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Contenido
Resumen (1)
4
IV. Jesucristo, el infierno y el lago de fuego (27)
Bibliografía (48)
5
Resumen
Debido a su innegable compromiso teológico y denominacional, los
traductores de la Biblia por años han generado una confusión entre los
lectores no especializados al traducir dos términos griegos (GÉ.HEN.NA y
HAI.DES) y uno hebreo (SHE’OL) por un mismo término latino: “infierno”.
El término bíblico hebreo original SHE’OL fue sustituido indebidamente en
nuestras traducciones bíblicas por un término de origen claramente pagano:
IN.FÉR.NUS. Aun así, el Seol/“infierno” hace referencia al sepulcro o tumba,
es decir al lugar donde vamos a parar todos, hayamos sido buenos o malos.
Por su parte, los autores de las Sagradas Escrituras Cristianas (Nuevo
Testamento) usaron el término griego HAI.DES para referirse al antiguo
She’ol hebreo, y afirmaron que todos los que están en el
Hades/Seol/“infierno” duermen en el sueño de la muerte pero que resucitarán:
unos “para tener vida” y otros “para ser juzgados” (Juan 5:28). Una vez
juzgados, los malvados que murieron sin arrepentirse de sus faltas son
condenados a morir una segunda vez. Esta “Segunda Muerte” está expresada
en el Nuevo Testamento por el término griego GÉ.HEN.NA., y alude a un
tipo de muerte que ahora implica una destrucción absoluta y definitiva del ser
completo, tanto de las personas angélicas como de las humanas, lo cual las
imposibilita para resucitar. Nuestra investigación explica por qué, tras la
muerte y resurrección del Señor Jesucristo, el apóstol Pedro pudo decir que
Jesús “no fue dejado en el infierno [Hades/Seol]” (Hechos 2:27, 31, 32; Salmo
16:10), y por qué −hablando proféticamente de la futura resurrección en
tiempo pasado− el libro de las Revelaciones de Juan dice que “el mar
devolvió sus muertos; la muerte y el infierno devolvieron los suyos”
(Apocalipsis 20:13-14). Al final de la historia como la conocemos, el
“infierno” se vaciará, es decir, las tumbas vomitarán a sus muertos porque
todos ellos ‘oirán la voz del Hijo del hombre, y saldrán de allí’. Enseguida, “la
muerte y el infierno [Hades] fueron arrojados al lago de fuego. Este lago de
fuego es la muerte segunda” (Apocalipsis 20:14). El que la muerte y el Hades
(“infierno”) sean “arrojados” al Lago de Fuego significa que serán eliminados
para siempre cuando la raza humana quede liberada de (1) el pecado, (2) la
consecuencia del pecado: la muerte, y (3) la morada última de los muertos: el
sepulcro/seol/hades/“infierno”.
1
2
I. Infiernos cristianos
y no cristianos
3
c. Contra lo que ya había establecido el papa Juan Pablo II en 1999 (ver
sección II.H.4), su sucesor, el papa Benedicto XVI sostuvo que
1
http://elpais.com/diario/2007/04/23/sociedad/1177279205_850215.html
4
dependiendo de la gravedad de los pecados cometidos en la
Tierra.”
5
“Esencialmente, el infierno es el lugar del cual todos los
aspectos de la presencia de Dios serán totalmente retirados para
siempre” (Morris y Clark, 1976:311).
2
Puede leer la entrevista completa que le hizo Christine A. Scheller en la edición electrónica de la
revista Christianity Today: http://www.christianitytoday.com/ct/2011/aprilweb-only/willgraham.html
6
“Posiblemente el aspecto más aterrador del infierno es su
eternidad. Las personas pueden soportar la más angustiante de
las agonías siempre y cuando sepan que en algún momento ha
de terminar. En el infierno esta esperanza no existirá. La Biblia
nos enseña con claridad que el castigo ha de ser eterno […], es
una eternidad frente a la ira de Dios justa y siempre ardiendo;
un tormento en el sufrimiento, del cual no hay escapatoria
posible ni alivio”. Y concluye:
7
“La gente tiende a pensar que los injustos están «eternamente
separados de Dios», pero esta frase nunca aparece en la Biblia.
