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Rene Rhos F_ ‘Maigueta: RAG EMILE DURKHEIM René Rios #. LA DIVISION DEL TRABAJO SOCIAL ‘Traduccion: CARLOS G. POSADA LUIS R. ZURIGA © Akateditor, 1982 x Ramon Akal Gonziler I : AKAL EDITOR LIBRO PRIMERO LA FUNCION DE LA DIVISION DEL TRABAJO CAPITULO PRIMERO aan nara runcidn La palabra funcidn 90 emplea en dos sentidos diferentes; © bien designa un sistema de movimientos vitals, abstrac- cidn hecha de sus consecuencin, o bien expresa ta relacion de correspondencia que existe entre es0s movimientos y algunas necesidades del orgarismo, Asi se habla de le fun clén de digestin, de respiracién, ote; pero también se dice que la digestén tiene ppor funcién Ia incorporaciéa en et Corganismo de substancias liquidas y sélidas destinadas a reparar sus pérdidas; que In. respiracién tiene por funcién {introduce en los toidos del animal los gases necesarios para 41 mantenimiento de la vida, ete, Bn esta segunda acepeién ‘entendomos la palabra. Preguntarse cud es la funciin de ta divisién del trabajos, pues, buscar e qué necesidad corres onde; cuando hayamos resuelto esta cuestién, podrem: ver siesta necesidad os de 1a misma clase que aquellas a ‘que responden otras reglas de condusta cuyo carécter moral no se discute. ‘Si hemos escogido este término es que cualquier otro resultera inexacto © equivoco. No podemos empleer el de fin o el de objeto y hablar on timo término de la division s 1a voce ox LA mw oat Peano {el trabajo, porgue esto equvaldia a suponer que la divisién dol trabajo exist ex vista de ls resultados que vamos a de= terminar, El de resuliados 0 olde efectos no debord tampoco ‘atisfacernos porque no despierta iden alguna de correspon dencia. Por el contrario, las palabras ro! 0 funcidn tienen la ‘gran ventaja de levar implicta esta idee, pero sin prejuzgar ‘nada sobre la cuestiGn de saber cémo esta correspondencia se ‘establece, si resulta de una adaptaclén intencional y precon- abide 6 do un arreglo tardio, Ahora bien, io que nos importa ‘es suber si existe yen qué consiste, no si ha sido antes pre- ‘entida ni incluso si ha sido senda con posteriorided. ‘Nada parece mds fit, a primera vista, como determina ‘conocidos de todo el mundo? Puesto que aumenta a la vez a fuerza productive y In hablidad del trabajador, ela con dicion neceseria para el desenvotvimiento intolectual y ma- terial de las sociedades; 6s Ia fuente do Ja civilizactén. Por ‘otra parte, como con faclidad se concede le civlizacién un valor absoluto, ni se suena en buscar otra funcion a la di- Que produzce realmente ese resultado os lo que no se pusde pensar en discutir. Peo, si no tuvieta otro y no sir viera para otra cost, no habria raza alguna para atibuice un eardcter moral. En efecto, los servicios que asl presta son casi por com= ‘ploto exttafion a Ie vide mora, o al menos no tienen con ell més que relactones muy indirectas y muy lojanas. Aun cuando hoy esté muy ea. las ‘Rousseau con ditirambos en sentido inverso, no se ha pro- bbado todavia que le civilizacién soa une cosa moral, Para ntrovo Pith DRTERANAR B9T4 roREe » ceptos que son necesariamente subjetivas; seria necesa- Fio conocer un hecho que pudiera servir para medir el nivet de Ia moralidad media y obsorvar en seguida cémo cambia a medida quo la eivilizacion progres. Desgraciadamente, nos fata esta unidad de medida: pero possemos una para la Tamoradad eolectiva. La cia media de sulidos, de crime res do toda especie, pode servi, en eleto, para senale et srado denmoraidad slanzado en una sociedad dada, Ahora bien, si se hace Ia experiencia, no resulta en honor dela civlicacin, puesto que el mimero do tales fendimenos mér~ bids parece aumentar medida que las ates, las clenias Ja industria progressn (1), Seria, sin duda, una ligereza sacar ‘ae este hecho la conclusion de que la eivilizacién es inmoral, pero se puede, cuando menos, astar cierto de que, si tiene Sobre Ia vide moral una inuencia postiva y favoruble, es bien débil. Si, por fo demés, so analiza este complerus mal definiso que se llama la civilcactén, se encuentra. que los elementos de quo esta compuesto hillanse desprovistcs de todo carketer moral, Bs esto sobre todo verdad, con relacién « a actividad eco rnémica que acompatia slemprea la civilzacki8, Lejos de ser- vi a los progresos de la moral, en los grandes pentros indus triales es donde los crimenes y sulcidios son mAs numerosos; ‘en todo caso es evidente que no presenta signos exteriores en los cuales se reconozean los hechos morales. Hemos reem~ plazado las dligencias por los forrocaries, los barcos de vela Por los transatlinticos, los pequefios talleres prs fabrcas, todo ese gran desplegamionto de actividad se tira general ‘mente como tt, pero no tne nada del moralmente obliga torio, El artesano y el pequend industrial que resisten a esa, corriente general ¥ perseveran obstinadamonte en. sus 10- (1) Vs Alrande von Ontingen, Moratifaied,Erangey 1883, p= ealon 379 Ss.