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CPC.

- 2010
FICHA DE CÁTEDRA N ° 4
Francisco Altarejos Masota

Lic. en Filosofia; Universidad Complutense de Madrid (1972). Dr. en Filosofia. Universidad de


Navarra (1980). Director del Departamento de Pedagogía Fundamental (1984-92). Vicedecano-Director
de Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras (1984-92). Director del Programa de
Doctorado en Educación (2002- ...)

Algunas de sus obras

- Educación y felicidad. 1983.


- Práctica Docente (coautores: J. A. Ibanez-Martin, J. A. Jordan, G. Jover).1998
- Dimensión Etica de la educación 1999
- Tres reflexiones sobre sectas (coautores: A. Polaino-Lorente, E. Lopez Escobar) Cuadernos del
Instituto Martin. 1999.
- Filosofia de la Educación (coautora C. Naval Duran) 2000.
- Pensar la sociedad (coautores: A. Rodriguez Sedano y C.Parra) 2001.
- Retos educativos de la globalizacion (coaut: A.Rodriguez Sedano y J. Fontrodona), 2003.
- Retos de la educación social (coautores: A. Rodriguez, A. Bernal y C. Urpau), 2005.

TEXTOS

(Textos tomados de Filosofía de la Educación ,2000)


1.
“... el saber educativo nace y se constituye diferenciándose netamente de la ética filosófica; sin
negarla en ningún momento y sin obviar ninguno de sus principios ni de sus normas, confluye con ella,
pero tras haber recorrido otro camino o vía cognoscitiva.
Este camino parte de la reflexión sobre la experiencia común. No cabe partir del análisis
conceptual sobre nociones universales, según se ha dicho, pues ese proceso analítico impediría recoger el
elemento primario y esencial, tal como aparece unitariamente en la experiencia...” págs 100-101.

2.
“... El ser humano nace con una forma o modo de ser, como el resto de los vivientes, pero no
nace formado. Cualquier animal nace con unas tendencias definidas y completas -conformadas- que
permanecerán a lo largo de su existencia; en estado germinal, cualquier animal tiene ya su modo de
ser propio, que irá actualizando con el tiempo. No es así en el ser humano; su nacimiento sólo es la
aparición de múltiples posibilidades que irán actualizándose -o no- a lo largo de su existencia...” pág.
19.

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“...La educación, por lo tanto, es posible, pues la misma indeterminación del ser humano permite que
se abra a diferentes posibilidades, pero sin poder seguirlas o realizarlas todas. La naturaleza humana es la
condición de posibilidad básica para una existencia humanizada, y en su plasticidad constitutiva se
incardina la necesidad de recibir una ayuda a su crecimiento -que también está abierto- para que éste sea
óptimo y perfectivo...” pág 21.

“... La complejidad de la acción educativa y su esencial carácter relacional entre dos sujetos
agentes, hacen casi inasequible la formulación de una definición real de la educación que acoja
completamente toda la variedad de elementos de modo satisfactorio y riguroso. Cabría hablar de "ayuda al
perfeccionamiento humano", pero esta posible definición y otras semejantes resultan excesivamente
genéricas. Hay que ensayar entonces la vía indirecta de la definición descriptiva, enumerando sus rasgos o
notas esenciales, que son las que se exponen a continuación:

a) La educación es una acción: [...] actuación de dos seres. [...]La educación es un saber práctico
y no se rige por tanto por el conocimiento de la verdad del objeto, sino por la rectiiud de la
acción.

b) La educación es una acción recíproca. Es imprescindible la concurrencia de las acciones del


educador y del educando. Se puede aprender por uno mismo, como también se puede enseñar sin
ser atendido o comprendido; pero sólo cabe hablar de educación como acción relacional, esto
es, como conjunción de las acciones de ambos sujetos [...]

