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ANTONIO PRIANTE

MUNDO
DEMONIO
Y
FAUSTO

TRAGICOMEDIA FANTÁSTICA

EN

TRES ACTOS

NUEVE JORNADAS

ENTREGA 6
JORDANA TERCERA

ABRIL EN PARÍS

De nuevo en la Francia del siglo XXI, Fausto reencuentra a Catherine,


asiste a una conferencia y desciende al ambiente nocturno
plusquamposmoderno de París. Aparición final de un personaje singular.
April in Paris,
chestnuts in blossoms,
holiday tables
under the trees.

Canción americana

Abril en París. En la terraza de un café céntrico, Fausto está sentado ante una jarra
de cerveza alemana. Piensa…

FAUSTO.- …una sucesión de experiencias inútiles. Todo pasa, nada queda, y al final
te mueres tan desnudo como naciste. Hay que ser de una manera muy especial, hay
que estar hecho de pura carne mítica para poder mantenerse en el propio papel, pese a
los reveses y a las burlas de la fortuna. "Un instante al que pueda decir: detente"…je,
palabras, palabras…pero no debo hablar así. He de seguir adelante, adelante, como el
buey que es arrastrado por los cuernos de su destino. Sin mi destino no soy nadie, no
soy nada. Apuremos pues la jarra de cerveza y…¡esa chica!

Fausto se levanta. La joven, que va pasando entre las mesas como buscando a
alguien, le ve y se dirige hacia él. Se miran, se abrazan. Se sientan.

FAUSTO.- ¡Increíble! ¡Tú aquí! No me hubiese atrevido a soñarlo.


CATHERINE.- ¿Y tú? ¿Qué ha sido de tu vida en todo este tiempo? ¿Vives en París?
FAUSTO.- No…bueno, sí…una temporada.
CATHERINE.- ¿Y tu amigo…aquel tipo tan raro?
FAUSTO.- Lo veo poco últimamente. No hace mucho me lo encontré en España.
Pero enseguida nos perdimos de vista.
CATHERINE.- A veces pienso que mi padre tenía razón: que era el mismo Diablo.
FAUSTO.- No exageres…¿Cómo está tu padre?
CATHERINE.- Ha cambiado mucho. No le conocerías.
FAUSTO.- ¿Para bien?
CATHERINE.- Yo diría que para mal. No sé si la intención de tu amigo el Diablo era
buena o no. Pero, desde luego, el resultado no ha podido ser peor.
FAUSTO.- ¿Sufre mucho?
CATHERINE.- ¿Quién? ¿Mi padre? No, qué va. Parece el hombre más feliz del
mundo.
FAUSTO.- Entonces, de qué te quejas. Recobró la vista y es feliz. ¿Qué más quieres?
CATHERINE.- Las cosas no son así de simples, Enrique, y tú lo sabes tan bien o
mejor que yo. En fin, tú mismo podrás juzgar: he quedado aquí con él. Si no tienes
prisa…
FAUSTO.- Tengo todo el tiempo del mundo.
CATHERINE.- Me ha citado aquí para presentarme a su novia…sí, a sus sesenta y
tres años dice que se va a casar… y para que los acompañe a la conferencia que va a
dar dentro de una hora en el Club de la Prensa. ¿Te interesa?

Le muestra un programa
___________________________
EL CLUB DE LA PRENSA DE PARÍS
Le invita a la conferencia que pronunciará el
Doctor ALBERT DENEUVE
Catedrático de Semidiótica Mediática de la Universidad de Deux-aspects

"Estructura paratextual de la serie televisiva El corazón amargo de la ciudad"

Día 15 de abril de 2004, a las 18,30 horas


__________________________________

FAUSTO.- Sí, puede ser interesante. Es un mundo que desconozco por completo.
CATHERINE.- Mira. Ahí están.
Aparecen Deneuve y Margot (55 años, vestida de 18). Presentaciones.

CATHERINE.- ¿No te acuerdas de Enrique, papá, el amigo de…?