—Tavse, Grima compari, ap It (Paria F Alo). Para lo ein wae na adelante (ep, pra 3). . Considerada bajo ese aspecto, dice, «conduc inme- diatamente a contemplar, no s6lo los individuos y a las els- 38, sino también, en muchos respectos, alos diferentes pue- ‘los, zomo particlpendo als vez, con arreglo a su propia ma- rnera y grado especial, exactamonte determinado, en una obra inmense y comin cuyo inevitable desenvolvimento gradual tiga, por fo dems, también alos eooperadores nctusles ala se tie de sus predecesores,cualesquiera que hayan sido, e igual» "mente a in sere de sus diversos sucesores, La dstibucién con- tina de ios diferentes trabajos humanos es la que constituy. principalmente, pues, la solidatidad soclal y la quo es causa -#lemental de a extensién y de la complicacin, crecnte det ‘organism soclals (2), (2) Cours de pllopie positing, V, 435-—Ldan aadlogn a0 o0- ‘uinven on Schete, Bau wd Lehn der sotaon Krpere fam Gent, Slence vcale 12389 Wes, ” 1 Powe om tk ivi raneaso Si esta hip6tests fuera demostrada, 1a division del trabjo esempedara un papel mucho més importante que el que de ‘ordinario se le atrbuye, No solamente serviria para. dotar a nuestras sociedades de un Iujo, envidlable tal ves, pero su- Perfluo; seria une condicion de su existencia. Gracias a ella ©, cuando menos, principalmente ella, se aseguraria. su co- hes; determiner los rasgos esenciales dest consttucién. Por eso mismo, y aun cusndo no estamos todavia en estado do resolver Ia cuestin con rigor, se puede desde ahora entre: ver, sin embargo, que, si le funcién de la divisién det trabajo es realmente tal, debe tener un cardeter moral, pues las neces\- dades do orden, de armonia, de solidaridad'social pasan ge- neralmente por ser morales. Poro, antes de examinar si esta oploién comin os fun- ada, es preciso comprobar In hipétesis que seabamos de ‘emit sobre el papet de ia divisn de trabajo. Veamos sl, en ecto, en Ias sociedades en que vivimos es de ella de quien esencialmente deriva le solidaridad socal, Mas, 60 proseeremos para esta comprobacion? No tenemos solimente que investiga si en esas clases de sociedades,exsto une soldcided social originrla doi ive sin del trabyjo, Tetase dena verdad evidets, puso gue Invision del trabajo est on allan may desonvita y prod ela slidarded Pro os necosalo, sobre todo, determina en gut medi a solidridad que proce contibuye a la inte. srtclin general del sociedad, pues so entonces sabremos Justa gud punto es neces, sn actor oven de a co- pnesion socal, bin, por el contraro, sno es més que une leondckin acesori y secundaria. Para responder aes cues- ‘tién @s preciso, pues, comparar ese lazo social con los otros, fin de celeuit Ia part quel corcesponde en el efecto to. troeo rata oatanetn as74 rund 1s th y para esd es indispensable comencar por clasiear les siforentes especies de solidaridad social ‘Tero Ta Solidaridad social es un fenémeno completamente ‘moral que, por si mismo, no se presta a observacin exacta, ‘, sobre todo, al edlculo. Para proceder tanto a esa clasiica cldn como a esta comparacién, es preciso, pues, sustitulr el hecho interno que se sos escapa, con un hecho externa que Je simbolice, y estudiar o primero a través del sxgnda, Eee aimboro visible es et derecho, En efecto, ali donde | solidaridad social existe, a pesar do su cardcter inmateral, Ro permanece en estado de pura potencia, sino que mani festa su presencia mediante efectos sensible. All donde os fuerte, inctina fuertemente a los hombres unos hacia otros, {es pone frecuentemente en contacto, maltpica las ocesiones que tienen do encontrarse en relgcién, Hablando exacta- ‘mente, dado el punto'a que hemos Hlegado, es dificil decir sl + ella In. que produce esos fendmenos, o, por el contrat, si (8 Su resultado; sos hombres #2 aproximan porque ella es tentrgica,o bien sies enérgica por el hecho de la aproximas ‘ign de éstos. Mas, por el momento, noes necesario dilucidar ‘a cuostién, y basta con hacer constar que esos dos drdenes de hechos estin ligados y varien al mismo tiempo y en el ‘mismo sentido, Cuanto ms solidarios son los miembros de tuna tocledad, més relaciones diversas sostienen, bien nos con otros, bien con ol grupo colectivamente tomado, pues, ‘i sus encuentros fueran escasos, no dependerian unos de ‘otros més que de una manera intermitente y débil, Por otra paste, el ndmero de esas rlaciones es necesariamente propor. clonal a de las reglasjuridicas que las determinan, En efec- to, Ia vida social alli donde existe de una manera permanen= te, tlendo inevitablemento a tomar una forma