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ESTILO PROPIO
maria_achitenei@yahoo.com
Rosa Montero es lo que yo llamo un autor omnisciente, o sea, ella no sólo nos
revela todo sobre los caracteres que ha creado, sino también, por medio de estos
caracteres , nos revela a nosotros, a cada uno de sus lectores, unos rasgos de nosotros
mismos que antes ignorábamos tener. Es una conocedora tan minuciosa del ánima
humana, que parece una investigadora usando lentes, escudriñando los menores
porque yo fuera tan aficionada a su escritura, o ambas, pero no leo una de sus páginas
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Hay que notar, literariamente, que en sus primeras novelas, hay siempre:
• un personaje del mundo literario, una escritora, de ese modo el texto adquiere
detrás de las luces, todo narrado con un matiz lúdico (rasgo posmodernista);
• la certitud de que una lectora se reconozca en los más íntimos rincones del
“Piensa Ana que estaría bien escribir un día algo. Sobre la vida de cada día,
Por si fuera poco solamente una intención, más adelante tenemos un análisis
de lo que va a salir, para que el lector exclame sobre el estilo: ¡Sí, es posmodernista!:
“Para escribir un libro así, se dice Ana con desconsuelo, sería banal,
amargura entrañable; es por eso que su estilo se caracteriza por una visión subjetivo-
realista de la vida, con detalles periodísticos que conquistan las más secretas esquinas
cualquiera vaguedad:
dos hijos, ex amante suicidado, toda una biografía melodramática que pese a
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A veces, el talento de Rosa Montero se materializa en una metáfora que todos
los que han vivido un período dictatorial la conocen y reconocen como un estado de
anhelo de tener un hombre siempre a su lado, de intentar la pareja otra y otra vez hasta
“puede ser un buen comienzo para ese libro que ahora está segura de
escribir, que ya no será el rencoroso libro de las Anas, sino un apunte, una
poderosas y exactas:
O, más allá:
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Raramente ocurre que Rosa Montero escriba unas líneas en el tono hipnótico
“ese olor de miedo que Hipólito dejó en mi casa.” (p.89, La función Delta)
Engracia- se deja tragar por el pantano que está cerca de la casa de su amado y
hecho, todo le ocurrió a su hermana y que su hermana era Engracia. Pero Ricardo no
personaje de la novela Crónica del desamor que se deja tragar por el pantano. Así que
la historia resulta como un laberinto jugoso, como una banda de Möbius, volviendo en
En Temblor sin embargo, las metáforas del genitivo del realismo mágico
aparecen recurrentemente:
literarios de las últimas tres décadas del siglo veinte, pero generalmente manteniendo
periodísticas, exactas:
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o definiciones precisas, u oraciones que suenan como definiciones que resultan tan
verdaderas que uno acaba por preguntarse si las había encontrado o aún estudiado
antes:
Temblor es una obra fantástica, por unos cuantos rasgos: es una obra llena de
con tan sólo un detalle científico fantástico: la acción ocurre en un porvenir posguerra
nuclear en la tierra.
modelo de Lazarillo de Tormes, una educación dura y penosa que exige sacrificios.
de los partos y de ese modo las mujeres adquieren la superioridad. En este mundo no
hay luz eléctrica, ni otros objetos de técnica y el simple mencionar de estas cosas
remotas es tabú. El paisaje desolado pertenece a un mundo del futuro infértil que va
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la catástrofe que había fundido todo en la superficie del planeta, dejando una cosecha
papel en la acción de los que quieren apoderarse del mando del planeta basándose en
los prejuicios de la gente. Sólo que, fragmentos de este mundo empiezan a borrarse, a
se vuelve más sabia, más generosa y más fuerte, anda hacia el borde de la muerte y
Möbius, único, logrado, labrado, tallado y hermoso, una obra maestra sobre como el
poder absoluto hace que el mundo acabe envenenado; sobre como la gente puede ser
atrapada por los prejuicios; es el símbolo del poder humano sobre otros seres
conquistar; una reflexión sobre la vida y la muerte, tan pulcra como el recuerdo que
nace dentro de la mente del lector de La función Delta cuando, al final, Lucía,
justamente antes de morir, mezcla los rasgos principales de todos los hombres que ella
ha amado durante su vida, mostrando que acaso, sólo el sentimiento de amor perdura
Bibliografía:
• Rosa Montero, Crónica del desamor, Plaza & Janés Editores, Barcelona,
1995;
• Rosa Montero, La función Delta, Plaza & Janés Editores, Barcelona, 1995;