No es fácil deslindar con precisión las fronteras semánticas de estos dos conceptos:
educar y orientar. ¿Qué es educación que no sea orientación? ¿Qué es orientación que no sea
educación? Quien orienta educa y quien educa orienta. No hay orientación sin educación ni
educación sin orientación. Quien orienta abre caminos, pero no obliga a recorrerlos; quien orienta
señala puertos, pero no impone la navegación ni sustituye al marinero; quien orienta señala el
horizonte pero no exige que el otro lo alcance con la mano. Los orientadore/as forman a quienes
orientan como los océanos forman a los continentes, retirándose. Puestos a afinar yo diría que la
orientación es una parcela de la educación, no un mero complemento. No se puede entender la
orientación sin circunscribirla a la educación porque a ella pertenece como la parte al todo y desde
ella se entiende como un proceso de influencia bienhechora. Tiene su propio estatuto
epistemológico, su cimentación lógica y su cuerpo de conocimientos específico. Tiene también una
aplicabilidad connatural porque se trata de un saber aplicable a la práctica.
La orientación requiere, como sucede con la educación, de otros saberes para adquirir
peso y sentido. De la Psicología, de la Sociología, de la Filosofía, de la Antropología, de la Historia,
de la Pedagogía… Todos esos afluentes nutren el río de la orientación que desemboca en el mar
del quehacer educativo.
Después de una larga experiencia, de un fecundo recorrido por los campos del sistema
educativo, es hora de hacer balance para cobrar un nuevo impulso. Es hora de acrisolar este campo
de conocimiento y situarlo en un lugar preferente en las ciencias de la educación. Ya se puede
hacer historia desde su recorrido teórico y desde su acumulada experiencia. Es hora, pues de
fortalecer, de potenciar y de dar esplendor a este saber que empezó siendo humilde y hoy es
verdaderamente poderoso. El trabajo de los orientadores/as dentro y fuera de los centros, los
cursos impartidos y recibidos, los estudios realizados, los congresos celebrados, las tesis leídas…
han ido generando un saber teórico y un saber sobre el saber hacer.
Pocos cuerpos profesionales han tenido y tienen un compromiso con la educación tan
acentuado como el de los orientadores y orientadoras. Ellos y ellas (preferentemente ellas porque
son muchas) han conferido al sistema educativo un hondo sentido humano y un rico enfoque
pedagógico. Ellos y ellas han impregnado a los equipos directivos del sentido que ponía en peligro
las obsesiones gerencialistas. Ellos y bellas han tendido un puente hacia las familias por el que la
escuela ha salido al entorno y por el que las familias han caminado sin miedo hacia la escuela.
Ellos y ellas han ayudado a los profesores y profesoras a descubrir el lado más apasionante del
aprendizaje significativo y han llenado las tutorías de un nuevo sentido. Ellos y ellas han dado a los
alumnos un empuje constante hacia el aprendizaje. Ellos y ellas han transformado el sentido de la
evaluación en sesiones muchas veces extenuantes. Creo que gracias a los orientadores y
orientadoras el sistema educativo se ha sensibilizado y ha tenido para los más necesitados/as un
especial sentido de la equidad. Ellos y ellas han hecho ver a la comunidad que existen las
diferencias, que éstas son enriquecedoras y que se puede ayudar a todos y a cada uno en el
aprendizaje. Ellos y ellas han ayudado a resolver conflictos y a mejorar la convivencia en los
centros.
Cuando alguien acude a una escuela con un proyecto de invocación, con una propuesta
creativa, con una petición de ayuda para hacer una investigación, siempre encuentra al aliado/a
inevitable: el orientador, la orientadora. Con él o con ella siempre se puede contar. Porque
comprende la propuesta y porque está en disposición de secundarla, aunque suponga una nueva
exigencia.