defnice 7 « congtnizarse,y ol derecho no es, otra cose quo esa organiza 60, incluso en to que tee de més establo y preciso (1). La vida general de In sociedad no puede extenderse sobre un (1) Vlas mls adlat, ie i ap ® 1 Ponce DF 1A Dien OR exAMAO punto determinado sin que la vide jurdicn se extienda al ‘mismo tiempo y en Ia misma relacién, Podemos, pues, estar seguros de encontrar relejadas en el derecho todas tas vario- ddades esencialos de la solidaridad social. Clertamente, se podria objetar que las relaclones sociales pueden establecorse sin revestir por esto una forma jurdica. Hay algunas en que fa reglamentacién no llega a ese grado preciso y consolidado; no estén por eso indeterminadas, pero, ‘on lugar de regularse por ol derecho, sélo lo son por las costumbres. El dorecho no refleja, pues, més que une parte de Ia vide social y, por consiguiente, no nos proporciona ‘més que datos incompletos para resolver el problems. Hay ‘mis; con frecuencia dourre que tas costumbres. no estén de ‘acuerdo con el derecho; continuamente se dice que atempe- an Jos rigores, eorrigen los excesos formalistas, a veces Incluso que estén animadas de un espirta completamen- te distinto. .No podria entonces ocurrir que manifestaren ‘otras clases do solldaridad socal diferentes de las que exte- tloriza ol derecho positive? Pero esta oposicién no se produce més que en eircuns- las completamente excepcionales, Para ello es preciso que el derecho no so halle on relacién con el estado presente do la soctedad y que, por consiguiente, se mantenga, sin ra- ‘26nd ser, por Ia fuerza do Ia costumbre, En ese caso, en tlecto, ls nuevas relaclones que su pesar $0 establecen no dejan de organizarse, pues no pueden durar si no buscan ‘3 eonsolldacion. Sélo que, como 88 hallan en cooiito con el tntiguo derecho que persiste, no pasan del estado de cos- tumbres y no logan a entrar en la vida juridic propiamente dicha. Asi es como ol antagonismo surge, Pero no puede pro- hastdos come eineaon os lrtas epic alas or congue, ‘etcechar aticaiment los eudron do la minal, Resse gues souannan machaick © rox srayAnes ® Jantes variaciones del derecho represivo prueban, ala vez, que eso cardcter constante no deber(a encontrarse entre las propie- dades intrinsecas de los actos Impuestos o prodibidos por las egies penales, puesto que presentan una tal diversidad, ino en las relaciones que sostienen con alguna condicién que les cs externa, ‘Se ha ereldo encontrar esta relacién en una especie de ‘antagonismo entre esas acciones y los grandes intereses so- ciales, y se a dicho que as reglas penales enunciahan para ‘ceda tipo social Ias condiciones fundamentales de In vida colectiva, Su autorided procedori, pues, de su necesidad:; por otra parte, como esas necesidades varian con las sociedades, cexplicariase do este manera Ia variabilidad del derecho presivo. Pero sobre este punto ya nos hemos explicado. parte de que semejante teoria deja al chlculo y a ta refe~ xién una parte excesiva en la direccién de la evoluciéa so- cial, hay multitud de actos que han sido y son todavia. mi- rados como criminales, sin que, por sf mismos, sean per- judciales a la sociedad, KI hecho de tocar un objeto tox, lun animal o un hombre impuro 0 consagrado, de dejar extin= guitse el fuego sagrado, de comer ciertas carnes, de no'ha- ber inmolado sobre la tumba de los padres ol sactificio tra- , pues si las sociedades obligan fasi © cada individuo a obedecer a sus regle, es evidente- ‘mente porque estiman, con razin 0 sin ella, que esta obe~ diencla regular y puniual les es indispenseble; la sostienen cendrgicamente. Es como si se dijera que Ins sociedades uzgan las reglas necesarias porque las juzgan necesarias. [Lo que nos hace falta decir es por qué Ins juzgan asi. Si este sentimiento tuviera su causa en Ia necesidad objetiva de las prescripciones penales,o, al menos, en st uttidad, serfa una explicacién. Pero hillase en contradicsién con los hechos; la euastién, pues, continia sin resolver. ‘Sin embargo, esta Ultima teoria no deja de toner Certo fundamento; con razin’ busca en clertos estados del.sujeto Jas condiciones constitutivas dela criminalidad. En efésto, In Cinlea eaeacteristion comin a todos Jos erfmenes es la de {que consisten —salvo algunas excepelones aperentes que mds adelante se examinarin—en actos universalmente re- pprobados por 10s miembros de cada sociedad. Se pregunta hoy din si esta reprobecién es racional y si no seria mis ccusrdo ver en ol erimen tna enfermedad 0 un yerro. Pero no tenemos’ por qué entrar en esas discusiones; buscamos el determinar lo que €8 0 ha sido, no lo que dabe ser. Ahora bien, la realidad del hecho que aeabamos de exponer no ofte- ‘ce dda; es decir, ue el erimen hiere sentimientos que, para ‘un mismo