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JUZGADO DE LO PENAL N°1 GETAFE Procedimiente Abreviado n° 276/2014 SENTENCIA 57/2016 En Getaie, a 16 de febrero de 2016. El limo. Sr. D, Abel Téllez Aguilera, Magistrado sinilar de este Juzgado, ra visto en juicie oral y publico celebrado los dias 9 a 12 del presente mes el Procedimiento Abreviado arriza indicado procedente dei Juzgado de Instruccién n° 4 de los de Getafe ‘stguido por delito contra los derochos de los trabajadores, atentado y lesiones contra los acusados: D. José Aleazar Blizquez, nacido el 35-8-1950, con DINI 02071949, que ha sido representado por le Procuradora Sra. Diia. Purificacién Rodriguez Arroyo y defendido por el Letrado D. Antonio Garcia Martin. D. Tomés Garcta Rojas, nacido el 22-9-1953, con DNI $1857442D, que ha sido representado por la Procuradora Sre. Dia. Purificacién Rodriguez Amoyo y defeadido por el Letrado D. Antonio Segura Hernandez. D. Bnrique Gil Augusto, nacido el 17-12-1982, con DNI $1455856A, que ha sido representado por la Procuradora Sra. Dia, Punficacién Rodriguez Arroyo y defendido por la Letrado Diia. Ana Méndez Gorbea, D. Rodolfo Malo Olivas, nacido ¢l 19-8-1952, con DNI 02849476Y, que ba sico represencado por fa Procuradora Sra. Dfia. Purificacién Rodtiguez Arroyo y defendido por el Letrade D. Ramén Enrique Lillo Pérez, ‘D. Jeronimo Martin Jurado, nacido el 25-2-1958, con DNI 01910137X, que ha sido representado por la Procuradcta Sra. Diia. Pucificacién Rodriguez Arroyo y defendido por e} Letraco D. Alvaro Sanz Marlasca. Madcid D, Rai) Feméndez Hemandez, nacido el 25-10-1978, zon DNI 469283418, que ha sido represeatado por la Procuradora Sra, Da. Silvia Garcia Lépez y defendido por cl Letrado D. Esteban Mestre Delgado. D. Edgar Martin Auese, nacido el 5-11-1978, con DNI $6214942P, que ha sido representado por la Procaradora Sra. Da. Purificacion Rodriguez Arroyo y defendido por la Letrado Dia. Maria de los Angeles Lopez Alvarez. D. Armando Barco Villalba, nacido el 20-10-1952, con DNI 01797183D, que ha sido representado por la Procuradora Sra. Diie, Purificacién Rodriguez Arroyo y defendido por el Letrado D. Pablo Manuel Simén Tejera, He sctuado como parte acusadora el Ministerio Fiscal, dictindose, en aombre de Su Majestad el Rey, a prescate sentencia ANTECEDENTES DE: HECHO PRIMERO.- La presente causa se incod en virtud de atestado, siendo instruida por of Juzgado de Instraccién n?4 de los de Getafe cuyo titular, después de practicar las diligensias que se entendieron pertinentes y necesarias acordé su continuacién por los twimites del procedimiento abreviado, ebriéndose Ia fase intcrmedia del mismo, en ta que el Ministerio Fiscal ealificé los hechos como constitutives de un delito de contra los derechos de los trabajadores, un delito de atentado, cuatro deiilos de lesiones y siete {altas de lesiones solicitando para cada uno de los acusados las penas de tres afios y seis meses de prisi6n més amin do 18 meses por el delito contra los ‘rabayadores, um aio y rnueve meses de prisién por el deito de atentado, nueve meses de prisién por cada uno de los delitos de lesiones y dos meses de multa por cada una dle Jas faltas de lesiones. Las defensas se mostrarou disconformes con Is calificacién del Ministerio Publico solicitando fa libre absolucién de sus defendidos. SEGUNDO... Fonnulados los escritos de acusacién y defeusu fue cepartido el procedimiento a este Juzgado y sefialada vista oral para los dias antes sefialados, se evs a cabo el aczo del juicic con el resultado que obra en el acta. Comparecieron los ‘cusedos, quienes se declacaron inocentes de los hechos a elles imputados. Por su parte, el Ministerio Fiscal, después de practicada la prueba, modificS sus conclusiones provisionales en el sentido de retirar ecusacidn respecto de los acusados 0. Edgar Martin Amese y D_ Armando Barco Pizarta (lo que propicié el adelanto del fallo sbsoluiorio en Sala do los mistnos), reali76 correcciones en su escrito (respeto de los dias de curacién del agente 87508 y de Ia puituacién de las secuelas del agente 100197), rebajé en veo el niimero de delitos de lesiones (tres) y eumenté el de faltas (ocho), incluy6 ia apreciacién de la atemante simple de reparacién del daiio en los Gelitos de atentado y lesiones y rebajé las penes a dos aio de prisién para el delito contra Jos derechos de los irebajudores, un afio de prisién para el atentado y seis meses de prisién pars cada uno de los tres delitos de lesiones, retirando pena para las faltas ex Disposicién Transitorie 4* de la Ley Orgénica 1/2015. Por su parte las Defensas manifest6 su disconformidad von Los jnechos, delitos imputados y penas solicitades por el Ministerio Fiscal, instando 1a libre absolucién de sus pactocinados, y para caso de condena atenuentes exel:ficada de reparacién del daiio y dilac.ones indebidas. HECHOS PROBADOS. GNICO.-. De una valoracién conjunta de La prueba practicada en e plenario, se sclara como probado que con motivo de la huelgs general convocada a nivel nacional para e] 29 de septiembre de 2010, a partir de las $:30 de la maiiana del citedo dia se fueron concentrendo ‘rabaiadores que eercian la misma ¢ les puertas de la empresa Airbus S.A. sita en la calle Bell sin de la localidad de Getafe. haciendo presenc‘a un dispositive de la Unidad de Intervencién de ‘a Policia Nac:onal a fin de asegurar el nommal desarrollo de la huelga y garantizar los derechos d> los tabajadores que no quisieran secundarla A partir de aproximadamente las siete horas, algunos trabajadores de tos coneentrados a las pucrias de In citnda factorla comenzeroa a entompecer el normal acceso a la misma, dirigiendo insultos a los trabajadores qu: no querian hacer huelga sino acudir 2 su puesto de trabajo, insullos oon fiascs tales como “hijos de puta, esquitoles, cabrones, ics