Los orientadores y orientadoras han contribuido a descubrir la vertiente emocional de
las personas y lo importante que ésta es para que se produzcan aprendizajes significativos y
relevantes. En un libro que he titulado “Arqueología de los sentimientos en la escuela” (Santos
Guerra, 2006) digo literalmente cuando hablo de las causas que han contribuido a despertar el
interés por la inteligencia emocional:
Han tenido que superar muchos obstáculos (Santos Guerra, 1994) pero el recorrido
les hace acreedores a un vivo agradecimiento así como a una nueva exigencia de reflexión y de
mejora. Este Congreso es la oportunidad. Yo creo que bien se puede decir que gracias a los
orientadores y las orientadoras el sistema educativo es hoy un poco mejor que lo hubiera sido sin
ellos y ellas. Les ha costado algunas lágrimas y algunas horas más de la cuenta, pero lo han
conseguido. Algunos/as han tenido que pagar un elevado tributo por realizar una tarea que no se
habían inventado sino que les encargaba el sistema. Algunos/as han tenido que padecer agresiones
durísimas por parte de aquellos/as que deberían ser sus aliados y aliadas y que no .querían aceptar
que nadie les diera lecciones porque no gozaban de la condición docente.. Pero hoy están aquí en
este Congreso llenos/as de nuevos ánimos y de una renovada ilusión.
Ahora bien, no sería razonable quedarse ahí, dándose palmaditas en los hombros. Lo
que procede es pararse a pensar qué errores han existido, que limitaciones han mermado el efecto
de la tarea y qué nuevos pasos hay que dar para seguir trabajando con eficacia y generosidad. A
eso vamos.
Creo que los temas relacionados con la educación (y, por consiguiente, con la
orientación) deberían abordarse desde nuevas perspectivas. Estas perspectivas tienen dimensiones
intelectuales y, cómo no, componentes emocionales, sociales y políticos. Adoptar nuevas
posiciones para hacer el análisis exige abandonar otras que, durante mucho tiempo han marcado
la línea de la reflexión y de la acción.
Los fenómenos educativos no son de carácter meramente técnico. Son, más bien, de
naturaleza moral y política. Pensar que la realidad educativa se explica como las secuencias de
carácter técnico es una tergiversación de su naturaleza La actividad educativa no tiene carácter
instrumental, sino que está impregnada de contenidos morales.
No es indiferente hacer las cosas de una forma u otra. Hay consecuencias decisivas
para la vida de los individuos y para el desarrollo de la sociedad.
Excelente obra para orientadores/as la novela “Por trece razones”, de Jay Asher
(2009) en la que se muestra la actuación de un orientador en el caso de una joven suicida.
Los orientadores/as han tenido que trabajar muchas veces en soledad. La integración
de su labor en la comunidad es uno de los factores que multiplicará la eficacia de su tarea.
Existe otra dimensión más cercana, más circunscrita a la práctica que es la influencia
del entorno en la escuela y la influencia de ésta en el entorno. La permeabilidad de las
instituciones es el antídoto contra sus rutinas y su rigidez. Ha de abrirse a la comunicación
bidireccional que permita conocer lo que sucede en el entorno y que facilite las colaboraciones y
la recepción de las informaciones críticas que se produzcan sobre su modo de estructurarse y de
funcionar.
La invitación reiterada a que cada uno, con su iniciativa, con su esfuerzo, con sus
medios, resuelva las necesidades de perfeccionamiento hace que se tengan que multiplicar los
intentos y aminora las repercusiones positivas de la formación, ya que para que el cambio sea
eficaz tiene que instalarse en la estructura y el funcionamiento de la institución.
Existe una cultura de la queja, del lamento, del masoquismo. Suele ser demoledora
para el buen vivir del docente y destructora del compromiso y del esfuerzo.
Creo que el título que he elegido para encabezar estas líneas, no necesita muchas
aclaraciones. Cuando se habla de diversidad se reconoce la identidad de cada persona. Si, por el
contrario, se establece un prototipo de normalidad, todas las variaciones respecto al mismo se
convierten en defectuosas. Un camello es un camello. Perfecto. No es un animal que tenga que
catalogarse por su semejanza a un modelo.