tipo social, se encuentran en todas Its conciencias ssanas. [No es posible determinar do otra manera la naturaeza de 808 sentimlentos y definslos en funcién de sus objetos par- ticulares, pues esos objetos han variado infinitamente y pus en veriar todavia (1). Hoy dia son los sentimientos altruis~ tas los que presentan ese caricter de Ia manera més setalada, (Ne vemps le ratén clotien goo Gatto tine ara de que los eetimlentor moran atunientendguricon por apa vlad de I humaridedconattayen un ioral en woceptbe de pla, ino do 8 1 rowoGn D8 LA orn a ARNO ‘pero hubo un tiempo, muy cercano al nuestro, en que los sentimientos religiosos, doméstics, y otros mil sentimientos (radicionales, tenian exactamente los mismos efectos. Alin ahora 8 preciso que la simpatia negativa por otro sea la tinica, como quiere Gardfalo, que produzea ese resultado, ‘Bs ue no sentimos, incluso en tiempo de paz, por el hombre ‘que traciona su patria tanta aversién, al menos, como por lladrén o of estafador? Es que, on los paises en que el sen- timiento mondrquico esta vivo todavia, los crimenes de lesa ‘majestad no suscitan una indignacién general? (Rs que, en Jos paises democrdticos, las injuries dirgidas al pueblo’ ad ddesencadentn las mismas céleras? No se deberi, pues, hacer ‘una lista de sentimientos cuya violacién constituye el acto ‘criminal; no se distinguen de los demés sino por este rasgo, ‘que son comunes al término medio de los individuos de Ia ‘misma sociedad. Asi, as reglas que prohiben esos actos y ‘que sanciona el derecho penal son las tintoas a que el famoso aaxioma juridicos nadie puede altgar ignorancia de la ley, aplica sin flceién. Como estin grabadas on todas las con Ciencias, todo e1 mundo las conoce y slente su fundamento. (Cuando'menos esto es verdad con felacién al estado normal, ‘Si se encuentran adultos que ignotan esas reglas fundamen- tales 0 no reeonocen su autorided, une ignorancla tal, 0 une Tdocitidad tal, son sintomas irefutables de perversién puto gic; 0 bien, st oourre que una disposicién penal se man- tiene algin tiempo, aun cuando sea rechazada por todo el ‘mundo, es gracias a un concurso de circunstanclas excepclo- ‘ales, anormales, por consiguiente, y un estado de costs se- mejante jams puede durar, ‘Esto expliea In manera particular de codifcarse el dere- penal. Todo derecho escrito tiene un doble objeto: asta- clertas oblignciones, definir las sanciones que a elas eteavolvinieno sempre creclates (pig. 9). {Qs o lo qi permite ‘que punda sealord st manera Unite «on ccs goe se Dagan un ants oe ero sousannAn wachnce © rox seaxamas % ‘estén ligndas. En el derecho civil, y més generalmente en toda clase de derecho de sanciones restitutivas el legisiador abo ay resuelve con Independencia los dos problermas. Pri ‘mero determine la obligacién con toda la precisién posible, Yy sélo desputs dice la manera como debe sancionarse, Por ejemplo, en et capitulo de nusstro Cédigo civil consa- grado a los deberesrespectivos de los esposos, esos derechos Yy esas obligaciones se enuncian de una manera positive; pero no se dice qué sucede cuando esos deberes 86 violan ‘Por une u otra parte. Hay que ic a otro sitio a buscar esa ‘sancién, A veces, incluso se sobreentiende, Ast, el art. 214 cla de caminos se castiga con una multa; Ia violaelén, aun ropetida, do los contratos, la falta constante de dellcadeza en 18 relaciones econémicas, mo obligan més que. a la repara~ cidn dat perjuicio, Sin duda que el mecanismo diretivo juega ‘un papel importante en la vida soclal, poro existen otros cuyo {interés mo deja de ser vital y cuyo funclonamiento no esté, sin embargo, asoguredo de semejante manera, Si cl cerebro tiene su importancii, el estémago e= un érgano también ‘esencia, y Its enfermedades del tino son amehazas para la ‘vida, como las del otro. zA que viene es privilegio en favor doo que suele lamarse el cerobre social? La diflcultad se resusive fécllmento si se nota que, donde 4quiera que un poder director se establece, su primera y prin- Kin efecto, los derechos de los individuos, tanto sobre ellos mismos como sobre las cosas, no pueden determinarse sino gracias a compromisos y a concesiones mutuas, puss ‘todo lo que se concede a Jos unos necesariamente lo aban onan los otros. A veces se ha dicho que era posible deducit la extensin normal del desenvolvimiento del individuo, ya del concepto de Ia personalidad humana (Kant), ya de la nocién del organismo individual (Spencer). Es posible, aun ‘cuando el rigor de esos razonamientos sea muy discutible. En todo caso lo clerto os que, en Ie realkdad historic, ol ‘orden moral no esté basado en esas considernciones abstrac- ts, De hecho, para que ol hombre reconoclare derechos a otro, no sélo en la Logica sino en I préctica de la vida, ha sido