DENEUVE.- Sí, sí. Gran hombre su amigo, qué personalidad, qué carácter…le debo
mucho a…nunca consigo recordar el nombre.
FAUSTO.- El nombre…
CATHERINE.- Se supone que Sabatini ¿no?
MARGOT.- Yo conocí a un Sabatini. Era el maestro de armas del marqués de
Montfleury. Pero la verdad …(risita contenida)…la verdad es que tenía una estocada
muy floja.
DENEUVE.- Ah, la juventud. No sabes lo feliz que soy, hija (toma la mano de
Margot).
MARGOT.- La buena gente damos lo que tenemos. Yo tenía un caniche marrón y se
lo di al profesor Melbourne; el profesor Melbourne tenía una pluma azul y se la dio al
aduanero López; el aduanero López tenía un florete corto y se lo dio a maese
Sabatini…
FAUSTO.- Y supongo que maese Sabatini le daría el florete corto al marqués de
Montfleury.
MARGOT.- Síiii…y con una estocada preciosa. Eres genial, Enrique. Vienes a la
conferencia ¿no?

Sala de conferencias del Club de Prensa. Lleno total. Sentados en la primera fila,
Fausto, Catherine y Margot. Últimos minutos de la intervención de Deneuve.

DENEUVE.- …y es que en todo estudio paratextual, confrontado con el tsunami


virtual de la exhaustividad de una producción pletórica, se plantea la cuestión
metodológica de la relación de la muestra tomada con el campo investigado.
Entonces, una vez realizada esta ectoplasmatización del corpus, el análisis puede
reducirse a parangones entre paratextualidad y tradición oral más que a determinar la
pertinencia estructural de cada rasgo, vista la eventual homología de ambos sistemas.
Lo que de nuevo nos lleva a la parataxis del principio: que la modernidad se define
por la producción estética serial. Gracias.

Aplausos. Se levanta un joven con gafas.

JOVEN CON GAFAS.- ¿Puede decirnos algo de las incidencias cognitivas de la


serialización sobre el acto de televidencia?
DENEUVE.- Puedo. El acto de televidencia es la toma de conciencia ecránica del ser
en sí presuntamente incognoscible. Es la final domesticación de los anárquicos eones
y su conversión en dóciles fotones, que nos revelan la auténtica realidad del ser,
necesariamente ecránico…Y diré más: fuera de la pantalla no hay salvación.
HOMBRE CON BARBA.- Profesor Deneuve, ¿se puede afirmar que sólo existe lo
que está en los medios?
DENEUVE.- Claro que se puede afirmar, y ahora se lo demuestro: sólo existe lo que
está en los medios.
HOMBRE CON BARBA.- ¿Quiere decir que, si estas cámaras y micrófonos no
estuviesen aquí, nosotros no existiríamos?
DENEUVE.- Algo así quiero decir, y algún día lo diré con el debido acompañamiento
erudito.
JOVEN CON BOINA.- ¿Y la basura, doctor Deneuve?
DENEUVE.- Oh, qué pesadez, qué obsesión. La basura, jovencito, es sólo una fase
del proceso universal de reciclaje. La basura de hoy es la libertad de ayer y la
kitschnostalgia de mañana.
MUJER CON PAMELA.- ¿Pero nadie ha pensado en cuánta madre huérfana queda
por el camino?
DENEUVE.- Las madres son de todos, si me permite decirlo, y no hay que darle
tanta importancia al tema…digo yo.
ANCIANO CON PERILLA.- ¿Sabe usted qué hay detrás del sorprendente vuelco
que se produce en el capítulo 999 de El corazón amargo de la ciudad?
Deneuve palidece y permanece en silencio. El silencio se va extendiendo por toda la
sala como un gas letal. Aparecen cuatro ujieres con máscara, que desde el fondo de
la sala van avanzando repartiendo entre los asistentes unas octavillas:

"Ha habido un aviso de bomba


Conserven la calma
Abandonen la sala ordenadamente."

Concluido el reparto, el público abandona la sala ordenadamente.

Noche. Casa de Margot -inmenso loft- en el Barrio Latino. Concurrencia de


personas de todo tipo, principalmente artistas, intelectuales y gente de nuevas y
novísimas profesiones. Deambulan o permanecen de pie hablando en pequeños
grupos. Luz tenue. Música suave, sincopada. Las altas paredes, tachonadas de
pequeños televisores funcionando. En unos se ven documentales sobre animales
exóticos y más bien viscosos; en otros, diferentes momentos de El corazón amargo de
la ciudad. Ante uno de éstos Fausto mira atento:

"HOMBRE.- Lo he intentado todo, Silvia, pero no puedo, no puedo.