¿Qué pensar de quien considerase deforme a un dromedario por tener dos jorobas
en lugar de una sola como le sucede al camello? ¿Sería lógico que pretendiese eliminar una de
ellas para que se asemejase al deseado modelo? ¿Sería justo que maltratase al animal con golpes,
insultos y exigencias a las que no puede responder? ¿Sería justo que le castigase por su "maldita
diferencia"? Lo mismo podríamos decir de quien pensase que la gallina es un águila defectuosa y
pretendiese hacerla volar a base de un absurdo y estéril adiestramiento.
Si un centímetro cuadrado de piel (las huellas digitales) nos hacen diferentes a miles
de millones de individuos, ¿qué no sucederá con toda la piel? Con todo lo que ésta tiene dentro,
con la historia y las vivencias y las emociones y las expectativas... No hay un niño exactamente
igual a otro. Ni siquiera dos gemelos univitelinos pueden considerarse idénticos. Su historia es
distinta, sus vivencias son diferentes e intransferibles.
Planteo pues un triple escalonamiento que no siempre tiene trazado rectilíneo sino de
espiral.
3. La identidad personal
Los ámbitos que marcan la diferencia entre las personas son múltiples, por no decir
infinitos. Todos ellos tienen importancia en uno u otro sentido. Aunque pasaré por alto muchos
otros, realizaré un somera enumeración de factores en los que se producen diferencias
notabilísimas:
Características cognitivas
Inteligencia
Memoria
Imaginación
Creatividad
Atención
Percepción
Estilo cognitivo
Conocimientos
Características afectivas
Actitud
Motivación
Interés
Sensibilidad
Sentimientos
Emociones
Conflictos
Expectativas
Hábitos
Carácter
Características físicas
Edad
Estatura
Sexo
Peso
Hermosura
Salud
Vista
Oído
Olfato
Gusto
Tacto
Movilidad
Características sociales
Familia
Entorno
Relaciones
Amistades
Posesiones
Experiencia
Características culturales
Filiación política
Lugar de procedencia
Raza
Género
Religión
Lengua
Amin Maalouf (1999) ha escrito un interesante libro que ha titulado con acierto
"Identidades asesinas". Dice que, así como antes se decía que había que hacer "examen de
conciencia", hoy es preciso hacer "un examen de identidad". Resulta asombroso que unas
personas maten a otras por motivos de raza, lengua, religión, sexo, género, cultura... Lo cierto es
que una forma de vivir fanáticamente la identidad nos conduce al exterminio de los que no son
como nosotros. ¿Por qué no se puede convivir con otras personas que tengan distinta lengua,
nacionalidad, raza, diferente religión...?
¿Con qué rasgos nos definimos? ¿Qué es nuestra identidad? En términos genéricos
podríamos decir que es "aquello que nos permite diferenciarnos de cualquier otro". Está claro que
nuestro carnet de identidad dice pocas cosas relevantes al respecto. No hay dos seres humanos
idénticos. Incluso, aunque se lograra clonar a seres humanos la historia y la cultura les haría
diferentes en el mismo momento de nacer.
Cada una de ellas nos une a otras personas y, de alguna manera, nos separa de otros.
La condición de hombre me hace igual que media humanidad. Mi condición de leonés me une a
pocas personas. Soy español con otros cuarenta millones de personas. Soy de Grajal de Campos
sólo con mil. Tomadas todas las pertenencias juntas hace que sea un individuo irrepetible, único.
ÚNICO
IRREPETIBLE
IRREEMPLAZABLE
COMPLEJO
DINÁMICO
La diferencias de personas puede ser entendida y vivida como una riqueza o como
una carga. Si esa diferencia se respeta y se comparte es un tesoro, si esa diferencia se utiliza para
discriminar, excluir y dominar se convierte en una amenaza.
