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HISTORIA DE LAS MUNICIONES

La pólvora es la materia común para impulsar los proyectiles. En la época de los mosquetes
y arcabuces, se les introducía la pólvora y la bala en sus cañones; la pólvora debía
comprimirse con una baqueta que también se usaba para colocar el taco de papel, y para
provocar el disparo se encendía una mecha que tenía el arma. En estas antiguas armas era
muy prolongado el tiempo para introducir la munición y el tiempo para dispararla.

En el siglo XVII se inventa el fusil, que no utiliza mecha, sino la llave de pedernal para
hacer instantáneo el disparo, y en 1830 esa llave fue sustituida por la llave de percusión,
que hizo realizable el disparo al mismo instante de oprimir el disparador. En esa misma
época, se hicieron otros avances en los fusiles para lograr mayor alcance mortal y
estabilidad en el disparo (véase rayado de ánima).

En la década de 1840 se inventa el fusil de cartucho, que acortó el tiempo para cargar la
munición y permitió usar asimismo el fusil en diferentes posiciones. Los cartuchos eran
originalmente envueltas de cartón o tela encerada, que contenían una pequeña cantidad de
pólvora (llamada carga de propulsión) y también la bala dentro; algunos se rasgaban al
insertarse el cartucho en el fusil. Posteriormente se inventaron cartuchos que ya incluían el
cebo, haciendo más breve el tiempo para cargar la munición.

Posteriormente, los cartuchos estaban constituidos como en la actualidad por un cilindro


metálico (llamado vaina o casquillo) que contenía la carga dentro, el cebo (ahora llamado
cápsula fulminante) en el centro del culote (base de la vaina) y un extremo de la bala
embutido en la boca de la vaina.

Los revestimientos y aleaciones de balas comenzaron en la década de 1830 para evitar la


deformación de la bala que provocaba
inestabilidad en su trayectoria. La primera
aleación fue la de bismuto con plomo, y el
primer revestimiento fue el cobre sobre el
plomo.

Se denomina cartucho a la carga de


pólvora y municiones, o de pólvora sola,
correspondiente a cada tiro de un arma
de fuego, envuelta en papel o lienzo o
encerrada en un tubo metálico, que
puede contener solamente la pólvora, o
ésta junto con el proyectil, o finalmente,
ambos elementos y además el cebo.

