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Este documento explora la armonía entre la soberanía de Dios y el poder de la oración humana. Explica que en Dios hay tres personas - Padre, Hijo y Espíritu Santo - que existen en comunión eterna. El Hijo pide al Padre dentro de la Trinidad, dando origen a la oración. La oración humana, hecha a través del Hijo, puede influir en Dios sin oponerse a Su voluntad. Los decretos divinos dejan espacio para la libertad del Hijo y la oración, de modo que Dios
Este documento explora la armonía entre la soberanía de Dios y el poder de la oración humana. Explica que en Dios hay tres personas - Padre, Hijo y Espíritu Santo - que existen en comunión eterna. El Hijo pide al Padre dentro de la Trinidad, dando origen a la oración. La oración humana, hecha a través del Hijo, puede influir en Dios sin oponerse a Su voluntad. Los decretos divinos dejan espacio para la libertad del Hijo y la oración, de modo que Dios
Este documento explora la armonía entre la soberanía de Dios y el poder de la oración humana. Explica que en Dios hay tres personas - Padre, Hijo y Espíritu Santo - que existen en comunión eterna. El Hijo pide al Padre dentro de la Trinidad, dando origen a la oración. La oración humana, hecha a través del Hijo, puede influir en Dios sin oponerse a Su voluntad. Los decretos divinos dejan espacio para la libertad del Hijo y la oración, de modo que Dios
O la Oracin en Armona con el Carcter de Dios Padre, gracias Te doy porque Me has dicho. Y Yo saba que Tu siempre Me oyes. Juan 11:41-42. Mi Hijo eres T: Yo Te engendr hoy: demndame, y Yo Te dar. Salmo 2:7-8. En el Nuevo Testamento descubrirnos que se establece una distincin entre la fe y los conocimientos. A este es dada, por el Espritu, palabra de sabidura: al otro palabra de ciencia por el mismo Espritu; a otro fe por el mismo Espritu (1). En un nio, o en una persona mayor, Cristiano, de mente sencilla, puede haber mucha fe, juntamente con poca ciencia. La sencillez infantil acepta la verdad sin dificultad, y a menudo no se cuida mucho de darse a s mismo ni a los dems mayor razn para su fe que esta: Dios lo ha dicho. Pero es la voluntad de Dios que Le amemos y Le sirvamos, no solo con todo el corazn, sino tambin con toda la mente: vayamos desarrollndonos en una penetracin de la Divina sabidura y de la belleza de todos Sus caminos y palabras y obras. Es solamente as que el creyente podr irse aproximando plenamente, y rectamente adorar la gloria de la gracia de Dios; y es solamente as que nuestro corazn puede inteligentemente apropiar los tesoros de sabidura y de ciencia que contiene la redencin, y estar preparados para entrar de lleno en la ms alta nota de esa cancin que se levanta delante del Trono: 0h profundidad de las riquezas de la sabidura, y de la ciencia de Dios! (2). En nuestra vida de oracin, esta verdad tiene su completa aplicacin. Mientras que la oracin y la fe son tan sencillas que el convertido recin nacido puede orar con potencia, la verdadera ciencia Cristiana encuentra, no obstante, en la doctrina de la oracin algunos de sus ms profundos problemas. Hasta dnde es el poder de la oracin una realidad? Si as lo fuera, cmo puede Dios conceder a la oracin una potencia tan poderosa? Cmo puede armonizarse la accin de la oracin con la voluntad y los decretos de Dios? Cmo pueden reconciliarse la soberana de Dios y nuestra voluntad, la libertad de Dios y la nuestra? Estas y otras cuestiones semejantes son asuntos propios para la meditacin y la investigacin Cristianas. Mientras ms anhelosa y reverentemente nos acercamos a tales misterios, tanto ms en adoracin y asombro nos prosternaremos para alabar (1) la Corintios XII, 8, 9.
(2) Romanos XI, 33.
a El, Quien en la oracin ha dado tal poder al hombre.