Algunas veces atribuimos a cada persona (en función de uno de sus rasgos) una
forma de ser y de actuar como si la compartiese con todos los que lo poseen. Así decimos:
Los demás, como en un espejo, nos devuelven la imagen de nuestra identidad. Somos,
de alguna manera, como los demás nos ven, como nos vemos en ellos.
La falta de preocupación por las diferencias no es sólo una traba didáctica sino un
atentado a la justicia. Ya en 1966 decía Bourdieu que "la indiferencia hacia las diferencias
transforma las desigualdades iniciales en desigualdades de aprendizaje". Si se exige por igual a
quienes son de partida tan desiguales no se hace otra cosa que implantar institucionalmente la
injusticia. Dice Perrenoud (1998): "Basta con ignorar las diferencias para que la misma
enseñanza propicie el éxito de aquellos que disponen del capital cultural y lingüístico... y para
que provoque, a la inversa, el fracaso de aquellos que no disponen de estos recursos". El
fracaso es achacado a la incapacidad de los alumnos y no a la inadecuación de la escuela. Es decir
que la escuela, empeñada en enseñar, ha bloqueado su necesidad de aprender (Santos Guerra,
2000).
Es preciso salir del fatalismo inherente al desigual reparto de las aptitudes que
convierte el fracaso en un fenómeno natural e inevitable. A quien ha nacido con dones, todo le irá
bien. Al que ha nacido sin talento, en nada le podremos ayudar.
La escuela no debe ser el lecho de Procusto. Como sabrá el lector o lectora, Procusto
era un bandido del Ática que se entretenía en detener a los viandantes, llevarlos a casa y tenderlos
sobre un lecho de hierro. Si eran más grandes que la cama, les cortaba las piernas y si no
llegaban a la cabecera y a los pies, los descoyuntaba para que coincidiesen con su tamaño.
Procusto significa etimológicamente “el que descoyunta”. El Rey Teseo aplicó a Procusto el
mismo castigo que él había infligido a sus víctimas.
La escuela debería ser una encrucijada de culturas, pero se encuentra con el problema
de que en ella se instala una cultura hegemónica que tiende a la homogeneización. Debería ser
una escuela para todos, pero es una escuela para
VARONES
BLANCOS
SANOS
NORMALES
CASTELLANOHABLANTES
CREYENTES
CATÓLICOS
PAYOS
NATIVOS
MONÁRQUICOS
Resulta claro que el profesorado es la pieza clave de ese reto que conlleva la
educación intercultural (Jordán, 1999). No se puede hacer un buen tratamiento en la educación de
las diferencias si el profesorado no está sensibilizado y formado en esa trascendente dimensión.
Las características a las que me voy a referir pueden tener un nivel de profundidad
mayor o menor según la experiencia y la ambición del proyecto que se pretende desarrollar en la
escuela. Quiero decir que hay distintos grados de flexibilidad, por ejemplo.
Permeabilidad
Para que esa permeabilidad sea efectiva no basta la buena actitud en los
protagonistas que la han de desarrollar. Hacen falta simultáneamente estructuras de tiempo,
espacio y condiciones. Tiene que existir interés, cierto. Pero hay que canalizarlo en lugares y
momentos en que el intercambio pueda producirse.
Una escuela que se encapsula no está en condiciones de aprender y de desarrollarse.
Es previsible que perpetúe sus rutinas al no tener el contraste de opinión y la exigencia de los
beneficiarios de su actividad.
Flexibilidad
Algunas veces la inmovilidad actúa más como excusa que como causa. "Sería bueno
hacer esto, pero no se puede hacer" es un argumento frecuentemente desmentido por otras
instituciones que, en las mismas condiciones, lo hacen.
Para que la flexibilidad exista debe haber autonomía. Y medios. Pero no bastan estas
dos condiciones si, quien tiene que poner en marcha el cambio, no tiene la clarividencia y el
coraje de la decisión y de la asunción del riesgo que conlleva.