MUJER.- Has de ser fuerte.
HOMBRE.- Lo intento, lo intento. Si me ayudases…
MUJER.- No puedo, no puedo. Tengo unas obligaciones, y además..
HOMBRE.- Además, no me amas.
MUJER.- Es verdad, no te amo.
HOMBRE.- Nunca me has perdonado lo del cochecito.
MUJER.- Sí, lo confieso. Abandonar el cochecito…eso fue una canallada.
HOMBRE.- No era de ninguna utilidad, reconócelo. Y además era viejo, feo y
estaba oxidado.
MUJER.- Eres odioso, Ricardo, eres odioso."
Entre la pantalla y Fausto se interpone Catherine.

CATHERINE.- ¿Te interesa mucho?


FAUSTO.- Era el objeto de la conferencia ¿no?
CATHERINE.- ¿Y qué conclusiones sacas?
FAUSTO.- No sé. Esta extraña mezcolanza que advierto en todas partes entre lo
riguroso y lo banal me confunde, me desconcierta.

Se acerca el doctor Kerenski, que ha oído las últimas palabras de Fausto.

KERENSKI.- Es el signo de nuestro tiempo: profundidad sobre banalidad. ¿Ha leído


usted mi ensayo Indagaciones sobre una viruta?
FAUSTO.- No, lo siento.
KERENSKI.- No lo sienta, hombre. Y no hay que olvidar el otro aspecto, el otro
signo de nuestro tiempo: banalidad sobre profundidad. ¿Ha leído usted mi ensayo
Desmontando el ser en seis días?
FAUSTO.- No, lo siento.
KERENSKI.- ¿Pero qué carajo lee usted, buen hombre?
FAUSTO.- Estoy leyendo las aventuras del caballero don Quijote.
KERENSKI.- Quijote, ilusión, zas, cataplasma, difícilmente ecránico, abur.

Kerenski retrocede y se pierde entre la multitud. De un grupo próximo destaca una


voz de mujer.

LOCALIZADORA (DE ESCENARIOS).- Hace tiempo que lo veníamos diciendo


mis hermanas y yo. ¿Por qué nadie nos hizo caso?
DESLOCALIZADOR (DE EMPRESAS).- Demasiadas hermanas para un mismo
evento. Tendrías que haberlo previsto.
CONECTOR DE SINERGIAS.- Suerte que Margot está siempre en todo. ¿Quién no
ama a Margot?
EVENTISTA.- Es el ángel de la transgresión, la copiloto de la recta final. ¿Quién no
ama a Margot?
LANDARTISTA.- Se transgrede respetando, se respeta transgrediendo.
CONECTOR DE SINERGIAS.- Transgredir es conocer, destruir es crear…
LOCALIZADORA.- ¡Lo que faltaba! Yo hablaba de mis hermanas.
DESLOCALIZADOR (a Conector de Sinergias).- Alguien debiera advertirla…
CONECTOR DE SINERGIAS.- Es una mujer muy emotiva, hay que comprender.
DESLOCALIZADOR.- Por cierto, eso de la recta final…
EVENTISTA.- Una metáfora, sólo una metáfora…espero. ¡Mirad! ¡Ahí viene!

Desde el lejano fondo de la sala, deslizándose suavemente sobre patines de ruedas,


avanza Margot.
CORO DE INTERIORISTAS
Rompiendo rojos y azules,
sesgando planos y rectas,
la videncia de Margot
centellea, centellea.
CORO DE DJS
Ecualiza los talones,
sorprendiza la mixtura,
su son es todo los sones,
Margot de las exposuras.

CORO DE LANDARTISTAS
Ocre rojo bermellón,
aire lluvia tierra gris,
otra mañana del mundo,
Margot reina de París.

Otra patinadora avanza en dirección contraria (18 años, estética okupa, pequeña
mochila al hombro). Al quedar frente a frente, las dos patinadoras empiezan a trazar
círculos y espirales mientras se hablan.

MARGOT.- Tiempo que no te veo, Iris, hija.