En cambio, nos dice que el peor terror de los injustos será estar
delante de la gloria, la majestad, la autoridad y el poder de
aquel que rechazaron mientras estuvieron en la tierra, y que es
fuego consumidor”
3
Harvard Oriental Series, tomo 38, 1952.
8
I.B.2. LA ENSEÑANZA MUSULMANA SOBRE EL INFIERNO.
Una encuesta de The Harris Poll de 2003 confirmó que el 69% de los
estadounidenses sigue creyendo en el infierno, pero solamente el 1% de
ellos cree que irá a parar allá después de morir.6
4
Aleyas: Versículos de Corán.
5
¿Qué relación podrá haber entre estos porcentajes y los niveles de secularización cultural de estas
naciones? Por ejemplo, ¿qué país está más secularizado: España o México? ¿Se corresponden los
porcentajes?
6
“The Religious and Other Beliefs of Americans 2003”, The Harris Poll #11, February 26, 2003,
http://www.harrisinteractiv.com/harris_poll/index.asp?pid=359 (consultada en 2009).
9
I.C.4. Otra encuesta Gallup efectuada en 2004 mostró que el 42% de los
canadienses y el 32% de los británicos opinaban lo mismo: los malvados se
van al infierno después de morir como pago por su maldad.
10
II. Breve reseña histórica
del infierno
II.A.2. “De todos los filósofos griegos de la época clásica, Platón es quien
más ha influido en el pensamiento tradicional sobre el infierno” (Minois,
2005:64).
II.A.3. El filósofo griego Plutarco (c.46 – 120 d.C.) dijo que los que están
en el mundo de ultratumba reciben “castigos, y entre atroces sufrimientos y
tormentos ignominiosos se lamentan llorando”.
11
II.B.2. Muchos judíos del siglo I, después de estudiar el Antiguo
Testamento (particularmente Daniel 12), desarrollaron ciertas creencias
sobre el infierno. Aunque estas creencias en sí mismas no están inspiradas
por el Espíritu, pintan un escenario de castigo retributivo, no remedial ni
correctivo, posterior a la muerte:
II.C.2. Teófilo de Antioquía (s. II d.C.) citó en uno de sus escritos las
palabras de cierta profetisa griega conocida como la Sibila, quien describía
así el castigo que sufrirían los malvados: “Una llama de fuego abrasador ha
de veniros, y por siempre, el día entero, seréis en su ardor abrasados”. Sin
embargo, para Teófilo, estas palabras estaban entre lo que es “verdadero y
provechoso y justo y digno de amarse por todos los hombres”.
12
II.C.4 “En ninguna parte del Antiguo Testamento la morada de los
muertos es un lugar considerado como de castigo o tormento. El concepto
del ‘infierno’ se desarrolló en Israel solamente durante el periodo
helenístico (a partir del siglo IV a.C.). Ideas religiosas y filosóficas griegas,
incluyendo esas de Aristóteles y Platón, llegaron a influenciar a toda la
región durante esa época.” (Interpreter’s Dictionary of the Bible)
13
original de Adán y Eva. A consecuencia de esto, todos lo no bautizados
dentro del cristianismo ortodoxo, incluyendo los recién nacidos y otros que
ni siquiera han oído de Jesucristo, están sujetos a castigo” (VISION:
https://www.vision.org/es/infierno-origenes-de-una-idea-626).
“Hay árboles ardientes de los cuales cuelgan las almas de los que
nunca asistían a la iglesia en esta vida […] Hay un horno ardiente, y
al lado hay siete diablos parados que echan las almas culpables en
el horno […] Las almas culpables no tienen descanso”.
14
muchísimo al papa Paulo III, quien había dado la autorización para que se
hiciera la pintura.
7
http://vampiroerudito.blogspot.com/2009/12/el-averno.html
16
II.G.2 “Es evidente que la idea del infierno ha evolucionado, pasando de la
noción de castigo infligido por una falta moral a la de angustia existencial
[…]. Pero el infierno conserva un significado más profundo que justifica,
más que en cualquier época pasada, la utilización de este término […].