ANTECEDENTES HISTORICOS
CARTUCHOS DE PAPEL
Existen fundados motivos para creer que el
cartucho apareció por primera vez en España, donde lo empleo la artillería en al segunda
mitad del siglo XVI, dándole el nombre de cachucho, probablemente a causa de llamarse
así cada uno de los huecos que en la aljaba servían para contener las flechas.
Ya Bernardino de Mendoza nos dice: “Los artilleros, hacen cachuchos ó sacos para
cargar más fácilmente y apresurar las rociadas...” (Teoría y practica de la guerra,
Amberes, 1595)
Esta innovación pronto pasaría a las armas ligeras, siendo ,al parecer, las tropas de
infantería suecas del rey Gustavo Adolfo las que hacia 1630 introducen el cartucho de papel
para cargar sus fusiles.
Este cartucho solo contenía la pólvora, lo que obligaba al tirador a realizar la carga en
varios tiempos (introducir el cartucho de pólvora, el proyectil, cebar la cazoleta,...) y, por lo
tanto, la capacidad de abrir fuego resultaba sumamente lenta. Había que introducir
modificaciones en el cartucho que facilitaran mas la carga del arma, y en principio la
cuestión fue solucionada con envolver el proyectil juntamente con la carga de pólvora. Pero
esto no aceleró mucho la cuestión, dado que a causa del rayado del anima del cañón había
que forzar la bala esférica con la baqueta, teniendo en ocasiones que llegar a golpearla con
mazo, función que reducía mucho la velocidad de fuego. Esto se solucionó en parte con la
aportación de un francés, el capitán Claudio Minie, quien diseñó una bala cilindrico ojival
con base hueca donde se introducía una pieza tronco cónica de madera que al ser empujada
por la fuerza de los gases, que produce la combustión de la pólvora, se introducía en la base
hueca de la bala haciéndola aumentar de calibre y ajustar al ánima para tomar
perfectamente las estrías. Posteriormente los ingleses perfeccionan la bala Minie logrando
suprimir la necesidad de la cuña tronco cónica de madera.
El empleo de esta bala facilitó la carga y posibilitó una cadencia de tiro de dos o tres
disparos por minuto, pero no era suficiente, había que seguir cebando la llave. El cartucho
tenia que seguir evolucionando hasta que se le añadiera el pistón o cebo para tener los tres
componentes que permitieran realizar la carga de una sola vez.
En 1799, Edward C. Howard, dio el primer paso al descubrir las pólvoras fulminantes,
que podían hacer explosión o prenderse al ser golpeadas. Innovación a la que no se la
encontró aplicación hasta que en 1807, el sacerdote escocés Alexander Forsyth inventa la
llave de percusión donde utiliza la propiedad de las pólvoras fulminantes de inflamarse al
choque. Posteriormente cuando se ve que la idea funciona, una serie de armeros comienzan
a perfeccionar la idea hasta que armero ingles Egess, inventa el pistón.
Solo faltaba ya que alguien encontrara la manera de unir el pistón al cartucho, y diseñara un
sistema de retrocarga que evite el tener que cargar el arma por la boca de fuego. Y como las
cosas complicadas siempre hay alguien que las hace fáciles, en 1836 gracias a Juan
Nicolás DREYSE, ven la luz dos grandes inventos que revolucionaran
el sistema de carga en las armas de fuego: el fusil de aguja y el
cartucho combustible.
El cartucho Dreyse, esencialmente consiste en una envoltura de papel
que contiene ya los tres elementos básicos: pólvora, bala y cebo
fulminante. Pero con un orden de colocación muy peculiar. El
fulminante va situado delante de la carga de pólvora, en el fondo de un
taco de madera, sobre el que se asienta una bala de plomo de forma
ovoidea; de manera que al disparar la aguja debe atravesar todo el
espacio ocupado por la pólvora para incidir en el pistón.
Exceptuando Prusia la mayoría de las naciones consideraron el fusil de aguja y el cartucho
Dreyse, un verdadero disparate, pero la realidad se impondría, y nunca mejor dicho, “por
las armas”.
El 3 de julio de 1866, en la batalla
de Sadowa, los prusianos,
mandados por Guillermo I, y los
austríacos, a las órdenes de
Bernedek, se enfrentaron durante
ocho horas. La superioridad del
armamento prusiano (el fusil de
aguja) fue la causa de las cuantiosas pérdidas experimentadas por los austríacos (60.000
hombres). Esta batalla, y las escaramuzas que la precedieron, pusieron de manifiesto de una
manera ejemplar las ventajas que tenían el fusil y la munición desarrollada por Dreyse
sobre todos los demás que estaban en uso en el resto de las naciones europeas.
A pesar de la incredulidad de algunos militares que propugnaron la idea de que al
combatiente no se le podía dar tanta facilidad de abrir fuego, pues se derrocharía la
munición en los primeros momentos del enfrentamiento, la realidad les demostró su
necedad. Una nueva era se abría para las armas de fuego y la avancarga tenían sus días
contados.
Sin demora, todas las naciones de Europa, comenzaron a cambiar el sistema de carga de sus
armas aceptando las ideas postuladas por Dreyse. Se inicia una corriente de progreso para
mejorar el sistema, y en esta ocasión será Francia la que coge el relevo.
Con la intención de disminuir la longitud de la aguja, pronto se variaría la colocación del
pistón; aparece el cartucho Chassepot que lleva la cápsula iniciadora en el centro de un
disco de cartón, que constituye el culote del cartucho; la envoltura es de papel parafinado
recubierto con muselina de seda.
En este cartucho ya podemos ver una gran semejanza con los actuales,
claro está, a excepción de la vaina.
Los cartuchos de papel tenían sus inconvenientes. La falta de resistencia
y no resguardar de la humedad a la pólvora que contenían; además de la
acumulación de sarro que producen en la recámara, reduciendo el tamaño
de la misma e impidiendo introducir un nuevo cartucho sin antes
limpiarla, eran los nuevos problemas a solucionar..
En 1836 Casimiro Lefaucheux, basándose en estudios del maestro armero Pauli, idea un
nuevo cartucho que solucionará en gran parte los inconvenientes anteriores. Entra en escena
el “cartucho de aguja”(“A broche”), con un diseño diametralmente opuesto a los
anteriores y técnicamente muy
avanzado para su época. Estaba
formado por un vaina de cartón
reforzada con un culote metálico,
donde se sitúaba una aguja
percutora exterior que incidía en un
pistón situado en el interior del
cartucho. La vaina de cartón
dilataba en el momento del disparo, ajustándose a las paredes de la recámara e impidiendo
el escape de los gases por la misma en el momento del disparo. Dado que la combustión se
producía en el interior del cartucho, no se formaba sarro en la recámara, evitando tener que
limpiarla a menudo.
Parecía estar todo resuelto, pero en la práctica no fue así. Este sistema de espiga no dio
buenos resultados debido a que el cartucho tenía un gran inconveniente en el peligro que
supone la posibilidad de una ignición accidental al golpearse la aguja. En 1846, con la
finalidad de evitar la humedad, se modifica el cartucho reformando la vaina que pasa a ser
enteramente metálica.
Militarmente no tuvo mucho éxito, y aunque subsistió en armas de caza pronto sería
sustituido por un nuevo tipo de cartuchos.