c) La educación es una acción recíproca de ayuda. Al educar se asiste a una acción del sujeto que
aprende, se concurre al impulso natural de crecimiento propio del educando. Este no es materia
informe e indefinida ante la educación, que no puede transformar o modelar algo inerte. El
principio de actuación educativa no está en el educador, sino en el educando. Como toda
ayuda, debe ser proporcionada a los requerimientos o necesidades de quien la recibe, de quien
realmente "se mueve" [...]

d) La educación es ayuda al perfeccionamiento humano. [...] Tomás de Aquino y R.S. Peters;


[expresan:] educar es "desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o
del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, etc.". No puede considerarse educativa
aquella asistencia que no busque intencionalmente elevar a quien la recibe, subviniendo una
necesidad, pero al mismo tiempo ayudando a mejorar la potencia que la suscita. Ayudar a
adaptarse no es educar, ni tampoco lo es el ofrecer resueltos los problemas; por el contrario, la
acción educativa consiste más frecuentemente en suscitar dificultades e incitar a su superación
con una discreta guía en el quehacer a realizar [...]

e) El perfeccionamiento humano, considerado en cuanto a las potencias del propio educando, se


ordena a y desde la razón. La racionalidad no es excluyeme, sino integradora de las restantes
potencias humanas. La naturaleza racional del ser humano conlleva que todo acto, para que sea
realmente humano, participe de la razón. [...] El desafío de Aristóteles no es sofocar o suprimir
las emociones, sino "gobernar inteligentemente nuestra vida emocional", para que la razón
pueda sacar provecho en sabiduría de las emociones [...]

f) La educación es formación de hábitos. El ser humano se adueña de sí mismo mediante sus


actos No se trata de meras costumbres rutinarias, que permiten hacer las mismas cosas del mismo
modo, sino de los hábitos que abren la posibilidad, de afrontar nuevos quehaceres desde la
solidez de una conducta estable regida por el sujeto agente. El ser humano se apropia, en cierta
medida, de sí mismo a través de su obrar; los hábitos realizan esa autoposesión del ser humano
[...]

La educación es la acción recíproca de ayuda al perfeccionamiento humano, ordenado


intencionalmente a la razón, y dirigido desde ella, en cuanto que promueve la formación de
hábitos éticamente buenos [...]” (Pág 30-34)

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3.
“... Cuando se habla de "persona" no se está hablando de cualquier manera del ser humano; es
evidente que no puede afirmarse lo mismo de otros términos, tales como "yo", "sujeto" o "individuo". El
"yo" puede entenderse como el auto-concepto o la idea que cada uno se forma de sí mismo, y que puede
objetivarse reflexivamente, e incluso proyectarse objetivamente a otras individualidades. En cualquier caso,
el yo resulta ser una autorreferencia ideal de la subjetividad. Por otra parte "sujeto" es un término propio
de la tradición filosófica del idealismo trascendental -desde Kant a Husserl- y conlleva la referencia al
objeto para su comprensión: el sujeto es el polo opuesto al objeto en la dinámica del conocimiento según
se da en la conciencia intencional, denotando la singularidad del agente cognoscente frente a la
universalidad de lo conocido como objeto. Esta misma referencia de singularidad es el fondo significativo
de la noción de "individuo", en este caso en contraposición a grupo, clase o colectividad. El individuo se
define por relación al género o especie a la que pertenece, resultando así cada uno un caso individual del
género humano o humanidad en su conjunto...”

[...]la persona es "lo perfectísimo en toda la realidad" no se está hablando del yo, del sujeto, del
individuo o de cualquier otra denominación, que puede ser real, pero siempre es parcial respecto de la
totalidad que se expresa con el término "persona" [..].págs 165-166.