Guerras, mundiales o locales, campos de concentración y prisiones,
pasando por la bomba atómica, las armas químicas, el desempleo masivo,
el hambre crónica, la contaminación generalizada, las dictaduras
totalitarias, la locura colectiva de masas fanáticas o inteligentemente
embrutecidas e idiotizadas, y tantos otros infiernos artificiales creados por
nuestras sociedades” (Minois, 2005).
II.H.2. “Es erróneo pensar que, por medio de los demonios, Dios inflige a
los condenados tormentos horribles como el del fuego. […] El infierno
existe, pero no es un lugar, sino la condición en que se halla quien sufre el
dolor de verse separado de Dios” (La Civiltà Cattolica, revista jesuita.
Énfasis añadido.).
17
rechinar de dientes” (Notimex. El Universal, Ciudad del Vaticano, martes
08 de abril de 2008. Énfasis añadido).
II.H.4. Juan Pablo II, quien fuera el papa católico de 1978 a 2005, llegó a
afirmar que el infierno no se trata de un castigo de Dios infligido desde el
exterior, sino del desarrollo de premisas ya puestas por el hombre en esta
vida. El infierno, más que un lugar, indica la situación en que llega a
encontrarse quien libre y definitivamente se aleja de Dios, manantial de
vida y alegría”. De ahí que concluye que la “condenación […] eterna” no es
obra de Dios, sino que “es la criatura la que se cierra a su amor [divino]”.8
II.H.6. “[El infierno es] la muerte eterna que deriva del rechazo a Dios”
(Catecismo de la Iglesia Episcopal de Estados Unidos).
8
Audiencia: “El infierno como rechazo definitivo de Dios” del miércoles 28 de julio de 1999.
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/audiences/1999/documents/hf_jp-
ii_aud_28071999_sp.html)
18
19
III. A dónde van
los muertos
III.A.1. El sabio rey Salomón afirmó, bajo inspiración divina, que “los
vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada ni esperan
nada, pues su memoria cae en el olvido. […] En el sepulcro, adonde te
diriges, no hay trabajo ni planes ni conocimiento ni sabiduría” (Eclesiastés
9:5, 10).
III.A.2. El rey David explicó que, cuando los hombres mueren, estos
“exhalan el espíritu y vuelven al polvo, y ese mismo día se desbaratan sus
planes” (Salmo 146:4). Por su parte su hijo, el rey Salomón, afirmó que,
tras la muerte, “volverá entonces el polvo a la tierra, como antes fue, y el
espíritu volverá a Dios, que es quien lo dio” (Eclesiastés 12:7, NVI).
III.B.2. Al comparar la muerte con el dormir, Jesús dejó claro que los
muertos están inconscientes ―como quien duerme, pero sin soñar. Por lo
demás, Lázaro llevaba cuatros días muerto cuando Jesús lo resucitó. Sin
embargo, la Biblia no indica que él contara ninguna experiencia tenida
espiritualmente en el “más allá” mientras su cuerpo permaneció muerto en
el “más acá”.
III.B.3. Jesús resucitó al menos a tres personas, y así demostró que existe
la esperanza de que los muertos vuelvan a la vida (Lucas 7:11-17; 8:49-56;
Juan 11:1-45).
III.B.4. Jesús dijo: “Viene la hora en que todos los que están en los
sepulcros oirán [la voz del Hijo del Hombre], y saldrán de ahí. Los que han
hecho el bien resucitarán para tener vida, pero los que han practicado el mal
resucitarán para ser juzgados.” (Juan 5:28-29)
III.C.2. Para poder entender 2ª Corintios 5:8, uno debe leer desde que el
capítulo empieza:
21
a. Pablo deseaba estar “revestido” con su “morada”, la
“habitación celestial” (5:2), cuando miraba adelante hacia la
“resurrección”, también llamada “transformación”, porque
sabía que “no todos moriremos, pero todos seremos
transformados” (1ª Corintios 15:51).
