, medidas presentes que esta dispuesto a tolerar hay un abismo infranqueable. ¢Cémo podria ser abolida lar propiedad privada de los medios de produccién me-| diante politicas econémicas menos irrespetuosas con ell capital que las de un Allende o un Benn, recriminadas| por Nove? Lo que se echa de menos en las paginas de La economia del sovalismo posible es précticamente toda, alusién a la dinamica historica de cualquier contlicto serio por el control de los medios de produccion regis-| trado en el siglo XX. Si el capital puede generar tanta destruccién en un territorio tan pequefo y alejado de} su imperio como Vietnam para evitar su perdida, ces| de esperar que sufra décilmente su extincién en su) propia teira natal? Las leciones de los atime se sent y cinco afios no ofrecen ambigiedades ni excep- ciones: no hay ningtin caso, de Rusia a China, de Viet | nama Cuba, de Chile a Nicaragua, en el que la existen- cia del capitalismo haya sido desafiada en un pais sin gua bayan aid sored ine faring dee interven | el blogueo y la guerra civil. Cualquier transicin viable Sl sovlalisno en Oceidente debe intentar reduc este | proceso, pero desecharlo 0 ignorarlo es salirse del mundo de lo posible. De igual forma, construir un modelo econémico de socialismo en un pais avanzado es un ejercicio legitimo, pero extraerlo como hace st | fobra— de una relacién computable con un entorno capitalista necesariamente opuesto es realizarlo en el aire. La ionia dela empresa de Nove esque una obra | ue Se propone ser resueltamente realista en todo mo- Mento eats basada en una abstraclgn dela verdadera realidad histérica y de su campo empirico de fuerzas tipicamente ut6pica. Al no tener en cuenta esta histo- ra,La economia del socialismo posible esta sujeta a la misma ertica que tan frecuentemente hace el al mar- xismo: procede sobre la base de suposiciones mani fiestamente irreales acerca del comportamiento de la gente una vez organizada en clases antagénicas. En | este sentido, slo una Politica det socialismo posible 130 Perry Anderson podria reseatarla de La esfera de pensamiento utépico de la que intenta eseapar. Noobstante,ningtin libro podria esperarabarcarporsi Solo la totaidad de los problemas plantcados por la transicional socialigmo mnésallé tanto dela burocracia como del capital, En la aproximacion de Nove a ese socialism hay algo del funcionario que él fue una vee, dicho sea en el mejor sentido: un informe tecnico que cxplica de forma lucida y precisa, con clerto despego, fue ordenansentos practios serian apropiades en el ‘sso de que hubiera qucoptar por dicha sociedad. Esta misma distancia deli pastony la hichas dela politica Toque de alguna manera da a la obra su peculise fuerea de atracion, Lire de todo caleulo estrategico animada silo por la genevosdad yel decora patentes due disponen a su autor —ceteris paribus hacia un Snden economico mas justo, la imagen resultant de tina sociedad posible estan razonable ysugestiva que ts probable quc haga mis por crear converse al socia- Tismmo que ninguna otra obra reciente desde posciones de izquierda mas comprometidas 0 convencionale Hay varias conchsiones a extracr. Era muy necesa- rio un gio desde el eje de los valores al de las institu Giones ef las proyecciones de un Tuturo socialist 0 ormunista, giro que debe traer congo na nueva com. Giencia de las complejidades