a casa a fregar —en referenviq a una trabajadora-”, manifestandoles que no les dejarian entrar y coumindndoles a que se unieran a la lmclea ose fveran a su casa, interceptando los coches que se acercaban y tizando petardos bajo los mismos. En este contexto de evidente hostilidad varios wabajadcres desistieson de entrer en Ia factoria, siendo sf cebajador D. Manuel Jesis Iglesias Vullejo el que, después de requerir la actvacién policial y obtener de ésta la respuesta de: que esperase al momento més oporluno, desoyeado las :ndfcaciones realizadas al respecto, se dirigié a la puerta dde acceso de Airbus donde, ante el conato de cuerer entrar er la misma. un grupo de tuabajadores alli concentrados comenzé a insultarlo y amenazarlo, para acto seguido, tuna vez rodeado por varios, lo tiraron al suelo donde le propinaron indiscriminsdamente golpes y patadas. Ante la constatacién por parte do los agentes policiales de In Unidad de Inervencidn Policial de la antes sefizlada agresién, los mismwos procedieron a imervemt al cigjeto de que cesara la misma, momento en el que, ante la citade intervencién, se origin un gran tumulto en el que diversos trabsjadores acometieron contra los agentes policisles quienes, uns vez rescatado al trabejador agredido (Sr. Iglesias Vallejo) procedieron a replegarse, siendo entonces cirando persona no identificeda cerré la puerta corredera de acceso, epalancéndola con sna valla de obra, lo que propicié que al agente 87508 le pillaren un pie con la mista, y que quedasen enceirados dentro de la factoria dos agentes policiales que comenzaron a ser rodeados y acometidos por gran cantidad de trabajadores, por lo que no pudiendo prestarles ayoda él resto de policias, al ester cerrada Ia puerta correders, y viendo que la vida de aquélles pudieran correr un serio peligro, el agente 85166 cecidié utilizar su arma reglamentavia y asi, una vez constade Ja inexistencia de obstaculos que pudieran propiciar algiin ce>cte, realas siete disparos al aire, uso intimidatorio del arma que cas6 el lito fin perseguido, pues al sonido de 1s detonaciones sigaié la deposicidn de la actitud agresiva Je los trabajadores. que se replegaron, dando esi ocasién de que, una vez desatrenceda le puerta, los policias encerrados pudieran salir del recinto auxiliados vor sus com siicios. A pertir del citedo ‘momento la situacién ec fue progresivamente nommalizando, pudiendo finalmene acceder a su puesto de trabajo los trabaiadores que asf lo desesron. Madrid No queda debidamente acreditado que en los citados hechos de coaccién a los ‘mabajadores para que secundaran la huelga y agresivos respeuro a éstos y a los agentes de potisia tuvieran participacién los acusados D. José Alcazar Blazquez, D. Tornds Garcia Rojas, D. Enrique Gil Augusto, D. Rodolfo Malo 3, D. Jerénimo Martin Jurado y D. Rail Fernénder Heméndez, habiendo retirade el Ministerio Fiscal la acusacién respecto de D. Edger Martin Arrese y de D, Armando Barco Pizarra, siendo que basta ¢] tramite de conclusiones definitivas éstos venian también siendo acusados por los misenos hechos. FUNDAMENTOS DE DERECHO PRIMERO.- Presuncién de inocencia El derecho constinucional a la presencién de inocencin es ta primera y principal garantia gue el procedimiento pens! otorga al ciudadano acusado, Constituye vn prixcipio fundamental de la civilizacién que tuiele ta inmunidad de los no culpables, pues en un Estado social y democrético de derecho es esencial que los inocentes estén en todo easo protegidos frente a condenas infimdadas. La condena de un inocente representa una quiedra absolute de los principios bisicos de libertad, seguridad y justicia que fundameatan el contrsto social y por ello el derecho constitucional a ia ppresuncidn de irocencia constitaye el presupuesto bésico de todas las denis garantias Gel proceso, Como regla del juicio, el principio de presuncién ce inocencia impone a la acusacién le carga de ta praeba por encima de cualquier dude razonable (STS 14-9- 2006}. Asi, como ¢8 bien sabido, el derecho a le presunciéa de iuocencia se vulnesa cuando se condena s alguna persona sin pruebas 0 valiéndose de pruebas oblenidas ilegelmente. Por lo demis, Ia presuncion de inocencia implica las siguientes conseouencias: ) Que inicialmente debe presumirse a iocencia de toda persona ecusada, en tanto tal presuncién -de naturaleza juris tantum»- no haya sido desvirtuada; b) Que, en principio, imeamente pueder: servir pera desvirtuar dicha presuncion las pruchas practicadas en el juicio oral, con las debidas garantias legales y constitucionales, bajo los principios de inmediacién, oralidad, publicided y contradiceién (articulv 120.1 y 2 CE); &) Que corresponde a las partes acusadoras la carge de la prueba (el ecusado no tiene que prober su inocercia), d) Que la valoracion de las pruebas es competencia propia y exclusiva del Srgaro jurisdiccional (articalos 117.3 CB y 741 LECrim); y ¢) Que el Juzgador deberd inutivar suficientemente 1a sentencia (articulo 120.3 CE). Abora bien, respecto a 1a valoracién de Ia prueba y 1a exigencia de motivacién de las seatencias absolutorias hemos de resefiar aqui las notas especiales que al respecto ‘marca In jurisprudencia de! Tribunal Supremo. ¥ es que, corre dice la STS 7-12-2005, en principio, las exigencias de motivacién tambiéa son de aplicacién a las sentencias absolutorias. De un lado porque la obligacién constitucional de aiotivar las sentencias contsnida en los articulos 24.2 y 120.3 de la Constitucién, asi como en las Leyes que los desarvo:lan, no excluyen las sentencias absolulorias. De oto, porque la tutela sadicial efectiva también corresponde a las ecusaciones en cuanto a] derecho a uns resolocién fiundada. Y de otro, porque fa interdiccién de la arbitraviedad afecta a todas las decisiones del poder