22
c. Así que cuando Pablo habla de que los muertos duermen, está
hablando literalmente. Después de todo, si él se hubiera estado
refiriendo a que los creyentes van a la presencia del Señor en una
existencia espiritual inmediatamente posterior a la muerte, ¿por qué
entonces lo encontramos consolando a los tesalonicenses con el
mensaje de la Segunda Venida del Señor y la esperanza de la
resurrección de los muertos? ¿Por qué no simplemente les dijo que sus
muertos ya estaban en el cielo con Dios?
III.D. Conclusión.
Nadie se va a ningún cielo ni a ningún infierno inmediatamente después de
morir si fue bueno o si fue malo, respectivamente. La Sagrada Escritura
jamás enseña eso. Según la correcta doctrina bíblica, todos, hayamos sido
buenos o malos, nos vamos al “infierno” (como decían los latinos: inférnum
o ínferus), en el entendido de que nos vamos a la tumba, al sepulcro, a
dormir en “el sueño de la muerte” (Salmo 13:3, NVI), esperando unos (los
que hasta el final hayan sido fieles a Dios y a la fe de Cristo) a que se les
diga: “Despierta, tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te
alumbrará Cristo” (Efesios 5:14. La Biblia de las Américas).
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IV. Jesucristo, el infierno y
el lago de fuego
• Infierno de fuego
• Gusanos inmortales
• Castigo eterno
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IV.B. El “infierno” de fuego.
El vocablo griego mal traducido en Marcos 9:47 como “infierno” es
GÉ.HEN.NA, un término procedente de la voz hebrea Gai Ben Hinnom, o
Gai Hinnom, es decir, “valle del hijo de Hinón”, o simplemente “valle de
Hinón”.
25
a. “En el Antiguo Testamento, el Valle de Hinón era el lugar en el
que algunos israelitas se embarcaron en la adoración idolátrica
de los dioses cananeos Moloc y Baal. Fue allí, de hecho, donde
sacrificaban sus hijos a estas deidades (2 Reyes 16:3; 21:6)
haciéndolos ‘pasar por fuego’ (Ezequiel 16:20-21. NASB)”
(Chan y Sprinkle, 2011:61).
‘He aquí vendrán días […] que no se dirá más […] valle del
hijo de Hinom, sino valle de la Matanza’ (Jeremías 7:32. RV).
26
e. En los días del rey Josías, el valle fue limpiado y sus malas prácticas
fueron prohibidas (2 Reyes 23:10). Sin embargo, su infamia persistió,
y el valle llegó a convertirse en el basurero oficial de la ciudad, y en
símbolo de la destrucción. Los judíos que vivieron entre los
Testamentos recogieron esta metáfora y vivieron con ella. La palabra
gehenna fue ampliamente usada por los judíos durante la época de
Jesús para referirse al lugar ardiente del juicio para los malhechores al
final de los tiempos (Freedman, 1992).
27
El olor era sumamente pútrido y nauseabundo” (Wiese,
2010:105). “Para este propósito y para evitar el hedor de la
putrefacción, se mantenía el fuego ardiendo continuamente; los
cadáveres que el fuego no alcanzaba a consumir eran
devorados por los gusanos. De esta manera el valle de Hinón,
posteriormente llamado Gehena, vino a ser sinónimo de muerte
y destrucción inexorables”.9
Fernando Dávila (2016) afirma que este valle tenía un simbolismo especial.
Aunque solamente los peores criminales recibían la sentencia de muerte,
que el sanedrín (la suprema corte de 71 miembros, a la que le correspondía
el derecho de juzgar los delitos más graves) podía sentenciar a estos
delincuentes con doble afrenta al no permitirles ser sepultados.22
“Hacían que sus cadáveres, junto con lo de los perros, fueran lanzados en el
basurero de la ciudad (en el valle de Hinnom o Gehena) donde eran
devorados por las llamas que quemaban la basura. Es de suponer que, como
en todo crematorio moderno, «su llama nunca se apaga» debido a las
condiciones de combustión favorables que imperaban, así como que
siempre hubiese gusanos encargados del proceso de descomposición y de
ahí la frase «donde el gusano nunca muere». Esto representaba según los
judíos, la perdida de toda esperanza de vida futura mediante la
resurrección” (Dávila, 2016).
a. Un escritor judío del siglo I dijo que “en el día del juicio, Dios
arrastrará a Beliar [el diablo], y a sus huestes también, al
Gehenna”, y entonces El resucitará a los muertos y “producirá
fuego [para] consumir a todos los impíos, y luego será como si
nunca hubieran sido creados” (Ascen. Is. 4:14-18).