preciso que consintiera en limiter los suyos, y, por consi« guient, esta limitaciéa mutua no ha podido hecerse sino entro de un esprit de conformided y concordia, Ahora bien, suponiendo une multitnd de individuos sin lazos pre- ‘ios entre sl, qué razén habré podido empujarlos a esos st- crifclos reciprocos? cLa neceslded de vivir en paz? Pero la paz por sf misma no es cosa més deseable que la guerra, ‘iene sus cargas y sus ventajas. (3 que no ba habldo pue- bios y es que no ia habido en todos los tiempos Individuos ‘para os cuales Ia guerra ha consttuido una pasién? Los ins- a 4 roid oe uk ote ABN tintos a que responde no son menos funrtes que aquellos a oe Ia paz satistce, Sin dda que la ftiga puedo muy bien, Tor algin tempo, poner fin «Ins holies, pero ete im ple tregun no puede sr mas. duradera quel eitud tempo ral quo la determin. A mayor abndamient, otro mis- tno con los desalaces debdos al solo triunfo de Ta fuer= 28; son tan proviorios y precrios como los tratados que ponen fn « las guerra Infemaconales. Los hombres no tlenonnecesidad de paz sino on Ia medida en quo estan ya tunldos por aigtn co de scien exe caso, en efecto, top sontmientos que los inlinan unos contra otros moderan con toda naturalde los renaportes del egos, 9, por otra arte, ln sociedad que ls envueia, no pudenda vr ino « Condiién de no verse a cade instante sacudida por onfe- tos, gravita sobre ellos con todo su peso para obiaros a que se hagan las concesiones necesaries Verdad et que, @ ‘eots, $0 ve w sociodades independlentes entenderse pare detorminar I extansin do sun dorohos respestivos sobre las oss, es decir, sobre sus tertorios, Pero justament a ex- fremada inestabildad de esas relaciones ea procba mejor do que i sldaridad nogativn no puede bastarve a s goa, Siaetualmenta, entre pusbloseultos,perace tener mds foee- 2a, esa parte del derecho interoacional, que regula lo que rodriamos lamer derechos resles de as sociedads europens tiene quick més sutoridad que ante, es que ls derntes rnaciones de Europa son tembién macho menos indopen- Aintes unas de otras: ysuoede asi porque, en sartosaspec- tos, forman todas pare de cna misma sociedad todavis Incoherent, es verdad, pero que adquere cada vex mas cont clonsia de i, Lo que laman eqilrio europe es tun comien- 20 de organizacion do ext sociedad. Hs costumbre dstingui con cuidado Ie justia de a caida, os dei, el simple respeto de los derechos de oto, do too acto que sobrepase esta virtud puramente negative, En esas ds prctces diferentes so auele ver como dos capas Independiontes do la mor in justia, por sb sls, formatia souotnias DaMDA A tA pole DaL TEABAIO. 143 Jos cimientos fundamentales; la caridad seria el coronamiento. Lacdistincién estan radioal que, segtin los partidarios de una cierta moral, bastara la justicla para el buen funcionamiento dels vide social; of desinterts reduciriase « una virtud pri- ‘yada, que es, para el particular, bueno que contin, pero de la cual la sociedad puede muy bien preseindir. Muchos, incu ‘sive, no ven sin inguletud que intervenga en la vide publica, ‘Se advertiré por lo que precede hasta qué punto tal concep- cldn se halle uy poco de acuerdo eon ios hechos. En reall- ad, para que los hombres se reconozean y se garanticen ‘mutuamente los derechos, es preciso que se quieran, que, por ‘una razén cualquiera, se sionten atraidos unos a otros y & tuna misma socledad do que formen parte. La jusicia esté lena de caridad, 0, tomando nuestras expresiones, le solide dad negativa no es més que una emanecién de otra solida- ‘dad de naturaleza positive: os la repercusién en It esfora de los derechos reales de sentimientos sociales qué proceden de otra fuente. No tiene, pues, nada de expeciica, poo es el ‘acompafiamicnto necesario de toda especie de solidaridad. Forzosamente se encuentra donde quiera los hombres vivan tuna vida comin, blen resulte ésta de la. division del trabajo social 0 dela atracelin del semojante por el semejante. Mt Si se apartan del derecho restitutivo las regias de que 1 ‘acaba do hablarse, o que queda constituye un sistema no menos definido, quo comprende al derecho de familia, al de- echo contractual, al derecho comercial, al derecho de proce dimientos, at derecho administrativo y constituctonal. Las re- taclones que los mismos regulan son de naturalera muy dife- rite a les precedentes; oxpresan tun concurso postivo, una ooperacién que deriva esencialmerite de la divisin del j trabalo. on a ror oa cmanao {Las cusstiones que resuelve el derecho familiar pueden "odusirse a los dos tipos sigulentes: .