EL CARTUCHO MODERNO
Con objeto de utilizar en carabinas y pistolas de tiro de salón, Flobert desarrolla en
1845,un nuevo cartucho de vaina totalmente metálica (cobre) y escasa potencia. Como este
cartucho no contiene carga de pólvora, siendo el fulminante el único elemento que
interviene como iniciador y carga de proyección, podemos decir, que lo que hizo Flobert
fue darle nueva forma a una cápsula fulminante, aumentándola de tamaño, alargándola y
encajándole una pequeña bala esférica de 6 mm en la boca del cartucho.
Lo más importante de este cartucho radica en el sistema anular de percusión que serviría de
base a los modernos cartucho de percusión anular.
El nuevo sistema consiste en un pliegue hueco, situado en la periferia del culote de la vaina,
que además de hacer las veces de tope del cartucho con la recamara, sirve para alojar la
sustancia fulminante. El impacto del percutor del arma sobre este pliegue provoca la
ignición del cartucho.
Este cartucho seria perfeccionado hacia 1857 por Horace Smith y Daniel Wesson. Estos
dos armeros de Springfield (EE.UU) lanzan al mercado su revólver modelo nº 1 el “Frist
Issue Revólver”, recalibrado para un nuevo cartucho, el . 22 Short (.22 Corto).
Considerado como el primer cartucho moderno, el .22 Corto, fue desarrollado a partir del
cartucho Flobert. Básicamente lo que hicieron los avezados armeros, fue añadir al cartucho
una pequeña carga de pólvora negra, que le proporcionó más potencia, y cambiar la forma
del proyectil, dándole forma ojival.
La bala seguía siendo de plomo y del mismo diámetro que la vaina, sujetándose a ésta
mediante un pequeño pliegue embutido en la base del proyectil y dejando al aire la mayor
parte de la misma y su revestimiento lubricante (bala de talón o lubricada exteriormente).
El éxito rápido y sin precedentes tanto del arma como de este pequeño cartucho, hizo que
se diseñaran cartuchos de fuego anular más potentes y de mayor calibre. Llegando a
fabricarse calibres como el .44 Henry, o el que sería uno de los cartuchos de ignición anular
más eficaces y potentes durante la Guerra de Secesión de los EE.UU., el 56 – 56 Spencer.
Daba la impresión de sería el sistema definitivo; pero, al ir aumentando la potencia de los
cartuchos y comenzar a utilizar las pólvoras sin humo (más potentes), aparece un gran
defecto en el sistema de ignición. El problema radica en la necesidad de que el grosor del
latón que forma el pliegue del culote del cartucho tiene que ser muy fino para permitir que
la mezcla detonante pueda ser sensible al impacto del percutor lo que hace que la
resistencia del cartucho sea muy limitada, y consecuentemente no pueda admitir mucha
carga de pólvora, restando potencia al cartucho. A la postre, ante la imposibilidad de
solucionar el defecto, haría que en este tipo de cartucho solo subsistieran los pequeños
calibres (.22 Sort ; .22 Long ; .22 Long Rifle; 22 “Wilcat” Long Rifle; 22 Winchester
Magnum; 5mm Remington Magnum).
Intentando solucionar el problema de los cartuchos anulares, en los Estados Unidos, el
coronel Berdan, diseña un nuevo cartucho donde el fulminante está situado dentro de una
cápsula de percusión que se aloja en un orificio practicado en el centro de la base del culote
de la vaina, motivo por el que, para distinguirlos de los de percusión anular, serán
denominados de percusión central. Este cartucho se fabrica mediante embutición, y tanto
las paredes como el culote de la vaina pueden tener un mayor grosor que permite soportar
mayores presiones que darán mayor inercia a la bala, aunque esta sea más pesada y de
mayor calibre.
Por esta misma época, en Inglaterra, Edward Boxer patenta un cartucho de percusión
central cuyo procedimiento de construcción es más sencillo y económico. La novedad
consiste en fabricar la vaina mediante una fina lámina de latón, que se enrolla alrededor de
un molde metálico. El cilindro a sí obtenido, se ajustaba posteriormente a un culote
metálico que contenía la cápsula
detonadora. No hay duda que resultaba
más fácil y más barato la construcción
de la vaina pero, no prosperaría la idea,
dado que la lámina de latón enrollado
tendía a separarse de la base (culote)
producendo gran numero de
interrupciones en el arma. Por si esto
fuera poco, las vainas fabricadas mediante este sistema, no se prestan a ser recargadas y
poder utilizarlas varias veces.
Este tipo de cartuchos Boxer sólo fueron empleados en Inglaterra, principalmente en fusiles
(Snider y Martini-Henry), pero también hay que mencionar su utilización en algún arma
corta como los revólveres Webley calibre .442 (fabricados en 1868 para la Real Policía
Irlandesa).
Dejaremos pasar un poco de tiempo y algunas experiencias fallidas o desechadas, para
situarnos en el año 1873. En el Arsenal de Frankford, Filadelfia
(EE.UU), con la intención de desarrollar un nuevo cartucho, se procede
a experimentar con una serie de cartuchos de los diferentes sistemas
utilizados por aquellos días. Básicamente, de esa experiencia, saldría lo
que sería el tipo de cartucho que hoy conocemos, y cuyo concepto
básico ha variado muy poco.
No quisiera finalizar este recorrido en el tiempo sin citar algunas
experiencias muy singulares.
La primera de ellas fue la bala Hunt. Patentada en 1848, consistía en
un proyectil hueco repleto de pólvora, y cerrado en su parte posterior con un disco de
cartón dotado de un pequeño orificio para permitir la ignición de la carga.
Estaba diseñada para utilizar en armas de avancarga, y de hecho fue utilizada en el “Salvaje
Oeste”, por más de uno, para cargar su arma.
Este sistema no tuvo mucha aceptación y fue desechado, pero en 1965, en los EE.UU, la
firma californiana MBA Associates, presenta su pistola Mark I, arma que utiliza un nueva
munición basada en la bala Hunt, la Gyrojet.
Otra experiencia dotada también de un sistema muy peculiar de ignición, fueron los
cartuchos de percusión central interior. Estos sirvieron de transición entre los anulares y
los centrales exteriores. A simple vista, por fuera, son idénticos a los de percusión anular, y
para poder diferenciarlos tendremos que fijarnos en las estampaciones o marcas de fábrica
que llevan en la base del culote; como norma general, la mayoría de las veces, los de fuego
anular llevan la estampación en el centro, mientras que los de percusión central interior la
llevan en la periferia.
Sin embargo, interiormente el sistema esta compuesto de un pistón fijado a la base interior
del culote, mediante un alambre que encaja en el pliegue donde, en los cartuchos anulares,
va la substancia fulminante.
Mas recientemente, tenemos el cartucho “Trounds”. Diseñado en 1958
por David Dardick, se decía que estaba desarrollado para ser utilizado
en armas factibles de ser empleadas en el interior de aviones. La vaina
triangular de este cartucho, primeramente se fabricó en aluminio, pero
posteriormente paso a ser realizada en Fortiflex (plástico polietileno).
Dardick desarrolló varias pistolas en torno al “Trounds”(Dardick .38 Series 1100, 1500 y
2000).
Como broche final, nos resta mencionar el cartucho combustible desarrollado en 1983, por
la H&K para el fusil “G-11”.
Lo más destacable de ésta munición de reducidas dimensiones
(34 mm de longitud), es la ausencia de vaina y su forma
rectangular. Todos los componentes del cartucho, a excepción
del proyectil, son combustibles, no dejando residuos en el arma.
La bala ojival de forma puntiaguda y calibre 4,7 mm, conserva
su velocidad a larga distancias, ofreciendo una penetración en
profundidad a distancias superiores a los 600 m

