Editorial San Martin - Armas #15 Waffen Ss Los Soldados Del Asfalto
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OF NS : AONE Fy Se he usBarrie Pitt presenta la historia ilustrada del siglo de la violencia que edita San Martin como mundial hai sefialado las cimas de la in del hombre hacia lal violencia; pero el periodo upado pi nos violento: la humanidad no ha cesado de prepararse cia, de ejecutar actos violentos 0 de ocuparse ‘Cuanto mas capaz se hace la raza humana ja rodea, mas le empuja su ansia de autoatirn ese medio con el uso de la violencia. El ins parece ser tan basi amar y ¢ Para comprender mejor este siglo ia ahora la publicacién de leccion, la Historia Ilus: trada del Siglo de la Violencia. En el tegrard la historia ilustrada de la Segunda Guerra Mundial, que tan enorme éxito tiene. tinuara ofreciendo las series ya conccidas por sus lectore apareciendo los libros de Batallas, Campafia y Armas d Guerra Mundial, y se ampliaran’ para incluir otras batall: @ todo el siglo de otros periodos y diferentes paises, desdq hasta Vietnam y desde la Espatia de 1936 hasta las luchas revod] lucionarias de América del Sur. Apareceran ademas series nuevas. Pert sonajes presentara biogratias de los hombres: unos, de reconocidg grandeza; otros, de infausto recuerdo, que arrastraron a |a humanidad 4 la violencia o que emplearon la violencia para dirigir la lucha por la paz| se han publicado las biografias de Patton, Skorzeny y Hitler. Prontog les seguirén las de Tito, Churchill, et: i] libros iran, en todos glo XX ha sido la era de la camara { jido desarrollarse nuevas técnicas trado bien el dominio de dichas técnicas la Segunda Guerra Mundial. Don hecho de violencia ha habido una camara pronta a registrarlo. El equipd de investigadores de la coleccion ha recorrido vos publicos las colecciones particulares de todo el mundo en busca de las mejores fotografias, para que todos los libros vayan inmejorablemente ilustrado: Los textos se deben a las plumas de los escritores y comentaristas mai npetentes del mundo, cada uno experto en su campo. Todos sol concisos y de facil lectura; textos e ilustraciones componen juntamental una nueva forma de presentar la informacién. Los libros ilustrados di San Martin son po de libros para el lector moderno. ML CT eS ETC Bee)| Waffen SS: 3 soldados del astalto‘Director Editorial: Barrie Pitt Director Artistico: Peter Dunbar ‘Asecor Militar: Sir Basil Liddell Hart Editor Grafico: Robert Hunt Eaton: Davie mason (o: Sarah Kingham Bibulos Bapeciaes: Jom Batchelor Cartogratin Richard Natkie! Cubierta: Denis Piper SSyudante Investignelin: Yvonne Marsh ‘tas otograias de este iro fron eapeclalmente sclonadas elo archivos sigulentes de inuierda 3 erechebagnd $id Nizoral css San Doves 6 Siideuscher Vea Uisiein 1647 U8 = eect Geog ppesererect tenga! ERE See eeeaiccters eave ath ae pee a Pe eee shite teary ies eh eae oe ee nae Bere pee rea era area sores Berea a rami ene a See HGH EE Lal opere Muna Wenn Suet erage: 117 Sd Vera 1 Use sc Vong, mg erg 12029 a, a uc Vern. 28 ae ad {Bb tinea 1 Sado Opera Mandi 169 sade Opera Mundi stem: fae is lst: apa T6141 ‘Beis Ope Mund $e Wika er 145 Sd Yering. 106 kta a? tan Davis 16100 ‘Gaest 16 Baad Vert. 1st ss Uurtem:eablrte Brian Davis Traductor: Roberto Line Primera edicién publicada en Gran Bretafia por MacDonald Copyright © John Keegan Copyright © en Lengua Espatola LIBRERIA EDITORIAL SAN MARTIN Puerta del Sol, 6 MADRID-14 Printed in Spain - Impreso en Espaia por ALTAMIRA-ROTOPRESS, 5. A.- Carretera Barcelona, Km, 11,200 MADRID-22 Depdsito legal: M. 19.080/74 ISHN: §4.7140.077-4 Indice 8 Elimperio de Himmler 20. Del Putach a la toma del poder 38 La SS, 1a SA yel Rereito 58 Guerra relampago en el Oeste 72 Cruzada en el Este 92 Las legiones extranjeras 110 Crepaisculo nérdico 130, Soldades como otros 156 Divisiones de Ia Waffen 8S 180 BibliogranaIntreduccion por Barrie Pitt Durante el verano de 1940, un joven ‘cabo que servia en un regimiento brité- nico que levaba el nombre de un conda- do se encontré con otros miles de hom- bres en un campo de prisioneros aleman en la Alta Silesia. Al principio, ello no Ie molest6 tanto eomo cabria suponer, porque el tiempo era eélido y sus eapto- res, engrefdos por el triunfo, se hallaban ispuestos a tratar razonablemente bien 8 los prisioneros de! Reino Unido; mas leg6 el invierno, y con él una ereciente ira en los pechos teutones contra los im- | pasibles isleios del otro lado del mar del Norte que, por su obstinada estupl ddez en no aceptar el hecho de que ha. bfan sido batidos en justo combate con Jas armas alemangs, les condenaban a todos a los continuos rigores de la vida militar. 1Los guardianes del campo se hicieron menos agradables, se redujo mucho a alimentacion, y el cabo pronto decidio | gue aquella vida no le convenfa. Su pri- | Riera cSeapada dur tres dias; la segun- . da, diez minutos; 1a tercera, casi_una ‘quincena, Pero en cada ocasién apren. io un poco més del arte de sobrevi vir en condiciones dificlles, y su cuar. ta fuga, en el duro invierno de 1941, se pprolongé cerca de sels semanas antes de | ser visto y denuneiado por dos nifios pe- quefios de Pomerania, recapturado por tun policia de chaco y uniforme verde, |) sometido a enérgicos y muy expertos malos tratos y arrastrado finalmente ‘ Sus propios por la calle principal de una pequefia 1o- calidad hasta el cuarto de guardia de un cuartal. Se habfa sentido perturbado por el trato recibido a manos de la policta, consternado al ver el emblema de Ia 8S) sobre la puerta del cuartel y en los cue~ os de los suboficiales del cuarto de guardia, y aterrado por la vehemencia del torrente de denuestos que recibi6 el grupo al ser llevado, con un policia a cada lado, al bien instalado despacho de tun joven pero, obviamente, alto jefe de_ Ia Waffen 8S. El torrente de denuestos —de los cua- les el cabo s6lo pudo entender una pala- bra de cada veinte— continud, pero) ‘poco a poco se dio cuenta de que io era lel objetivo de los vituperios, y fueron los agentes, rigidamente firmes @ su. lado, quienes palidecieron. Por Ultimo, se les permiuo retirarse, visiblemente estremecidos; el joven jefe les lana6 una maldicién final, se volvié ‘hacia el cabo y le dijo en perfecto inglés: “Debo excusarme, mi querido compa fhero, no s6lo por el modo en que se han. comportado esos patanes, sino también por mi propia falta de hospitalidad. Signtese, por favor.» Sae6 schnapps (diseulpandose de que no fuera whisky), pidié algo de comer y, con el mayor tacto, sugirié que quizd el cabo deseara tomar un bafo y eambiar- se de ropa, Tres dias despues —durante Jos cuales el joven briténico fue tratado