Una de las dificultades secretas acerca de la oracin, una, que aunque no se exprese, en realidad con frecuencia impide la oracin, se deriva de la perfeccin de Dios, en Su absoluta independencia de todo lo que est fuera de S mismo. No es el Ser Infinito, Quien debe lo que es a S mismo solamente, Quien Se determina a S mismo, y Cuya sabia y santa voluntad ha determinado todo lo que debe existir? Cmo puede la oracin ejercer una influencia sobre El, o ser El conmovido por la oracin para hacer lo que de otro modo no habra hecho? No ser la promesa de una contestacin a nuestra oracin, meramente una condescendencia a nuestra debilidad? Todo aquello que se dice acerca del poder prevalecedor de la oracin de esa potencia que (se dice) tanto prevalece ser algo ms que un acomodamiento a nuestro modo de pensar, puesto que la Deidad nunca puede depender de ninguna accin fuera de S para lo que El obra? Y no ser la bendicin de la oracin simplemente la influencia que ejerce sobre nosotros mismos? Al buscar una respuesta a tales preguntas, hallamos la clave en el mismo Ser de Dios, en el misterio de la Santa Trinidad. Si Dios no fuera ms que una sola Persona, aislado dentro de S mismo, no podra haber un solo pensamiento de acercamiento a El ni de influencia sobre El. Pero en Dios hay Tres Personas. En Dios tenemos Padre e Hijo, Quienes tienen en el Espritu Santo su vnculo vivo de unidad y de comunin. Cuando el Eterno Amor engendr al Hijo, y el Padre dio al Hijo, como la segunda Persona, un lugar junto a El como Su Igual y Su Consejero, se abri entonces un camino para la oracin y para su influencia dentro de la ms ntima vida de la misma Deidad. Justamente as como sobre la tierra, as tambin en el Cielo, la completa- relacin entre el Padre y el Hijo es la de (lar y recibir. Y si ese recibir tiene que ser tan voluntario, y tan determinado por s mismo, como lo es el dar, tiene que haber de parte del Hijo un pedir y un recibir. En la santa comunin de las Divinas Personas, este pedir del Hijo fue una de las grandes operaciones de la Tres Veces Bendita vida de Dios. As lo tenemos expresado en el Salmo II: Yo Te engendr hoy-: Demndame, y Yo Te dar. El Padre dio al Hijo el lugar y el poder para ejercer influencia sobre El. El pedir del Hijo no era un mero espectculo o una mera sombra, sino uno de esos movimientos de
vida en el cual se juntaron el amor del Padre y del Hijo
y se completaron entre s. El Padre haba determinado que no estara solo en Sus consejos: y hubo un Hijo de cuyo pedir y aceptar dependeran los cumplimientos de esos consejos. Y as hubo en el mismo Ser, en la misma Existencia y Vida de Dios un pedir, del cual la oracin sobre la tierra haba de ser el reflejo y el desborde. No fue sin incluir a esta, que Jess dijo: Y Yo saba que T siempre me oyes. Justamente as como la relacin Filial de Jess sobre la tierra no puede ser separada de Su condicin Filial en el Cielo, asimismo en cuanto a Su oracin sobre la tierra, es la continuacin y la contraparte de Su demandar en el Cielo. La oracin del hombre Cristo Jess, es el vnculo entre el eterno demandar del unignito Hijo en el seno del Padre, y la oracin de los hombres sobre la tierra. La plegaria tiene su manantial y su ms profunda fuente en el mismo Ser de Dios. En el seno de la Deidad nada se efecta jams sin la oracin el demandar del Hijo y el dar del Padre (1). Esto podr ayudarnos a comprender algo como la oracin del hombre, viniendo por medio del Hijo, puede tener efecto sobre Dios. Los decretos de Dios, no son decisiones hechas por El sin referencia al Hijo, o a Su peticin de El, o a la peticin a ser enviada por medio de El. De ninguna manera. El Seor Jess es el Primognito, Cabeza y Heredero de todas las cosas: todas las cosas fueron creadas por medio de El, y para El, y todas las cosas consisten en El. En los consejos del Padre, el Hijo como Representante de toda la creacin, siempre tuvo voz: en los decretos del propsito eterno siempre se dejaba lugar para la libertad del Hijo como mediador e intercesor, y as lugar para las peticiones de todos los que se acercan al Padre en el Hijo. Y si se presentara el pensamiento que, esa libertad y poder del Hijo de obrar sobre el Padre, estn opuestas a la inmutabilidad de los decretos Divinos, no olvidemos que no existe con Dios como existe con el hombre, un pasado por el cual El se encuentra irrevocablemente limitado. Dios no vive en el tiempo con su pasado y futuro; las distinciones del tiempo no tienen referencia alguna para Aquel Quien habita la Eternidad. Y la Eternidad es un siempre presente, ahora, en el cual el pasado nunca es pasado, y el futuro es siempre presente. Para acomodarse a nuestra debilidad humana la Escritura tiene que hablar de decretos pasados, y de un porvenir futuro. En realidad la inmutabilidad del consejo de Dios est siempre en perfecta armona con Su libertad de hacer lo que El quiera. No as fueron la oracin del Hijo y de Su pueblo incorporados en los eternos decretos para que su efecto fuera solamente un efecto oponente; sino, as, que el corazn Paternal se mantiene abierto y libre para escuchar a cada splica que asciende por medio del Hijo, y que Dios en verdad se permite a S mismo, ser decidido por la oracin para hacer lo que El de otra Vil Vase desarrollado este pensamiento en Die Lehre ron Gebet, por R. Lber.
manera no habra hecho.