¿QUÉ NOS DEPARARA EL FUTURO?


Actualmente
parece ser que en los centros de
Investigación y Desarrollo, los
diseñadores e ingenieros, aprovechando
los últimos progresos tecnológicos,
experimentan con los cartuchos ya
existentes con el fin de mejorar sus
prestaciones, logrando proyectiles que
cedan más energía en el momento del
impacto o que tengan mayor penetración;
que las pólvoras ardan sin dejar residuos
corrosivos garantizando al mismo tiempo
velocidades y energías máximas,
minimizando el fogonazo y la sensación
de retroceso. En definitiva, lograr
cartuchos más potentes, fiables y precisos, es la premisa a seguir.

COMPONENTES DE LAS MUNICIONES


PARTES DEL CARTUCHO.

Tras esta pequeña introducción, nos centraremos ahora en el estudio morfológico de la


munición moderna utilizada en las armas ligeras.
A la mayoría de cartuchos actuales, a excepción de los semimetálicos, los podemos dividir
en cuatro partes o componentes:

LA VAINA.

Además de servir como portadora de la carga de proyección (pólvora), es la parte que reúne
a los demás elementos que componen al cartucho.
La vaina consta de tres partes esenciales: Boca, Cuerpo y Culote. Cuando las vainas son del
tipo abotellado (golleteada) debemos añadir el Gollete y la Gola.
Dependiendo del material en que están realizadas pueden ser metálicas y semimetálicas. En
el caso de las vainas metálicas estas deben reunir unas condiciones especiales de tenacidad,
maleabilidad y elasticidad, que las permitan aguantar sin agrietarse las dilataciones que
sufren en el momento del disparo, cuando es necesario que se ajusten a las paredes de la
recámara con el objeto de obturarla herméticamente, y posteriormente cuando se reduzca la
presión de los gases recuperar su tamaño primitivo. Estas cualidades las cumple a la
perfección el latón, que debe tener, para la admisión en nuestras fábricas (España), una
composición de 72% de cobre y 28% de cinc.
Por el contrario las vainas semimetálicas originalmente estaban compuestas de un cuerpo
cilindrico de cartón; un culote metálico casi siempre de una aleación de cobre; y un disco
de papel enrollado fuertemente que ajustaba el cilindro de cartón contra el culote
impidiendo que ambas partes se pudieran separar.
Provocado por la evolución en el proceso de fabricación, hoy en día, casi todos los
cartuchos semimetálicos tienen la vaina de plástico de una sola pieza hecha por
comprensión o por extrusión. Estos procedimientos de fabricación confieren a la vaina una
gran resistencia a las grandes presiones que deben soportar, facilitando que el culote pase a
ser de hierro latonado u otra aleación más barata que el cobre, dado que, al ser el fondo del
cartucho de plástico, material que cede menos que el papel, los culotes apenas sufren
dilatación y no producen fallos de extracción.