judicial, tanto a las condenatorias conso a las absolutorias, y la ‘nexistencia de te) arbitrariedad puede ponerse de manifiesto x través de tna suficiente findamentacion de lo decisién. Sin embargo, no puede dejarse de lado que las sentencias absolutorias no accesitan motivar la valoracién de pruebas que cuervea wana presncion existente a favor del acusado, contraria a su culpabrlidad. Antes al contrario, cuentan con dicha presunciin, de modo que en pr.ncipio, para considerar suficientemente jastificads una absolucién deberia bestar con la expresi6n de la duda acerca de si los hechos ocurrieron como sostiene la acusacién. , si se quiere, para ser sods exactos, de uaa forma que resulte comprendida en el relato acusatoriv. Pucs de ro ser asi, no seria posible la condena por esos hechos. Esta idea ha sido expresada en otras ocasiones por la Sala Segunda de] Tribunal Supremo, Asi, se decia en la STS mim. 2051/2002, de 11 de diciembre, que das sentencias absolutorias tambiéa han de cumpiir con a exigencia constitucional y legal de sey motivadas (art. 120.3 CE, 248.3° de la LOP) y 142 de la LECrim), aunque no se puede requerit Ia misma especie de motivacion pare sazorar y fandar an juicio de cculpabilidad que para razonar y funder su contrario, El juicio de no culpabilidad o de inocencie es suficiente, por regia general, cuando se funda en Is falta de conviccién éel Tribunal sobre el hecho o Ia participacién del acusado. Como se dijo en la STS 18671998 socordada por la 1045/1998 de 23 de septiembre y la 1258/2001, de 21 de junio "le necesidad de razonar Ia certeza incriminatoria a que haya Hlegado el Tribunal ‘8 una eonseeuencia no solo del deber de motivacién sino del derecho a la presuncién de ‘nocencia. No existiendo en Ia parte acusadora el derecho a que s¢ declare !a cu'pabil:dad del acusado, su pretensién encuer:tra respuesta suficientemente razonada 5 el Tribunal se limita 2 decit que no considera probado que el wusado participase en el hecho que se reiata, porque esto slo significa que fa dude inicial no ha sido sustinuida por la necesaria certeza. ¥ es claro cue basta la subsistencia de Ia duda para que no sea posible la emision de un juicio de culpabilidad y sea forzosa, en consecuencia, la sbgolucién'». ¥ también en la STS nim. 1232/2004, de 27 de ocniore, se puece leer a2 «de otra parte, su exigencia [la de wotwvar) seré, obviamente, distinta si la sentencia es condenatorie 0 absohutoria. En este supuesto, la motivacion debe satisfacer Io exigencia derivaca de la interdiocién de la arbitrariedad (art. 9.3 de la Constitucién), en tanto que el drgano jurisdiccional debe seiielar que en el ejervicio de su funcién no ha actuado de manera injustificada, sorprendente y absurda, en definitive, arbitraria. En la sentencia condonatorie la motivacion, ademés de este contenido, debe exymreser las razones por los ‘que entiende que ei derecho findamental a la prestaeién de inocencia ha sido enervado por una actividad peobstoria tenida por prueba de cargo. En otras palabras, la otivacién de la sentencia absolutoria se satisface en cuanto expresa una duda sobre los ‘hechos de ia acusacién, porque le consecuencie de esa duda es la no enervacién de: derecho a Ja presuncién de inocencia». ‘Asi pues, y aplicando la citada dactuina al caso que nos ocupa, se hace necesaria ‘una valonacién de la prueba que, practicada en el juicio con Jas debides garantias, se ha ie despiegar en dos Ambitos diferenciados: en un primer plano se valorard la acredi-acién de los hechos ocurridos el cia 29 de septiembre de 2019 a la puerta de la factoria Airbus de Getafe que tavieran relevancia penal, y segu:damente abordaremos la prueba referida 4 la posibic imputacién personal de fos mis:nos a cada uno de: los boy acusados, ‘maine este SEGUNDO... Valoracién de la prueba I: La acreditacién de tos hechos En el esorito de acusecién éel Ministerio Fiscal, si bien de una manera un tanto genética pero lo suficientemente acotada como para poder conocer qué dalitos se les imputa # cada uno de los acusados (por lo que ninguna indefensién material as! se Tes cesiona), se relacionan tres tipos de hechos generadorcs de la correspondiente responsabilidad penal: el coaccionar a trabajacores para que cesistieran de su derecho a acudir a su puesto de trabajo, los insultos, amenazas y agresisr fisica dirigida a uno ce 4éstos cuando quiso acceder a la factoria, y los insultos, amenazas y agresiones dirigidas 4 ‘os agentes policiales cuando, a la vista de la anterior agresién, tuvieron que intervenir. Analicemos por separado 1a prueba referida a cada eno de estos hechos. Ys La coaceién « los wabajadores para compeleries a realizar la huelga, impidiéadoles acceder a su puesto de trabajo, hechos que serian subsumibles en el delito previsto y penado ea el articulo 315.3 del Cédigo p-nul. Todos los acasados, niegan categoricamente haber participado individualmente a en conjunto, modiando evalquier tipo de connivencia, en actos coactivos para imped. que los trabajadores que no querian hacer huelga pudieran acceder a su puesto de abajo, destacéndose no obstante cisrta contradiecion como sefalar (Sr. Aleézar) que 10 viera que nadie impidiera el acceso a los trabajadores, y que luego reconozca que fue él quien ayudé al Sr. Iplesias Vallejo a poder entrar en Ia farroria, siendo logica que si tuvo que realizar ddicha accion mediadores es que el citado tabajador tenia mermado cl acceso libre a su lugar de trabejo. Pero la oranda ecreditacion de que dicho imzedimenta existi6 viene de Ja deposici6n reatizada por los agentes policiales, por los trabajadores afectados, por los vigilantes de seguridad ¢ incluso por algin testigo de la propia defense, todo ello ademés corroborado con Ins imagenes de las chmaras de seguridad visionades en el juicio. En efecto. Los agentes, con