Esta perfecta armona y unin de la Soberana Divina y la libertad humana, es para nosotros un misterio insondable, porque Dios, como el Ser Eterno, trasciende a todos nuestros pensamientos. Pero sea nuestro consuelo y nuestra fuerza el sentirnos asegurados que en la eterna comunin del Padre y del Hijo, el poder de la oracin tiene su origen y su certidumbre, y que por medio de nuestra unin con el Hijo nuestra oracin es aceptada, y puede tener su influencia en la vida interna de la Bendita Trinidad. Los decretos de Dios no son armazones de hierro, contra los cuales la libertad del hombre buscara de luchar en vano. No, Dios mismo es el Amor Viviente, Quien en Su Hijo, como hombre, ha entrado en las tiernas relaciones con todo lo que es humano, Quien por medio del Santo Espritu toma todo lo que es humano y lo incorpora en la Divina vida de amor, y se mantiene a S mismo libre para dar a toda oracin humana su lugar en el gobierno del mundo. Es en la luz de alborada de pensamientos como estos, que la doctrina de la Bendita Trinidad no es ya ms una especulacin abstracta, sino la viva manifestacin del modo por el cual fue posible para el hombre ser recibido en la comunin de Dios, y llegar a ser su oracin un factor real en el gobierno Divino de este mundo, y podemos, como a la distancia, vislumbrar visiones de la luz que del mundo eterno irradian sobre palabras como estas: Por El tenemos acceso, por un mismo Espritu, al Padre (1).
Jess, ensame a orar!
Soberano Dios! El Trino y Tres veces Santo! en profunda reverencia, con rostro velado, quisiera yo adorar ante el misterio de Tu Ser Divino. Y si Te pluguiera, oh gloriossimo Dios, descorrer el velo sobre algo de ese misterio, quisiera prosternarme con temor y temblor, por si pecara contra Ti, al meditar sobre Tu gloria.
Padre! Te doy gracias que Tu llevas este nombre no
solo como el Padre de Tus hijos aqu sobre la tierra, sino como habiendo subsistido desde la eternidad como el Padre, con Tu unignito Hijo. Te doy gracias que, como Padre, T puedes escuchar nuestra splica, porque desde la eternidad T has dado lugar en Tus consejos para el demandar de Tu Hijo. Te doy gracias porque hemos visto en El, sobre la tierra, cual fue la bendita comunin que El tuvo contigo en el Cielo; y como desde toda la eternidad en todos Tus consejos, hubo lugar existente para todas las demandas de El, y para las respuestas a las mismas. Y Te doy gracias por encima de todo, que por medio de Su humana naturaleza de El, en Tu trono en las alturas, y por medio de Tu Santo Espritu en nuestra naturaleza humana aqu abajo, se ha abierto un camino por el cual todo humano clamor de necesidad puede llegar a ponerse en contacto con, y ser incorporado en la Vida y el Amor de Dios, y recibir en la respuesta lo que hubiere demandado. (1) Efesios II, 18. Bendito Jess! en Quien como el Hijo, el sendero de la oracin ha sido abierto, y Quien nos das la seguridad de la
contestacin, Te imploramos, ensees a Tu pueblo a orar. Oh
permite que esta sea cada da la seal de nuestra condicin de hijos de Dios, que, a semejanza de Ti, sabemos que el Padre siempre nos oye. Amn. NOTA Dios escucha la oracin. Este, el ms sencillo aspecto de la oracin es el aspecto caracterstico de las Escrituras. No se detiene sobre la influencia refleja de la oracin sobre nuestro corazn y nuestra vida, aunque demuestra abundantemente la conexin entre la oracin como un acto y la oracin como un estado. Ms bien fija de manera bien definida los propsitos objetivos o reales de la oracin, como ser, para obtener bendiciones, dones, rescates de Dios. Pedid y se os dar, dice Jess. Por verdadera y valiosa que pueda ser la reflexin, que Dios, viendo y ordenando de antemano todas las cosas, ha previsto y ordenado anticipadamente nuestras oraciones como eslabones en la cadena de eventos, de causa y efecto, corno una potencia real, nos sentimos convencidos no obstante, que no es este el aspecto bajo el cual puede la mente hallar la paz acerca de este gran tpico, ni nos parece que en ese aspecto existe la potencia atractiva para atraernos a la oracin. Sentimos ms bien que una reflexin como esa divierte la atencin del Objeto de donde viene el impulso, la vida y la potencia de la oracin. El Dios viviente, con temporneo y no meramente eterno, (1) el Ser santo, viviente, misericordioso, Dios manifestndose a S mismo al alma, Dios diciendo Busca Mi rostro, ese es el imn que nos atrae, solamente esa influencia puede abrir el corazn y los labios. En Jesucristo, el Hijo de Dios, tenemos la completa solucin de la dificultad. El or sobre la tierra y eso no meramente como Hijo, sino como el Hijo de Dios encarnado. Su plegaria sobre la tierra, es solo la manifestacin de Su plegaria desde toda la eternidad, cuando en el consejo Divino fue puesto y establecido como el Cristo El Hijo fue puesto para ser heredero de todas las cosas. Desde toda la eternidad, el Hijo de Dios fue el Camino, el Mediador. El, para hacer uso de nuestro lenguaje imperfecto, estuvo desde la eternidad hablando al Padre a favor del mundo . The Hidden Lije, Cap. VI, por el Dr. Saphir. vase tambin The Lord's Prayer. pg. 12, por el mismo autor. (1) No debera decirse contemporneo porque eterno, en el significado correcto de esa ltima palabra? (Nota del Autor).