CLASIFICACIÓN DE LAS VAINAS.

Las vainas las podemos clasificar ateniéndonos a varios criterios,


los más importantes son:

a) Según el material de su constitución:

Metálicas.
Semimetálicas.
Plásticas.

b) Según el sistema de percusión:

Percusión anular.
Percusión central.

Las vainas de percusión central, dependiendo de la existencia o


no de yunque en la vaina, pueden ser:

1. Boxer (sin yunque)


2. Berdan (con yunque)
c) Según su forma geométrica:

d) Según la forma externa del culote:

1. Pestaña
2. Ranura
3. Reforzada
4. Ranura y pestaña
5. Ranura y pestaña corta

La forma del culote de la vaina va en función del sistema del extracción del arma, de sí es
necesario que el culote haga de tope evitando que el cartucho se introduzca en la recámara
más de lo debido, y de la potencia de la munición.

LA CAPSULA INICIADORA.

Cuando en 1799, Edward C. Howard descubre las


pólvoras fulminantes, que explosionan o se prenden al
ser golpeadas, no supo que aplicación darles. Solo seis
años más tarde, el sacerdote escocés Alexander Forsyth
inventa la llave de percusión donde utiliza la propiedad
de las pólvoras fulminantes de inflamarse al choque.
Cuando se ve que la idea funciona, una serie de armeros
comienzan a perfeccionar el sistema hasta que el armero
inglés Egess, inventa el pistón; pero sería Juan Nicolás
DREYSE quien, en 1836, ideara la manera de unir el
pistón al cartucho, y diseñara un sistema de retrocarga que evite el tener que cargar el arma
por la boca de fuego. Posteriormente armeros como Lefaucheux, Flobert, Berdan y Edward
Boxer, irían desarrollando la idea hasta conseguir una cápsula iniciadora similar a la actual,
con una mezcla química iniciadora compuesta de fulminato de mercurio; mezcla que seria
sustituida por otra de clorato de potasa.
En la segunda década del siglo XX, casi simultáneamente, la fabrica de municiones
alemana R.W.S y la estaunidense Remington, descubrieron un nuevo tipo de pistón
anticorrosivo no mercúrico, basados en derivados del plomo (estifnatos, estearatos o ácidos
de plomo); solucionando el gran problema de
la corrosión que producían los pistones
mercuriales o los posteriores de clorato de
potasa.
La Cápsula Iniciadora (pistón) es la parte del
cartucho donde se aloja la sustancia iniciadora
encargada de comenzar la ignición.
Esta especie de bomba diminuta contiene un
fulminante (mezcla química altamente
explosiva) que produce una deflagración al
ser golpeada. Esta pequeña explosión provoca
una llamarada que comunica el fuego a la
carga de pólvora iniciando una reacción química que la convierte en gas. Debido a la
expansión de los gases, esta reacción, produce un aumento de volumen que se traduce en
presión que impulsará a la bala.
En los cartuchos de percusión anular la misma vaina hace de cápsula dado que aloja la
sustancia iniciadora en el interior del anillo que forma el reborde o pestaña del culote de la
vaina.
Por el contrario, en los cartuchos de percusión central la cápsula (pistón) es una parte
independiente que se embute en un orificio practicado en el centro de la base del culote.
En lo referente a la percusión central debemos diferenciar el tipo de cápsulas empleadas en
la munición metálica de la semimetálica (escopetas).
Las cápsulas iniciadoras empleadas en la munición metálica son de dos tipos: sistemas
Berdan o Boxer.
La cápsula Berdan carece de yunque necesitando que la vaina lo contenga. Por el contrario
la cápsula Boxer, a diferencia de la anterior, contiene un yunque incorporado.
En lo concerniente a los cartuchos de escopeta, actualmente se emplean principalmente dos
variantes del sistema Boxer. A estos pistones se les denomina de aparato abierto y de
aparato cerrado. La diferencia radica en que el segundo de ellos el pistón está cerrado.

LA POLVORA.