* Quien esté encargado do Ins dilerentes tunciones dloméstcas {Quion os el esposo, quién el padre, qulén el hho legitimo, quién el tutor, ete? 2° _ {Cuil es of tipo normal de esas funciones y de sus re- lactones? ‘A la primera de estes cuestiones responden las disposi- slones que determinen las euslidedes y condiciones reqteri< «das para concertar ef matrimonio, las formalidades necoen. Flas para que el matrimonio Sen valido, las condiciones do faci legis, natural, adoptive, la manera de escoger titor, et, Por el contratio, la segunda cuestin es la que resuele ‘e los capltulos sobre derechos y daberes respectivos de {os esposos, sobre el estado de sus relaciones en caso de oi. voreo, denulided de matrimonio, de separacion de. cuerpos Y de bienes, sobre el poder paterno, sobre los efectos dele adopcién, sobre la administracion del tutor y sus relacionse lm de los parientes en enso de interdeciin y de conssfo Judicial Esta parte del derecho civit tne, pues, por objeto de- terminar la manera como se distribuyen las diferentes fun. ciones familiares y 10 que doban Ser elias en sus’ mun fuss relaciones, es decir, pone de relieve la solidaridad ‘particulir que une entre si a los miembros de la familia como consecuencis de la divisién del trabajo domésticn Ver, dad es que no se esté en manera alguna habituado a consi. derar ta familia bajo este aspecto; lo més frecuente es onees ue lo que hace Ia cohesién os exclusivamente Ia, comunic dad de sentimientos y do oroenclas. Hay, en efecto tantas cosas comunes entre los membros del grpo famltan, ee sl caricter especial de las tareas que corresponden a ‘sods uno fécimente se nos escape; esto hacia decir Comte que souANOAD SEmDA A tA orn ont tEABNO 145 la unin domestica excluye «todo pensamiento de coopera ‘ign directa y continua hacia un fin euslquiern> (1). Pero la organieacin furidiea de la fami, cuyas linens esenciles icabamos de recordar sumariamenta, demuestra la realidad 4e aus diferencias funcionales y su importancia, La nope de ia familia, a partir de los origenes, 00 es més que wn sho- vimiento ininterrumpio de disosincién, en el transeurso del cual esns diversas funciones, primeramente indivisas y eon- fundies las unas con las otras, se han separado poco a poco, constituido aparte, repartido entre Ids dlferentes parientes segiin su sexo, su edad, sus relaciones de dependencia, en forma que haoen de cada uno un funcionsrio especial do la sociedad doméstica (3), Leos de ser s6lo un fenémeno asce- sorio y secundario, esta divisién del trabajo familiar domins, Por el eontrati, todo el desenvolvimento de la familia, La relacién de la dvisién del trabajo con el derecho con- ‘ractual no esti menos acusada, En efecto, el contrato os, por exeslencia, la expresin ju ‘dion de i cooperactén. Es verdad que hay contratos la ‘mados de beneticencia en que s6lo se liga una de las partes Sidoy @ otro alguna cosa sin condiciones, si me encargo ‘gratuitamente de un depésito o de un mandato, restltan para ‘mi obligaciones precieas y determinadas, Por consiguiente, no ‘hay concurso propiamente dicho entre los contratantes, pesto que sélo de una parte estin las cargas. Sin ember. {6 In cooperacién no se halla ausente del fendmeno; slo q 6 gratulte o unilateral, 2Qué es, por ejemplo, la donacién, ‘ino un cambio sin obligaciones reciproces? Esas clases do contratos no son, pues, més que una variedad de los con tratos verdaderamente cooperativos, Por lo demés, son muy raros, pues silo por excepelén 0) Cor cp pti va (8 Van Sem Ml wa a at ‘cep il ~~ — Me in woken ne 14 seen pat TARMo Jos actos de fin benéfico necesitan la replamentacién legal. En euanto «los otros contratos, que constituyen Ia inmensa ‘mayor, las obligaciones a que dan origen son correlativas, bien de obligaciones reiprocas, bien de prestaclones ya elec tuadas, El compromiso do una parte resulta, o del compromiso ‘adqultido por la otra, o de un servicio que ya hn prestado esta ‘time (1). Alora bien, esta reciprocidad no es posible més ‘que alli donde hay cooperscién, y ésta, a su vez, no marcha sin Ia divisign del trabajo. Cooperar, en efecto, no es més ‘que distibulrse una tarea comin. Sl esta ilkima esta divi dda en tareas cualitaivamente similares, aunque indispensa~ ‘los unas a otras, hay divisién del trabajo simple 0 de pri- ‘mor grado. Si son de naturaleza diferente, hay divisign det trabajo compuesto, eapecializacién propiamente diche. Esta ultima forma de cooperacién es, ademas, Ja que con ‘mis frecuencia manifesta el contrato. Fl nico que tiene otra signficacién es el contrato de sociedad, y quizé también ‘el contrato de matrimonio, en tanto en etusnto determina Ia parte contributiva de Jos esposos. a los gastos del hogar. ‘Ademés, para que asi sea, es preciso que el contrato de so cleded ponga « todos Jos asociados a un mismo nivel, que sus aportaciones sean iddnticas, que sus funclones sean las mismas, yex0 68 un cato que jams se presenta exactamente en las relaciones