distintas matizaciones y alguna isuportante conliadiccién que sera objeto de valoracion en el Fundamento tercero de la presente, si ‘eve Coinciden en sefalar que existia un claro impedimento al libre aoceso a la fabrica de Jos srabajadores que querian acceder a su puesto de mubsio, sefialando que los Ihuelguistas taponaban la puerta, proférian amsultos y tachabun de esquiroles a quienes pretendiesen dicho acceso, Wegando, como veremos a continuacién, a rodear y agredir @ uno de ellos, el Sr. Iglesias Vallejo que asi fo relat de manera pormenorizada en su deposicién plenaria, r:ato corroborado objetivamente por el forme forense que recoge Jas lesiones suftidas (folios 136 y s.). En la misma linea, el t:abajador D. Luis Mariano Guillén sefial5 que consteté como 10s trabajadores reunidos en la puerta no dejaban entrar a nadie, por fo gue desde el primer momento no lo inttentd, pudiendo accoder a nuedia jomada cuando la situacién ya se habfa normalizads. En ello coincidieron también los vigilantes de seguridad, D. Enrique Amador, D. Pedro Clemente y D. Javier Manuel Calderén, quienes con distintas manzaciones, vinieror. a coincidir en el citado impedimento (a partir de que permitieran el acceso primero sdio de los servicios mainiros), escuchando gritos e insultos, y observando cémo se les escupia a los trabajedores. Incluso el trabajador D. Joaquin Resa, huclgnista alli concentrado, reconoee que vio que un trabajador (el Sr. Iglesies) intentabs. entrar, produciéndose por ello insults y un forcejeo. A fortion de todo lo anterior, las imégenes erabadas por las -ameras de Seguridad, sin ofrcvcr gran detalle, vicnen a aldsbouar lo acreditado, en ¢. nido de que, efectivamente, se evidencia a un grupo de personas que de manera evidente obstaculiza el libre acceso a la factoria del Airbus. be api stack estes 2/ Los insuitos. amenaras y agresiones inferidas al rrabajador Sr. Iglesias y a Jos agentes policiales aetuantes cue ser‘an subsumibles en los correspondientes delitos de atemtado y lesiones. Relerido de soslayo por algunos acusades con expresiones como “ineidente”, “hecho :amentable" o simplememe “iunulto”, la existencia de insultos, amcnazas y acoretizmiento fisico tanto del trabajador Sr. Iglesias como de Jos Agentes policiales que acudieron en su auxilio conté en el juicio con una prueba suficiente para su acreditacién. Los policfas vinieron a coincidir cémo ante 24 conato de entrada en la factoria Vevado a cabo por el Sr. Iglesias, varios trabajadores Jo rodean y corienzan a agredirle, relato que tambign realiza en el juicio la propia victima quien, como hemos icho, sufnd con unss lesiones objetivadas en el correspondiente informe forense (folios 136 y s,), testiGcando en el mismo seutido el trubajador D. Luis Mariano Guillén que lo vio desde ly distancia. Y en cuanto al avometimiento realizady contra los policias, ya que estos hechos se produjeron en el interior de la factoria, son acreditados por el detallaco relato de ios agentes, en particule: los n° $464, 87725, 109263, 88576 y 100297, amén del 87508 (egeote no perteneciente a la CIP sino a la Comisuria de Gecafe) y del 85166, quien vieudo encerrados y rodeados a dos de sus compafieros, temiendo por st vids, realizé los disparos intimidatorios a que hicimos referencia en nuestro factum. Dichos relatos incritainatorios contazon con la corroboracién objetiva de los informes forenses que recogian las lesioncs evidenciadas ea los agentes (folios SO y 51, 62 y 63, 73 y 24, 82 v 83, 92 y 93, 100 y 101, 109 y 110, 127 y 128, 226, 276, 278, 508 a 510 y 1189, sobre cuyo contenido las defeasas preguntaron profusamente a Jos forenses autores Ue los raismos) y de manera parcial por a visualizacién on Sala de las grabaciones ifundidas po: Europe-Press (ab producirse los hechos dentro de In factoria, la yrabacién zeal:zada por las cdmaras de seguridad de la puerta de acceso apenas si recoge el inicio de los incidentes) en donde se constera el enfrentamiento entre trabajadores y policlas. Dicho fo anterior, y ya desde el trémite de cvestiones previa, las defensas de los acusados han venido sosténiends que los hechos dados agui como acreditados, en particular los que serian subsumibles en el articulo 315.3 del Cédigo penal, estarian ‘sxaparados on el derecho fundamental al ejercicio de la huelga y en la libertad sincical, siendo que ya en dicho trémi:e provesal denegué sucinta y oralmente la cuestién planteada, sefialando la incompatibilidad del ejercicio de derechos fundementales y litertades piblicas mediante actos gue supongan coaccion, intimidacién o eualguter ‘ipo de violencia, respuesta adelantada que hora ha de recibir una complet fundamentacién. Es doctrina constitucionel 1a que afirma que el conten:do esencial del derecho de inselgo consiste en la cessci6n del trabajo en cualyviera de sas mantfestaciones, ateleo gue implica a su vez ‘a focultad de declararse en huelga, establesicndo su causa, motivo y En, y la de clegir la modalidad que se considere més idénea al respeclo, dentro de los ‘ypos aceptados legalmente (S7C 332/1994), y en tal contuaco también resulta esencial Ja consecucion de una cierta cficacia (SIC 41/1984). Arora bien, también se ha preocupedo el Tribunal Constitucional en subrayar (STC 332/194) que ef derecho de juelga, como todo derecho, es un derecho limitado, limites que en primer lugar vendriam fijados por el iegisiador, y en segundo lugar por el ejercicio de otros derechos. Respecio a Jos primeros se nos recuerda (SSC 11/1981 y 332/1994) que la Constitucién lo que hace es récongcer el derecho de huelga, consagrarlo como tal derecino, otorgarle rango constitucional y atribuirle las mecesarias gaiantias. Comresponde, por ello a} legislador ordinario, que es el represéitante en cada momento ane stast ‘edits Madrid de la