IRIS.- He llegado de Bhután.
MARGOT.- ¿Diste a los monjes mi obsequio?
IRIS.- Bien obsequiados están.
MARGOT.- ¿Dónde vas con tanta prisa?
IRIS.- Peligra la okupación, llevo víveres y aliento a los compas que resisten. Hoy la
pasma atacará.
MARGOT.- Dadles leña. Dadles leña. Abajo la represión.

CORO GENERAL
Abajo la represión
del inmundo polizonte,
del burócrata casposo,
del espeso oficinista
con su sello y con su tinta,
con su sello y con su tinta
y su tampón.

Viva la libertad
de los amos de la noche
de los magos de la nada,
del artista estilitista,
del caviar eventista,
del caviar eventista
y su esturión.

Iris se va. Fausto y Catherine se van desplazando entre la concurrencia.


FAUSTO.- A lo largo de mi vida, más diversa y extensa de lo que puedes imaginar,
he estado en lugares muy extraños, tanto en el norte como en el sur (incluido algún
aquelarre), pero nunca había visto reunión tan curiosa como ésta. ¿Conoces a toda
esta gente?
CATHERINE.- A algunos.
FAUSTO.- ¿Qué son? ¿Qué pretenden? ¿Qué es lo que les une?
CATHERINE.- Haces unas preguntas muy extrañas. Todo el mundo es lo que es más
lo que quiere aparentar.
FAUSTO.- Sí, pero lo que me gustaría averiguar es si buscan algo en común o si los
ha reunido el azar.
CATHERINE.- Lo que te gustaría averiguar es el secreto de la sociedad humana,
nada menos.
FAUSTO.- El secreto de la sociedad humana lo conozco bien. Sólo hay tres fuerzas
que obligan a los seres humanos a ligarse entre sí: la necesidad, el interés o el amor.
CATHERINE.- Juzga tú mismo.
FAUSTO.- Supongamos que en este caso es el interés…

Topan con el doctor Kerenski.

KERENSKI.- Quería decirle, caballero, que sus intereses son bastante


extemporáneos. Hasta en el modesto barrio de Buenos Aires de donde procedo
florece el árbol del posmodernismo. Y usted, ¿de dónde procede, si se puede saber?
FAUSTO.- Del corazón de la vieja Europa.
KERENSKI.- ¿Judío también, por casualidad?
FAUSTO.- No. Pagano con túnica cristiana.
KERENSKI.- No le he visto bien la túnica…Y eso de pagano, ¿en qué consiste?
FAUSTO.- En obedecer a las fuerzas de la naturaleza y en doblegarlas
obedeciéndolas.
KERENSKI.- Ah, ya, el progreso. Se ha demostrado que el progreso no existe, que
fue un invento de la modernidad para desviar la atención.
FAUSTO.- Desviar la atención, ¿de qué?

Interviene el doctor Magritte, que pasaba por ahí.

MAGRITTE.- De qué va a ser, hombre. De la imparable disolución del yo, que


entonces se iniciaba.
FAUSTO.- Y esa disolución, ¿continúa?
MAGRITTE.- Imparablemente.
FAUSTO.- ¿Y tendrá éxito?
MAGRITTE.- Total.
KERENSKI.- De hecho, el yo ya no existe. Ha sido sustituido por la multiplicidad
anárquica de las particularidades surgidas de la fragmentación del sujeto.
FAUSTO.- Pero, yo, yo…
MAGRITE.- No sea ingenuo, hombre. Ese yo que usted pronuncia es sólo un soplo
de voz sin relación alguna con la realidad.

De pronto, se impone la voz potente de un hombre (gurú Comar), que habla en medio
del grupo vecino.

COMAR.- Las jerarquías que gobiernan el departamento elemental de los naranjos


son las mismas que gobiernan todos los movimientos económicos y monetarios de la
especie humana. Pero yo os digo que, cuando las criaturas de los naranjos nos tienen
sometidos a pruebas, podemos salir triunfantes con la magia elemental de los
granados…

KERENSKI. - No le presten atención. Conozco bien al gurú Comar, que por cierto no
se llama así. Crecimos en el mismo barrio.
FAUSTO.- ¿Tiene algún sentido lo que dice?
KERENSKI.- Por supuesto, pero incurre en un error muy grave…
MAGRITTE.- Mentar la economía.
CATHERINE.- Pues a mí me ha parecido lo único real que…
MAGRITTE.- Que la economía es real nadie lo discute.