Es el propelente o carga propulsora del cartucho, cuya misión es impulsar a la bala,


facilitándola el empuje necesario para que esta recorra su trayectoria.
Antiguamente estaba compuesta por una mezcla intima de salitre, carbón y azufre.
Imposible de fijar exactamente la época de su invención, ni tan siquiera la de su aparición
en los campos de batalla. Parece ser que es un invento chino que data del siglo VIII de
nuestra Era; la formula más antigua que se conoce data del siglo XIII, se le atribuye al
monje franciscano ingles Roger Bacón, y nos da las siguientes proporciones: 41% de
salitre, 29,5% de carbón y 29,5% de azufre. Estas proporciones variarían, y en lo que se
refiere a la composición dada para proyección en los tratados más antiguos es:

10 dracmas de salitre
11/2 dracmasde azufre
2 dracmas de carbón

que equivaldría a:

74,07% salitre
11,11% azufre
14,81% carbón
Sobre este tema podemos llenar páginas y más paginas, pero dejaremos las historias y
leyendas sobre la invención de la pólvora negra para otra ocasión, y nos centraremos un
poco en las pólvoras modernas.
En un principio los maestros artesanos fabricaban la pólvora basándose en formulas
empíricas, pero con la creación del Service de Poudres et Salpétres, por Napoleón, la
fabricación de la pólvora se perfecciona y se comienza a obtener productos normalizados.
Pero en 1884, Paul Vielle descubre que la nitrocelulosa podía disolverse en éter o alcohol,
amasándola y laminándola para darle la forma adecuada. Nacían las pólvoras de
nitrocelulosa, de base simple o coloidales (pólvoras sin humo). Estas poseen tres veces más
potencia que la pólvora negra y, por sí fuera poco, combustionan dando lugar a productos
enteramente gaseosos, casi sin emisión de humo.
A finales del siglo XIX, además de la pólvora B de Vielle, en Europa se fabricarían otras de
base simple como la “pólvora rusa de pirocolodión”. Poco después Alfred Nóbel consigue
gelatinizar la nitrocelulosa mediante nitroglicerina, en vez de disolvente; la balistita entra
en escena y con ella las pólvoras de doble base. La pólvora negra que durante casi
seiscientos años había dominado los campos de batalla, poco a poco quedaría relegada a
escasas aplicaciones.

A diferencia de la pólvora
negra, a la que podemos
definir como una mezcla
explosiva cuyos
componentes son inertes,
con el descubrimiento y
posterior desarrollo de las
pólvoras nitrocelulosas de
base simple o coloidales, de las de doble base, o de las compuestas, es más correcto
cambiar la definición por la de "explosivo propulsor en el que la reacción química
exotérmica se propaga a velocidades relativamente reducidas: 0,01 a 2 metros por segundo"
(los explosivos detonadores dinamita, trilita, etc., lo hacen entre 2.000 a 9.000 metros por
segundo.)
EL TACO.

“La misión del taco es múltiple: por un lado, aprovecha al máximo los gases producidos en
la combustión de la pólvora gracias un perfecto sellado interno del cartucho en el momento
del disparo y, por otro, contiene y protege a
los perdigones en su trayecto por el interior
del cañón evitando que se deformen por
rozamiento con las paredes. Además,
gracias a la flexión del pilar de unión de las
dos cazoletas del taco, suaviza el retroceso
del arma al amortiguar el impacto inicial
que se produce en el momento del disparo.”

A la hora de mencionar los componentes de


los cartuchos semimetálicos, más
popularmente denominados cartuchos de
escopeta, muchos olvidan uno de los elementos esenciales, el "Taco".
Sin olvidar la importancia de balas, perdigones, pólvora y vainas, el taco es fundamental en
la consecución de la regularidad balística, en presiones y velocidades. La calidad de un
cartucho depende en gran manera de la de su taco. Cuanto mejor sea el taco mejor
rendimiento obtendremos del cartucho, y mejor garantizaremos un funcionamiento optimo
de este tipo de munición, sobre todo, cuando va cargada con granalla metálica (perdigones
o postas).
La misión del taco es múltiple: por un lado el taco sella la cámara de gas manteniendo los
gases fuera del haz de perdigones, evitando las dispersiones que ocasionaría la perturbación
del haz por los gases y, por otro, protege a los perdigones impidiendo que se deformen en el
momento de la deflagración de la pólvora y durante todo el recorrido por el cañón.
Inicialmente los tacos eran de fieltro, corcho o papel prensado, pero desde que la FN
(Fabrique Nationale Herstal S.A.) inventó el taco plástico de doble cubeta (Shot Wrapper)
empleándolo en su cartucho “Legia” la
mayoría de los cartuchos montan tacos
plásticos.

