Está en la página 1de 35
EL SENTIDO COMUN ae ioe babantes de América) me na INTRODUCCION Quizé los sentimientos contenidos en las paginas si- guientes no estén atin lo suficientemente en boga para {gozar del favor general; un prolongado habito de no con- ‘iderar algo err6neo le otorga la apariencia superficial de ser acertado, provocando en principio una formidable sta en defensa de la costumbre. El tumulto, sin em- Borgo, pronto se apacgua, El empo produce mas con- ‘versos que la raz6n. ‘Como un largo y violento abuso de poder proporciona ‘gencralmente los medios para exigirsu derecho (también én aquellos casos en los que jams se ha pensado si los ‘que padecen tal abuso han sido agraviados hasta la ini- {quidad), y como el rey de Inglaterra ha determinado por ‘supropio derecho apoyar al Parlamento en lo que él. con- sidera lo suyo, y como el buen pueblo de este pais ha sido gravemente ofendido por tal alianza, tiene éste el inne- {able privilegio de conocer los pormenores de tal preten- Sion, asi como el de rechazar la usurpacién de ambos. En las paginas que siguen el autor ha evitado cuidado- ‘samente cualquier referencia personal. Ni elogios ni cen- suras a particulares han tenido aqui cabida. El prudente yldignononecesian del wiuno deun panto: ave- ,cuyos sentimientos son hostiles 0 faltos de juicio, ya se extinguiran por si mismos, a menos que su conversion no ocasione demasiado dolor. La causa de América es en buena medida la causa de toda la humanidad, Muchas circunstancias han surgide y 8 4. THOMAS PAINE habrén de surgir que no son locales, sino universales, y por las cuales los principios de todos los amantes de Ta humanidad se veran influidos y en el curso de las cuales sus sentimientos se veran afectados. Dejar a un pais de- solado por el fuego y la espada, declararla guerra contra Jos derechos naturales de toda ia humanidad y suprimir a sus defensores de la faz dela Tierra es del interés de todo hombre al que la naturaleza le haya otorgado la facultad dde sentir, a cuya clase, sin importarle la censura de parti- do, pertenece | AUTOR P.D.": La publicacin de esta nueva edicién ha sido retrasada con la intencién de tomar en consideraci6n (si ello hubiese sido necesario) cualquier intento de refutar a doctrina de la independencia. Como atin no havapare- cido respuesta alguna, se supone ahora que ninguna habré; el tiempo que se precisa para ofrecer una respues- ‘a pablica hace ya mucho que ha pasado. ‘Quién sea el autor de esta obra es enteramente irrele- vvante para el pablico; lo que aqui importa es la doctrina ‘misma, no el hombre. Sin embargo, no serfa innecesario decir que aquél no esta vinculado con partido alguno, ni ‘se encuentra bajo influencia alguna, publica privada, a no ser la de la razén y la del principio. Filadetfia, 14 de febrero de 1776. ~ Le qusigueesta ponds de Panel Pretaide ante ei, (nao I. SOBRE EL ORIGEN Y FIN DEL GOBIERNO EN GENERAL. ‘CON OBSERVACIONES PRECISAS SOBRE LA CONSTITUCION INGLESA Algunos escritores han confundido de tal manera la sociedad con el gobierno que han hecho escasa o ninguna distincion entre ambos, a pesar de que no s6lo son dife- rentes, sino que tienen origenes distintos. La sociedad es ‘obra de nuestras necesidades, y el gobierno de nuestra perversién; la primera promueve nuestra felicidad posit- vamente al unir nuestras afecciones; el tiltimo negativa- ‘mente, al refrenar nuestros vicios. Una favorece la coo- Peracién; el otro crea distinciones. La primera es un patron, el dltimo un verdugo. La sociedad en cada estado en una bendicién, pero el gobierno, incluso en su mejor estado, no es sino un mal necesario, y en su peor condicién intolerable; porque, cuando sufrimos 0 somos expuestos por causa de un go- bierno a las mismas miserias que podriamos esperar de un pais sin gobierno, nuestra infelicidad se ve aumentada al considerar que nosotros mismos nos proveemos de los medios que nos hacen sufrir. El gobierno, como el vesti- do, es el ropaje de la pérdida de la inocencia; los palacios de los reyes estén construidos sobre las ruinas de las ar- ‘querias del paraiso. Silos impulsos de la conciencia fue- ran claros, uniformes ¢ irresistiblemente obedecidos, ¢l ‘hombre no necesitaria de legislador. Pero, no siendo éste ‘elicaso, encuentra necesario delegar una parte de su pro- 15 6 THOMAS PAINE piedad a fin de conseguir los medios para proteger el Testo, y est4 inducido a hacerlo por la misma prudencia que en cualquier otro caso le aconseja elegir el menor de dos males. Consecuentemente, siendo ia seguridad el Yerdadero fin y objeto del gobiemo, se sigue indudable- mente que la forma de gobierno mAs idénea para nuestra seguridad, cualquiera que sea, de menor costo y mayor beneficio, es preferible a ninguna otra. Para conseguir una clara'y justa idea del fin y del objeto del gobierno imaginemos a un reducido niimero de personas, reunidas cen algiin remoto lugar de 1a Tietta, desconectadas del resto; representardn los priméros pobladores de algtin pais 0 del mundo. En este estado de libertad natural la sociedad sera su primer pensamiento. Miles de motivos los excitardn de ahora en adelante. La fortaleza de un hombre es tan desigual con sus necesidades, y su espéritu tan poco preparado para la perpetua Soledad, que pronto se vera obligado a procurarse asistencia y consuelo de otro, que a su vez Tequeriré lo mismo. Cuatro 0 cinco hombres unidos serfan capaces de levantar una morada confortable en mitad de la selva, pero un solo hombre podria trabajar el resto de su vida sin conseguir nada; si llega a derribar el armazén de la vivienda, no podria al- zatlo, ni construirlo después de ser alzado. Mientras tanto el hambre le urgirfa a abandonar su trabajo, y cada diferente necesidad llamarfa su atencion de diferente manera, La enfermedad, y no digamos la desgracia, se- rfan mortales; porque, aun no siendo ambas mortales, cualquiera de ellas le impediria vivir y le reduciria a un estado en el que se podria decir que pereceria antes de ‘Asi, la necesidad, como la fuerza de la gravedad, pron- to.constituird en sociedad a nuestros recién llegados emi- ‘fantes, cuyos beneficios reciprocos superarin y hardin innecesarias las obligaciones impuestas por la ley y el go- bierno, mientras permanezcan plenamente justos, unos respeeto de otros; pero como todo, excepto el cielo, es impregnable por el vicio, ocurrird inevitablemente que, EL SENTIDO COMON 7 ‘en la medida en que se encuentren con las primeras difi- ceultades de Ja emigraciOn, que les una en una causa ‘comtin, empezarén a relajarse en el deber y en la obliga- ‘ein de unos respecto de otros, y esta remisiGn indicarala necesidad de establecer alguna forma de gobierno, a fin de remediar el defecto de la virtud moral. ‘Algtin drbol idéneo serviré como lugar de asamblea, bajo cuyas ramas la colonia entera podré reunirse para 0 amadre patria» habria sido jesuiticamente adoptada por cl rey y sus parasitos con el bajo propésito papista de ob- tener alguna indigna ventaja sobre la crédula debilidad de nuesiras mentes. Europa y no Inglaterra ha sido la madre de América. Este Nuevo Mundo ha sido el asilo para los perseguidos defensores de la libertad religiosa y civil de