9
Shadowcool, en: http://www.deguate.com/foros/messages/1870/19560.html
28
b. Otro escritor, que vivió en Israel alrededor de la época del Señor
Jesús, lo dijo así:
10
Ver también Wis. 4:14-15; 1 QS 4:11-14; 1 En 91:9-14.
29
IV.C. Los “gusanos inmortales”.
Parece que cuando Jesús habló de ‘gusanos que no mueren’ y de un ‘fuego
que no se apaga’, estaba citando de Isaías 66:24.
IV.C.2. Tanto Jesús como sus oyentes sabían que Isaías estaba aludiendo
al fin que les esperaba a los cadáveres de quienes no merecían un entierro.
Así, cuando Jesús habló de ser echados en el Valle de Hinón, es decir en el
Gehena, en realidad se refería a morir sin la posibilidad de volver a vivir
―resucitar.
IV.C.3. Por si quedaban dudas, Jesús dejó claro ese punto cuando advirtió
que Dios “puede destruir alma y cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28.
Énfasis añadido.), donde la voz griega para “alma” (psique) puede ser
30
también traducido como “vida”, y donde se traduce erróneamente la palabra
Géhenna como “infierno”, a pesar de que usa la palabra “destruir”. Así
pues, el Gé.hen.na (erróneamente llamado “infierno”) es símbolo de
muerte (destrucción y aniquilación) permanente para ángeles y
hombres, pero no de cruel tormento sin fin.
IV.D.3. “Figuras bien conocidas como Juan Calvino, Martin Lutero, C.S.
Lewis, Billy Graham, D.A. Carson, J.I. Packer y Sinclair Ferguson, todos
entienden de forma no literal la imagen del fuego. Otros teólogos y
comentaristas conservadores, como Charles Hodge, Carl Henry, F.F. Bruce,
Roger Nicole, Leon Morris y Robert Peterson, piensan igual. […] Yo
también estoy de acuerdo con esta multitud de académicos de que el fuego
probablemente no deba ser tomado de manera literal cuando se usa para
describir el infierno. […] Dado el amplio uso del fuego como metáfora en
31
la Escritura, encuentro que es mejor tomar esta imagen de forma no literal”
(Chan y Sprinkle, 2011:154).
32
a. Pero también significa castigo correctivo (disciplina): la gente es
consciente no solo de que va a morir (que va a ser aniquilada) sino que
su actitud opuesta a la Divinidad quedará corregida antes de que sean
borrados (desintegrados) del todo del tejido cósmico, “como si nunca
hubieran sido creados”.
33
34
V. Géhenna, hades,
seol e infierno
a. Lucas cuenta que el apóstol Pedro declaró ante una multitud que, tras
la muerte de Jesús, “su alma no fue dejada en el infierno [Hades], ni
su carne vio corrupción” (Hechos 2:31, Reina-Valera, 1909). Pedro,
de hecho, estaba parafraseando el pasaje mesiánico localizado en el
Salmo 16:10, donde el equivalente del Hades es Seol en el hebreo
original.
36
simplemente la de un lugar ‘más abajo’ o ‘inferior’, de modo que su
significado era muy similar al del she’ól hebreo”.11
c. Se dice también que Job fue un hombre justo que sufrió mucho. Dado
que no sabía cómo salir de la difícil situación en que se hallaba, le
rogó a Dios diciendo: “¿Quién me dará, que me cubras en el infierno
[Sheol], y me escondas, hasta que pase tu furor, y me aplaces el
tiempo, en que te acuerdes de mí?” (Job 14:13. Scío de San Miguel).