soberania popular, confectionar una regulac‘én de las condiciones de ejercicio del derecko, que serdn mas o menos restrictivas © wbieutas de ecuerdo con las directrices politicas que le irspulsen, sicmpre que no pase mas ellé de los limites impuestos por las normas constitucionales concretas y del limite genérico del ax. $3, no importando, pues, a efectos de juzgar su constitucionalidad, si la regulacidn del derecho es restrictiva sino i sobrepasa o no sp contenido eseuclal. Ademés, como tamb én sc afinné en el mismo lugar, “el reconocimiento del derecho de huelga no tiene por qué entraiiar neveseriamente ¢l de todas las formas y modalidades, el de todas las posibles finalidades pretendidas y menos atin el de todas las clases de aceidn directa de los trabajadores” Siendo pues ta huelga un derecho de los trabajadores. pero no une obligacton ue pueda imponerse a ellos, ta coaccidn ejercida sobre los trabajadores que no quieren sccundar Ja hualga debe tener ia oporeuna respuesta punal, 1a cual puede venit dada po: Ia existencia de un tipo penal especifico, opcién po: la que ha optado nuestro legislador con el vigente articulo 315.3 del Cédigo penal, 0, en su defecto, por su subsuncién en el delito general de coacciones del artievlo 172 del mismo Texto Punitivo, Ambos preveptos, 315.3 y 172, se hallan asi en la actualidad en wna relacién de concurso aparents de normas que ha de solventarse conforme al criterio de Ia especialidad previsto en el articulo 8.1 del Cévign penal, segin el cual el precepto especial (art, 315.3) se ha de aplicar con preferencia al gencrl (art, 172). Es por ello que si se derogara el vigente articulo 3153 det Cédigo penal. como desde diversos dmbites se viene pustulando. en modo alguno ello supondria que las conductas coactivas sobre los trabajadores, a fin de que obligatoriamente secunden una hueiga, quedasen huérfanas de respuesta penal, pues en todo caso serian subsumidas en el tipo general de coacciones del articulo 172 de! Cédigo penal (en tal sentido véase STS 362/199, de It de marzo, Ponente Carlos Granados), pucs es evidente que uta corducta consistente er compeler coactivamente a otro e efectuar lo que éste licitamente ung quie-e hacer mance puede queder al margea de la tutela pen: En definitive, el derecho de huclge aglutina bajo st concepto un conjunto de Uciechos, entre los que se encuentra el derecho de dif undir y dar publicided a la propia hhuelga, €s0 si siempre de forma pacifica, pues como bien sabraya In STC 37/1998, aunque el derecho de huelga reconocido en el ariculo 28.2 de 1a Constitucién implica el derecho arequerir de otros trabajadores su adhesin a la huelya y a participar, dentro del marco legal, en las azciones conjuntas dirigidas a tal fin, e:t modo alguno ello puede significar que se incurra en coacciones, intimidaclones, ameaazas ni actos de violencia de ninguna clase. Fs por ello que el articulo 315.3 del Cédigo penal tiene como bien juridico protegido el derecho de los ‘tabajadores a no participar en la huelga, o en palabras del Tribunal Supremo, “i: derecho a no hacer huelge 0 a no estar en huelga” (STS 750/1986, de 22 de mayo. Ponente Ramén Montero Feméndez-Cid, referida al articulo 496 del Codigo penal de 1973, antecedente directo del vigente art. 315.3). ¥ es que tanto el Ordenamiento juridico (articulo 6.6 del Real Decreto-Ley 17/1977) como la jurisprudencia constituctonal (por todas SSTC 32/1994, 137/1997, 37/1998 y AATC 71/1992 y 188/1994) abundan en el cardcter pacifico que han de revestir los actos de invitacion a éjercer @ derecho ds Imelga, proscribiendo asi actos coectivos, intimideroros, amerazantes 0 violentos, resultando asi obligado el respetar Ja volumad de las trabajadores que optan por no ejercer et eracho de hueiga, libertad ‘que expresamente les reconoce el articulo 6.4 del Real Decicio Ley 17/1977 En tal sentide son contundentes las palabras de avestra jurisprudencia constitucional sl afirmar, sin ambages, que “es patente que quien ejerce la eoaccién psicaldgics o presi hhuelga se sitia extramuros de! Ambito constitueionalmente io legitimo dei derecho reconocido en e] articulo 28.2 de la Corstitucién espafola. De un lado, porque limita ta libertad de los demés @ conrinuar trabajando y, por otto, porque afecta a otros bienes y derechos constitucionalmente protegidos como son la dignidad de las personas y su derecho a la integridad fisica y moral recogidos en los articulos 10.1 y 15 de la Constitucién espafiola” (STC 37/1998). TERCERO.- Valoracién de la proeba II: La imputacién de los hechos a los acusados Una vee acreditados fos hechos, se ha de abordar si oun la prueba practicada en el plevario se puede imputar su autoria a algunos de los acusados. En este sentido, debeinos comenzar cecordando que uno de tos principios essnciales de un Derecho penal demosritico, ei principio de culpabilidad, incardina dos principios que en e1 caso que nes ocupa son de importanc:a trascendental: el principio de personalidad y el principio de responsabilidad por el hecho, El principio de personaiidad sapone qxe sblo se puece haver responsable de: dedito un sujeto per hechos que le son propios y, por tante, no por hechos afenos. Nadie admite hoy la existencia de una responsabilidad peril colectiva (aparte de los supuestos de responsabilidad de las personas juridicas contempladas por nuestro ‘Ordensmieato penal), a la manera que se cozocia en el Derecho medieval, en donde como os bien sabido se pennilie, por ejemplo, castigar a una familia por el ilicito cometido por uro de sus sniembros, La doctsina del Tribunal Constitucional ha sido en este sentido contundente a la hora de subrayar la ineludible necesidad de “una individualizacién adecuade de los actos ilicitos y no mediant> la imputacién colectiva a ‘an grupo determinado de actos penalmente