practias, Pro este gio no representa en stun abandono del espacio wtopico en Cstant tl, on la medida en que estédisociado de eval ‘ier anliss plaunble de Tos procesosbistricos ea paces de realizar valores o instituetones, Esto no quita mévitoa uno wore enfoque, Muy al contrario, cl jem- plo que acabamos de examinar demucsra la impor- tance comtribucion que puede hacer un esfuervo soste- ido por rellexionar desde este espacio sobre los pro bemas de un socialismo posible. En realidad, las pox- terioresexploraciones se beneficiarian de ana dialée- thea mas activa enere la reforma de los valores Ia Femodelacton de as instituctone, dialectics en Inque Epilogo Bt cada un actuaria como mediacién o contro del otro See err tucves pos de aperrara. Es impor | Fi etre los dos principales intentos de salvar cree Ietaltchte onure los discursos de cambio sinst- tucionals ¢ «ideal» en los tltimos aitos se han: realizado) ears mbito de la discusion socialist propia coer actdi Han vendo del movimiento fmtnisiay rats ita, Cada uno deelos ba suscitado temasdel see ncey dela mayor importancia maginables| ee tne ly sen, ing relaciones ente| Talreaidded ya naturslea, que no entran dentro de las relaciones entre las clases, preocupacion central del | ‘arismo, sino que son trasversales a ellas— si bien, all are sapo fan permitide una fil aricaacion de ‘objetivos practicos de corto alcance. El margen de, aoe Mvncluse de misificacion que en ocasiones se hal ae y.rededor es en buena medida invita TE SEe 2 impresionante en ellos es 94 fctidad de oe eon desde las wansvaloraciones mas metaiicas| eine aciones existntes alas retiicaiones insti- ee hs tvlales de ells, Probablementeno es eae a obra que en estos momentos ocupa un Saal lugar imtermedio ntreambosen la rontera de inn ees temative se la de And Gore, direc tMincateentroncada con las preocupacionesecologs ‘tas que, combina la reflexion filoséfica con la pro-| ta gat practea cu uoa sntesis caacteristica'™ | ara vonclui, pues. No todo proyecto de emancipa Caen ei adresse | se ancy emda no tiene el monopoto del | dee idbice, No toda contribucia al socialismo creel teerpe de pensamiento coincide con Ia produc Vease especialmente Ia extracrdinaria segunda mit de Adiaus au profaarat Paris, 1980 Pics al proleteiado, Barcelona El Viejo “Topo, 19819 Les chomans du paras, Paris, 1983, Consttuyen uns otpparacion interesante con In bra de Nove. Aqul también se Plantes ‘Tiproblema de los vectores politeos del presente para los valores ultras o las practieas econémicas de futuro, & 132 Perry Anderson cién del marxismo, que tampoco tiene el monopoliode | la teoria critica en la izquierda. Dende deja todo esto Nal materialismo histérico en los aos ochenta? En Certo sentido, donde siempre ha estado: en la encrus jada entre el pasado y el futuro, la economia y la poli- |tica, ta historia y la estrategia; es decir, en el centro de toda referencia socialista actual, incluso alli donde la sere Dicha centralidad no implica exclusividad. Las \[pretensiones de ésta iltima son siempre infundadas. Sin embargo, las bases de la primera persisten por las razones que los mismos contraejemplos citados sugie~ ren, Pues el materialismo historico sigue siendo el | inico paradigma intelectual lo bastante amplio como | para vincular en una teorfa de la dinémica caracteris- | tica del desarrollo social el