Una negociación no empieza cuando nos sentamos a hablar con la otra parte, sino
cuando empezamos a preparar nuestra estrategia. La planificación, de hecho, es
para muchos expertos la clave del proceso. Veamos qué es lo que conviene tener
en cuenta para llegar preparados al momento de la reunión.
Los objetivos: hay que tener muy claro lo que queremos, por supuesto, pero
también lo que quiere la otra parte.
Las variables a negociar: en cualquier negociación debe haber varios puntos
susceptibles de ser discutidos. Si sólo negociamos sobre uno de ellos, acabaremos
regateando.
Esas variables pueden ser, por ejemplo: salario, horarios, medios técnicos para
hacer el trabajo... Tendremos que ordenarlas según la importancia que tengan para
nosotros y definir para cada una nuestra banda de objetivos: en el tema del
salario, por ejemplo, tendremos claro un mínimo del cual no estaremos dispuestos
a bajar, un máximo ideal y una franja intermedia –nuestra zona de acuerdo– con
la que nos daríamos por satisfechos.
Una vez hayamos hecho lo mismo con el resto de variables, dedicaremos también
un tiempo a pensar en cuál podría ser la banda de objetivos mínimos y máximos de
la otra parte y cuál su franja intermedia en cada variable, es decir, su zona de
acuerdo.
Sondeo: van apareciendo las variables que entrarán en juego y que serán
objeto de discusión: por ejemplo el sueldo fijo y variable, los incentivos, el
horario...