Creatividad
Cuando la autoridad que supervisa los Centros (me refiero en nuestro caso a la
Inspección educativa) es timorata y ve con más inquietud que esperanza la innovación, se
produce un freno a la creatividad. Todo lo que se salga de la normalidad, todo lo que pueda
resultar arriesgado o se impide o se contempla con recelo.
Existe otro elemento poco estimulante de los cambios. Me refiero a la presión social
que reciben las escuelas, sobre todo por parte de las familias. No se ve con buenos ojos aquello
que se salga de lo ya conocido o de lo habitualmente aceptado como norma.
Colegialidad
Una institución exige la actuación colegiada de sus integrantes. Cuando hablo de los
integrantes de la comunidad escolar no me refiero solamente a los docentes. Incluyo también en
el término comunidad educativa a los padres y madres y al alumnado.
Resulta curioso cómo, siendo los protagonistas del aprendizaje los alumnos pocas
veces se cuenta con ellos para elaborar el proyecto e, incluso, para llevarlo a cabo.
"Con demasiada frecuencia, los alumnos son las víctimas del cambio
y, ante unos trastornos no explicados ni justificados de sus rutinas, pueden
utilizar su considerable habilidad para manipular las situaciones sociales para
impedir el cambio. En consecuencia, ellos mismos pueden constituir una fuerza
conservadora en el aula" (Rudduck, 1999).
La balcanización de las escuelas (Hargreaves, 1996) es uno de los males más graves
que las aquejan. Cuando el diálogo no se establece, el aprendizaje está cortocircuitado. La
balcanización hace posible que en un centro puedan estar peleándose dos profesores por un
armario durante un año, pero que sean incapaces de intercambiar sus puntos de vista sobre la
evaluación durante un segundo.
Hargreaves (1996) dice que las culturas balcanizadas, (aquellas en que los grupos
son cerrados y los comportamientos individualistas) presentan algunas características que
conviene reseñar:
Complejidad
¿Qué papel tienen los especialistas de la orientación en los Centros? ¿Cómo se puede
incorporar la perspectiva y la acción de unos profesionales en aras de la elaboración, desarrollo y
evaluación de un proyecto que tenga en cuenta la diversidad?
Por otra parte la Administración deja sin amparo a los Orientadores/as que hacen
causa con unos principios nacidos de la lógica, no tanto de la política y -en algunos conflictos con
el profesorado- el Orientador/a . se queda en el terreno de nadie. El (ella) que ha sido vituperado
como representante de la Administración educativa, es abandonado por ésta como si no fuera con
ella el conflicto.
Hace algunos años (Santos Guerra, 1994) advertí sobre algunos problemas que la
incorporación de los Departamentos de Orientación podrían encontrar en los Institutos de
Secundaria. El tiempo ha confirmado algunos de aquellos temores. Afortunadamente los
Departamentos han ido encontrando su espacio y encajando en el desarrollo de proyecto
institucional. Afortunadamente se han ido alejando de una concepción clínica para sumir una
visión más rica y ambiciosa al considerarse y hacerse ver como un elemento importante y
enriquecedor de un proyecto colegiado.
Es preciso hacer una revisión que implique a los interesados, a los equipos directivos,
a la comunidad educativa en general y, por supuesto, a la Administración Educativa. No es
admisible que una instancia de mejora que la Administración incorpora al sistema quede
abandonada a su albur cuando surgen los problemas y las dificultades. Los Departamentos (¿por
qué Departamentos si frecuentemente están constituidos por una sola persona?) han sido
implantados por la Administración con idéntica validez pedagógica y legal que el Departamento
de Matemáticas o de Literatura. ¿Por qué suele tener un carácter auxiliar o complementario?
Referencias bibliográficas
ALEGRET, J.L. (Coord.) (1991): Cómo se enseña y cómo se aprende a ver al otro.
Ayuntamiento de Barcelona. Barcelona.
CALVO BUEZAS, T. (1989): Los racistas son los otros. Ed. Popular. Madrid.
VAN DIJK, T. (2003): Racismo y discurso de las élites. Ed. Gedisa. Barcelona.