“... la subsistencia como la independencia de todo sujeto de inhesión, respecto de todo


coprincipio y respecto de toda parte. Por ser sustancia individual, la persona es ante todo, subsistente; lo
que significa que su ser es independiente;
a) de todo otro sujeto del que puedan predicarse las mismas características que las suyas -de
cualquier sujeto de inhesión-;
b) de otro sujeto similar que opere con él conjuntamente en su ser -de cualquier coprincipio-;
c) de otro sujeto con el cual tenga parte formando un todo unitario -de cualquier parte-...” pág
172.

“... La relacionabilidad, comunicabilidad o trascendencia de la persona no son sino diferentes


nombres de su apertura constitutiva, que puede tambjén denominarse como coexistencia, término
especialmente significativo frente al de subsistencia. [...] De ahí que la soledad no es sólo el mayor atentado a
la vida humana en plenitud, esto es a la vida personal. También ocurre que “la soledad frustra la misma noción
de persona. La persona no puede vivir como tal separadamente de otras; "la convivencia personal es lo
primario, anterior a la persona en su aislamiento y a la condición social o colectiva, presente en forma de
usos, vigencias o instituciones. Pero, además, tampoco puede ser entendido su ser personal si no es como co-
existencia.No hay yo sin tú. Una persona sola no existe como persona, porque ni siquiera llegaría a
reconocerse a sí misma como tal. El conocimiento de la propia identidad, la conciencia de uno mismo, sólo
se alcanza mediante la intersubjetividad...” pág 175.

4.
“... Definir la educación como formación de hábitos, no es otra cosa que la afirmación de la libertad
humana como constituitivo esencial. [...] págs 107-108

“... La diferencia entre hábito y virtud no es de contraposición, sino de complementación. "Hábito",


como se ha dicho, viene de habitus, que significa lo habido o tenido; es la versión de la héxis griega que
destaca y conforma Aristóteles. Por otra parte, la etimología de "virtud" es suge-rentemente ambivalente.
En la lengua latina virtus significa poder o potencialidad, y está emparentada con vis, que significa
propiamente fuerza o energía; pero también emana de vir, que se traduce por "varón", pero indicando
integridad y plenitud, más próximo en su referencia al adjetivo varonil. Se desprende de esto que la
diferencia significativa es de temporalidad; que si bien remiten a la misma realidad, al hablar de "hábito"
se señala a la génesis y a la misma cualificación de la potencia -pasado y presente- mientras que el término
"virtud" remite a su potencialidad, a la operatividad incrementada cara al futuro. [...]

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Cuando se habla de la educación como formación de hábitos o virtudes se atiende a su
culminación -el aprendizaje formativo - sin por ello olvidar la razón de su génesis -la enseñanza
instructiva-. A lo largo de la vida se reciben multitud de enseñanzas que son estrictamente tales; basta con
nombrar solamente las que ofrecen los medios de comunicación social. Respecto de ellos se dice que sólo
informan; pero la información no deja de ser una enseñanza con todo rigor, pues muestra algo real mediante
signos. No obstante, y aun cuando enseñan, los medios de comunicación social no educan de suyo, porque
no forman; y no forman porque no pretenden promover virtudes, aunque tengan sin duda una notable
influencia en la conducta de las personas. Sin las virtudes, las potencias humanas se actualizan indiferen-
ciadamente por cualquier objeto, especialmente en la medida que éste tenga resonancias afectivas. Cuando
sólo se quiere dirigir u orientar la actuación de una colectividad de individuos, basta con informar o dar
noticia de algo, presentando la información con una tonalidad afectiva que incita los apetitos concuspible e
irascible a una acción determinada en una situación y momento concreto. No se pretende entonces una
estabilidad o permanencia en la conducta, sino una respuesta particular ante un objeto. Cuando se pretende
promover la continuidad estable en el comportamiento, la referencia es la formación de virtudes en la
persona [...]

La formación de hábitos operativos buenos o virtudes con la ayuda de la enseñanza es la esencia de


la educación; y siendo las virtudes perfecciones intrínsecas de las potencias humnas, la educación se
realizará según la capacidad de actualización de éstas...” págs 212-214.