Con el taco plástico de doble cubeta la


FN solucionaban los fallos que
producían en muchas ocasiones los tacos
de fieltro, que al quedarse cruzados
permitían que los gases desordenaran el
haz y llegaran incluso a fundir y pegar
los perdigones entre sí.
Otra de las mejoras conseguidas fue que
al obturar con mayor perfección la cámara de gas se aprovecha más la presión de la
pólvora, lo que permite reducir la carga. Esta reducción de carga sumada a la progresividad
del amortiguador del taco que suaviza el impacto inicial que se produce en el momento del
disparo, hace que el retroceso del arma resulte muchos menos perceptible.

Por otra parte, gracias este tipo de taco se evita en gran manera que los cañones de las
escopetas se emplomen. Durante su recorrido por el cañón, al ir los perdigones en la cubeta,
no tocan las paredes del ánima, consiguiendo suprimir los residuos de plomo que a causa
del rozamiento se depositaban en las paredes del cañón.
Hoy en día aunque se siguen produciendo tacos de corcho, fibra o incluso papel, como el
célebre taco “Cup Wad” elaborado por la casa Winchester, la mayoría se fabrican por
inyección de polietileno de baja densidad utilizando la última tecnología en moldes de
inyección, lo que garantiza un producto de alta calidad y regularidad.
El fabricante personaliza el diseño de cada modelo de taco para garantizar un resultado
optimo del cartucho y conseguir distintos efectos en el momento que se realiza el disparo;
sirva de ejemplo la misión dispersante que tienen algunos tacos que mediante un separador
situado en la cubeta superior, entre la carga de perdigones, facilita la dispersión del haz de
plomos en el momento de salir del cañón. Esto permite un haz más amplio y una
distribución optima de los perdigones a muy corta distancia, adaptando el cartucho para el
tiro cercano; sirva de ejemplo el taco superdispersante patentado por Cartuchos Saga S.A.
En otras ocasiones el cartucho va dotado de un taco graso, completamente biodegradable
con una tapa de cartón que garantiza la hermeticidad necesaria para los gases y
especialmente diseñado para producir el menor el impacto medioambiental, atendiendo a
las restricciones ecológicas que existen en algunos países.
En definitiva, el rasgo que ha marcado la evolución y el diseño del taco ha sido el adaptar el
cartucho a la variedad, diversidad y
diferentes supuestos de utilización ya
sean militares, policiales o
deportivos. Consiguiendo una
regularidad máxima de presión,
velocidad, y cualidades balísticas
uniformes en todas las condiciones en
las que se efectúa el disparo.

CARACTERISTICAS DE LAS MUNICIONES


Generalidades
Es del tamaño apropiado para ajustarse a la cámara de ignición de un arma de fuego. El
fulminante es una pequeña carga de un elemento químico sensible a los impactos que se
puede encontrar en el centro o en el borde de la parte posterior del cartucho.

Un cartucho sin bala es un cartucho de fogueo.

Podemos definir el cartucho como el cuerpo


compacto y unitario que reúne todos los elementos
necesarios para producir un disparo en un arma de
fuego.

Se entiende por cartuchería todo tipo de cartuchos


dotados de vaina con pistón y cargados con
pólvora, lleven o no proyectiles incorporados.

De izquierda a derecha: cartuchos de los calibres


7,62 × 51mm OTAN, 5,56 × 45 mm OTAN y 9 ×
19 mm Parabellum.

DIFERENTES TIPOS DE CALIBRES


Cartcho del 12, (Batería), .454
Casull, .45 Winchester Magnum, .44 Remington Magnum, .357 Magnum, .38 Special, .45
ACP, .38 Super, 9 mm Luger, .32 ACP, .22 LR

El calibre de un arma de fuego es el diámetro del proyectil que se dispara. En esta lista se
exponen los Calibres en pistolas y revólveres más comunes.
El stopping power medio (poder de parada) de cada munición es la capacidad de una bala
para derribar al blanco de un disparo. No confundir con la letalidad. Debido a los muchos
factores que intervienen en esto, desde el impacto la bala a la corpulencia del blanco,
pasando por su reacción psicológica al verse herido, existe cierta polémica al respecto del
poder de detención.
Por norma, a mayor velocidad y peso de la bala (energía), y mayor calibre o deformación
de la bala (más superficie de impacto que transmita esa energía, mayor poder de detención.
Se considera al .45 ACP un calibre capaz de derribar de un disparo a cualquier hombre, y
en Estados Unidos, tras cierta polémica con la capacidad del 9mm Luger, este se ha visto
superado por el más contundente .40
S&W, que está en un punto intermedio
entre los dos antes citados.
La capacidad de perforación depende
también de la velocidad de la bala y su
peso, pero es mejor cuanto menos
calibre, al concentrar la energía para
abrirse paso. Por ejemplo, el 5.7x28mm
(en su versión de cartucho perforante) es
munición militar usada en subfusiles de
asalto o pistolas, y es capaz de perforar un chaleco antibalas nivel 3 gracias a la elevadísima
velocidad de salida en boca de cañón (más de 600 m/s) y su forma puntiaguda, similar a las
balas de fusil, que facilita la penetración. Sin embargo, un .38, .45 auto o un .44 especial
(balas subsónicas, menos de 330 m/s), o un .357 o un 9 para supersónicas (350-400 m/s)
estándar, no podrían perforarlo.