zodas las partes de Europa. Hasta aqui han hufdo, no de los tiernos brazos de una madre, sino de la crucl- dad de un monstruo; y tan lejano esta este alegato de la verdad sobre Inglaterra que la mismita tiranfa, que sacé de sus casas a los primeros emigrantes, ain persigue asus descendientes. En esta extensa cnarta parte del globo olvidamos los cstrechos limites de 160 millas (la extensiOn de Gran Bre- tara) y evamos nuestra amistad a una mayor escala; re- clamamos la hermandad con todos los cristianos eu- ropeos y el triunfo en la generosidad del sentimiento. agradable observar con qué regularidad superamos la fuerza de los prejuicios locales cuanto més ampliamos. nuestro conocimiento del mundo. Un hombre nacido en ‘cualquier ciudad de Inglaterra dividida en parroquias se asociara naturalmente con su compafero parroquiano (pues sus intereses en muchos easos son comunes) y 10 distinguird con el nombre de «vecino»; si se lo encuentra arias millas de casa, dejard de lado ia estrecha imagen de una calle y 10 saludara con el nombre de paisano; si viajara fuera del condado y se lo encuentra en otro, olvi- dara las diferencias menores de calle y ciudad, y lo liama- +4 «compatriota, es decir, como hombre del pais; pero, sien sus viajes por el extranjero legaran a entablar rela- EL SENTIDO COMON 29 ciones en Francia oen cualquier otra parte de Europa, su recuerdo local se ampliaria hasta el de ingleses. Asi, por tuna justa paridad de razonamiento, todos los europeos que se hallan en América o en alguna otra parte del globo son conciudadanos; pues Inglaterra, Holanda, ‘Alemania 0 Suecia, comparadas con el resto, se encuen- tran en el mismo lugar a mayor escala que las divisiones de calle, ciudad y pais a menor escala —distinciones de- masiado limitadas para mentes continentales—. Ni un tercio de los habitantes, ni siquiera de esta provincia, son de descendencia inglesa. Por consiguiente, desapruebo la frase «madre patria» aplicada a Inglaterra solamente por ser falsa, egoista, estrecha y poco gencrosa. Pero, admitiendo que todos seamos de descendencia inglesa, ;qué supone-ello? Nada. Bretaiia, al ser ahora nuestro encmige declarado, adolece de cualquier otro ‘nombre 0 titulo; y decir que la reconciliacién es nuestro deber es verdaderamente ridiculo. El primer rey de In- slaterra de la presente casa (Guillermo el Conquistador) fue un francés, y la mitad de los pares de Inglaterra son descendientes del mismo pais; consecuentemiente, por él ‘mismo método de razonamiento, Inglaterra deberia ser gobernada por Francia. “Mucho se ha dicho sobre la fuerza unida de Bretafia y Jas colonias, que juntas podrfan desafiar al mundo. Pero sto es una mera presunci6n; el destino de la guerra esin- jerto, y las expresiones no significan nada, pues este continentte jams soportaria verse privado de sus habi- antes para socorrer alas armas inglesas en Asia, Aftica © Europa ‘Ademés, ;qué nos importa a nosotros desafiar al mundo? Nuestro plan es el comercio, y és, sies objeto docatdadon os Jeparard la pac la amistad de toda Bu ropa: pues a toda Europa le interesa mantener en Améri- ‘aun puerto franco. Su comercio la protegera siempre y su pobrezii en oro y plata la preservard contra los invaso- ‘Yo reto.al més ferviente defensor de la reconciliacién a 30 THOMAS PAINE que demuestre una sola ventaja que este continente pueda obtener uniéndose a Gran Bretafia. Repito el eto: ni una simple ventaja se derivars, Nuestro trigo co- locard su precio en cualquier mercado de Europa, y ‘nuestras mercancfas importadas serdn pagadas y com- pradas donde queramos. ‘Sin embargo, las ofensas y desventajas que contrac- ‘mos con tal unin son inmumerables, y nuestro deber tanto con fa humanidad como con nosotros mismos nos aconseja que renunciemos a tal alianza; porque cual- 4uier sumisién 0 dependencia con Gran Bretana tiende directamente a involucrar a este continente en las gue- rras y luchas europeas y ponernos a disgusto con nacio- nes que de otra manera buscarfan nuestra amistad y con- tra las que no tenemos ni quejas ni enfados. Siendo Europa nuestro mercado para el comercio, no deberfa- ‘mos mantener una unin particular con parte alguna de ella, El verdadero interés de América es mantenerse al ‘margen de las ambiciones europeas, cosa que no podrd realizar mientras que por su dependencia con Gran Bre- tafia siga teniendo cierto peso en la politica briténica. Europa esta demasiado profusamente repleta de rei- 1nos para gozar de paz por mucho tiempo, y, siempre que surja la guerra entre Inglaterra y alguna potencia extran- jera, el comercio de América se ird ala ruina a causa de ‘suunién con Gran Bretafa. La proxima guerra puede no acabar como la tltima, y no tendria que acabar asf; los defensores de la reconciliacién desearin entonces la se- paraciOn, porque la neutralidad en ese caso serfa una es- colta més segura que tn buque de guerra. Todo lo que es justo y natural aboga por Ia separaciGn. La sangre de la matanza, la llorosa voz de la naturaleza grita: «Es hora de separarnos.» Incluso la distancia que el Todopoderoso haa situado entre Inglaterra y América es una natural y fuerte prueba de que la autoridad de una sobre otra nunca fue la intencién del ciclo. Asimismo, la época en que el continente fue descubierto afiade peso al argu- mento, y la manera en que fue poblado aumenta su fuer- EL SENTIDO COMON 31 za, La Reforma fue precedida por el descubrimiento de ‘América —como si el Todopoderoso hubiera querido abrir graciosamente un santuario a los perseguidos en el, futuro, cuando la patria no depara ya amistad ni seguri- dad—. La autoridad de Gran Bretafia sobre este continente es tuna forma de gobierno que tarde o temprano deberé aca- bar. Una persona seria no puede sacar ningin verdadero ‘mirando hacia el futuro bajo la dolorosa y positiva Conviccién de que lo que ella llama « la presente Consti- tuciém» es meramente temporal. Como padres, no pode- ‘mos sentir ninguna alegria, sabiendo que este gobierno no va a durar el tiempo suficiente para dejar algo digno a la posteridad. Y mediante un sencillo razonamiento, puesto que estamos haciendo contraer una deuda a la ge- neracién que nos sigue, debemos hacer el trabajo por ella; de otra manera no harfamos més que utlizarla mez- quina e initilmente. A fin de descubrir la linea de nues- tro deber justamente, deberfamos coger a nuestros hijos y acotar nuestra época unos cuantos afios més adelante én la vida; esa altura presentaré un panorama que muy 1pocos temores y prejuicios actuales ocultan a nuestra vista. “Aunque evitaré cuidadosamente ofensas innecesarias, cstoy inclinado a creer que todos aquellos que sufragan Ia doctrina de la reconeiliacién se podrfan incluir bajo la siguiente clasificacion: hombres interesados, en los que ‘no hay que confiar, pusildnimes incapacitados para ver, hombres llenos de prejuicios que no verdn jamés, y una cierta clase de moderados que todavia mantienen una opinion més alta del mundo europeo que la que se mere- ce; y esta siltima clase, euiada por una deliberaci6n err6- nea, serd la causa de mas calamidades en este continente que las otras tres juntas. ‘Muchos tienen la buena fortuna de vivir lejos del esce- nario de