5.
“... En rigor, el agente real de la formación humana es el educando en cuanto persona, como ya se
ha dicho. Al hablar de otros agentes educativos se entiende como agentes coadyuvantes o ministeriales,
pues sirven o ayudan a ella, a la formación humana; entre ellos, los primeros son los padres [...]
Hay también otra razón, de índole estrictamente pedagógica, para afirmar que los padres sean
los primeros y principales educadores: su enseñanza es casi inevitablemente individualizada, supuesta la
voluntad de ejercer la paternidad y maternidad, esto es, de educar; lo cual es el primer requisito de una
formación del ser humano como persona, según se dijo antes. [...] El carácter personal se descubre en las
relaciones puramente interpersonales propias de la familia: "en la familia doméstica uno nunca aparece
como individuo, sino como padre, madre, hijo, hermano, es decir, como persona. Si no hay familia
doméstica, el hombre no descubre su carácter de persona [...]
Por causa de la extensión y diversificación del saber humano, los padres no están capacitados
para subvenir todas las necesidades que conlleva la formación intelectual y cultural; por ello se
recurre a una ayuda específica para completar la misión educativa. Comparecen así los maestros como
agentes educativos, y su ámbito propio, que es la escuela. Consideradas como instituciones sociales,
la relación entre familia y escuela, tiene carácter de delegación. Los padres delegan en la escuela la
formación intelectual de sus hijos en aquellos aspectos que ellos no pueden atender debidamente; lo
que significa que encargan a los maestros que hagan sus veces en este aspecto de la formación
humana...” págs 199- 201.

6.
“... En la educación se trata justamente de esto último: de conocer la índole de las acciones
humanas que deben ser promovidas o sucitadas para propiciar una actuación feliz...” pág 100.
No puede ser de otra manera: si el destinatario de la educación es el educando, le
corresponderá a él la realización y cumplimiento del fin; las tareas o actividades docentes del
educador se definen por objetivos, que son fines parciales, ordenados en su conjunto al fin final. Si se
quiebra esta relación de referencia, la educación se pervierte instantáneamente en mero
adiestramiento, en el mejor de los casos, y en manipulación, casi siempre; pues ya no se pretende
suscitar acciones formativas propias del educando, sino prescribir tareas productivas de interés para
el educador. [...] El fin final de la educación pertenece al educando, que es quien lo realiza y

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cumplimenta.[...] que el fin final es tenido por el hombre en su acción, y no como consecuencia de
su actividad. ..” pág 109.
“... El obrar feliz, no sólo puede, sino que debe ser fin final de la educación. Hablar de la
perfección operativa de las potencias humanas como umbral o antecedente exigido de la felicidad
supone que se está considerando dicha perfección como fin terminal y parcial y, consecuentemente,
se está entendiendo la educación primordialmente como la tarea del educador. Se viene a decir que la
felicidad no puede ser fin del educador, porque pertenece enteramente al educando. Esto es verdad,
sin duda; pero también es verdad que en tal afirmación no se está comprendiendo la educación como
relación o como acción recíproca. Ciertamente, el educador no puede otorgar la felicidad al
educando, pero éste, en cuanto tal no puede actualizarla por sí solo; esto no significa que el educando
sea absolutamente incapaz de un obrar feliz, pero en el marco de la relación educativa, o sea, en
cuanto educando, requiere la ayuda del educador...” pág 114.

“... Obrar feliz es, sencillamente, contemplar. [...] Comtemplar es la fusión de conocer y
queres en un mismo acto. [...] Todo ser humano puede conocer y amar; por lo tanto, todo ser humano
es capaz de contemplar...” pág 115.
“... La cultura y la sensibilidad actuales consideran la contemplación como actividad casi
sobrehumana, cuando es una acción plenamente intrahumana. Como se ha dicho. Sólo el incapaz de
conocer y amar lo es de contemplar...” pág 122.

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