horizonte ideal del socia- ||lismo con las contradicciones y movimientos practicos del presente, y su dependencia de las estructuras del pasado, Como todo programa de investigacién a largo | plazo de las ciencias tradicionales, ha conocido perio- dos de repeticién o estancamiento, ha generado en su momento errores y desviaciones. Pero a diferencia de |cualquier otro paradigma, no sera reemplazado hasta |que no haya un candidato superior para conseguir un avance global comparable en el conocimiento. Todavia | Jno hay indicios de esto, y por tanto podemos estar | seguros de que matiana se trabajaré dentro del mar- || xismo tanto por lo menos como hoy. La clase obrera ‘occidental esté actualmente confusa, inmersa en una de esas tremendas recomposiciones que desde la revo lucién industrial han marcado su historia periédica- ‘mente; pero esta mucho menos vencida y dispersa que durante la dltima gran depresién y,a menos queestalle una guerra, tiene muchos dias todavia por delante. El | marxismo no tiene por qué abandonar su ventajoso \s || punto de Arquimedes: la biisqueda de agentes subjeti- vos capaces de estrategias efectivas para desalojar ‘unas estructuras objetivas. Pero en medio de los cam- bios generalizados del mundo capitalista actual, estos | tres términos sélo podrin ser combinados de forma 133 en un fin comin descable ¥ digno de es de personas que ahora ddan situacion esta todavis oy bet pero ea situacin fe no sera alcanzada sino afluye a ella sexes dorente dela tradicion socialist: rete del materialise historic. positiva si ‘crédito para los millon © son indiferentes a él. S INDICE DE NOMBRES sf general theory of exploita- é sts oes =o ee 1 tai rs rel on (Adorno), $4 e oe eee ae so a ats oo ee : Arrighi, Giovanni, 89 Bahro, Rudolf, 102, 118 Bandyopadhyay. Pradeep, Baran, Paul, 20, 24 Barrington Moore jt., J. 100-1 Barthes, Roland, 44, 67 Bauer, Otto, 68 Beard. Charles, 106 Beauvoir, Simone de, 38 Beginnings (Said), $7, 60 ‘Bell, Daniel, 32 Benjamin, Walter, 14 Benn, Tony, 129 Bentham, Jeremy, 33, Bewen existentialism and ‘marsism (Sartre), 87 Beyond equality (Mont- gomery), 26 Bloch, Ernst, 14,19,70,123 Bois, Guy, 28, 37 Bond men made free (Hil- ton), 25, Braudel, Ferdinand, 39 Braverman, Harry, 20 Brecht, Bertolt, 67: Brenner, Robert, 26, 28, 37 Brezhnev, Leonid, 87, 90 ‘Business Week, 27 Cacciari, Massimo, 32 Cahiers Ferdinand de Saus- sure, 47 Caldwell, Malcolm, 89 Capitalist democracy in Britain (Miliband), 21 Carchedi, Guglielmo, 22 Class, crisis and the State (Wright), 22 (Class siructure and income determination (Wright), 22 Indice de nombres Class struggle and the in dustrial revolution (Fos: ter), 25 classes and contemporary capitalism (Poulantzas), 2 cohen, G. As. 29 Colletti, Lucio, 14, 19, 30, 32 Communication and eval tion of society (Haber- mas), 74 Consideraciones sobre el ‘marsismo occidental (Anderson), 1, 8, 19, 29, 69,98 Conversazioni con Lévi ‘Strauss, Foucault, Lacan (Caruso), 67 Cooper, J.P. 28 Cours de Hinguistique géné- vale (édition critique) (Gaussure), 51 rani, Bettino, 93 Crise du féodalisme (Bois), 7 The crisis of the dictator. ships (Poulantzas), 21 Crisis, tendencies, legiti= ‘mation and the Stater (Held), 80 Critica dela razém diaécticn (arire), 39-40, 85-6 Critique of political reason (Debray), 103 Croce, Benedetto, 14 Crosland, Anthony, 128 Groot, Patricia, 28 sCuestiones de métodor (Sartre), 39 Culture (Williams), 23, (Curso de linguistica general (Saussure). 