como huésped de honor y Jamas somett- do a algo que se pareciera remotamente fun interrogatorio— llegaron guardia- nes de su campo de prisioneros para de- volverle a él, y su antitridn le hizo objeto de una pesarosa despedida. El cabo le agradeci6 sus gentilezas, ‘Mi querido eompaniero-, dijo et jefe de 1a $8 al estrecharle la lano, «st usted hublera estado en Berlin y yo en Lon- res, bien podfamos haber tenido ahora papetes opuestos» En su quinta huida, el cabo consiguis volver a su pais, y, dondequiera que iba, causaba notable sorpresa por su firme defensa de la SS como una entidad mili- tar con un elevado eddigo de conducta y una actitud caballerosa hacia sus ene- migos. Este postura le llev6 a intervenir ‘en muehss discusiones acaloradas, mas, fen tanto permanecio en Inglaterra, su conviecion no vari6. Pero, en 1943, estuvo por poco tiempo en Yugoslavia, a principios de 1944 des- cendié en paracafdas en un lugar del Norte de Italia y se encontré en Francia no mucho después del Dia D. En los tres sitios tuvo pruebas de que no to- dos los oficiales de Ia SS eran tan eaba llerosos como su conocido de Pomers: nila, y sucedié que se le presenté la oce- sin de visitar Oradour. Cuando oyo hablar después de la matanza de pri sloneros norteamericanos en Malmedy, ya no. creyo necesarlamente. declarar Que tales historias fueran propaganda. ‘Como John Keegan ha subrayado en este fascinante relato de las unidades que evaron el doble relampago, otros estudiosos de la SS han experimentado la misma perplejidad que el cabo, {Cémo unas tropas que combatieron con un valor cast sobrehumano, pudie- ron comportarse tan cruel ¢ inhumana- mente con los que cafan en sus manos? No parece que tuvieran ese sentimiento de compatierismo por el guerrero que en. ocasiones humaniz6 el campo de bata- ila, cuando estaba ocupado dinicamen- te por fuerzas de 1a Wehrmacht y bri- tamioas © norteamericanas, y clerta- mente actuaron con una erueldad que asombra hacia la poblacién etvil. ‘Al final ban @ mostrar desprecio in- cluso por su creador, porque cuando Hit- Jer, en uno de sus momentos mas de- ‘meneiales, menosprecié la bravura de la Lelbstandarte, los oficiales le devolvie- ron Ias condecoraciones en un orinal. jueia verdaderamente, sus propiosAl carecer de una flosoffa coherente © de un programa racional, la. Alemania de Hitler expresaba prinelpalmente sus propdsitos mediante consignas y simbo- fos. De los dos, fue el simbotismo el que actud con mayor fuerea sobre acon slencla piblice, efecto debido a la hab tlecelém que Hier hizo de temas Hama tivamente nuevos y profundamente tra diclonales para creer Ia imegineria de st ‘movimiento. Su emblema personal, 1a.) eavastiea, resultaba tan extraho como Sorprendente para el alemn medio. Por 50 lo eligi Pero asignd otros due, & tino w otro nlvel, eran hondamente fara liares y queridos en les Uerras alema nas, La eruz negra y plata, que record be las guerras prusianas de lberacion y tinifleaeion contra 1os dos Napoleons, Suscltaban también recuerdos, delat cnizadas de los Caballeros. Teutones frente a los paganos eslaves. La hoja de roble y el aguila despertaban un eco de Imperios desaparecidos: uno medieval, ate sero y romano, ¥ un tereero que ain suponia una vibrante. memoria Pero todos ellos duefios de territarios mucho mas vastos que los de la repel ca de Weimer, y los estandartes legiona- Flos que ondeaban en las eoneentraclo. hes del partido creaban, en diferente tono, el mismo eco imperial ‘lier ‘no s6lo recurrié a 1a historia mediante el simbolismo, sino tambien al folklore y al rlto, Las maneras caecpes: nes que los ralembros femeninos del partido imitaban aludian a tuna nostal Bin —si bien llegitima de la rostica Alemania’ de las leyendas ‘aldeanas mientras 1a daga de ancha hoja que lie aban sus hombres hablaba de una Ger- mania mas antigua ¥ obseur, de bos. ques y eazadores. Y'con mayor fuerza ue odo Io demas, evocando aguel thundo etepuseular de feroces dioses ¥ heroes desesperados que tan peligrosat mente obsesiona la roméntica tmagina. clén teutona, estaban las nérdicas rina dela 88. BI doble relampago, en plata sobre fondo negro, restiltabe Ineongruente eh logeeuelios de muchos que lo levaban en el apogeo de ta Alemania de Hitler: bu- roeratas de segunda fle, especialistas Agrfcoles, reyes de armas, tecnicos en. Heinrich Himmler, Roichefuhrer de 1a SS. estadistiea; algo menos en otros: oficia les de la policta, agentes de propaganda y contraesplonaje; y nada en absoluto fen algunos: guardas de los campos de ‘concentyacion y ejecutores de los pelo- tones de exterininio, Porque, partiendo de sencillos orfgenes, la SS habian legs. Go a ser, haela 1a mitad de la Segunda ‘Guerra Mundial, un organismo enorme- mente complejo. En primer lugar, ejer- fa la suprema autoridad sobre las fuer- ‘as de policia alemanas —elvil, criminal ¥y secrete-, tanto en el interior de Alema- nia como en las zonas ocupadas. En se- gundo término, controlaba directamen- te, ¥ casi sin trabas, el sistema de cam- pos de concentracién, que inclufa cen- tros de detencién, trabajo y exterminio; en tercero, mandaba un gran ejército en cuarto, posefa importantes propleda: des manufactureras; en quinto, tenfa la funeién de reasentar a los alemanes «ra clales» que vivian fuera de las fronteras del Reich y el «adoctrinamiento étnlco» del pueblo aleman; y en sexto, aunque no alltime —porque es imposible relacio- nar todas las actividades de la SS, in ula creciente y poderosamente en el partido nazi y en muchos otros sectores Ge Ja vida alemana, ast como por otros no afiliedos al partido, por asegurarse ‘empleos honorarios en ia SS. Por tanto, el relampago rinico repre- sentaba mucho de lo peor de la Alema- nla nazi —bastante peor que algo de lo Que tuvieran que decir los creadores de mitos nérdicos—; pero seria erréneo sa- car Ia consecuencia de que, al adminis trar la $3 el programa de represién y te- ror nacional-soclalista, cada hombre de dicho organismo era necesariamente un agente o un complice de asesinatos ra- clales. Muchos solamente pertenecian a la Allgemeine (General) $8, rama volun- taria, aunque siempre muy exclusiva, ue no realizaba otras funciones que las de propereionar una reserva de reclutas para los Organos ejecutivos y conferir Clerto prestigio interno del partido 2 los. que lograban unirse a él. A este grupo hay que afiadir los oficiales