A través de la historia estas han sido algunas de las armas de fuego y los calibres más
populares que ha manejado el hombre.

A QUE ARMA PERTENECE CADA CALIBRE


* Fusil Máuser calibre 8 x 57: el de más abolengo militar.

El 8 x 57 Máuser (también llamado “8 mm Máuser”) es el calibre de referencia del Ejército


Alemán. Su empleo masivo durante las dos guerras mundiales contribuyó a que se
convirtiera en uno de los calibres más populares de la historia.

* Calibre 7.62 x 33: un español que triunfó en Argentina.

El calibre 7.62 x 33 mm es uno de los grandes desconocidos de la historia de la munición.


Su paso por España fue prácticamente testimonial; sin embargo, en Argentina, al otro lado
del Atlántico, consiguió hacerse muy popular.

* 9 mm Parabellum: el más popular del mundo.

El 9 mm Parabellum posible-mente sea el calibre más extendido y popular del mundo.


Diseñado por Georg Luger hace más de 100 años, el 9 mm sigue presente en todos los
estamentos vinculados al mundo de las armas. Luger también diseñó la pistola alemana del
mismo nombre (la que usaban los oficiales alemanes en la Segunda Guerra Mundial).

* .600 Nitro Express: potencia en las sabanas africanas.


El calibre .600 Nitro Express ocupa una posición privilegiada en lo que respecta a los
cartuchos clásicos de los rifles usados para la caza de especies peligrosas. Con un siglo de
historia a sus espaldas, este potente calibre ha cobrado la vida de numerosos leones
africanos, y de paso lo ha elevado a la categoría de mito.

* .375 H&H Magnum: el Rey de la Sabana.

El .375 H&H Magnum se ha convertido en el calibre de referencia para cazar en las


sabanas africanas. Introducido por la firma londinense Holland & Holland en 1912,
representa el mínimo legal permitido para la cacería de especies peligrosas.

* .458 Win Mag:puede derribar un elefante.

El calibre .458 Win Mag ocupa un puesto de honor en la historia de la caza de especies de
gran tamaño (rinos y elefantes). Desde su nacimiento a media-dos de la década de 1950,
este cartucho americano se ha erigido en uno de los grandes protagonistas de la caza mayor.

* 7.62 mm AK-47: el favorito de los subversivos.

Fue diseñado por el ruso Mijaíl Kalashnikov. Las siglas AK-47 son el acrónimo de
“Avtomt Kalashnikov, modelo 1947”. Es un fusil de asalto de calibre 7.62 mm x 39 mm,
con un cargador de 30 balas que se recarga de manera automática, accionado por los gases
de expulsión generados en cada disparo.

OTROS CALIBRES
Pequeño Calibre
.22 corto
.22 long rifle
.22 magnum 5.7 x 28mm
.25 ACP
.32 S&W
.32 ACP
.32 WCF
.32 Magnum
7.65 parabellum
.32-20 Winchester Calibres

Medio Calibre
Comúnmente pertenecen a la familia de los 9 mm.

.9x10 S&
.9X1R Perrin
.9X14 R Galan
.9x16R CF Frances
.9X17R danés m.1891
.9X17 9MM corto,
.380 Auto, 9mm Kurz
.9X18 ultr/police
.9X18 Makarov
.9X19 Glisenti
.9x19 Parabellum ó 9mm Para (adoptado posteriormente por Browning para la pistola
HP35)
.9X21 IMI
.9X22 357 SIG
.9X22 AE .9X23 Steyr
.9X23 Bergman-Bayard
.9X23 9 mm largo .9X23 Win
.356 TS&W
.356 Win .38 S&W
.38 Colt ACP
.38 super 9x23
.38 Colt Long
.38 S&W
.38 S&W Special
.38 Colt Special
.38 Amu SR
.38-40 Win
.38-44 S%W Galery
.38-55 WIN
.357 SIG
.357 magnum 9x33
.357 Maximum
.357 AMP o Automag
.358 Winchester

Gran Calibre
Son considerados grandes calibres aquellos por encima de los 9 mm.

.40 S&W (10x23) 10 mm Auto (10x25) 10 mm Magnum


.41AE (obsoleto)
.41 S&W
.41 Magnum
.44 S&W
.44 special
.44-40
.44 Russian
.44 Magnum
.44 AMP
.45 ACP
.45 GAP
.45 Long Colt
.45 Win Mag
.454 casull
.475 Linebaugh
.475 .50 AE
.480 Ruger
.500 S&W Magnum
Academia de Policía Nacional Civil
De Guatemala
Dr. Vinicio Gómez Ruíz
Anexo San Juan Sacatepequez

Promoción:
XXV

Curso:
Armamento y Tiro

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