reprochables, pars -ondenar a cualquiera de ellos” (STC 332/1994), afirmando en este sentido y para casos como el presente, que “el gjercicio abusivo del derecho de huclga no puede identificasse con la participacién en grupos de hmelguistas, y tampoco la mera representacién de los mismos es, de acuerdo con la Ley, motivo suificiente para sei responsabilizado por el delito de coacciones cométide par otros. Tsles icterpretaciones no tienen en cuenta que el derecho de huelga, reconocido en el art. 28 CE., implica el derecho a requerir de otros la adhesién a la hhuclga y a participer, dentro del marco legal, en acciones conjuotas dirigidas u tal fin, sin gue quepa admitir que el art. 496 del Cédigo Penal (2cteceden:e del actual art. 315.3) ace responsables a quicnes eneabezan tales acciones de los excesos punibles ‘que puedan cometer otras personas de un grupy. Un entendiniento de esta especie del art, 496 CP. no sélo superaria los Yimites legales previstos en e) art. 28 C.E., sino que ‘chocaria abiertamerte con cl principio de personalidad de In pena, que, como ha declarado este Tribunal, esté protegido también por o) art. 25.1 de la Norma fundamental” (STC 254/1988), El principio de responsabilidad por el hecho peoscribe €l castigarse formas de ser © personalidades, preseribiendo este principio el castigo s6lo de conductas; de ‘echos, lo que supone la exigencia de un “Derecho penal de hecho” que se opoze a la posibilidad de castigar a alguien simplemente por sa modo de ser 0 d¢ vivir, enlazando asi este principio con el de legelidad y con la exigencia de tipicidad de los delitos {mandato de determinaciin y certeza de conductas sancionables penzhueate), con lo que se-cierra la puerta a un “Derecho penal de autor" y «la “teor-a de fos tipos de autor” que sostuviezon en su dia los penslistas nacional-socislistas y que cecogié el Cédigo penal nazi al desterrar el principio de legalidad, afirmandy co su parégrafo 2 (en redaccién dada po: Ley de 28 de junio de 1935) que se podfa castigar un hecho cvando el mismo meereciere ura pena “segim la idea fundamental de une ley penal y segiin el sano sentir:iento del pueb:o aleméa” Es pues desde !a atalaya que representan ambos principios (responsabilidad penal por un hecho y exigencia que el mismo sea obra propia y no ajena) desde donde procede ahora estudiar si los hechos declarados core probados, conforme hemos dicho 1 anterior razonamiento juridico, pueden ser personalmente imputados a los hoy seusados, interrogante el que, ya adelantamos, debe de darse una respuesta negativa. Pues bien, Ja principal prueba de cargo que pesa sobre los acusados es el recouocimiento que determinados testigos (mayormente agentes policiales) llevan a cabo de los mismos, reconocimiento que en modo alguno puede calificarse de coneluyente. En este sentido hemos de comenzar sefialando que en el momento de los hhechos, y Iuego de Ia intorvencién policial, no hubo ninguna detenciéa, por lo que la jon de los acusados se gest6 a partir de las declaraciones sumariales de los agentes policinles, ceclarecioner que en un principio fueron vagus y genéricas, quedando ast supeditadas « las posibles niedas de ceeonocimento posteriores. Hasta aqui nada objetable Lo que ocurre después es que para concretar las personas que han de ser sometidas a reconogimiento se abre un procedimiento “pecul-ar™ consistente en someter a le misma a todo aquél que taviera visos de estar implicada en los bechos, recabando infozmacién ce los trabajadores atendidos en e! botiquin de lz empresa, quizis partiendo Ge la presuncién de que quien fur ierido durante ta hnelga bisa pudo tener paricipaciér, activa en los hechos delictivos investigados. La rueda se converte asi en una especie de “indagatosia general” que se aleja del fenor literal del articulo 368 pues fa misma no se alza. para reconocer “a quien se dirige el cargo”, sino previe 2 ello, para detesminar “a ‘quien se ha Ge dinigir los cergos”. Ello expiica el mimero ce personas que una vez sometidas a rueda, quedaron exentos de quedar sometidas a Ia accién penal. Pero es que ademas los citados reconocimiemtos se realizan después de ransourridas una media de dos afios desde os hechos (un aio y siete meses las ruccas de D. José Alcizar, D. Jeronimo Martin y D. Rat] Fernéndez. un afto y ocho meses la de D. Rodolfo Malo, y dos aos y cinco meses en el caso de la de D. Enrique Gil), lo que explice las contradicciones € inconsistencsss de las acismas que a continuacién pasarzos a detallar. En el caso de las nuedas a que fue sometido el Sr. Aledzar (Lecha 2-4-2012), el principal wabajador eoaccionado y agredido (Sr. Iglesias) se limisa a reconoverfo como quien realizsba iabores sindicates o con fa person con Ia que hab! (£. 680), actividad de direccién sindical logica al ocupar €) puesto de Presidente del Comité [nter-empresas de uno ce 10s sindicalos convocantes de la huclga, lo que explica que solamente ea tal conicién de integrante del piquete lo revonozcan los agentes 70287 (f. 681), $5166 (F. 682), 88576 (f 686), 109263 (f. 688), descarrando expresamente algunos testigos que realizara actos coactivos o agrcsivos (agente $2994, £644) y existiendo incluso cizeo icatigos que no Negan ni siquiera a roconocerlo (ff. 692 y ss.