romiso de doce afios—, la grata seguri- dad de una reserva parcialmente ins- trulda. Pero una vez que el Ejército bhubo Ilegado a un entendimiento con la Republica, especialmente cuando esta blecié su poder —de hecho, si no de de recho— de ejercer 1a autoridad final en el Estado, pronto perdié la paciencia con las pretensiones de los Freikorps respecto a privilegios militares y a tener Intervencién en los asuntos nacionales. Este cambio de opinion no es, en sen- tido alguno, sorprendente. Porque los ‘mulembros mas fogosos de los Fretkorps —no los muchos que habtan tomado las armas para defender el orden y las pro- pledades durante los meses peores de laEl Freikorps «Oberland» durante ta guerra civil bavara, 1918. revolucion, sno ls pocos que rehusaron enalrias incluso eineo anos despues de haber terminado la guerra— habla de- Jado de actuat 9 pensar como soldados fo a clage que los generaies entendian Gon cardeter individual, tentan_ poco Ge recorsendaries; si hubieran sido i Sides se habrian encontrado mas en 84 Slemento_en los Bick and Tans", ftalinente ‘no hubleven encontndo oe jerpo detusiado suave para ells Giarya verdaderos. scombatientes e fre Moen de lae que Dabian re i tuchas alljeras cor Tos exparia- Gulstas en el Bertin de 1918, De os ina Shatos y de las unidades que, como las Teclentorsente formadas Sturmabtetun. Jen de Tiller, eclamaban su cardcter e"paruelpanies de Ia tradicion de los Sreleorps, muchos, et 1025, pervenecisn mds por deseo que de hecho. Lo que les ‘unos Seis ml sldadon betaricos que fueron a ilanda Tike tela deinsipredhsocead ttn unta,y2os que también les hacia tan re Dulmantes para los generals, era la bra purracioneligad de sus acttudes. Em Fatidaa, amas habian aceptado la de reattge’ Alemania en el campo de bata- Te thao lo que de ela se derivabe —Ia eid de teritoro, atimitacion de ar Pertienion, ia Republics, ia propia de- thoctacta.” to rechazaban ‘por eto. figs aan, habtan sacado sus conchae. Ms det papel que los Preteorps bablan ieado. durante la ersl revolucionaria. J? fue que ia eres no solamente era Tn'sancion final en politica, sino que no Nabta imies a su utidad. Ast, mien tant ox generics hnablan’reconocido AER nia acon nf os alladostolerarian {ins Aleman remitarinda ys bien 8 hablar, hesho. consecten cee a pas con 1a Republics, los Fret parm persion en creer que la case de foblerne que ells querian —nacionalls: eviatoniaro y revanchisia— se pod tstablecer y mantener por la fier 2, faada, Tempoco se ies podia. persuac Tande e Efecto no se es uniia eel fe que ios acomtecemientos Dresen cares a Sportunidad de dar un golpe La mayorfa del Ejereito renusaba ta- Jantemente prestar allento alguno a esta creencia. No asi en Baviera, sin em- argo. Alli nese olvidaba que el Bjereito bavare habia constituido, hasta 1018, un contingente auténomo dentro de las fuerzas imperiales, y que el mando local conservaba, al igual que el gobiemo de Baviera, un espiritu fuertemente inde- pendiente en sus relaciones con Berlin En la persona del principe heredero Ru- perto de Baviera —que no era meramen- te el vineulo sucesorio de un trono derri- ado y el poseedor de una distinguida reputacion militar, sino también, a dife- reneia del Kaiser, un residente en sus antiguas posesiones— el mando bavaro tenfa un foco de recambio para sus leal- tades, Era verdaderamente la continua popularidad y presencia del Principe 1o Que prestaba la mayor parte de su sus- taneia a la cuestién del separatismo bé- varo. Pero éste no suponfa el tinico ele- mento de la politica bavara. El mismo Hitler, aunque todavia desconocido fue- ra de Bayiera y uno mas de los varios politicos extremistas que dirigian pe- uefios partidos dentro del estado, no tenia tempo para una politica que fja- ba tales mites a sus ambiciones. ¥ aunque incluso estaba dispuesto a ha- ‘cer causa comtin eon los separatistas en cualquier movimento encaminado a 80- cavar la autoridad de los soctaldemécra- tas, y sus aliados en Berlfn, su dificultad fstribaba en encontrar una causa en la que el gobierno local, los partidos extre- mistas y las organizaciones paramilita- res pudieran unirse para oponerse a ellos. Sin embargo, tal oportunidad se present6 en el otofio de 1923. A princi plos del afio, el gobierno francés, a fin de conseguir el pago de reparaciones que Berlin retrasaba, habia ocupado el Ruhr; eomo protesta, las autoridades de Berlin iniclaron una campafia de resis- tencia pasiva contra sus tropas. La carn- aha no tuvo éxito, pero su cese, si bien Festableci6 las normales relaciones con los aliados, provoe6 fuertes protestas en toda Alemania; tan fuertes fueron en Baylera que el gobierno de dicho estado dejo en suspenso la Constitueion so pre- texto de que, de otro modo, se produci- ian des6rdenes ablertos, y hombré una ‘especie de alto comisario con poderes ‘ictatorsales, El comisarlo Kehr apenas se molest en ocultar que esperaba extender su ré- gimen de dietadura a toda Alemania y, cuando el gobierno de Berlin reacciond declarando el estado de excepcién en el ais, se negé a reconocer su efectividad. ‘Una ruptura declarada entre ambos go- biernos se hacia asf inevitable, aunque en ultimo término fue provocada por re- chazar Kahr la orden de Berlin de sus- pender el periddico de Hitler, el VoUkis- cher Beobachter, que persistia en vill pendiar la reputacion de las principales figuras del gabinete berlinés. La ruptura ‘se ensancho por el intento de Berlin de relevar al general von Lossow del mando bavaro, y se hizo absoluta al prestar ste juramento de fidelidad al goblemo de Baviera. Kahr y von Lossow buscaron después €1 fundamento y los medios para exten der el conflicto mas allé de los limites de Baviera. Los medios estaban al al- cance de la mano: en las fuerzas paramt- Utares del Freikorps y del partido que habfan hecho su feudo de aquel estado, y 8 las cuales el aliado de Hitler, Rohm, hhabfa_logrado unir recientemente en una Kamp/bund. El fundamento lo pro- porcioné la accion de los gobiemos de los veeinos estados de Sajonia y Turin- gia al admitir la participacion comunis- ta. Bi plan de Kahr consistia en concen- trar le Kampfound en sus fronteras ¥ apelar, por encima del gobierno de Ber- lin, a la opinion de la clase media alema- nna, que indudablemente apoyarfa cual- quier purga que dirigiera. ‘Sin embargo, nl Kahr nl von Lossow deseaban tratar con la Kampfound a través de Hitler, de cuya persona y polt- tica desconfiaban, y mientras maniobra- ban para separar la organiaacion de él, el propio gobierno de Berlin se lanao contra los dos estados errantes. Asi, Kahr no habia calculado bien su golpe: sin embargo, no habia juzgado mal las intenciones de su aliado temporal. HI- ter seguia decidido a retar directamen- te la autoridad de Berlin. Por ello, a no- che del 8 de noviembre, tras haber con- centrado a sus Sturmabteilungen y a sus companeros de la Kampjbund en Munich y sus alrededores, se apoderd de Ja Burgersbraukeller —en la