la presente desgracia; todavia no ha llegado a sus puertas el mal para hacerles sentir la precariedad con ‘que se posce toda la propiedad americana. Pero dejemos 32 THOMAS PAINE {que nuestra imaginacién nos transporte por unos instan- tesa Boston; aquel sitio de infortunio nos ensefiaré una Gierta prudencia y nos instruiré para siempre en la renun- cia a una autoridad en la que no podemos confiar. Los hhabitantes de aquella desgraciada ciudad, que slo hace algunos meses vivian en paz y con cierta abundancia, no snen ahora més alternativa que la de quedarse y pade- cer 0 verse obligados a pedir limosna. Acosados por el fuego de sus compatieros si contintian dentro de la ciu- dad, y expuestos al pillaje de los soldados si la abando- nan. En la presente situacién son prisioneros sin espe- ranza de ser redimidos; y en un ataque general para rescatarlos se verfan expuestos a la furia de ambos ejér- citos. Hombres de temperamente pasivo miran con cierta li- gereza las ofensas de Gran Bretafia y, como si atin espe- Taran lo mejor, estén dispuestos a’ clamar: «Vamos, ‘vamos, seamos amigos a pesar de todo.» Pero considerad las pasiones y los sentimientos de la humanidad, llevad la doctrina de la reconciliacion a la piedra de toque de la naturaleza, y entonces decidme si después de todo po- jemnos, Dragonetti. «La ciencia del politico —dice— consiste en hallar el punto medio entre la felicidad y lali- bertad.» Los hombres merecedores de la gratitud de los tiempos serén aquellos que descubran un modo de go- 42. THOMAS PAINE bbierno que contenga la maxima suma de felicidad indivi- ‘dual con el ménimo coste de la naciGn (Dragonetti, Vir ‘tues and Rewards). Pero ;dénde, dirén algunos, se encuentra el rey de América? Déjame que te lo diga, amigo mio: él reina arriba y no comete estragos con la humanidad como el real bruto de Bretafia. Con todo, para que no parezca- ‘mos cortos en honores terrenales, que se fije un dia para proclamar la carta; que se reserve un sitio para la ley di na, la palabra de Dios; que una corona presida el acto, a fin de que ¢] mundo pueda conocer que, en la medida en. que aprobamos la monarquia, en América la ley es el rey. Pues asf como en los gobiernos absolutos el rey es Ia ley, asi en los paises libres la ley debe ser el rey, y no deberd haber otro. Y, si después de todo surgiera algsin alterca- do, que después de la ceremonia se destruya la corona y que e exparza entre el pueblo, al que pertenece por de- Tener un gobierno propio ¢s nuestro derecho natural; si un hombre reflexiona seriamente sobre la incertidum- bre de los astintos humanos, llegar a convencerse de ue es infinitamente mas prudente y seguro formar una mstitucién nuestra de una manera tranquila y delibera- da, mientras podamos hacerlo, que confiar tan importan- te acontecimiento al tiempo y a la suerte. Sino lo hace- ‘mos ahora, algiin Massanello podria después de todo parecer, quien, aprovechandose del descontento popu- lar, podria reunir a los desesperados y descontentos y, asumiendo los poderes del gobierno, arrasar las liberta- des del continente como un diluvio. Deberia el gobierno de América volver a las manos de Gran Bretafia; la que- bradiza situaciOn de las cosas seré una tentacion para algtin desesperado aventurero para probar fortuna; y, en tal caso, ,qué ayuda podria ofrecer Bretafia? Antes de que ella conozca la noticia, el fatal acontecimiento ya se habria producido, y nos encontraremos sufriendo como desgraciados bajo la opresién de un conquistador. Voso- ‘ros que os oponéis a la independencia ahora, no sdbeis EL SENTIDO CoMEN 43 lo que estdis haciendo; estais abriendo ta puerta a la tira- nia eterna dejando vacante el sitio del gobierno. Hay mi- llares y decenas de miles que considerarfan glorioso ex- pulsar del continente a aquel bastardo ¢ infernal poder que ha incitado a los indios y negros a destruirnos; la crueldad tiene una doble culpa: tratarnos a nosotros bru- talmente y traicionarlos a cllos. Hablar de amistad con aquellos en los que la razén nos prohfbe tener fe y a los que nuestros sentimientos, heri dos por millares de sitios, nos induce a detestar, ¢s una locura y una estupidez. Cada dfa consume los pocos ves- tigios de parentesco que atin nos unen; ;puede haber al- guna raz6n para esperar que, cuando ia relacién expire, aumenten nuestras afecciones, 0 que nos entendamos ahora mejor que antes cuando tenemos diez razones més poderosas que nunca para enfrentarnos? Vosotros que nos hablais de armonia y de reconcilia- cin, :podéis devolvernos el tiempo que ya ha pasado? {Podéis devolverte a la prostitucion su primera inocen- ‘ia? No podéis ya reconciliar a Bretaia con América. El Ultimo cordén ya ha sido roto, y el pueblo de Inglaterra se est volviendo contra nosotros. Hay ofensas que la na- turaleza no puede perdonar; dejaria de ser naturaleza si lo hiciera. Tanto puede perdonar un amante la deshonra de su amada como el continente perdonar los asesinatos de Bretatia. El Todopoderoso ha plantado en nosotros. los sentimientos inextinguibles de bondad y buenos pro- ppésitos. Son ellos los guardianes de su imagen en nues- {ros eorazones. Nos distinguen del comtin rebafio de ani- males. El conirato social se disolveria y la justicia se ‘extinguiria de la Tierra, o tendria tinicamente una exis- tencia temporal, sifuéramos insensibles a las lamadas de los sentimientos. El ladrén y el asesino escaparfan a me- rnudo sin castigo si las ofensas, que nuestro cardcter s0s- tiene, no nos animaran a la justcia. {Vosotros que amais a la humanidad! ;Vosotros que os atrevéis a oponeros no solamente aa tirania sino al tira- ‘no, adelantaos! Cada rind del viejo mundo esta satura- 44 THOMAS PAINE do por la opresién, La libertad ha sido perseguida alrede- Gor del globo. Asiay Africa ya hace tiempo que la han ‘expulsado. Europa Ta considera como una extraita ¢ In- slaterra ya la ha repudiado. jRecibid al fugitivo y prepa- rad a tiempo un asilo para la humanidad! IV. SOBRE LA PRESENTE CAPACIDAD. DE AMERICA, CON ALGUNAS. REFLEXIONES MISCELANEAS, Jamas he encontrado a un hombre, ni en Inglaterra ni en América, que no me haya confesado su opiniGn de que la separacion entre los paises tendré lugar més tarde (© mas temprano. Y no hay instancia en que hayamos ‘mostrado més juicio que en nuestro esfuerzo por descri- bir lo que llamamos la madurez 0 capacidad del conti- nente para la independencia. 'Y puesto que todos los hombres admiten este hecho y varian tinicamente en su opinién con relaciGn al tiempo, echemos, a fin de evitar errores, unamirada general yes" forcémonos, si es posible, por encontrar el tiempo ade- cuado. No hecesitamos, sin embargo, ir muy lejos; la biisqueda cesa enseguida, porque el iempo nos haencon- trado a nosotros. La concurrencia general y la feliz.coin- cidencia de las cosas prueban el hecho. 