}. En este contexto resulta cuanto menos paradéjico que el agente 100197 (f. 687) jo reconazca como el autor de 10 sewrrisneon de sis una agresin a su compatiero, y éste (agente 87508, f. 689) lo descarte como wutor dela agucsion suftida. En el caso de D. Jerénimo Martin, de las diecisiete ruedas a las que fue sometido, en diez de ellas nadie lo reconoce ni identifica (entre eltos los agentes 87508, 34666, 87725 y los trabajadores Sr. Iglesias y Sr. Luis Mariano Guillén, t& 795-797 y 80S y ss.), existiendo varios que se limitan a sefialar que se encontraba en el lugar de los hechos sin poder atribuirle accién alguna (agentes 109263, .00197, 88576, 70287, f€ 798-800 y 802), siendo los menos, tan solo tes, quieves le atribuyen algin acto de trascendencia penal, si bien uo exeates de contradicciones: el agente 85166 (f. 803) dice que “intenté agredir”. ¢, 82994 (F. 801) y se refiere a las coacciones pars impedir aoveder @ los trabajadores a la factoria, y el 80945 (£804) hace referencia a las amenazas a una trabajadora embarazada (las cuales, supuestamente no se realizan en el lugar del resto de tos hechos). Por lo que a D. Rodolfo Malo se refiere le atribuyen actos de impedir el acceso ée les uabajadores los agentes 84664, 109263, 88576 y 82994 (EF. 956, 957, 960 y 961), frente a los que simpiemente dicen revonncerio por estar én el lugar de los bechos sin atribuirle nada delictivo (agentes 85166 y 87725, ff 963 y 909) 0 los ocho que rotundanente no le reconoven (egemte 87508 y seis testigos mas, ff. 905 y 965 y s8.), ‘existiendo el caso de quien en la rueda reconoce a un picso de Aranjuez que formaba parte de la misma (agente 101197, f. 958), y des que le atribuyen actos agresivos {agentes 80945 y 70287, ff. 962 y 964), entre ellos los dirigidos al Sr. Iglesies, quien al folio 934 descarva que el Sr, Mallo le hubiera agredido. Mayor ausencia de atribucién de hechos delictivos accntece en el cao0 del Sr. Enrigue Gil. En diez ruedes nadie Jo reconoce (entre ellas ios agenivs 87508, 88576, 80954, el Sr. Iglesias y seis testigos més, fF. 1112, 1113, 1117, L119 y 1122 y-ss.), tres lo reconscen sin atribuirle hecho alguno (agentes 84664, 10197 y 82994, ff 1114, 1116 y 1113), y tes fe impcran Hevar un maicréfone, incitezdo y dando consignas (agentes 109263, 85166 y 70287; ff 1115 y 1120 ys). Por wltimo, y dado que e! Sr. Tomés Garcia no se sometié a ninguna iweda de reconocimiento, el Sr. Rail Femandez, sometida @ un total de diecisiete ruedas, treoe tuvicron como resultado el no reconocerlo (Sr. Iglesias, agentes 100197, 88576, 82994, 80945, 70287, Sr. Guillén y cinco testigos mas, fF 863, 867, 869-871, 973 ys, y B75 y 85). el agente 85166 dice (. 872) “sonarle otro”, dos agentes la imputan firar un cond (84664 y 109263 (ff. 865 y s.) y otro (agente 87725) se refivre a impedir la entrada de trabajadores. Todas estas inconsistensias y contradicciones, explicables légicamente por la fenomenologie de los hechos y el tiempo transcurrido desde los amismos hasta la realizaciéa de las medas (que repetimos, en algunos casos Mevaron a que los agentes intervinientes reconocieran y atribuyeran hecho a quienes eran presos de le prision de ‘Aranjuez que simplemente fueron waidos al Juzgado para formar la oportune rueda), en ‘modo alguno pueden solventarse con el pretendido recosocimiento de lus acusados en Sala. En este sentido, hemos de recordar que es contante La doctrina jurispradencial que sefala que la diligencia de reconacisiento en rueda es “tipicamente sumerial” y la califica de “indénea del plenario” (STS 26-4-2004), entendiendo que el transcusso del tiempo juega en detrimento de tod identifieacion realizada a roucha distancia temporal Madrid do los Lechos. No obstante ello, no es obsticulo para que en el interrogetorio de los testigos © victimas durante el juicio oral pueda extenderse el reconocimicnto de! acusado como agente éel hecho tipico enjuiciado. La diligencia de teconocimiento es propia de la tase surnarial, lo que no empece, y aun ¢s plausible, cue en el curso del interrogetorio de los testigos en el plenario, las partes pued:mn dirigir sus preguntas al festigo en orden a reconocer al procesado presente en el acto (STS 21-10-1996), habiendo Ilezado a entenderse que las iregularidades invalidantes de una rueda sumavial pueden superarse mediante 1a identiZcacién directa en el plenario (STS $-5- 1995), si bien no han faltaco ocasiones en los que se ha subsayado la imposibilidad de que el reconocimiento directo del plenario eusttuya Ia ciamerosa omisiGn realizada en 1a fase sumarial SAP Pontevedra 31-3-1998). A Ia huz dela citada doctrina jurisprudencial se nos alza evidente que las citadas contradiesiones @ inconsistencias no pueden, repetunos, solventarse en un reconocimiento en Sala que se produce luego de inds de cixeo aifos desde los hechos, y méxime cuando dvbido a le trascendeacia medidtica del proceso los agentes han tenida Ja oportunidad de ver reiteradamente la fisonomia de los acasados en los medios de comunicacién, De ello es sintomético e} hecho de que uno d2 los agentes policales, al peguntarle 1a defensa sobre Ta explicacién de una especie de “wemoria progresiva” (cou:raria a cualquier I6gica y a las méximas de fe experiencia) que le leveba 2 reconocer en Sala a quien no fie reconocido en rucda, dijere que lo reconocia ahora al vera todos los acusedos sentido juntos. Por si lo anterior no fuera ya de por ¢! suficiente para lasire’ de valor probalorio algeno a los reconocimientos de los acusados, séle recoréar que es también doctrina constitucional 1a que viene a recalear que como prueba inics, el reconocimiento en rraeda no (iexe valor suficiente pare enervar, por si suia, lt presuncién e inocencia, pues la misina vendria referida sélo al aspecto eubjetivo del delito (la persona suptestarnente responsable del mismo) pero no a la necesaria prueba de la existencia del propio hecho, couya realidad deberd quedar probada pot ot1os medios. En palabras del propio Tribunal Constitucional: “serd nocesario que aparte de la identificacién y determitaciéc. del inculpado, se aporten medios de pracha que, referentes a los hechos y actividades que se ‘e impctan, se produzcan cor las necesarias garantias de inmediseién y contradicciéa en ia vista oral, pucs cl juicio légicamente no verea sobre la identificacién del inculpedo como objeto de la