que Kahr, con von Lossow, se dirigia a sus parti darios—, present6 a Ludendorff, &l pa- tron mas prestigioso de la extrema dere- 2cha, y declaré la formacién de un nuevo gobierno del Reich. Estos, los momentos iniciales del puiseh de Munich, fueron tambien st punto culminante, En el curso de la no- the, Hitler concedi6 libertad a Kahr ¥ a Yon Lossow, que ellos emplearon en res tablecer sus relaciones con Berlin y pre- parar un contragoipe, mientras él se Adelantaba, sélo fortuitamente, con La consolidacion de su propio dorairio en Ja ciudad. Se aseguro pocos puntos de flguna importancia —a jefatura de poll- Gia y 1a central de teléfonos, por ejem- plo, no fueron ocupadas— y dejé que el fgrueso de la Kampfound vivaqueara en fis afueras de Ia urbe. A la mafana st guiente, cuando al fin reconoe\6 que de- ‘bia avanaar con toda su fuerza scbre et ‘centro de La eludad, von Lossow y Kahr hhabfan destacado policias y sokdados para ofrecerle resistencia. Ei propio Hit- {er se disloeo un hombro al caer, o ser empujado al suelo, a la primera cescar- gga de la policia; sus seguidores huyeron Si quedarse sin jefe, y los pequefics efec- tivos de la Kampjound desplegados por fl eentro de Munich fueron dispersos 0 rodeados: Hitler iba a pasar en la céreel los trece: meses siguientes, periodo de anhelado Fespiro en la polftica de Baviera. Las au toridades no pensaban en ponerlo en It bertad. «En el momento en que se le ele libres, informaba el jefe de policia bavara, «Hitler reanudara sus activida des politicas, y se veran cumpliias las fesperanzas de los nacionalistas 7 racis- fas en cuanto a que él logrard eliminar las actuales disensiones entre las unida- des paramilitares>, En realidad, sus te- mores aparecian sin motivo. Era cler- to que la allanza de asociaciones patrio- tices que habfan marchado tras Hitler y Rohm en Munich cayo prontamente en el desorden durante su ausencia de 18 fescena politica, ast como el propio ¥ ‘poco numeroso partido nazi. Pero él no Tevant6 un dedo para contener aguel de- sorden, y se mostro realmente contento Ge permitir que siguiera su curso, Por Que Hitler, ademas de temer natural- thente la aparicion de un rival, no tenia interés en trabajar para mantener la Unidad de un movimiento del cual no ‘era la cabeza visible; para él, el partido fno pasaba de ser el vehiculo de su devo- radora ambicion personal. Mas atin, se % hallaba decidide a no recurrir nunce més a métodes tan toseos e inctplentes como los que habia empleado en Mu: nich, Los acontecimientos de los dias & 3 9 de noviembre de 1923 le habian for- Jado a reconocer que su creencia en 1a penevolencia del Ejército resultaba in- fundada, Podia no gusterle la Republi- ca, pero atin le gustaban menos sus ene- tigos, y los abatiria a tiros en cualquier momento lugar en que tomaran las ar- mas contra él, contra el brazo armado Ge 1a nacion. Hitler le dijo a uno de sus compafieros de prisin en Landsberg: “Cuando reanude el trabajo activo, sera hecesario adoptar una nueva politica En ver de esforearse por conguistar el poder mediante un golpe de fuerza, ten: Gremos que taparnos la nariz y entrar enel Reichstag contra los diputados ea: tolleos y marxistas. Si ganarlos a votos. eva mas tiempo que vencerlos por las ‘armas, por lo menos los resultados esta- Fin garantizados por su propia Consti- tucion, Cualquier proceso legal es len- to... Mas pronto o mas tarde tendremos mayorfa, y después de eso est Alema- nia.» ‘Esta senda delegalidad, porla que Hit. ler estaba deeidido a caminar en el fu- turo, no era, sin embargo, un camino por el que los grupos paramilitares se Eintieran inclinados a seguirle. Como Jefe de las Sturmabteitungen, ¥ arquitec to de la Kampfound, Rohm guardaba Iealted a la ahora anticuada vision de mantener sus tropas de asalto como una Secreta Relchswehr para el dia en que se uunitan con el Bjéreito nacional a fin de Gerriber la Repdblica y establecer una Gictadiura. Los miembros subalternos de dichas organizaciones sustentaban un punto de vista mas simple, pero esen- Glalmente Semejante, respecto al futuro, y su decision de, mientras tanto, pasar, 21 tiempo entre marchas, maniobras, ja Fras de cerveza y alborotos politicos lle- abe de desesperacion a Hitler. Sin em- argo, no podia prescindir de sus servi- los, én parte por que su nimero —que Sumenté ripidamente después de que se levantara en 1926 1a prohibicion que pesaba sobre el movimiento— propor: Diploma de reconocimiento nazi a un an tiguo combatlente del Freikorps. Ruf Grand der ssi von dem Reidys-und ren Minifter des Innern erteitten Boltmasht! Wi ilerasit bof ber 2 cean sae CA sna an den Rampfen des freifiorps Pertiw Nati ieawan 27 Canratin a Chard wird ihmbiermitDank und Anerfiennung des 1s aus ge} ptosis bob oe feebela ster ine fat von Leib und Leb: se iteretriigran gekodargan Berlin,den 23.Apeil 1056 Dor Budo runbesfiih re desDeutftyen Reietvigerbuabes (uf uferbunb) bB A..Oberfligreruan OberftaD.cionaba la prueba visual mas Impresio- ante de su creciente fuerza; en parte también porque el empleo de la violen- cla, dirigido ahora no contra la Repabli- ea sino contra sus adversarios politicos “octaldemseratas y comunistas—, se guia siendo parte esencial de su estrate fa Las peleas en sus reuniones y las lu- chas eallejeras con sus proplas asocia- clones de excombatientes manchaban Su eecutoria, Intimidaban a sus segut Gores y arrojaban una permanente som- bra de duda sobre la capacidad de la Republica para mantener el orden po: pico. ‘Sin embargo, como Hitler bien sabia, los peligros que corria al dirigir un mo- vimlento de masas paramilitares eran Inmensos. SI se desbocaba, el gobierno de Berl podia emplear la excusa de Sus desmanes y suprimir la organizacion azi en stt totalidad. Si tenfa éxito en Igualar la cohesion y disciplina del Eyer tito, los generales, que conocian y te- tmfan las ambielones de Rohm, quiza in sistieran en su dispersion. ¥ si Hitler, en Su esfuerzo por encauzarle en una post Gion intermedia, dejaba sontir dema. ‘iado su mano en el timén, Ins tropas de ‘salto podrian volverse contra él En realidad, no iba @ poder resolver satis- factoriamente estas dificultades, pot lo menos no hasta que al subir al poder pido Iibrarse de la necesidad del apoyo del populacho. En 10s aos intermedios trato con la ‘SA mediante una serie de cambios y ex- pedientes. Inmediatamente después de Ser puesto en libertad, cuando era el ul timo peligro el que parecia ejercer ma yor presion —debido a la insistencia de Rote en considerar el ala «militar» de! movimiento en el mismo plano de igual dad que la -politica»—, cort6 sus rela clones con aquel hombre poco agrada- ble y nombré a un antiguo