'No es en el ntimero, sino en la unidad, donde reside nuestra gran fuerza; y, sin embargo, tenemos el niimero suficiente para rechazar la fuerza de todo el mundo. El ‘continente tiene en estos momentos un cuerpo de hom bres armados y disciplinados mayor que el de ninguna ‘otra potencia bajo el ciclo, y acaba de alcanzar el punto ‘culminante en su fuerza, en donde ninguna colonia es capaz de sostenerse por si misma y donde todas reunidas serian capaces de lograr el objetivo. Nuestra fuerza de 143} 46 THOMAS PAINE tierra es ya suficiente; y, en cuanto a los asuntos navales, no podemos dejar de ser conscientes de que Bretaia nunea permitiré que se construya un buque de guerra mientras el continente permanezca en sus manos. Ast que sobre este asunto no podrfamos estar més adelanta- dos, de aqui a cien atios, de lo que estamos ahora; la ver- dad, sin embargo, es que deberfamos estarlo menos por- ‘que la madera dei pais esta disminuyendo cada dia, y lo ‘que quede al final sera escaso y dificil de conseguir Sil continente estuviera repleto de habitantes, sus su- frimientos en las presentes circunstancias serfan intolera- bles. Cuantos mas puertos poseamos, tanto mas tendria- mos que defender y perder. Nuestro nimero actual esta tan bien proporcionado a nuestras necesidades que nin- ‘gin hombre necesita estar inactivo. La disminucién del ‘comercio permite sostener una armada, ylas necesidades de ésta crean un nuevo comercio. 'No tenemos deuda alguna, y cualquiera que podamos ‘contraer por esta causa servird de glorioso tecordatorio, de nuestra virtud. Si pudiéramos s6lo dejar a la posteri- dad una forma estable de gobierno, una Constituci6n in- dependiente y propia, la compra a cualquier precio seré barata. Pero gastar millones afin de conseguir la revoca- cin de unas pocas leyes viles o la ruina tinicamente del actual ministerio, no merece la pena, y seria utilizar a la posteridad con indecible crueldad, porque significa de- jarla un fatigoso trabajo que hacer y una deuda sobre sus espaldas de la que no sacarén ventaja alguna. Tal pensa- miento es impropio de un hombre de honor y es la verda- dera caracteristica de un coraz6n estrecho y de un frivolo politico, La deuda que podamos contraer no merece nuestra atencién a menos que lae sea conseguida. Ningu- na nacion deberia estarsin deuda. Una deuda nacional es una obligacién de la naci6n y, cuando no conlleva interés alguno, no es un caso de agravio. Bretafa esté oprimida una deuda de més de ciento cuarenta millones de li- ras esterlinas, por la que paga més de cuatro millones en EL SENTIDO COMON 47 intereses. En compensacién por su deuda, mantiene una gran armada. América se encuentra sin deuda y sin ar- mada, y sin embargo con slo la vigésima parte de la deuda nacional inglesa podria tener una armada potente de nuevo. La armada de Inglaterra no vale en estos mo- ‘mentos més de tres millones y medio de libras esterfinas. La primera y segunda ediciGn de este panfleto fueron publicadas sin las siguientes cuentas, que ahora se dan como prueba de que la anterior estimacién sobre la ar- mada es justa (ver la Historia naval de Entic, Introd., . 56) ? Fe agus fo que cuesta constr los diversos pos de naves y dotarles de méstiles, bergas, velas y aparejos, ademés de talleres de contramaestria y carpinteria para ‘ocho meses, segiin los céleulos de Mr. Burchet, secreta- rio de Marina: Por un barco de 100 cafiones: 35.553 £ Por un barco de 90 cafiones: 29.886 £ Por un bareo de 23.638 £ Por un bareo de 17.785 Por un bareo de 14.197 £ Por un barco de 10.606 £ Por un barco de 40 cafiones: 7.558 £ Por un barcode 30 cafiones: 5.846 £ Por un barcode 20cafores: 3.710 £ YY de aqut es fcilcalcularel valor 0, mejor, el costo de toda la armada briténica, que en el aho 1757, cuando se encontraba en sumés alta gloria, contaba con los siguien- tes barcos y cafones: Barcos__Cafiones Costo de uno Costo de todos 6 100 35.553 £ 213.318 £ 2 90 29.886 £ 358.632 £ 2 80 23.638 £ 283.656 £ 8 1 TTBS £ 764.155 £ 48 THOMAS PAINE BarcosCafones. Costo de uno Costo de todos: 35, 6 14.197 £ 496.895 £ 40 50 10.606 £ 424.240 £ 45 40 7.558 £ 340-110 £ 58 20 3710 £ 215.180 £ 85 chalupas, bombas y brulotes, cada unoa 2.000 £ 170.000 £ Costo ‘ 3.266.786 Resto paracaiiones 233.214 £ Total, 3.500.000 £ Ninggin pais sobre el globo esté tan propiciamente si- tuado 0 tan capacitado internamente para levantar una armada como América. Brea, madera, hierto y cordaje son sus productos naturales. Para nada tenemos que ir a fuera. Mientras que los holandeses, que obtienen buenos, beneficios alquilando sus barcos de guerra a los espatio- Jes y portugueses, se ven obligados a importar la mayorta de los materiales que usan. Debemos mirar la construc- cin de una flota como un artfculo de comercio, como, fuera una mercancfa natural de este pats. Es el mejor di- nero que podemos invertir, Una armada ya construida pposee un valor superior a su costo y representa el justo ‘medio dela politica nacional, donde convergen comer + defensa. Construyémosla, y sino a queremos podemos venderla, reemplazando asi nuestro papel moneda con oro y plata sonantes Al punto de equipar una flota, la gente en general co- mete grandes errores; no es necesario que una cuarta parte tengan que ser marineros. Bl terrible pirata capitan Muerte mantuvo en jaque a todo barco durante la pasada guerra, aun teniendo a bordo apenas una veintena de ‘marinos, si bien las hazaftas de sus hombres sobrepasa- ron alas de doscientos. Un pufiado de competentes y ac- tivos matinos instruirdn pronto a un nimero suficiente EL SENTIDO CoMiN 49 de hombres civiles en el trabajo de un barco: Por consi- ‘guiente, nunca mejor que ahora seremos capaces de ha- ‘Cernos cargo de los asuntos navales mientras nuestra ma- dera. sea ain aprovechable, nuestras lonjas_ estén bloqueadas y nuestros marinos y armadores permanez- ‘an sin empleo. Buques de guerra de setenta y ochenta cafiones fueron ya construidos en Nueva Inglaterra hace cuarenta_afios; ;por qué no se podria hacer ahora lo mismo? La construccién de buques ¢s el mayor orgullo de América, en la que con el tiempo sobrepasara al ‘mundo entero. Los grandes imperios del Este estén en su mayorfa en tierra adentro, y en consecuencia estén. ex- cluidos ide la. posibilidad de hacerle la competencia frica se encuentra en estado de barbarie, y ninguna po- tencia europea tiene costas tan extensas 0 tal riqueza de ‘materiales. Lo que la naturaleza ha dado a unos se lo ha quitado a otros; tan sélo con.América ha sido ella tan li- beral en ambos casos. El gran imperio de Rusia esté casi cerrado al mar, en tanto sus bosques sin fronteras, su brea, su hierro y cordaje dnicamente sirven como arti los de lujo. En el punto de seguridad, nos podemos permitirestar sin una flota? Ya.no somos el pequeio pueblo que éra- ‘mos hace sesenta atios; en aquel tiempo pudimos haber confiado nuestra propiedad a las calles 0, mejor, a los campos y dormir sin cerrar o asegurar nuestras puertas y ventanas. Las cosas han cambiado, y nuestros métodos de defensa deberian mejorar con ei aumento de muestra propiedad, Cualquier pirata, hace doce meses, pudo hhaber arribado a Delaware y haber sometido a la ciudad de Filadelfia a los tributos que hubiera querido, y lo mismo podria haber ocurrido en otros sitios. No s6lo.eso; ‘cualquier sujeto atrevido, en un bergantin de catorce 0 ddieciséis cafiones, podria haber saqueado todo el conti- nente, llevéndose consigo medio mill6n en dinero. Estas son las circunstancias que demandan nuestra atencién y demuestran la necesidad de proteccién naval. ‘Algunos tal vez-digan que, después de haber hecho las 50 THOMAS PAINE paces con Bretafia, ella nos protegerd. 