Interviene el Deslocalizador, que pasaba por ahí.

DESLOCALIZADOR.- En efecto, pero no se puede mezclar espíritu y economía.


Economía y espíritu son mundos radicalmente diferentes.
MAGRITTE.- Ese fue el gran error de Marx.
KERENSKI.- Error que todos los intelectuales habíamos advertido desde el principio.
MAGRITTE.- Por eso, hoy se puede decir, sin faltar a la verdad, que en Europa
nunca ha habido un sólo marxista.
CATHERINE.- Perdone, pero en la Universidad de Deux-aspects, donde yo he
estudiado…
MAGRITTE.- Conozco la Universidad de Deux-aspects, muchacha, y sé lo que
puede dar de sí. Hay gloriosas excepciones, claro, como tu padre y el doctor
Dupêcher.

Irrumpe el Eventista, muy excitado.

EVENTISTA.- ¿Es verdad lo que dicen? ¿Que viene? ¿Que ya está aquí?
MAGRITTE.- ¿Quién viene? ¿Quién está aquí? Y tranquilízate, muchacho.
EVENTISTA.- Él, el…no puedo creerlo.

El Eventista se va corriendo a interrogar a otros grupos.

FAUSTO.- ¿Se espera a alguna visita importante?


KERENSKI.- ¿Qué significa importante? Todas y cada una de las personas que
estamos aquí somos…importantes, como usted dice. (a Magritte) No sé a quién se
puede referir…Como no sea…
MAGRITTE.- ¿Estás pensando lo mismo que yo?
KERENSKI.- Sí, pero me extrañaría mucho. Yo no le he visto nunca.
MAGRITTE.- En realidad nadie le ha visto.
KERENSKI.- Y sin embargo, su fama es absoluta.
MAGRITTE.- Todos quisieran parecerse a él.
FAUSTO.- Perdonen que insista, pero de sus palabras deduzco que se trata de una
personalidad muy destacada que ha anunciado su presencia.

Kerenski y Magritte cambian miradas y sonrisas cómplices y burlonas.

KERENSKI.- Yo no creo que "personalidad muy destacada" sea la mejor manera de


definirle.
MAGRITTE.- Y tampoco suele anunciar nada. Simplemente, expone.
KERENSKI.- Eso es, no anuncia, sino que denuncia; no propone, sino que expone, o
más ajustado sería decir que descompone. Es el modelo ideal del arte de nuestros
días.
FAUSTO.- Entonces, se trata de un artista…
MAGRITTE.- Si quiere llamarlo así…

Magritte y Kerenski son atraídos por lo que se habla en el grupo vecino, momento
que aprovecha Catherine para tomar del brazo a Fausto y alejarse con él unos
pasos.

CATHERINE.- No deberías seguirles el juego. Intentan burlarse de ti.