oficial més convencional, el capitén Pfeffer, para di Hgitlo. Pfeffer no resulto més flexible en Su punto de vista sobre el papel de la BA'y bastante menos fectivo en refre aria, pot 1o que Hitler le destituy6 en 1930 ¥- persuadi Rohm, que habia ‘emigrado a Bolivia, a volver y hacerse cargo nuevamente del mando. Rohm pronto reafirmé un firme control desde Cl eentro. Pero fue también un instru- mento decisivo en aumentar el numero de sus huestes —tendencla a la que con- * tribuy6 la creciente marea de desem- pleados después de la depresion— ¢ i Girectamente por tanto, en provocar el crecimiento de la lista de eriminales euentros calleJeros con las organizacio- nes de choque comunistas. ‘Bn 1932, Hitler se vio obligado por consiguiente a consentir la publicacion Ge un decreto gubernamental para la di solucion de la SA Aunque tal medida resultaba més bien simbdlica, la aquies: cenela de Hitler no parecia totalmente Fenuente, porque daba la medida ce la esencial negligencia de la SA en cuanto fa que la creciente probabilidad de una Wietoria nazi en las umas la empujaba a precisamente la clase de excesos cal- culados para acobardar al elector inde iso. Esta arrogancla se mostraba tn frinsecamente en una impaciencia en aumento en relaeién con el control del partido. La seceién de Berlin se habia Tevantado dos veces entre septiembre de 1930 y abril de 1981; s6lo con la ayu- {da de la pollefa fue posible volver a ocu- par las oficinas del partido en la ciudad Por tanto, antes incluso de la disolu- ‘in, Hitler estaba legando a la conclu- sion de que la SA suponian una amens- 2a, no solo a las perspectivas de su par- ido, sino también a su propia autor! dad, ¥ habia empezado a idear los me- ddios de contrarrestarla. Lo que necesita: a era una fuerza interior del partido compacts, que guardara una lealtad no abjurada a su propia persona, y que no estuviera dedicada a algtin vago y vio- Tento eredo revolucionario, En la 8S, ‘mandada por el casi desconocido Hein- Heh Himmler, tenia justamente los in- fgredientes de una organizacion seme- Jante. La identidad especiica de la SS (SchuteStajeln - Escuadras de Protec: clon) habia sido lenta en concretarse. Al Drineipto, Hitler habla dependido, para ‘su escolta personal, de un grupo llama do el Chanifeureska: tres 0 cuatro pisto Teros profesionales que se tumaban como conductores de su automévil. En: tre los preparativos para el puisch de Munich, habfan reclutado una banda de gente dura, conocida como la Stosstrup- pe Hitler (Tropa de Asalto Hitler), titulo se derivaba del de los grupos divi- sionarios de choque —una fuerza escog!- ‘da— que habian encabezado las dltimas y desesperadas ofensivas de Alemania Arriba: R6hm, jefe de las SA, y el principe heredero alemén. Abajo: Sepp Dietrich 'de la SS on el aerodromo de Tempethot. (segundo por la izquierda) con otros jArriba: El prineipe heredero Ruperto de Baviera pasa revista al 19° Regimiento ide 1924, Abajo: Los generales Bré el principe fue nombra ‘Coronel honoraria ‘estitucién hecho en 1918 Por muy altisonante que resul. tara el titulo, el grupo desempeno en el alzamlento un papel mucho menos dis tinguido que los demas, limitandose a destruir la maquinaria de la imprenta del periédico socialdemerata local. No obstante eso, Hitler, al ser puesto en Ik bertad, reformo y rebautiz6 Ia Stoss ‘truppe, ¥ dispuso la organizacion de SchuteSiagein semejantes en clerto nu: mero de otras ciudades importantes en las que era probable su presencia, Su propésito consistia en servir de guardia personal, eémo y cuindo fuera necesa io, por Io que sus efeetivos se mantuvie- ron, consecuentemente, en reducidos If mites —aproximadamente veinte hom- bres para cada grupo—, y su existencia permanecié casi ignorada. En abril de 1929 no habfa en total més de 280 miem- bros de la 8S, ni plan alguno para au: ‘mentar su numero. Pero en ese mismo mes Hitler nombro a Heinrich Himmler, un obscuro funcionario del partido, para asumir el mando de la organizacion, Himmler continda siendo un enigma para todos los que le eonocieron; y un enigma tan profundo para los que han Intentado sondear indirectamente su cardcter que se le ha llamado -esfinge sin secreto». Humilde hasta el servilis- mo en sus relaciones con Hitler, lo fue ‘incluso cuando, en la cumbre de su po- der, en 1944 —amistoso con sus iguales, comprensivo para sus subordinados, ca- rifloso con los animales, nada avido de dinero, modesto, frugal en sus costum- bres, ¥ al que se sacaba facilmente de quicid con cualquier demostracion de erueldad fisica—, ejecut6 sus funciones de torturador y ejecutor sin ningun es- eripulo, vacilacién o piedad, con clara ‘conciencia y los ojos bien abiertos. Nada ‘en los primeros tiempos de su vida pre- ‘sagiaba la monstruosa earrera que iba a forjarse; porque ast lo hizo, sin coaccion alguna y pese a la amargamente celosa ‘oposicidn de los muchos competicores por el poder que pululaban junto al tro- ho de Hitler. Hijo de un maestro de es- ‘cuela bavaro que haba destacado a me- dias y, segn todos los indicios, eumpli- dor ¥ afectuoso hijo, era ahijado de un principe de Baviera a quien su padre ha- bia educado, y, por tanto, no carecié de ¢lertos privilegios desde su nacimiento. Pudo —como él afirmaba— no luchar durante el iltimo efio de la Primera Guerra Mundial; pero, con mayor pru- babilidad, pas6 su corto perfodo de ser- vieio militar como cadete. Al ser desmo- villzado, volvid. a sus estudios, en los ‘que no brill6, ¥ en 1922, se gradué como ‘quimico agricola No era un comienzo en la vida espe. clalmente prometedor, su carrera no rosperaba y, al igual que otros ‘muchos jovenes sin talento de su época, se unio a las las de la extrema derecha, (que parecia poder lenar su honda nece: sidad de reconocimiento personal. Sir- vid probablemente en uno de los Fret korps bavaros durante los meses de la revolucién y, con toda seguridad, parti cip6, como miembro de 1a Reichkriegs. flagge, en el alzamiento de Munich, ‘aventuira que le costé el empleo. Ingresé en el partido nazi poco después de que pusieran en libertad a Hitler, y desde en: tonees se dedied casi exclusivamente a las tareas del partido; trabaj6 primero como secretario de los Strasser, rivales de Hitler en la direccion nacional-socia lista, y luego en calidad de ayudante de Goebbels en el servielo de propaganda, Durante este priodo contrajo matrimo- nio con una muchacha —vegetariana como él y monté una granja avicola: fambas cosas iban a fracasar. Fue tam: bign entonces cuando pas6 a ocupar el Segundo puesto en la SS —a las que se afllid en 1925 con el numero 168, y as fen 1929, se encontro en primer lugar en Ja linea de sucesion