7Pueden ser tan necios como para dar a entender que mantendré una ar- ‘mada en nuestros puertos con tal propésito? El sentido ‘comin nos dira que el poder que se ha esforzado en sub- yugarnos es, de todos, el més impropio para defender- inos. La conquista tal vez se pueda disimular bajo la pre- tensién de la amistad, y nosotros, después de una larga y brava resistencia, ser al fin engafiados con la esclavitud. 'Y, si sus barcos no fueran admitidos en nuestros puertos, ‘yo preguntarfa: gedmo nos protegerd ella? Una armada a tres 0 cuatro mil millas puede ser de poco uso, y en una repentina emergencia de ninguno. Por consiguiente, si después de todo nos tenemos que proteger, 2por qué no lo hacemos nosotros mismos? ;Por qué ha de hacerlo otro? La relacin inglesa de navios de guerra es amplia y for- midable, pero ni siquiera una décima parte de ellos estén preparados para entrar en servicio, y algunos han desa- pparecido; con todo, sus nombres siguen siendo pomposa- mente registrados aunque s6lo quedara la regala del barco, y tinicamente se pudiera disponer de una quinta parte en el momento necesario. Las Indias Orientales y Occidentales, ‘el Mediterraneo, Aftica y otras partes sobre las cuales Bretafa extiende su poderfo exigen una constante atencién de su armada, De una mezcla de pre- juicio ¢ inadvertencia hemos contraido la falsa nocion de respeto por la armada de Inglaterra y hemos hablado como si tuviéramos que vérnoslas con toda ella en cual- quier momento, y por esta raz6n supusimos que deberfa- ‘mos tener una armada tan potente que, al no ser instan- ‘téneamente realizable, ello ha sido utilizado por algunos distinguidos ‘ories para desanimar nuestra empresa. Nada puede estar mas lejos de la verdad que esto, por- ‘que si América tuviera tinicamente la vigésima parte de ia fuerza naval de Bretafa seria un serio adversario para ella; como ni tenemos ni reivindicamos dominio extran- jero alguno, toda nuestra fuerza serfa utilizada en nues- tras costas, donde deberiamos, a largo plazo, tener una EL SENTIDO COMUN 51 ventaja de dos a uno frente a quienes tuvieran que nave- {gar tres 0 cuatro mil millas antes de poder atacarnos y re- ‘correr la misma distancia para regresar afin de repostar y abastecerse. Y aunque Gran Bretafia, con su flota, tenga control de nuestro comercio con Europa, tenemos otro tan grande’sobre el suyo con las Indias Occidentales, que, al estar situadas en las proximidades del continente, se encuentran a nuestra metced. ‘Algiin método se podria encontrar para mantener una fuerza naval en tiempos de paz, sino juzgisemos necesa- rio sostener una permanentemente, Sise dicran primas a los comerciantes para construir y utilizar en su servicio barcos equipados con veinte, treinta, cuarenta o cincuen- ta cafiones (las primas deberfan estar en proporciGn a la ppérdida del capital de los comerciantes), cincuenta 0 se- senta de es0s barcos, con unos cuantos buques de vigil cia, serian suficientes para componer una armada, y si tener que aguantar el malestar, del que tanto se quejan ‘en Inglaterra, de mantener su flota en dique seco en tiempo de paz. Unir el vigor del comercio con la defensa ‘es una buena politica; pues cuando nuestras fuerza y ri- quezas formen un solo vinculo, no necesitaremos temer enemigo exterior alguno. ‘De sobra tenemos de casi todos los articulos de defen- sa, El citiamo florece incluso con exuberancia, asf que no tenemos necesidad de cordaje. Nuestro hierro es su- perior al de cualquier otro pais. Nuestro pequefto ejérci- to, igual a cualquier otro en el mundo. Podemos fundir cuantos cafiones nos plazca. Salitre y pélvora estamos produciendo todos los’dias. Nuestro conocimiento se ‘mejora a cada instante. La resolucién es inherente a nuestro cardeter, y el coraje todavia no nos ha abandona- do. En consecuencia, qué es lo que nos hace falta? ;Por ‘qué tenemos que dudar? De Gran Bretaiia no podemos esperar nada mas que la ruina. Si alguna vez se la admi- tiera en el gobierno de América de nuevo, no mereceria la pena vivir en este continente. Las suspicacias siempre surgirian, las insurrecciones saltarian constantemente, 52 THOMAS PAINE ay quién se atreveria a reprimirlas? {Ouién arriesgars su vida para reducir a sus propios compatriotas a tuna obe- diencia extranjera? La diferencia entre Pensilvania y ‘Connecticut, por lo que respecta a algunas tierras perdi- das, demuestra la insignificancia del gobierno inglés y prueba que nada sino una autoridad continental puede regular los asuntos continentales. Otra razén que hace al momento actual preferible a cualquier otro es que, cuanto menos seamios en numero, més tierra habra desocupada, que, en lugar de ser mal. gastadas por el rey para sus indignos dignatarios, se po- drian destinar no sélo al pago de la presente deuda, sino en un constante apoyo al gobierno. Ninguna otra nacién bajo los cielos tiene una ventaja como ésta. El estado en ciernes de las colonias, como ast se Ila- ‘man, lejos de estar en contra, es un argumento a favor de Jaindependencia. Somos suficientes en némero, y si fué- ‘amos mds podriamos estar menos unidos. Es una cosa digna de observacién que cuanto més poblado est un pais, menor es el nimero de sus ¢jércitos. En cuanto a esfuerzos militares, los antiguos excedieron con mucho a os modernos; y la raz6n es evidente: siendo el comercio la consecuencia del aumento de la poblacién, los hom- bres quedan asi demasiado absorbidos por ello para hacer cualquier otra cosa. El comercio disminuye el espi- ritu de patriotismo y de defensa militar. ¥ la historia nos ensefia suficientemente que los més altos logros fueron siempre conseguidos en la juventud de una nacién. Con el aumento del comercio Inglaterra ha perdido su espiri- tu, La ciudad de Londres, a pesar del ntimero de sus ha- bitantes, se somete a continuados insultos con la pacien- cia de un cobarde. Cuantos més hombres se pierden, ‘menos se aventuran a arriesgarse. Los ricos, en general, son esclavos del terror y se entregan al poder de la corte ‘con Ia temblante doblez de un perro de aguas. La juventud es el tiempo de siembra para los buenos habitos, tanto en las naciones como en los individuos. Puede ser dificil, si no imposible, agrupar al continente EL SENTIDO COMUN 53 ‘en.un solo gobierno de aqui a medio siglo. La gran varie- dad de intereses, ocasionada por el aumento del comer- cio y de la poblacién, erearfa confusién. Las colonias se pondrian en lucha. Y cada una, vigndose poderosa, des- preciaria Is ayuda de las dems; y, mientrasel orgulloso y el estipido se pavonearan con sus pequefias distinciones, el prudente se lamentaria de que la unién no hubiese sido constituida antes. Fn consecuencia, el momento presen- te esl tiempo adecuado para establecerla. La confianza ‘que se contrac en la infancia y la amistad que surge de las desgracias son, de todas las cosas, las més duraderas ¢ inalterables.. Nuestra presente unin est marcada con estas dos caracteres; somos jévenes y hemos sido de: chados, pero nuestra concordia ha mitigado nuestros ‘males y promete una era memorable