No resulta razonable pensar que Job deseaba buscar protección en un
lugar abrasador. Para él, el “infierno” era simplemente la tumba,
donde terminaría su sufrimiento. Así, el infierno del que habla la
Biblia hace referencia al sepulcro o tumba, donde vamos a parar
todos, hayamos sido buenos o hayamos sido malos.
11
Enciclopedia Larousse (1981), Vol. 5, p. 5201.
37
V.D. Las Escrituras hacen distinción entre el Hades
(“infierno”) y el fuego.
V.D.1. “La muerte y el infierno [Hades] fueron arrojados al lago de fuego. Este
lago de fuego es la muerte segunda” (Apocalipsis 20:14). Como ya dijimos, la
Muerte Segunda es una muerte sin la esperanza de resucitar.
V.D.2. Al igual que el Gehena, del que ya hemos hablado, el Lago de Fuego
representa la aniquilación definitiva. El que la muerte y el Hades sean
“arrojados” en él, significa que serán eliminados cuando la raza humana quede
liberada de (1) el pecado, (2) la consecuencia del pecado: la muerte, y (3) la
morada última de los muertos: el sepulcro.
V.D.3. Todos aquellos que pecan de manera deliberada y mueren sin arrepentirse
de sus pecados “recibirán su herencia” en dicho Lago, es decir, serán echados en
un medio que los aniquilará para siempre (Apocalipsis 21:8).
V.D.4. Por su parte, los fieles que se encuentren en el “infierno” (en “la parte de
más abajo”, en “la parte inferior”), es decir en su respectiva tumba, pero también
en la memoria de Dios, serán resucitados y vivirán durante mil años en el Reino
de Dios, encabezado por Jesucristo, el Mesías.
V.E.2. Se sobreentiende que el infierno (o sea, las tumbas) vomita a sus muertos
porque todos ellos ‘oirán la voz del Hijo del hombre, y saldrán de allí’. “Los que
han hecho el bien resucitarán para tener vida, pero los que han practicado el mal
resucitarán para ser juzgados” (Juan 5:28).
V.E.3. Así pues, tanto los malvados como el “infierno” (las tumbas) que los
contenía serán echados al lago de fuego para hacerlos desaparecer, es decir, para
desintegrarlos en el sentido más amplio de la palabra. No quedará ni su recuerdo
después de ser borrados del todo.
38
39
VI. Reflexión final
40
De algún modo, la “muerte primera” (la que nos lleva al sepulcro) recicla
la naturaleza humana, de modo que elimina al pecado que está en nosotros.
Pero de ese “infierno”, o Hades, uno puede volver a la vida solamente si ha
depositado su fe en Jesucristo y ha creído que él ha pagado en la cruz la
deuda de pecado que tenía con Dios. Quien “vuelve” de la muerte primera
ya no puede morir otra vez, porque cuando regresa, lo hace limpio del
pecado que lo mandó allí. En ese sentido se puede decir que son “dichosos
los que de ahora en adelante mueren en el Señor” (Apocalipsis 14:13); o
“dichosos y santos los que tienen parte en la primera resurrección”; ¿por
qué? Porque “la segunda muerte no tiene poder sobre ellos” (Apocalipsis
20:4-6).
Esta es parte esencial de las buenas nuevas: Dios va a “reformatear” todo el
sistema cósmico de cosas creadas, y lo va a depurar del pecado que lo
mantiene oprimido y lo lleva a la muerte, de modo que muchos “archivos”
infectados se van a perder para siempre, no porque Dios no haya podido
limpiarlos sino porque ellos no quisieron ser limpiados. Con respecto a
estos seres humanos que involuntariamente han sido infectados por el
“virus”, Dios quisiera que “nadie se pierda sino que todos procedan al
arrepentimiento” (2 Pedro 3:9. RV). Con respecto a los que no solo
supieron que el mundo está repleto de maldad sino que voluntariamente
decidieron participar de esa infección, en franca y consciente rebelión
contra el carácter de Dios, la Biblia deja claro que serán borrados del tejido
del universo de manera permanente y sin posibilidad de ser recuperados.