cuando Hitler de. cldio relevar de la jefatura a Helden uno de sus guardaespaldas primitivos No esta claro qu¢ papel tenia pensado, Hitler para la 88 0 c6mo —si tal era el ‘easo—consideraba que deberta desarro: Marlo. Desde el principio, parece que Himmler no abrigé duda alguna, Natu- ralmente, no podia prever la gama de funciones que la organizaciOn tba a de- sempefiar dado que la mayoria de éstas Sban a venir a sus manos poco a poco; pero se hallaba decidido a que llegara a Ser una fuerza decisiva en los asuntos del partido y que se formaba exelusiva- mente de una clase especial de aleman, ‘una clase a la que, literalmente, él no pertenecia. Era débil, enfermiao, miope, escrupuloso y, fisieamente, poco atracti- yo. Sus seguidores, a quienes ya veia ‘como Caballeros de un nuevo Orden ale- man, serian sin excepeidn, triunfalmen- te ndrdieos, altos, rubios, robustos, deeat lequierda: Himmler, Hite y Blomberg antes dol complot. io trax, ojos de Aguila, resuelta: mente valerosos e incuestionablem leales. EI tipo que bus: puesto, una abstraceién y aunque luego e jactaria de que, para su guardia per- sonal primitiva, no acept6 a nadie que tuviera un simple empaste dental —1o Que, segin él, desfiguraria la perfeccion ‘sica—, no pudo —y Jamas lo logré—en- mnirar_ suficientes jOvenes alemanes para poblar sus suefios. Mas esos suefios fe ia propia vida de Himmler, porque, para él, po- Sefan realidad. A diferencia de Hitler, que s6lo vivia para el poder y no tenia aunque st mucha butla en pri vado— para la mitologia racial del mo, Himmler se habia tragado, en al- guna etapa formativa de su existencia, todas las artificiosas teorfas de superio. Hidad étnica y de «sangre y suelo- lanza. das por los pensadores nazis Rosenberg de ellas sigulo alimentandose urante el resto de su vida, Goebbels y Goering de paisano, 1930. Arriba: Himmler La substancia de estas teorfas puede resumirse brevemente, Rosenberg ereia que los pueblos germénicos eneamaban singulares cualidades de temeridad y dl- namismo que les daban derecho @ pre valecer sobre sus racialmente diferentes ¥, por ello, inf jecinos, Darre par- Ya de estos supuestos para argumentar que la superioridad de los germanos te- nia caricter genético, y que el -banco de genes» lo posefan los campesinos nOrdicos, «cuya sangre era tan riea y fructifera como el suelo que cultivaban. Su virtud alcanzaba tal grandeza que 1a futura fuerza de Europa dependia de la Supervivencia de su raza; por ello resul- taba esencial que crecieran y se multi- plicaran hasta que su rubia y brillante Juventud superara en numero y confin. iera a los recelosos y decadentes esl. vos y judios, cuya sangre envenenaba a Is estirpe humana y cuyas guaridas eran. Jas insanas calles de las oltdad En resumen, el argumento de Darné Propugnaba un eruzamiento controlado ¥, en la 88, su proselito mas importante, Himmler, habfa adquirido preeisamente Ia clase de grupo testigo en el que ponerfa prueba las teorfas del pensador. El proplo Darré fue pronto reclutado para fn organizaeién como jefe de la Oficina de Raza y Colonizacién, que al principio ‘se ocupaba furdamentalmente de inves- tigar la genealogia de los futuros miem- bros. Nadie podia completar su novicia do hasta probar, a plena satisfaccion de la ofieina de Darré, que su ascenden ‘segulda hasta el aio 1750, estaba libre Ge la menor macula de sangre judia, es lava 0, de otro modo, inferior. Si el aspi rante queria easarse, su novia tenfa que someterse a una investigacion similar, y probar también que su familia no tenia historia elinica de enfermedades hered!- tarlas. Los compromisos matrimoniales en la 88 tendian, por tanto, a ser largo: ‘Una prueba de la obsesién de Him- mer por la herencia fue que acogiera con especial benevolencia en las Milas de Su organizacion a representantes de la faristocracia alemana, entre los cuales la SS llegaron a gozar, en sus primeros tiempos, de una reputacién eomo la rama mas soelalmente «posible del mo- ‘vimfento nazi. Entze los primitivos nota- bles que se unleron a las huestes de Himmler figuraban el principe de Waldeck-Pyrmont, el de Mecklemburgo, Jos de Lippe-Biesterfeld y Hohenzollern: Sigmaringen, y los arzobispos de Bruns- wick y Friburgo. Posterlormente, con la findacion en el castillo de Wewelsburg de un centro de la SS inspirado en la ‘casa del Maestro de los Caballeros Teu- tones, Iba a intentar transformar los al: tos Jefes de 1a organizacion en una nue va, aunque pagana, orden de caballeria, ‘También estaba dispuesto a aceptar a fantiguos oficiales de las fuerzas arma das (los reglamentas prohibfan a los ofl clales en activo aflliarse a organizacio- nes politicas), noticia que evo a la puerta de su ganja, en 1931, al mAs noto- Ho de todos sus futuros subordinados Reinhard Heydrieh. Confundiendo el anterior puesto de éste como oficial na val de elfra por un cometide de con- traespionaje, Himmler designé inmedia- tamente a Heydrich para que se hiciera ‘cargo de un servicio de informacién in- terlor del partido, el Sicherheitsdienst (SD), que él pretencia establecer. El re- sultado de esta impalsiva decisidn, ba sada exclusivamente en la impresién que le hizo el aspecto extraordinaria- mente notable de Reinhard —la quin- M taesencia del arianismo y un caricter fiamente eruel—, fue la creacin, a su debido tiempo, del sisterna de la policia secreta y les escuadras de exterminio. Eso no io previd clertamente Himmler; pero, al casar hombre y tarea, su instin: tole sirvio esta vez pavorosamente bien, ‘La mayoria de los reclutas para la SS en Jos dos afios anteriores a la toma del poder por el nacional-socialismo, no obstante, raramente aleanzaban el nivel. fisieo que Heydrich personifieaba cierto, incluso el minimo establecido por las normas de la organizacién; el proceso de seleceién resultaba inade- ‘uado para hacer frente a la invasion de los que deseaban aprovechar la oportu- nidad mientras el tempo lo permit Entre enero de 1981 y enero de 1933, los efectivos de la SS pasaron de unos cua- trocientos a més de cincuenta mil bres. Poco después, Himmler iba a em- eae una labor de poda que redujo acu- Sadamente tales cifras; expuls a mu- hos por razones de falta de aptitud fisi- ea 0 social, pero Insistié como siempre en la renovada continuaciOn de las in- vestigaciones genealogicas, que a veces aleanzaron a miembros veveranos de la SS incluso después del comienzo de la uerra, Esta ausencia de diseriminacion, cu- rosa en un organismo que estimaba la seleccin como un prinelplo vital, quiz ‘se explica mejor en términos de la inten- sa lucha por ia influencia a la que Him- mmler, probable pero no necesariamente estimulado por Heydrich, se lanzé du. Tante el periodo de «la captura del po- der» a principios de 1933, lucha que —y no por tltima ver iba a persuadirle de admitir cantidad a expensas de la call dad. No hay duda de que hizo un pacto eon su eonelencia —pacto que en esta easion mantuve—, pero el compromiso resulto, sin embargo, significativo. ‘Sabitamente, e) potencial human hizo Importante para Himmler como medio de llegar a un fin. Atin no perte- heefa al efreulo sntimo de Hitler, y reco- noelé —tan pronto se anuneiaron los re- sultados de las elecciones de 1933— que si alguna vez iba a tener un lugar para El principe heredero Ruperto y el principe Leopolda de Baviera’ con. uniformes de mariscales de campo.