45-7. 51 135 CChayanov, ¥. D., 106 ‘Chomsky, Noam, 100-1 Daily life in revolutionary China (Macciocchi), 88 Davis, Mike, 19 Dela iniel alas cenizas (Lé- visStrauss), 58 Debray, Régis, 103 Del estainisimo al euroco- ‘munisimo (Mandel), 97 Deleuze, Gilles, 44, 67 Della Volpe, Galvano, 14, 16, 19, 83 Demacracia Cristiana (Ita. 92 Derrida, Jacques, 43-4. 47, ‘S34, 58, 62-3, 67, 77 Dews, Peter, 2 Dialéctica negativa (Ador- 10), 6, 10 Dialectics of defeat (Sa coby), 83 Dilemas de uma economia ‘socialista (Kornal), 128 Discrimination (Wellek).3 Dissemination (Derrida). 47 DDutschke, Rudi, 89 Eco, Umberto, 41 Economics of feasible so- ‘alism (Nove), 125-31 Eerits (Lacan), 43, 5255 Eisenhower, Dwight Da- vid, 09 El capital monopolista (Ba- ran y Sweczy), 20 E118 Brumario de Luis Bo- naparte (Marx). 7 EI Esiado er la sociedad ca- pitaista (Miliband), 21 El Estado y la revolucién (Lenin), 122 136 Elfantasna de Stalin (Sar ro Et uiuro del socialism (Crostand, 128 Er naniiesio comutsta (Marcy Engels 36, BI marzismo. soviético (olarcse), 24 El madera sistema_ mse dad (Wallerstein). 27 Einacimieno deta raged, (Lee Strauss, 61 El erden dal dscnso (Fou. aul, 59 Engels, Frederich, 106 Engler Rudol 31 Eheensberger, Hans Mag. nus, 89 = Establet, Roger, 22 Estudios sobre el desarato det capitation (Dobb) 23 Beudes histoire de pile Sophie des sconces (Cane auilhem) 9 Fascismo y dtctadura (Poulantzas), 21 Flaubert (Sartee), 44 Flaubert, Gustave, 40, 85 Folieetdéraison (Foucault), 6 Foner, Eric, 26 Foucault, Michel, 32, 35, 424, 5362, 67,78, Fourier, Charies, 116, 122 Free soil, foe labor, freemen (Foner), 26 Freud, Sigmund, 49,64, 68, 79 Friedman, Milton, 33, From rebelion 10 revolution (Genovesse). 26 Gaulle, Charles de, 67 Indice de nombres Genovese, Eugene, 26 +h instrament del, mar xismo»(Althssr. 41 Glucksmana, André 31,89 Godelier, Maurice 114 Goldmann, Licien Gonzales, Felipe, 93 ors. Andre, 131 Gramsci Antonio, 14, 17 33,91 Grossmann, Henryk, 20 Guillermo IL, ae Habermas, Jurgen, 24 69-71, 73°82, 123 ‘Habermas and marxism» eller) 80 Habermas: critical debates (Thompson y Held), 80 Halliday, Fred, 119. Hatcher, John, 28 Hegel, Georg Wilhelm Fre- detich, 14, 64, 70 Heidegger, Martin, 14, 38, CI 41 Hilferding, Rudolf, 21 Hill, Christopher, 25 Hilton, Rodney, 25 Himmelwit, Susan, 29 Historia de la. sexualidad (Foucault), 32, 62 Hijelmslev, Louis, 14 Hobsbaym, Erie, 25 Hodgson, Geoff, 29 Horkheimer, Max, 6, 19,69 Husserl, Edmund, 38 Inprecor, 98 Injustice (Barrington Mo- ve), 10] Instituto de Invest Social/Escuela de Francfort, 68, 74, 81, 84, 102 Indice de nombres 11 Internacional, 37,93, 96 IV Internacional, 98 lntroducei6n ala Contribu- ‘ida la ertica de la eco- nnomia politica (Mars), 36 toh, Makoto, 29 Jakobson, Roman, 45 Jameson, Fredric, 24 Saures, Jean, 105, Sruschov, Nikita, 867, 89, 3 Kant, Inmanuel, 14 Karl Mares theory of history (Cohen), 23 Kautsky, Karl, 68 Keynes, John Maynard, 20 Kierkegaard, Sgren, 14 Kiernan, Victor, 25 ‘Klima, Arnost, 28 Knowledge and human inte. rest (Habermas), 73,76 Kojeve, Alexandre, 38 Kolakowski, Leszek, 108 Korsch, Karl 8,14, 83, 91 Kristeva, Juli, 31, 67, 89 Léeole capitalise en France (Gaudelot y Establet), 22 La alierativa (Bato), 22 La cérémonie des adieus, 31 La crisis