matrimoniales, aconsecuencia de Ie divisién del trabajo conyugal. Frente a ests especies raras, péngase Ja variedad de contratas cuyo objeto es amoldar, unas con otras, funciones especiales y diferentes: contratos entre el ‘comprador y el vendedor, contratos de permut, contratos ‘entre patronos y obreros, entre arrendatario de Ia cosa. y arrendador, entre el prestamista y el que pide prestado, en- tre el depositario y el dopositante, entre el hostelero y el viajoro entre el mandatarlo y el mandants, entre ol acreedor y el fiedor, eto, De una manera general, el contrato es el sim= bolo del cambio; también Spencer ha podido, no sin justicie, (0) Por elempl, en ol cnn del rita me or nerds, souounoAo oamnk A tA Bivie ORL aaaNNO 147 califear de contrato fiioldgico el cambio de materiales que ‘cada instante hace entre los diferentes Grganos del cuer~ po vivo (1). Ahora bien, esté claro que el cambio supont Siempre alguna divislén del trabajo més 0 menos desenvuel~ ta. Bs verdad que los contratos que aeabames de citar toda via tienen un cardcter un poco. general Pero es preciso no ‘olvidar que el derecho no traza més que los contornés ge- rnerales, las grandes linens de las relaciones sociles, aquelias ‘que se encuentran slempre las mismas en contornos deren ‘tes de Ia vide colectiva, Ast, cada tino de es0s tos de con- tralos suponé una mulitud de otros, més particulares, de os cuales es como el seo comtin y que reglamenta de us solo golpe, pero. en Jos que las relaciones se establecen on tre funélones més especiales. Asi, pues, « posar de ia simpl- ‘ldad relative de este esquemé, basta para manifesta la ex- tremada complejided de los hechos que resume. esta especializacién de funciones, por otra parte, os mis {inmediatamente ostensibie en el Codigo de Comercio, que re- ‘slamenta, sobre todo, los contratos. mercantiles especiales: feontratos entre el comisionsta y el eomitente, entre-el car~ ‘gndor y el portendor, entre el portador de Is letra de cambio Y¥ el librador, entre el proplétario del bague y sus aéreedo~ es, entre el primero y et capitin y la dotacién del barco, ‘entre ol letador y of etante, entre el prestamistn yet pres {ataro a a gruesa, entre ol asegurador y el asegurado. Exis- te aqui timbién, por consiguiente, una gran soparaclén entre Ja generalldad rolativa de las prescipciones juricas y ta d- vversidad de las funciones particulares cuyas relaciones regu ‘an, como lo prusbe el importante lugar dejado a In costume bre’en el derecho comercial, ‘Cuando el Codigo de Comercio no regiamenta los co ‘ratos proplamente dichos, determina, ctdles deben sor cier- tas fupciones espéclales, como las dal agente de cambio, dol (1). Bowes deta motale oben, pg. 4 atin Aan, ue 1 romero 24 wd wes rang Comredor, dl capitin, del juez en caso de quiedra, con el fin 4 asogufar ia solidaridad de todas las partes del aparato co- ‘morcal. ai Sa La anlones de toe le reps fucose ne den spn sno grads al concso de un cto noes 10 do fncons,fancone loo maisunon Ge sae sores dee aogao, dels jumdos, los dander tee de los demandadoy, et; procediniets fn ses cine din Gon eter eo fnln yt none gus deen ser ul pate de cae uno ene seer lrg Nos parece gus, en na sasieatn ron! des eles Independents deen ‘Gren, eco adnate popamen enc at is aos a els qe elas nine tera (3) dn mi maar gs a mna nn iil, Betrmia tips noraaly au oastees poe ows con ots, ya cn let noes ase ectcn Destin tan sl om earn ity mierda Aiport cis a sero, unger ot cartier peal() Ey fy aes’ Smee fact lo oon at ascloner ubeoecnee sae cms Since Greases arr ase ees Seka Sart ot a Souibanouo oamou A ta avin emt tmABAIO 149 Extratard, tl vez, contemplar reunidos en un mismo gru- po al derecho administrativo y politico y al que de ordinario se llama derecho privado, Pero, en primer lugar, esa sproxi imacin se impone si se toma como base de la elasificacén la naturaleza de las sensaciones, y no nos parece que see posi- ble tomar otra si se quiere proceder cientiicamente. Ademés, ‘para separar completamente esas dos especies de derecho se- rin necesario admitir que existe verdaderamente un derecho privado, y nosotros ereemos que todo el derecho es pico porque iodo el derecho es social. Todas las functones de la sociedad son sociales, como todas las funciones del organismo ‘on orginicas. Las funciones econdmicas tienen ese cardcter ‘como las otras. Ademds, incluso entre las més difusas, no ‘existe ninguna que no.se halle més © menos sometida a la fccién del aparato de gobierno. No hay, pues, entre ells, des- de ese punto de vista, mis que diferencias de graduncion, ‘n resumen, las rolaciones que regula et derecho coope- rativo de sanciones restitutivas y la solideridad que exterio- rizan, resultan de la divisién del trabajo social. Se explica