¢é1y su organizacién en el esquema nazi, tenia que asegurarse en seguida un car. go estatal desde el cual actuar, Lo que se le confié inicialmente —la jefatura de olicfa de Munich— ofrecfa eseaso cam- o para extender sus poderes, bastante ‘menos indudablemente que el heredado por Goering merced a su nombramiento de ministro del Interior prusiano, lo que ‘nelufa el mando de la policia berlinesa La fuerza auxiliar que Goering cred ara ampliar el control nazi de la ciudad
durante varias Semanas en la primavera de 1933, Jo que les sirvié para saldar antiguos agravios y evar un satisfactorio escalo- {fio de terror a las confortables clases ‘medias, Pero la retirada de tales privile- los a fines de 1933 y la saturacion de Sus cuadros con los oportunistas ¥ los sin empleo habfan sembrado —quizd or reaccidn— un amargo sentimiento de frustracion en la SA. Bn el mensaje de Hitler se hallaba la promesa no solo de regeneracién nacional y de retribu. ign internacional, sino de soluciones socialistas a los problemas internos de Alemania. ¥ asf como decayé la euforia suscitada por su trlunfo en las elccio- nes, lo mismo ocurrié con Ja disposi- ik, gobernador general de Polonia, pa- faa una Unidad de la Totenkopt 9clon de sus seguidores para esperar sus recompensas con paciencia, En resumen, el partido nazi, pese a sus alardes de indivisibilidad, se escin- fa répidamente en un ala izquierda y tun ala derecha, y los iideres de la prime ra, acueiados por las masas desconten. tas de la SA, habian empezado a hablar de una «segunda revolucién>. Sus obje- tivos resultaban vagos: pero, ecoriémi- camente, eran lo suflcientemente anti- capitalistas para alarmar a aquellos po- erosos intereses indusiriales y comer- clales que Hitler cortejaba ahora con la mayor asiduldad. Més claramente de- clarados —y, por tanto, con un eardcter més inquietante— aparecian sus objeti- ‘vos militares, los cuales aireaba Rohm con ereciente indiscrecion. ste nunca haba desmentido su ambicion de ver a la SA reemplazar a la Reichswehr, de la ‘ue, en su opinién, no podia nunea de- ender con seguridad una sociedad ver daderamente nacional-socialista. E in- sistia en condueirse como el jefe del ejerelto popular del futuro. Ei impulso de esta forma de pensar y el regusto de su extravagante personalidad aparecen ‘captados en el registro de una conversa cin que mantuvo con Rauschning a rincipios de 1934.
, primero por parte de ins- ‘tructores nombrados especialmente después, cuando parecian estar formal do lo que Himmler denominaba
de Escandinavia y los Palses Bajos Himmler reconocid desde el principio Que tendrfa que prometeries unidades proplas si se les tba a persuadir a alis- tarse, en parte por las difleultades idio- maticas, y en parte también porque ha- brfa que demostraries clerto respeto por su condielon nacional independiente De ahi la creaci6n de los dos primeros Standarten extranjeros, Westland y Nordland, formados, respeetivamente, por holandeses y belgas flamenco ha- blantes y daneses y noruegos, en Junio y abril de 1940, Incluso asi, los reclutas: Se presentaban con tanta lentitud que habia que Ilenar los cuadros eon alema hes; y cuando se deeidié organizar una division con estos dos regimientos, el tercero fue el Germania completo, des- tacado de la division Das Reich. Al'prin- cipio de la guerra con Rusia, menos de luna tercera parte de 1a Wiking estaba integrada por -germénicos», Esto no resultaba sorprendente por que, incluso aceptando la existencia de partidos estilo nazi en varios de los pal- Ses conquistadores de Europa cuyos se guidores se mostraban dispuestos a sim- Patizar con el mensaje nacional soclalis- fa de una lucha racial comin —y tam bién que, en conjunto, iban a encontrar bandera, el taba contra prestar servi- clo en las fils del enemigo es muy fuer- te en las naciones més o menos sobera- nas. Romper ese tabi leva consigo la miéicula de traicion y separa al indivi- duo, a veces de marera irrevocable, de su familia y amigos. ‘Aquellos alemanes mas directamente relacionados con el ssunto, funeionarios de la 88 principalmente, pronto recond- tleron que el método mas prometedor ara conseguir material humano «ger- ‘manico» residia en el ofrecimlento de re- clutar legiones nacionales independien- tes bajo el mando de sus propios oficia- Jes. La ocupacién habia privado de su carrera a muchos militares profesiona- Jes y, aunque, en Ia mayorfa de los ca 93Arriba der Integradat posteriormonte en la Waffen SS. Der Logién Indie. 0s, los lazos patristicos resultaban de- masiado fuertes para permitiries colabo- ar, unos pocos tenfan simpatias suf- Clentemente pronazis para invegrar un ‘Ueleo en torno al cual pudieran formar~ Se tales legiones; sobre todo, ellos serian, Tos mas ftelles de atraer y de prevalecer sobre los reelutas. En mayo de 1941 se form un prototipo de legién con un grupo de Mhlandeses deseosos de tomar Vengenza de Rusia por la paz que les fue Impuesta en 1940; su dureza y habilidad Implicabs un buen augurio para la ere cldn de otras, Muy poco despuds del co- ‘ienzo de Ia Operacion Barbarroja, Hit- ler do su consentimiento al proyecto. Sin embargo, Himmler se mostro re- miso al principio a aceptar en la SS a otras unidades no pertenecientes al troneo consanguineo, y asf, aunque accedié a que los reclutas escandinavos y de los Pulses Bajos solo necesitaban cumplir normas de aptitud fisica de la Wehrmacht, no de la Waflen 88, sefial6 9 que no concederia 1 condicién de ele- os de Ia organizaci6n a franceses 0 espafioles. Por ello se dispuso que las le- lones galas serian formadas, instruldas y dirigidas por el Bjército, y que la SS tendrfan responsabilidad res- pues de que uno de sus oficiales fue tra- tado malamente por sus superiotes ale manes, se disolvié rapidamente; pero las otras cuatro, denominadas Frotwil gen Legion Niederlande, Danemark, Norwegen y Flandern, cobraro en julio de 1941. £1 personel p: giones holandesa y belga se en parte mediante una unidad mixta