Esa es la Segunda Muerte: la destrucción total y absoluta del cuerpo y
del alma de la persona (angélica o humana).
*******
En la obra de Edward Fudge se dice: “La idea de un tormento eterno
consiente fue un severo error, un horrible error, una flagrante calumnia
contra el Padre Celestial, cuyo carácter vemos verdaderamente en la vida
de Jesús de Nazaret” (Fudge, 1982:221). Pero todos esos teólogos y
ministros religiosos que creen y enseñan que el infierno es un lugar real de
tormentos infinitos, tienen una imagen muy distorsionada y pervertida de
Dios y de su carácter. Creo que quienes enseñan y creen esa doctrina, de
claro origen pagano, lo único que hacen es proyectar su propia perversión
personal, y piensan que la justicia de Dios debe acomodarse a lo que ellos
creen que es justo. Pero no me malentiendan: por supuesto que la Biblia
dice que Dios castigará a las personas malas (2 Tesalonicenses 1:6-9), pero
41
la justa indignación que lo llevará a tomar esa decisión no es el rasgo
dominante de su personalidad. Dios no es perverso, como sí lo son algunas
personas que, si tuvieran la oportunidad, nos torturarían por siempre; y
tampoco es rencoroso, como sí lo somos los seres humanos, debido a
nuestra naturaleza caída.
El teólogo protestante norteamericano Robert Charles Sproul dice que “si
hay algún consuelo en el concepto del infierno es la plena seguridad de que
no habrá crueldad allí. Es imposible que Dios sea cruel. La crueldad
implica infligir un castigo que sea más severo o más duro que el crimen”
(Sproul, 1996:318). Sin embargo, contra este punto de vista que implica
que el infierno de sufrimiento infinito es justo y retributivo para cualquier
tipo de delito, haya sido éste una mentira deliberada o un genocidio
histórico, Dios mismo pregunta: “¿Acaso creen que me complace la muerte
del malvado? ¿No quiero más bien que abandone su mala conducta y que
viva?” (Ezequiel 18:23).
Sproul desarrolla su severo, cruel, perverso y medieval punto de vista al
extremo de afirmar que “el problema que tendrán [los impíos] en el infierno
no será la separación de Dios, será la presencia de Dios lo que los
atormentará. En el infierno, Dios estará presente en la plenitud de su ira
divina. Estará allí para ejercer su justo castigo sobre los malditos. Lo
conocerán entonces como el fuego consumidor” (Sproul, 1996:318. Énfasis
añadido.). Pero si a Dios ni siquiera le agrada tener que destruir a los
pecadores, ¿cómo creer que le complacerá atormentarlos por los siglos de
los siglos y sin final? Piensen en esto un momento: ¿qué horrible crimen
podrá cometer alguien para merecer que el Dios de amor no solo lo torture
por durante eones y eones de tiempo, sino que incluso se complazca en
ello? (Cf. 1 Juan 4:8). ¿Qué Dios sería ese? Como dijo el filósofo hindú
Nikhilananda: “La teoría del sufrimiento eterno no es compatible con la
creencia de que Dios ama las cosas creadas. Creer que se castiga
eternamente al alma por los errores de unos cuantos años, sin darle la
oportunidad de enmendarse, va contra los dictados de la razón”.
Debido a que Dios es justo, él va a destruir al mal y a los malvados, ¡pero
los destruirá para siempre! No va a torturar a nadie, precisamente porque es
justo y no cruel, y mucho menos perverso —como sí lo son algunos
teólogos que, si recibieran el poder religioso suficiente, nos harían soportar
legítimamente “la más angustiante de las agonías”, procurando que no
42
muriéramos en el proceso, y quitándonos cualquier esperanza de que todo
terminara alguna vez.
En este sentido se puede afirmar que el Señor Jesucristo experimentó la
pena de muerte en nuestro lugar en la cruz, y que después fue llevado al
infierno (Hades) donde esperó su momento de ser recuperado por Dios.