fiscal del Estado (O'Connor), 27 La apcidn cero (Thompson), 103, La petite bourgeoisie en France Baudelot y Est bet), 22 La production de Vespace (Lefebvre), 33 La reconstruccion del mate- ‘talisino histérico (Ha 137 bermas), 73 La revolucion teérica de ‘Marx (Althusser), 41, 43, La superacién de ta ideolo- ‘pia (Collett), 31 Lacan, Jacques, 14, 44, 46, 48.9, 52.5, 64, 67,78 Ladurie, Emmanuel Leroy, 28 Lakatos, Imre, 9 Language, counter-memory, Practice (Foucault), 53,60 Las largas ondas del des. ‘arollocapitalista (Man- de). 20 Lasch, Christopher, 26 Lassalle, Ferdinand, 5 Late capitalism (Mandel), 20 Le drot la ville (Lefebvre), 3 Leavis, Frank Raymond, 4 Lefebyre, Georges. 106 Lefebvre, Henri, 33, 41 Legitimation crisis (Hae bermas), 80 Lenin, Vladimir Iych, 17-8. 29, 37, 106 Lenin and philosophy (Al- thusser), 43 Lenticehia, Frank, 3 LLenticehia, Melissa, 3 Les carnets de la dréle de guerre (Sartre), 85 Les Temps Modernes, 67,84 Lévi-Strauss, Claude, 40-9, 528, 60-2, 67, 77-8 Lévy, Bemard-Henri, 32 Liga Espartaguista, 16 Linguistics and politiese (Chomsky), 100 Lo enudo 9 lo cocido (Livi Strauss), 54, 61 138 Los comunisias y la paz (Sartre), 84 Los. cuatro conceptos fun damentales del psicoané- isis (Lacan), 46 Lukées, Georg, 13-6 68, 83 Luxemburgo, Rosa, 18, 21, 29,68 Lyotard, Jean-Francois, 67 «Madness an civilization in arly modern Europes (Middelfort). 55 Magdolf, Harry, 26, 89 Mannheim, Karl, 10-1 Mao Tse-iung. 81, 88.91, 93, Marcuse, Herbert, 7, 14,19, 83,123, Marx, Karl, 5,11, 13,20,33, 36 Marx, Karl y Frederich En- els, 7, 18,106, 116, 122 Mare afier Srafja. (Steed- ‘man), 21 Marx's economies (Mo- rishima), 21 Marcism and literature (Wi iams), 23, Marxims and philosophy (Korsch), 8, 14 Marsismo y politica (Mili band), 21 Mebring, Franz, 6 Merleau:Ponty, Maurice, 38.9, 84 Milton and the English Re- olution (Hil), 25 Miseria dela weorta (Thomp- son), 27 Mitelogias (Barthes), 67 Mobius“ LaviSiwus, Indice de nombres Mitterrand, Frangois, 93 Mohun, Simon, 29 Money and abstract labour (Krause), 21 Montgomery, David, 26 Morris, William, 106 Myrdal, Jan, 106 Nictasche, Friedrich Wil helm, 33, 3, 59, 64 Nove, Alec, 124-30 O'Connor, James, 26 OF grammaiology (Deri a Ofte, Claus, 24 On ‘materialism (Timpa- naro), 47, 101 (On the economical identifi cation of social classes (Carchedi), 22 Owen, Robert, 116 Para ler El capital (Albus. ser), 41,43) Parker, David, 28 Parsons, Taleott, 6 Partido Comunista (de Gran Bretaia), un grupo de historiadores del, 25.6 Partido Comunista de Ale. ‘mania (xD), 69 Partido Comunista de Es. aia (ce), 91-2 Partido Comunista de Francia en, 38, 67, 84, 91-2 Partido Comunista de lea. Tia wre, 32, 41, 90-3, Partido Comunista de Por- tugal cr), 92, 97 Partido Laborista (brits nico), 128 Indice de nombres Partide Socialdemécrata (aleman), 68 Partido Socialista. (espa ‘ob, 92 Parvus, 29 Pavlov, IP. 67 Piaget, Jean, 7 Piscator, Erwin, 68 Poder politico 9 clases so- ‘iales (Poulantzas), 21 Politics and letters’ (Wi- lias), 23, Pontalis, J. B. 67 Positions (Derrida), 53 Postan, Michael, 2 Poster, Mark, 3 Poulanteas, Nicos, 23, 33, 49,97 Pourquoi les Etats-Unis? (niimero especial de Tel Que), 31 Poweriknouledge (Fou. cault), 59 Problems in materialism ‘and culture (Williams), 23, 103 Qui travaille pour qui? (Baudelot y Establet), 22 Race and history (Lévi Strauss), 59 Ranke, Leopold