para que la posteri- dad lo celebre. Elmomento presente, asimismo, es un instante pecu- liar que jamés le ocurritia a una nacidn sino una vez, a saber: el momento de constituirse en gobierno. La mayo- tfade las naciones han dejado pasar la oportunidad y por cello han sido obligadas a recibir leyes de sus conquistado- res en lugar de legislar por s{ mismas. Primero tuvieron un rey y después una forma de gobierno, cuando los arti- culos o carta de gobierno se deben constituir antes, y des- ‘Pues ser ejecutados por los delegados; pero extraigamos, de los errores de otras naciones la sabiduria y aproveche- ‘mas la presente oportunidad para empezar un gobierno al fin. ‘Cuando Guillermo el Conquistador subyug6 a Inglate- 11a, dict6 las leyes a punta de espada; hasta que no con- sintamos que la sede del gobierno de América sea legal y debidamente ocupada, correremos el peligro de verla usurpada por alggin afortunado rufisn que nos podria tra- tar de la misma manera, y entonces donde estard nues- tra libertad? ;Dénde nuestra propiedad? En cuando a la religion, sostengo que debe ser un in- lispensable deber de todo gobierno proteger la libertad de conciencia, y no sé qué otra cosa podria hacer un go- 54 THOMAS PAINE bierno con ella. Dejemos que un hombre se sacuda Ia es- trechez de espiritu, el egofsmo de principios que los mez ‘quinos de todas las especies estén tan poco inclinados a compartir, y se vera libre de todos los temores que ello % cia es la compatiera de las almas dé- biles y la ruina de toda buena sociedad. Yo, por mi parte, creo entera y conscientemente que es la voluntad del To- dopoderoso que tenga que haber una diversidad de opi- niones religiosas entre nosotros. Nos proporciona un mayor campo para nuestra bondad cristiana. Si todos pensésemos de una misma manera, nuestras disposicio- nes religiosas necesitarian ser probadas; y bajo este prin- pio liberal yo contemplo las variadas denominaciones etre nosotros como si fueran hijos de la misma familia, ‘que s6lo se diferencian por lo que se llama sus nombres de pila. En las paginas 30 y 31 Jancé algunos pensamientos sobre la conveniencia de una Carta Continental (porque ‘inicamente presumo de ofrecer algunas sugerencias y no planes), y en este lugar me tomo la libertad de volver a mencionar aquel asunto observando que una carta se de- beria de entender como vineulo de solemne obligacion, en el que el todo entre en apoyo del derecho de cada parte por separado, ya sea sobre religion, libertad perso- hal o propiedad. Un pacto firme y una debida tepresen- tacién hacen grandes amigos. ‘Asimismo, ya he mencionado la necesidad de una re- presentacion amplia y equitativa, y no hay asunto polit- 0 que merezca mas nuestra atencién. Un pequetio né- ‘mero de electores o un pequiefio niimero de representan- tes son igualmente peligrosos. Pero, si el mimero de re- presentantes no fuera pequefio sino desigual, el peligro aumentaria. Como ejemplo de esto menciono lo siguien- te: cuando la peticién de los «asociados» se encontraba ante la Cmara de la Asamblea de Pensilvania, s6lo estu- vieron presentes veintiocho miembros; todos los miem- bros del condado de Bucks, que eran ocho, votaron en contra de ella; y, silos siete miembros de Chester hubie- EL SENTIDO COMEN 5S sen hecho lo mismo, la provincia entera habria sido go- bernada por dos condados tinicamente, y siempre estare- ‘mos expuestos‘a este peligro. Asimismo, la injustificable maniobra de aquella asamblea en su sitima reunion para obtener una autoridad indebida sobre los delegados de la provincia deberia poner en aviso al pueblo de cémo dele- ar su propio poder. Para los delegados se convino un Conjunto de instrucciones que, en lo que respecta a su. sentido y oportunidad, habrian avergonzado a un mozal- bete, y, después de haber sido aprobadas por unos pocos. —muy pocos— a puerta cerrada, fueron presentadas en la cémara y aprobadas en nombre de toda la colonia; pero, sila colonia entera conociera con qué mala volun- tad aquella cémara habfa manejado algunos asuntos pui- blicos, no habria dudado un solo instante en considerar- los indignos de tal confianza. La necesidad inminente hace a muchas cosas convenien- tes que, si continuasen, llegarian a ser opresivas. La con- veniencia y el derecho son dos cosas diferentes. Cuando las calamidades de América exigieron un consenso, no ‘hubo método més expeditivo ni més adecuado en ese ‘momento que el de nombrar a personas de diversas ¢é- ‘maras de la Asamblea para tal propésito, y la prudencia on que procedieron ha librado a este continente de la ruina. Pero, como es més que probable que jamés este- ‘mos sin Congreso, todo el que desea un orden justo de- berd sostener que la manera de elegir a los miembros de tal euerpo merece cierta consideracién. Y propongo esto ‘como una cuestién para quienes se dedican al estudio de Ja humanidad: ;no ¢s la representacién y la eleccién po- deres demasiado amplios para que los posea un solo y el, ‘mismo cuerpo de hombres? Cuando estamos trabajando para la posteridad, debemos recordar que la virtud no es hereditaria. De nuestros enemigos a menudo obtenemos excelen- tes consejos y entramos sorprendentemente en razin a causa de sus errores. Mr. Cornwall (uno de los lores del Tesoro) desdefié la peticion de la Asamblea de Nueva 56 THOMAS PAINE ‘York porque aquella cémara, segiin decfa, no contaba con mas de veintiséis miembros, que al ser un niimero in- significante, segiin argumentaba, no podia colocarse en lugar del todo. Le estamos agradecidos por su involunta- ria honestidad. Para coneluir, sin importar la extrafieza que a algunos pueda suscitar o lo poco inclinados que puedan estar a no Considerar asi los asuntos, muchas razones poderosas y convincentes se pueden dar para mostrar que nada puede resolver nuestros problemas. tan répidamente como una abierta y resuelta declaracién de independen- cia. Algunas de las cuales son: Primera, Es costumbre entre las naciones, cuando dos de ellas se encuentran en guerra, que alguna potencia no implicada en el conflicto haga de mediadora y presente ios preliminares para la paz. Pero, mientras América se considere a si misma siibdita de Gran Bretafia, ninguna potencia, por muy dispuesta que se muestre, podré ofre- ‘er su mediaciOn. Por consiguiente, en nuestro presente estado, podriamos estar en lucha cternamente. Segunda. Es irrazonable suponer que Francia 0 Es fia puedan prestarnos alguna clase de ayuda si lo tinico que pretendemos es hacer uso de ésta con el propésito de reparar la ruptura y reforzar la unin entre Bretafia y ‘América, porque esas potencias podrian sufrir las conse- ccuencias, Tercera. Mientras nos profesemos sibditos de Gran Bretaiia, debemos ser considerados, ante los ojos de las naciones extranjeras, como rebeldes. El precedente es de alguna manera peligroso para su paz, para que los hombres estén en armas bajo el nombre de sibditos; no- sotros, al instante, podriamos resolver la paradoja, pero unit la resistencia con la sujecién requiere una idea de- masiado refinada para la inteligencia comin, CCuarta. Que se publique un manifiesto y'sea enviado a las cortes. extranjeras, exponiendo las miserias que hemos padecido y los