Pero Jesús fue muerto definitivamente, ¡no torturado sin fin! Y aunque es
verdad que antes de morir sufrió una horrible agonía, también es verdad
que él tomo nuestro lugar en la muerte, no en la agonía permanente, ¿me
explico? ¿O acaso sigue Jesús clavado, vivo y agonizante en la cruz hasta el
día de hoy? ¡Claro que no! ¿Por qué? Porque “la paga del pecado es muerte
definitiva”, ¡no agonía sin fin!
Al destruir a los malvados (ángeles y hombres) en la Muerte Segunda, el
Señor estará aplicando el equivalente a la pena de muerte, una pena que es
justa y retributiva. Pero no los enviará a un infierno de fuego de sufrimiento
infinito, que vendría a ser el equivalente al sistema de cárceles con que los
humanos castigan incluso a los más malvados para que, supuestamente,
paguen por los crímenes cometidos, en vez de cortarlos del pueblo, como la
justicia divina precisamente lo exige (Por lo demás, no olvidéis que hasta
los condenados a cadena perpetua algún día mueren). Estoy casi seguro que
Sproul y otros líderes religiosos perversos como él, votarían a favor de un
sistema de cárceles12, pero no lo harían a favor de un sistema de pena
capital por lo mismo, porque ya no creen (o no entienden) la doctrina
bíblica de la Segunda Muerte como pena capital divina, pero sí creen en la
doctrina pagana del infierno como cárcel divina para la tortura y el
sufrimiento infinitos.
Por lo demás, es de notar que solo las culturas de fondo católico-evangélico
más secularizadas impulsan los sistemas carcelarios, y me parece que ello
obedece a la introyección en el inconsciente colectivo de los falsos
conceptos y temores relacionados con el infierno y con el resto de la
topología pagana del más allá. Aún así, es curioso que la antigua cultura
judía no haya tenido un sistema complejo y definido de cárceles; pero lo
que sí tenía era la pena de muerte que Dios exigía.
Dios es justo, pero su principal cualidad es el amor (1 Juan 4:8). “El Señor
es bueno con todos; él se compadece de toda su creación” (Salmo 145:9,
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“Así como las cárceles se construyeron para proteger al inocente de los que quebrantan la ley aquí en
la Tierra, el infierno ha sido preparado para los que infringen la ley de Dios” (Wiese, 2010:5).
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NVI). Y lo único que pide a cambio es que lo amemos con todo el corazón
y le guardemos todo el respeto y el agradecimiento posibles.
Quienes llegan a creer que ciertas almas sufren en el infierno, sienten por
Dios un angustioso temor al que mejor podríamos llamar miedo a Dios.
Pero esto no tiene que ver nada con el verdadero temor de Dios. Este temor
no es un terror paralizante hacia Dios, sino un profundo sentimiento de
respeto por el Creador, que nos impide hacer cualquier cosa que le
desagrade. Este es el sano temor que llegan a desarrollar quienes conocen la
verdad sobre su carácter y llegan a conocerlo y amarlo personalmente.
Como dice el Salmo 111:10: “El principio de la sabiduría es el temor del
Señor; buen juicio demuestran quienes cumplen sus preceptos”.
Así es: el profundo amor, gratitud y respeto reverente que sentimos por el
carácter de Dios ―y no el enfermizo miedo al infierno― es lo que debe
motivarnos a cumplir su buena voluntad. Si así lo hacemos, podremos
disfrutar de felicidad sin fin. Como escribió el salmista: “Dichosos todos los
que temen al Señor, los que van por sus caminos” (Salmo 128:1).
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Otros subtemas y preguntas
a considerar
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7. ¿En qué sentido el Señor Jesús, entre su muerte y su resurrección,
“fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro
tiempo desobedecieron” (1 Pedro 3:19-20)? ¿Fue para darles
alguna segunda oportunidad? ¿Dónde está esa cárcel?
8. ¿Qué es la “primera resurrección” de Apocalipsis 20:5-6? ¿Habrá
al menos alguna “segunda resurrección”? ¿Habrá una
resurrección general o más bien habrá una resurrección de los
justos separada por un periodo de mil años de una resurrección
final de los injustos?
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Acerca del autor
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