yon, 11 Reagan, Ronald, 80 Reply to my critics» (Ha- bermas), 80 Roll, Jordan, roll (Geno- ese), 26 Rostanda, Rossana, 89 Rousseau, Jean-Jacques, 62 Rude, George, 25 Saint-Simon, Henri de, 106, 122 139 Sartre, Jean Paul, 145, 19, 31, 38-42, 67, 83, 84-7 Saussure, Ferdinand de, 45, 47-8, 51, 56 Scheler, T., 10 Schelling, Friedrich Wil: helm Joseph, 14 Seccombe, Wally, 108 Shaikh, Anwar, 29 Sirianni, Carmen, 122 Skiepol, Theda, 26 Socialism and survival (Bahro), 103, Sociologia anvropologia (Mauss), 52 Socrates, 62 Sollers, Philippe, 32, 67 Spinoza, Baruch, 14 Stalin, Josef, 12, 15, 17,31, 83, 86, 89, 96 State, power, socialism (oulantzas), 21 State and capital (Holloway y Picelotto), 21 Ste-Croix, Geolrey de, 25 Stedman-Jones, Gareth, 17 Steedman, lan, 29 Structural antropology (Lé- vi-Strauss), 46 Sirukaurwandel der Offentl- ‘hkeit (Habermas), 70 ‘Sweety, Paul, 26.7, 89 Tawney, R.H., 106 Taylor, A.J. P., 106 Taylor, Barbara, 116 Tel Quel, 31,67 Television (Lacan), $$ Teoria de la regulacién ca- ‘loalsta (Aglietta), 20 «Teoria e metodos (Althus. seo), 41 140 ‘Thatcher, Margaret, 80 The Age of capital’ (Hobs: bbawmn), 25, ‘The agrarian roots of Eu ropean capitalism» Brenner), 26 The Brenner debate, 28, 37 The clas struggle in the an cient Greek world (Ste- Croix), 25 The collapse of the Weimar Republic (Abraham), 26 «The contradictions of s0- cialist’ economics» (wun), 22 The country and the city (Williams), 23, 25-6 The entical theory of Turgen ‘Habermas (McCarthy), 77 The culture of narcisism (Lasch), 27 The daspening crisis of US capitalism (Magdoll y ‘Sweezy), 27 The English peasarury in the later Middle Ages (Hilton), 25 The ideology of power and the power of ideology (Therborn), 22 The left academy (Olman y Vernhoff) 27 The marxist philosophy of Emst Bloch (Hudson), 70 The melancholy science (Rose), 64 The nouvelle philosophie and Foucault» (Dews),67 The order of things (Fou cault), 42, 60-1 The origins of capitalist developments (Brenner), 2 Indice de nombres The political unconseious Gameson), 23 The savage mind (Lévi Straus), 40,44,49,57,67 The second slump (Mandel), 20 The value controversy, 29 The world twrned “upside ‘down (Hill), 25 Theory and practice (Ha- bbermas), 74 Theory of literatura (Wellek y Warren), IT ‘Therborn, Goran, 23, Thompson, Edward, 25,37, 103, 107, 118, 121 Time, 27,30 Timpanaro, Sebastiano, 82, 101 Tom Paine and revolutio- nary America (Foner), 26 Trabajo capital monopo- lista (Braverman), 20 Trotsky, Leon, 18, 29, 84, 96, 127 Troubetzhoy, N.S. 46 Union de la Iequierda (Francia), 92 Universidad de California Grrvine). 1 Value and naturalism in Marx (Lippi), 21 Vico, Giambattista, Vrocy, Michel de, 29 3 Wagner, Richard, 54, 61,7 Wallerstei Weber, Henti, 97 Weber, Marx, 14, 39, 107 Wellek, René, 2,3 What does the ruling class Immanuel, 28 Indice de nombres do when it rules? (Ther- bora), 22 Whigs and hunters (Thomp- son), 25 Wiener. John, 3 Wiglorss. G., 108 Williams, Raymond, 23,25, 189, 102, 121, 127 Wirkiichkeit un Reflexion @Pahrenbach), 78 Workers’ control and socia- list democracy (Sirianni) a oe Workers! control in America (Montgomery), 26 Wright, Erie Olin, 22, 29. 108 Writing and difference (De- rida), 44,53, 63, 77 Wunder, Heidi, 28 Zar Rekonstruktion des historischen Materialis: ‘mis (Habermas), 745

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