FAUSTO.- Burlarse de mí, ¿cómo?
CATHERINE.- Se dan cuenta de que no eres de su mundo…Es algo estúpido, lo sé…
pero no me gusta verte en esta situación. A veces me pareces tan ingenuo, tan
indefenso…
FAUSTO.- ¿Cuál es su mundo? ¿Eres tú de su mundo?
CATHERINE.- No sé…supongo que sí…es inevitable. Pero al principio, era todo tan
distinto…Crecí en un ambiente donde todo aspiraba a la coherencia, donde todo
tenía o podía tener una explicación racional, donde el triunfo era fruto exclusivo del
esfuerzo y nada que valiese la pena podía ser fruto del azar. Pero de repente, o poco a
poco, ya no recuerdo, el panorama cambió radicalmente, el mundo dejó de ser
racional para convertirse en una olla de grillos de palabras vacías. Todo sirve, todo
vale lo mismo, no hay mayor o menor sustancia, sino mayor o menor resonancia. No
sé si me entiendes…
FAUSTO.- Perfectamente. Y te diré una cosa: que mi curiosidad infatigable no
advierte en ese mundo, en este mundo que ahora nos rodea, nada, absolutamente nada
que parezca del menor interés. De buena gana me iría ahora mismo, aunque…
confieso que me gustaría descifrar antes el curioso enigma del personaje anunciado.
¿Lo conoces tú? ¿Sabes a quién se refieren?
CATHERINE.- Sí, creo que sé a quién se refieren…No, no lo conozco, en realidad
nadie lo conoce…pero todos se mueren por imitarle.
FAUSTO.- ¿Puedes decirme ya de quién se trata?
CATHERINE.- No, si eso alimenta tu pizca de curiosidad y sirve para retenerte
aquí…conmigo.
FAUSTO.- Agradezco la parte amable de tu negativa. Por cierto, ¿y Jean-Paul?
CATHERINE.- Murió.
FAUSTO.- ¿Murió? Lo siento. La verdad es que, cuando pensaba en ti, no conseguía
imaginarte separada de él. Formabais una pareja tan…perfecta. ¿Cómo ocurrió?
CATHERINE.- No te he dicho eso para que sigas preguntando.
FAUSTO.- No te entiendo.
CATHERINE.- Tendría que haber previsto que contigo no funcionaría.
FAUSTO.- No funcionaría…
CATHERINE.- Querido Enrique, no hay parejas perfectas. Jean-Paul está tan vivo
como tú o como yo. Nos separamos, eso es todo. Pero pasa que, si digo la verdad, la
gente quiere saber más: ¿cuándo, cómo, por qué, hubo cuernos? Y no me apetece dar
explicaciones ni satisfacer curiosidades ajenas. En cambio, si digo que murió, ahí se
acaba todo, no hay más preguntas. La muerte no requiere explicaciones.
FAUSTO.- Cierto, lo inexplicable no admite explicaciones.
CATHERINE.- Nos estamos poniendo muy profundos…Corremos el riesgo de que
nos echen de aquí.
FAUSTO.- Mira, esos parecen muy excitados. Quizá saben algo.

Fausto y Catherine se acercan al grupo.

DJ.- Lo más más que yo recuerdo lo viví en Liverpool, en la discoteca Pull-up. Veinte
djs y un cuarteto de cuerda…
BROCKER.- El cine es un arte muerto. Su deuda es enorme, al teatro, a la novela, a
la fotografía, al circo…nunca podrá…
LOCALIZADORA.- Un arte que da cobijo a lo transgresivo no puede…
LANDARTISTA.- Lo más más que yo recuerdo lo viví en el oeste de Canadá: toda
una montaña envuelta en papel satinado, esquiada arriba y abajo por figuritas de
Lladró.
CONSULTOR.- El texto es el cáncer del teatro. Mientras no se extirpe el texto el
teatro será un muerto viviente, incapaz de romper…
MUERTO VIVIENTE.- Yo, que he pasado todas las fronteras, os aseguro que en el
polvo blanco está el principio y el fin de todas las cosas. ¡Al Diablo con las
autoridades sanitarias!
FUMADOR ANTIGUO.- Cada vez que miro mi paquete de tabaco puedo leer mi
futuro. ¡Ya paso de tarot!
TAROTISTA.- Sexo, drogas y rockandroll son arcanos de otro tiempo. ¿Cómo
transgredir la transgresión?
CHAMAN.- El círculo se cierra. Invoquemos al poder que rompe el poder que rompe
los poderes.

Fausto y Catherine se apartan del grupo.

FAUSTO.- Nada, parece que no hay indicios.


CATHERINE.- Yo creo que sí vendrá. Tengo la sensación de que el ambiente está
preparado.
FAUSTO.- ¿En qué lo notas?
CATHERINE.- No sé…esa excitación difusa, esos continuos y extraños movimientos
de la gente, esa manera de hablar, como si cada cual hubiese de pronunciar su
sentencia definitiva…¿No sientes tú algo especial? ¿No sientes nada?
FAUSTO.- Siento sed. Tenía entendido que en este tipo de reuniones se tomaba algo.
CATHERINE.- Por supuesto.
FAUSTO.- Pues por aquí no he visto nada.
CATHERINE.- Pues yo antes he visto un camarero.
FAUSTO.- ¿Un camarero?
CATHERINE.- Sí, parece raro en un sitio como éste. Pero lo he visto. Llevaba una
chaqueta roja y una gran bandeja vacía que movía con soltura.
FAUSTO.- ¿Una chaqueta roja?
CATHERINE.- Sí.
FAUSTO.- ¡Un camarero con una chaqueta roja!
CATHERINE.- Sí, ¿qué pasa?
FAUSTO.- Nada, nada…¡ja!…¡ja, ja!…¡ja, ja, ja!…¡ja, ja, ja, ja, ja,….!