pacificos métodos que hemos em- EL SENTIDO COMON 57 pleado sin eficacia para su remedio; declarando, al mismo tiempo, que, no siendo capaces de vivir por mas tiempo felices y seguros bajo la cruel disposicion de la corte briténica, nos hemos visto en la necesidad de rom- per todos los vinculos con ella; y asegurar al mismo tiem- po a tales cortes nuestra pacifica disposicién y nuestro, deseo de entablar comercio con ellas; un documento asi produciria més buenos efectos en este continente que si Se cargara un barco con peticiones para Bretafia. Bajo nuestra presente denominacion de stibditos bri- téicos, no podemos ser recibidos ni ofdos en el extranje- 10: la costumbre de todas las cortes esta en contra de no- sotros, y asf seguird hasta que por la independencia aleancemos un rango entre las demas naciones, Estas diligencias pueden parecer al principio extrafias ¥ dificiles, pero, como todos los demés pasos que ya hemos recorrido, resultardn en poco tiempo familiares y aceptables; y hasta que la independencia se declare, el continente se sentiré como un hombre que sigue pospo- niendo algdn desagradable negocio de un dia para otro, Y, aunque sabe que tiene que hacerlo, odia resolverlo, desea terminarlo y ests continuamente perseguido por los pensamientos de su necesidad, APENDICE. Desde Ia publicacién de la primera ediciGn de este panfleto 0, mejor dicho, desde el mismo dia en que said, el discurso del rey hizo su aparicin en esta ciudad. Si el espiritu de la profecia hubiera guiado el nacimiento de esta produccién, no la podria haber originado en una co- yuntura mas favorable ni en un momento més necesario, La sangrienta inclinaciOn de uno muestra la necesidad de seguir la doctrina del otro. Los hombres leen como una manera de venganza. Y el discurso, en lugar de atemori- Zar preparé el amino alos humanos principio de nde- pendencia, ‘La ceremonia ¢ incluso el silencio, cualesquiera que sean los motivos que los originen,.tienen una tendencia perjudicial cuando prestan ¢l maximo grado de apoyo para actuar vilmente: por consiguiente, si se admite esta ‘maxima, se sigue naturalmente que el discurso del rey, siendo una pieza de redoblada villania, mereci6 y adn ‘merece la repulsa general tanto del Congreso como del pueblo, Sin embargo, como la paz doméstica de una na- ion depende en buena medida de la castidad de lo que propiamente se podrian lamar «modales nacionales», suele ser mejor pasar sobre algunas cosas en silencioso ‘desdén que hacer uso de nuevos métodos de desaproba- ‘ign que podrian introducir un minimo eambio en aque! ‘guardidn de nuestra paz y seguridad. Y quiza se deba a esta prudente delicadeza que el discurso del rey no haya sufrido anteriormente ejecuci6n pablica. El discurso, si 159) 60. THOMAS PAINE asf se pudiera considerar, no es nada mejor que un ten- dencioso y osado libelo en contra de la verdad, el bien comin y la existencia de la humanidad; y es un'método formal y pomposo de ofrecer sacrificios humanos al or- gullo de los tiranos. Pero esta masacre general de la hu- manidad es uno de los privilegios y una consecuencia cierta de los reyes; pues asf como la naturaleza no Jas re- conoce, tampoco ellos reconocen a ésta; y, aunque son turas de nuestra propia creacién, no nos conocen, convirtiéndose en dioses de sus propios creadores. Ei discurso tiene una buena cualidad, y ésta es que no ha sido calculado para engafar; ni seriamos enganiados por 41, aunque fuera posible. La brutalidad y la tiranfa apare- cenen su cara. Nos deja sin alterativa, Y cada linea de- muestra, incluso en el momento de su lectura, que el des- ‘nudo ¢ inculto indio que caza en la selva es menos salvaje que el rey de Gran Bretaiia, Sir John Dalrymple, padre putativo de una celebrada pieza jesuitica, falsamente llamada Discurso del pueblo de Inglaterra a los habitantes de América, quiz por la vvana presuncidn de que la gente de aqui se fuera a asus- tar ante la pompa y apariencia de un rey, ha reyelado (aunque con muy poca habilidad por su parte) el verda- dero cardcter del rey actual. «Pero—dice este escritor—, si estdis inclinados a pagar privilegios a una adminis. tracién de la que no tenemos quejas (refiriéndose a la revocacién de la Ley de Timbre por el marqués de. Roc- kingham), es muy poco agradecido de yuestra parte dar la espalda a este principe, por cuyo solo consentimiento se 0s ha permitido hacer cualquier cosa.» jESto es un tes- timonio tory probado! Aqui esté la idolatria, incluso sin ‘mascara; el que pueda oir en calma y digerir una doctrina as{ha perdido su derecho a la racionalidad —un apéstata dela orden de la humanidad— y debiera ser considerado como quien no sélo ha renunciado a la dignidad propia del hombre, sino que se ha rebajado al rango de los ani- males y se’arrastta despreciablemente por el mundo igual que un gusano, EL SENTIDO COMUN 61 ‘Sin embargo, ahora importa poco lo que el rey de In- slaterra diga o haga; ya ha roto toda obligacién moral y humana, ha pisoteado naturaleza ya conciencia,ycon un firme y temperamental espiritu de insolencia y éruel- dad se ha procurado para sf un odio universal. Ahora es el momento de que América se ocupe de sf misma. Ya posee una numerosa y joven familia, a'la que tiene ¢l deber de cuidar antes que despojarla de su propiedad para socorrera un poder que esta resultando ser un insul- to para el nombre de hombres y de eristianos. ;Vosotros cuyo deber es vigilar la moral de las naciones, sea cual sea Ia secta'0 denominacién a la que pertenezedis, asi como vosotros que guardais mas directamente la libertad piiblica, si desedis preservar a nuestro pafs nativo incon- taminado de la corrupcién europea, debéis desear en se- creto la separacién! Pero, dejando el aspecto moral para lareflexion privada, limitaré principalmente mis anterio- res observaciones a los encabezamientos que siguen: Primero, que el interés de América es separarse de Bretafa. Segundo, ,cudl es el plan més fécil y realizable: la re~ coneiliacién 0 la independencia?, con algunas observa- ciones al caso En apoyo del primero, podria, silo juzgara oportuno, ofrecer la opinién de alguno de los hombres mas capaces y experimentados de este continente y cuyos sentimien- tos sobre el particular no son publicamente conocidos. En realidad, es una posicin convincente por sf misma; porque ninguna nacién en un estado de dependencia ex- ‘ranjera, limitada en su comercio, con los poderes legis- lativos domeriados y maniatados, podré llegar a hacer algo digno. América atin no conoce cud es su riqueza y, aungue el progreso por ella realizado no tiene paralelo enla de otras naciones, serfa infantil eompararlo con lo que ella seria capaz de hacer si tuviera, como de- biera tener, los poderes legislativos en sus. propias 62 THOMAS PAINE ‘manos. Inglaterra esté en este momento codiciando con ‘orgullo lo que no le harfa ning bien silo consiguiera, y el continente dudando sobre un asunto que seré su ruina final si se descuida. Es del comercio de América y no de su conquista, de donde Inglaterra obtendr4 sus benefi- ios, y-e50 es lo que en buena medida ocurrria silos dos pafses fueran tan independientes uno del otro como lo es Francia de Espafia, porque en muchos