acusacién sino sobre sa culpabilidad o inocencia” (STC 148/1996). Y en este sltimo scutido, en el plenario se practicaron otras pruebas que ne pueden cimentar ln imputacién personal de hechos delictivas a los hoy acusados, sino antes ai contrario. Asi, al Sr. Alcazar varios testigos le atribuyen actividades mediadoras ¥ de apaciguamiento tanto en el momento de los hechos (deposicién de los tres vigilantes de seguridad y visionado de las cémaras) como una vez producidas las detonaciones (director de Seguridad y Responsable de relaciones laborales de Airbus resaltan en el plenario ests labor mediadara y de conciliacién}; al Sr. Toméa Garcia se le ve en Ia grabucién en acttud totalmente pacifica y a D. Enrique: Gil intercediendo frente a Jos trabajadores a fir. de evitar el enfrentamicuto con la policia, siendo que a D. Rodolfo Mallo también se ie observa cor. actitud pacifica y a D. Jerénimo sélo puede verse con una herida en la cabeza. En cuanto a D. Rail Feméndea, depuso a su favor el teabajador D. Rafaei Cubero quien vino a corroborar la versidn de éste segin la cual se enoontraba dentro de 1a facioria (‘0 que impide que se le vea en ninguna grabacién) cuaado fue atzopellaéo por un tumulto, cayendo al suelo, marchando a continuacién al 2 Madrid botiquin a ser arendido. Y respecto a la agresién sufrida po: el Sr. Iglesias, como ya adelantamos, los agcatcs no reconocen expresamente a los auiteres de las mismas, cosa que tampoco pueda hacer él mismo, dando como simple referencia que el autor de sa agresion fue golpcado en la cabeza por w» policia, produciéndole una herida, dato insuficiente para su identificacion, pucs como afirmé el médico de Ja empresa, fueron atendidos en el botiquin tres trabajadores con Leridas inciso-contasas que requirieron de sutura, amén de que el citado herido bien pudo no haber acadide al citado botiquin, La falta, pues, de acreditacién de {a imputacién personel de hechos concretos @ cada uno de los acusados hece ya de por sf incensario abordar en profundidad el eatadio de una posible coautoria de los acusados por tener los naismos un dominio fancional det hecho, pues es de sobra conocido cue tal forma de atribuir la coautoria requiere, ademés del reparto de rolws, Ue um sezerdo previo hoy buérfane de tedo soporte probatorio, En esto sentido vaste recordar las palabras de la STS 14-2-2012 (ponente Jorge Barreiro), cuando afirma que la jurisprudencia de esta Sale aprecia la 2oaxcoria por condaminio funcional del hecho cuando varias personas, de comin acuerdo, toman parte en la gjeoucién de un hecho tipico constitutive de delito. Ello zequiere, de una parte, a existencia de una decision conjunta, clemento subjetivo de Ia cozctoria, y un dominio funcionei del kecho con eportacién al mismo de una accién en la fese ejecutiva, quc integra el clemecto objetivo, Sera coautor quien dinje su accion a ta realizacién del tipo can dominio de la acci6n, que serd funcional si existe la divisién de fiunciones entre Jos interviniemtes, pero tordas con ese dominio de fa accién caracteristico de Ja eutorfa. No ‘eg ncocsario que cada coautor ejevute por si mismo los actos matenales integradores del niicleo del tipo, En consecuencia, a través del desarrollo del “pactan escucleras" y del con-dominio funcionsl del hecko cabe integrar en la commoria, como ealizacién conjunta del hecho, aportaciones no integrantes del micleo «el tipo, que sin embargo contribuyen de forma decisiva a sa ejecuciin. Segiin Ia teoria del dominio del hecho, son coaulores ios que reslizan una parte necesaria en fa cjecucién del plan global aunque sus respectivas contribuciones no reproduzomn ¢l acto estrictamente tipico, siempre que, sun no reproduciéndolo, tengan el Comino funcional del hecho, de suerte que sez éste, en tn sentido muy preciso y literal, un heco de todos que a todos pentenezca (SSTS 27-4-2005, 20-9-2005, 10-11-2005, 27-3-2006, 3-5-2006, 25-10- 2008, 16-5-2007, 1 7, 27-2-2008, 27-1-2009, 299-2008, 14-10-2008, i6-4-2010, 5-5-2010 y 4-7-2010). Aqui, repetimos, no queda probada ni la existencia de pactum sceleris ni la ealizacién de hechos conforme a los roles asignadas. CUARTO,-- Costas Dispone el articule 240.2* de la Ley de Enjuiciamierto Criminal que munca se ‘mpondran las costas a los piovcsados que fueren absueltos. Por todo ello, y visios los citados preceptos, asi como las demas de pestinente y necesaria aplicacién FaLLo Que debo absolver y absuelvo, en virtud del principio acusatorio, a D. Edgar Martin Arrese y 2 D, Armando Barco Pizarra de los delitos contra Jos derechos de los 13 tabajadores, atentado y lesiones de los que venian siendo avusados, declarando las costes de oficio. YY deo absolver y absuelvo, por aplicacién det principio de presuncién de imoeencia, a D. José Alcézar Bldzquez, D. Tomés Garcia Rojas, D. Enrique Gil Augusto, D. Rodolfo Mallo Olives, D. Jerénimo Martin Jurado y D. Raiil Fernandez Hernirde7, de los detitos contra los derechos de los trabajadotes, atentaéo y lesiones de los que venian siendo acusados, dectarando las costas de oficio. ‘Notifiquese la presente en legal forma a lus pates y # los perjudicados y ‘ofendidos por el delito, haciéndoles saber que Ia presente no es firme, pudiendo presentar ante la Ima, Audicucie Provincial de Madrid, recurso de apetacién en el plazo de diez diag a costar desde el siguiente de la notificacién. Expidase testimonio para su unidn a autos y Ilévese el original al libro de sentencias. Asi, por ser ésta mi sentencia, la pronuncio, mando y fimo, PUBLICACION: ads, leida y publicada ha sido la anterior sentencia por e Limo, Sr. Magistrado que la dicta en el dia de la fecha, estando cunstiruido en Audiencia publica, de todo lo cual yo el Letrado de la Aduinistiacién de fusticia doy fe.

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