ex- perimental Freiwiilingenstandarte Nordwest, que se habia creado bajo lo ‘uspicios de los partidos pronazis de los dos paises en abril de 1941; para la da- neta, con soldados desmovilizados del Ryereito de dicho pats, y de forma similar en cuanto a la noruega. Se recurri6, sin embargo, a algunos trucos y a una ‘Pequeria coaccion, e incluso asi los efec- tivos de las legiones oscllaron bastante or debajo del minimo necesario para ‘Sueficiencia en combate, Resultaba dift- cil encontrar oficiales y, cuando se ha- aban, a menudo se quejaban, muy comprensiblemente, de que sus superio- res alemanes les trataran a distancia, Aquellas unidades que carecian de of- clalidad propia, especialmente la Flan- dorm, objetaban también enérgicamente el brutal trato que prodigaban los ins- ‘tructores alemanes, Por todo ello, las le- giones realizaron lentos progresos en cuanto a completar su preparacion para el combate, A principlos de 1942, s6lo dos, la holandesa y la belga, habtan en- trado en gecion, ambas en el estatico frente de Leningrado. Sus efectivos as- ccendjan a 2.500 y 900 hombres. Las Nor- megen y Danemark comprendfan cada ‘una entre 1,100 y 1200 soldados, pero Jas dos se vieron acosadas por proble- mas internos. En especial, los daneses se hallaban divididos en grupos pro y ‘antinazi, a los que posteriormente perte- necian el jefe y el segundo jefe de ia uni- dad. Hasta que, en febrero, hubo un re- evo en el mando no se serené la legion Jo suflclente para ser enviada al frente ‘oriental, donde fue ineorporada a la To- tenkopf. Poco antes de esto, los norue- {gos habtan sido destinados al frente de Leningrad. ‘Las cuatro legiones pasaron el afio de 1942 en diversas acciones contra el Ejér- elt Rojo. Sin embargo, a fnales de ‘aguel aflo, el mando de la SS decidio ue el experimento de la alianza nrdi- ea constituia un fracaso. El batallon fn- landes, el mas antiguo de las unidades voluntarias, habla actuado bien separa- damente, como lo iba @ hacer hasta ser retirado para la defensa de su pais en 1943; pero entonces s6lo los fineses te- fan 'un motivo real para st lucha, Para ellos, los rusos eran antiguos opresores y recientes agresores. Los europeos oce!- entales no posefan tales razones en ‘cuanto a alistarse en la Waffen SS, y su mensaje de antibolcheyismo y herman- dad racial, aliado a un lamamiento a su espititu aventurero, resultaba inadecus- do para conseguir reclutas en ndmero suflelente, Por tanto, en marzo de 1943 se decidi6 % reunir todas las unidades europeas cet dentales del Hjercito y de la Waffen SS) ‘afin de racionalizar ei suministro de po tenclal humano. Las legiones danesa, oruega ¥ holandesa fueron agrupadas para formar la divisién de granaderos blindsdos Nordiand, si bien sus filas fueron rellenadas con un gran numero de slemanes nativos. La unidad de bel- gas flamencos, Flandern, se disolvi6, aunque, finalmente, muchos de sus sol dados volvieron a encontrarse en una nueva formacién, la Sturmbrigade Lan gemarck, que iba a ser elevada a la cate- gorfa de division —si bien nunca alean. 2) $4 potenctal numerico— hacia el final de 1a guerra, ‘Al mismno tiempo, las unidades. ex- tranjeras del Bjéreito alemin fueron con locadas bajo 1a égida de Ia SS. Polttica ‘mente, la mas importante de ellas era Legion Voluntaire Frangaise, formada ofiginarlamente por fascisias galos como la Legion Francesa Antibolehevie gue, en julio de 1941, y patrocinada mag tarde —si bien con poco entusiasmo— por el gobierno de Vichy como su equis valente de la Division Azul espanola, Esta legion francesa y la valona, reclutas§ da por los rexistas de Degrelle en la BéIy lea franc6fona, se convirtieron en Pref wwilligen Standarten de la 88, y poste: Flormente, como la Langemarok, div siones titulares: 28 Wallonien y 38 Charlemagne. Pero es dudoso que cual quiera de estas unidades excediera all guna vez en mucho de los efectivos de lun regimiento, es decir, unos tres mill hombres. En el caso de las dos divisions nes itallanas que aparecen en los archl vos dela SS, 24 y 29. se duda inelusd| de que alcanzaran le’ condiciocon de} fuerzas de combate, siendo probable: mente confinadas a clertas operaciones ant partisanos en la parte Norte de Ita: a. ‘Ademés de las unidades de primera nea de In 8S de composicién europes cecidental —de las cuales la Wiking siempre la mAs prestigiosa— se cre: segunda clase o de guamicién, como division Landstorm-Nederland, cuyo pieIequierda: Un voluntario para la Legién danesa es entrevistado en Copenhague, 1841. Arriba: Voluntarios flamencos pre tan juramento de fidelldad al Fuhrer, lo de 1942, pel parece haber sido el de una milicia \doméstica nazi para Holanda. Asimismo se formaron varios regimientos indepen- ilentes de holandeses, bajo el mando de oficiales alemanes, que fueron destaca- dos al frente ruso. De un modo u otro, Holanda aporto la mayor cuota de vo- luntarios para el movimiento: un total de cineuenta mil en los cinco aftos de la guerra, Bélgica, cuarenta mil: flamencos y valones en igual proporcisn. Francia, inte mil, y Dinamarca y Noruega seis mil cada una. La mayoria de éstos se in corporé hacia el final del conificto, ana. cronismo explicable si se tiene en cuen- ! temor al eastigo que muchos jove- colaboracionistas debieron liaber mpezado a sentir a medida que se acer- el comienzo de la derrota. Natural- nte, todos fueron destinados al frente uso, ¥ muchos murieron en accid gunos cayeron, finalmente, peleando en Ia defensa de las ruinas de la Canellieria el Reich, en mayo de 1945, ‘Su ntimero no inclufa, por supuesto, 2 ntarios del Cuerpo Libre Brita nico, el mas pequetio de los contingen tes extranjeros independientes, tan pe fo que, en realidad, a veces se ha ido de que existiera. Ciertamente ue existio, y sus miembros levaban la bandera dei Reino Unido como insignia de manga, pero no pasaron de unos ein: cuenta, todos ellos prisioneros de guerra renegados. Para Himmler, su importan- cla era puramente de naturaleza propa. gandistica. Casi lo mismo puede decirse de la Legion India, reclutada también entre los prisioneros capturados en el Gesierto, y organizada por el extmordi- nario Subhas Chandra Bose, rival dere- ta de Ganhdi para 1a jefatura del ‘movimiento de independencia indio. Lleg6 a aleanzar unos efectivos de dos ‘mil hombres, pero nunca entré en ac- eign. Dada la suerte de su mucho mas crefble organizacion gemela, el Ryército Nacional Indio, que Bose formé para los Japoneses con prisioneros hechos en elsudeste aslatico, la suya fue quiz la ‘misma, El propio Hitler no se hacfa ilu: siones respecto a la Legion Indien, a la aque califieaba de
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