Fausto ríe de manera incontenible. Se acercan Kerenski y Magritte.

KERENSKI.- Al menos hay alguien que se lo pasa realmente bien.


MAGRITTE.- Qué quieres que te diga… yo sólo veo un reflejo nervioso claramente
ante-posmoderno.
KERENSKI.- No digo que no…(mirando a Fausto con cierta admiración o envidia)
(¡Huevudo el tipo!).

Se alejan los dos.

FAUSTO.- ¡Ja, ja, ja!…..Ya tengo la solución del enigma.


CATHERINE.- ¿Del personaje? Pero si tú no puedes conocerlo…
FAUSTO.- ¿Que no? Antes de que todos estos monos y papagayos viniesen al mundo
él ya tenía pensado el evento.

Un sonido estridente y alargado, de sirena de fábrica antigua, se impone sobre el


rumor general. A continuación, una voz, femenina pero metalizada, se difunde por
todo el espacio: Margot, sobre sus patines y con un altavoz de mano, va anunciando
el evento mientras se desliza entre la concurrencia.

MARGOT.- ¡El Gran Transgresor! ¡Ha llegado el Gran Transgresor! Reuníos todos.
Un espectáculo único, irrepetible en la historia ético-estética de la humanidad. ¡El
Gran Transgresor! ¡Está con nosotros el Gran Transgresor!…

La luz se hace aún más tenue. La multitud se mueve nerviosamente de un lado a otro,
formando oleadas que se entrecruzan. Apenas hay palabras. Como suaves
murmullos, se oye de vez en cuando: "es cierto", "está aquí", "no lo puedo creer",
"dónde, dónde". De repente, unos potentes focos iluminan el centro de la sala. La
música, sincopada, va subiendo de volumen. Todos pretenden acercarse a la zona
iluminada. Empujones, codazos, pisotones, algún insulto. Fausto y Catherine no se
mueven de donde están, no lejos del centro iluminado.

CATHERINE.- Casi da miedo.


FAUSTO.- ¿Miedo dices?
CATHERINE.- Enrique, dime la verdad, ¿tú lo conoces? ¿Conoces al Gran
Transgresor?
FAUSTO.- Mucho tiempo hace que lo conozco, aunque no por ese nombre, que por
cierto no le va nada mal. Y tú…

Aumenta el volumen de la música, de modo que las palabras se hacen inaudibles.


Una figura humana, sostenida por una plataforma, emerge lentamente bajo la luz de
los focos. Una amplia capucha le oculta casi todo el rostro, y una larga capa le
cubre todo el cuerpo hasta los pies. Alcanzada la altura de un palmo sobre las
cabezas más altas, la plataforma se detiene. La figura humana, o sea, el Gran
Transgresor, alza los brazos. La histeria se desata: gritos, silbidos, aullidos. El Gran
Transgresor pide calma y silencio con las manos abiertas. Se hace el silencio. Baja
el volumen de la música. Cesa por completo. Silencio total. El Gran Transgresor
recoge con las manos los faldones de la capa y se la arremanga, quedándose
desnudo de cintura para abajo. El panorama que ofrece es a la vez natural y
contundente. Un largo escalofrío recorre las epidermis de la concurrencia. El Gran
Transgresor se pone en cuclillas, el codo apoyado en la rodilla y el puño en la frente,
como sumido en profunda meditación. El Gran Transgresor empieza a defecar. Sigue
defecando hasta formar deposiciones de tamaño considerable. Conmoción entre el
público: gritos, silbidos, aullidos, algún desmayo. El Gran Transgresor se endereza,
recorre con la mirada la concurrencia hasta que descubre a Fausto y Catherine.
Sonríe maliciosamente.

GRAN TRANSGRESOR-MEFISTO.- No sé a qué tanto alboroto. Si ya lo decía el


sabio (mira las deposiciones): Todo lo que buscas está dentro de ti.

FIN DE LA JORNADA TERCERA

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