articulos ninguna de las dos podtian ira un mercado mejor. Pero esa inde- pendencia de este pais de Bretafia, ode cualquier otro, lo que ahora constituye el principal y tinico objeto de discu- siGn, y lo que, como otras verdades descubiertas por ne- cesidad, aparecerd evidente y con més fuerza cada dia. Primero, porque tendré que llegar tarde o temprano. Segundo, porque cuanto mayor sea el retraso, mas di- ficil ser conseguirio. Frecuentemente me he entretenido, tanto en piblico ‘como en. compaiifas privadas, con observaciones silen- ciosas sobre los enjundiosos érrores de quienes hablan sin reflexionar. Y, entre los muchos que he ofdo, los si- uientes me parecen los mas generales, por ejemplo, que siesta ruptura hubiera ocurrido de aqui a cuarenta o cin- ‘cuenta afios, en lugar de ahora, el continente hubiera es- tado més capacitado para librarse de la dependencia. A lo cual yo respondo que nuestra capacidad militar, en esto momento, proviene de la experiencia ganada en la ‘iltima guerra, y que en cuarenta 0 cincuenta afios se ha- brfa extinguido por completo. El continente no habria tenido en ese momento un general, ni siquiera un oficial, Y¥ nosotros, o nuestros sucesores, habriamos sido tan ig ‘norantes en asuntos militares como los antiguos indios; y esta sencilla posiciGn porsi sola, sise le presta la atencién ‘que merece, demostrard incontestablemente que el mo- ‘mento actual es preferible a cualquier otro. El argumen- to viene a ser asf: Al'término de la dltima guerra adquiri- ‘mos experiencia pero necesitabamos hombres; en BL SENTIDO COMON 63 cuarenta 0 cincuenta afios habrfamos tenido hombres sin experiencia; por consiguiente, el momento més oportu- no debe de estar en algiin punto particular entre los dos extremos, en el que permanezca la suficiencia de uno y se obtenga un adecuado aumento del otro. ¥ ese punto del tiempo es el momento presente. El lector perdonaré esta digresién, ya que propiamen- te no se sittia bajo el primer encabezamiento que estable- ¢f y al que volveré ahora con la siguiente proposicién, esto es: Si los asuntos se amafiaran con Bretatia y en ella per- maneciera el gobierno y el poder soberano de América (que, tal y como se encuentran las cireunstancias, parece haberio» abandonado enteramente), “perderfamos la ‘oportunidad de librarnos de la deuda que tenemos o que podamos contraer. El valor de las tierras libres, de las que algunas de las provincias se han visto clandestina- mente privadas por una injusta extensién de los limites del Canadé, valoradas tinicamente a cincuenta libras es- terlinas cada cien acres, suponen més de veinticinco mi- Tones, segtin el valor corriente de Pensilvania; y el valor de la renta a un penique por acre, dos millones anuales. Es con la venta de todas esas tierras cuando podremos saldar la deuda, sin contraer ninguna otra; el valor de la renta estipulada hasta ahora ira disminuyendo y a su de- bido tiempo sufragara los gastos anuales del gobierno. No importa el tiempo que se tarde en pagar la deuda, con tal que las tierras, cuando se vendan, se destinen a su descargo, para euya ejecuciOn el Congreso seria pot el ‘momento el fiduciario continental % ‘Me ocupo ahora del segundo encabezamiento, es decir, jeual es el plan mas facil y realizable, la reconcilia~ ‘cin 0 la independencia?, con algunas observaciones al caso. ‘Quien tome la naturaleza por gufa no seré fécilmente derrotado en sus argumentos, y sobre esta base respondo generalmente que, al ser la independencia algo simple, de- pendiente de nosotros mismos, y la reconciliacién un 64 THOMAS PAINE asunto excesivamente intrincado y complejo, en el que va ‘intervenir una corte caprichosa y traicionera, se ofrece la respuesta sin lugar a.dudas. La situacién actual de América es verdaderamente alarmante para cualquier hombre que sea capaz.de refle- xionar. Sin derecho, sin gobierno, sin més formade auto- ridad que aquella que se basa y se concede por cortesia Rodeada por una extrafia concurrencia de sentimiento, que sin embargo esta sujeto al cambio, y que cada secre~ to enemigo se emperia en destruir. Nuestra presente con- diciOn es una legislacién sin leyes, una prudencia sin plan, una constitucién sin nombre, y, lo que ¢s mas curio- samente sorprendente, una perfects independencia que lucha por la dependencia. El ejemplo no tiene preceden- te; tal caso nunca se dio antes, ;y quién pod predecir el resultado? Nadie tiene asegurada su propiedad en la im- previsible situaci6n actual. El espiritu de la multitud se hha abandonado al azar y, no viendo objeto fijo ante ella, persigue tales caprichos o las opiniones actuales. Nada es delito, no existe nada como la traiciOn; en consecuencia cada cual se cree con la libertad de hacer lo que le plazca. Los tories no se hubieran atrevido a reunirse en ofensiva de haber sabido que sus vidas, por ese acto, estaban em- Pefiadas a las leyes del Estado. Una linea de demarca- ci6n deberia trazarse entre los soldados britanicos captu- rados en batalla y los habitantes de. América levantados ‘en armas, Los primeros on prisioneros; losiiltimos, trai- ores. Unos pierden su libertad; otros, su cabeza, A pesar de nuestra prudencia, en algunos de nuestros procedimientos hay una evidente flaqueza que anima a las disensiones. El cinturén continental no est4 apretado Jo suficiente, y si algo no se hace a tiempo sera demasia- do tarde para hacer cualquier cosa y caeremos en una sici6n en la que ni la reconciliaci6n ni la independenci serén factibles. Eley y sus indignos seguidores han vuel- to a su viejo juego de dividir el continente, y no nos fal- tan impresores ocupados en propagar engariosas falseda- des. La carta artficiosa e hipécrita que aparecié hace EL SENTIDO COMUN 65 algunos meses en dos de los perisdicos de Nueva York, y en otros dos més, es una muestra evidente de que hay hombres a quienes falta juicio u honestidad. Es fécil vendarse los ojos: hablar de reconciliacién;, pero zconsideran seriamente tales hombres qué dificil re- sulta la tarea y lo peligroso que puede ser la divisién del continente por su causa? ;Tienen en cuenta sus opinio- nes todas las clases de hombres cuya situacién y circuns- tancias, asf como la suya propia, se habrian de conside- rar? ;Se ponen ellos acaso’en el lugar del desgraciado que lo ha perdido todo, o en el del soldado que ha aban- donado todo por-la defensa de su pais? Si su maliciosa ‘moderacién solo le conviene a susituacion particular, sin considerar la de otros, el resultado los convenceré de que ‘«estén echando la cuenta sin contar con sus huéspedess Poneos, dicen algunos, en el lugar'en que estabamos en el sesenta y tres, a lo que contesto que la peticion no Puede ser ya satisfecha por Bretafia, ni propuesta por ella; pero si lo fuera, o si incluso nos la concediera, yo pregunto, como cuestién razonable, ;con qué medios se hha de contar para mantener @ una corte tan corrupta e infiel a sus compromisos? Y ain més, otto Parlamento, incluso el actual, podria después de todo rechazar la op- ci6n, bajo la pretensiGn de que fue violentamente obte- nida 0 indebidamente otorgada, y en ese caso {donde std nuestro remedio? Sin ir los tribunales con las na-

También podría gustarte