tademés que, on general, les relaciones cooperativas no su- Pongan otras sanciones, En efecto, esti en la naturaleza do fas tareas especiales el escapar ala accién de la conciencia coletiva, pues para que una cosa sea objeto de sentimientos comune, la primera condicién es que sea comin, es deci, ue se halle presente en todas las conciencias y que todas 0 la puedan representer desde un solo © idéaties punto de vista, Sin dude, mientras les fanciones poseen una certa ‘genealidad, todo el mundo puede tener algin sentimlonto; pero cuanto més se espesalizan més se circunscribe el nl= ‘moro de aquellos que tienen conclencia de cada une de elles, _y mis, por consiguiente, desbordan la conelencia comin. Las Teglas que las determinan no pueden, pues, tener ese fuerza ‘superior, esa autoridad transcendente que, cuando se Ia ofen- de, reclama una expiaciin. De la opinién también es de donde Jes viene su autoridad, al igual que In de las reas penales, ~ 14 rowed 8 U4 ine om ran erode un opin lost en as eos rest de Ja sociedad. seals ‘Adm no en os crus een equ a cea y donde, por consign, se preentan «kn no consoponden «sentiments may wives om eae Gi, eae gine de etado ontclonl Pon a eras Imaeres como debon conc lar rents tncones on Ins diversas combinaones de Gineancin gue Purdon presenta, low bjs «es ren nesta sompre Presents ens conlensa No spre hay que adenine Sa uaa one saa), qu deers derechos do tcreedoro do comprar, i sobre todo, qu cog fal ca contin, ors do ones ano son ures io ot amen en qu son permanente a violin de esas tgs no tenia peso pres vis fan Conn ec in mes tn goer i ss groposepeitay, porconigtet, no puede detrmiar mds gue umm rxelon muy mederee sehen nc oan Inaner el et read we pera, par ns esta con gue sex resale No que eto dea segurns mente quo dsenolimianto de avin dl tae 90 ude repeeair eno deco penal Yusabome uo esten foncloae drnsisbatiasy gubernamentaes nat nes Girt rouciones hile regledas por el derecho rope oy cuneate puter gue lingua gen do ta conden comin y odo logue se rr. ots con tri non saad ue een crt anlone sols pen et alee gud 9 repocsiones bastante govt pun usar una rene ona: Pro, pra razin gus hemos dicho, exon conmagls pos son exeptorles, (1) He eql poe qd el derecho que ref Ss slain 1 rola os ralaclons lf ty demise ante fc wana sowounoan ound A tA Bonn DAL TRAN. 15H En defnitiva, ese derecho dosempefa en lx sociedad una funcidn anélogs 14 del sistema nervioso en el organismo, Este, enefecto, tiene por misién regular Ins diferentes fon~ ciones del everpo on forma que puedan concurrir arménica ‘mente: pone de manifiesto también con toda naturalidad el estado de concentracién a que ha lezado el organismo, a ceonseeuencia de Ia division del trabajo fsiolégico. Ast, en los ‘iferentes escalones de la escala animal, se puede medir el ‘grado de esta concentracién por el desenvolvimiento del sistoma nervioso. Esto quiere decir que se puede medir iguak ‘mente el grado de concentracién a que ba liegado una soci ‘dad a consecuencia de la divisién del trabelo social, por at desenvolvimento del derecho cooperativo de sanciones res- titutivas Facil es calcula los servicios que semejante criterio nos va a proporeionar. v Puesto que Ia solidaridad negativa no produce por si mis ‘ma ninguna integrecién, y, ademas, no tiene nada do espect- fica, reeonoceremos slo dos clases de solidarided positiva, que dlstinguen los caractres siguientes: 1.2 La primera liga directamente el individuo ala socio- dad sin intermedieto alguno. En la segunda depende de Ia sociedad, porque depende de las partes que Ia componen. 2° No se ve ala sociedad bajo un mismo aspecto en los dos casos, En el primero, lo que se llama con ese nombre fe un conjunto més © menos organizado de creencias y do Ssentimientos comunes a todos los miembros del grupo: éste sel tipo colectivo, Por el contrario, 1a sociedad de quo €0- ‘mos soldarios en et segundo caso es un sistema de funcio- nes diferentes y especiales que unen relaclones definidas, ‘Baas dos soeiedades, por lo demas, constituyen s6lo una. Som ‘dos espectos do una sole y misma realidad, pero que mo exi= ‘gen, menos que se las distings. 12 (4 rovcH OE KA Devt OL meABAO 3:° De esta segunda diferencia dedicase otra, que va a servirnos para carasterizar y denominar a esas dos clasos de solidaridades, [La primera no se puede fortalecer més que en la medida ‘en que Ias ideas y las tendencias comines « todos los mieme ‘bros de Ia sociedad sobrepasan en niimero y en intensidad « Jas que pertenocen personalments « cada uno de ellos. Es tanto mis enérgica cuanto més considerable es este exce. dente, Ahora bion, lo que constituye nuestra personelided 8 quello que etda uno de nosotros tiene de propio y de

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